Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

The Teacher por MMadivil

[Reviews - 157]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

El director William se incorporó discretamente de su asiento, tomando únicamente las gafas que había dejado sobre el escritorio.

—Ya he escuchado lo que quería, ahora los dejaré solos. No se preocupen, nadie entrará a esta oficina, pueden tomarse su tiempo —anunció mirando a Ethan por un instante—. Solo quería asegurarme de que Magnus no te lo ocultara por más tiempo. Lo demás es tu decisión, hijo.

—Espero que estés contento… —masculló Byron con una sonrisa forzada.

—No, sigo pensando que tardaste demasiado —respondió el hombre mientras se dirigía a la salida.

Cuando cerró la puerta a sus espaldas, el silencio y la tensión podían tocarse.

El profesor miró a Ethan con preocupación, el chico seguía con la mirada perdida, tenso en esa silla y estrujando con los dedos el descansabrazos. Aunque Byron sabía que no existiría otra reacción después de haberle revelado algo como aquello, se preguntaba si era lo mejor habérselo dicho de esta forma.

Pero él jamás imaginó llegar hasta este punto. En algún lugar de su cabeza, esperaba que el momento de revelarle su vida, su nombre y sus secretos jamás llegase.

Ahora que en verdad estaba enamorado, tenía miedo de perderlo todo.

—Ethan… sé que esto no es fácil de asimilar —dijo al no soportar más ese silencio—. Pero el no saber lo que estás pensando me está matando.

El de ojos verdes se movió después de un par de segundos, solo para negar con la cabeza levemente.

—Es que ni siquiera puedo pensar —reveló aún perdido—. No he terminado de asimilar la idea de que el director y tú son familia, y ya tengo que decidir respecto a tu puesto vitalicio en la universidad. ¿Qué crees que soy? —inquirió mirándolo finalmente.

Byron no pudo sostenerle la mirada y bajó la cabeza.

—Lo lamento.

—No, Magnus, no lo entiendes. No quiero una disculpa, quiero que me digas qué es lo que pretendes —dijo el chico sorprendiendo al profesor—. ¿Cuál era la idea de prometerme que siempre estaríamos juntos si al final eras el primero que no podría cumplirlo? Comprendo que no hayas querido decírmelo, por los motivos que sean. Pero yo te lo dije, te dije que tenía derecho a saber que enamorarme de ti tenía un precio, de esa forma hubiese decidido si estaba dispuesto a pagarlo.

La forma en la que Ethan hablaba era tan seria y dura que, aunque a Byron le dolían esas palabras que solo eran verdad, no podía evitar el sentirse impresionado por la madurez que el chico había demostrado con el paso del tiempo. Estos eran los momentos en los que recordaba que no estaba enamorado de un niño.

—No podía llegar y decirte: “Hey Ethan, te amo, pero me quedaré en esta universidad para siempre, ¿qué dices? ¿Lo intentamos?” —soltó, recordando lo que alguna vez también le dijo a William—. Sé que debí decírtelo, no soy idiota. Pero es más fácil decirlo que hacerlo.

—¡Lo entiendo! ¡Pero no puedo evitar estar enojado! —alegó levantándose del asiento para encarar al de cabello azabache—. Esto es más grande que yo, y aunque no quieras admitirlo, sé que al principio no me lo dijiste porque ninguno de los dos creyó que esto duraría. ¡Ahora lo entiendo todo! La conversación que tuvimos cuando me contaste sobre las lecciones, era esto lo que no querías decirme —dijo comprendiendo cada vez más todo lo que Byron había dicho a medias desde el principio—. Era por esto que me contaste la historia de Lebrant… ¡Yo jamás podré estar contigo si tú llegas a ser el director! Y si nos descubren a ambos, queda claro a quién matarán —manifestó el chico.

—Estás siendo extremista, lo que sucedió con Lebrant involucró a demasiadas familias con poder. La tuya no representa un problema y yo ni siquiera tengo una que pueda quejarse, William se preocupa más por ti que por mí —expresó cada vez más tenso—. Podemos tener problemas, es verdad, pero no me estoy convirtiendo en el director mañana y cuando tú te hayas graduado…

—Cuando yo me haya graduado, ¿qué? —lo cortó Ethan, su voz temblaba ligeramente—. ¿Ya no estaré aquí para correr peligro? ¿Ya olvidaste que tú deberás quedarte aquí? ¿¡Cuál es el punto de protegerme si de todas formas no podré estar contigo!? Ni siquiera han pasado esos seis meses ahora y siento que hemos estado aquí una eternidad.

La última frase flotó en el aire unos largos segundos, Byron no se atrevió a proferir respuesta alguna. Simplemente miró a Ethan, con una frustración que no cabía para ser expresada en su rostro mientras se pasaba las manos en el cabello.

—Si no es una cosa, es otra. Es como si todo estuviese en nuestra contra —continuó el de ojos verdes, mordiéndose el labio ansiosamente—. ¿Algo más que deba saber antes de seguir enamorándome de ti?

—Eso es todo lo que me impide estar contigo —respondió simplemente.

Ethan miró a todas partes, con los ojos brillantes ante el duro esfuerzo que hacía por no ponerse a llorar. Si bien era sensible, eso jamás le había impedido decir abiertamente lo que pensaba, y eso siempre había encantado al profesor.

—Magnus —dijo después de un rato, llamando la atención del mayor—. ¿Por qué estás tan seguro de querer correr este riesgo?

—No lo estoy —confesó, levantándose de su lugar para acercarse al chico. Éste parecía reacio a mirarle cuando Byron le acarició la mejilla, pero finalmente lo hizo—. Toda mi vida me encargué de tener una sola prioridad y tú llegaste y te convertiste en una sin que yo lo decidiera. No hizo falta que ocurriera lo de anoche para comprobarlo, pero el que hayas dicho mi nombre me hizo tan feliz que me di cuenta de que no había forma de estar un solo día sin ti.

—Eres un idiota —masculló con el ceño ligeramente fruncido y esos ojos verdes atravesándolo con cariño—. Por haber hecho ese estúpido contrato, por haberme ocultado las cosas por tanto tiempo y por llamarte Magnus —enumeró mientras se limpiaba una de las rebeldes lágrimas que habían caído—. Debería enojarme y terminar contigo, así que no hagas que me arrepienta. Tendrás que soportar las consecuencias de haberme enamorado, aún me quedan más de cuatro años en este lugar para hacer lo mismo contigo —aclaró y acercó al profesor al tomarlo del rostro para dejarlo justo frente al suyo—. Ya he soportado lo suficiente, terminar contigo ahora sería estúpido.

—Más estúpido sería quedarte a mi lado para después darte cuenta de que esto no era lo que querías —soltó con franqueza.

—¿Quieres dejar de hablar como si aún no creyeras que estoy enamorado de ti? —lo regañó Ethan—. Una vez alguien me dijo, “cuando llegues al puente ves cómo lo cruzas, deja de preocuparte antes” Y me parecía un dicho muy irresponsable hasta que te conocí —confesó, con sus suaves dedos acariciando las mejillas de Byron—. No te estás convirtiendo en director mañana, no me estoy graduando mañana, y justo ahora los dos estamos encerrados en el mismo lugar por mucho tiempo. Dije que me quedaría contigo una vez, no lo haré otra.

—Hablas con más seguridad que yo, ¿debería asustarme? —inquirió el de cabello azabache, sin ocultar la brillante emoción que le había provocado esa respuesta— No sé cómo puedes seguir conmigo.

—Yo tampoco —respondió honesto. Pero aún enojado, su media sonrisa apareció—.  Y cada vez lo entiendo menos, así que deja de ponerme a prueba, un día voy a cansarme de decirte que sí…

Byron no quiso terminar de escuchar esa amenaza, finalmente acercó sus labios y lo besó profundamente. Pero si los besos transmitían sentimientos, el enojo de Ethan llegó perfectamente cuando el de cabello azabache recibió una mordida muy poco delicada.

—Mocoso… —gruñó el profesor sin separarse.

—Silencio, tú comenzaste —le recordó el menor esbozando una leve sonrisa—. Te lo preguntaré una última vez. ¿Hay algo más que deba saber?

El profesor intentó responder al instante, pero su intento fallido lo llevó a tener que robarle un nuevo beso al de ojos verdes.

—Nada tan urgente como esto. Pero… ahora que lo has dicho, te advertiré algo —anunció después de pensarlo seriamente—. No falta mucho para que nos permitan salir de la universidad, así que quiero llevarte conmigo a casa.

—¿A conocer a Dom y a Dor? —preguntó con una sonrisa más dulce y emocionado por la idea, era el tipo de emociones que ese rostro no podía ocultar jamás.

Byron se rió al escucharle y asintió.

—Sí, William ya te aprobó, a ellos les encantarás —bromeó con una sonrisa—. Aunque tendremos que comprarles algo de comida antes, suelen aceptar felices esas ofrendas de paz.

Consiguió que Ethan se echase a reír mientras lo abrazaba y eso les devolvió la comodidad en el ambiente. El profesor lo estrechó entre sus brazos y besó su frente con cariño. No sabía cómo agradecer cada minuto de la existencia de ese chico, y que éste aún tuviese el valor de quedarse junto a él.

—Te amo —aseguró con una sonrisa, tomando tan desprevenido al menor que su rostro se puso rojo en un instante—. Y esta vez estás completamente vestido, sabes que lo digo enserio.

—Magnus… —dijo a modo de reproche, ocultando el rostro.

—¿Te quedarás conmigo otra vez? —inquirió el de cabello azabache mientras acariciaba la espalda del chico—. Aún es sábado, te devolveré mañana.

Ethan tardó un poco en alzar el rostro, sus mejillas sonrosadas ponían a prueba la resistencia de Byron. Y debía decir que no le quedaba demasiada, al menos no después de haberlo tenido por completo una noche.

—Está bien, pero déjame ir a mi habitación y después iré a verte. Ya ha de ser extraño que no haya aparecido la noche anterior, no quiero levantar más sospechas —explicó el de ojos verdes.

—Tú ganas. Entonces quédate con esto —accedió Magnus mientras sacaba unas llaves de su bolsillo y se las entregaba—. No las pierdas, de esa forma podrás entrar sin llamar a la puerta.

Ethan asintió antes de darle un último y suave beso.

—No creo que el director William quiera seguir esperando afuera —le recordó el chico, separándose lentamente mientras sonreía—. Te veré después del almuerzo, tú también deberías comer algo.

—Lo sé, lo sé —dijo rodando los ojos mientras se dirigía hacia la puerta—. Prometo seguir con vida.

—Deja de prometer cosas, luego no las cumples —acusó el menor.

Cuando Byron abrió la puerta, el director estaba casualmente leyendo el periódico al revés junto al escritorio de la señora Seller, y ésta tecleaba palabras al azar en la computadora.

—Escuchar conversaciones ajenas es de mala educación —dijo el profesor en voz alta con una media sonrisa.

—Byron, dilo un poco más fuerte. Comienzo a quedar sordo —respondió el director, cambiando de página como si nada.

Ethan se rió por lo bajo algo avergonzado.

—Viejo, el periódico está al revés —señaló el de cabello azabache.

—Claro que no, así lo leemos los viejos ahora —compuso rápidamente y se incorporó aún sin aceptar lo que había hecho—. ¿Piensan irse sin despedirse? Collins, no agarres los malos hábitos del profesor Byron.

—Solo aprendo de ellos —contestó el chico, tendiéndole la mano al director—. Fue un gusto verlo, director Rogers.

—Tiene que irse, William, lo he retenido demasiado y ninguno quiere preguntas —explicó Magnus.

—Entiendo, entiendo —asintió el hombre mientras estrechaba y tomaba la mano del chico—. Hijo, no lamento haber presionado a ese niño para que te dijera la verdad —dijo refiriéndose a Byron—, pero me alegro de que las cosas hayan sido para bien.

—¿Ves que sí estabas detrás de la puerta?

—Silencio Byron, trato de hablar con este chico. Interrumpir es de mala educación —lo reprendió el veterano—. Ven nuevamente Collins, aún tenemos asuntos por tratar respecto a tu beca, así que espero verte más seguido.

—Lo haré… gracias. Por todo —dijo lo último mirando también en dirección a la secretaria. Finalmente se dirigió hacia Byron y sonrió—. Nos vemos más tarde.

—Nos vemos —respondió el profesor antes de verlo desaparecer por el pasillo fuera de la recepción—. Bien, también debería de irme, iré a…

—No, no, tú no vas a ningún lado. Tú y yo aún tenemos que hablar —lo cortó el director con voz autoritaria—. Cancelaste todas mis citas esta tarde, es mi turno de devolverte ese favor —anunció antes de dirigirse a la secretaria—. Alejandra, avísale por favor a Gabrielle que Byron y yo iremos para el almuerzo. Quiero la cafetería cerrada.

El de cabello azabache lo miró perplejo, sin entender por completo lo que William pretendía.

—Aún tenemos mucho de qué hablar, Byron.

~*~

Magnus jugueteó con necedad la ensalada en el plato y miró de forma impaciente a su tío. Llevaban más de veinte minutos comiendo y no habían cruzado una sola palabra que fuese remotamente relevante. Estaba a medio segundo de perder la paciencia.

—Si sigues mirando así a la ensalada, se echará a perder —comentó el viejo mientras cortaba un trozo de carne.

—Es que la ensalada tampoco puede entender por qué me arrastraste hasta aquí, cerraste completamente la cafetería, y lograste que estuviésemos completamente solos para una plática que ni siquiera te has dignado a comenzar. Sabes lo impaciente que soy, William, y esto no me divierte.

El hombre se tomó todo el tiempo del mundo antes de responder, limpiándose con la servilleta y bebiendo parsimoniosamente.

—Bueno, ahora comprendes lo que siento —anunció, dejando su bebida a un lado.

—¿Qué? ¿Ahora de qué estás hablando?

—También es una buena oportunidad para que aprecies más la paciencia de Ethan, valoras muy poco lo tolerante que ha sido contigo.

—¿¡De qué hablas!? —exigió saber exasperado.

—¿Qué se siente, Byron? ¿Qué se siente saber que alguien tiene algo para decirte y que te haga esperar un tiempo indefinido? Esperar la voluntad de los demás nunca ha sido tu fuerte —dijo en un tono tranquilo.

—Si estás tratando de hacerme ver lo que le hice pasar a Ethan, déjame decirte que lo estás haciendo muy tarde. ¡Ya le dije la verdad! ¿O es que solo quieres castigarme? —trató de adivinar, frunciendo ligeramente el ceño.

—¿“La verdad”? —repitió el viejo, abriendo bastante los ojos—. ¿Llamas a eso decirle la verdad? Magnus por todos los cielos, escuché cada palabra, y nada de eso fue la verdad.

—Sabes que no le mentí.

—Y tú sabes que las verdades a medias no existen —acusó, mirándolo severamente—. Solo le has soltado a ese chico retazos de la verdadera historia como si quisieras dársela por dosis. Le dijiste lo más importante ahora, es verdad. Pero eso no me deja tranquilo —continuó, comenzando a revelar lo enojado que estaba al respecto—. Hoy pude comprobar que ese chico te ama, y deberías valorar que lo hace de tal forma que es capaz de perdonarte tus errores una y otra vez. ¿Qué te hace pensar que lo seguirá haciendo? ¿Es que lo estás poniendo a prueba? ¿Quieres saber cuál es su límite?

—No trato de poner a prueba a nadie, y sabes que lo último que quiero es herirlo. Me conoces William —se defendió, mirando frustrado hacia otra parte—. Pero ahora esto es distinto, esa parte de mi vida no tiene nada que ver con Ethan…

—Aún —alegó, inclinándose ligeramente hacia adelante—. Pero escuché que planeas llevarlo a casa, eso quiere decir que piensas decírselo tarde o temprano, y ese chico debería escuchar la verdadera razón por la que te condenaste a este lugar antes de que lo hagas.

—No veo por qué debería, será más fácil comprenderlo si tan solo lo llevo ahí.

—Hijo, hijo, el amor por Ethan te tiene ciego, solo estás mirando la reacción que tendrá él —dijo negando con la cabeza—. ¿Te has detenido a pensar exactamente en lo que ocurrirá? ¿Tan siquiera has considerado que probablemente Ethan no es el único que, además de resultar posiblemente herido, se enojará por haberle ocultado algo tan importante?

El de cabello azabache estuvo a punto de abrir la boca en una réplica, pero se calló a sí mismo mordiéndose la lengua.

—Le contaste todo, Magnus. Todo lo superficial. Pero no le contaste nada sobre ti —continuó al no obtener respuesta alguna—. Esperaba que le hubieses dicho lo que realmente pasaste, el motivo por el que aunque todos peleaban tu custodia, nadie quería tenerte. Lo que tuviste que defender y el maldito orfanato por el que tuviste que pasar antes de llegar al internado al que te mandé… —vociferó cada vez con más fuerza.

—Basta William…

— Y eso solo es el principio… ¿¡por qué no quieres decirle toda la verdad!?

—¡Porque esa historia no es solo mía! —alzó la voz hasta que finalmente se incorporó de golpe—. ¡Y no pienso revelar el pasado de nadie más, con el mío es suficiente!

—¿¡Y así planeas llevarlo a casa!? —inquirió el anciano incrédulo.

—Estando ahí decidiré lo que haré, mientras tanto, a Ethan no le afecta en nada no saberlo.

—No, pero cuando te decidas, el que pagará los platos rotos no serás tú —le recordó, golpeando la mesa con los nudillos—. Ya no estamos hablando solo de ese chico.

—Ha pasado muchos años, viejo… puedes estar exagerado.

—Y también puede que no lo esté. ¿Crees que las cosas estarán bien cuando llegue Ethan a demostrar el poder que tiene sobre ti? ¿Cuándo llegue un chico al que conociste hace menos de medio año y tú lo declares tu nueva prioridad?

Nuevamente, Byron se quedó sin habla. Comenzando a hundirse en un agujero al que no le veía fin.

—Magnus, estás haciendo las cosas mal. Ahora que Ethan lo sabe, es justo que él también lo sepa. Al menos dale la oportunidad de prepararse mentalmente para ello —decretó antes de retomar su bebida—. No eres el único al que tengo que cuidar, así que esto no es una petición, es una orden: Tienes que decírselo a Estefan, o lo haré yo.

De esa forma, William… acababa de abrir una nueva puerta al infierno.

~*~

Cuando Byron finalmente se encerró en la soledad de su habitación, se sentía mentalmente exhausto. Ethan claramente no había regresado, así que agradecía haberse llevado las llaves de repuesto desde el principio, de esa forma podía tomarse un momento para respirar y preocuparse en silencio.

Con el sol comenzando a ocultarse ni siquiera encendió las luces, sentía que su fotofobia saldría a flote de forma insoportable. Cubrió lo más posible las ventanas para sumirse en la oscuridad que tanto bien le hacía, y con la cabeza a punto de explotar, se dejó caer en el cómodo sofá individual mientras cerraba los ojos.

Había pasado mucho tiempo desde que tuvo un dolor de cabeza como éste, y más desde que deseó un buen trago.

Hubo una época en la que Byron se hizo dependiente del alcohol. Bebía hasta quedar inconsciente y prefería tomar una infinidad de remedios para la resaca que dejar de beber todas las noches, todo para conciliar el sueño. Pero aveces, no importaba cuánto bebiera, no había solución.

Su insomnio se debió a las pesadillas. La desesperación de despertar cada noche bañado en sudor y pegando gritos era más fuerte que él, cuando tenía suerte solo despertaba con el recuerdo de haber estado llorando en sueños. Es por eso que se movía inquieto todas las noches, y otras simplemente no dormía. Pero a Jeremy le había preocupado severamente que Byron terminase convertido en un alcoholico, más cuando descubrieron que la dosis que necesitaba para quedar inconsciente era cada vez más alta. Es por eso que cuando el rubio tuvo la oportunidad, no solo se encargó de obtener una copia de las llaves del departamento de Byron, también decidió vigilarlo de forma permanente.

Todas esas visitas para ver el estado en el que estaban el salón privado y su habitación, no eran más que pretextos para supervisar que no volviese a caer en ese vicio. A cambio de ello Jeremy decidió buscarle una solución a su amigo, y Magnus lo agradeció verdaderamente.

Vino.

Una copa de vino antes de dormir no solo lo relajaba y le quitaba el estrés, también le permitía descansar, pero la mejor parte es que no era necesario beber de más. De esa forma la adicción se convirtió en un simple hábito, uno que con la ayuda de Jeremy y el paso del tiempo logró dejar de ser indispensable. Si bien aún bebía más de dos veces por semana, las pesadillas habían comenzado a desaparecer con el paso de los años, y se había acostumbrado a quedar exhausto todos los días para no tener que recurrir a beber algo. Simplemente llegaba muerto de cansancio y se dormía, aunque no conseguía hacerlo por más de cinco horas seguidas, por ello sus ojeras parecían permanentes.

Esa es la razón por la que aún no podía creer que la noche anterior no se movió, no hubo sueños y ni siquiera recordaba haberse quedado dormido. Nunca había importado lo cansado que estuviese, jamás se había sentido tan tranquilo, y le preocupaba que el motivo de ello fuese únicamente Ethan.

¿Qué sucedería si terminaba haciéndose completamente dependiente de él?

Y es que debería de estar feliz por haber escuchado lo que tanto quería de los labios de ese chico. El saber que pretendía quedarse a su lado aún sabiendo lo que eso implicaba, simplemente lo hacía amarlo aún más.

Pero William se había encargado de que toda esa felicidad solo fuese momentánea.

“Tienes que decírselo a Estefan, o lo haré yo”.

—Estefan… —masculló acariciándose el puente de la nariz.

A Estefan le debía tantas cosas, que ni en la siguiente vida podría terminar de pagarle. No es que tuviese problema en contarle lo de Ethan, sabía que de una u otra forma terminaría presentándolos, pero lo que ello implicaba… no sería divertido para ninguno de los dos.

Suspiró y se levantó de su lugar, un poco sorprendido por haber quedado sumido en la penumbra tan pronto. Enfrascarse en sus pensamientos siempre lo llevaba a perder la noción del tiempo.

Primero tomó su celular de forma indecisa, encendiendo y apagando la pantalla mientras se decidía entre hacer la llamada a Estefan o pretender que no había tenido esa conversación con el viejo para dormir tranquilo esta noche. Y aunque era muy tentadora la idea, decidió arriesgarse. Cuando encontró el número que buscaba, tomó aire antes de presionar la llamada.

Después de interminables timbres, entró a buzón de voz.

Byron lo tomó como una señal divina para no insistir esta noche. Apagó el aparato para evadir cualquier llamada en respuesta de Estefan y lo lanzó hacia el sofá más largo. Ya tendría tiempo para hacer esto más tarde, hoy no estaba precisamente de humor, y la probabilidad de que William se lo dijera… era el mínimo de una semana.

Tiempo suficiente para tomar una decisión.

Se acercó a encender la débil lámpara sobre la mesa de noche, mirando seriamente la alacena superior de la cocina que nunca usaba. ¿Tan siquiera necesitaba beber hoy?

Quiso ceder afirmativamente a esa pregunta, pero un extraño bulto de tela bajo la cama llamó su atención al ser pisado, y cuando lo tomó no hubo forma de evitar la sonrisa que se formó en sus labios. Era el suéter de Ethan. No le extrañaba que hubiese terminado en ese lugar, pero esa curva torcida que apareció en sus labios lo llevó a desistir de la copa que pretendía tomar.

Si ese chico podía hacerle cambiar tantos hábitos tan pronto, no había forma de imaginar lo que lograría renovar mañana. Así que no importaba lo que tuviese que hacer al respecto, se encargaría de ver la manera de estar con él siempre.

Sonrió para sus adentros, volteando a mirar de forma accidental el libro que aún descansaba sobre la mesa de noche, y muy a su pesar se tomó un momento para tomarlo entre sus manos. El recuerdo fugaz de sus padres siempre se hacía presente cuando observaba esa desgastada portada roja. Alejandro Magno… no era más que el recuerdo constante de que todo lo que habían hecho, había sido por y para él. Y eso les había hecho pagar un precio muy alto.

El sonido de una cerradura corriéndose para abrir la puerta lo sacó de sus pensamientos, justo a tiempo para no seguir cayendo en esa nube de recuerdos que terminarían por asfixiarlo hasta hacerlo dudar.

Siempre terminaba siendo salvado por él.

—¿Magnus? —escuchó preguntar a Ethan cuando aún cerraba la puerta.

—¿A qué se debió la demora? ¿Pensabas dejarme plantado? —respondió al ir a recibirlo, sonriéndole con solo mirarle.

El chico hizo rodar sus preciosos ojos verdes mientras reía, acercándose a Byron para abrazarlo y besar su mejilla sin perder el tiempo.

—Eres capaz de ir a buscarme, jamás me arriesgaría a eso.

—Me alegra que seas tan consciente, te hubiese traído por la fuerza.

Byron lo abrazó por la cintura y se acercó a besarlo, perdiéndose un instante en el cariño de los labios de Ethan. La necesidad de estar con él era…

—Magnus… —murmuró el menor separándose lentamente, examinando su mirada—. ¿Sucede algo?

No supo que responder, inclusive se sintió confundido por un instante, pero supo a lo que se refería. Desvió la mirada y soltó el agarre del chico para dirigirse al sofá que antes había abandonado.

Ethan simplemente lo siguió, se sentó en el descansabrazos y lo rodeó por el cuello para abrazarlo. William tenía razón, él no valoraba esa paciencia como debía.

—Lo lamento, tengo la cabeza en otra parte —murmuró el profesor.

—L-lo sé, jamás me habías besado así —comentó en voz baja, acariciando con el dorso de su mano la mejilla del profesor—. ¿Es… es por lo que ocurrió en la oficina? ¿Crees que no debiste decirme…?

—No, no. No estoy así por eso —lo cortó rápidamente—. Sé que decírtelo fue lo mejor, pero…

—“¿Pero…?”

—No puedo evitar pensar que me gustaría alejarte de todos mis secretos —confesó apoyándose en él—. Todo sería más fácil si tan solo pudiese encerrarte en un lugar en el que no tengas que saber nada de mí.

—Es lo más egoísta que has dicho desde que te conocí.

—Eso lo hace aún más real.

Ethan lo abrazó con más fuerza y Magnus lo tomó de la cintura para hacerlo caer sentado sobre su regazo. El chico soltó un suspiro antes de mirarlo a los ojos.

—¿Qué es lo que no me has dicho? —adivinó sin mucho esfuerzo.

—¿Me creerás si te digo que es mejor esperar? Por favor. No quiero saber más sobre secretos Ethan, no es agradable recordar mi pasado —confesó apoyando su frente sobre la ajena—. Quiero esperar a que salgamos de este lugar, te dije que te llevaría a casa, y la verdad es que me refería a…

—…a que me contarías el resto más tarde, lo sé —completó el de ojos verdes con una media sonrisa—. He pasado suficiente tiempo contigo, sé bien cuando quieres decirme algo más. No pensaba esperar tanto pero… puedo hacerlo. Me lo prometes ¿no?

—Lo juro —respondió apretando más el agarre a su cintura—. Y también prometo que no te vas a arrepentir, pero es algo que tienes que ver por ti mismo.

—Está bien, está bien, tranquilo… —dijo tomando el rostro de Byron con ambas manos y besándolo suavemente—. Te creo. No puede ser posible que exista algo más preocupante que lo que me dijiste esta tarde, así que si tú dices que eso puede esperar…

—Gracias, Ethan.

—No lo hagas, nunca terminarías de agradecerme —advirtió con su dulce sonrisa prácticamente acariciando los labios del profesor.

—William tiene razón, debería valorar más lo tolerante que eres conmigo —reveló dándole un corto beso.

—El director siempre ha tenido razón en muchas cosas, le agradeceré eso más tarte —dijo entre risas—. Pero… si quieres que sea honesto… solo soporto tus secretos porque confío en que me los digas tarde o temprano.

—Creí que estarías enojado por decirte que tengo aún más.

—“Enojado” no es la palabra correcta. E-es desesperante y un poco… incómodo. Pero eso es porque a nadie le gusta la incertidumbre y soy una persona muy curiosa… tal vez la menos indicada para tenerle secretos —confesó haciendo bailar sus ojos al observar cada rincón de la habitación—. Pero después de haberte escuchado hablar sobre tu pasado en la oficina… me di cuenta de que hay cosas que son difíciles de contar para ti. Y lo entiendo. O al menos puedo ponerme en tu lugar… y-yo no sé lo que… lo que hubiese hecho en tu posición. Debió ser difícil decirme que tendrías que quedarte en la universidad para siempre.

—Lo fue… —admitió mientras retiraba un mechón de cabello de la frente del chico.

—Pero lo comprendí después… —dijo con un suspiro—. Solo… no me ocultes cosas que requieran tomar una decisión a largo plazo, lo demás puede venir cuando tú estés listo.

—Has cambiado, Ethan —señaló el mayor con una sonrisa—. No era una broma cuando dije que te escuchabas más seguro que yo. ¿Qué hiciste con el mocoso de hace un par de meses?

—Hace un par de meses no estaba seguro de que me amabas.

Esta vez fue Byron quien llevó la mano a enredarse en el ondulado cabello de Ethan, acercándolo para besarlo larga y pacientemente mientras los brazos del menor se cerraban alrededor de su cuello. Su mano libre bajó de la cintura a sus caderas y de ahí lentamente a sus rodillas, pero el de ojos verdes detuvo su avance al cortar el beso echando la cabeza hacia atrás.

—¡E-espera, espera! Harás que olvide lo que quería decirte, es importante —recordó cerrando con fuerza los ojos casi en un lamento.

Pero Byron no pensaba detenerse tan fácilmente.

—Está bien, tú habla y yo escucho —acordó antes de hundir los labios en su cuello, besándolo mientras dejaba un rastro de lamidas y mordidas, intentando a duras penas no dejarle muchas marcas.

—¡N-no, tramposo! De… deja de morder ahí… vas a dejarme… Mag… ¡Magnus es enserio, es sobre Darrell Bloom! —alcanzó a decir al juntar todas sus fuerzas y separó a Byron por los hombros, mirándolo con los ojos brillantes—. Es… es importante.

—¿Darrell Bloom? Vaya forma de enfriarme… ¿Ahora qué hizo? ¿Te dijo algo?

—No… a-algo parecido. Lo vi esta tarde, cuando fui a ver a Lu… bueno, no importa. El caso es que ahora sabe que no tomo tus lecciones, aunque eso ya lo sabía antes… solo había olvidado comentártelo… —dijo atropelladamente, dejando a Magnus confundido—. P-pero el punto es que… estoy preocupado, últimamente ha estado juntando información por todas partes, incluso…

—“Incluso…”

El chico abrió y cerró la boca varias veces, hasta que por último miró directamente a Byron.

—Darrell piensa que quiero ayudarlo. N-no sabía qué hacer… y cuando escuché que Luke había terminado en la enfermería por mi culpa, yo…

—¿Luke? ¿Hablas de Luke Avery? —dijo entrecerrando los ojos, entrelazando los hilos de lo que Ethan decía—. ¿Por qué sería tu culpa? No creo estar entendiendo bien…

—Te lo había dicho antes, L-luke sabe que soy un becado. Pero no quiso decirle nada a Darrell y él escuchó una conversación que tuvimos, así que para cubrirme tuvo que revelarle otra cosa… pero le costó más de lo que pensé y terminó en la enfermería —explicó rápidamente, se veía bastante ansioso—. El viernes Darrell pensaba utilizar eso como amenaza, estoy seguro, pero antes de que lo hiciera me encargué de convencerlo de que estaría de su lado, de esa forma sabría lo que quiere antes de que lo haga.

—No, alto ahí, no quiero que hagas eso —lo detuvo frunciendo ligeramente el ceño—. No me gusta nada lo que estás diciendo… estar cerca de Darrell puede implicar revelarle tu beca y no espero que corras ese riesgo. El problema que tiene es conmigo.

—¡Ese es mi problema también! —dijo exasperado—. Quiero ayudarte, no permitiré que intente hacerte daño, si puedo evitarlo lo haré. ¿No dicen que hay que tener cerca a los amigos, pero más cerca a los enemigos?

—¿Y a qué precio, Ethan? —inquirió irritado—. No es la primera vez que me pasa esto, pero no pienso arriesgarte, no quieras actuar como héroe. Sé mejor que nadie lo que es ser un becado conocido en esta universidad… no dejaré que pases por lo mismo.

—¿A qué te refieres…?

—Eso lo dejaré para más tarde, no es una buena historia y no quiero empeorar la angustia que deberás llevar mientras sigas en la universidad —concretó de forma severa—. Aléjate de él y nos harás un favor a ambos.

—No lo entiendes, no estoy preocupado por mí Magnus. Me preocupa lo que pueda estar averiguando sobre ti, quiere hundirte —señaló casi desesperado—. Sea lo que sea que pase en las lecciones… Darrell no te lo perdonará tan fácil.

—¿Cómo sabes que tiene que ver con las lecciones?

—Todo aquí tiene que ver con tus lecciones… —dijo cabizbajo—. Además, él mismo me lo dijo, pero no entró en detalles.

Byron tomó aire para tranquilizarse, mirando el rostro preocupado y abatido de Ethan antes de revolverle suavemente el cabello.

—No pongas esa cara, sé que quieres ayudarme, pero así como tú te preocupas por mí, yo me preocupo por ti —murmuró en un intento de aliviar el ambiente—. Y ya te lo he dicho, no es la primera vez que me ocurren estas cosas. No es la primera vez que me cruzo con un alumno como Darrell.

—¿Y la última vez, cómo lo resolviste?

El profesor miró hacia la nada por un instante, indagando en la oscuridad de sus recuerdos para resolver el problema.

Solo había una forma de hacerlo.

—No te preocupes, Ethan. Todo se solucionará —le aseguró con una sonrisa torcida antes de robarle un tierno beso—. Mientras te alejes de él, todo estará bien.

Ethan entrecerró los ojos con un matiz de desconfianza en ellos, pero pronto desapareció cuando Byron comenzó a atacarlo a besos para que no pudiese pensar en nada más. Finalmente el chico cedió y se echó a reír volviendo a abrazar al profesor.

—Está bien, lo haré.

—Bien. Ahora déjame olvidar que mencionaste a uno de los Bloom y concéntrate en la noche que nos queda.

Magnus sonrió al escuchar la risa de Ethan mientras lo besaba. Alguien tan dulce no merecía saber las atrocidades que habían pasado por su mente cuando el deseo de vengarse se hizo insoportable.

Había llegado la hora de hacer pagar a Darrell Bloom.

Iba a pagar como todos los Bloom lo habían hecho.

 

~*Luke Avery*~

Luke ya no sabía qué era más irritante, si estar escuchando los insultos de Bruce todo el día o ver sonreír a Darrell. Pero solo uno de ellos le causaba escalofríos.

Si iba a estar en la enfermería por dos días, le hubiese gustado disfrutar de su soledad. Tal vez se pondría a charlar con sus moretones o dormiría plácidamente sobre el inflamado golpe en su nuca, cualquier cosa menos la compañía de Darrell.

Generalmente prefería ponerse a pelear verbalmente con Bruce solo para matar el tiempo, pero había gastado sus últimas palabras cuando Ethan vino a visitarlo. A decir verdad, esperaba que aún estuviese enojado con él, de esa forma no se vería obligado a venir a visitarle, pero al parecer el chico era demasiado noble. O demasiado idiota. El caso es que ahora de su garganta no salía ni un solo sonido, y si lo hacía, era para quejarse de dolor.

El ser casi asfixiado había dejado estragos en él.

—¿Por qué debemos hacerle compañía a esta cosa? —inquirió Bruce refiriéndose a Luke— Collins ya se fue, y yo no pienso quedarme encerrado en este lugar. ¡No me jodas, es fin de semana!

—A callar, Bruce —ordenó Darrell mientras pasaba las páginas de su libro con indiferencia.

Bruce gruñó al apoyarse contra la pared, miró hacia la ventana y pasó el resto del tiempo escupiendo maldiciones. A Luke le hubiese encantado reírse, pero la verdad era que no se sentía con ánimos ni de respirar, estando en la cama más incómoda de toda la enfermería nadie querría hacerlo.

Por si fuera poco, la sola presencia de Darrell acaparaba toda la habitación y los brazos cruzados de Bruce eran la prueba de ello. No sabía cómo explicarlo, el rubio estaba sentado en el único sofá individual que era reclinable, ni siquiera hablaba si no era para callar a la bestia y su mente se veía muy lejos de este lugar, pero aún así cualquiera era completamente consciente de que tenía el poder de hacer su voluntad.

Darrell daba miedo, aunque nunca lo admitiría abiertamente.

Pero Luke se preguntaba lo mismo que el perro junto a la ventana, ¿por qué seguían aquí? Si debían ser honestos, a Darrell le daba igual si vivía, moría o le daba un infarto en este mismo instante. ¿Qué era lo que quería en la enfermería?

Ethan ya había venido, no existía motivo para quedarse. El chico al parecer cumplió los deseos de Darrell, supuestamente estaba de su lado, pero Luke lo conocía. Esto solo podía ser un engaño, al estilo caballo de Troya, pero aquí Ethan moría.

Porque no existía forma de engañar a los Bloom.

Para ser experto en las mentiras, debías ser un mentiroso. Si él creía que Darrell estaba ciego, entonces ya temía por su existencia. Aunque para su suerte, no hablaron de nada importante, solo del estado físico de Luke, que por cierto, era peor de lo que había pensado. Dijeron que tuvo “suerte” de no haber sido golpeado con la fuerza suficiente en las costillas, de otra forma estaría respirando por un tubo de plástico.

En ese sentido agradecía que Darrell supiera cuándo parar.

—Me largo a la máquina expendedora, no soporto estar encerrado aquí —anunció Bruce mientras se dirigía rápidamente a la puerta.

Pero alguien la abrió justo antes de que él saliera, así que estuvo a escasos centímetros de recibir un golpe descomunal, pues quien entró lo hizo con tanta fuerza que la puerta se azotó contra la pared.

—¿¡Quién demonios se creen!? No, aún mejor, ¿quién diablos te crees tú, Bloom? —alzó la voz Simon Harvey, más enfurecido que el mismo diablo cuando miró a Darrell.

Luke jamás lo había visto así, y quedaba claro que Bruce tampoco. Pero Darrell solo lo miró con la sonrisa que no había abandonado.

—¿Harvey…? —murmuró Bruce mientras cerraba con más delicadeza la puerta, algo sorprendente.

—Muévete, el problema es con tu amo, no contigo —escupió Simon haciéndolo a un lado para encarar a Darrell—. Te lo advertí, Bloom. No incluyas a Ethan en tus estupideces, si quieres meter la cabeza en la horca, hazlo. Pero a él lo dejas fuera.

—Él mismo ha aceptado estar de mi lado, no veo por qué tanto enojo —respondió con calma, cerrando finalmente su libro para prestarle toda su atención al chico—. De hecho, creí que tú también estarías de mi parte, Harvey. Lo que Byron hace no debería ser de tu agrado.

—Si lo es o no, es mi problema. A diferencia de ti, prefiero cuidar a las personas que tengo cerca, así que Ethan deberá estar muy alejado de tus planes.

—Ethan ya está grandesito, puede tomar sus propias decisiones. Si él quiere entrar en esto, lo hará. ¿O irás contra la voluntad de tu amigo? —inquirió burlonamente el rubio—. No me amenaces Harvey, si nos quitamos los apellidos, ambos sabemos quién saldría perdiendo.

—No creo que sea necesario llegar a esos extremos ¿cierto? —respondió Simon mientras Darrell se incorporaba.

Eran demasiados centímetros de diferencia, el chico saldría volando con un solo puñetazo del rubio, eso era obvio para cualquier persona con medio cerebro. Estar retándolo de esta forma era un suicidio, debía dar gracias a que tenía ese apellido.

—Cierto. Así que pongamos las cosas claras, Simon —dijo haciendo énfasis en su nombre—. Mientras Ethan quiera estar de mi lado, no podrás hacer nada al respecto. Únete cuando quieras, no hay forma de sabotearme, a pesar de lo que puedas pensar, soy el único aquí que está jugando limpio.

—Bien. Pero en el momento en el que decida dejar este plan absurdo, deberás dejarlo salir sin consecuencias —acordó el castaño, frunciendo el ceño al ver la curva torcida en los labios de Darrell—. Y más te vale que lo cumplas.

—Tienes mi palabra —prometió tendiéndole la mano.

Simon la tomó para estrecharla, pero aprovechó el agarre para acercarse a su oído en un movimiento que Luke ni siquiera pudo percibir.

—¿La palabra de quién? ¿La de Darrell Bloom? ¿O la del bastardo del Burlesque? —dijo Simon lo suficientemente fuerte para que cualquiera en la habitación lo escuchase.

Darrell se paralizó en su lugar, tensando cada centímetro de su cuerpo y su sonrisa desapareció en una fracción de segundo. Bruce estaba tan pasmado como Luke, pues ninguno de los dos se había movido, aunque el segundo ni siquiera podía hacerlo. Incluso podría jurar que había dejado de respirar.

La risa infantil de Simon Harvey resonó por la habitación, y su angelical sonrisa fue como ver el nacimiento del anticristo.

—Suerte con lo que Buscas Darrell, no tienes ni idea de lo que estás a punto de hacerte a ti mismo —advirtió dirigiéndose a la salida—. Acércate más de lo necesario a Ethan, y el infierno será tu gloria.

Cuando los tres quedaron solos, la furia del rubio podía sentirse, como si la ira emanara de su cuerpo de forma invisible y les pusiese la piel de gallina.

El odio en la mirada de Darrell incrementó tanto… que Luke comenzó a maldecir a Simon en silencio.

Harvey abrió por la fuerza la caja de Pandora.

Notas finales: Diez días exactos, bueno al menos no fueron quince... me va bien actualizando. Les aseguro que cuando escribí este capítulo, la emoción del drama comenzó a fluir. Pero no se preocupen, podrán disfrutar un poco más del amor y la diabetes en el próximo capítulo, les daré la oportunidad de ver la cima de la felicidad de toda la novela.
 
A que mi Simon es hermoso. Recuérdenlo niños, nadie es tan dulce, ni siquiera Ethan. Revelar su maldad interior fue refrescante, el pobrecillo siempre actúa como una inocente mariposa.
 
Por si tienen la duda, Burlesque:  Los shows de neo-burlesque tienen un gran contenido sexual, ya que la desnudez parcial o total es incluida, además de que el burlesque de los temas hace referencias sociales o políticas. 
 
Ahora pueden llegar a sus propias conclusiones respecto a Darrell.
 
Volviendo a mi parejita principal, ¡mi mocoso está madurando! Por fin puede encarar a Byron solito, eso me alivia el alma, será bueno más adelante, hará el drama más intenso.
 
Y me encanta decir esto: Se-los-dije. Les dije que Byron no pudo haberle revelado todo de esa forma, es su turno romperse la cabeza pensando en qué demonios tiene que ver Estefan con todo esto. Me encantará leer las teorías, son tan inspiradoras... 
 
¡Bien, no más spam! Solo les agradezco (como siempre. Como en todos los 28 capítulos y contando) estar siguiendo con tanta paciencia la novela... igual a ustedes, lectores fantasma, sus lecturas no pasan desapercibidas. Gracias por venderme sus almas a cambio de esta historia. Les recuerdo twitter, el ask que me encanta responder aunque tarde un poco, y que espero actualizar en un plazo no mayor a diez días. 
 
¡Nos vemos en el siguiente capítulo! ¿Y saben por qué les gustará?
 
Jeremy está de regreso.

Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).