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En el tiempo por Whitekaat

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#7
INFANCIA


Saga descansaba plácidamente, imperturbable, parecía casi ronronear mientras las yemas de los dedos de Aioria se paseaban libre y cuidadosamente por los largos hilos de color azul violáceo. La luz de la habitación era tenue y apenas era capaz de dilucidar los objetos que se sumían más allá de la iluminación que la lámpara de la mesita contigua a él entregaba.

La imagen de un Saga de la misma forma, pero más joven se le vino a la mente, pero en su lugar estaba su hermano, Aioros. Tuvo un recuerdo de su infancia, borroso, ligero casi como un susurro, hasta le costaba encontrar la línea de separación entre recuerdo y pensamiento, recordó los sentimientos de repudio por el gemelo por acaparar siempre la atención de su hermano mayor.

Recordó las veces en que había visto a Aioros acercarse a Saga, los abrazos, las risas cómplices, aquellos besos que se deban mientras el fingía no prestar atención, recordó todas y cada una de ellas y de pronto se encontró celoso, molesto, creyendo que había sido engañado por Saga a pesar de que aquel tiempo era muy lejano al actual, pero el rechinar de sus dientes le daba la premisa de que aquello no se quedaría en un simple recuerdo.

— ¿Saga, aun sientes algo por mi hermano? —las caricias cesaron y el de caballera añil se sobresaltó por la pregunta, era cierto, había existido algo entre Aioros y él en la antigüedad pero nada que fuese memorable; le causaba extrañeza el cómo Aioria sabía algo que había sucedido hace más de 12 años.

— ¿A que te refieres? — fingió escuchar mal y se hizo adormilado, dió un bostezo para hacer más creíble su actuación pero el rostro serio e imperturbable de Aioria presagiaba demasiadas explicaciones que dar.

— ¿Aun sigues sintiendo algo por Aioros, a pesar de que estemos juntos? —Saga enarcó una ceja, apretó su mandíbula  y chasqueó su lengua en aquel mismo orden, la intención de Saga de bajar el perfil del asunto abandonó su mente, ahora era el gemelo quien se encontraba molesto con el menor, se sentía acusado de una especie de traición sin ni siquiera haber pensado en algo como tal.

—Eres un idiota. — concluyó Saga. Tomó sus pertenencias que se encontraban sobre el velador y abandonó el cuarto dejando a un no muy contento Aioria que gruñía de brazos cruzados.

 

 

 

 

 

 

 

 

#4
PELEA


No se habían hablado en más una semana, cada vez que Aioria se acercaba a él evadía su camino y fingía no haberlo visto. Habían tomado esta especie de nueva rutina de buscar y apartarse por mucho tiempo y ya comenzaba a cansarlos.

Era su primer pelea algo que hasta le fecha no había ocurrido y a pesar de que ninguno de los dos seguía molesto no sabían como debían volverse a hablar, uno esperaba que el otro le dirigiera la palabra, mientras que ese otro no tenía ni la más mínima intención de cruzar un conversación.

Aioria no era una persona con paciencia, solía tener un temple sereno pero Saga siempre lograba sacarlo de ahí, de alguna forma siempre terminaba mostrando su verdadero ser, un ser posesivo, egoísta,  orgulloso, celoso y como se mostraba en esos momentos sin paciencia alguna.

Se encaminó desde su templo hasta la tercera casa, se adentró entre los pasillos sin si quiera ser nombrado, había planeado todo un discurso para Saga, había planeado cada una de sus respuestas, sus argumentos y las respuestas correctas que debía hacer para que aquella estúpida pelea que él mismo había iniciado concluyera de una vez.

—Saga dormía. —

Aioria se acercó al chico que dormía, casi poseído por la imagen, adoraba aquello, le encantaba la imagen de un Saga dormido y completamente vulnerable, pero aquellas sensaciones siempre venían de la mano con las ganas de despertar al gemelo con besos y con caricias. Se aproximó a la cama y se sentó en un borde, rozó con cuidado su blanco rostro, pasó las yemas de sus dedos por el contorno de los labios de Saga sintiendo el aire caliente salir de su boca al exhalar.

Puso su nariz sobre el cuello del adormilado hombre y olió recordando aquella deliciosa esencia que despedía Saga solamente cuando dormía, completamente inconsciente de lo que provocaba en Aioria aquel olor, se aventuró también a hundir su rostro en los cabellos del geminiano donde aquella fragancia se mezclaba con el perfume del shampoo mareando y excitando al castaño.

Saga no era ajeno a lo que sucedía, siempre se hacía el dormido en aquellas situaciones,  le gustaban los mimos del menor mientras creía que descansaba o tomaba una siesta, era feliz recibiendo todas y cada uno de esos roces y probablemente aquello le indicaba que su primera pelea se daba por concluida.


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