Cuando al fin terminó el desayuno que para Wolfram había parecido durar una eternidad, se dirigió a su vieja habitación, en la que solía vivir antes de ser el prometido del maou.
Al entrar lo primero que atinó a hacer fue recostarse en su cama, su cabeza comenzaba a punzarle, rodeó su propio cuerpo con ambos brazos, sintiendo que era una forma de autoprotección. Quería que todo sonido se alejara, quería que lo único que lo acompañara en ese momento fuera el silencio.
“Me sorprende las cosas que alguien puede llegar a hacer por las personas que quiere” pensó, claramente refiriéndose así mismo con su hija.
La sola presencia de Yuuri le ponía tenso, más aún tener que estar en la misma habitación por un largo rato. Escuchar su voz, sentir su presencia, incluso aunque tratará de no hacerlo, varias veces se encontró dándole pequeñas miradas al pelinegro.
Suspiró, le tomaría algún tiempo acostumbrarse a su nuevo estilo de vida.
Posó una de sus manos en la ventana que ofrecía una vista esplendorosa hacia los jardines que rodeban el castillo. Soltó un suspiro al cristal que se empañó por unos instantes.
Su mente comenzó a divagar por los recuerdos que tenía del sabor de los labios del maou, ¿Si le fascinaba tanto porque tuvo que terminar así?, ¿Porqué tenía que enamorarse de Yuuri?,¿Porqué permitió que sus sentimientos evolucionaran a ese punto?. Sí tan solo hubiera puesto un límite, si tan solo ….
Otro suspiro escapó de los rosados labios del rubio, realmente no había caso que siguiera torturándose sobre lo mismo. ¿O si?.
A lo lejos pudo notar varias nubes negras acercándose a Shin Makoku. ¿Sería que el clima quería hacerle par a sus sentimientos?. Y dejar aquel día triste y desolado.
Pero Wolfram no tuvo mayor tiempo para seguir ahogándose en su vaso de melancolía, el ruido sorpresivo de su puerta abriéndose estrepitosamente, lo sacó de su trance.
Su madre se adentraba sin permiso por la habitación, mantenía su típica sonrisa de oreja a oreja. Lucía más radiante que nunca. Se preguntó si realmente su madre, no se daba cuenta lo que pasaba a su alrededor o sólo no le importaba.
-¡Wolf chan, tengo una gran noticia!-
-Madre realmente no creo que sea el momento- Le interrumpió su hijo mayor corriendo tras de ella. Sintiéndose avergonzado de tener que interrumpir sin la mayor delicadeza dentro de la habitación de su hermano menor.
-Gwendal, llevas diciendo lo mismo desde que te conté lo que planeo hacer.- comentó ella, con su forma descuidada. Hizo caso omiso de su hijo mayor, y regresó su atención a Wolfram. -Ya quedó todo planeado para que eligas a tu próximo prometido, ¡Wolf chan! Te va a encantar, mañana mismo empezaremos con la competencia por tu corazón!-
-¿Ha?- Con una expresión de total impacto, el joven Bielefield volteó a ver a su madre incrédulo y de paso a su hermano.
Su garganta se cerró negándole el articular siquiera una palabra.
No se creía que su hermano no hubiera impedido tal locura, lo único que atinaba a pensar era “Esto es una broma”, o al menos rogaba que lo fuera.
-¿Próximo prometido?...¿De qué estás hablando, madre?-Quería agregar “demonios estas hablando”, pero se contuvo, no importa cuán grande fuera la locura de la rubia, no dejaba de ser su madre.
-¡Wolfram!, ¿acaso no me prestaste atención?, sabes que eres mi hijo adorado y no voy a dejar que te lamentes cada cinco minutos por algo así.-Diciendo esto, lo enterró en un abrazo. -Eres el hombre más hermoso, no por nada eres mi hijo y estoy segura que mañana habrán tantos contendientes, que ni tu lo podrás creer-
En sus pensamientos no dejaba de maldecir a su progenitora, estaba consciente de que no era la persona más cuerda en ciertos aspectos, pero eso no justificaba ni en lo más mínimo el que tomará una decisión de tal importancia.
-Madre, agradezco tu preocupación por mi- Realmente lo hacía -Pero en este momento no tengo humor para este tipo de cosas- Dijo él, lo más calmado que podía. Tampoco es que quisiera desquitarse con su madre. En el fondo él sabía que ella lo hacía por que estaba preocupada.
-No, no, Wolf chan!, estás mal- Nada iba a detenerla -Te equivocas, ahora es el momento justo- Y la sonrisa de la rubia se desvaneció, siendo reemplazada por un semblante serio y seguro. -Ahora es el momento de que muestres quien eres- Wolfram se quedó en shock, al igual que Gwendal. Ninguno de ellos esperaba una reacción así de la hermosa mazoku. -Lo encontrarás, encontrarás a ese alguien- Y casi de inmediato regresó a su actitud despreocupada y alocada. -Bueno Wolf chan, prepárate, ¡esto se pondra muy bien!, mañana ponte lo que te daré, ¿Ok?-
Fue ahí que Wolfram comprendió… Que no tenía otra opción.
Esa noche pasó rápido, Wolfram no tuvo mucho tiempo para pensar lo que su madre estaba planeando. Así que cuando llegó la hora, no pudo evitar sentirse ansioso. Ni siquiera tenía idea de cuales eran los planes de su madre. ¿Una competencia por su corazón?. Que cosa más ridicula…. y aún así…. ¿tenía esperanzas de algo?.
No.
Después de la herida que dejó Yuuri, no creía poder enamorarse de nuevo.
A primera hora de la mañana los pretendientes llegaron a montones, para su sorpresa la noticia no sólo se había extendido en Nuevo Makoku, si no también en países cercanos como Caloria.
De tanta gente reunida, parecía que en cualquier momento el castillo se vendría abajo, se notaban en extremo emocionados. Había hombres de todas las edad y estatus sociales, aunque en su mayoria eran jovenes de la alta sociedad.
Nadie había notado hasta el momento que cierta cabellera oscura se encontraba en el lugar. El sonrió para sí, esto sería divertido.
Finalmente apareció la anfitriona del evento, en un escenario muy bien improvisado que se encontraba justo frente al palacio.
Se hizó de entre la muchedumbre, la rubia despanpanante. Lucía como siempre, radiante, hermosa, con sus curvas delineadas en aquel vestido blanco entallado perfectamente a su cuerpo. Sus enormes pechos, siendo apenas cubiertos por el estilo en v. Su larga cabellera, detenida con un broche de oro le hacía lucir aún más alta e imponente.
Nadie hubiera podido opacar su belleza, si no fuera claro, por cierto rubio que se escondía avergonzado entre las sombras.
-¡Hola chicos!- Más animada que nunca, agitaba una mano en señal de saludo hacia la gran multitud, que la aclamaba emocionada, esperando que su joven hijo saliera de una vez por todas. -Antes que nada gracias a todos por venir, ¡Mucha suerte!.....y por cierto, tengan en cuenta que si no logran llevarse a Wolf-chan, pueden ser su próximo padre!-
-¡Madre!- involuntariamente, Wolfram salió de entre bastidores. La primera cosa que vieron los incautos, fue como si hubieran visto un angel.
El principe masoku vestía un elegante traje de color dorado, con bordados de color azul, algunos mechones de su cabello caían seductoramente sobre su rostro, parecía que tenía un nuevo corte que lucía con más rizos y el cabello un poco más alborotado, dándole un toque más jovial y menos de un militar, su rostro pálido que semejaba a la porcelana, sus labios rosados, se deformaban en una mueca de vergüenza, sus ojos esmeralda hipnotizaban a su paso, sus mejillas teñidas de un rojo carmesí mostraban lo apenado que se sentía en ese momento. Y sin embargo a Cheri podía importarle menos.
-Las reglas del juego no serán simples, puesto que se tratá del corazón de mi bebe- Señaló ella con una sonrisa confiada.
-¡Que gane el que merezca a mi bebe!-
Oh si, Wolfram no tenía idea en lo que se acaba de meter.