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En el tiempo por Whitekaat

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Notas del capitulo:

Holis a todos, estoy a 8 palabras de terminar el reto yay!! para mi, como dije al principio no vá al día aquí porque no podría publicarlos de a uno por eso cada dos palabras publico un cap acá bueno eso saluditos <3

            #17
ENFERMEDAD


Todas las veces era lo mismo, llegaba a un punto en el que se sentía desecho, sin ganas, si esperanzas para continuar. Se sorprendió muchas veces de la fuerza que sacaba con cada reinicio, pero al mismo tiempo se sentía culpable porque debido a su capricho, a su egoísmo y las ganas de no dejar jamás a Saga lo hacían sufrir una, y otra, y otra vez sin saber a ciencia cierta de cuando sería el final de todo. Muchas veces trató de resistir a aquel trato con el titán pero siempre ocurría lo mismo, terminaba aceptando porque su corazón no lo dejaba ver al gemelo sin poder hacer nada, no lo aceptaba.

Aioria pensó que quizás estaba loco, que estaba enfermo por hacer lo que hacía, se declaró enfermo pero de amor, pensó que eso sonaba mucho más lindo, más amigable para su interior, estaba enfermo de amor por Saga, ya que sólo alguien loco o enfermo sería capaz de hacerlo lo que el hacía innumerables veces movido sólo por la esperanza que en alguno de esos hilos de tiempo su futuro cambiaba, su futuro y el de su amado Saga.

—Aioria— murmuró Saga entre sueños, lo estaba llamando y el castaño acudió a su nombre con un beso en la mejilla que le dio la impresión que tranquilizaba al otro volviéndolo a dejar completamente dormido.

Concluyó que estaba loco, enfermo, desquiciado, trastornado, que Saga lo volvía de esa manera, su sonrisa, su voz, sus cabellos, todo lo que Saga era lo alteraba y le llenaba el corazón, e incluso en esos momentos mientras el otro dormía a su lado parecía incitarlo, provocarlo y seducirlo. 

Estaba dispuesto a hacerlo las veces que fuesen necesarias aunque tardara cien vidas más en hacerlo, que no le importaba estar enfermo siempre y cuando Saga estuviese ahí para sanarlo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

#9
PRIMERA VEZ


Estaba nervioso, exaltado, ansioso porque a pesar de todo era su primera vez, una de muchas primeras veces pero no menos importante que las otras, sus manos temblaban su pecho estaba acelerado, era algo lo cual no podía controlar, tal vez tenía sus memorias mentales, pero la memoria táctil era algo totalmente diferente, recordaba como era el tacto de su piel con la de Saga, pero no lo había sentido en esta nueva ocasión, recordaba el rostro agitado del gemelo a pesar de que no lo conocía aun. 

Entendía la teoría y vaya que la entendía tenía un sin fin de experiencias pasadas, conocía de sobra lo que a Saga le gustaba y lo que lo volvía loco, pero podía tener todo aquello en sus recuerdos pero en eso se quedaban, sólo recuerdos, sería su primera vez con Saga o al menos eso era lo que tenía planeado para el día de mañana.

La primera vez, la primera de todas las primeras aun la recordaba ya que no había salido de lo mejor, no tuvo nada de romanticismo sólo había sido sexo entre “amigos ebrios” le había aclarado esa vez el gemelo, el sabor a alcohol, el olor a cloro y desinfectante, el frío de las baldosas y la profanación del baño de su hermano habían sido los recuerdos que habían dejado la primera vez que se unió a Saga.

Suspiró por el no tan buen recuerdo, recordó que luego de la primera muerte de Saga el escenario no había cambiado tanto, seguían siendo sexo casual pero al menos ya no con la excusa de la fiesta, el alcohol y sin el horrible escenario que este traía, se propuso luego de aquello que cambaría su encuentro con el fin de crear aquel ambiente perfecto para el geminiano y él.

—Ya me estaba aburriendo de esperarte— como siempre el mayor era impredecible, cambiante y con cada ciclo Saga le mostraba diferentes facetas, las cuales lograban enamorarlo en su totalidad y ver a Saga esperándolo sentado sobre la cama de su propio templo envuelto en un frazada la cual dejaba entrever porciones de piel desnuda no era la excepción.

Se abalanzó  sobre el cuerpo del gemelo comprobando que tanto había dejado volar su imaginación y si esta se asemejaba a la realidad. Besaba con desesperación los labios del otro, con sus temblorosas manos palpando el nerviosismo que en ese momento no era ajeno al caballero de géminis, sintiendo como el palpitar de su pecho se sincronizaba con su respiración, era la primera vez para Aioria, así lucía y así lo sentía. 

 

 

 

 

 

 

 


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