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The Teacher por MMadivil

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—¿¡Es que no puedes hacer nada bien!? —gritó Bruce, liberando toda su frustración con un rodillazo al estómago de Luke.

El chico comenzó a toser con el rostro rojo por la falta de aire, el golpe que había recibido era suficiente para tumbarlo en el suelo, no soportaría uno más. El dolor era indescriptible, pero no permitió que una sola queja saliera de sus labios.

Luke supo desde el principio lo que sucedería al ser llevado a la parte trasera del edificio de dormitorios. Alejado, oscuro y solitario. El suelo de granito le dejó varios raspones en el cuerpo, así como empeoró el dolor de cabeza. Inclusive le zumbaban los odídos y ya sentía un líquido desbordándose por su boca.

No se sorprendió cuando vio caer las gotas carmesí al suelo.

—Eso es suficiente, Bruce —lo detuvo Darrell con indiferencia, acercándose a quien aún se retorcía en el suelo—. Luke, recuérdame cuál fue la orden que te di.

—Acercarme a Ethan… averiguar sus lecciones… traerlo… —gimió en un hilo de voz, le dolía horrores tan siquiera abrir la boca, sentía su garganta inflamada.

Había cometido un grave error al ponerse del lado de Ethan.

Y aún no comprendía cómo es que Darrell se había enterado de ello.

—¿Y qué fue lo que me dijiste? —exigió saber.

—La verdad… —escupió el chico, mirando con odio al rubio.

Pero Luke siempre estaba lleno de malas ideas. Darrell no lo pensó dos veces cuando le pateó el costado con una fuerza desmedida, haciendo que el de cabello oscuro tuviera que morderse la lengua para no gritar. Ese dolor punzante en las costillas había sido suficiente para dejarlo lagrimear.

—No creo que debas hacerte al gracioso en tu posición —le advirtió, tomando con fuerza del cabello a Luke para levantarle el rostro—. ¿Por qué le dijiste lo que planeo hacer con Byron?

—Para ver de qué lado estaba… —masculló, mirando los ojos plata de Darrell que deseaban matarlo—. No creo que vayamos a ser buenos amigos…

Bruce por un momento avanzó como si fuese a golpearlo otra vez, pero el rubio alzó una mano y lo detuvo. Tomó a Luke por los hombros y lo empujó hasta sentarlo apoyado contra la pared, pero lo hizo de forma tan brusca y descuidada que la cabeza de éste se golpeó con fuerza contra el muro.

Por un momento la vista le falló y tuvo que parpadear un par de veces para comprobar que aún estaba consciente. El zumbido en sus oídos se incrementó.

—Tenías una sola tarea y no solo perdiste el tiempo, también abriste la boca con ese tipo. ¿Qué mierda pasó por tu cabeza en ese momento? ¿Te olvidaste de que podría decírselo a Byron en cualquier instante?

Tal vez eso es lo que quiero…

Luke sonrió ante su propio pensamiento y Darrell aprovechó para soltarle un puñetazo en el rostro. Probablemente le había partido el labio.

—Luke, Luke… ¿por qué tenías que ser tan imbécil? —le dijo el rubio en un tono meloso al ladear la cabeza y tomar su rostro por las mejillas—. Me divierto mucho contigo, pero darte una paliza solo es para mi estrés. ¿Crees que alguien quiera liberar el estrés con Kiam? Apuesto a que muchos harían fila por golpear al menor de los Avery… —lo amenazó casi juguetón—. Además he escuchado que tiene un rostro bonito a pesar de estar en la sencundaria, podrían jugar con él un poco.

El de cabello oscuro miró a Darrell aterrorizado por esa idea, inclusive quería llorar por la rabia que sentía al ser utilizado de esa forma. No quería que pusieran un solo dedo sobre Kiam, no podía permitirlo, y sin embargo estaba aquí… atado de manos en todos los sentidos.

—¡No te atrevas tocarle un solo cabello a mi hermano! —vociferó a duras penas, pero el rubio lo calló al colocar una mano con fuerza contra su boca.

—Te lo mereces por traidor —advirtió el de ojos grises con una sonrisa mezquina—. Pero ve el lado positivo, lo entrenarán perfectamente antes de la universidad, de esa forma estará acostumbrado cuando tenga lecciones con Byron.

El chico gruñó y casi gritó contra su mano, agitándose en un intento por soltar el amarre de sus manos, pero todo era inútil. Solo podía fruncir el ceño y odiar a Darrell como jamás lo había hecho.

—Ya me aburrí, espero que alguien te encuentre antes de la media noche, hace algo de frío —dijo indiferente el rubio, soltando su agarre para incorporarse y limpiarse el polvo en el uniforme—. A menos que tengas algo más que decir, no esperes una llamada de tu pequeño hermano esta noche.

El cuerpo de Luke quedó tan inmóvil como el de un muñeco de trapo, sentía tanto dolor en todo el cuerpo que no sabía por dónde comenzar. Miró hacia el suelo, pintándolo de rojo con el líquido que aún salía de sus labios.

Con toda la vergüenza y el dolor del mundo, tomó una decisión.

Perdóname, Ethan.

—D-darrell… espera… —murmuró, y eso bastó para detener al rubio—. Ethan… jamás ha tomado una lección de Byron… él está limpio. Tampoco sabe lo que ocurre en ellas…

No tuvo fuerzas para alzar el rostro y ver la reacción de Darrell, solo sabía que ahora su cuerpo temblaba y él ya no podía más con todo lo que sucedía.

—Bruce —escuchó decir finalmente al rubio—. Encárgate de él.

Luke ni siquiera se movió, solamente miró a Bruce cuando éste se agachó para desatarle las manos. Y aunque no estaba completamente seguro, tenía una mirada que lo compadecía.

—Debiste decírselo antes de la paliza, no después… eres un idiota —masculló mientras lo ayudaba—. Apenas y sobrevivirás en la enfermería.

—Preferiría morir en ella… —respondió.

 

~Ethan Collins~

—¿Y bien? ¿Entonces de qué hablaron? —inquirió Sebastian por enésima vez.

—No de mucho… ¡Ah! El último tema de cálculo se lo presté a Simon, tengo que pedírselo de vuelta, recuérdamelo —respondió Ethan con evasivas.

—Ethan… —gruñó el moreno.

El chico sonrió para sus adentros, pero mantuvo un rostro indiferente hacia su amigo. Era su turno de molestarlo después de haber acumulado tantas ocasiones en las que solamente él terminaba siendo sermoneado. Además, tenía un asunto pendiente con él.

Sebastian llevaba un buen rato tratando de sacarle información acerca de lo que había hablado con el profesor Wild dos días atrás. Al principio se había mostrado desinteresado y no se preocupó por seguir insistiendo, pero cuando vio que Ethan no le daría tan fácilmente lo que quería, comenzó a desesperarse.

Ahora el intercambio de papeles resultaba inesperadamente gracioso, pues mientras el casi-rubio continuaba enfrascado en su lectura, su amigo parecía que ni siquiera podía concentrarse en lo que hacía. Llevaba dándole vueltas a la misma página una y otra vez, así como se había levantado innumerables veces para ir a la cocina y volver solo con agua. No había mucho más que hacer en el dormitorio de Ethan, al menos nada que el otro pudiese utilizar para distraerse.

—Dijiste que no me ocultarías nada más —le recordó el moreno en una especie de chantaje.

—Y no lo estoy haciendo, sabes bien que hablé con el profesor Wild, solo me reservo la conversación —contestó despreocupado.

—¿Estás enojado?

—¿Por qué lo estaría? —preguntó con curiosidad, alzando la vista de su libro.

Sebastian se estaba mordiendo el interior de la mejilla y no dejaba de mover rítmicamente el pie dando pequeños golpes al suelo. Estaba tan impaciente… y era la primera vez que lo veía de esta forma.

—No lo sé, pero tienes esa cara de “estoy enojado contigo” y por eso estás jodiendo —le reclamó mirando hacia otra parte—. Entonces… ¿Wild ya sabe de tu relación con Byron?

—No se enteró de forma agradable, pero a fin de cuentas ya lo sabe.

—¿A qué te refieres?

—¿Por qué no se lo preguntas? —dijo finalmente Ethan, dejando su libro en la pequeña mesa para tomar sus apuntes—. Ya que sabes absolutamente todo, tal vez así puedas decirle que fue culpa tuya.

—¿¡Qué demonios se supone que fue culpa mía!? —inquirió enojado.

—¡Si no me hubieses dicho que-…! —el casi-rubio cortó su propia frase y gruñó, ocultando el rostro con el cuaderno antes de que el sonrojo se notase—. Nada, si quieres saberlo pregúntale al profesor Wild. No parece que se lleven tan mal ahora.

—¿Por qué habría de preguntarle a él cuando puedo preguntarte a ti? —señaló, dejando a un lado el libro que ni siquiera había leído—. Y no me llevo bien con él, así que no sé de dónde sacas eso —se defendió.

—¡Por favor, no mientas! —exigió el casi-rubio—. Él habla maravillas de ti y tú ya no lo miras como si quisieras matarlo, así que puedo decir lo que quiera.

—¡No estoy…! —Sebastian no terminó la frase, parpadeó un par de veces y miró a su amigo perplejo—. ¿Él… habló de mí?

—Y como no tienes idea… aunque no comprende cómo es que me llevo contigo, y la verdad es que yo tampoco —confesó con un suspiro.

—¿Qué fue lo que dijo?

—Oh no importa, acabas de decirme que no te llevas bien con él, así que no interesa.

—¡Ethan!

El de ojos verdes lo miró alzando una ceja.

—¿Tanto te molesta no saber lo que hablé con él? Si estás pensando que pudo haberme dicho algo “malo” deberías saber que ese profesor no es ni la mitad de lo que me dijiste en un principio —es peor pensó Ethan con un suspiro, pero Wild en sí era agradable—. Pero si quieres saber lo que dijo de ti…

—¿Si?

—Pregúntale —finalizó.

Ethan contó hasta tres mentalmente, tratando de no reírse cuando Sebastian se levantó del sofá exactamente al tercer número y tomó sus cosas en una especie de berrinche infantil.

—Sé lo que estás pensando, no iré a preguntarle, estoy seguro de que no fue importante —dijo el más alto, pero sonaba como si tratase de convencerse a sí mismo—. Me voy antes de que me digas más, no quiero escuchar. Más te vale dormir temprano hobbit.

—Buenas noches Sebastian —se despidió con una sonrisa, siguiéndolo con la mirada hasta que desapareció por la puerta.

Y en ese momento dejó de contenerse para echarse a reír a carcajadas hasta que el estómago comenzó a dolerle. Inclusive le pareció que había comenzado a llorar de la risa.

Sebastian era tan honesto cuando se trataba del profesor Wild…

Y todo esto había sido porque Ethan quería vengarse un poco por lo que Sebastian provocó. No podía olvidar que fue prácticamente su culpa el hecho de que Wild los descubriera, si él no le hubiese pedido que le dijera a Byron que había descubierto sus marcas, probablemente no hubiese ocurrido… eso.

Se estaba sonrojando otra vez.

—¿Pero y que tal si…? —murmuró Ethan mientras miraba algún punto en el techo, antes de volver a sonreír—. No, imposible… Sebastian ni siquiera es gay.

Aunque el profesor Wild parece una chica…

El de ojos verdes soltó una carcajada por ese pensamiento y negó con la cabeza.

Molestar a Sebastian tenía su encanto cuando no podía hacerse muy seguido, pero de ahí a pensar que podría enamorarse de alguien en la universidad… o solo enamorarse…

Seguramente era el sueño. Sí, era casi la media noche, debía de ser eso. Tanto estrés probablemente le estaba afectando la cabeza.

¿La razón? No había visto a Byron en esos dos días.

Mañana finalmente sería viernes y él ya no podía soportar más la espera, pues además de morirse por ver al profesor, no había tenido oportunidad de entregarle ese paquete que le habían encargado. Tener aquella tentación en su habitación era terrible, aún no sabía cómo se las había arreglado esos dos días para no destrozar el grueso papel que lo cubría. Incluso ahora los dedos le hacían cosquillas y su enorme curiosidad le pedía a gritos que mirase el contenido.

¿Por qué precisamente cuando le habían encargado algo como esto, al profesor se le ocurría asistir a las juntas? Inclusive habían cancelado la clase de ayer, y la anterior a esa se redujo a media hora cuando un profesor entró a informarle a Byron que debía asistir a esa junta.

No era necesario mencionar que Byron tenía un humor de los mil demonios.

En consecuencia: Ethan seguía con ese paquete gritándole “ábreme”.

—Resiste Ethan, resiste… —se repitió a sí mismo en un mantra mientras se incorporaba para apagar las luces.

Se prometió ser paciente, dejaría que Byron le dijese todo a su tiempo, no había necesidad de abrir ese paquete. Si el profesor se enojaba por ello, Ethan no sabría qué hacer, y en estos casos era mejor prevenir que lamentar.

Suspiró cuando finalmente se tiró en la cama y abrazó la almohada, estaba algo somnoliento pero no podía dejar de pensar en el profesor un solo instante, esto era casi enfermizo. A veces se preguntaba si existía un límite para pensar en alguien.

Y como cada vez que estaba por dormir, su cabeza siempre pensaba de más.

Si el profesor Wild no hubiese entrado en ese momento… ¿Qué hubiera ocurrido?

El solo recuerdo de la mirada fiera de Byron esa noche lo abrumó, se había portado de forma tan agresiva… en el sentido más excitante de la palabra. Ethan jamás lo había visto de esa forma, y solo pensar que no era ni la mitad de lo que Byron podía hacer lo ponía…

Debería estar durmiendo… ¿Por qué tengo que pensar en eso ahora?

Pero era endemoniadamente difícil no hacerlo. Aún podía recordar vívidamente los labios de Byron contra su cuello, mordiéndolo en una sensual protesta debido a sus celos. Y sus manos… sus malditas y enormes manos, no dejaban de moverse cuando estaban sobre Ethan, acariciaban absolutamente todo. Sumado a los besos que lo hacían sentir fuera de este mundo…

El casi-rubio se sentó de golpe en la cama y frunció el ceño. Su rostro ardía.

—Estúpido Byron… nadie puede dormir así.

~*~

—¡Ethan, Ethan, detente ahí! —escuchó gritar a Simon a sus espaldas—. ¿Por qué tienes que ir tan rápido…? Oh no, yo estaba muy lejos. Buenos días, no te vi esta mañana, pero claro que no lo hice… ¿sabes por qué? ¡Estoy harto de ese idiota!

—Simon, otra vez estás hablando de forma incoherente —señaló el casi-rubio con una media sonrisa—. Buenos días, eso es todo lo que entendí. ¿De qué idiota hablas?

—¡De Darrell Bloom! No se ha despegado de mí, parece una lapa, debes liberarme… —pidió mientras se colgaba de Ethan en un abrazo a su cuello—. ¡Por favor, sé un buen amigo, hoy tenemos algunas clases juntos, no me dejes solo!

—Está bien, debiste hacerlo desde antes si tanto te molestaba —dijo riendo por lo bajo—. ¿Has visto a Sebastian?

—¿Al señor odio los dulces? Sí, pero no parecía de buen humor así que ni siquiera me acerqué. Su rostro daba miedo —susurró con ojos asustados.

—¿Y apenas te das cuenta de eso…? —inquirió divertido, Simon se rió.

—Hey Harvey, parece que te llevas mucho mejor con Collins de lo que aparentabas —dijo una voz bastante conocida a sus espaldas.

Ethan ni siquiera tuvo que voltear, Simon ya había perdido todo el buen humor que había derrochado momentos antes. Pero en lugar de soltar al de ojos verdes, lo abrazó de forma posesiva.

—Es muy temprano para verte Darrell, creí que tenías clase en el otro extremo de Haverville —respondió cortante, sin esa hipócrita cortesía que utilizaba Darrell al llamarlo por su apellido.

Al casi-rubio le hubiese sorprendido su actitud antes, pero ahora que Luke le había dicho todo lo que ser un Harvey representaba… más bien se preguntaba el tipo de persona que en realidad podía llegar a ser Simon.

—Oh vamos Harvey, no podía perder la oportunidad de saludarte. Pero admito que es un golpe de suerte que te haya encontrado con Collins —alegó al plantarse frente a ellos.

—Buenos días Darrell —saludó Ethan como a cualquiera, cosa que al parecer molestó al chico que lo abrazaba.

—Sí, sí, deja de derrochar tu bondad por la mañana, Ethan —comentó Simon poniendo los ojos en blanco—. Hey Darrell, ¿esta vez no estás con tu sombra…? ¡Digo, con Bruce!

Ethan se mordió el labio para no reírse, que el castaño lo tratase así era invaluable.

—Bruce se está divirtiendo con Luke en la enfermería, así que tu gracia no viene al caso —declaró, haciendo que Simon se quedase callado… y tenso.

—¿Le ocurrió algo a Luke? —inquirió Ethan con cierta preocupación.

Si bien la última vez que lo había visto se habían peleado, tampoco deseaba que le ocurriese algo malo. Siempre había agradecido cuánto había hecho Luke por él a pesar de las diferencias que ambos pudiesen tener.

—Nada del otro mundo Collins, solo cometió un pequeño error —expresó con una fingida preocupación—. Creyó que podría meterse en una pelea solo, si tan solo hubiese dejado su orgullo y nos hubiese llamado… —relató con un suspiro—. En fin, tendré que cubrir parte de sus clases, me ha dejado el justificante.

—Así que por eso estás en este edificio ¿cierto? —dijo Simon sorprendentemente indiferente—. No creo que seas de mucha ayuda si la mitad de tus clases están lejos de las de Luke. ¿Qué te parece si nos dejas el justificante? Te lo devolveremos en el almuerzo.

Ethan abrió los ojos alarmado, lo que menos quería era estar con Darrell y creyó que Simon pensaba lo mismo, pero cuando volteó a mirarlo, el castaño se veía tan seguro que daba algo de miedo.

Darrell sonrió de forma torcida y le entregó el papel descuidadamente doblado.

—Sabía que podía contar contigo Harvey, Luke les deberá una grande —comentó sin señales de estar realmente agradecido, solo parecía haber conseguido lo que quería—. Entonces los veré en el almuerzo, espero que estés ahí, Collins.

Ethan sonrió a medias en respuesta, no soportaba fingir frente a alguien como Darrell. Simplemente esperó a que se marchase y se soltó del abrazo de Simon bruscamente.

—¿¡En qué diablos estabas pensando!? —inquirió sin alzar mucho la voz, pero igualmente inquieto—. ¡No quiero verlo, Simon! ¿Por qué me comprometiste a verlo en el almuerzo?

—Porque eso es lo que quiere, y si no era conmigo, te encontraría a solas —respondió seriamente, descolocando a Ethan por esa nueva actitud tan severa—. Él no venía a verme a mí, Ethan. La siguiente clase la tenemos juntos, no hubiese venido hasta aquí solo por eso.

—E-espera… ¿estás diciendo que venía por mí? —preguntó aún más confundido—. ¿Cómo sabes eso?

—Te lo dije, ha estado pegado a mí como una lapa, además… no es difícil saber lo que piensa alguien como Darrell, y estoy seguro de que tú también te diste cuenta.

—¿A qué te refieres?

—¿De verdad crees que Luke se atrevió a meterse en una estúpida pelea? —advirtió con una extraña mirada— Ni él ni Burce hacen nada que Darrell no les ordene.

Ethan se quedó callado, es exactamente lo que había pensado, pero no quería admitirlo tan abiertamente.

—¿Crees que Darrell…?

—¿Le hizo algo a Luke? No lo creo —dijo comenzando a caminar hacia la clase—. Estoy seguro.

El de ojos verdes miró a Simon algo pálido. ¿Le había ocurrido algo… por su culpa?

—Ethan, ¿puedo preguntarte algo? —inquirió sin aminorar el paso.

—S-sí… claro.

—¿Sabes por qué Darrell está tan desesperado por acercarse a ti?

—Algo así… —admitió, tratando de seguir su ritmo—. Simon, necesito ver a Luke…

—Es una mala idea, es precisamente lo que Darrell quiere, no creas que te dijo lo de Luke por ser buena persona —reveló el castaño—. Además, no sé qué quieres hablar con alguien como él, pero no puede ser bueno.

—¡No digas eso! —manifestó Ethan tomando a Simon del hombro para detenerlo—. Él me ha ayudado mucho más de lo que aparenta, incluso me ha advertido sobre lo que debo decirle a Darrell.

—¿Y qué se supone que debes decirle a Darrell? —inquirió.

El de ojos verdes abrió y cerró la boca un par de veces, pero acababa de caer en cuenta de lo poco que sabía Simon del asunto. No tenía conocimiento de su beca, de su relación con Byron, de las lecciones nocturnas, nada.

Ethan simplemente se quedó callado, ¿cómo podía pedirle ayuda a alguien que no sabía lo que ocurría?

—Hey Ethan, no tienes que darme explicaciones si no quieres, ya te lo había dicho antes… —comenzó a decir Simon—. Pero somos amigos, y eso me basta para decirte que no debes dejarte arrastrar por Darrell, lo que planea es demasiado grave.

—¿Sabes lo que Darrell planea…?

—No fue difícil deducirlo, sus preguntas no eran precisamente discretas, pero meterse con Byron es lo más estúpido que podría hacer.

Al casi-rubio se le formó un nudo en el estómago cuando escuchó el nombre del profesor. Era verdad. Todo lo que Luke le había dicho era cierto, y ahora se encontraba justo en medio del problema.

—¿Y tú… crees que tiene motivos para hacerlo? Es decir, para querer vengarse…

—Todos tienen un motivo, y probablemente el de Darrell sea lo suficientemente fuerte como para recibir el apoyo de varias personas… pero no importa cuántos quieran seguirlo, nadie lo hará —reveló mirando hacia el pasillo—. Llegaremos tarde, seguiremos hablando en clase.

—E-en ese caso, Simon… creo que deberías saber algo.

El chico se volteó nuevamente para mirarlo justo cuando Ethan suspiró.

—No quiero que Darrell piense que puedo ser de ayuda para él… porque… porque soy un becado y por eso…

—Y por eso no recibes las lecciones de Byron… —completó el de cabello castaño, sonriéndole al de ojos verdes—. Lo sé, Ethan. En realidad… lo sé todo.

~*~

Ethan se quedó mirando nuevamente hacia la nada, no prestaba ni una pizca de atención a la clase y sus notas estaban en blanco, lo único que adornaba las hojas era la fecha. Por desgracia en esta clase no estaban ni Sebastian ni Simon para recordarle que debía tratar de escuchar al profesor.

“En realidad… lo sé todo”

Simon. Harvey. Lo sabía. Todo. Todo menos la relación que mantenía con Byron, pero de ahí en fuera lo sabía absolutamente todo, lo peor es que Ethan no tenía nadie a quién reclamarle, no había sido Sebastian quien le había dicho sobre su beca, nadie más lo había hecho.

El mismo Simon le había dicho que se había enterado gracias a su familia, pues había preguntado por el apellido de Ethan cuando se hicieron amigos, principalmente para ser de ayuda en lo que fuera necesario. Como era de esperarse, los resultados no arrojaron una familia importante, por lo que Simon prefirió callar el hecho de que conocía los orígenes de Ethan y con ello había decidido mantener el secreto. Es por eso que se había encargado de mantenerlo alejado del séquito de Darrell, sabía que ellos en cambio no se tomaban bien el hecho de que hubiese alguien así en Haverville, mucho menos si se enteraban de que por ello Ethan no tomaba las lecciones de Byron.

Había sido shockeante enterarse de esa forma que Simon todo este tiempo fue consciente de su condición, pero al mismo tiempo no sabía cómo agradecerle todo lo que ahora sabía que había hecho por él. Y cuando Ethan le preguntó si él también recibía las lecciones de Byron, él solo sonrió y le dijo que aquello no era relevante.

Esa respuesta lo había dejado intranquilo.

Pero ahora que sabía que Simon estaría de su parte, podía mantenerse firme en su decisión por encarar a Darrell, no se dejaría influenciar por él. Además, Simon le había dicho algo importante.

“Es imposible que Darrell sepa de tu beca, incluso si Luke le llega a decir lo de las lecciones, los Bloom ya hubiesen puesto la universidad de cabeza por tu presencia”

Suspiró. Era muy cansado pensar en todo ello, no quería ver a nadie después de clase. Solo quería que el estúpido viernes terminase para poder ver a Byron. Faltaban menos de veinticuatro horas y ya estaba ansioso.

Y para rematar ese pensamiento, la horrible campana se escuchó estridente por toda el aula, dando fin a una clase que jamás entendió.

Pero cuando por fin salió a los pasillos, parecía que solo era el comienzo de un largo día.

—Creí que jamás te encontraría, Collins —dijo el mismo Darrell Bloom, sorprendiéndolo a mitad del corredor—. Perdí de vista a Harvey así que supuse que estaría contigo, pero veo que me equivoqué. Es por el justificante de Luke.

—¿Simon…? Creo que me verá en el comedor, siempre lo encuentro ahí —respondió con la esperanza de que aquello fuera cierto—. Supongo que podemos buscarlo entonces…

—Sí, eso pensé —comentó con una horrible sonrisa que a Ethan le molestó—. ¿Nos vamos?

—¿Estás seguro de que no quieres esperar a Bruce…? —preguntó, aunque ya se sabía la respuesta.

—No, él tiene algo más que hacer —dijo simplemente—. Dime algo, Collins, escuché de Luke que ya no se llevaban tan bien como antes.

—Yo no diría eso… —contestó, evitando a toda costa mirarle mientras caminaban hacia el comedor—. Solo tuvimos un par de diferencias, pero no creo que eso sea suficiente para decir que no me llevo bien con él. Por cierto, ¿sabes cómo se encuentra?

—¿Estás preocupado? —mencionó riendo por lo bajo—. No le pasó nada grave. Pero ya que dices llevarte bien con él… ¿por qué no vas a verlo en la enfermería?

—Lo haré más tarde, gracias —indicó bajando la voz.

—¿Por qué tan serio? No voy a morderte.

—Lo sé… —dijo sin poder sonreír—. Pero no parece que vengas a decirme precisamente eso.

—Eres muy perceptivo Collins, eso me gusta —señaló, dándole una palmada en el hombro a Ethan. Su mano se sentía más pesada de lo que debería—. Podríamos llevarnos bien, necesito a alguien como tú.

—¿Alguien como yo? —repitió alzando una ceja—. No veo cómo puedo serte de ayuda.

—Sí, sí lo sabes —alegó con una voz más grave—. Y sé que Luke te habló de ello, mas no me dijo tu respuesta.

Ethan tragó saliva, algo estaba mal, la tranquilidad de Darrell era lo más preocupante. Se veía tan seguro de sí mismo que asustaba, el de ojos verdes se hubiese paralizado en su lugar si no fuese porque ambos seguían caminando hacia el comedor. Estaba rogando porque Simon se apareciera en algún momento como siempre lo hacía, pero parecía que esta vez la suerte no estaba de su lado.

—Creo que no te estoy entendiendo… con Luke hablé de muchas cosas. ¿Podrías ser más específico? —respondió finalmente.

—Claro, es sencillo. Quiero que me ayudes con un asunto respecto al profesor Byron —especificó Darrell como si estuviesen hablando de cualquier cosa—. Digamos que tengo un par de asuntos pendientes con él, y tú puedes ayudarme con eso.

—¿Qué… qué clase de asuntos son esos? ¿Y cómo se supone que podría ayudarte? —inquirió el casi-rubio, utilizando hasta la última célula de su cuerpo para mantener la compostura.

—Son asuntos personales con él, sé que no tomas las lecciones de Byron, así que eso hará de tu parte algo más fácil —indicó, Ethan sabía que estaba sonriendo—. No te preocupes, no tendrás que involucrarte directamente con él, solo quiero asegurarme de que podrías estar de nuestra parte.

—P-pero… ¿qué piensas hacer con él?

—Eso déjamelo a mí. Entonces… ¿qué dices, Collins?

Darrell detuvo el paso y con él a Ethan, para poder plantarse frente a él y mirarlo a los ojos cuando éste respondiera. Su mirada como plata derretida estaba expectante y brillante, inclusive bajo la luz del sol su cabello era aún más claro de lo que aparentaba.

¿Por qué alguien así tenía que buscarse tantos problemas?

Pero Ethan tampoco era tonto, él sabía que Darrell al final siempre encontraría la forma de lograr lo que quería. Luke era la mejor prueba de ello, y ahora que sabía que no existía un límite para este tipo, no podía jugarse el cuello y mucho menos arrastrar a Byron con él.

Tendría que jugar otra carta.

—Está bien… —declaró para sorpresa del rubio, quien por un momento no ocultó su desconcierto—. No pareces de las personas a las que les guste pedir ayuda, así que… te ayudaré. Pero… ¿puedo decirle a Simon?

Darrell parpadeó un par de veces, ya sea por el molesto sol o porque aún no lo creía, pero finalmente sonrió y asintió.

—Sí, puedes decirle. ¿Estás seguro, Collins?

—El profesor siempre me ha parecido algo extraño, pero si tú puedes resolver eso… solo mantenme al tanto —expresó con una sonrisa, la más real que consiguió—. Y puedes llamarme Ethan, antes ya lo habías hecho, es que mi apellido se siente extraño.

—Creo que te juzgué mal al principio, Ethan. Eres más interesante de lo que creí —dijo tendiéndole la mano.

—Deja de juzgar libros por la portada, Darrell —respondió riendo, y finalmente le tendió la mano para estrechársela.

Ethan jamás había sentido tanto frío al tocar la mano de alguien. Se sentía como firmar su propia condena, pero aún no sabía para qué.

Solo esperaba no haberse equivocado.

~*~

El casi-rubio se dejó caer de espaldas en su cama, agradecía infinitamente el haber terminado la jornada de clases, y por otro lado se encontraba aún más deprimido por no haber visto a Byron en todo el día.

Entre la compañía de Simon, luego la de Darrell y apenas haber visto a Sebastian, este no se pintaba como el mejor de sus días.

Por si fuera poco, ya comenzaba a arrepentirse de haberle dado a Darrell la oportunidad de utilizarlo. Solo quería saber lo que planeaba para así salvar de una forma u otra a Byron, estaba seguro de que no era el tipo de persona que necesitaba de un salvador, pero también sabía que ninguna información estaba de más cuando se trataba de estos casos.

Tal vez podría serle útil… o podría estarse metiendo en el peor problema de su vida.

Abrazó una de sus almohadas y rodó en la cama como un niño pequeño mientras soltaba un suspiro. No quería causarle problemas, y al mismo tiempo quería sacarlo de ellos. ¿Por qué Byron tenía que ser tan complicado? ¿Y por qué esas malditas lecciones eran tan malas como para querer vengarse? ¿Qué les hacía?

Sabía que había dicho que no quería ni siquiera imaginárselo, pero la verdad era que cada día se preguntaba si en realidad Byron le había contado todo, o solo le había dicho eso para calmar sus ansias. Y le asustaba la idea de que hubiese hecho lo segundo.

Las verdades a medias… eran como las mentiras, pero dolían un poco más.

¿Cuánto tiempo pasaría antes de que supiera toda la verdad? ¿Tan siquiera lo sabría algún día? Peor aún… ¿Y si Byron al final decidía terminar su relación para no tener que revelarle sus secretos?

Ethan se quedó quieto y quiso tirarse de algún lugar muy lejano. Tal vez de la ventana. Había abierto un agujero muy grande en su mente.

Y Darrell hablaba de Byron con tanto desprecio… incluso Ethan sabía que todo ese odio no podía haber salido solo porque sí. Al mismo tiempo no podía compadecerse de ese tipo, porque si la teoría de Simon era verdad, no le gustaba que fuese capaz de golpear a uno de sus… ¿amigos? ¿Darrell tan siquiera los veía como personas?

Necesitaba hablar nuevamente con Simon, pero al parecer éste no había llegado a su dormitorio y en todo el día no había conseguido un solo minuto a solas con él.

¿Debería ir a ver a Luke a la enfermería? Simon dijo que aquello era una mala idea, porque eso era precisamente lo que Darrell quería, pero tal vez él podía decirle algo que pudiese ser de ayuda. Pero… ¿y si eso resultaba problemático para Luke?

¿Qué tal si alguien los escuchaba? ¿Valía la pena arriesgarse?

Ethan se levantó de la cama, si lo pensaba demasiado al final no haría nada, y así podría comprobar por sí mismo el estado de Luke. Simplemente escogió un cambio de ropa normal y se enfundó en un suéter ligero, pero por tener la mesa desordenada, al buscar las llaves todos los libros cayeron al suelo. El de ojos verdes chasqueó la lengua, no podía dejarlos así. Pero entre todo lo que ahora estaba regado por el piso… se cayó algo más.

El paquete de Byron se había abierto.

Ethan lo miró con los ojos muy abiertos, incluso sus manos se detuvieron, simplemente estaba ahí agachado, mirando el paquete como si algo fuese a salir de él por cuenta propia. Lo que sea que estuviese dentro era algo de un color rojo opaco.

Terminó de apilar el resto de los libros y los dejó sobre la mesa, pero no movió el paquete. ¿Qué demonios estaba haciendo? No quería verlo, pero ahora estaba abierto, Byron pensaría que lo hizo a propósito. ¡Fue solamente un accidente! ¿Cómo le explicaría aquello? De un momento a otro su nerviosismo se elevó y comenzó a morderse el pulgar con desesperación, si lo recogía sería inevitable verlo, pero tampoco podía traer a Byron a su dormitorio y decirle: “Juro que se cayó en un descuido, y como prometí no verlo, levántalo”. Eso sonaba aún más estúpido de lo que pretendía.

Se mordió el labio, sus dedos hacían cosquillas, la boca de su estómago también. Todo en él gritaba “míralo de una vez”. ¿Cuánto le costaría ceder a su curiosidad esta vez?

Tomó aire y extendió la mano, no sabía si debía cerrar los ojos, pero no lo hizo. Simplemente tomó un extremo de la envoltura y lo deslizó, el contenido simplemente se liberó como si eso hubiese estado esperando desde hace tiempo.

Un libro.

Un libro viejo, grueso, con la portada roja y opaca por el tiempo. Algo maltratado y con las hojas amarillentas, desprendía ese olor que para los lectores ávidos era como una droga. Ethan lo acarició con suavidad, como si fuese a romperse con el más mínimo roce. En el paquete no había nada más.

Con letras doradas y una cursiva perfecta el título era: “Alejandro”.

Y lo demás se había perdido por el paso del tiempo, era ilegible.

Lo tomó con ambas manos y se quedó ahí, sentado en el suelo mirando la portada como si no pudiese hacer nada más. ¿Por qué Byron había enviado un libro? ¿A quién? Ethan urgó en la envoltura, no había nada, ni un solo detalle. La etiqueta con la dirección seguía en blanco.

Todo lo que quedaba era ese libro.

Se acomodó lo suficiente para poder dejarlo en su regazo y abrirlo con delicadeza, la contraportada tenía manchas oscuras y estaba tan amarillenta como parecían estarlo el resto de las hojas. La primera estaba completamente en blanco, pero la segunda…

…tenía un mensaje escrito a mano. Con una letra que cualquiera calificaría como perfecta, pues había sido escrita con un pulso firme y una gran habilidad para que el mensaje estuviera proporcionado y recto, ocupaba poco más de la mitad de esa hoja. Lo leyó con calma:

“He dudado muchas veces en darte este libro, nunca supe cuál sería el momento indicado, pero tu madre siempre ha dicho que los buenos momentos no existen, las cosas simplemente pasan. Yo sigo pensando que eres muy pequeño para entender estas palabras, aunque siempre has demostrado ser más inteligente que todos en la casa. Estoy seguro de que eso me lo habrás heredado a mí, pero no se lo digas a tu madre…”

Ethan se rió.

“… sin embargo debo decirte, hijo, este libro ha pasado tantas generaciones que no sé por qué lo seguimos guardando. Nunca le vi un sentido especial, así que tu madre decidió buscarle uno el día en el que naciste, ahora esto es tuyo. Es con el amor que ambos te tenemos que hemos decidido decírtelo: Naciste con las mejores cualidades del hombre que se menciona en este libro, esperamos que las peores también, no hay nada mejor que los errores. No tengas miedo de cometer los tuyos, si no dejamos de amarte por haber roto mil cosas en casa, no lo haremos por romperte a ti mismo más tarde. Sé que esto no lo comprenderás ahora, pero no deseches este libro hasta que comprendas lo que quiero decirte aquí. Vive, hijo, vive como tu madre y yo decidimos hacerlo, a espaldas del mundo y rompiendo las reglas solo para sonreír.

Ambos te amamos, feliz cumpleaños número 10, recuerda que eres lo mejor de los dos, pero con los hermosos ojos de tu madre. Eso sí puedes decírselo.

Los padres más afortunados. Marcus & Megan”.

Si Ethan hubiese estado de pie, el libro ahora estaría en el suelo.

Marcus.

Ese nombre… el… el que le había dicho tiempo atrás, cuando trataba de adivinar el de Byron…

“Físicamente solo pude conservar los ojos de mi madre…”

Sus padres. Megan y Marcus eran sus padres, y eso lo había escrito él mismo, con su puño y letra.

Ethan se cubrió la boca con una mano y retrocedió, accidentalmente dejando que el libro se deslizara hasta el suelo desde sus piernas. Eso reveló algo más. Una especie de papel que sobresalió.

El chico extendió la mano algo temblorosa por haber leído algo tan personal, y decidió abrir completamente esa página.

No era papel. Era una fotografía.

En ella había tres personas, una hermosa y sonriente mujer de cabello increíblemente largo, suelto en ondas y cayendo por uno de sus hombros, llevaba un vestido oscuro ceñido a su cuerpo esbelto, sus ojos brillaban y ese azul en ellos era visible aún en la fotografía. Era como si estuviese viendo a los ojos de Byron, con la elegancia, dulzura y picardía que caracterizaba a esa mirada. Estaba abrazando a un hombre aún más alto que ella, tan feliz como todos parecían estarlo, cubierto por esa pálida piel que tanto los determinaba, con su cabello azabache peinado descuidadamente hacia atrás y una sonrisa torcida que se alzaba de forma seductora.

Él era la viva imagen de Byron justo ahora. Y de no haber sido por esos ojos apenas perceptibles, pero igualmente claros, habría jurado que ese en realidad era el profesor.

Y en medio de ellos, como si estuviese coronado como el detalle más hermoso y dulce de la fotografía, había un niño. Un niño sonriendo aún más que ellos, enseñando sus brillantes dientes blancos y abrazando las manos de sus padres. El vivo retrato de ellos, la combinación perfecta de la madre y el padre, algo que pocas veces era tan notorio en los hijos.

De cabello ondulado tan negro como el carbón, bajito, con pestañas largas y una increíble mirada hipnotizante. Se veía el poder que podían generar esos preciosos ojos desde una edad tan temprana.

“Feliz cumpleaños” decía el pie de la foto.

—Byron… es Byron… —murmuró Ethan con una emoción que no podía ocultar.

Miró esa foto por un tiempo que le pareció eterno, admiró cada parte de ella, trataba de imaginarse a su padre, a su madre, lo que Byron debió haber vivido en ese momento. Trataba de imaginárselo como un niño.

Todo era tan irreal.

Pero recordó el rostro que Byron había puesto cuando le había mencionado a Marcus.

Una sonrisa triste, nostálgica, y se veía tan golpeado por ello que Ethan había buscado desesperadamente una forma de hacerlo sonreír.

¿Eso quería decir… que su padre…?

“Recuerda que eres lo mejor de los dos”

Lo era, Byron lo era. No sabía por qué, pero estaba seguro de eso.

—Es la combinación de ambos… —susurró con una sonrisa.

La combinación de ambos.

Ethan se congeló por unos segundos en su lugar, unos simples segundos que lo fueron todo.

Tan pronto como había surgido ese “algo” en su mente, tomó el libro y de un solo movimiento se levantó, ignorando lo mareado que estaba por haber hecho eso de forma tan repentina, ignorando el modo en el que falló su vista cuando llegó a la puerta de su dormitorio. Ni siquiera tomó las llaves, simplemente salió corriendo con ese libro en la mano, con el corazón a punto de salirse de su pecho.

Simon estaba apenas entrando por el pasillo, se veía algo tenso.

—¿¡Ethan!? ¿A dónde vas con tanta prisa?

—¡Eso no importa, hazme un favor, dile a Sebastian que no me espere! —dijo rápidamente, casi corriendo al elevador.

—¿P-pero qué? ¿¡A dónde vas!?

—¡Necesito buscar a alguien! ¿Sabes si los profesores siguen en junta?

—¿Los prof-…? No, de hecho compartí el elevador con el profesor Byron, así que todos debieron haber salido ya —le contó como si le dieran escalofríos.

Ethan jamás había amado tanto a Simon. Le dijo justo lo que quería escuchar.

—¡Gracias Simon! —casi le gritó cuando entró al elevador y presionó el botón del último piso.

El pulso le latía a todo lo que daba, los oídos le zumbaban, su respiración era un caos y sus piernas hormigueaban por la carrera tan repentina.

La combinación de ambos. Los mismos ojos, el mismo rostro, la misma sonrisa.

“Tu madre decidió buscarle un sentido especial el día en el que naciste”

“Eres lo mejor de los dos”

Marcus. Megan.

El elevador finalmente abrió sus puertas a un inmenso pasillo que Ethan jamás había visto, y uno que no hubiese ignorado si no fuese porque sus piernas se movieron por su cuenta.

Un hombre con traje, frente a la única puerta de ese piso, estaba a punto de abrirla y desaparecer en ella. No había reparado en la presencia del chico. No prestaba atención a nada que no fuese su llave.

Ethan sentía que su corazón se detendría en cualquier instante. Corrió como si fuese la última vez que lo haría.

El título del libro era Alejandro Magno.

—¡Magnus!

En ese momento la llave de las manos de ese hombre se resbaló de sus dedos y volteó a mirar al chico.

Byron abrió los brazos, y por primera vez después de tantos intentos, finalmente sonrió.

Notas finales:

Más de 6 meses, 26 capítulos y 410 páginas para saber el nombre de este hombre. Gracias, a todos esos que por seguir leyendo ahora saben su nombre.

SÍ, ESTE ES MI REGALO DE NAVIDAD. ¿Creyeron que el gordo de barba blanca a.k.a. santa no les traería nada? Pues si no lo hizo, yo sí. 

Y debo decir que hubo un ligero error de cálculo. Tenía planeado terminar toda la novela en diciembre, eso ya lo había dicho, y de hecho no le hacen falta muchos capítulos. Ahora el problema no es cuántos quedan, si no que olvidé por completo las fiestas. Se juntó mi cumpleaños (fue el 20, btw. Sé que no lo sabían pero ahora sí y como siempre, lo digo porque se me da la gana(?)) con navidad y año nuevo, en Averville lo celebramos todo de corrido(?) No tengo tiempo para escribir, apenas y alcancé a terminar este cap.

(Termino escribiendo a escondidas, se siente como tener un amante. Ethan, I feel you) 

¡Feliz Navidad en nombre de todo Haverville y Averville, pequeños Hobbits! Les regalo a Marcus, Magnus y Megan. Una linda familia de M's. Pueden imaginarse lo que se viene en el siguiente capítulo.

Gracias por los comentarios y por ser tan pacientes para seguir leyendo, espero que este fin de año no coman tantos dulces si son como Sebastian y se atiborren de ellos si son como Ethan.

Párense bajo un muérdago, Byron y Jeremy lo intentaron, les funcionó. Extrañamente Sebastian no se opuso, Ethan se puso rojo. Lo apodan rodolfo ahora.

¡Felices fiestas, no se preocupen, intentaré subir nuevamente antes de año nuevo!. 

Twitter: @MMadivil

ask (Les recomiendo stalkear, las preguntas me encantan): ask.fm/MMadivil


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