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Secretos por estheyaoista

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Notas del capitulo:

Hola a todas esas bellezas amantes del Yaoi.... :* Estoy un poco emocionada por muchas cosas en la vida :3 pero bueno a lo que interesa...el nuevo cap de Secretos, espero que sea de su agrado. 

Muchas gracias por sus comentarios, de verdad que me emocionan día a día.... Besos a todos esos bellos lectores...A leer!!!!

18.- ¿Todo terminó? Noche buena de dolor.

El corazón de Cecile se oprimió en un intento desesperado de controlar su pulso, un dolor sin descripción se hacía presente ¿Qué sucedía?

Meiko la miró un poco preocupada, en medio de la reunión Cecile se había empezado a quejar y mover inquietamente, susurraba palabras de aliento para sí. Llevó su mano a su hombro y acarició con cariño mientras la intentaba tranquilizar.

-Cecile, no te alteres, es solo una reunión en la cual vas ganando con tu teoría.

-No es eso, Meiko, es…un dolor que…no comprendo…Wolfram, Wolfram está en problemas, debo ayudarlo.

Se quiso levantar pero Meiko le sostuvo la mano en un apretón fuerte, no quería que Waltorada viera a así a Cecile.

-Cecile, debes controlarte, sé qué estas preocupada porque ayer llamaste y nadie contestó pero…debes pensar que son jóvenes y seguramente deben estar haciendo algo alocado…lo que importa ahora es que no te dejes vencer por Waltorada.

-Tienes razón, debo resistir. Diré de una vez lo que pienso y mis puntos de vista para que vean que puedo liderar la compañía aun teniendo hijos de otros compromisos.

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La noche se tornaba fría en las calles de la ciudad de Osaka, pequeños copos de nieve empezaban a invadir su asfalto y los tejados de las casas. Dentro de un enorme edificio, la batalla campal.

-Pues entonces nos veremos allá.

La sonrisa lánguida de Reiko se formó en sus labios, amaba poder ver el rostro compungido de Wolfram, su más ferviente rival.

-¡Alto! ¡Policía!—Reiko volteó su cuerpo hacia la entrada de la sala, la cual se encontraba atiborrada de policías armados liderados por un hombre grande e intimidante acompañado de un furioso castaño que no demoraría en dispararle—¡Baje el arma!

Era malo, era arriesgado, podría ser de todo, pero tonto nunca. Su hijo estaba siendo apresado por un hombre de cabellos naranja rojizo, no tenía escapatoria, sabía que si hacia un movimiento en falso las balas se dirigirían a su cuerpo sin dejarle tiempo a nada. Gruñó en voz baja mientras tiraba el arma al suelo y era sujetado por tres tipos en traje de policía y esposaban sus manos. De la aglomeración de personas, el color negro se hizo presente, la mirada cristalizada por un par de lentes se posó en él y la sorpresa no se hizo esperar, invadida por la ira y la indignación.

-Maldito bastardo, me traicionaste.

-No te traicioné, solo jugué a lo mismo que jugabas tú—Dijo sonriéndole mientras hacía entrar a Parco quien era sostenido por Dorcascos—Dudaste de mí, pero nunca de “Pucho”.

-Desgraciados…

-Juré en la tumba de William von Bielefeld que vengaría su muerte, y aquí me tienes, apresándote para que vivas una condena de muerte segura en la prisión ¿Te bastarán cien años para redimirte y aceptar que te equivocaste? Yo creo que no—Murata pasó hacia un lado dejando el espacio de la puerta abierta—Ni tampoco creo que cien años sean suficientes para que él te perdone por todo lo que has hecho.

Yuuri entró corriendo a la sala, el abultamiento de policías le había impedido que entrara en la sala, miró a Reiko y la desesperación invadió su pecho, Kyo maldijo el momento en que lo dejó ir tan libremente. Yuuri llevó sus ojos a lo que le importaba, Wolfram estaba mirándolo, tirado en el suelo encima de un pequeño charco de sangre que se empezaba a formar a su alrededor, la sonrisa lánguida que le entregó le hizo sentir un dolor punzante en su pecho. Corrió hasta donde se encontraba mientras que de fondo podía escuchar la voz de Murata pedir que se llevaran a los Matsumoto. Tomó la débil y pálida mano de Wolfram entre las suyas mientras lágrimas empezaban a salir de sus ojos. Era su mejor amigo, la persona que había conseguido divertirlo de sobremanera, por el que había terminado con Megumi sin importarle apenas un poco con tal de ayudarlo. Era su hermano.

-Wolfram.

-Y-Yuuri.

La débil mano apretó la mano de Yuuri en un intento de quedarse a su lado, pero pronto el peso de sus ojos le pidieron a gritos que los cerrara, la mano que tenía un atisbo de fuerza se dejó caer siendo sostenida por la temblante mano de Yuuri. Sus ojos se ensancharon al ver como el rubio ladeaba la cabeza y cerraba sus ojos dejando escapar un par de lágrimas contenidas.

-Wolf…Wolf… ¡Wolfram despierta! ¡Wolfram!

-Shibuya, tranquilo, será mejor que dejes que los paramédicos lo vengan a sacar—Murata puso la mano en el hombro de Yuuri y lo intentó animar, habían llamado a la ambulancia para que se llevara a Wolfram enseguida.

-No tiene pulso, Murata, Wolfram no tiene pulso.

El agónico mirar de Conrad y Gwendal se posó en el cuerpo del rubio, con pasos apresurados llegaron a donde estaba Wolfram. Gwendal sostuvo su mano para corroborar lo que había dicho anteriormente Yuuri y…para su pesar, era cierto. El pulso de Wolfram había desaparecido. Dejó caer su mano que enseguida fue tomada por Conrad para sentir lo mismo, nada.

Murata mordió su labio inferior en una muestra de desesperación, las cosas no debían haber terminado de esa forma.

Yuuri tenía la mirada perdida, su mejor amigo, Wolfram von Bielefeld, con quien había pasado los últimos momentos riendo y viendo películas ahora se encontraba muerto. A veces la vida es demasiado cruel como para creer que es justa.

Murata lo levantó de su puesto y lo hizo llegar hasta donde estaban unos policías que lo llevaron fuera, dispuestos a regresarlo a su casa en espera de la llegada del funeral. En la mente de Yuuri solo pasaban las miles de formas que podían existir para darle aviso a Cecile de que su hijo, su amado hijo se encontraba muerto. La sangre se le congeló al imaginarse el rostro de agonía de su abuela y Cecile.

Fue llevado en una patrulla directo a la casa de los Bielefeld, las luces estaban apagadas, al parecer no había nadie dentro de ella, tampoco era como si quisiera entrar a ese lugar. Megumi de seguro había tenido que salir por ropa limpia o algo parecido, no la culpaba. Se sentó en el filo de la entrada a la casa, las llaves sonaron en su bolsillo pero quiso hacerse de la idea de que no tenía las llaves en su poder. No soportaría entrar en ese lugar infestado del aroma de Wolfram. Su rostro se comprimió en un gesto de dolor, en el camino había limpiado sus mejillas de las lágrimas y había intentado tranquilizarse.

-Wolfram.

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Miko abrió la puerta de su casa llevándose la grata sorpresa de ver a su hijo acompañado de su pareja, una sonrisa surcó sus labios y saludó a ambos chicos.

-Es bueno tenerlos aquí ¿Cómo así vinieron a visitar?

-Quería estar con ustedes para la navidad ¿Dónde está Yuuri?—Preguntó Shori Shibuya, el hijo mayor de Shoma y Miko.

-Se ha ido de vacaciones con su abuela, lamento no haberte avisado antes.

-¿Y justo para estas fechas?

-Ha querido irla a visitar, hace tiempo que no la veía.

Se sentaron en los lindos muebles de la sala en una conversación animada. Miko se sentía contenta que su hijo tuviera una sonrisa de felicidad en sus labios, no lo había visto tan animado desde que había fallecido su padre. Ese momento fue impactante incluso para él, aunque solo recibió la noticia.

-Madre, queremos decirte algo.

-¿Si?

-Viajaremos a Estados Unidos—Miko miró sorprendida a su hijo, viajar a Estados Unidos para ella significaba una sola cosa, boda. La felicidad acogió su corazón en un abrazo furtivo.

-¡Enserio! Que felicidad, Yuuri se alegrará cuando escuche esta noticia, ya era hora, Kaoru-kun.

Ambos chicos sonrieron, uno más avergonzado que el otro pero no importaba, la felicidad había llegado en víspera de navidad.

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Murata removía sus cabellos con ambas manos, sus pies no se detenían y daban vueltas en torno a todo lo que podía encontrar, las cosas no habían salido como esperaba. Al menos una significativa parte de su plan, regresar a Wolfram con vida. Había fallado su promesa en cierta parte, no había podido ayudar a Wolfram como él quería. Se sentía frustrado.

-Wolf, quería…quería hablarte correctamente cuando todo esto pasara, decirte lo mucho que Conrad y yo te queremos, pero…no ha podido suceder—Gwendal acariciaba la pálida mejilla de Wolfram.

-Nuestra madre, maldición, nuestra madre no aceptará esto, será un golpe demasiado duro para ella.

La presencia de los paramédicos fue un poco tardía pero eso ya no importaba. Murata les indicó donde se encontraba Wolfram y fueron a recogerlo en una camilla.

-Está muerto—Les dijo Murata a los dos señores que lo elevaron y acostaron en la camilla.

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Yuuri entró en la casa, no porque quisiera sino porque necesitaba hacerlo, la nieve que había empezado a acumularse en el portal de la casa le empezaba a provocar un frío terrible. Miró la sala, recordando el momento que había pasado en ella junto a Wolfram, con el violín y la mirada emocionada al escucharlo tocar. La divertida noche que habían tenido, si tan solo hubiera sabido que iba a ser la última noche de felicidad a su lado más que seguro la hubiera aprovechado al máximo. El muchacho había sido su mejor compañía.

Su celular vibró en el bolsillo de su pantalón, lo sacó y leyó el mensaje enviado por Megumi, había salido un momento a ver a su tía. Bloqueó el aparato y se lanzó en el mueble, mirando la televisión apagada. Lo que más le preocupaba era la reacción de Cecile junto a su abuela ¿Cómo le diría lo que sucedió? Debería de contarle todo lo que sabía y eso significaba recordar momentos de dolor para toda la familia en general.

Dio un suspiro mientras llevaba su brazo por detrás de su cabeza, todo había sido tan rápido, una semana y las cosas habían sido tan dolorosas, tan agonizantes. Sentía que habían pasado muchos meses por todo aquello, más sin embargo eran apenas días que formaban una semana.

-Por eso odio esta parte de mí, que se encariña fácilmente con las personas—Miró los alrededores, la decoración de navidad había sido nula en la casa, quizás porque Cecile no había estado en casa, en una esquina se encontraba el árbol de navidad sin decorar. Sonrió débilmente al recordar que había planeado una cena en compañía de Megumi, Wolfram e incluso Shion.

-Shion…maldición ¿Por qué tendré que ser dador de malas noticias a la gente? No se cómo vaya a reaccionar.

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-Y es por eso que la empresa debe pertenecerme legalmente, el hecho de que tenga dos hijos de otro compromiso no hace que el legítimo heredero pierda valor. Es más, junto a mi esposo antes de que falleciera, firmamos un documento que haga constancia de que la empresa le pertenecerá a Wolfram von Bielefeld una vez que cumpla la mayoría de edad.

-Su esposo estaba al tanto de la situación ¿No es así?

-Así es, William sabía perfectamente de mis compromisos anteriores y de la existencia de mis otros hijos.

-Una pregunta—Waltorada elevó su mano como imaginando que con esa pregunta iba a desmoronar el castillo de arena que había formado Cecile—Si William estaba enterado de todo ¿Por qué no vivió con sus hijos en esa temporada?

-Esa pregunta está más que obvia—Dijo Cecile mirando a Meiko—Las respectivas abuelas de mis hijos, es decir, mis ex suegras me dijeron que no querían que críe a mis hijos con un nuevo hombre, se hicieron de la custodia de ambos y yo solo los podía ver unos escasos días. Ahora ellos tienen veinticinco y veintisiete años y pasan a verme con constancia por la empresa.

Waltorada mordió la punta de su esfero, había respondido correctamente y eso le molestaba. El juez que habían contratado para el acto miró a ambos con una severa mirada. Anotó ciertas cosas y acomodó los documentos que había en sus manos.

-Bien, para terminar las cosas rápidamente ya que es navidad y creo que quieren regresar con sus familias—Miro a las mujeres sin cambiar el gesto—La empresa y sus sucursales quedarán a nombre de Cecile von Spitzberg hasta que su hijo pueda seguir con su legado.

Meiko y Cecile se abrazaron mientras miraban al juez con felicidad, Waltorada solo apretó los puños por debajo de la mesa, había perdido y no tan dignamente.

-Esto es algo verdaderamente bueno, debemos avisarle lo más pronto posible a Wolfram—Dijo Meiko sonriéndole con emoción.

-Sí, y debe ser personalmente, tomaremos con anticipación el vuelo, quiero estar con ellos para navidad.

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Adalberto miraba irritado todo a su alrededor, el poco aire fresco que entraba no le abastecía para poder sentirse bien, empezaba a sudar por estar encerrado y los nervios habían desaparecido. Ahora quería escapar, ya no pensaba que estar encarcelado era la mejor opción. Miró al policía que lo custodiaba, estaba sin armamento y un poco distraído en su celular, la víspera de noche buena debería estar de su lado.

-Necesito ir al baño—Le mencionó al hombre, este solo lo ignoró olímpicamente—Entonces lo haré aquí adentro.

El joven policía regresó la mirada aterrado de que hiciera eso en el auto del director por lo que enseguida desactivó la alarma y dejó que bajara. Adalberto miró por unos minutos al hombre, las llaves de las esposas se encontraban guindando de su bolsillo, sería fácil tomarlas. Se agachó como intentando amarrarse los zapatos y extrajo las llaves para luego correr directo al bosque. El hombre dio un grito de advertencia y dos más se sumaron a él. Adalberto se liberó de las esposas y corrió mucho más rápido por el bosque cubierto de nieve, pisaba arrastrando sus pies para poder borrar la marca de sus pasos impregnada en la nieve.

-Si ese desgraciado sabía de mi significa que Wolfram le contó lo que hice. Ese desgraciado, por su culpa ahora tengo que esconderme. Ojala y el disparo que escuché fuera directamente en su corazón.

Seguía corriendo, arremetiendo con ramas secas por el frio y chocando más de una vez con el tronco de un árbol. Debía conseguir escapar, era eso o la muerte dentro de la cárcel. Encontró una pronunciada elevación que podía subir. La escaló sin miedo alguno y desde arriba pudo ver a tres hombres que lo buscaban. Tomó la primera piedra que se cruzó en su camino y la tiró a una distancia considerable haciendo un sonido entre los árboles. Los hombres percataron el sonido y corrieron a donde había sido escuchado. Adalberto se levantó y corrió en otra dirección, había escapado de la policía.

-Viviré.

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Los paramédicos miraron sorprendidos ante lo dicho por Murata, el muchacho se encontraba muerto, aun así no dudaron en tratarlo con cuidado, después de todo respetar al cuerpo de un muerto era lo primero que les enseñaban en primeros auxilios. Pasaron los pasillos de la empresa siendo seguidos por Conrad, Gwendal y Murata. Los demás se encontraban fuera en las patrullas listos pasa irse. A Reiko le habían colocado un sedante para que no intentase asesinar al hombre que lo había apresado y a Kyo solo lo mantenían custodiado.

Murata vio a tres hombres regresando del bosque y cuestionó eso con la mirada.

-Lo sentimos tanto, pero se ha escapado uno de los presos.

-¿Qué dice? ¿Quién?—Dijo Murata al no estar enterado de la aprensión de Adalberto.

-Adalberto—Susurró Gwendal con el ceño fruncido—Ese desgraciado escapó.

-¿Capturaron a Adalberto? Bueno…no representaba tanto peligro, al menos los más buscados han sido apresados y eso importa…por ahora solo debemos ir a declarar en la comisaría.

Subieron la camilla donde se encontraba Wolfram a la ambulancia, los dos paramédicos se colocaron a los lados del muchacho y la puerta fue cerrada, Murata observó la luz encendida dentro del vehículo. Caminó hasta la patrulla donde estaban Conrad y Gwendal y subió en ella. La ambulancia fue primera, con paso tranquilo y en calma, seguida de las siete patrullas de policías.

-Tanto las fotos como el celular en sí las guardé para más pruebas.

-Al menos su orgullo no desfalleció nunca—susurró Conrad.

-Las cosas se han desviado un poco—Dijo Murata en voz ahogada, mirando lo que podía de esos dos hombres.

-Las cosas se desviaron notablemente, Murata—Respondió con voz ronca Gwendal.

Iban detrás de la ambulancia, abriéndose paso tranquilamente entre los demás carros. De pronto y sin razón alguna, la sirena de la ambulancia empezó a sonar estrepitosamente, el paso del vehículo se fue intensificando provocando que Gwendal también hiciera lo mismo. Los autos se abrían rápidamente ante la ambulancia y con confusión en sus rostros  decidieron seguirla de cerca.

-¿Pero porque encendieron la sirena?—Dijo Murata sorprendido y un poco nervioso

-Aumentaron la velocidad a la que íbamos…podría ser que—Gwendal apretó el volante debajo de sus manos y pisó a fondo el acelerador.

-¡Wolfram!—Conrad mostraba un gesto de sorpresa.

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Continuará.

Notas finales:

La cosa se pone algo pesada ¿No creen? ¿Que pasará? espero poder darle el toque que ustedes buscan, ya saben que yo estoy predispuesta a tomar en cuenta sus opiniones y ha plasmarlas en el fic si es necesario, son parte importante de este fic. Espero siga siendo de su agrado y que sigan comentando. Muchas gracias de verdad, gente bella nos vemos en la siguiente actualización :)


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