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Ayudándote a superar tu claustrofobia por 1827kratSN

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Kyoya solo podía pensar en poseer ese cuerpo frágil y controlándose como es debido lo lograría. Había extrañado esa sensación, esa ansiedad por tenerlo para él, a su merced. Escuchar el primer gemido le dio la seguridad para continuar con un poco de rapidez, deslizando la última prenda que ocultaba ese cuerpo delgado. La retiró con cuidado bajo la atenta mirada chocolate. El menor se aferraba a sus hombros, ojos entrecerrados, cristalinos, el azabache entendía que su pequeño aún tenía miedo y lo besó para darle seguridad. Jugó con la lengua contraria, disfrutó de ese momento, escuchó la respiración entrecortada en medio del ósculo, lo dejó libre en cuanto sintió que era correcto, se quedó observando el filo hilillo de saliva que los unía.

“Kyoya” su nombre fue susurrado muchas veces, le gustaba escucharlo ya que la voz del castaño era suave. Sentó a Tsuna en su regazo para así poder admirar cada expresión que tendría,  los gemidos subieron de tono en cuanto deslizó su mano a aquella parte íntima del más joven, el mismo que se mordía el labio en respuesta. Lo acarició con paciencia observando cada reacción, eran las mismas de la primera vez lo que lo hizo sonreír, jugó con los botones rosas deslizando su lengua una y otra vez, lo mordió con delicadeza escuchando los intensos gemidos que salían de su amante, quería poseerlo una y otra vez

 

 

Tsuna se había perdido en la lujuria, olvidando todo, manteniendo su mente en blanco, pues sentir aquellas caricias, la brisa impactar en su desnudez, el calor de su cuerpo mostrándose en una fina capa de sudor, aferrándose a las hebras azabaches, admirando esas iris metalizadas, era Kyoya… SU Kyoya, nadie más que él. Sonrió al darse cuenta que su cuerpo solo reaccionaba ante las caricias del azabache, entendiendo que su alma se envolvía en paz cuando estaba alado de aquel hombre. Lo abrazó para sentirlo más cerca, disfrutando de las sensaciones que por su cuerpo recorrían. Sentía el movimiento sobre su miembro, envolvió al mayor con sus piernas, escondiéndose en el cuello del mayor se dejó llevar. Deslizó su mano hacia la hombría de su compañero e imitó sus movimientos, pues quería que también sintiera el placer que lo recorría

Tsuna escuchó un leve gruñido, una leve mordida en su lóbulo y suspiró profundamente mientras sentía como ambas hombrías se unían, rozándose. Movió sus caderas desesperado por mantener ese delicioso contacto, sintió el apretón en sus caderas para que ambos cuerpos se unieran aún más si fuese posible. Incrustó sus uñas con fuerza sintiendo como estaba a punto de terminar, gimió con fuerza mientras sentía como su espalda se arqueaba, la electricidad lo recorría inundando su piel, y cuando dejó derramar su esencia lo mordió, marcó el hombro de su amante. Lo escuchó gruñir sonoramente también, se dio cuenta que habían llegado al orgasmo juntos, solo se separó un poco para observar el rostro de su gran amor, del hombre del cual no quería separarse, del que nunca debió alejarse. Lo besó, un par de finas lágrimas se deslizaron por sus mejillas, de felicidad tal vez, poco le importaba, solo sabía que todo el miedo que sentía al estar tan cerca de otra persona había desaparecido, Kyoya era en lo único que podía pensar

 

 

—Tsuna… — el atrevimiento… mentiría si dijera que no se sorprendió, dejó que el castaño siguiera a su modo, pero – estás tentándome – susurró en el oído del menor sintiendo aquel estremecimiento en el cuerpo ajeno – no podré controlarme – deslizó sus manos por las piernas del más joven, acarició la espalda, apretó las caderas mientras lo besaba nuevamente

—no… lo hagas – susurró apenas. Sentía el calor en su rostro, aún estaba siendo afectado por el orgasmo temblando ante cada caricia y suspiró al sentir el roce en su parte baja, en aquella zona escondida. Su cuerpo se estremeció al sentir aquellos dedos jugando con su entrada – Kyoya… puedes hacerlo

—seré cuidadoso – lo recostó colocándose entre las piernas de su conejito, lo vio aferrarse a las sábanas y cerrar los ojos – lámelos – ordenó mientras acariciaba los labios rojos de su pequeño. Tsuna solo obedeció, ingresó cada dígito a su boca, deslizando su lengua por cada uno de ellos en movimientos suaves, manteniendo la mirada fija en los iris contrarios, ansioso por lo que vendría – relájate… – quitó sus dedos de aquella boquita cuando lo consideró conveniente, acarició esa zona sintiendo como el cuerpo delgado se tensaba, pero con timidez abría un poco más sus piernas

 

 

Ingresó el primer dedo con cuidado escuchando la leve queja de su amante, le brindó un beso delicado, los repartió por el rostro, cuello, pecho sin dejar del movimiento en el interior de su castaño. Ingresó el segundo, dilatando aquella apretada entrada con paciencia, lo masturbó para que no se diese cuenta del ingreso del siguiente dedo. Escuchó los gemidos de nuevo, lo mordió en varias ocasiones señalando la pertenencia, lo atormentó con los movimientos de sus dígitos, tratando de llegar lo más profundo que pudiera, hasta hacerlo gritar debido al placer que le daba ese punto especial

 

 

—Kyoya…. Ahí… por…favor… ahí… aah – sin vergüenza alguna pidió mayores atenciones, quería volverse a unir con él, gemir de placer al ser embestido, lo quería todo de Kyoya – más… yo…

—como quieras – escucharlo pedir por más, sentir como lo deseaba le dio paso para descontrolarse. Podía sentir una punzada en su miembro, retiró los dedos, con cuidado cambió de posiciones con el más joven dejándolo encima de su cuerpo – pero… debes hacerlo tú

—¿Qué?… pero – Tsuna se avergonzó al verse en esa posición, sintiendo la hombría rozar contra sus nalgas.

 

Suspiró ante aquel roce extraño, vio el deseo en los iris metálicos y se contagió de este, sabía lo que tenía que hacer. Con algo de duda tomó el control, ingresando aquel falo duro, palpitante, cálido. Sentía escalofríos mientras sus entrañas se expandían aceptando al intruso, escuchaba los leves gruñidos del mayor que apretaba sus caderas incitándolo a bajar totalmente. Sus lágrimas brotaron mientras descendía poco a poco, sentía como su interior recordaba a Kyoya, el dolor le representaba el pequeño sacrificio antes de envolverse por la lujuria, respiraba con dificultad, mientras se relajaba acostumbrándose

 

—Kyo… yaahh – sintió el fuerte agarre en sus caderas haciendo que al fin todo el miembro del azabache estuviera dentro de él en totalidad mientras sus labios eran devorados con necesidad

 

Se separó, empujando al mayor para que se recostara, pues si le había dado el control lo tomaría. Apoyado en el pecho de su amante empezó a moverse, ascendiendo con lentitud y descendiendo con un poco más de prisa, sintiendo cuan profundo llegaba. Gimió con cada movimiento, perdiéndose en el confuso torbellino entre el dolor y el placer. Repitió el proceso una y otra vez, cada vez sintiendo como su cuerpo se acostumbraba a esa posición. El mayor lo ayudó a seguir con mayor velocidad, pues podía sentir como lo presionaba, hasta hacerlo descender con fuerza logrado que ese punto fuera encontrado. Tsuna se arqueó al sentir esa electricidad en su cuerpo, tentado a repetir dicha acción… se dejó guiar, torturándose hasta que empezó a dejar su voz salir sin contenerse. Sollozos, gemidos, súplicas, no sabía que salía de sus labios en esos instantes

 

 

—Tsuna… te amo – sus palabras salieron sin pensarlo atrayendo la atención del más joven que se mantenía en su tarea

 

Kyoya cambió posiciones en cuanto escuchó el último lujurioso gemido del castaño. Salió totalmente dejando que el menor se molestara y lo viera con confusión, pero lo penetró con fuerza haciendo que Tsuna gritara de placer. Quiso ser amable, pero la imagen de Tsuna auto penetrándose mientras gemía, con la mirada llena de deseo, estremeciéndose, fue demasiado para él. El azabache repitió un par de veces la acción, disfrutando del sonido de su nombre entre jadeos, sintiendo los arañazos en su espalda, las piernas del menor rodearlo. Siguió con embestidas desenfrenadas, representando el anhelo a ese acto, tenerlo consigo, uniéndose hasta fundirse en uno solo, besándolo con lujuria mientras aumentaba su velocidad y llegaba hasta el fondo. Siendo apretado por las entrañas del castaño cuando torturaba aquella partecita, viéndolo temblar, arqueándose, algunas lágrimas descendiendo debido al placer. Lo vió masturbarse para doblar las sensaciones, lo sostuvo de las caderas para concentrarse solo en llegar lo más profundo posible, escuchándolo gritar que estaba a punto, para al final sentir como lo apretaba con fuerza mientras derramaba su esencia gritando su nombre. Kyoya gruñó al dejarse llevar por el orgasmo, mordiéndolo cuando sintió su liberación, marcando el pecho del más joven para reclamarlo como suyo, porque nadie osaría o tocar a su pequeño conejo nunca más. El derecho era solo suyo, siempre seria así

 

 

Cayeron Rendidos ante el cansancio, el mar de emociones, los recuerdos borrados, la soledad eliminada. No necesitaban de nada en ese momento, solo la compañía silenciosa. El azabache acomodó a su pequeño el cual apenas se mantenía despierto, besó su frente quitándole el par de mechones que molestaban. Se acomodó a su lado, admirando la tranquilidad con la que respiraba al quedarse dormido, lo abrazó de forma protectora, porque ya todo estaba bien.

 

 

Llegaron a casa muy tarde, encontrándose con el pequeño Fuuta esperándolos ansioso. Timoteo también se encontraba en aquella sala, sonriendo al percibir que la atmósfera entre la pareja había cambiado, además cierta información que su azabache hijo le había dado confirmaba sus sospechas «parece que ya todo terminó» sonrió el anciano. Charlaron un momento decidiendo al fin terminar con ese día ajetreado

 

 

—me alegro de que estés bien oto—chan, Hibari—san es una persona amable que cuida de ti — Tsuna solo podía agradecer a la vida, destino, karma, lo que fuese, por otorgarle una familia como ésa

Buona notte mio figlio, il riposo in modo che domani si può godere la bella vita — italiano usado solo con Fuuta en esa ocasión — descansa para que mañana disfrutes de la hermosa vida — susurró cerca del pequeño mientras le daba el beso de las buenas noches como era su costumbre al cobijarlo para que durmiera

 

El azabache se mantenía en silencio observando la escena de cierta forma enternecido por la dedicación de su castaño hacia el pequeño, pues ambos se merecían vivir sin preocupaciones. Ellos ya habían pasado por muchas adversidades.

Después de esa noche, la normalidad volvió casi en totalidad ya que nada puede permanecer tal como lo fue en un principio, todos cambian y esa familia no fue la excepción. Tsuna afrontó el regreso a la sociedad con una sonrisa, la misma que recuperó su brillo natural, seguro de tener a la persona que amaba junto a él cada noche y día. Tomó las riendas de su vida con valentía, estudió con dedicación, aprendió el flujo de los negocios familiares, viajó para agradecer a aquellas personas que lo ayudaron. No supo exactamente qué sucedió con el rubio informante después de que Reborn se lo llevara

 

—le quitamos todas las pruebas y lo encerramos. Tiene un pasado judicial en otro país —

 

Eso fue lo único claro que escuchó, los demás involucrados estaban en situaciones similares y Tsuna se tranquilizó al saber que ya nada le daría problemas a Vongola. Así continuó con su vida

 

 

 

Un tiempo después…

 

 

 

Fuuta era parte de la nueva familia “si Fuuta es tu hijo debe ser mío también” había comentado Hibari en cierta ocasión para sorpresa del castaño, el cual no había tocado ese tema hasta ese momento. El heredero solo pudo sonreír por aquella frase, porque significaba mucho para él. “no quiero una relación liberal en ésta casa” había mencionado Timoteo con seriedad, pero divertido al ver las reacciones de los implicados. Gokudera y Tsuna sonrojados sin saber cómo reaccionar casi atorándose con las bebidas que consumían en aquellas horas del almuerzo, mientras que un Yamamoto se reía divertido mientras secundaba la idea del anciano. Hibari se mantuvo como si nada, simplemente observando la situación para al final aceptar lo impuesto por el todavía líder de Vongola

 

—tendrán al menos una ceremonia simbólica ya que ese tipo de matrimonio no existe en éste país

 

La orden fue acatada por los presentes, una simple reunión entre la familia y amigos, anillos representando dicha unión fueron regalados por el propio Timoteo. Una fiesta animada, música, un banquete al aire libre, regalos, vino, sonrisas no faltaron, la única sorpresa de esa noche fue la presencia de la recepcionista con la cual el futuro heredero tuvo un altercado. Una disculpa sincera por el hecho y un abrazo sincero

 

Lambo se presentó a esa reunión, alegre como siempre. Tsuna había pensado que las cosas entre él y su tío se arreglaron, pero el propio ojiverde lo negó. «eso es algo que jamás sucederá» aun con un poco de tristeza, esas palabras salieron de los labios del más joven y el castaño decidió dejar eso de lado, no tenía por qué entrometerse en esos asuntos, solo podía alegrarse por el futuro prometedor de su amigo que había descubierto que los negocios eran su talento escondido

 

 

 

Sus padres también llegaron a la mitad de la fiesta. Nana adoraba a su nuevo “yerno” tratándolo con total familiaridad al contrario de Iemitsu que trataba de alejarlo de su pequeño, peleándose con el azabache en algunas ocasiones. Simplemente normal. Fuuta corriendo por ahí siendo mimado por todos los adultos, feliz al tener a sus nuevos padres y llevar su nuevo apellido reconocido como hijo de Tsunayoshi Sawada ante todas las personas, al menos formalmente. Luna de miel cortesía de Reborn, un viaje a Namimori para disminuir la nostalgia y visitar a todos, fue el plato fuerte de la noche

 

—disfruten de su relación… al final terminé aceptando esto. Niño, más te vale cuidar de Tsuna — fue la amenaza al momento de entregar los pasajes en manos del azabache, en fin… una velada normal

 

 

 

Cuando eres feliz no importa el paso del tiempo porque ni siquiera lo percibes….

 

 

 

 

—Pronto tomarás el control de todo – susurró cierto azabache mientras entrelazaba sus dedos con el castaño al cual mantenía abrazado por la cintura

—es verdad… pero creo que me acostumbré a esto – sonrió Tsuna apoyando su espalda en el pecho de mayor dejando que el agua se escapara de su mano

—harás un buen trabajo – besó las hebras castañas húmedas y con aroma a manzana

—eso es lo que quiero hacer – ingresó sus manos en el agua que los cubría – espero no equivocarme en nada – sintió el abrazo que le otorgaba el azabache

—te has preparado por años, lo harás bien – deslizó sus labios por el cuello del más joven sintiendo como el otro se estremecía un poco – te ayudaré en lo que necesites

—no pienso darte ningún problema – Tsuna se encogió un poco al sentir la legua del mayor recorrer uno de sus hombros desnudos limpiando las gotitas que por éste se hallaban

—lo sé – mordió levemente el sector que había marcado la noche anterior mientras tenían sexo, deslizó sus manos debajo del agua acariciando las piernas de su acompañante

—Kyoya… ah – no pudo evitar que ese sonido saliera de sus labios al sentir una de las manos del mayor ascender por sus muslos y la otra acercarse a sus pezones. La desnudes en la que se hallaban solo podía hacerlo sentir el calor del cuerpo contrario con mayor claridad – no hagas eso – intentó detener el camino de aquellos dedos, pero sintió su voluntad flaquear debido a la mordida leve en su piel – ayer lo hicimos

—me gusta hacerlo aquí – susurró en el oído del menor mientras evitaba que se alejara – el eco hace que tus gemidos se multipliquen

—nos… ensuciaremos de… nuevo – susurró mientras se colocaba de frente al mayor. Estaban tomando un baño juntos por propuesta del mayor, Tsuna sabía las intenciones del azabache, pero no podía negarse a esos pequeños pedidos que le hacía

—eso no interesa – lo atrajo hacia si colocándolo en su regazo hasta que el más joven sintiera la erección creciente rozarlo

—ah… yo – se estremeció. No podía negar que también lo deseaba, con la misma fuerza que la primera vez que se entregaron mutuamente. Nada de eso se había reducido a pesar del tiempo que transcurrió, años para ser exactos

—parece que llegarás tarde – sonrió Kyoya mientras besaba al más joven

—me alegra tenerte conmigo, fue bueno quedarme atrapado en aquel ascensor aquella vez – sonrió mientras acariciaba el rostro del azabache

—te ayudé a superar tu claustrofobia – mordió levemente el dedo que se deslizaba por sus labios

—y yo descubrí tu temor más grande – se abrazó al mayor que deslizaba sus manos por su espalda mojada

—perderte es mi mayor miedo

—ahora es el mío también… pero eso no pasará

—te amo, mi pequeño herbívoro

—te amo mi salvaje carnívoro

 

 

 

 

Su vida, su familia, su amor todo en conjunto… rodeados de felicidad, así fue su final…

 


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