Aragorn se removió sobre las mantas, encontrándose con el rostro de su amado que seguía dormido sobre su pecho, con una sonrisa el rey acaricio el rostro suave y blanco de su elfo. Lo quería sin duda alguna, aparto su cabeza con el mayor cuidado y se levantó del lecho para vestirse, aun tenia trabajo por hacer, ya había tomado un muy buen descanso. Pensó después en lo pasado el día anterior sobre Arwen y necesitaba pedirle disculpas de verdad, aun se sentía un completo idiota por lo que le hizo a la elfa, salió de la habitación no sin antes besar los cabellos dorados de Legolas que solo lo hizo removerse para volver a quedarse quieto.
Camino a su despacho, completando los papeleos pendientes, y curando a heridos que aún no se recuperaban de la batalla. Faramir tampoco tardo en recuperarse y en cuanto estuvo del todo bien, ayudo a Aragorn en su puesto. El rey no vio durante días a su elfo ni mucho menos logro hablar con Arwen. Su trabajo había aumentado que tampoco se percató que Elrond había partido a Rivendell.
Pasaron varios días, para que tuviera un poco de tiempo libre y así arreglar las cosas con Arwen que era lo que más quería.
Mientras se encaminaba hacia el jardín se encontró con Arwen que caminaba hacia él seguramente para aclarar de una vez por todas las cosas, no quería mirarla puesto que estaba avergonzado, pero en cuanto tuvo a la elfa frente a él, sintió sus manos cálidas tomar su rostro y alzarlo, vio los ojos de Arwen, ella, no estaba triste ni mucho menos enfadada. Estaba feliz.
-Mi padre ha partido hace unos días, quería despedirse de ti una noche, pero tú no estabas en el lecho, creí que tendría el valor suficiente para decirle sobre lo tuyo y Legolas, pero no lo logre, aun te amo Aragorn, y es por eso que creí que merecías ser feliz- Las palabras de Arwen realmente conmovieron al rey, pero nada podía hacer para agradecerle por haber entendido lo mucho que amaba al elfo. –No partiré con mi padre por mucho que lo ame, el hijo que espero también es tuyo, y estoy segura que lo amaras tanto como yo lo estoy amando.
Aragorn no dijo nada, no porque no quisiera, simplemente le agradecía mucho que no tenía las palabras para agradecerle su comprensión, estrecho a Arwen en sus brazos, y ella se lo devolvió con las lágrimas en el rostro.
Y después de todo lo ocurrido Aragorn pensó que por fin algo le salía bien y podría estar en paz, amando a su elfo, amando a su hijo y queriendo a Arwen.
Aquella noche Aragorn tomo a Legolas, como muchas noches futuras, ahora que sabía que lo amaba.
Es como si después de todo, la vida si le había otorgado una segunda oportunidad.
Los meses pasaron, Arwen dio a luz a su primer hijo Eldarion. Elrond partió poco después junto a la dama de Lorien, Galadriel y el mago Gandalf. Que si bien, nadie podría engañar a Elrond que sabía perfectamente que Aragorn estaba enamorado de Legolas y no de su hija, aun así ella había tomado la decisión de quedarse en la tierra media y el respetaría ese derecho.
Aragorn crio a su hijo, amándolo y teniendo a Legolas como un segundo padre, Eldarion creció fuerte y sabio como su padre.
Después de la partida de Elrond y los demás, dio público un matrimonio con el elfo Legolas, la gente hablo pero no de mala manera, era la decisión del rey al fin de cuentas y Arwen se enamoró de un elfo de Lorien con quien tuvo varias hijas, su esposo servía a su abuelo Celeborn que seguía gobernando los bosques ahora sin su esposa Galadriel para que no volviera a suceder un accidente. La relación de padre e hijo de Thranduil y Legolas mejoro también, y después de años, la cuarta edad parecía ser la más prosperas de todas las edades de la tierra media.
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Aun recordaba la debilidad de su rey, de su Aragorn, debilitado por la edad, el cabello blanco y la barba gris, su tiempo había terminado en estas tierras no hacía falta negar el tiempo de los hombres, sostenía la mano ahora pálida de su esposo, observando aquel anillo que los único una vez, Legolas lloraba sin poder evitarlo mientras Aragorn lo miraba con esos ojos que en ellos aun parecían verse jóvenes.
-No tienes por qué llorar, fui feliz sin duda alguna contigo a mi lado, ahora ha llegado el momento de pagar el precio de todas esas virtudes que la vida me ha otorgado- decía Aragorn con voz débil, y Legolas realmente trataba de no estallar en llanto, –Te amo Legolas, siempre lo hice y lo seguiré haciendo aun así si hay otra vida- el elfo termino por derramar lágrimas.
Beso la mano de su rey y luego beso sus labios con dolor.
Escucho a Aragorn pedir que lo dejara hablar con Arwen puesto que no quería extinguirse frente a su amado, Legolas abandono la sala con dolor, y Arwen cubierta en lágrimas entro a la habitación para despedirse de la persona que más quería y admiraba.
Fue el grito desgarrador de Arwen que hizo a Legolas entrar tan rápido como pudo a la habitación, donde Arwen se cubría el rostro sollozando y aun lado, Aragorn recostado con los ojos cerrados, aun así su piel parecía brillar, como si solamente estuviera dormido pero bien sabía que no era así.
Los días se volvieron difíciles después de la muerte del rey, para mucha gente, pero solo sería cuestión de tiempo para que todo volviera a tener sentido y color.
-Me temo que partiré, ya no tengo por qué seguir aquí, mi amado ha muerto en una emboscada, mis hijos ya son independientes y fuertes, y mi razón de vivir ha muerto por la edad puesto que así es la naturaleza de los humanos- decía Arwen a Legolas preparada para partir del reino, el reino donde Aragorn gobernó prósperamente.
-Que más daría por acompañarte Arwen, pero Aragorn me dijo que cumpliera mi promesa con Gimli y esa era partir con él a los puertos, así que no puedo fallarle-
-Entiendo, suerte a donde vayas Legolas querido hermano- fueron las ultima palabras de Arwen antes de desaparecer a la lejanía.
Legolas partió con Gimli y Sam a Aman cuando recibió la noticia que Arwen, había muerto a causa de la tristeza, el ultimo elfo había desaparecido de la tierra media.
Ahora Legolas observaba con total melancolía más allá de las aguas que parecían estar hechas de estrellas, puesto que el cielo oscuro y estrellado se reflejaba en las limpias aguas, y aquello le recordaba mucho a su amado Aragorn. Aman era un lugar hermoso sin duda pero no podía evitar seguir recordando a Aragorn, giraba entre sus dedos aquel anillo que Aragorn había colocado en su dedo como señal de compromiso.
Escucho la voz de su padre a sus espaldas, seguido de la ruidosa voz de su enano amigo. Legolas giro la mirada encontrándose con su padre sosteniendo la mano de Elrond, que al final habían tenido la oportunidad de estar juntos, al menos su padre era feliz y eso animaba un poco más a Legolas al igual que la compañía de su amigo el enano,
Lo llamaron para que fuera a cenar con ellos, Legolas asintió apartándose de aquel balcón y empezó a caminar con ellos, platicando alegremente con el enano.
Legolas seguía amando a Aragorn, claro que sí, y lo seguiría mando aun si hay otra vida, nadie sabe a donde parten los hombres después de la muerte pero eso poco le importaba a Legolas, su historia la saben cada persona de la tierra media, y así quedara escrita y hablada en muchas lenguas, hasta que la gente la olvide, hasta que el papel donde fue grabada su historia se desintegre, hasta que su historia quede en el olvido. Aun después de todo eso, un amor no puede morir, eso lo sabía bien Aragorn puesto que se lo repetía una y otra vez a Legolas y el elfo sabía que tenía razón. Siempre la tendría
Después de todo fue la persona que el elfo decidió enamorarse.
FIN