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The Teacher por MMadivil

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El comienzo de la semana fue bastante normal, se limitó a impartir sus clases como normalmente lo hacía, restringió las lecciones nocturnas a horarios distintos para que nadie sospechara de ellas. Nunca se permitía cometer un error, principalmente por su seguridad.


Además estaba Ethan.


Era la primera vez que tenía un estudiante al que no le impartía lecciones nocturnas, era difícil tener cuidado cuando solo había una oveja blanca en el rebaño. Se había encargado especialmente de que ninguno de sus alumnos abriera la boca respecto a sus clases, recurría a la manipulación mental para ello, pero sus amenazas no eran suficientes para ir a la cárcel. Todos sus estudiantes eran masoquistas sin importar lo que hicieran para demostrar lo contrario, y aquellos heteros de clóset no tardaban en salir a la luz rápidamente.


Siempre estaba esa mínima posibilidad de que alguno de ellos le hablara sobre las lecciones. Estaba un 99% seguro de que no sería así, pero ese maldito 1% era el que lo llevaba a tomar medidas drásticas.


Suspiró y finalmente cerró la laptop, echando la cabeza hacia atrás mientras cerraba los ojos. Amaba esa maldita biblioteca, el lugar era tan silencioso que hasta pensaba en susurros, su “santuario” era perfecto. Todo el mundo tenía prohibido entrar a ese lugar, especialmente los alumnos, solo Jeremy tenía la clave de acceso “por si acaso”. Y de todas las personas en el mundo… no había dudado ni un segundo en traer a Ethan la primera vez.


Ni siquiera él sabía por qué el chico le transmitía tanta confianza. Era bastante fiable, era inteligente, era…


—Maldito mocoso, sal de mi cabeza… —maldijo entre dientes Byron mientras se pasaba una mano por la cara.


Era desesperante basar todo lo que hacía en ese chico, inclusive era más precavido en sus lecciones por su culpa. Lo estaba cuidando… ¿¡Por qué!? El chico bien podría enterarse y no sería capaz de decírselo al rector, Byron podría encargarse de eso manipulándolo exactamente como lo hacía con los demás.


Podría impartirle lecciones nocturnas cuando se enterase, simplemente lo trataría como un alumno problema por no poder mantener su curiosidad al límite. Podría olvidarse de él cuando terminase el año y medio de la asignatura, no tendría la necesidad de verlo cuando se hubiese graduado y para entonces ya tendría otros treinta mocosos novatos de los cuales preocuparse.


El plan era perfecto, como todo lo que él hacía.


Sonrió con su malicia completamente satisfecha, tomó su portafolio con rapidez para dejar la biblioteca y dejó que todas sus preocupaciones se fueran a la basura. Toda su vida había sido un cretino, no tenía que dejar de serlo por culpa de ese mocoso de ojos ver-…


—¡Profesor Byron! —saludó con emoción el diablo.


Demonios no. Por qué. Maldita sea. P-o-r-q-u-é.


—¿Collins…? ¿No deberías estar en clase? —inquirió el profesor sin ocultar su sorpresa.


Este tipo de situaciones parecían de una comedia barata.


Todo este maldito inicio de año parecía sacado una comedia barata. Si su vida fuese un jodido libro, no se vendería.


Se había encontrado con él justamente en el lobby y apenas eran pasadas las tres de la tarde, el chico NO debería de estar ahí. Mucho menos ahora que Byron hacía planes malignos a futuro en su mente.


Pero ese pequeño y adorable… demonio, había derrumbado la basura donde estaban sus preocupaciones.


—Sí, pero las clases de lengua terminaron antes de lo esperado por una junta. Tengo el tiempo libre hasta la siguiente clase.


—Mi clase.


—Exacto —respondió el chico con esa llamativa sonrisa.


¿Alguna vez había prestado atención a esos hoyuelos que lo hacían ver más feliz de lo que en verdad estaba? Bueno, esos malditos agujeros en sus mejillas siempre coloradas lo estaban matando.


—Perdone profesor, ¿Lo interrumpí mientras se dirigía a algún lugar? —inquirió al no escuchar una respuesta por parte de Byron.


—Me dirijo a la oficina del director Rogers —comentó como si nada, lo mejor era librarse del chico cuanto antes.


—Ya veo… entonces lo veré en clase —Ethan le sonrió a medias a su profesor, el brillo sus ojos en cuestión de segundos se apagó.


Maldito sea este estúpido mocoso.


¿¡Por qué tenía que hacer que Byron fuese el malo aquí!? No tenía sentido poner esa cara solo porque había tratado de evitar estar más tiempo con él.


Justo cuando el de lindos ojos daba la vuelta para dirigirse a los elevadores, Byron suspiró con pesadez  y resignación mientras se sostenía el puente de la nariz.


—Collins… Si no tienes nada productivo que hacer, entonces ven conmigo.


Me voy a arrepentir de esto.


Pero todo rastro de arrepentimiento desapareció de su mente cuando ese chico lo miró directamente a los ojos con una sonrisa tiernamente complacida, miró hacia el elevador por última vez para tomar una decisión y finalmente se acercó a su profesor.


—¿Enserio puedo ir con usted?


—Es mejor a dejar que uno de mis alumnos pierda su tiempo mirando la pared.


Comenzaron a caminar juntos fuera del área de residencias, Byron miraba al chico de reojo cada tanto sin motivo aparente. A veces solo quería ver sus gestos, otras solo quería ver sus ojos y unas más solo se dedicaba a pasear la mirada por su perfil suave y delicado, se veía bastante joven.


—Collins ¿Qué edad tienes? —inquirió finalmente después de darle vueltas a la forma infantil de su rostro.


—Diecisiete —respondió mientras volteaba a mirar a su profesor—. Creí que era el tipo de cosas de sabía, después de todo siempre alardea sobre saber todo de nuestras vidas.


—No, ese tipo de datos innecesarios no necesito aprendérmelos, solo ocupan espacio en mi memoria —Byron se mostró arrogante, pero a Ethan solo le divertía su forma de ser—. Pareces de quince, Collins.


—¿¡Eh!? ¡Eso no es cierto! —el chico alzó un poco la voz y frunció el ceño, mientras que en sus mejillas parecían brotar rosas.


Byron tenía ganas de comérselo de pies a cabeza.


Sonrió ante aquella reacción tan divertida sin dejar de mirar a su rostro. Sentía unas enormes ganas de extender la mano y acariciar con la yema de los dedos el calor de sus mejillas, solo por curiosidad. No era la primera vez que veía a alguien sonrojarse, pero cuando Ethan lo hacía, la acción era completamente distinta.


Jamás había sentido ese cosquilleo en la punta de los dedos por querer tocar a una persona, estaba muy seguro de eso.


—Estás un año adelantado, ¿Qué grado te saltaste?


—El último de la secundaria, debido a mi beca y a mi promedio escolar…


—Es bueno saberlo, pero eso te hace aún más ingenuo que todos los que están aquí.


Ethan volvió a fruncir el ceño, pero esta vez lo miró de frente.


—Entonces… ¿Qué edad tiene usted profesor? —inquirió el de ojos verdes algo irritado por la forma en la que se burlaba de él— Tengo derecho a saberlo.


Byron lo pensó detenidamente, pero ciertamente no tenía nada de especial conocer su edad, era solo un número.


—Veintiocho años —dijo con desinterés.


Ethan dejó de caminar en ese mismo instante, provocando que el profesor tuviese que voltear para mirarlo.


—Usted debe estar bromeando…


—¿Por qué debería? Mi edad es completamente irrelevante.


—Usted… usted… ¡Usted apenas y me lleva once años! ¿¡A qué edad se graduó de la universidad!? —dijo el chico de forma exasperada.


—A los veintidós, comencé a dar clases un año después de graduarme. Llevo cinco años viendo a mocosos que no pueden aprenderse lecciones simples.


Aunque a Ethan pareció irritarle el comentario, su cara de sorpresa no había cambiado, así que el profesor siguió caminando para que el chico hiciera lo mismo.


—Entonces… ¿¡Entró a la universidad a los dieciséis!? —inquirió nuevamente al sacar cuentas de los años de estudio obligatorios para impartir como profesor en Haverville.


—Estás haciendo mucho jaleo solo por la edad Collins —le comentó el profesor—. Si pensabas que era más viejo entonces realmente voy a reprobarte.


—Nunca dije eso… es imposible que alguien crea que tiene más de veintinueve —masculló de mala gana el chico, pero después sonrió con un ápice de maldad que Byron nunca había visto—. Entonces usted era aún más ingenuo que yo cuando entró a la universidad.


El profesor casi detiene el paso por escuchar aquel comentario.


—No te pases de listo, mocoso —respondió Byron mirándolo algo incrédulo. Era la primera vez que alguien le respondía de esa forma.


—Usted comenzó profesor Byron —volvió a decir Ethan con una sonrisa torcida. Una sonrisa que dejaba de ser tierna para ser sarcástica y burlona.


Este chico le encantaba.


—¿Se llama Michael?


—No vas a desistir con esto durante un largo tiempo… ¿No es así? —preguntó con una media sonrisa el profesor.


—No suelo darme por vencido, ya se lo dije. ¿Alguna vez alguien ha intentado averiguar su nombre?


—Naturalmente, pero nadie lo había preguntado directamente, suelen investigar por su cuenta —Byron se encogió de hombros, pero vigiló la reacción de Ethan a su comentario.


El chico arrugó levemente el entrecejo.


—¿Cómo lo investigan por su cuenta? No creo que colarse a los documentos de la universidad sea algo legal… —Ethan se mordió el labio inferior mientras pensaba, y cuando abrió los ojos desmesuradamente, Byron supo que había dado con la respuesta. No esperaba menos de él—. ¿¡Usted estudió aquí!?


Byron se echó a reír por la forma en la que lo había dicho, el chico parecía haber descubierto un nuevo color en la escala de grises o un nuevo número matemático.


—¡No se ría, respóndame! Profesor Byron, ¿Usted estudió en Haverville?


—Eres un mocoso molesto… —el profesor rodó los ojos aún sin dejar de sonreír— Sí señor Collins, yo estudié en el mismo infierno que ustedes.


—Pero con otros demonios como maestros —aclaró el de ojos verdes y Byron enarcó una ceja—. N-no estoy diciendo que… bueno sí, un poco, admítalo.


—Eso está fuera de lugar, pareces demasiado sorprendido. ¿No crees que pueda entrar a una universidad como esta?


—No me refiero a eso —dijo el chico con un suspiro—. Pensé que… —se rascó la nuca nervioso e hizo una mueca— Usted tenía dieciséis. En Haverville. Cuando la exclusividad estaba en su apogeo, ni siquiera eran considerados los que no fuesen adinerados… ¿Usted también proviene de una familia importante?


—Son demasiadas preguntas para un día, dejemos esta para otra ocasión, ya llegamos —dijo Byron señalando la recepción y la puerta de la oficina principal.


La secretaria los saludó con una agradable sonrisa, mirando primero a Byron y después al chico. La mujer era bastante mayor, Byron sabía que ya rondaba por los cincuenta años, de cabello completamente platinado siempre recogido, con el uniforme de la universidad siempre impecable y con las mismas gafas con las que él la había conocido.


—Buenas tardes profesor Byron, ¿esta vez también es una emergencia? —preguntó aquella dama con un ligero sarcasmo que Byron percibió a la perfección. Por eso le caía tan bien esa mujer.


—No, esta vez solo vine a entregarle unos papeles al vie-…


—Profesor Byron, tiene a un alumno aquí —le recordó la mujer cortándolo a media palabra.


—… Al… director Rogers… —rectificó Byron al instante.


—¿Y usted señorito? ¿También viene a ver al director Rogers? —preguntó con amabilidad al chico.


—N-no yo solo estaba acompañando al profesor Byron… —respondió algo nervioso, buscando algo de ayuda al ver a Byron.


—El chico es mi nueva mascota —dijo el profesor con una maléfica sonrisa.


Ethan abrió los ojos como platos y la secretaria solo sonrió y negó con la cabeza a modo de reproche.


—Byron, mandaré un reporte para que asistas a las juntas si no te comportas —amenazó la mujer.


—Estemos en paz, mejor te presentaré al chico —respondió para esquivar la amenaza—. Bella dama, él es Ethan Collins, uno de los estudiantes de mi asignatura, aquel de quien el director te habló —aclaró refiriéndose a la beca que la secretaria muy bien conocía—. Señor Collins, ella es Alejandra Seller, la Sherlock Holmes de Haverville.


—¿La Sherlock Holmes? —repitió Ethan con una sonrisa y le tendió la mano a la mujer, quien gustosamente la estrechó.


—El profesor Byron y su sentido del humor, mejor acostúmbrese señorito Ethan. Puede llamarme como usted prefiera —aclaró Alejandra—. Y usted profesor, me temo que no puede entrar a la oficina del director, está en una reunión con dos miembros del rector.


—Esta mujer suele decir las cosas antes de que ocurran, o deduce exactamente lo que ocurre, ten cuidado con ella Collins —le advirtió Byron mientras le tendía una carpeta a la secretaria—. Querida señora Seller, dígale al director Rogers que aquí tiene lo que me pidió, así no tengo que esperar a que se desocupe del rector.


—Espero que no esté tratando de evitar una junta con el director Rogers, profesor.


—Para nada, pero ya me voy y me llevo a la nueva mascota conmigo. Nos vemos la siguiente semana —finalizó rápidamente.


No quería otro sermón de treinta minutos con el viejo, apenas y podía soportarlo una vez al mes, no lo haría una vez cada semana.


—Hasta pronto, señora Seller —se despidió tímidamente el chico, quien la mayor parte del tiempo solo se había dedicado a observar.


—Nos vemos pronto señorito Ethan, si necesita algo no dude en venir a verme —ofreció la mujer con una marchita pero amigable sonrisa—. No siempre tengo la oportunidad de ver algún alumno del profesor Byron que él mismo me presente.


—Está exagerando señora Seller… —trató de decir para restarle importancia. No necesitaba que Ethan comenzara a darse cuenta de que lo trataba diferente.


—No lo hago profesor, después de todo usted nunca viene acompañado —dijo la secretaria acomodando unas carpetas distraídamente—. Y cuando lo hace, solo suelo ver al profesor Wild.


—Mi clase está por comenzar, nos vemos señora Seller —remató el profesor, esta vez dándose la vuelta para comenzar a seguir el camino de regreso sin preocuparse por la presencia de su alumno.


Miró su reloj esperando que faltasen solo unos minutos para iniciar la clase, pero faltaba poco más de veinte para poder escabullirse en su escudo de profesor, y no hizo caso del silencio que se creó con su alumno. Al menos hasta que se volvió insoportable.


—Collins, normalmente no paras de mover la boca incluso cuando caminas. ¿Te comieron la lengua al salir de la recepción? —preguntó el profesor un tanto harto de que su alumno no articulara una sola palabra.


—¿El profesor Wild es el encargado del área de música y artes, verdad profesor? —inquirió Ethan de forma desprevenida para Byron, pero éste no entendía el motivo de la pregunta.


—Así es. Lo conoces por el discurso de bienvenida el primer día y nos encontramos aquel fin de semana en la misma recepción —comentó el profesor aún sin saber lo que el chico pensaba.


—Oh, no estuve en el discurso de bienvenida. Precisamente solo lo recordaba por lo que me había comentado mi amigo cuando lo vimos a usted con él, es su profesor.


—¿A qué viene la pregunta señor Collins? No parece que eso fuese realmente lo que quería decir.


El de ojos verdes lo pensó por casi un minuto entero en el que no dijo nada, solamente sopesaba ideas en su cabeza. Ideas que Byron no tenía idea de lo que eran y eso le molestaba.


—Bueno, no me lo tome a mal ni mucho menos, solo pensaba que debían de ser muy buenos amigos. Principalmente porque las asignaturas que imparten no tienen ningún punto en común —aclaró el chico.


—Los que deben tener un punto en común somos nosotros como personas, no las asignaturas —respondió con audacia.


—Entonces debe ser interesante conocer a ese profesor —comentó Ethan un tono más bajo.


—¿Por qué lo dices?


—Porque estamos hablando de usted, profesor Byron. Sus gustos son muy particulares, al igual que su personalidad.


A pesar de que el chico ciertamente le estaba hablando con honestidad, Byron no podía dejar de preguntarse por esa extraña sensación en el pecho al ver a Ethan con una actitud diferente a la de hace unos minutos. ¿Qué había pasado?


—Tomaré eso como un halago.


—Lo es —dijo el chico con una leve sonrisa—. Estoy pensando seriamente en Michael Byron, así podría decirle Mike. Pero es un derivado de Mikael y ese ya lo he preguntado, así que técnicamente no cuenta.


No se le hizo difícil adivinar que el chico solo quería cambiar de tema, por lo que le permitió hacerlo para liberar esa incomodidad que sentía. No le gustaba tener ese tipo de sensación cuando estaba con Ethan.


—Puedes tomar todos los derivados que quieras, estas muy lejos de acercarte tan siquiera una décima a mi nombre.


—Siempre puedo tomar medidas drásticas… ¿Tal vez Mussolini o Mahoma?


—De acuerdo, ya dijiste las tres de hoy, suerte para la próxima —respondió Byron.


—¿¡Eh!? Pero eso no es justo dije “tal vez”… ¿Sabe qué? Seguro no me lo quiere decir porque en realidad se llama Madison —respondió Ethan completamente indignado.


M-a-d-i-s-o-n.


Byron se cubrió la boca con una mano en el acto, sus hombros habían comenzado a sacudirse y una carcajada incontenible salió de sus labios. Agradeció que todos estuviesen en clase y ellos fueran los únicos en el pasillo del edificio “A”. De no haber sido así, probablemente hubiese muerto al tratar de contener esa carcajada.


—Debes estar muy desesperado para pensar en algo así… —respondió entre risas.


El chico al principio mostró un rostro sorprendido que Byron no supo interpretar, pero después comenzó a reírse con él hasta no ser capaz de responderle. El de ojos verdes tuvo que limpiarse la comisura de los ojos por algunas lágrimas fugitivas que eran producto de sus carcajadas, entró primero al aula y cuando ambos verificaron que no había nadie aún, siguieron riendo.


—D-demonios de tanto reír creo que me ha entrado algo en el ojo —dijo el menor con una de sus sonrisas brillantes que ahora dejaba escapar sus increíbles risas.


—Déjame ver, te ríes tanto que ni siquiera puedes acercar la mano a tu cara —ofreció Byron en el mismo estado que Ethan.


El chico se quedó de pie frente a él y el profesor extendió la mano hasta tocar con la yema del pulgar la comisura de esos ojos verdes.


En ese momento algo en lo más profundo de Byron se movió.


Sin saber por qué lo hacía, alzó el rostro del chico por el mentón con la mano libre y clavó la vista en sus ojos. Era un color esmeralda tan nítido, con algunos rayos de luz avellana que cruzaban como si la pupila fuese el sol. Con la yema del dedo recorrió todo el borde, cosquilleando sus largas pestañas, como si estuviese tocando algo tan frágil que si lo hacía con fuerza se desmoronaría entre sus dedos.


Aquel dedo se convirtió en la mano y el roce se convirtió en caricia. Tocó con delicadeza la superficie de su mejilla, era más de lo que había imaginado que sería. El cosquilleo de sus dedos ahora era una corriente eléctrica a la que nunca había estado expuesto, el calor de sus mejillas se notaba, estaban de color rosa. Pero sus miradas nunca se separaron, al menos hasta que Byron comenzó a examinar centímetro a centímetro su rostro, desde el nacimiento de su cabello claro hasta el borde de sus labios. Tal vez fue un error notar aquellos labios, prestarles más atención de la que debía. Esos bordes entreabiertos que se mostraban más prominentes debido a la cantidad de veces que se los mordía, rojizos y suaves. Byron deslizó el dedo índice justo por debajo del labio inferior, para subir lentamente y seguir la forma que tenían.


Algo comenzó a arder en su interior cuando se preguntó el sabor que tendrían esos labios, si se sentirían igual de suaves contra los suyos y qué se sentiría morderlos como lo hacía el mismo Ethan.


Pero el deseo se rompió cuando llamaron a la puerta.


—Profesor Byron, ¿podemos entrar al aula? —preguntaron detrás de la puerta. Por la voz supo que se trataba de Simon Harvey.


El descanso había terminado y ahora no solo él, si no, todos los estudiantes pedían entrar al aula.


Fue cuestión de segundos lo que bastó para que tanto él como Ethan fuesen conscientes de sus posiciones.


Se separaron como si hubiesen recibido un toque eléctrico y el chico no demoró en retirarse a su asiento, dejando de mirar a Byron en ese preciso instante.


—Adelante, tienen cinco minutos para terminar de entrar o los dejaré fuera —advirtió Byron con la voz autoritaria de siempre.


El aula comenzó a llenarse, Byron se dispuso a ir a su escritorio y enfriarse la cabeza masajeándose la sien.


No sabía lo que acababa de pasar y no entendía lo que acababa de hacer.


Solo sabía que estaba completamente mal.


Pasaron los cinco minutos y dio inicio a la clase, tenía la habilidad de actuar natural enfrente de sus estudiantes aunque su cabeza estuviese en otro sitio y trató de no mirar a Ethan en lo más mínimo.


Pero la única vez que lo hizo en toda la clase, se dio cuenta de que él también lo miraba.


Ahí fue cuando por fin cayó en cuenta de que el plan de tratarlo igual que a todos, estaba descartado.


Ethan es y sería siempre especial.

Notas finales:

¿Creyeron que no habría capítulo hoy? No los culpo, yo también.

Pero recibí un enorme golpe de inspiración para este capítulo, creo que ya necesitaba escribir algo como esto, las palabras comenzaban a sobrar entre ellos dos.

¡Esta es la primera parte de la sorpresa para las lindas personitas que me dejan reviews! Hay otras que no he anexado, no se alarmen, tienen su espacio pero no en este capítulo, es para darles una probadita.

¡Tengo una Sherlock Holmes que está tratando de descifrar la historia! Y sus reviews son una lindura así que, se ha metido al mundo de Haverville como Alejandra Seller (Nótese el nombre y la primera letra del apellido(?)) ¡No saben lo que se esperan con esta mujer! En un MUY buen sentido.

Por ahí tomé nombrecillos de los reviews, quienes los hayan dejado como posibles nombres de Byron, ahí los verán. Quería hacer algo especial con ese que me dijeron de "Madison" así que eso desencadenó todo uvu

Bueno, espero que les haya gustado este capítulo, en lo personal al ser "el primer roce" entre estos dos, figura entre mis favoritos. Oh y no se olviden que el pasado de Byron también se muestra un poquito por aquí ¿Alguien pensó que era tan joven?

Recuerden también dejar sus dudas en los reviews, no voy a decir la respuesta para no hacer mega spoiler, pero puede que alguno de los personajes haga la pregunta en algún capítulo ¡Así que no se contengan!

¡Que tengan una buena semana, ya estamos a la mitad! Les recuerdo mi twitter: @MMadivil para los que les guste stalkear, de vez en cuando subo comentarios sobre el capítulo que escribo en ese momento.

Besos, abrazos y mucho amor~ Nos vemos el viernes (espero)<3


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