Capítulo Cuatro
Cuando pretendimos decir adiós.
Gale es un tipo simpático, me agrada mucho. Esa fue una noche muy especial, pero todo esto no esta bien; no esta bien y no es correcto que sienta atracción hacia el único amigo verdadero que tengo. Tal vez mi falta de cariño hace que me aferre a él y a su autoconfianza.
Sé que esto es incorrecto por la cara de desaprobación de mi madre que me ve llegar al dia siguiente, como si ella supiera que es lo que he hecho, lo único que puedo hacer al irme acercándome a ella es bajar la cabeza. Sé que es lo que sigue, así como también que mis súplicas no servirán de mucho.
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No había hablado con Petta desde hace una semana, cada vez que pasaba a la panadería a vender una que otra ardilla no lograba ni siquiera verlo, solamente cuando marchábamos a la escuela lograba mirarlo por unos preciosos instantes; lo malo era que siempre que lograba divisarme bajaba la mirada y huía rápidamente.
Sinceramente ya me estaba cansando de esto, no sé que es lo que lo llevó a alejarse de mi pero no puedo quedarme de brazos cruzados; incluso su mascota sabe que hace falta.
Es día de mercado, así que estará ahí con su padre, yo tambien estaré ahí, a mis hermanos les gusta mucho ir al mercado aunque sea solo a mirar.
El poco dinero que había podido obtener había sido gastado en tela para Rory y Vick, ya que Prim había donado sus vestidos a Posy y no tendría que preocuparme mucho por ello, ya que mi hermanita los cuidaba como si fueran un tesoro.
Pronto nos acercamos a la panadería, me quedaba el dinero justo para un pan, y si no ya tenia preparado un intercambio. El hijo mayor del panadero había salido hace poco junto con su madre, tal vez a negociar algo, el hermano mediano de Petta los siguió unos minutos después.
Asi que entramos en el pequeño establecimiento caliente con delicioso aroma, mis hermanos pequeños inmediatamente se dirigieron a los pasteles hermosamente glaseados, maravillados de que todo eso fuera dulce. Por mi parte en una charola coloqué una sencilla holgaza de pan de nuez, ya que era lo mas caro que me podía permitir (además era el cumpleaños de mi madre, asi que era como una torta para ella). El viejo panadero se asomó y al mirarme se fue, al siguiente minuto Petta salió con una sonrisa de la cocina, la cual desapareció al notar que era yo quien estaba ahí.
-Buenas tardes. ¿Llevaras algo más?- me cuestionó sin siquiera mirarme a los ojos.
Por mi parte me quedé observando su rostro, deleitándome con su presencia, al mirar su cuello pude notarlo... Debajo del cuello de su camisa blanca manchada de harina y otros ingredientes, había una marca rosácea, la evidente marca de un golpe.
-¿Fue tu madre? - fue lo primero que salio de mi boca después de haber practicado un "hola" durante todo el día.
Él solamente se subió más el cuello de la camisa al notar el porque había hecho esa pregunta.
-No es de tu incumbencia. ¿Es lo único que vas a querer Gale?
Su modo condescendiente me alteró los nervios, asi que lo tomé de la muñeca mientras empaquetaba el pan caliente en una bolsa de papel.
-Escúchame bien Petta Mellark, te esperaré mañana por la madrugada en la pradera para ir al bosque. Tú y yo tenemos asuntos pendientes que tratar.
Después de decirle eso le di el dinero por la mercancía para decirle a mis hermanos que saliéramos de ahí. No quería ser tan abrupto, pero si no le daba un ultimátum a Petta, sabia que no lo volvería a ver.
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Ayer había cambiado una presa por varios metros de alambre con el cual repararía unas de mis trampas. Aun era temprano asi que bebí un vaso con agua para tratar de mitigar un poco el hambre antes de tomar el camino con rumbo a la Pradera, ya en el bosque buscaría unas nueces.
Las personas que veía por la Veta me saludaban con un asentimiento de cabeza o con tan solo dedicarme una mirada, era domingo, un dia antes de la cosecha asi que eran pocas; sabia que el panadero dejaba que sus hijos se levantaran especialmente tarde este día mientras él se dedicaba a hacerles galletas sin que su esposa se enterara, Petta me lo había mencionado anteriormente.
Me senté en el piso junto a la alambrada, justamente donde antes había visto a Petta dibujar. La luz del sol comenzó a asomarse por las montañas dándome a entender que había pasado más de una hora en ese lugar, fue ahí cuando me rendí, Petta no iba a aparecer aunque yo lo deseara tanto asi que crucé la alambrada ya sin esperanza. El sonido de varias pisadas me alertó, seguramente se trataba de uno de los agentes de la paz asi que cuando me volteé me sorprendí demasiado al ver el cabello rubio del hijo menor del panadero caer en rizos desorganizados sobre su frente.
-Peeta- susurré su nombre a lo que él sonrió tímido. Me costó un poco de trabajo volver a concentrarme - vallamos al bosque, seguramente quieres ver a alguien.
Su mirada se iluminó con tan solo la mención de Winky, asi que ambos cruzamos las alambrada con destino a nuestro refugio.
Coloqué el alambre que traía en una esquina, contraria a donde Petta saludaba con mucho cariño a su mascota que simplemente se dejaba hacer mientras que yo revisaba el pan chamuscado que traía mi compañero consigo.
-lo siento, esos panes sirven para alimentar a los cerdos asi que están algo fríos, los tomé sin que mi mamá se diera cuenta.
Trató de disculparse por algo que no entendía demasiado.
-bien, prepararé té.
Fue lo único que pude decir por el momento asi que me dediqué a buscar una pequeña olla que guardaba de emergencia para llenarla de agua del lago. Quería encender fuego antes de irme para que el lugar se calentara en lo que iba a buscar agua, cuando tome la yesca para la fogata pude sentir las manos callosas y cálidas de Petta sobre las mías tratando de quitármela.
-ve por el agua,yo me encargo.
Y ahí estaba de vuelta el Peeta que añoraba, con una gran sonrisa salí de la cabaña, me alegraba tener junto a mi a una persona que me hace feliz en este horrible lugar. Me tomó diez minutos en hacer mi tarea, cuando llegué el fuego ya crepitaba y la habitación se encontraba caliente, Peeta estaba acurrucado en la esquina con el conejo en brazos, acariciándolo. Por mi parte puse la olla al fuego.
-Gale, esto que hacemos no esta bien, a mi me gusta Katniss...
Mi felicidad se esfumó al escuchar esas palabras, sabíamos que esto llegaría pero no lo quería aceptar y más sí su madre había tenido algo que ver, asi que una ira enceguecedora se apoderó de mi, pero no contra Petta, sino contra la bruja de su madre. Me quedé callado para dedicarme a reparar las trampas con el alambre que había traído, asi no tendría que afrontar aquello que estaba pasando.
-Gale- susurró levantándose y colocándose a mi lado, por mi parte no me había dado cuenta de que se había levantado de su lugar haciendo que me asustara- Gale dime algo
Su voz suplicante me provocó un nudo en la garganta y un dolor en el pecho, mis dedos, los cuales mi querida amiga dice que son ágiles, ahora son torpes y todo por solo haber escuchado la voz de Peeta. El calor de su cuerpo rozando el mío me hace estremecer y por una fracción de segundo fui inconsciente de lo que hacia como para propinarle un puñetazo en la cara.
Petta dio varios pasos hacia atrás sorprendido de lo que había hecho pero cuando la sorpresa pasó tambien se abalanzó contra mi yendo a parar los dos al suelo.
Comenzamos a pelear, sabía que Petta es fuerte debido a los concursos de lucha cuerpo a cuerpo en la escuela, él es uno de los mejores junto con su hermano mediano; yo por mi parte no podía quedarme atrás ya que una que otra vez tenia que terminar con la vida de algún animal estrangulándolo. Ninguno de los dos cedería. Lo acorralé contra el piso, mis extremidades las usaba como grilletes sobre las suyas impidiéndole levantarse, lo vi tan vulnerable debajo de mi que deseé besarlo con fiereza pero no lo tenia permitido.
-si quieres que ya no seamos amigos solo tienes que deshacerte de mi agarre y alejarte de aquí.
Nuestros ojos se encontraron mientras que nuestros alientos se rozaban... Nuestros labios se juntaron con urgencia deleitándose en la cavidad del otro, nuestras manos exploraron el cuerpo ajeno intensamente hasta que nos separamos.
Una... Dos... Tres, fueron las lentas aspiraciones que di para levantarme del cuerpo de Peeta, él se quedó en el suelo extrañado.
-eso es todo- fue lo único que susurré para salir de allí, internándome en el bosque con mis trampas en la mano. Creó que pude escuchar la voz de Peeta llamándome pero yo ya había tomado una decisión por los dos.
Cuando regresé a mi escondite antes del anochecer no había rastro de que Peeta hubiera estado una sola vez ahí, solamente Winky que comía desinteresada de una gran pila de dientes de león. No pude resistirlo más y la tomé entre brazos para acurrucarme en la esquina donde antes había estado sentado el sol que iluminaba mis dias.
El resto del crepúsculo lloré como no lo había hecho en años, ya que volvía a perder algo que esperé por mucho tiempo, al cual amé y que solo pude tener por cuatro meses antes de decirle adiós y pretender olvidarlo.
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El dia de la cosecha solo nos miramos por unos segundos antes de marchar con nuestras familias a nuestras respectivas casas.
Me encontraba aliviado de ver que estábamos relativamente a salvo por un año más; aunque algo en mi interior me hacía sentir culpable por ello al pasar junto a las casas de los dos tributos del distrito 12 de los septuagésimos terceros juegos del hambre.