Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Ayudándote a superar tu claustrofobia por 1827kratSN

[Reviews - 44]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

 

 

 

Toda la mañana, el castaño sintió esa curiosidad de saber el tema de discusión con su tío, pues si él pedía que fuera privada, esa plática debía ser de vital importancia. Reuniones, papeleo, todo lo que conlleva manejar la empresa era tedioso, pero valía la pena al admirar el progreso que se daba en la gente de cada pueblo en Italia, a los cuales solía visitar de vez en cuando. Había sido duro reintegrarse en ese ambiente, pero con un poco de ayuda de su abuelo todo conllevó un poco menos de frustración. Con el tiempo llegó a tener una facilidad innata que jamás se imaginó poseer, era natural, Reborn solía decirle que es un talento que está en la sangre y Tsuna empezó a creer lo mismo, aceptando así su destino con una sonrisa, iluminando la vida de sus allegados

El toque de la puerta le hizo despertar de sus meditaciones. Una joven pelirroja de grandes ojos dorados se mostraba radiante. Tsuna la había contratado hace un poco más de dos meses y mostraba eficiencia absoluta haciendo de su vida más fácil, aunque tenía cierto toque distintivo de las demás, que en ciertas ocasiones al castaño le parecía gracioso. En ese momento se daba cuenta del por qué

 

—Sawada—san tiene una visita – la pelirroja reía con picardía hacia su jefe – le encantará – susurró para que el castaño le prestara absoluta atención

—¿De quién se trata? – preguntó solo para ver la reacción de la jovencita

—es su… su esposo – la chica mostraba un leve sonrojo al terminar las palabras, sonreía sutilmente. Esa reacción… Tsuna sabía que esa chica estaba obsesionada con su vida “matrimonial” como solía llamar la propia pelirroja, claro que no era nada legal, pero ella insistía en referirse a Kyoya como el esposo del jefe. De cierto modo al castaño le gustaba ese carisma mezclado con un poquito de locura de su actual empleada, no tenía que ocultar nada

—déjalo pasar Yui – habló a sabiendas que la chica sentía un enorme placer al ver a la pareja, tal vez era la cosa que más le gustó cuando la entrevistó, de mente abierta, amable y dispuesta a todo

—será un placer – sonrió mientras en seguida salía con una enorme aura llena de felicidad y en cuanto el azabache ingresó al lugar, la chica rió bajito observando la dulzura en la mirada penetrante del mayor – informaré que no está disponible – salió entonces, no sin antes dar una última miradita a la feliz pareja

—esa herbívora nos ve como si fuéramos participantes de una de sus películas favoritas – murmuró Kyoya quien se daba cuenta de la casi insana obsesión de la muchacha por la situación personal de sus jefes

—también lo creo, pero es dedicada, además le puedo confiar todo y sé muy bien lo discreta que es – se levantó del enorme escritorio que ocupaba acercándose al azabache para darle un pequeño beso de bienvenida, algo que solían hacer cuando se encontraban en privado – ¿a qué debo tu visita? – sonrió alejándose para descansar su cuerpo en uno de los sofás

—hm – ese gruñido, bufido o lo que fuese era la respuesta más corta y tradicional del azabache, incluso con el pasar de los años ese pequeño defecto no se lo había quitado nadie

—Kyoya, te conozco y sé que tienes un motivo para estar aquí, dejando tu puesto en… — sus palabras fueron interrumpidas cuando el azabache lo atacó sin previo aviso, devorando sus labios con necesidad, ya presentía que “esa” era la razón – es…espera

—no – con un rápido movimiento, Kyoya sentó al más joven en su regazo. Apoyó su espalda en el sofá mientras sujetaba el cuerpo delgado apretándolo contra el suyo propio, deslizó sus manos por la espalda sin detener el beso apasionado que compartía con el menor

—es…espera… un poco – apenas y podía hablar debido al aire que le fue arrebatado. Sus mejillas estaban completamente rojas debido al momento. Tsuna no podía creer que su pareja hubiese abandonado sus labores solo para venir a… abusar de la promesa – Kyoya… detente – sintió las manos del mayor colarse entre sus prendas y se estremeció de inmediato al sentir aquel frio contacto en su vientre. No sabía cómo, pero la habilidad de las manos de su amante lo hacía delirar

—¿acaso olvidas tus palabras? – sonrió al ver la vergüenza del conejito, quien a pesar de los años y las veces que tenían sexo, no perdió ni un poco de aquella inocencia que lo caracterizaba. Esa aura de pureza, las mismas acciones llenas de vergüenza, amaba cada cosa del más joven – sin restricciones – lamió el cuello del menor, quien solo soltó un leve gemido

—es…verdad – sonrió ante la mirada divertida del azabache que lo mantenía acorralado, si hasta ahora pudo evitar hacer aquello en su oficina… por el bien de Fuuta se había terminado su buena suerte – entonces… creo que debo colaborar – se acercó al mayor con cautela, suspiró levemente, rozó los labios ajenos alejándose de inmediato. El juego era de dos y Tsuna no quería perder sin haber luchado antes. Se acercó nuevamente delineando los labios de su amante con su lengua con lentitud mientras rodeaba el cuello del mayor con sus brazos tratando de pegar su cuerpo un poco más – Kyo…ya – susurró mientras procedía a morder ligeramente el labio inferior del azabache. Escuchó el leve monosílabo de su amante, se frotó rozando cierta parte del cuerpo ajeno y sus labios fueron tomados con rudeza. Empujó al mayor hasta recostarlo en aquel sofá de fina calidad, de cierta forma le gustaba tenerlo a su merced

—qué lindo – fue lo único que dijo al ver aquella mirada llena de deseo por parte de su conejito, le gustaba cuando se dejaba llevar, era el único que tenía la dicha de ver esa faceta. Deslizó sus manos hasta las nalgas de su castaño apretándolas con delicadeza, las llevó por las piernas a sus costados, lo vio estremecerse mientras trataba de ocultar los suspiros que amenazaban en salir – Tsuna…

—¡Jefe! – sin previo aviso cierta pelirroja había entrado exaltada, quedando petrificada ante la escena en el sofá de aquella oficina. La chica creyó que aún no habían empezado nada, ¡por Dios, apenas salió cinco minutos! – yo… — se quedó admirando la escena. El imponente azabache mantenía a su jefe sobre él, el castaño tenía el rostro muy rojo, sin mirarla, y Yui solo pudo reprimir un gritito de emoción al tener el privilegio de verlos así “¡necesito tomar algunas fotos!” pensaba sin saber cómo tenía que reaccionar, ¡ni siquiera recordaba porque había entrado de esa forma!

—hmm – Hibari se quedó viendo a la chica que empezaba a buscar desesperada en sus bolsillos. El azabache ya sabía que esa mujer tenía cierta afición por las relaciones entre personas del mismo género. Desvió su vista al castaño que podía compararse con un bombillo, tenía los ojos completamente cerrados y se mordía el labio. Sonrió de medio lado – Tsuna – llamó la atención del más joven, “si esa herbívora quiere ver lo que hacemos, puedo complacerla”. Kyoya sin aviso atrajo al menor hasta que sus labios tomaron posesión de los contarios, apretó la cadera del más joven y casi lo hizo recostarse sobre sí, escuchando un pequeño y leve “kyaaa” seguido de algunos soniditos extraños

—Kyoya… deten…detente – la vergüenza que sentía era incomparable, trató de alejarse del mayor sin éxito, “¿cómo podré ver a los ojos a Yui de nuevo?” se repetía mentalmente mientras sentía la lengua del mayor moverse dentro de su boca. Al final, Tsuna solo pudo soltar un leve gemido que trató de ocultar lo mejor que pudo, estaba demasiado avergonzado como para levantar la vista

—deberías dejarnos solos – sonrió Hibari al ver a la chica tomar diversas fotos una y otra vez mientras sonreía con perversidad – quiero privacidad con tu jefe – ocultó el rostro del menor en su pecho mientras miraba con amenaza a la pelirroja que en seguida se tensaba

—per…perdón – en seguida procedió a salir no sin antes tomar una última fotografía – ¡eso fue genial!... adoro mi trabajo – susurraba mientras volvía a su puesto de trabajo

—¡Kyoya! ¿Cómo puedes actuar tan normal? – reclamó el castaño al momento en que escuchó la puerta cerrarse – ella nos vio y…

—no importa – sonrió con picardía mientras cambiaba de posiciones con el castaño dejándolo esta vez debajo de su cuerpo. Lo sujetó por las muñecas ubicándose entre aquellas piernas que pronto dejaría marcadas. Besó las mejillas rojas, mordió levemente el cuello, evitando dejar marcas visibles

—ah… espera – su piel se erizaba por las atenciones, pero no era el momento para eso. Si Yui había entrado así, debía existir un motivo demasiado grande – Kyoya… es algo importante – su amante no tenía intenciones de parar. Tsuna estaba perdiéndose en el mar de sensaciones, pero de pronto y como si de un rayo se tratase, recordó algo – ¡Kyoya detente!… por favor – la única persona capaz de lograr que la pelirroja actuar sin prudencia era… — espera…. Mi siguiente cita es con…

—tu secretaria impedirá que entre – susurró Kyoya mientras descendía una de sus manos acariciando el vientre de su pequeño

—Kyoya es—espera – trató de apartarlo, pero sus fuerzas le fallaban al sentir el terror invadirlo – tengo que reunirme con mi…

—¡Tsuna! – aquella voz inundó la habitación – para de jugar con el carnívoro y prepárate para la reunión – regañó Reborn mientras sin vergüenza ingresaba a la oficina, ignorando la mirada asesina del azabache que estaba encima de su sobrino. La pelirroja con discreción seguía tomando fotografías al menos hasta que Reborn le ordenara retirarse – ¡apresúrate dame—Tsuna!

—¿acaso no ves que estamos ocupados? – gruñó Hibari, quien frustrado se mantenía encima de Tsuna sin deseos de moverse

—Kyoya, tengo un horario que cumplir – habló el castaño mientras evitaba la mirada de su tío, quien sin inmutarse por la situación se quitaba su fedora con calma – debemos parar

 

 

Tras pelear un poco, quitarse la vergüenza por ser descubierto en una situación comprometedora, liberar el enfado por la escenita no apta para una oficina decente, terminaron aceptando el hecho de que la plática entre la familia Vongola no debía posponerse. Hibari se retiró de mala gana, dejando al par de familiares solos con los problemas que debían tratar. Al salir se encontró con cierta pelirroja revisando las fotografías en su celular, sonriendo, disfrutando de su tesoro

 

 

—dámelo — amenazó el azabache a sabiendas que las fotografías tomadas rebelarían los hechos recientes. La chica se negó en un principio, pero no pudo evitar que le arrebataran aquel aparatito de las manos. El azabache rompió el celular en dos y procedió a retirarse —él es mío — declaró antes de retirarse

—… — Yui fingió llorar, deprimida, hasta que vio al mayor desaparecer — tengo un respaldo — susurraba mientras sacaba la pequeña tarjetita de su bolsillo, en ese momento no le importaba la pérdida de su teléfono sino que tenía el más grande tesoro del mundo en formato digital y nadie se lo quitaría, ¡nadie!

 

 

Después de un leve regaño por parte del azabache de patillas que incluyó un “no debería hacer ESAS cosas en tu oficina, dame—Tsuna” en donde muchas de esas frases le fueron pronunciadas, retomaron la calma habitual que ambos poseían cuando de negociar se trataba. Cierta pelirroja les ofreció café recién preparado para que siguieran en sus asuntos, después de todo el azabache le había ordenado que cancelara las siguientes citas de su jefe. Yui nunca pudo enfrentarse al imponente hombre, a pesar de poder convencer a todos para cualquier necesidad que tuviese con respecto a su jefe, Reborn era la excepción. A Yui le aterraba cuando la miraba con esos iris amenazantes

 

 

—Creo que ya tienes alguna percepción del tema que quiero tratar, Tsuna – el café que bebía era su favorito, esa pelirroja podía ser molesta en algunas ocasiones, sumisa en otras, pero no negaría que hacía una bebida excelente

—las insinuaciones de esta semana han sido más que claras – había estado evitando entender todas las ligeras pláticas que mantenía con su tío de vez en cuando, pero ahora sabía que lo inevitable sucedería – Reborn… ese asunto es

—debes tener un heredero para continuar con el legado de la familia – soltó sus palabras sin un toque de duda y su sobrino se tensó de inmediato

—sabes que no haré algo así, yo…

—la familia debe continuar con su línea sucesora. Tú eres el jefe y debes encargarte de eso, es una tradición familiar que no se puede evitar

—pero tú ya tienes a Aida, ella tiene la sangre de nuestra familia, puede ser quien siga con el legado – reclamó de inmediato. Tsuna siempre se sintió entre la espada y la pared al pensar en su descendencia, pues entre dos hombres no había posibilidad de un embarazo por más que lo desearan

—mi hija será sucesora, de eso no te preocupes, pero no es suficiente Tsuna. Las empresas se expanden cada vez más. Sólo piensa en mi generación, Timoteo, mi padre apenas lograba mantener todo coordinado, con Iemitsu y yo logramos establecer un mando fuerte y sin errores – bebió un poco de su café con calma, mirando con seriedad las expresiones dudosas de su sobrino — ¿crees que mi Aida pueda con todo?

—siendo tu hija creo que es posible – sonrió levemente – es una niña inteligente… pero tienes razón, no podrá aguantar tanta carga

—Tsuna, ¿por qué crees que me casé? – soltó de pronto esa pregunta. Muchos sabían que su matrimonio concertado fue una estrategia y tenían razón en parte

—porque querías formar una alianza con la empresa que lideraba cierto mercado, nos volvimos más poderosos con esa unión – vio una leve sonrisa en su tío – ¿acaso estoy errado?

—en parte estás en lo correcto, pero existen otras dos razones. La más importante es – suspiró un poco – aunque te parezca extraño, fue por tu bien

—¿por mi bien? – ahora sí que no entendía nada – explícame

—quise dejarte el camino simple. Eres mi preciado sobrino después de todo, he cuidado de ti desde que eras un bebé, Tsuna, eres mi familia y juré que te protegería

—pues tu forma de cuidarme era algo descabellada. Entrenamientos exhaustivos, descabellados retos que cumplía, obligarme a muchas cosas – después lo pensó un poco y se dio cuenta de que en verdad su tío lo había estado cuidando, a su forma salvaje, pero todo lo que le había enseñado le sirvió para salir adelante, incluso en el penoso suceso del secuestro – pero es verdad, siempre estuviste a mi lado, apoyándome en todo

—me casé con Haru por el bien de la empresa – declaró mientras recordaba todo lo que pasó estos años – pero también para asegurarme de que tuviéramos un sucesor. Aida es una niña hábil, destinada a liderar los negocios externos como lo estoy haciendo yo. Puedo tener más hijos, pero hablé con mi padre y él también concuerda conmigo, debes tener un hijo propio, Tsuna

—entiendo todo eso, pero… tengo que pensar bien en esa posibilidad. Yo tengo a Fuuta y no quiero que sea relevado de todo esto solo por el hecho de no tener la misma sangre que yo – su voz seria era admirable, la había perfeccionado con el pasar de los años

—Fuuta no será despojado de la herencia que legalmente le pertenece, es parte de la familia y como tal, tomará los negocios a su cargo, siempre y cuando él desee hacerlo. Jamás le quitaremos ese derecho, lo único que trato de explicarte es que necesitas herederos sanguíneos, nada más

—¿es por tradición?

—mayormente sí. Sabes que somos apegados a nuestra historia familiar, los herederos forman parte de eso

—tengo que hablar con Hibari—san sobre esto – suspiró mientras deslizaba sus dedos por los castaños cabellos. Entendía cada tradición heredara, mantenía viva la llama que sus ancestros le dejaron, respetaba todo eso, pero en ciertas ocasiones se veía frustrado por temas como ése – no sé cómo reaccionará…

—así que aceptas tener un hijo – sonrió el azabache – confiaba en tu buen juicio, Tsuna

—creo que es más por mí mismo. Deseo tener alguien con mi sangre, aunque suene algo egoísta. Yo adoro a Fuuta, pero me hace ilusión tener un hijo propio

—te entiendo, Tsuna – se levantó de su puesto para recoger su fedora – sabía que ibas a aceptar así que vámonos – ordenó con seriedad

—¿a dónde?... ¿lo planeaste todo ya? – suspiró rendido ante la seguridad de su tío

—siempre obtengo lo que quiero – sonrió con satisfacción mientras se dirigía a la puerta – vamos, tengo que mostrarte a las donantes

—¿donantes?

—¿cómo diablos crees que tendrás un hijo, dame—Tsuna?  Haremos una inseminación artificial y usaremos a una madre sustituta – explicó con rapidez dirigiéndose al ascensor, despidiéndose de la pelirroja que atendía cierto papeleo – además encontré a algunas donadoras que te gustarán… tienen las características físicas de Kyoya y algunas las tuyas

—yo quiero que las donantes sean parecidas a Hibari—san – sonrió divertido al entender que su tío planeó todo con antelación

—estaba pensando en que Hibari podía ser otro donante, podríamos hacer que tenga un heredero también

—pensaste en todo – se rió sonoramente mientras dejaba que las puertas del ascensor se cerraran – quiero tener niños en casa

—Aida estaría feliz – sonrió Reborn al imaginarse el rostro de su hija al enterarse de que llegaran bebés a la mansión

—se nota que amas a tu hija –

—no tienes idea – salió del ascensor con su sobrino siguiéndolo de cerca, usaron el auto del mayor para trasladarse

 

 

Más…

 

 

—¿puedo preguntarte algo más? – en cuanto ya estaban en camino, a donde fuera, pues Tsuna sabía que los detalles de toda esa locura serían rebelados con prontitud. Reunió valor para preguntar algo que lo tenía un poco inquieto desde hace muchos años, ya que no quiso saber detalles hasta ese día. Su tío no tenía el corazón de hielo como creía y al escuchar el leve “si” procedió – la segunda razón para casarte, ¿tenía que ver con Lambo?

—te tardaste en preguntar sobre eso, Tsuna. Creía que apenas regresaras a casa me vendrías con esa intriga tuya, hace más de seis años – nunca jamás trataron el tema de Lambo, lo evitaban por completo, quedando eso como un secreto

—pensé que no querías tratar ese tema. Ha sido difícil aceptar todo eso y más cuando te casaste con Haru

—está relacionado con eso – respondió sincero mientras se concentraba en conducir con cuidado

—Lambo te amaba y tú… bueno, lo hiciste sufrir

—Tsuna – llamó la atención del más joven – ¿crees que esa relación tenía futuro?

—si se amaban de verdad todo estaría bien, a pesar de la diferencia de edad

—escúchame bien porque no volveré a tocar el tema – amenazó Reborn mientras se detenía en un semáforo – yo no traicioné a la vaca estúpida. Lo que Lambo vio ese día fue un intento de esa mujer por ligar conmigo. Estaba un poco ebria y yo también, cuando Lambo me vió yo estaba intentando quitármela de encima. Era la hija de uno de los socios y no podía maltratarla, así que estaba controlándome para no lanzarla fuera del departamento semidesnuda. Lambo no dio tiempo a explicar nada, salió corriendo y yo tuve que quedarme con esa mujer hasta lograr que se vistiera y meterla en un jodido taxi – gruñó molesto al recordar ese asqueroso hecho

—¿y por qué no lo buscaste después? … no me digas que fue por orgullo ya que él te terminó

—fue por sensatez, dame—Tsuna – corrigió molesto – ¿acaso no lo entiendes?

—¡no puedo! Lambo es mi amigo y sufrió mucho con todo esto… cuando te casaste lo heriste demasiado — Tsuna reclamaba con la mayor calma que lograba reunir, no era fácil después de todo

—¡lo hice por el bien de esa vaca estúpida! – estalló en cólera mientras se estacionaba de repente – el idiota sufrió, pero al menos tiene una vida mejor

—¿cómo dices?

—piénsalo bien Tsuna… en esa época yo le doblaba la edad. Dejó todo por estar conmigo, era un mocoso que se aferraba a su primer amor, un idiota que se entregó a un hombre que ni siquiera lo trataba con amabilidad

—¿trataste de alejarlo?... estabas pensando en el futuro de Lambo – admiró la ira en la mirada de su tío, mezclada con un pequeño toque de ¿dolor? – por Dios… tú lo amabas… y aun…

—será mejor que te calles dame—Tsuna, a menos que quieras un entrenamiento espartano de nuevo – le cortó la ridícula declaración

—creo que fue mucha información – se rio bajito – pero creo que debiste tratar de buscar otra solución – habló con tristeza al imaginar el dolor de esos dos

—como ya dije, ese tema jamás se volverá a tratar

—no diré nada a nadie… pero gracias por aclarármelo todo

 

 

A Tsuna jamás se le ocurrió esa posibilidad. Ahora resultaba que su tío amó al jovencito de mirada verdosa, a pesar de todo lo que hacía, en el fondo tenía corazón. El castaño se sintió más aliviado al saber la verdad, pues siempre tuvo un cargo de conciencia por lo que su tío le hizo a su amigo. Ahora sabía que detrás de todo estaba las buenas intenciones. Reborn solo quería que Lambo tuviera un futuro prometedor, que viviera feliz y normal como un chico de esa edad debía hacerlo. De cierta forma sentía pena por lo que sucedió, más porque su amigo le contó algo que pronto saldría a la luz, para ser exactos, en dos semanas sería oficial. Dejó todos esos pensamientos de lado cuando ingresó a un hospital, los odiaba, pero no tuvo más remedio que resignarse ya que allí tendría a información que necesitaba

Exámenes, explicaciones médicas acerca del procedimiento, detalles de las posibles madres sustitutas o llamadas “vientre de alquiler”. Lo más difícil fueron las donantes de óvulos. Reborn había escogido a cuatro, dos castañas muy parecidas a él y dos con apariencia japonesa como Hibari, solo tenía que escoger y todo estaría listo, al menos el proyecto lo estaría. Al terminar la tarde Reborn se ofreció a recoger a Fuuta, quien había terminado su paseo con Basil, dejando solo a Tsuna para que reflexionara sobre lo que debía hacer. Tsuna decidió dar un paseo por las afueras de su mansión, caminando por el pueblo. En el camino se encontró con su abuelo, dejó que la compañía lo relajara, así tendría menos estrés y tal vez le pediría un consejo también 

 

 

Continuará... 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).