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Una segunda oportunidad por elfasilveriana

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Notas del capitulo:

Estos personajes no me pertenecen son orginalemtne de J.R.R Tolkien un escriutor maestro.

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Hola nuevamente, perdon por no actualizar xp pero tenia que realizar examen y luego cai enferma por lo que no soportaba niguna luz sin importar que fuera tan debil pero aqui esta y espero que les este gustando pues muy pronto seran los ultimo capitulo =3 ahroa los dejo leer, Bay bay.

Thranduil despertó exaltado y antes de que se diera cuenta se encontraba incorporado en la cama, su respiración era agitada y pequeñas gotas de sudor resbalaban por su frente, giro la mirada por todos lados pero se dio cuenta que se encontraba dentro de la tienda, giro la mirada hacia donde descansaba Elrond y este seguía dormido. No se percató que Gandalf ya había entrado y la luz de la fogata de afuera entro débilmente por la entrada de esta.

-¿Todo bien señor Thranduil?- pregunto el mago, el elfo rubio solo llego a asentir con la cabeza pues un ataque de tos le llego cuando aspiro el humo del tabaco que salía de la pipa de Gandalf. -¡Oh! Lo lamento mi señor- dijo el mago para aventar la pipa hacia afuera.

-Gandalf- le llamo el elfo rubio y el mago se volvió hacia él, la débil luz apenas podía iluminar el rostro del mago.  -¿Crees que todo esto funcionara?, Un simple paso en falso y mi hijo podría morir- dijo Thranduil apretando las sabanas que cubrían sus piernas, hubo un silencio dentro de la tienda hasta que el mago pareció soltar un risita y hablo.

-¡Porque duda de usted mismo, si usted es un rey!, no dude de nosotros que seremos capaces de librar a Legolas del hechizo de la medicina, ¡Pero no desconfié de nosotros!, Pues Lord Elrond, la joven Arwen, Radagast y yo confiamos en usted para acabar con el hechizo del bosque- dijo Gandalf dando golpecitos en la tierra con el bastón, el elfo rubio guardo silencio, recordó aquel sueño que lo hizo despertar de repente.

Su hojita corriendo asustado por el bosque, solo y terriblemente herido. El cuchillo blanco seguía aferrado a su mano, y entonces lo vio, una figura camuflada por una capa que cubría su rostro y se confundía con la noche perseguía a su hijo, solo podía escuchar los gritos de ayuda de Legolas y entonces aquella figura se abalanzo hacia él, Legolas se hallaba acorralado por la intimidante figura de negro y de su mano había una daga, tan afilada, que tan solo con rozar la suave piel de Legolas ya habían salido pequeñas gotas de sangre.

Y fue ahí cuando despertó, su hijo podría estar muerto y él no lo sabía, el pánico lo invadió nuevamente y levanto la mirada para preguntarle una cosa más al mago pero este ya había desaparecido. Thranduil se recostó en la cama pero el sueño no acudía ya que aún en su mente,  podía ver la imagen de su hijo muerto de diferentes maneras.

El rey estaba dispuesto a dar cualquier cosa, por recuperar a su hijo.

 

 

    *~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*

 

Legolas intentaba volver a ponerse de pie, pero sus brazos le temblaron y volvió a estrellarse contra el frio suelo de piedra, aquellas ruinas eran demasiado enormes, de eso no había duda. El elfo aprovecho aquella afirmación como ventaja para descansar un poco más y así recobrar fuerzas, se arrastró lo que pudo y se mezcló con un montón de piedras, amenos así no lo notarían si intentaban buscarlo. Se recargo sobre la fría pared, y desde el muy fondo sabía que no debía mentirse, él estaba muriendo.

“Y si eso sucederá – pensó el elfo-  no seré una carga más para Aragon-“Luego, el elfo cerro los ojos y dejo que la oscuridad lo envolviera cada vez más.

 

 

    *~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*

 

Los cantos, bailes y el olor a cerveza inundaban aquel lugar, desde enanos a hombres. Legolas solo jugaba con las manzanas que tenía frente suyo, girándolas suavemente con los dedos o balanceándolas, el elfo se encontraba sentado en la mesa del rincón más apartado de la gente que no paraba de tomar y cantar. Legolas había perdido todo el apetito al llegar a aquel lugar, pues el olor era desagradable.

-¿No te comerás las manzanas?- Legolas alzo la mirada y el hombre que hace un par de horas lo había sorprendido llorando estaba frente suyo con un tarro, seguramente lleno de aquella amargosa bebida.

-Ahora mismo no tengo apetito- contesto el elfo, observando como aquel hombre seguía sin apartarse la capucha de su cabeza y de esa manera le prohibía ver con mejor claridad su rostro.

-¿Enserio?—dijo burlón el hombre –Si no me equivoco hace un par de horas me has pedido comida a cambio de respuestas- Legolas desvió la mirada, aunque el elfo no podía mirar los ojos de aquel hombre sabía que él podía ver los suyos.

-Sinceramente esperaba un lugar más tranquilo que esto- dijo Legolas, mirando sus manzanas aun intactas –Además, ¿Cómo te atreves a pedirme respuestas de porque razón me encontraba llorando, si tu no me has dicho tu nombre?-

El hombre soltó una grave carcajada.

-Para ser un elfo joven eres bastante listo- agrego el hombre y Legolas no sabía si sentirse alagado o sentirse ofendido. –Tengo apodos…….-

-¡No quiero que me digas tus sobrenombres, quiero tu nombre verdadero!- dijo Legolas interrumpiéndolo y el hombre solo se sobresaltó un poco.

-Calma mi buen elfo, pronto lo descubrirás- contesto el hombre para relajarlo a lo que Legolas se volvió a sentar correctamente en aquel taburete.-Ahora come, ¿No queremos partir con el estómago vacío o sí?- pregunto aquel hombre, tomo una manzana del plato de Legolas y la dirigió a la boca del elfo. –Anda, cómela- Legolas se sonrojo ante tal acción y le arrebato el pedazo de manzana de sus dedos.

-¡Puedo hacerlo yo!- dijo el elfo, pudo escuchar una carcajada por parte del mayor, y un poco ofendido mordió el pedazo de manzana.

-Ahora dime, ¿Por qué llorabas a la mitad de la nada?- pregunto el hombre llevándose un gran trago a la boca de aquel tarro lleno de cerveza.

-Nada, en realidad- contesto Legolas, pues no sabía que contestar exactamente. El mayor se llevó otro trago más profundo, acabando enseguida con la bebida. Antes de que el hombre pudiera preguntar una cosa más, llamo a la joven mujer que iba de un lado a otro para atender a los clientes, cuando se acercó al hombre este le pidió otro tarro más y ella se alejó apurada pues alguien más la llamaba.

-¿Así que nada?, querido elfo nadie llora sin alguna razón, sé que soy desconocido para ti pero algo te diré sobre mí; soy un rey sin corona, sin reino y sin trono alguno- dijo el hombre  que se había puesto serio, y tanteaba la mesa con los dedos.

-¿Un rey dices, que tipo de rey no ha de tener una corona, reino o trono?- dijo Legolas un poco divertido, pues pensaba que aquel extraño estaba jugando con él.

-Eso es lo que soy, un rey, pero yo no veo tal cosa en mí.- hizo una pausa -¿A dónde te dirigías elfo?- pregunto nuevamente el hombre.

Legolas quería tomar otra manzana pero el plato ya estaba vacío, se lo había comido todo sin darse cuenta.

-Yo….- dijo tragando saliva –Me dirigía a Rivendell, pues tal vez ahí encuentre la tranquilidad que necesito por ahora- Legolas podría jurar que aquellas palabras salieron por si solas, jamás sería tan tonto como para revelar a donde se dirigía a un extraño.

El hombre no dijo nada, pero miraba con atención a Legolas. El elfo por alguna razón se sintió intimidado por la mirada y era rara la vez que alguien como Legolas se sentía intimidado por una simple mirada de un insignificante hombre, pero el elfo sintió que no solo era la intimidad si no que, sus mejillas comenzaban a arder, por lo cual agacho la mirada.

-“Debo estar perdiendo la cabeza”- se dijo para sí  Legolas sorprendiéndose de sí mismo  por tal comportamiento vergonzoso, el ardor de sus mejillas no se iba y los latidos en su pecho iban tan fuertes que parecía que cualquiera lo podría escuchar sin importar que estuviera lejos.

-Entonces permíteme partir contigo- hablo por fin el hombre y Legolas alzo la mirada asombrado, antes de que el elfo pudiera decir una palabras la joven mujer dejo el tarro lleno de cerveza frente al hombre y este le tomo enseguida, Legolas ya no dijo más pues las manzanas no le habían bastado, el apetito le volvió nuevamente, la mujer iba de una lado a otro con tarros vacíos y luego aparecía con unos llenos, Legolas no quería molestar más a la mujer, así que se puso de pie  para conseguirse más comida por su cuenta.

-¿A dónde vas?-  pregunto y Legolas solo pudo dar una seña con la mano para decirle que no tardarías. Antes de que el elfo se perdiera entre la multitud observo como el hombre llamaba a la joven dama para que le llenara nuevamente su tarro, y por un momento odio a cualquier hombre que no era capaz de servirse por sí mismo.

 

-¿En que lo puedo ayudar joven elfo?- pregunto un hombre un  poco regordete que sudaba a causa de andar de un lado a otro al igual que la joven dama, el cabello se le pegaba a la frente a causa del sudor.

-¡Oh en nada en especial!, solo quería unas cuantas manzanas- dijo Legolas.

-¿Es que acaso la damisela no te ha atendido?- dijo un poco preocupado aquel hombre regordete.

-Claro que sí, solamente que la eh visto atareada que no quise quitarle más tiempo- contesto el elfo que observo detrás de sí para ver a la joven dama recogiendo tarros vacíos de una mesa y dejando otros más llenos.

-¡Para eso estamos joven elfo!, aunque le agradezco la molestia, ¡Tome  las manzanas que quieras!- dijo, antes de que la joven dama le digiera que deseaban más carnes y pan, enseguida el hombre regordete se desapareció en la cocina.

Legolas vio los barriles llenos de manzanas y tomo una en sus manos, saco uno de sus cuchillos más limpios que llevaba consigo y empezó a pelarlas con debida paciencia.

Una vez que termino de pelar tres manzanas las partió en media luna  y las comió sentado en un barril vacío que yacía bocabajo. Al quedar satisfecho pensó en aquel hombre y que lo había dejado sin respuesta alguna al pedirle a Legolas que deseaba acompañarlo, enseguida se mezcló entre la multitud para llegar al lugar donde se suponía que debía estar sentado aquel hombre observo que este no hallaba, pero en su lugar había demasiados tarros vacíos apilados sobre otros. Entre los cantos de todos los hombres que seguía tomando escucho una voz muy conocida, Legolas no tenía duda alguna; era aquel hombre. Se acercó donde todos cantaban y bailaban, entre ellos el mismo hombre estaba cantando y bailando con otros más a su alrededor, sin importar que sus movimientos fuera bruscos al momento de girar para seguir bailando la capucha no se le había caído de la cabeza y aun cubría sus ojos y nariz, observo como este cantaba tan alto que su voz sobresalía al de todos los demás que cantaban.

El elfo rio por tan absurda situación que se hallaba el hombre, pero antes cuando este quiso darle un trago más a un tarro sus fuerzas fallaron y cayó al suelo. Todos se encontraban ebrios por lo cual solo soltaron risas por tal desmayo del hombre encapuchado pero Legolas acudió rápidamente a su lado.

-¡Que alguien lo lleve a descansar!- insistió el elfo pero todos los hombres no paraban de reír o en fin, seguían tomando.

-¡Te ayudare joven elfo!- dijo el hombre regordete apareciendo de repente, apartando a toda la bola de hombres ebrios, Legolas acepto su ayuda y tomo al hombre de los hombros y el otro lo tomo de los pies y juntos lo alzaron para apartarse de todos. Ambos subieron con el hombre encapuchado por los escalones de madera que rechinaban exageradamente al pisar uno, habían parado frente a una puerta de madera y el hombre regordete dejo los pies para abrir la puerta, enseguida los tomo nuevamente y metieron al hombre dentro de la habitación, lo colocaron en la cama un poco bruscos, pero debido al alcohol este solo soltó un risa mientras se removía un poco incómodo en la cama.

-¿Necesitas que lo cuide el resto de la noche?- preguntó el hombre regordete que respiraba con dificultad por el esfuerzo de cargarlo.

-No te preocupes yo me hare cargo-  dijo Legolas, el hombre solo asintió y se retiró de la habitación.  El elfo estaba dispuesto a dejarlo ahí y partir solo, pero al intentar dar un paso, el hombre encapuchado le tomo de la muñeca. Legolas lo miro pero este parecía estar metido en otro mundo, y fue ahí cuando se dio cuenta que la capucha estaba ligeramente levantada.

-Quédate- dijo el hombre en un susurro y con una voz que le dejaba más que claro que estaba ebrio, jalo al elfo y sin saber porque Legolas se dejó caer sobre el hombre, este lo acomodo de manera que pudiera abrazarlo mejor. El elfo quería zafarse de su abrazo pues todas sus ropas estaban mojadas y apestaban a cerveza, pero parecía que el hombre sin importar que estuviera ebrio tenia fuerza.

Legolas dejo de forcejear por un momento, pues su mirada se había distraído con los labios ligeramente abiertos y la espesa barba. Sin darse cuenta en que momento, las manos del elfo se movieron lentamente, hasta tomar la tela de la capucha entre sus dedos y la hecho lentamente hacia atrás.

El elfo miro con suma atención todo su rostro, este tenía los ojos cerrados y sin poder evitarlo, tomo el rostro del hombre entre sus manos. El contacto de las manos del elfo hizo que el hombre abriera los ojos y Legolas se maravilló por los ojos color plata del hombre que brillaban a causa de los pequeños rayos de luz  de luna.

Fue ahí que reacciono demasiado tarde, el hombre lo atrajo hacia el para unir sus labios con los del elfo y sin importar que Legolas quisiera apartarse el hombre mantenía unido el beso, hasta que sin saber porque Legolas se rindió sin hacer ningún otro mínimo esfuerzo por apartarle y continuo el beso, el elfo se colocó encima de el para seguir besándolo aunque los labios del hombre pronto dejaron los suyos para irse a su cuello, Legolas se estremeció al sentir los labios del aún desconocido en su cuello pero aun así no lo detuvo, marco un camino de besos hasta llegar al oído de Legolas, le beso con delicadeza por debajo de la oreja y el elfo jadeo, luego el hombre volvió al odio y abrió la boca….

-Arwen…..- susurro y casi en seguida Legolas se apartó tan rápido como sus movimientos le permitían.

Permaneció de pie observando al hombre que no paraba de repetir el nombre de la hija de Elrond.

-“Arwen quédate”- repetía, pero Legolas se había quedado tan quieto que casi había evitado respirar, cuando el hombre se quedó callado se volvió a tumbar sobre la cama dispuesto a descansar.

-¿Quién eres?- pregunto Legolas, antes de que el hombre se quedara dormido por completo. Y con su débil voz pronuncio.

-Aragorn- dijo –No es ningún sobrenombre, ese es mi verdadero nombre, Aragorn- y seguido de esto instantáneamente se quedó dormido. Lo que dijo pareció un simple susurro casi inaudible para cualquier persona, pero Legolas le había escuchado perfectamente.

Y en la oscuridad, lloro, ya que apenas le había conocido y se sentía incapaz de dejar; Al rey sin corona, reino o trono alguno.

      

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Aragorn y los demás elfos,  corrían sobre las grandes estancias, en cuanto se enteraron de la inesperada desaparición de Legolas ninguno dudo en seguir a Aragorn en su búsqueda, ahora todos corrían detrás del rey armados y más que decididos.

Se habían detenido varias veces para buscar entre los escombros de piedra o cualquier cámara que estuviera a su vista aunque no había tenido éxito alguno de hallarlo hasta ese momento.

Ya se habían asegurado de que habían recorrido todas y cada una de las estancias.

-Debe de haber otra salida- dijo Aragorn dirigiéndose a Fairiel que ahora vestía con sus ropas de guerra y su cabello se amarraba a una coleta que llegaba hasta la cintura, la elfa miro a Aragorn.

-Claro que la hay- dijo Fairiel –Pero no creo que Legolas en su estado sea capaz de llegar hasta aquella otra salida-

Aragorn miro decido a la elfa.

-Conozco demasiado bien a Legolas, llévame hasta la otra salida, no hay duda de que él se encuentra ahí-  Los demás elfos empezaron a mirarse los unos a los otros y a susurrar pero pronto fueron callado por Fairiel.

-Muy bien, iremos allí, solo espero a que tengas razón y no recurrir a la idea de que fue secuestrado por los orcos- esta vez la elfa los guio, y Aragorn no podía hacer más que culparse a sí mismo por no vigilarle más y un mal presentimiento lo invadió.

 

 

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El pobre enano Gimli estaba siendo jaloneado por los orcos que lo empujaban de un lado a otro y por más de que el enano trataba de mantenerse fuerte resultaba en vano, no sucedió mucho antes de que a Gimli le obligaran a arrodillarse pronto una fila de elfos apareció por ambos lados y estos también fueron obligados a arrodillarse, el enano se sorprendió al ver que los elfos no mostraban ninguna resistencia pero pronto lo entendió, estos elfos miraban a la nada y parecía que sus pupilas habían desaparecido.

-“El hechizo”- pensó el enano mientras seguía examinando con la mirada a los elfos, pero pronto una voz muy familiar hizo que su mirada se apartara.

-¡Gimli amigo mío, un gusto volver a verte!- Glanhír ya había aparecido entre los árboles y con una sonrisa muy descarada.

-No te atrevas a llamarme amigo tuyo, ¡Sucio traidor!- grito con desprecio el enano hacia Glanhír pero este solo rio aún más.

-Tienes suerte que tú no estés como estos elfos- agrego Glanhír que se acercó a uno de los elfos y le tomo el rostro agresivamente pero aquel elfo no mostro seña alguna de dolor. –Tu sufrimiento puede ser menos si decides combatir conmigo-

-¡Debes estar bajo el hechizo si crees que peleare a lado de una escoria como tú!, Dime ¿Que planeas y cuál es tu propósito?- dijo Gimli y solo recibió un golpe por parte de Glanhír.

-¡Más respeto para Garius, futuro gobernante de toda la tierra media!- exclamo Glanhír y Gimli no pudo decir más, pues  el hombre había dado la orden de que pusieran de pie a todos los prisioneros y de nuevo Gimli fue empujado y obligado a caminar.

El pobre enano, no sabía que hacer pero tenía que hallar una manera de liberar a los elfos del hechizo sin utilizar otro y así evitar cualquier desastre que fuera a ocurrir.

Notas finales:

Como siempre les agradesco por leer :DDD


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