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The Teacher por MMadivil

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—Ethan, si sigues mirando hacia la nada no terminaremos —dijo Simon por enésima vez esa tarde.


—S-sí… perdón Simon —respondió regresando la mirada al test que debían completar antes de que la clase de economía terminase.


Bueno, no era su culpa estar así, era de Byron.


—No sé qué estás pensando, pero por todos los dioses que puedan existir, prometo que lo resolverás cuando no te estés jugando con el cuello de los dos —masculló, pasándole un par de hojas con la información que había recopilado.


Ethan apretó los labios, no había comenzado nada de lo que le correspondía hacer y el trabajo por parejas hacía que su culpabilidad aumentase, no quería arrastrar a Simon a deber economía solo porque él estaba en las nubes.


Comenzó a responder las preguntas tratando de concentrarse, pero solo una parte de su mente estaba en el presente, la otra seguía preguntándose si estaría bien arrepentirse y salir corriendo hacia la biblioteca para acorralar a Byron y preguntarle qué era lo que quería decirle.


De haber sabido que estaría así, seguramente no se hubiese negado a verlo esta noche, pero se veía tan cansado… que a Ethan le estrujaba el estómago verlo casi enfermo.


Terminó el test en tiempo récord cuando comenzó a desesperarse y suspiró de alivio al escuchar el horrible timbre para el almuerzo, pero Simon no lo dejaría tan tranquilo.


—Ethan Collins después de ver que puedes terminar el test como si estuvieses poseído, ¿me vas a decir por qué estabas enviándole miraditas a Plutón? ¿Por qué estabas tan distraído? —lo abordó el de cabello castaño mientras se cruzaba de brazos— El único distraído de los dos soy yo y las cosas no funcionan bien cuando quieres cambiar de lugar.


El casi-rubio se rió a duras penas, pero resopló para demostrar la certeza de Simon.


—Verás… ¿No te ha… pasado alguna vez que alguien está por decirte algo importante pero no lo hace y te quedas pensando el resto del día lo que es? —trató de explicarle, moviendo las manos en el aire exageradamente al estar tan confundido consigo mismo.


—Eso creo… pero me molesta mucho que sucedan esas cosas, así que trato de enterarme lo antes posible.


—¿Y si… fuiste tú el que decidió no enterarse?


—Entonces estaría echándole miraditas al techo tratando de encontrar a Plutón en la clase de economía.


Ethan hizo una mueca, pero Simon trató de animarlo con un codazo amistoso.


—Mira Ethan, no necesitas decirme de qué hablas, pero creo que si ese alguien tiene que decirte algo importante, deberías dejar que lo haga por sí mismo. Si quería decírtelo y se lo impediste, luego no vengas a quejarte porque no te lo dijo.


Ethan tragó saliva.


—Pero dijo que no era importante… —masculló más para sí mismo que para su amigo, pero éste negó de inmediato con la cabeza.


—Siempre es importante Ethan, todo lo que se oculte es importante. Nadie esconde calcetines bajo la almohada sin razón, ¡los calcetines tienen dinero!


—No empieces con tus metáforas extrañas… —advirtió el de ojos verdes—. Pero creo que lo entendí… gracias Simon.


—No es nada —respondió dándole una palmada en el hombro mientras ambos se dirigían juntos por el pasillo hacia la cafetería—. ¿Y bien? ¿Hoy vamos a ver al “señor demasiado serio con cosas más importantes que almorzar con nosotros”?


Ethan sonrió por el larguísimo mote con el que se había referido a Sebastian, pero tuvo que encogerse de hombros al recordar lo que había sucedido esa misma mañana.


—No lo sé, ha estado muy extraño. Dice que tiene proyectos, exámenes, siempre se va muy temprano y hoy estuve a nada de no verlo por la mañana. Con decirte que me dejó tirado a media conversación —le contó en voz baja.


—Llega en la madrugada, no almuerza con nosotros, difícilmente pasamos tiempo juntos… —comenzó a enumerar el castaño— ¡Nos está engañando con otro!


El casi-rubio soltó una carcajada ante la pose de esposa indignada que había puesto Simon, sin importarle que varios estudiantes volteasen a ver para buscar la gracia.


—¡Solo piénsalo Ethan! Ha encontrado alguien más a quién decirle hobbit y nos ha dejado a un lado, ya no nos quiere —dramatizó poniendo ambas manos en sus propias mejillas y deslizándolas hacia abajo en un demacrado gesto gracioso.


—Estás exagerando Simon, es más probable que te crezcan alas antes que Sebastian logre simpatizar de esa forma con alguien de la universidad —respondió rodando los ojos.


Simon se rió por lo bajo y asintió.


—Pero no puede ser tan imposible ¿no?, es cierto que me costó tiempo cuando lo conocí, y tú eres su mejor amigo de la infancia, pero no creo que sea tan cerrado.


—¿Te costó? Nunca me has contado cómo era cuando lo conociste, siempre soy yo el que termina revelando sus secretos de la infancia.


—¿Nunca? —preguntó extrañado Simon, esquivando a los estudiantes que salían de la cafetería mientras entraba con Ethan— Bueno… no había mucha diferencia, de hecho me atrevería a decir que era mucho más cerrado y serio que ahora.


—Eso sí que lo creo, pero… ¿cómo se hicieron amigos entonces?


Simon hizo una pausa e hizo una mueca abatida, retomando después el paso para que ambos estuviesen por fin en una de las mesas desocupadas.


—Cuando Sebastian se mudó a mi ciudad… yo también era nuevo —relató comenzando a juguetear con una servilleta cuando se sentaron—. Me molestaban mucho en la secundaria porque tenía cara de niña —puso los ojos en blanco con fastidio y suspiró—, a Sebastian le tocó salvarme un par de veces de ser golpeado. Es decir, ya estaba acostumbrado de todas formas, pero tener a alguien que te salve de vez en cuando era agradable.


—¿D-de verdad? Lo siento… no quería hacerte recordar esas cosas —se disculpó inmediatamente Ethan, no quería que su amigo pusiese esa cara.


—Nah, está bien, pero creo que Sebastian se arrepintió de hacerlo —confesó con una leve risa— después de esos incidentes yo lo veía como un héroe y me la pasaba persiguiéndolo por todo el campus, acosándolo para que fuésemos amigos.


—Al parecer lo lograste —apremió el casi-rubio con una sonrisa al ver a Simon más relajado—. ¿Sabes? Creo que una vez tú mismo lo dijiste, pero es verdad que Sebastian es el tipo que se lleva mejor con sus polos opuestos.


—¿Eso nos hace masoquistas? No quiero pensar que viviré rodeado de gente como Sebastian.


—No lo creo, él es un caso extremo.


—Él es un mal amigo, es todo, te apuesto a que nos ha dejado tirados con el almuerzo otra vez —rezongó el castaño, cruzándose de brazos sobre la mesa.


—Yo también lo creo… pero podremos cobrársela más tarde, tengo demasiada hambre pa-…—había comenzado a decir el de ojos verdes, pero una voz lo interrumpió a media frase.


—Ethan, ¿puedo hablar contigo? —le pidió Luke, apareciendo de forma sorpresiva.


Ni siquiera se dio cuenta del instante en el que llegó a su mesa, por lo que se llevó un buen susto al verlo tan cerca. Aunque no podía decir lo mismo de Simon, él se mostraba tan a la defensiva como de costumbre cuando se trataba de Luke.


—¿Conmigo…? —inquirió extrañado, mirando a Simon en busca de ayuda— Claro… creo que no hay problema ¿puedo ayudarte?


—Preferiría que fuese a solas… —aclaró Luke de inmediato, pero no le dirigió ni una sola mirada a Simon.


—Entonces usa mi lugar, así no tendré que estar buscando a Ethan en dios sabe dónde —ofreció de muy mala gana el castaño y se levantó del lugar dejando algo desconcertado al de ojos verdes—, y apresúrate Luke, tengo hambre y no pienso comer solo.


Luke arrugó ligeramente la nariz pero hizo caso al ofrecimiento de Simon y ocupó su lugar en la mesa, dejando a Ethan sin oportunidad para decidir o pedirle a Simon que se quedara, aunque no tenía una razón en particular para hacerlo… solo era ese presentimiento de que no iba a gustarle nada esta conversación.


—Ethan tengo… b-bueno más bien encontré… —comenzó a decir algo nervioso, relamiéndose los labios y apretándolos como si desease que salieran las palabras correctas por sí solas— yo… no era mi intención, de verdad, no quería buscar nada acerca de ti ni mucho menos, solo dio la casualidad de que vi tu nombre ahí y…


—Luke me estás preocupando ¿de qué hablas? —pidió saber con algo de nerviosismo, no le gustaba la forma en la que parecía que Luke se disculpaba.


—Yo… —volvió a tratar de decir, pero solo miró a Ethan a los ojos y lo dejó salir en una especie de suspiro entrecortado— ¿Ethan es… es verdad que eres un becado?


Se le escapó el aire.


De repente todo el salón del comedor comenzó a dar vueltas, incluyendo la mesa en la que estaban, y Ethan juraría que se desplomó en el asiento con un rostro asustado por la expresión que puso Luke.


—¿De… de dónde sacaste eso…? —dijo en un murmullo, podría jurar que sentía un sudor frío bañando su frente—. ¿Q-quién…?


—N-no, nadie me dijo nada, yo solo… —Luke comenzó a desesperarse, pasándose una mano por su desordenado cabello oscuro—. M-me habían pedido que buscase algo pero encontré sin querer esa información, y yo… te juro que no pretendía enterarme…


—¿Entonces… por qué me lo dices?


—¡Porque tengo miedo de que te hagan algo, Ethan! —confesó alarmado en el tono más bajo que pudo, aunque era imposible que alguien les escuchase—. Así como yo pude encontrarlo, alguien más podría hacerlo y me preocupa lo que puedan hacer, tienes que tener mucho cuidado.


—Lo dices como si tuviera que tener en mente a alguien en específico… —señaló el casi-rubio, claramente perturbado por lo que acababa de decirle Luke—. Tú no dirás… nada ¿verdad?


Luke negó con la cabeza efusivamente, mirando a Ethan como si pudiese prometerle con el alma que no abriría la boca.


—No, pero no importa lo que hagas, tú jamás-… —trató de advertirle pero no pudo terminar la frase.


Luke clavó la mirada con cierto temor sobre el hombro de Ethan, cerrando automáticamente la boca y adoptando una posición menos sospechosa para aparentar que solo hablaban casualmente. Ahora no estaba nervioso, ese chico tenía miedo, y a Ethan se le heló la sangre cuando supo el motivo.


—¡Oh Luke, te estuvimos buscando por todas partes! De haber sabido que hoy estarías con Collins te hubiésemos hecho compañía desde el principio —habló la jovial voz relajada de Darrell Bloom justo a sus espaldas.


Podía sentir un escalofrío recorriendo su espina dorsal a medida que se acercaba.


—No… solo vine a preguntarle si podría trabajar con él en el próximo proyecto de Filosofía, pero ya me dijo que estará con Simon así que tendré que trabajar con Basil. Ya que no los encontré a ustedes al salir de administración, era lógico que viniese solo hacia aquí —mintió con una velocidad y credibilidad sorprendentes, inclusive Ethan dudó por un momento de la conversación que habían tenido.


—No hace falta Luke, puedes trabajar con Bruce en lo que termina mi suspensión —respondió el rubio con una sonrisa, ahora quedando enfrente de ambos para poder ver el rostro de Ethan.


No se había percatado de que no iba solo, el tal Bruce Hudson le hacía compañía como si fuese su sombra, pero puso una mirada de infierno cuando Darrell mencionó esa idea.


—No, gracias —prácticamente escupió el de cabello oscuro.


—¿Fuiste suspendido? —no pudo evitar preguntar el de ojos verdes, mirando de lleno a Darrell para aparentar la mala reacción a su presencia.


—Demasiados días llegando tarde, supongo que era normal que Byron lo hiciera —explicó encogiéndose de hombros—. Debería juntarme más con el buen ejemplo ¿no crees Collins?


—No lo sé, no conozco ninguno —expuso con una muy leve sonrisa, pero dirigió la mirada hacia un detalle que captó su atención—. ¿Qué te sucedió en la mano? ¿Te duele?


—Que modesto…—musitó, borrando por un instante el buen humor de su rostro al escuchar esas preguntas— Un pequeño accidente con el espejo del baño, es todo.


—¿Fuiste a la enfermería? Tienes muy ajustadas las vendas, vas a lastimarte —recomendó genuinamente Ethan, ignorando la incómoda atmósfera que había formado.


—No… pero tomaré en cuenta la recomendación —dijo con un tono extraño antes de carraspear y recobrar su actitud anterior—. Entonces ya que terminaron, ¿te importa si me llevo a Luke? Lo necesito por aquí.


—Por favor hazlo, yo necesito que me devuelva a Ethan —alzó la voz Simon a sus espaldas, acercándose con dos platos llenos de comida e ignorando por completo la imponente presencia de Darrell—. Tengo mucha hambre y su amigo ya me quitó el tiempo suficiente para comer.


—Claro… —masculló Bloom mientras examinaba a Simon de pies a cabeza—. Buen provecho, Harvey. Algún día almuercen con nosotros.


—Algún día —repitió Simon corriendo a Luke de su asiento y ocupándolo nuevamente.


—Ethan ¿te veo cuando terminen las clases como me dijiste? —preguntó Luke con calma. Ethan le siguió la corriente al instante.


—Claro, solo no olvides las copias para que pueda ayudarte…


El de cabello oscuro le dedicó una última mirada cómplice de preocupación a Ethan y se dirigió con Darrell y Bruce hacia el otro extremo del comedor.


Se fueron justo a tiempo, el pulso del casi-rubio estaba a punto de alcanzar su límite. Se permitió exhalar todo el aire que contuvo para mantener la compostura y hundió el rostro entre sus manos con miedo. ¿Por qué Luke pudo averiguar que él era un becado? ¿De dónde sacó esa información? ¡Ni siquiera a Simon se lo había dicho! Y no había forma de que estuviese mintiendo, el único que lo sabía fuera de Byron y el director era Sebastian.


Además, tenía un mal presentimiento ahora que Luke sabía de ello… principalmente porque estaba todo el día con Darrell.


Aunque no había nada que Darrell pudiese querer de él, pero se veía como el tipo de persona que le haría la vida imposible a Ethan solo por no haber nacido en una cuna de plata.


Pero se le estaba escapando este asunto de las manos más rápido de lo que pensó, y el director Rogers se lo había advertido. Es la única advertencia que le había dado.


“—No importa lo que hagas Ethan, el apellido que tienes será una desventaja. Haz todo lo posible por ocultarlo, por más incómodo que pueda resultar. Es por tu propio bien”.


Simon no dijo nada por un largo rato, probablemente dejando que Ethan desahogase su frustración antes de comenzar a hablar.


—¿Quieres hablar de eso o finjo que Luke no me sacó de aquí y me quitó unos diez minutos de descanso? —preguntó finalmente.


—Simon… ¿por qué no te cae bien Luke? —inquirió Ethan a modo de respuesta.


—No es el tipo de persona que me agrade —masculló comenzando a juguetear con una extraña pasta en su plato, haciendo girar el tenedor distraídamente—. Hay dos tipos de personas que no me gustan, los que manipulan y los que se dejan manipular.


—¿Y cuál de ellos es Luke? —dijo en voz baja, pendiente de la mirada de Simon.


—Los dos. Y eso, Ethan, es peor que ser solo uno —concretó en voz baja, seriamente afectado por esa idea.


No comprendió en un principio las palabras de su amigo, pero por la actitud que había adoptado, comenzaba a dudar de su propia capacidad para juzgar a las personas.


Si Luke resultaba no ser confiable... ¿Qué haría?


~*~


Era probablemente la media noche por el nivel de penumbra que alcanzaba su habitación aún con la lámpara de noche encendida. Lanzaba una y otra vez una bola de papel arrugado al aire, viendo completamente hacia la nada que reinaba su techo. No tenía sueño y su mente estaba en blanco para estudiar, simplemente estaba ahí, odiando tener que lidiar con sus propios pensamientos.


Hace unas horas trató de ir a ver a Luke a su habitación, pero cuando llegó, éste aún tenía encima a Darrell, por lo que no era seguro que hablasen en ese momento y lo último que quería era levantar sospechas, así que tuvieron que fingir que estudiarían por un rato esa noche.


Era difícil escuchar a Ethan maldecir, pero esa noche había perdido la cuenta de las veces en las que lo había hecho por no poder resolver las dudas que tenía clavadas como espinas gracias a Luke.


Si algo le preocupaba ahora, era la idea de que alguien más pudiese sacar esa información, independientemente del lugar al que haya acudido ese tipo para encontrarlo, es exactamente como él dijo: “Si yo pude…”


Ahora se encontraba calculando cada una de las posibilidades que tendría si él revelaba su secreto, pues no se imaginaba volviendo a casa tan pronto, no dejaría esta universidad por nada, mucho menos ahora que tenía un motivo más fuerte para quedarse.


¿Por qué las cosas tenían que ser tan difíciles siempre? Detestaba el “todo o nada” que parecía regir su vida sin permiso.


Un par de toques leves a su puerta hicieron que la bola de papel le cayera justo en la cara, Ethan tuvo que mirar el reloj para cerciorarse de que no estaba alucinando la hora. Casi la una de la madrugada.


¿Y si era Luke quien venía para hablar con él a escondidas de Darrell?


La sola idea le hizo correr hacia la puerta y abrirla de golpe, soltando un gran suspiro de alivio y ligera decepción al equivocarse.


—¿Ahora sí te dignas a venir a verme después de haberme dejado tirado todo el día? —fue lo primero que reclamó, cruzándose de brazos para impedirle la entrada al moreno.


—Puedo irme a dormir si quieres, venía dispuesto a disculparme con esos extraños bollos que te gustan, pero mejor si duermo un par de horas extra… —advirtió Sebastian dispuesto a darse la vuelta, pero Ethan lo sostuvo del brazo y lo obligó a entrar.


No era justo, él siempre se salía con la suya.


—Tramposo… —masculló aceptando de mala gana la ofrenda de paz—. Me prometiste que no nos dejarías tirados esta vez en el almuerzo y te fuiste, comenzaré a pensar que lo que dijo Simon es cierto.


—¿Qué fue lo que dijo Simon? —dijo con una media sonrisa mientras sacaba de la bolsa que había traído un par de bebidas y le ofrecía una a Ethan.


—Que ya te conseguiste a alguien más.


La botella se resbaló de las manos de Sebastian y cayó al suelo sorprendiendo al de ojos verdes, quien había estado a nada de tomarla. Pero antes de que pudiese decir cualquier cosa, la sarcástica carcajada del moreno lo hizo sonreír también.


—Sí, sí, lo mismo pensé —admitió Ethan riendo un poco, recordando que había hecho lo mismo.


—Simon es un idiota.


Sebastian negó con la cabeza y se siguió riendo mientras levantaba lo que había tirado, dándole a Ethan finalmente lo que le correspondía. El casi-rubio sintió su estómago gruñir cuando miró los bollos y se sentó junto a Sebastian en el sofá, pero se giró para mirarlo de frente y estiró las piernas para dejarlas sobre su regazo.


—Ya enserio, ¿dónde estuviste en el almuerzo? —inquirió mientras abría la bolsa de papel que contenía los bollos y comenzaba a comerlos.


—Buscando un formulario que había olvidado en el departamento, creí que lo había perdido y sin darme cuenta me llevó todo el almuerzo —respondió con un ligero encogimiento de hombros.


—Debiste decirnos, pudimos haberte ayudado a buscarlo —lo sermoneó el menor, pateando el hombro de Sebastian—. Pero eso es extraño, tu habitación está más ordenada que la misma biblioteca.


—Lo sé, pero fui descuidado cuando estudiaba y tuve que ponerlo de cabeza —explicó dándole un largo trago a su bebida energética.


—Si sigues tomando eso no vas a dormir jamás.


—Sí mamá ya te escuché —contestó poniendo los ojos en blanco—. Ahora, dime por qué tienes cara de muerto viviente. Es como si tuvieras dormido el cerebro y no creo que sea precisamente por la hora…


Ethan iba a quejarse por lo primero, pero comenzó a juguetear con un trozo de bollo y soltó un leve suspiro cuando pensó en la respuesta.


—Estoy en problemas Sebastian… alguien más ya se enteró de… la beca —trató de explicar, bajando el tono de voz a medida que terminaba la frase con cada pausa.


—¿¡Qué!? —se alarmó el moreno, tensándose inmediatamente al escuchar semejante revelación— ¿Quién fue? ¿Te hicieron algo? ¿Por qué no fuiste a buscarme antes Ethan? ¡Debiste decírmelo!


—¡Porque estabas buscando tu formulario! —le recordó de mala gana por su reacción, pero de inmediato se arrepintió al ver la mirada sorprendida del otro—. L-lo siento… pero no es solo eso… ¿Recuerdas a Luke Avery?


—El chico que no le caía nada bien a Simon, por supuesto… —recordó, tranquilizando esta vez su tono de voz— ¿Él se enteró? ¿Y qué fue lo que te dijo?


—Él… me prometió que no se lo diría a nadie, que no estaba buscando nada sobre mí en particular y que había encontrado esa información por accidente —aclaró Ethan sin ocultar su ligero nerviosismo—, lo que me extrañó es que se acercase a mí para decírmelo Sebastian, además… me advirtió algo que no me dejó nada tranquilo.


El moreno alzó una ceja, bastante tenso por lo que le estaba contando su amigo y le indicó que continuara.


—Me dijo que tenía miedo de que me hicieran algo, porque si él pudo encontrar esa información, entonces alguien más podría… —no terminó la frase, se pasó una mano por la cara y se encogió en el sofá, abrazando sus rodillas—. Sebastian… ¿Qué haré si alguien se entera?


Se hizo un prolongado silencio que simplemente se sentía pesado, con ambos dejando esa información en el aire, hundidos en sus pensamientos y preocupaciones. Ethan no lo miraba, pero sintió perfectamente el momento en el que Sebastian se arrimó hacia él y atrajo al de ojos verdes para obligarlo a cambiar de posición y poder pasarle el brazo por los hombros en un intento de consuelo.


Ethan supo desde que lo conoció que tenía un don especial para consolar a la gente. Ese sentimiento de seguridad, calidez y protección que no te podía ofrecer cualquier persona era algo que encontrabas fácilmente con Sebastian, todo dependía de cuánto lo necesitases y cuánto quisiera ofrecerte. Él había sido la almohada a la que hay que consultarle cada noche en la vida de Ethan y también el hermano mayor que nunca tendría su sangre.


—¿En qué piensas… Sebastian? —preguntó en voz baja al no haber escuchado alguna palabra, cansado del silencio.


—Ethan, no te has preguntado… ¿Qué es lo que estaba buscando Luke para haberse topado con esa información?


Parpadeó un par de veces y repitió la pregunta de Sebastian en su mente unas tres veces para que pudiese procesar lo que acababa de decir. ¡Tenía razón! ¿Cómo diablos se había cruzado con esa información tan clasificada de Ethan? ¿Dónde podría encontrarla alguien más? Y la pregunta que ahora le daba dolor de cabeza gracias a su amigo:


¿Qué demonios estaba buscando Luke?


Ethan se zafó lentamente del abrazo y se puso de pie para comenzar a dar vueltas alrededor del sofá mientras pensaba.


—No, no lo había pensado… pero ahora que lo mencionas estaba muy nervioso —comenzó a recordar Ethan con mayor claridad.


—¿No hay posibilidad de que alguien se lo hubiese dicho?


—No, no hay manera, los únicos que lo sabemos somos nosotros, el director y… el profesor… Byron —dijo lo último entrecerrando un ojo al saber lo que se le venía encima.


—¿El… qué? —Sebastian giró el rostro para mirarlo y lo fulminó con la mirada— Tú nunca me dijiste que el profesor ya sabía eso.


—N-no es que no quisiera, solo olvidé mencionarlo, además yo no se lo dije… él ya lo sabía —aclaró en un intento de evitar un sermón por parte del moreno.


—¿Desde cuándo?


—Creo que… desde el primer día, pero él nunca lo mencionó hasta que a mí se me escapó en un comentario y… ahí me dijo que ya lo sabía —dijo dándole la espalda a Sebastian con el pretexto de ir a la cocina, pero solo quería ocultar su rostro avergonzado.


—¿Y cómo se enteró? —continuó el interrogatorio.


—Él supo de mi calificación sobresaliente en el examen de ingreso —explicó con cierta indiferencia, hasta que el mismo Ethan juntó ligeramente las cejas confundido—. Y yo… en realidad no tengo idea de cómo la consiguió.


—¿Y me vas a decir que no suena sospechoso? Ethan, el que confíes tanto en ese profesor no sé si sea lo mejor —señaló con un tono de advertencia que al menor no le gustó—. Siempre he tenido confianza en tu buen sentido para juzgar a las personas, pero ese hombre oculta muchas cosas y eso no termina de gustarme.


—Sé que puede parecer de esa forma… pero confía en mí Sebastian, él no es alguien de quien deba preocuparme ahora.


—Si tú lo dices… —comentó el moreno con un suspiro—. Entonces si tanto confías en él ¿por qué no le preguntas cómo las consiguió? Nadie mejor que él te puede decir de dónde sacó esa información Luke.


—Pero si le digo que alguien ha estado investigando…. Reportará a Luke ¿cierto? —manifestó preocupado— No puedo hacerle eso, se tomó la molestia de decírmelo…


—Y no sabemos con qué intenciones Ethan, entiéndelo —explicó fríamente—. No puedes confiar en ese tipo ciegamente cuando es un tema delicado, bien pudo decírtelo a propósito para tenerte así de preocupado. ¿Quién te asegura que Luke no va a chantajearte con ello?


Cansado de darle vueltas al asunto y a la cocina, Ethan terminó su bebida y regresó al lado de Sebastian en el sofá. Se le habían ido los pocos ánimos que tenía y la escasa confianza que había reunido para dársela a Luke se había esfumado.


—Entonces solo me queda esperar. No es como si pudiera hacer algo al respecto —finalizó con un pesado suspiro—. Sebastian, viniste porque no podías dormir ¿verdad?


—¿Qué te hace pensar eso? Deberías confiar en mi juicio de buen amigo y persona para pedir una disculpa por-…


—Sebastian… —lo cortó mirándole.


—No, no podía dormir —admitió rápidamente, jugueteando con su bebida—. Y no quiero hablar sobre eso, así que sé un buen amigo y quédate con la duda.


—Los buenos amigos no se abandonan en el almuerzo, así que como no lo soy, puedo preguntar.


El moreno puso los ojos en blanco y se quitó los lentes para acariciarse el puente de la nariz, dejando que hubiera silencio por otro rato.


—¿Cuánto tiempo tardamos en hacernos amigos? —inquirió de repente, confundiendo al casi-rubio.


—¿Eh? No… no lo sé ¿unos días? ¿Unas horas? Éramos vecinos y estábamos muy pequeños, no lo recuerdo —respondió con cautela, no sabía cuál era la contestación que su amigo esperaba.


—Yo tampoco, pero no fue mucho tiempo —murmuró mirando sus lentes antes de limpiarlos con su camisa—. ¿Cuánto tiempo crees que sea necesario para que odies lo suficiente a una persona?


—Pueden ser dos años o dos minutos Sebastian… —declaró encogiéndose de hombros—. Pero ese es el mismo tiempo que se necesita para que te agrade, así que… depende de quién sea.


El moreno echó la cabeza hacia atrás y cerró los ojos mientras acariciaba el marco de sus lentes.


—Y… ¿A qué vino esa pregunta? —cuestionó el casi-rubio con interés— ¿De verdad existe alguien a quien puedas odiar tanto?


—No lo sé Ethan… —finalizó sin muchos ánimos, parecía igual de confundido que él.


Esa noche ninguno de los dos volvió a abordar el tema del otro, y aunque hablaron de trivialidades, ambos comprendieron que no estaban precisamente en sus mejores días.


~*~


El fin de semana alcanzó a Ethan cuando menos se lo esperaba. Había estado tan ocupado intentando atrapar a Luke a solas que se había olvidado de lo que Byron le había dicho. Por si fuera poco, Darrell parecía estar más pegado a Luke que nunca, fue imposible verlo sin estar escoltado por él o por Bruce y comenzaba a resignarse a no obtener una conversación con él por un largo tiempo.


Eran casi las siete de la mañana y era sábado, un sacrilegio para alguien que apenas dormía lo suficiente para mantenerse en pie. Lo peor era que no tenía sentido estar despierto, pues siempre veía a Byron más tarde y no eran muchas las personas que en su sano juicio se levantaban a esa hora para desayunar. Ni siquiera Simon estaría consciente a esa hora. Pero tal vez Sebastian…


No lo había visto la noche anterior, se había acostumbrado a que se ausentara de vez en cuando, pero casi nunca había faltado los viernes por la noche. Inclusive a veces se quedaba en el dormitorio de Ethan todo el fin de semana alegando que no tenía nada que hacer en su habitación cuando podía estar aquí molestándolo.


Y como ya llevaba un buen rato despierto, ya estaba vestido, así que no lo pensó dos veces cuando salió de su dormitorio en dirección al de Sebastian y tocó a la puerta.


No obtuvo respuesta.


Esperó un poco antes de volver a tocar, cada vez más impaciente y con más fuerza. De nuevo nada. Ni siquiera podía escuchar alguna clase de ruido que proviniese de adentro.


—“En casos de emergencia”… —murmuró para sí mismo lo que una vez le dijo el moreno.


Metió la mano en su bolsillo y sacó la copia de la llave del departamento de Sebastian, él también tenía una suya. Aunque sus “casos de emergencia” se limitaban a las veces en las que Ethan olvidaba la llave en su habitación y necesitaba a alguien más responsable que él para que tuviese una copia.


La llave cedió y abrió despacio, procurando no hacer mucho ruido por si Sebastian dormía, aunque no debería ser tan considerado con alguien que lo pateaba de la cama para levantarle. Pero el sorprendido fue él. La habitación estaba vacía y la cama estaba perfectamente tendida.


Sebastian no había pasado la noche ahí.


Y parecía que lo único que perseguía a Ethan eran los secretos.


No tocó absolutamente nada de la habitación, simplemente salió, cerró nuevamente la puerta con llave y se dirigió al elevador. Esta vez ignoró por completo la hora y el día, no quería estar enclaustrado en su habitación sin hacer nada, simplemente se encerraría en la biblioteca mientras esperaba a Byron.


Le envió un mensaje a Simon preguntándole si al final había arrastrado con él a Sebastian a la fiesta de los de último grado. Era prácticamente imposible pero no perdía nada, no obstante la respuesta aparecería hasta que Simon despertase.


No le sorprendió que la biblioteca estuviese vacía, lo extraño sería que hubiese alguien ahí, pero ignoró las paredes y montañas de libros como si no estuviesen ahí. Solo quería entrar al salón privado. Y cuando abrió la puerta…


…estaba él ahí parado, apoyado al borde del escritorio mientras presionaba impaciente la pantalla de su celular, marcaba un número que aparentemente no le daba respuesta, pues no se percató de la presencia de Ethan hasta que éste cerró la puerta a sus espaldas. El menor lo miró de pies a cabeza y finalmente hizo un gesto de desaprobación.


—Lo prometió —reprochó al instante.


—Lo hice, pero mi aspecto de juguete para la morgue no es algo que pueda cambiar —respondió Byron con una mueca.


—No tendría que hacerle caso a su aspecto físico si usted no diese la impresión de que se dormirá ahí mismo.


—No estoy cansado.


—Sí lo está —lo encaró con terquedad—. Y pensándolo bien, creo que lo mejor sería irme para dejarlo descansar… —amenazó dándose la vuelta y tomando el picaporte dispuesto a hacerlo.


—Si te vas no tendrás tus tres intentos, tal vez me duerma todo el fin de semana y pierdas otros dos días en la incertidumbre —advirtió Byron sin moverse de su lugar.


Ethan no se movió. Había picado el anzuelo.


Suspiró pesadamente y se cruzó de brazos sin despegarse de la puerta, apoyándose contra esta cuando se volteó para mirarle nuevamente.


—¿Mace?


—No lo sé, y tampoco puedes comprobar si estoy mintiendo. Deberías acercarte —sugirió esbozando una media sonrisa, extendiendo una mano en dirección hacia Ethan.


Entrecerró los ojos con molestia, quería fingir que no cedería a sus chantajes esta vez. Sin embargo, cuando se acercó y acarició su mano al tomarla, prácticamente corrió a sus brazos, envolviéndose inmediatamente en ellos mientras hundía el rostro en su pecho. De verdad lo odiaba, él era enorme.


—Miente —aseguró con la voz ahogada por esconder el rostro—. ¿Qué hace aquí tan temprano? Si quería cubrir que no me obedeció en toda la semana al menos debió dormir el resto de la mañana.


Quería sonar seguro, autoritario y tener el semblante imparcial para poder quejarse del mal estado de Byron como debía. Advertirle que no volvería a pisar ese lugar si seguía sin dormir y que ahora mismo se iría para que piense por lo menos un poco en su estúpida salud.


¿Pero quién diablos podía hacer eso cuando la persona que hacía explotar sus sentidos estaba abrazándole y riendo a su oído de una forma tan enloquecedora?


—¿Crees que puedes reclamarme por estar aquí cuando tú no llegaste mucho más tarde que yo? —inquirió de forma arrogante y molesta.


—No me responda con otra pregunta… —se quejó, comenzando a arrepentirse de la posición en la que estaban.


Los brazos de Byron envolvían con fuerza y cierta posesividad su cintura, pero había aprovechado el rostro oculto de Ethan para ir acercando cada vez más los labios a su oído. El cosquilleo de su voz grave resonando tan cerca provocaba que el menor quisiera encogerse, y cuando trataba de cerrar los ojos… solo empeoraba, pues era más consciente de lo cerca que estaban, del latir desbocado de su corazón y la forma en la que Byron conseguía que su respiración fuese un caos. No recordaba cómo hacerlo apropiadamente. ¿Tan siquiera respiraba antes de acercarse a él?


—Entonces mejor no te respondo —amenazó mientras acariciaba con los labios la mejilla de Ethan.


—Esa no… no es una opción —murmuró mientras se estremecía como un acto reflejo.


¿¡Por qué tenía que ser siempre tan difícil cuando estaban así!?


Contuvo con todas sus fuerzas la enorme necesidad de dejar escapar un suspiro, ya era suficiente con que Byron supiera que perdía la cabeza con solo tocarle.


—P-profesor… eso es… trampa —logró articular a duras penas.


Pero ahí estaban las consecuencias de enamorarse de un incorregible soberbio.


El profesor esbozó una sonrisa, sus labios se alzaron en una curva torcida y  amenazante, altanera hasta el último centímetro. Una de sus manos abandonó la cintura de Ethan y le alzó el mentón para dejar al descubierto la vergüenza de su rostro. Al casi-rubio no le gustaba precisamente esta parte, pero no porque no la disfrutase, si no porque sabía que a estas alturas ya había perdido. Una vez que miraba ese azul intenso en los ojos de Byron, no podía despegarse de ellos.


Sabía que no era su culpa, el color en sí era hipnótico. No se trataba de un solo tono de azul, era como si la gama completa pudiese encontrarse en ese pequeño y brillante orbe. El borde comenzaba con el más claro de los azules, avanzaba hasta el color del cielo y era corrompido por el matiz del mar por la noche justo antes de llegar a la pupila, que era una especie de agujero negro. Si te quedabas mirándola por mucho tiempo, te perdías en ella.


Y la miró por mucho tiempo, pero lo que se llevó ese agujero negro fue su cordura.


Sus labios fueron arremetidos por los de Byron en un beso tan violento como dulce, con éstos moviéndose suaves y exigentes mientras hacían que Ethan olvidase hasta su nombre.


Después de todos esos días de mirar sin tocar, de evadir las miradas y jugar a las escondidas, de contener todos esos besos que estuvieron a punto de robarse en secreto… finalmente podrían desquitarse con el tiempo, en las sombras de lo prohibido.


¿Cuánto tiempo se necesita para que extrañar los labios de alguien sea considerado excesivo?


Ethan alzó las manos con más ansiedad de la que le hubiese gustado demostrar, acariciando con los dedos cada centímetro de su piel justo antes de enredarlos en su lugar favorito: Ese sedoso y lacio cabello negro, tan agradable al tacto que solo quería jugar y tirar de él todo el día.


No pudo evitar gruñir a modo de queja por ser sometido tan fácilmente a la merced de los expertos labios de Byron, ese hombre se aprovechaba de lo débil que había demostrado ser ante sus caricias, pero no le importaba recordárselo a Ethan de forma descarada siempre que podía.


Los besos de Byron eran como las drogas: No importaba cuánto intentaras resistirte, huir y alejarte, terminabas cediendo y pidiendo cada vez más, hasta el punto de no poder vivir sin ellos.


—B-bas.. Byron detente… —pidió contra sus labios cuando el aire comenzó a faltarle—. T-tú ganas, pero… tenías algo que decirme.


En cuanto el profesor escuchó la última frase finalmente se detuvo, pero no por ello se separó de Ethan. Simplemente le dejó un suave y último beso contra los labios, alejando lo suficiente su rostro para mirarlo a los ojos nuevamente.


—¿Ocurre… algo malo? —inquirió al ver el semblante preocupado de su profesor.


Byron entreabrió los labios, dispuesto a responder a esa pregunta. Pero como era de esperarse con su mala suerte, una llamada entrante en el celular del mayor los sacó a ambos de su trance. Miraron hacia el aparato en la esquina del escritorio y el de cabello azabache extendió la mano con rapidez después de comprobar el nombre que Ethan no alcanzó a divisar.


Pero a juzgar por la reacción del profesor, había estado esperando por esa llamada desde hace mucho. ¿Sería el dueño del número que estaba marcando cuando llegó?


—¿Jeremy? ¿Estás bien? —fue lo primero que preguntó.


La sola mención del nombre hizo retroceder al de ojos verdes, no porque estuviese molesto, solo quería evitar escuchar una conversación ajena otra vez. No era lo mismo una llamada por trabajo que una por un amigo, y el puesto que ocupaba el profesor Wild en la vida de Byron había quedado muy claro.


—¿Por qué demonios no aparecías anoche? —lo reprendió el profesor con voz autoritaria.


Ethan se había alejado lo suficiente para que Byron no lo obligase a volver a sus brazos inmediatamente. Tenía que concentrarse en otra cosa para olvidar el momento de éxtasis que acababa de tener, por lo que paseó la mirada por la infinidad de libros que adornaban la pared, al mismo tiempo tratando de no prestar atención a la conversación. Al menos hasta que reparó en lo último que dijo el profesor.


No era el único que no sabía del paradero de su amigo.


Pero no se imaginaba hablándole así a Sebastian, era mucho más fácil imaginar al moreno regañándole a él. Y a decir verdad, ya lo había hecho, muchas veces y de la misma forma. Ese tono de voz tan “puedo intimidarte pero te grito porque te quiero” le era muy familiar, parecía que estaba escuchando a su hermano Nicholas.


—Lo sé, leí el mensaje. Estuve a nada de ir a tirar la puerta de tu departamento —siguió con el mismo tono irritado—. Pídele a Gabrielle que haga algo para ti o juro que iré a sacarte por la fuerza, no me gusta la idea de dejarte por tu cuenta hoy.


¿Era solo su idea o ahora Byron se escuchaba algo nervioso?


Ethan volteó a mirarle y dejó de prestarle atención a los libros. Byron le daba la espalda mientras se pasaba una mano por el cabello algo intranquilo. El casi-rubio se acercó al escritorio, mirando el desorden de papeles que había en toda la superficie, pero se detuvo con curiosidad cuando miró el pequeño calendario que nunca antes había visto, casi en el centro de la mesa.


—Lo estoy haciendo, así que no hagas que me arrepienta… —comentó el profesor, tranquilizando notoriamente su tono de voz.


Ethan había pasado los suficientes fines de semana en ese lugar para asegurar con su propia sangre que ese calendario antes no estaba ahí, y la curiosidad pudo con él esta vez. Lo levantó porque esa marca lo estaba matando.


Sábado 20 de Marzo. Tachado en rojo.


Era hoy.


—Cuídate Jeremy… —finalizó Byron y cortó la llamada.


Cuando el profesor volteó al buscar a Ethan con la mirada, se quedó quieto al verle sostener el calendario.


—No creo escaparme de la pregunta, así que dilo de una vez —indicó mientras dejaba el celular nuevamente en el escritorio.


—Mi madre tenía un dicho extraño acerca de las marcas en los calendarios —le contó Ethan sin mirarle, como si estuviese absorto con esa marca roja—. Ella decía que los asuntos pendientes debían encerrarse, señalando que debían cumplirse. En cambio los que ya se habían cumplido pero querían ser recordados debían tacharse, en un color distinto a los demás.


—¿Qué fechas solía marcar de esa forma? —preguntó con curiosidad.


—Mi cumpleaños —dijo con una leve sonrisa—. Y el de Nicholas, por supuesto.


—Mi madre decía lo mismo —mencionó el profesor, sorprendiendo completamente al menor—. Para ella los días que eran importantes debían ser marcados, no importaba si era imposible olvidarlos y pareciese un gesto innecesario, solo debía de hacerlo.


—Atesora mucho sus recuerdos —aseguró el menor con una dulce sonrisa—. ¿Usted se parece a ella?


—Físicamente solo pude conservar sus ojos, en lo demás… dicen que somos iguales —comentó con una risa ligera.


Fue inevitable imaginarse a una bella mujer, que probablemente ahora se vería algo mayor, pero si ella poseía la mirada infernalmente azul de Byron entonces debía ser muy hermosa. Con “lo demás” sabía que probablemente se refería a su personalidad, pero imaginarse a una mujer de naturaleza mezquina y soberbia le parecía imposible.


El profesor alzó una ceja en cuanto Ethan volteó a mirarle y el de ojos verdes se sonrojó ligeramente.


—¿Por qué pones esa cara? —inquirió acercándose a él, acariciando su mejilla con delicadeza.


—Usted jamás había mencionado algo respecto a su familia, yo solo… me sorprendí —dijo con honestidad, encendiendo más el color de su rostro al sentir esa caricia.


—Lo siento, no debe de ser correcto considerando que me has dicho todo acerca de la tuya.


—No puedo culparlo… yo no tengo nada que ocultarle, pero usted a mí sí.


A Ethan no le gustó nada que la mirada del profesor expresara culpabilidad, pero no podía retractarse o arrepentirse, esa no era más que la verdad.


—Lo lamento, no quise decirlo así… —se disculpó en voz baja—. Profesor… ¿me oculta las cosas porque no es el momento para hablar de ellas… o porque no confía en mí lo suficiente?


—Confío en ti más que nadie Ethan, eso no está a discusión —aclaró de inmediato con un semblante serio—. Es solo que no sé cuándo es el momento adecuado para decírtelas, hay una delgada línea entre el saber y el involucrarse.


—¿Por qué le preocupa tanto que me involucre?


—Porque no quiero que nada malo te suceda.


Esa respuesta lo atemorizó. No tanto porque pudiese pasarle algo, ese era el menor de sus temores, pero eso solo podía significar que a Byron también podría sucederle algo, y esa idea era simplemente aterradora.


—¿Y… y eso tiene que ver con lo que pensaba decirme hoy?


Byron se mordió el interior de la mejilla y miró hacia un lado, probablemente cavilando todas sus posibilidades, pero eso solo ponía más ansioso a Ethan.


—¿Por qué el calendario tiene marcada esa fecha? —inquirió esta vez señalando el escritorio— No es su cumpleaños… ¿verdad?


—No —aclaró mirando hacia el suelo, como muy pocas veces lo hacía—. Es el de Jeremy.


El casi-rubio abrió los ojos desmesuradamente, desconcertado por esa contestación. Por supuesto que ese profesor debía tener cumpleaños, todos tenían uno, solo no se esperaba que fuese tan pronto.


Peor aún, que Byron estuviese ahí con él cuando era el cumpleaños de su mejor amigo.


—¿¡Y usted qué hace aquí entonces!? Debería de estar con él, es decir, por qué… —comenzó a replicar rápidamente, pero Byron lo calló colocando un dedo entre sus labios.


Su sonrisa… era más bien triste.


—No es tan fácil como piensas Ethan, no es… una fecha agradable para el profesor Wild.


—¿Eh? ¿Por qué? —dijo claramente decaído.


El profesor miró algún punto sobre el hombro de Ethan y entrecerró los ojos, mordiéndose suavemente el labio inferior con indecisión.


—Ethan… ¿Quieres escuchar la historia del caso Lebrant? —preguntó con un pretencioso brillo en su mirada—. Te contaré una historia sin nombres ni lugares, será tu trabajo encontrarle el sentido.


El menor se preocupó un poco por esa petición, pero no le parecía nada que no pudiese manejar, así que asintió con firmeza. Sin embargo… algo resonó en sus oídos.


—Perdón, creo que no lo escuché bien. ¿Acaso dijo el caso Le…?


—Lebrant —completó Byron antes de que pudiese terminar—. Es un apellido…


—Francés… —completó esta vez Ethan.


Byron clavó la mirada en el menor como si hubiese dicho una palabra maldita.


—¿Por qué sabes eso?


El de ojos verdes se asustó un poco, más por su reacción que por su mirada, además se preguntaba lo que ocurriría si le decía la verdad.


—Porque ese es…

Notas finales:

Gracias, gracias, actualicé antes de lo que todos esperábamos. Y para hacer de la espera algo más increíble, me decidí por ese precioso e incompleto final. Diviértanse.

Pero los quiero, pequeños hobbits.

Já.

Enserio, ahora que mi juguetito Luke ya sabe del pequeño secreto de Ethan ya se podrán imaginar la que se viene encima, larga vida a Darrell. En fin, no diré nada sobre Sebastian porque creo que todos ya sabemos que con esos dos desaparecidos, ese día encima... a saber qué diablos pasó. Ah, pero recuerden que a Ethan le quedan dos intentos hoy, solo pregúntense qué clase de historia le contará Byron. Ese Lebrant da dolor de cabeza...

Por último, mencionaré algo que los que me stakean en twitter probablemente ya sabían pero no lo había dicho por aquí: En diciembre se viene el final de la novela. Solo quería mencionarlo para que se preparen mentalmente para ello.

¡Nos vemos el próximo capítulo! Ahí les contaré lo que sucedió con Jeremy.

Twitter y wattpad: @MMadivil


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