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Ayudándote a superar tu claustrofobia por 1827kratSN

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A pesar de todo lo que tuvo que ocurrir, Tsuna se sentía feliz de estar de nuevo de regreso. El tiempo pasaba, tenía que continuar con su vida diaria. Superó cada dificultad con sus temores, tal vez sin lograr eliminarlos por completo, pero dispuesto a hacerlo. El retorno a su formación profesional fue pactado, los entrenamientos con su tío para que jamás vuelva a dejarse ganar por personas mal intencionadas, fueron duros, pero lograron mejorar su confianza perdida. Las salidas más seguidas recuperaron sus habilidades sociales. Su vida estaba retomando desde el punto en donde se había quedado, con la pequeña diferencia de que ahora era responsable de un niño de seis años, al cual adoptó con ayuda de su abuelo. Fuuta era el consentido de aquella mansión y pronto debería ingresar a su educación inicial. Muchas cosas retomaron su camino, entre ellas los padres del castaño retomaron su viaje. Con una sonrisa se despidieron, Tsuna les había insistido demasiado, después de todo ya se sentía en capacidad de defenderse solo. Lambo abandonó su hospedaje temporal en Italia con su familia para retomar su vida en Inglaterra, todos estaban bastante animados después de ese periodo difícil, aunque para Tsuna había cierto asuntito extra que resolver

 

 

—¿Entendiste lo que tienes que hacer? – Tsuna se hallaba hablando con su hijo en la habitación del pequeño

—si… pero… ¿por qué debo hacerlo? –

—porque necesito salir solo, pero todos se preocuparán… ¿no lo crees? – sonrió el castaño al más pequeño, dándole el despertador diminuto

—pero es de noche. No deberías salir oto—chan – susurró Fuuta un poco dudoso de lo que iba a hacer

—no te preocupes, solo tengo que aclarar algo – le dio un beso en la frente al pequeño y se dispuso a salir – recuerda, cuando la alarma se active…

—debo avisarle a Hibari—san – sonrió el pequeño como despedida hacia su padre

—confío en ti y no te preocupes, nada pasará

 

 

Tsuna había recibido esa llamada, la esperaba, pero jamás pensó que sería tan insistente. El muy maldito sí que tenía buenos contactos. Le debía muchas cosas, pero quería terminar con todo eso lo más rápido posible, pues necesitaba quitarse ese peso de encima. Era tarde y por lo que sabía, su tío no llegaría a casa, no había nadie más que fuera capaz de detenerlo. Hibari aún no llegaba y aprovechó la ocasión para escabullirse por la cocina, esquivar a la seguridad, salir de la mansión con cautela, tomar un taxi y esperar a la llegada a su destino. Estaba un poco ansioso ya que sabía perfectamente que estaba metiéndose a la boca del lobo, pero confiaba en que nada se saliera de sus manos y pudiese regresar antes de que Hibari lo hiciera. Llegó al lugar pactado, admiró su reloj, apenas había pasado unos veinte minutos, tenía suficiente tiempo. La inconfundible cabellera rubia se mostraba cerca de una de las mesas de aquel lugar y sin pensarlo, se acercó. Tsuna tomó asiento viendo fijamente a su acompañante, no había cambiado nada en ese corto periodo en que se habían dejado de ver

 

 

—pequeño, llegaste rápido – sonrió aquel rubio – te pediré algo de beber – ordenó a uno de los camareros de aquel asqueroso bar y aunque Tsuna se negó, en pocos minutos tenía un vaso de cerveza fría – vamos, conversemos un poco

—no tengo tiempo, habla de una maldita vez – Tsuna frunció su ceño, ese tipo siempre lograba irritarlo solo con la mirada – nuestros negocios terminaron hace tiempo, no quiero que me asocien con un tipo como tú

—antes eras más dulce, pequeño – sonrió maliciosamente mientras bebía el contenido de su vaso

—déjate de juegos y dime qué quieres

—sabes que tengo pruebas de todo lo que has hecho. Si cae en malas manos, tu reputación caerá en el infierno – exageró mientras se reía bajito

—¿estas chantajeándome acaso? – contestó de forma nada educada – bastardo, no tengo paciencia. Si quieres algo, pídelo y ya

—sabes lo que quiero – sonrió de medio lado pasando su mirada por el bello rostro y cuerpo del más joven – siempre lograste evitarme, pero ahora te tengo en mis manos –

—trata de convencerme idiota – ironizó el castaño mostrando una mueca de desagrado

—soy bueno con la lengua – profirió en un claro doble sentido que causó el enfado del joven

—debería cortártela

 

 

Pero…

 

 

Por alguna razón, Hibari se sintió inquieto mientras revisaba los últimos documentos en su escritorio y sin pensarlo, dejó todo de lado. Salió de ahí directamente a su casa, el trabajo podía esperar. Sus malas sensaciones se hicieron evidentes al llegar a casa y no encontrar a su castaño que solía recibirlo, preguntó por él a la primera empleada que se le cruzó, pero no sabía el paradero del más joven. Eso parecía un deja vu, no le gustaba nada. Estaba apenas subiendo las escaleras cuando escuchó como la puerta del pequeño Fuuta se abría con apuro, el niño salía sosteniendo en sus manos un pequeño aparatito ruidoso que intentaba apagar mientras daba presurosos pasos

 

 

—deja que te ayude – Hibari le quitó el aparatito al menor e hizo que ese ruido se terminara

—Hibari—san bienvenido – sonrió el pequeño mientras movía sus manitas con desenfreno, parecía como si sus palabras se atoraran

—¿has visto a Tsuna? – no entendía que trataba de comunicarle el pequeño

—oto—chan… etto… me dijo que… ese sitio – trataba de decir todo con prisa, pero su mente no estaba calmada

—tranquilo – de cierto modo el pequeño Fuuta le recordaba a su pequeño conejo – no te entiendo

—mi padre dijo – suspiró hondo recordando las palabras de Tsuna – dijo que cuando Hibari—san llegase a casa le entregara esto – el pequeño sacó un papelito de sus bolsillos. El mayor lo revisó y contenía una dirección, si no estaba mal era la letra de Tsuna – debe ir a buscar a mi padre en ese lugar, dijo que confiaba que llegase a tiempo

—¿a dónde fue tu padre?

—dijo que alguien lo buscaba y que tenía que ir a resolver un asunto problemático

—vuelve a tu cuarto, iré por tu padre

—vaya con cuidado, Hibari—san

 

 

Tsuna no sabía por cuanto tiempo discutió con el rubio en ese bar, incluso se había bebido la cerveza que tenía en frente a causa de la molestia que la charla le provocaba. Estaba siendo chantajeado, pero no estaba dispuesto a ceder. Sabía lo que el tipo quería a cambio del silencio, pero jamás permitiría eso, pues su cuerpo no era moneda de cambio

 

 

—es una buena oferta pequeño

—convertirme en tu juguete personal no está en discusión – gruñó enfadado mientras dejaba que la última porción de esa bebida se deslizara por su garganta, era amarga, pero al menos hacía que su cuerpo se calmara un poco – puedo darte dinero si quieres, pero déjame en paz de una buena vez

—te ayudé con todo lo que querías, sin recibir un buen pago – el rubio terminaba su tercer vaso y parecía estar intacto – eso tiene que valer algo. Lo hice todo por ti, pequeño

—deja de decirme pequeño, me dan ganas de arrancarte la lengua – amenazó ya cansado de esa discusión sin sentido – tu voz es asquerosa

—pues yo creo que cuando gimes… tu voz es una linda melodía

—no te atrevas a repetirlo – amenazó el castaño sosteniendo la botella vacía entre sus dedos – o te arrepentirás

—solo por imaginármelo me pongo…

—¡cierra la boca! – el castaño le lanzó el objeto escuchando como el cristal roto causaba que todas las miradas se posaran en su mesa unos segundos, para después dejar que ese bullicio adornara el lugar nuevamente. Era común que algunas cosas se rompieran en ese sitio

—me encanta que seas una fiera – se burló el rubio que apenas y logró esquivar el ataque – pero yo te domesticaré – estiró los dedos para acariciar el rostro del más joven

—bastardo – impidió ese asqueroso toque con un rápido movimiento de su mano – no te atrevas a tocarme – se levantó dispuesto a irse, ya no soportaría nada más – si no quieres dinero no tenemos nada más que hablar

—las cosas no son tan fáciles – presuroso alcanzó a tomar del brazo del castaño y tirar del cuerpo delgado hacia él – me debes mucho y pienso cobrármelas – susurró cerca del oído del más joven

—¡aléjate! – amenazó quitándose al tipo de encima y saliendo de aquel lugar – los negocios terminan por hoy

—claro que no – apenas y dejó el dinero de la cuenta mientras salía detrás de Tsuna – las cosas no se acaban así – sonreía mientras alcanzaba al más joven adentrándola a una de las calles secundarias – no pienso quedarme sin paga

—pues deberías acostumbrarte – se alejó tanto como pudo para enfrentar al rubio, si creía que sería fácil estaba loco – atrévete a tocarme una sola vez más y te partiré la cara

—qué lindo – empujó al castaño a la pared cercana acorralándolo con su propio cuerpo – pero no te dejaré ir hasta que quede satisfecho – sonrió mientras trataba de hacer que le menor lo mirara

—tu… — Tsuna apenas y pudo reaccionar cuando vio al rubio retroceder con violencia y caer al piso con fuerza. Sólo despertó cuando vio un par de tonfas arremeter contra su atacante – Hibari—san… espere un poco – aunque no hizo mucho para parar dicho ataque, en el fondo estaba riéndose por aquella situación

—¿quién demonios?… — apenas podía hablar mientras evitaba un par de ataques y se disponía a defenderse con lo que podía. El dolor de aquellos golpes le parecía demasiado, había peleado con muchos antes. pero la furia en esos golpes… era diferente

—te morderé hasta la muerte – aquella amenaza causó que el rubio caído se estremeciera, ver la fiereza en la mirada oscura, el siguiente golpe fue certero haciendo que su sangre se derramara

—ya basta, Hibari—san – apenas y logró detener al mayor cuando creyó que ataque era lo suficiente para ser considerado escarmiento – por favor deténgase, lo necesito consiente

—se atrevió a ponerte una mano encima – gruñó molesto alejándose un poco. Con lo reciente al menos un poco de su furia se había calmado – ¿estás bien?

—si – sonrió levemente, sosteniendo la mano del azabache mientras trataba de que retrocediera lo suficiente – le explicaré todo, pero mantenga la calma

—¿quién demonios es este sujeto? – el rubio se levantó presuroso sintiendo el dolor en su cuerpo – ¿por qué demonios me ataca así?… ¿acaso tiene que ver contigo pequeño?

—te presento a mi novio – sonrió Tsuna ante la impresión del rubio que estaba impactado viendo al azabache sonriente – creo que te matará si me pones un dedo encima, espero que no lo hagas de nuevo

—así que ya tenías dueño – se quejó mientras se reía bajito – me siento engañado pequeño, creí que me ofrecerías tu…

—atrévete a completar la frase y te arrepentirás – hablaba Tsuna seriamente mientras detenía al azabache a su lado – sabes muy bien que no soy nada dócil y estoy perdiendo la paciencia

—deja de llamarlo pequeño – gruñó Hibari molesto, sosteniendo sus tonfas con fuerza – ¿qué asunto tienes con MI castaño?

—nada que te importe – sonrió el rubio agarrándose las costillas por el dolor

—dime una cifra y pagaré, mi única exigencia es que desaparezcas – habló Tsuna mientras se acercaba al sujeto incluso desobedeciendo la orden silenciosa de mayor – no quiero más problemas

—debes pagarme con algo mejor – sonrió el rubio de forma altanera – ¿acaso quieres que alguien sepa como conseguiste las pruebas? – Amenazó viendo la duda en el menor delante suyo – el negocio en el bajo mundo es amplio

—¿de qué hablas? – intervino Hibari curioso por el significado de aquellas palabras

—¿acaso el pequeño no te lo dijo? – sonrió el rubio, disfrutaría de una pequeña venganza – al parecer hay secretos de pareja, eso no es bueno

—cállate – susurró el castaño mientras se mantenía firme – dime una cifra y ya… es la última vez que lo digo

—acaso no el contaste que sabes moverte bie… — el sujeto no logró completar la frase al recibir un golpe que lo hizo caer al suelo. Se rió sonoramente al ver la ira en la mirada chocolate – parece que quieres mi silencio. Ya sabes el precio

—puedo cerrarte la boca de muchas formas – habló Tsuna, su voz fría y calculadora, la mirada oscurecida por la rabia, incluso el rubio sintió un poco de miedo al ver al más joven

—quiero saber a qué se refiere – amenazó Hibari acercándose

—no necesita saberlo, Hibari—san – respondió Tsuna apretando la garganta del rubio que sonreía levemente – son mentiras y no quiero verlo involucrado en esto

—exijo saber, Tsunayoshi – alejó al castaño zafando el agarre que éste mantenía en el hombre caído – deja que me cuente, si miente lo pagará

—espere – trató de alejar al azabache, pero

—digamos que es un buen seductor – soltó de inmediato el rubio caído – sabe sacarle la información a cualquiera – se rió al ver el desconcierto en el castaño – su cuerpecito es un delirio

—¿era eso lo que no querías que supiese, Tsunayoshi? – el castaño se quedó callado, las risas leves del rubio salían, Hibari golpeó al caído para detener aquella burla – debiste decirlo antes – se levantó admirando las facciones del más joven que se encontraba de pie aun sin decir nada, mordiéndose el labio con fuerza – responde

—parece que lo encontraste Tsuna – de pronto la voz de Reborn cambió el ambiente, el hombre ingresaba a aquella calle entre las sombras – ahora me encargo yo – aclaró el azabache de patillas acercándose ante el temor del rubio

—maldita sea — intentó huir, pero fue alcanzado por otro hombre perteneciente a la seguridad de Vongola

—llévate al bastardo, es el único que nos falta – a pesar de las protestas del rubio, fue llevado a un auto cercano – ustedes deberían hablar de eso… y por si lo dudabas Kyoya, yo ya lo sabía… no fue difícil enterarme al encontrar a la persona correcta — Reborn solo miró un momento a su sobrino antes de encaminarse fuera de ese lugar. En discusiones amorosas, él no intervendría

 

Continuará... 


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