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Notas del capitulo:

Bueno, ya edité el 2do capítulo. Así que, acá está.

Gracias por pasarse a leer.

En un amplio gimnasio se encontraban disputando un partido basquet, el equipo local iba perdiendo por 2 tantos faltando 9 segundos. El jugador número 7 saca poniendo el balón en juego, pasándosela al 15 quien da un pase de volea al 13 que la toma sin problema y esquiva a su contrincante haciéndole pasar la pelota entre las piernas y se dirige directo al aro faltando 3 segundos. Con el tiempo justo logra convertir la bandeja y a la vez consiguiendo una falta del jugador 6 del otro equipo en el momento que suena la chicharra del final del partido. Era su responsabilidad meter ese simple para ganar el partido y no ir a un tiempo suplementario. Con tranquilidad se fue a perfilar en la línea de foul, tomó la pelota que le pasó el juez, la picó un par de veces, la tomó y miró el aro dando un largo suspiro, flexionó las piernas e impulsó la bola... el ruido de la red dio por acertado el lanzamiento logrando que el equipo de color azul y rojo ganara lo que sería el quinto partido consecutivo quedando en el primer lugar de la tabla. La ovación no se hizo esperar en el gimnasio, la gente emocionada al igual que los jugadores festejaban con abrazos, sonrisas y cánticos.

 

 

 

-¡Qué grande Pablito! –se le acercó uno de los compañeros, tirándose encima del número 13- ¡Tenemos que festejar este triunfo! ¡Estamos primeros!

 

-¡Estoy de acuerdo con eso! -dijo igualmente de feliz y todo el equipo levantó sus brazos ante los espectadores.

 

 

 

Todo el revuelo se terminó en algunos minutos dejando simplemente el gimnasio en penumbras y la totalidad del lugar muy desprolijo. Se escuchaba el ruido de las duchas y mucho griterío. Claro, los triunfadores se encontraban de muy buen ánimo y por ello saldrían por unos tragos a algún bar cercano de allí del que eran asiduos.

 

 

 

-Por cábala, declaro que hoy iremos a “Eros” -anunció un muchacho de pelo rubio y ojos celestes que estaba con la toalla en la cintura paseándose por el vestuario molestando a todos. “Eros” era un bar-pool, que se encontraba en un segundo piso y tenía salida a un balcón enorme.

 

-Yo acato la decisión –saltó uno de sus compañeros de pelo oscuro que fue a arrebatarle la toalla a su compañero que andaba molestando, dejándolo desnudo.

 

-¿Qué tanto miran? ¿Les gusto? -mientras se tapaba sus partes.

 

-Más bien te miramos porque parece que te gusta que lo hagamos, siempre terminás mostrando tus genitales -dijo Pablo y luego de este comentario comenzaron a reírse.

 

-Saben que es mentira, es que ustedes se cambian muy rápido -dijo con morritos, mientras se ponía el calzoncillo.

 

-Bueno, basta de hablar tonterías. Vamos de una vez, siempre eres el último en cambiarte, apresúrate -le recriminó uno de sus compañeros.

 

-Está bien, está bien. No tienen por qué enojarse -agarró las cosas del bolso y comenzó a cambiarse.

 

 

 

A unas cuantas cuadras de la cancha de básquet, en la cafetería “El Artesano” se encontraban tres amigos hablando.

 

-Ya falta poco para cerrar, ¿verdad? -dijo una jovencita que tenía ambos codos apoyados en la barra con su cara entre las manos, mirando el reloj que estaba por marcar las 22hs.

 

-Sí. En cinco minutos cierro. Pero si quieren vayan yendo -comentó el muchacho de ojos miel.

 

-Te esperamos. Porque estoy seguro que si te dejamos solo, no irás -lo miró de costado un joven de cabellos rojos.

 

-Está bien, está bien -dio un suspiro bajando la cabeza- Acomodo aquí y nos vamos.

 

-Oye, cuéntanos, ¿así que hablaste con ese tal Pablo? -le preguntó su amiga, Gisel, que sabía la situación del joven, eran amigos desde el colegio y ahora seguían siendo igual de amigos o más que antes.

 

-Sí, la verdad, es muy entretenido, pensé que era más antipático. Y además, tiene unos ojos hermosos, su mirada es muy intensa -comentó mirando al suelo, como recordando cada palabra que ese chico le había dicho, mientras pasaba un trapo por la barra.

 

-¿Tiene ojos claros? -preguntó Andrés, el joven que estaba con ellos, otro amigo, pero este del curso de chef que también conoce su inclinación.

 

-No. Son negros, ¿por qué tienen que ser ojos claros para ser lindos? Son muy oscuros, casi no se distingue la pupila de iris -decía algo ofendido.

 

-Jaja, no te pongas así. Si a ti te gusta está bien por mí -lo miraba divertido mientras se dirigían a la salida del local.

 

-Y, entonces, ¿lo volverás a ver? ¿Tienes su celular? ¿Algo? -dijo eso en un segundo Gisel, es de hablar rápido.

 

-Apenas sé que vive a unas cuantas cuadras de aquí, que juega al básquet en Club Unido y que sus padres viven lejos de aquí, nada más -dijo poniéndole el candado a las rejas del local.

 

-Sabés bastantes cosas, ¿pero no dijo que iba a volver? -insistió ella, mientras comenzaron a caminar hacia la esquina.

 

-Sí, dijo que pasaría, pero no lo sé con certeza -dijo deprimido- De cualquier forma no gano nada pensando en eso, solo me queda esperar -pensó por un segundo, la miró y continuó- Además, ¿quién dijo que yo haría algo?

 

-¿No vas a intentar conquistarlo? -le dijo ella con una sonrisa.

 

-No, me conformo con su amistad -un destello de tristeza se veía en su mirada.

 

-No puedes decir eso, va a doler y lo sabes bien -acotó el colorado.

 

-Lo voy a intentar y cuando duela demasiado dejaré de verlo.

 

-Lo dices como si fuera sencillo, estás loco -un poco enojada y triste dijo la chica.

 

-Además, él no es gay, chicos. No voy a declararme a alguien que se ve que es heterosexual. Es más debe tener muchas chicas tras él. No va a venir a buscar algo con un chico como yo –ya habían doblado en la esquina y estaban llegando a mitad de cuadra.

 

-Con esos ánimos, ni modo. Pero si es lo que vos querés –dijo la chica resignada. Cuando llegaron a la avenida, cruzaron en frente.

 

-Bueno, pero ya basta de hablar de esto, al final salimos para divertirnos o ¿no? -cambiando el tono a uno más alegre dijo Ariel -Además ya llegamos así que hay que entrar con una sonrisa en el rostro.

 

-Admiro tu optimismo -dijo la joven que lo tomó del brazo para subir las escaleras hacia el bar.

 

 

 

Ingresaron y ya había bastante gente a pesar de ser pasadas las diez, ya que había pool iba temprano la gente, luego de la medianoche los viernes había cantobar y los días sábados como este, se pasaba música para bailar. Había un grupo revoltoso en una de las esquinas del ventanal que daba hacia afuera, varias parejas en los sillones de los costados, algunos jugando al pool. La iluminación era tenue, las paredes rojas daban una sensación cálida al lugar. En los ventanales había enredaderas, el verde de las plantas contrastaba armónicamente con el rojo de las paredes. Decidieron sentarse donde es el balcón del lugar, donde hay mesas altas. La noche estaba linda para estar al aire libre, además la música molestaba menos.

 

Adentro un grupo de jóvenes llamativos se encontraban tomando cerveza muy animados, jugando al pool y mirando a cada chica que pasaba por al lado suyo diciéndole algún piropo. Los tres amigos, se pidieron unos tragos para empezar la noche. El tiempo fue pasando entre charla y risas, hasta que el lugar se saturó de gente bailando.

 

 

 

-Vamos a bailar Ariel -le dijo la chica tomándolo del brazo.

 

-No, vayan ustedes. Anduve mucho en el local, me quedaré sentado. Vayan, vayan -les hizo un ademán de mano para que se fueran tranquilos- Adentro hay demasiada gente, no tengo ganas de andar apretado y ser pisoteado por alguien -hablaba bajito para sí mismo mirando los autos pasar por la cuadra.

 

-Ariel -lo llamó una voz conocida, se volteó a mirar.

 

-¿Cómo estás? -era nada más y nada menos que Pablo.

 

-Muy bien. Hoy ganamos, estamos primeros -le contaba porque el día anterior le había dicho que tenía partido y éste le había deseado éxito- Y tú, ¿cómo estás?

 

-Felicitaciones por el triunfo, entonces. Yo bien, un poco cansado -le sonrió, algo avergonzado de la situación- ¿Viene aquí seguido? Porque en general cuando salgo con mis amigos venimos acá.

 

-Casi siempre venimos con los chicos. Tal vez te haya cruzado alguna vez. Pero soy muy despistado como para recordar. Si algún día no te saludo es que voy colgado en mi mundo -posó una de sus manos en el hombro del joven sentado.

 

-Jaja, no hay problema por eso.

 

-Hoy, ¿viniste solo? –se acercaba a la baranda cerca de la silla de Ariel.

 

-No, con unos amigos, pero están bailando y no tengo ganas -está agradeciéndose a sí mismo por no haber ido a bailar.

 

-A mi no me agrada mucho bailar, así que cuando ellos bailan yo paseo por todo el lugar -terminó apoyándose en la baranda del balcón mirando hacia la esquina. Ambos quedaron en silencio por un rato.

 

-¿Tienes novia? –se aventuró a preguntar el más bajito.

 

-Yo no, paso. Si todas son como mis compañeras de trabajo prefiero morir soltero –bromeó y miró hacia donde estaba su acompañante- En realidad, no tengo una relación seria hace bastante, he estado con algunas chicas de una noche, pero todavía no encuentro la chica ideal, supongo. ¿Y qué hay de ti?

 

-¿Yo? No, voy solo por la vida, jeje –dijo con una gota que le resbalaba en la sien.

 

-Es raro, a las chicas les gustan los de tu estilo –se puso de espaldas, apoyando su espalda en la baranda del balcón.

 

-Es más raro que tu no tengas novia. Eres imponente -Pablo lo miró divertido.

 

-¿Y eso qué? -le cuestionó sentándose junto a él.

 

-Eres alto y tienes buen físico, aparte eres deportista, que eso suma mucho hoy en día –finalizó lo que dijo con el dedo índice en alto en frente a su cara.

 

-Está bien, tendré que creerte, jajaja –sonrió al final y quedaron callados.

 

-¿Quiéres? -le ofreció del trago que tenía, para cortar el momento de silencio.

 

-Sí, gracias –tomó un sorbo largo.

 

-Pablooooooooooooo -se oyó un grito desde la entrada al balcón- Anda, ven a bailar conmigo -ahora ya estaba al lado del muchacho jalándolo del brazo.

 

-Te digo que no. ¿Cuántas veces lo voy a tener que repetir? No me gusta bailar, no lo voy a hacer -miró hacia otro lado sin darle importancia y siguió tomando del trago que tenía.

 

-¿Quién es él? -preguntó el chico de ojos celestes (el que se había quedado desnudo en el vestuario) que lo abrazó por el cuello, mirando desafiante al que tenía en frente.

 

-Ariel, un amigo. Él es Alejandro, un compañero del equipo –mientras trataba de quitárselo de encima.

 

-Un placer -dijo el chico de la cafetería.

 

-Sí -secamente contestó el otro- No te juntes con él -le susurró al oído a su amigo.

 

-¿Qué te pasa? -Ariel miraba pero como no escuchaba, no entendía, lo único que vio fue la expresión de desentendimiento de Pablo.

 

-Nada. Es que tomé de más, no sé bien lo que estoy diciendo –se sonrió, pero seguía con la mirada desafiante en contra del acompañante de moreno.

 

-¡Ale, vení para acá! -gritaron desde adentro.

 

-¡Voy! ¡Voy! Chao -se fue no muy convencido.

 

-Me parece que no le caigo bien -comentó a la vez que giró la cabeza para ver por donde había ido el chico.

 

-Es que está borracho, es celoso cuando está así -se sentía algo apenado. Un silencio sepulcral había en ese momento, lo único que escuchaban era la música que llegaba desde adentro. Ariel tomó el vaso de fernet en el mismo momento en que Pablo iba a hacerlo, ante el roce el más alto solo lo miró e iba a sacar la mano, pero el pequeño quitó la mano al instante con un leve sonrojo y guardó sus manos entre las piernas.

 

-Tómalo, ya bebí suficiente -miraba hacia un costado para evitar el contacto visual. A Pablo le resultaba rara la nueva actitud.

 

-No quiero incomodarte, mejor me voy -atinó a levantarse, pero Ariel lo detuvo.

 

-No me incomodás, es solo que... -lo jaló de la remera, no iba a decirle que le gustaba, ahora que lo estaba pensando más detenidamente, al menos debía decirle que era gay- es que...

 

-Pablito de mi corazón -nuevamente apareció el jovencito nudista arrebatando al chico del agarre del pequeño- ¿Ya vienes a bailar conmigo? Te di bastante tiempo.

 

-Estás completamente borracho -lo miraba desde arriba sosteniéndolo.

 

-No tanto, aún puedo tomar más. Además te dije que no estés con este chico -dijo señalándolo.

 

-¿Cuál es tu problema? –Ariel posó ambas manos sobre la mesa y lo miró desafiante.

 

-Que estés con Pablo. Yo te conozco, te he visto antes -se le acercó y le habló de forma que el otro no lo escuchara- Sé que eres gay, te vi en el boliche, no te hagas el santo -en forma cierta, Ariel iba con una amiga a un boliche gay muy conocido de la zona, “Lolipop”.

 

-No es algo que a ti te interese -le retrucó bastante enojado y cerca de su cara.

 

-Entonces, le contaré a Pablo. Seguro estás pretendiendo llevártelo a la cama, ¿verdad? -lo miró con una ceja levantada.

 

-¿Cuál es tú problema? ¿Quieres que le diga que tú también eres gay? -trataba de no levantar la voz a pesar de que quería ahorcarlo.

 

-Ya lo sabe, yo no pierdo nada, es más sabe que me gusta -le dijo con una sonrisa mostrando sus dientes. Sin decir nada Ariel se dio la vuelta, con la intención de irse de allí. No quería tener problemas y menos con Pablo.

 

-¿A dónde vas? -le cuestionó el morocho al ver al pequeño ir en dirección de la escalera, pero no recibió respuesta- Eres un idiota -le dijo a su amigo basquetbolista.

 

-Yo no hice nada -se hurgó el oído mirándolo como iba detrás del otro chico- ¿A dónde vas? Ven acá, ¿por qué vas tras él? ¡Pablo! -se sentó y se cruzó de brazos.

 

-Ariel, espera -tratando de alcanzarlo entre la multitud del lugar. El castaño ya había llegado a las escaleras, y estaba por mandar un mensaje a sus amigos para avisar que él se iría- Aquí estás. Discúlpalo, siempre dice tonterías. No tiene1s porque hacerle caso, que no arruine tu noche.

 

-No te preocupes, ya estaba cansado de estar sentado allí, mejor me voy a casa a dormir y así no te sigo aburriendo con mis cosas, solo les aviso a mis amigos que me voy así no se preocupan –seguía con la cabeza inmersa en el celular, no quería mirarlo.

 

-¿Vas a ir solo? Mejor pide un remis -se estaba preocupando, a pesar de recién conocerlo le estaba afectando que por culpa de su amigo, o de él mismo en definitiva, estuviera mal.

 

-No hace falta, vivo a cuatro cuadras de aquí -dijo cuando finalmente cerró su celular.

 

-Entonces te acompaño, a pesar de todo, es peligroso andar solo a estas horas.

 

-Pero después tienes que volver, así que es lo mismo, preferible que me pase algo a mi solo y no a los dos -le dijo con un pequeña sonrisa, dándose la vuelta.

 

-No estoy de acuerdo. Y no vas a convencerme así que no lo intentés, te voy a acompañar y se acabó -le dijo con una ceja levantada y los brazos cruzados, mirándole la nuca.

 

-Sé cuidarme solo -también se cruzó de brazos, se dio la vuelta y lo miró ofendido.

 

-Bueno, entonces iré atrás tuyo, no puedes impedírmelo -se sonrió de costado.

 

-... -solo lo miró y suspiró- No hay remedio ¿Verdad?

 

-No -dijo convencido, rodeando el cuello del otro con su brazo y comenzando a caminar.

 

-No es para allá, es hacia el otro lado -lo miró hacia arriba riéndose.

 

-Claro, claro. Perdón, jaja -soltó el agarre y caminaron por las calles bastante tranquilas del barrio, se cruzaron a unas chicas que le dijeron cosas como “Que lindos que son”, “¿No quieren quedarse con  nosotras a tomar algo?”, “Qué linda cola que tienen”, o al menos eso fue lo que alcanzaron a escuchar- Ves por qué te digo que prefiero morir soltero, ya no les importa nada -dijo con una gota saliendo de su frente.

 

-Jaja, tienes razón –sonrió -caminaron casi una cuadra en silencio -Te agradezco que te preocupes y me acompañes. Pero no hace falta, andá así disfrutas lo que queda de la noche.

 

-Ni pienso volver, fue demasiada música chatarra por hoy -se rascó la cabeza mirando hacia el cielo.

 

-Es aquí -dijo parando frente a las puertas vidriadas del departamento.

 

-Qué lindo -dijo al ver que era iluminado y parecía estar bastante limpio.

 

-Sí, y además es barato -se alegro del comentario.

 

-De aquí ¿algún remis? -miró hacia ambos lados de la calle despreocupado.

 

-¿No prefieres pasar? Te pido uno de confianza que tengo -le ofreció algo nervioso.

 

-Me parece bien -aceptó sin problemas. Ariel abrió la puerta de entrada.

 

-Es en el primer piso, son pocas escaleras, no vamos a tomar el ascensor.

 

-Soy deportista, no hay problema... y todavía no tengo tanto alcohol en la sangre, jaja -llegaron al primer piso y se dirigieron al departamento número 7.

 

-Hay un poco de desorden, pero es que no tuve tiempo de limpiar en la semana -se disculpó tomándose con una mano la cabeza.

 

-No hay problema, mi departamento está peor.

 

-Siento que hayas tenido que acompañarme, tengo algunas cervezas y fernet en la heladera, si quieres podemos poner música que te agrade o mirar algo en la tele -no pensaba hacer nada, ni declararse, solo pasar tiempo y tomar un poco de confianza con ese chico que tanto le gustaba

 

-¿Qué hora es? -se dijo más para sí, mirándose su reloj, eran pasada la una recién- Es temprano, ¿por qué no? Además también estoy apenado por el mal rato con Ale.

 

-No te preocupes, eso ya se me pasó, fue una estupidés, no tendría que haberme enojado así -fue a sentarse en el sillón que estaba en el living.

 

-No, es que siempre hace lo mismo y un día lo voy a golpear por eso -dijo sentándose junto al anfitrión.

 

-¿Siempre hace eso? -muy sorprendido, aunque seguro es porque se pone celoso pensó.

 

-Es que, bueno, verás. Él es gay y gusta de mí y bueno... es eso en realidad, se pone celoso y viene y molesta a quien tenga alrededor, por eso nunca salgo con él. En fin, espero que no te haya molestado o se haya pasado con lo que te dijo -Ariel se levantó y fue a buscar una cerveza a la heladera.

 

-¿Qué opinas de eso? ¿De que sea gay? -ya que él sacó el tema, aprovecharía la ocasión.

 

-No me molesta, además, yo hablé con él y nunca podría pasar nada, no se enojó. Es más me sigue molestando de vez en cuando, pero no excede los límites así que está bien por mí -observaba el minicomponente al lado de él, había varios cd´s y se los puso a observar, eran de rock o punk melódico. Tomó uno de ellos y lo colocó, y comenzó a sonar una banda punk, llamada “Mal Momento”.

 

-Ese cd es el mejor. ¿Te gusta la banda? -le comentó cuando estaba sentándose y sirviendo la cerveza en unos vasos alargados.

 

-Sí, está buena -tomó su vaso y le dio un largo sorbo. Ariel prendió la televisión y puso el canal de deportes que estaban pasando un  partido de básquet, le bajó el sonido y lo puso de fondo, así habría algo que mirar más que sus caras- No tienes que poner esto por mí, eh.

 

-Que sea ojota para los deportes, no significa que no me gusten -dijo haciéndose el ofendido.

 

-Oh, está bien -sonrió- Entonces, cuando quieras te invito a ver un partido.

 

-Sería interesante, pero ¿no le molestará a tu amigo?

 

-Ya lo hablé con él, si no quiere entender, no es mi culpa -se encontraba tirado prácticamente en el sillón, con la cerveza en la mano y mirando concentrado el partido.

 

-Tienes muy buena aceptación ante la situación -quería saber más, qué opinaba de los gay, aunque parece que no le molestara por cómo se lleva con su amigo.

 

-No discrimino, cada quien tiene derecho a gustarle quien quiera. ¡Mirá que tapón! - se levantó de golpe al ver una tapada de uno de los jugadores de la NBA y luego se sentó nuevamente- Además, lo conozco desde que somos chicos, no puedo darle vuelta la cara e ignorarlo. Me dolería ser así, además, jugamos juntos, es difícil a veces.

 

-¿Nunca lo pensaste por un momento? -sabía que estaba mal preguntarle aquello, pero quería saber si tenía alguna posibilidad.

 

-No. Y solo porque es mi amigo desde pequeño, además lo conozco y sé que no se lo puede tomar en serio.

 

-Ya veo... es interesante tu punto de vista –miró que Pablo ya no tenía más cerveza y se levantó, estaba feliz, tal vez si tendría una oportunidad- Voy a buscar el fernet -su acompañante lo siguió con la mirada y luego miró al piso y nuevamente el partido.

 

 

 

Y así pasaron casi hora y media, mirando la tv y escuchando música. Pusieron una película subtitulada y siguieron tomando cerveza, fernet y de casualidad encontró un vino blanco que había traído Gisel el otro día. Hablaron de cosas de la vida, relaciones laborales, antiguas parejas, Ariel no le dijo que eran muchachos sus anteriores parejas, pero no importaba. Aunque la conversación se acabó cuando ambos tenían demasiado alcohol encima y se dedicaron solo a mirar la película, hasta que no se sabe por qué, pero a Pablo se le prendió la lamparita del recuerdo y preguntó...

 

 

 

-¿Qué fue lo que te ocurrió antes de que venga Ale la segunda vez? Cambiaste tu actitud, hasta yo que soy despistado me di cuenta que algo te preocupaba -puso un dedo en sus labios con actitud pensadora y miró hacia arriba- aunque, ahora que lo pienso, te pusiste extraño cuando vino por primera vez... -le costaba algo articular las palabras, pero lo logró muy bien.

 

-Ah... eso... -recordó lo que había pensado decirle y se acaloró más de lo que ya estaba por el alcohol que tenía encima- No era nada importante -dijo mirando hacia otro lado ocultando la mirada.

 

-No me gusta que me mientan, dime la verdad -se le acercó y lo miró fijo a los ojos- Dale, contame -todo su cuerpo emanaba olor a alcohol, por los poros.

 

-... -tragó saliva, lo miró- Es que... yo... a mí... es difícil de decirlo... no quiero perder la confianza que logré contigo...

 

-Te prometo que no pasará -puso su mano derecha en el corazón e hizo como el juramento con la mano izquierda en alto.

 

-Es que a mí también me gustan los hombres... -Pablo no cambió su expresión, se había imaginado algo como eso, por eso era la actitud de su otro amigo- Y tu amigo me intimidó y me dijo que te iba a decir que yo era gay y que te quería llevar a la cama, y no quería que pasará eso, porque te aprecio y no quería que dejés de hablarme -miró triste al piso.

 

-¿Y quieres llevarme a la cama? -se le insinuó y se acercó más a él.

 

-No me hagas esto, no quiero terminar mal las cosas contigo -estaba rojo como tomate y esquivando la mirada del lindo morocho que tenía frente a él.

 

-¿Pero quieres? -le tomó el mentón y sus labios se acercaron, a decir verdad, Ariel tenía unas hermosas facciones y su cuerpo parecía ser delgado como el de una pequeña chica.

 

-¿Al menos te gusto como para estarme diciendo todas estas cosas? ¿O es simplemente por qué quieres probar con un hombre? -seguía con la misma actitud de no mirarlo a los ojos, estaba muy nervioso y vulnerable ante ese chico.

 

-Eres muy lindo... -rompió la distancia que había entre ellos dos y se fundieron en un beso alcohólico. En ese sillón de color negro, Ariel pudo sentir como su cuerpo entero se estaba derritiendo de tanto calor que le hacía sentir el muchacho pelinegro de manos grandes y frías, ese contacto helado que le hacía estremecer... esos labios que ahora estaban apretando los suyos, le hacían sentir que su deseo se estaba haciendo realidad...

Notas finales:

Espero sus reviews ^-^


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