#19
BLANCO
Disfrutaba de largos baños, le gustaba relajarse hasta quedar con sus dedos arrugados por todo el tiempo que permanecía dentro de la bañera, asearse era el primer paso, un paso que ya había hecho, ahora todo lo que le quedaba era llenar la enorme bañera que su templo le proporcionaba, poner agua a una temperatura adecuada, verter un par aromas y junto con ello liquido de burbujas, era su día libre por así decirlo y estaba dispuesto a disfrutarlo al máximo.
Terminado con el ritual de llenado y preparar en “su caldera” aquel líquido que estaba seguro que destensaría cada músculo de su atormentada espalda se hundió dejando salir un largo suspiro. A Aioria de Leo le encantaba esa primera sensación, el calor de las aguas envolviéndolo por completo y una densa capa de color blanco de burbujas cubriendo el agua, respiró hondo, cerró sus ojos y cuando estaba a punto de desconectarse escuchó la voz de alguien llamándolo, sabía de quien se trataba, porque después de todo él mismo lo había invitado el día anterior a su templo.
—Saga, estoy en el baño— gritó, estaba seguro que el otro lo escucharía, escuchó la puerta abrirse, giró su cabeza y vio unos cabellos azules colarse despacio por la puerta. Saga se le quedó mirando fijo por un instante, salió del baño y cerró la puerta— puedes esperarme en la sala, si quieres. —Volvió a gritar, tenía una idea mejor pero no consideraba correcto decirla y mucho menos gritársela al otro, se relamió los labios al pensar en el gemelo junto a él en ese momento y sintió como su miembro comenzaba a cobrar vida, Saga hacía volar demás su imaginación.
Escuchó la manilla de la puerta girarse y pasos acercarse en dirección a la bañera, no quería abrir los ojos, prefería dejar volar su imaginación un poco más pensando en que Saga caminaba hacía a él completamente desnudo.
Abrió sus ojos, el agua tapaba a Saga hasta sus hombros al igual que a él, el gemelo se acercaba sigiloso acortando su distancia con cada segundo, cerró sus ojos nuevamente creyendo que el gemelo le daría un beso, pero en vez de eso sintió la boca de géminis succionando su miembro que ya se encontraba erecto, abrió los ojos por la impresión y dejó escapar un sonoro gemido.
Saga sacó su cabeza para poder respirar, sus mejillas y labios estaban rojos probablemente por el calor del agua, sus cabellos estaban completamente aplastados y cubiertos de la blanca espuma, Aioria quería más, la imagen que el geminiano el mostraba superaba todo lo que podía soportar. Lo besó, con ansias y desesperado, ahora había algo que le gusta más que sus relajantes baños de tina y eso era estar en la bañera junto a Saga.
#5
HERIDA
El calor era sofocante, el olor a azufre, humo y cadáveres quemándose saturaban el ambiente del lugar, el inframundo era un lugar sumamente macabro, obscuro, tenebroso y más aun tras aquellas grandes puertas de metal que encerraban y aprisionaban el poder de Cronos, padre de los actuales dioses olímpicos, titán del tiempo, ser que despojó de su reinado a su padre y así mismo, título que fue arrancado por las manos de su hijo Zeus.
Aioria conocía la historia, conocía todo el lugar, sabía que pasaría y que cosas no. Ya había estado innumerables veces ahí junto a su amado Saga. Una batalla feroz de un ser divino contra dos semi-divinidades que portaban armaduras doradas, sus movimientos sincronizados aseguraban la victoria.
Aioria con todas las veces que había pasado por aquello entendía el sistema de ataque de Cronos y se encargaba de proteger a Saga en todo momento, quería evitar aquel trágico final el cual se repetía una y otra vez, explosión de galaxias y plasma relámpago iluminando el inframundo, hiriendo al titán, debilitándolo, hasta casi dejarlo moribundo.
Aquella vez era distinta y Aioria lo sentía de esa forma, quizás ese era el final que tanto esperaba y anhelaba, el final en que él y Saga por fin seguirían uno junto al otro, pero en un pestañeo sus esperanzas se derrumbaron, el destino tenía algo contra ellos, eso era lo que Aioria pensaba, el cuerpo bañado una vez más en sangre le decía aquello.
Cronos era un malvado titán del tiempo el cual había quitado la vida de Saga demasiadas veces como para ser contadas, el mismo filo de la guadaña, su mismo grito de ira, el mismo llanto y las misma palabras antes de los últimos pestañeos de vida que el gemelo le entregaba.
—Te amo— un susurró, acompañado de un tenue y cálido suspiro, un último brillo en sus ojos, el último latir en su corazón y un nuevo ciclo que comenzaba.