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la corona del bastardo por Febo Apolus

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Notas del capitulo:

¿Alguno de ustedes va entendiendo de que va la historia?  Ojala les guste 

**

Las ramas de los arboles cubrían por mucho el terreno y por esa razón era por demás peligroso. Salto desde una de las copas más altas aterrizando sobre sus pies y con una rodilla que se dobló apenas. Escuchó detrás de sí, entre la maleza oscura que permitía admirar el halo nocturnino, a un par de pies moverse, con lentitud pero precisión.

 

Acomodo su cabellera lavanda y enarco uno de esos puntos que tenía por cejas   

 

-Aun sigues siendo igual de hermoso como lo eras antes- escucho la voz de quien buscaba desde hacía días a su lado izquierdo y por supuesto no se dejó ver.

 

-Gracias, pero tus halagos son realmente innecesarios- contestó, de manera cortante y firme, busco, afilando la mirada, al intruso en tierras Santas.

 

Desenvaino sus espadas gemelas esperando el ataque y este llegó.

-¿Cómo, es que ya no te gusta tu apariencia? Mu, el lacayo real de la casa Artemisina- el hombre que buscaba al fin se dejó ver cuando impacto de lleno la espada de obsidiana en el embrace de Mu quien ni tardo ni presuroso retorno el golpe.

 

-Vaya, Mu ¿O Atla debo decir?- dijo retadoramente mientras era lanzado por los aires con el ataque de Mu.

-Mu, si no te molesta. ¿Qué te ha hecho pensar que te permitiría atravesar las tierras de mis señores?

-¿Tus señores?- dijo y llevo su mano al pálido mentón –Ah, sí, los que de rodillas rogaron per sus vidas ¿verdad?

Los arboles eran enormes, apenas le permitían ver más allá de un radio de dos metros e Hyoga, el cisne en su más esplendoroso rito oscuro se ocultaba con maestría.

Él era Mu, fiel vasallo de la corona Artemisina, aquel cuyo hermano mayor cayo en la batalla y el reino de decadencia que se dejó, aunque tremendamente en paz cayo en sus manos; fue rey y prisionero de su propio dolor pues, nunca pudo llorar la caída de su hermano y tampoco la de sus amigos y los señores de esas tierras que cuando él era un pequeño le pudieron brindar la paz que nunca se había sentido.

Las tierras de Apolo y las tierras de Artemisa siempre habían sido enemigas, negativo y positivo, eran sol y luna, hielo y fuego.

Las leyendas que escucho cuando era niño fueron muchas, desde el nacimiento del primer hijo solar de las lágrimas de Apolo o el sol y el nacimiento de una risa de Artemisa para los hijos gélidos, así había nacido las dos razas más poderosas sobre el mundo y de su enemistad, poco se sabía; únicamente se conocía que se odiaron a muerte desde tiempos mitológicos y ese odio los destruían, cada rey y reina era comandante de las fuerzas velicas más devastadoras del mundo en el que nació, ningún otro hijo ajeno al sol o a la luna podía frenarles, eso él lo sabía muy bien.

 Siempre había sentido una tremenda curiosidad por Camus el príncipe de hielo majestuoso con los cabellos de sangre y la piel de luna, y los ojos de este, eran avasalladores, poseían un color hielo y a veces se tornaban carmín, únicamente cuando… le hacía reír

Únicamente comparo tal belleza con la del príncipe sol, aquel niño con el que miró a Camus en la frontera de los reinos, era un pequeño, era un niño hermoso, con los cabellos de oro y la piel de caramelo, los ojos en un tono que no era normal entre ellos y la voz armoniosa como el canto de los fénix. Ellos eran una esperanza, cuando los doce guerreros combatieron en su honor pero todo acabo.

Aquella guerra fue aún más destructiva que las anteriores y la muerte fue tortuosa y triste, nunca se recuperaron y aquellas tierras se olvidaron en el tiempo

-El reinado de quien dice ser el amo de todo termino con lo más preciado que tenía- dijo Mu retomando la batalla –mi familia y amigos cayeron en su conflicto

-Ja, no culpes a mi señor por los errores de tus reyes, si el príncipe que se le fue prometido hubiera aceptado en matrimonio a mi señor nada hubiera sido diferente.

Se separó un poco del e hizo sonar el metal en el suelo para provocarle, este se dejó venir con ira, de nuevo lo esquivo para esta vez abofetearlo con su embrace haciendo que escupiera sangre, su espada la tomo como escudo en su contra y lo dirigió al cuello nacarado  asfixiándolo apenas con la empuñadura de plata, había olvidado un poco lo que era la pelea cuerpo a cuerpo en el campo de guerra donde todo era válido, donde de si dependía sobrevivir; la respiración a todo lo que daba, las protecciones mínimas y el embriagante olor a sangre que emanaba de las heridas que él mismo provocaba, el sudor en la frente, las vueltas que se daban para esquivar el golpe, lo insultos para hacer rabiar al contrincante, los gritos del enemigo, el dolor que causaba empuñar el filo del arma con las palmas, el maldito escozor en los ojos por la tierra.

Reír, saltar, evitar, esquivar cada centímetro del cuerpo para que no fuera golpeado.

-Sigues sin entenderlo, Hyoga, aquel que fue hermano menor de Camus- dijo Mu levantándose triunfante y majestuoso, permitiendo que los tenues rayos de sol que se alcanzaban a iluminar sus cabellos y mejillas –Traicionaste la corona y a tu familia ¿por qué?

-Eso a ti no te importa, pelea Mu

-No lo hare, estas muy herido- Mu comenzó a alejarse –Tu hermano te brindo todo y te nombro duque, dispuesto estuvo a dejarte en reino lo que tu pidieras pero…

-Mi madre se fue entre sus amores.- sentenció. Mu quiso decirle algo pero un latido potente le hizo detenerse, eran sus señores, los dos habían despertado

-Tu madre los amaba a ambos

-Y cayó cuando en su nombre la guerra inició. Malditos sean la pareja real de los dioses mellizos- escupió el más chico – Perdí a mis padres y la persona que ame

-No fue su culpa, ellos llevaron paz- el rubio río como loco

-ha ha ha En mi pueblo no hubo tanta muerte como en sus tiempo. No cuando mi hermano mayor porto la capa azul zafiro la del príncipe heredero y mi padre la azul de rey  portando la corona lunar. No, nadie era triste

-Ni tampoco feliz

-Pero ellos, él vivía ¡Todos estaban vivos! Y ahora todo el mundo se murió

-Volvieron, tú has vuelto ¡Basta de lágrimas Hyoga!

-Que si lloro, no pude hacerlo entonces porque fui yo quien guio las primeras campañas de guerra y no mi hermano

-Tú hermano se desvivía por mantener las barreras del castillo

-¿Y de qué sirvió si se murió?

-¡Cállate, Hyoga príncipe menor de la casa real!

Mu no pensaba atacarle de nuevo, no cuando sintió aquella energía proveniente de sus señores, Camus se llamaba y el otro era Milo.

**

Los gemelos, Saga y Kanon observaron desde la entrada al ala G a Milo.

-Todos fuera- ordeno Kanon

-Pero Doctores Gemini- argumento otro médico más viejo

-Confié en nosotros, tal parece que este pasante controlo todo- apoyo Saga a su hermano quien lo miro y asintió mientras dirigía a Camus, en brazos de Milo lejos del pasillo.

Camus temblaba y jadeaba, era increíble la fuerza que había empleado en aquella escena, lucia decadente con aquella bata blanca y las vendas que portaba en el cuello, Milo apenas las notaba, estaban sucias así como su rostro.

Llegaron, siguiendo a los médicos gemelos, aun cuarto detrás de todas las celdas donde se aislaba de todo sonido, en ese lugar los Gemini, comenzaron a dar cuidados a Camus

-Ven, Degel- llamó Kanon quien lo tomo de los brazos de Milo y lo sentó en la única cama que se hallaba ahí

-¿Por qué lo llama Degel, Doctor Saga?- una sonora carcajada salió del verdadero Saga y Kanon le dio un punta pie a su hermano quien se quejo

-Kardia, como siempre ya no nos reconoces, el que atiende a Degel es Kanon y yo soy Saga

-El paciente se llama Camus, doctores- ambos hermanos se miraron extrañados

-¿Cuál es tu nombre pasante?

-Milo

-¿Seguro?

-Si doctor, me asusta

Los gemelos volvieron a mirarse pero Kanon tuvo que sostener a Camus quien intento ponerse de pie

-Manzanita- llamo y Milo por acto reflejo fue donde el pelirrojo. Kanon se quedó con la compresa de agua fría que había preparado para el menor en la mano pues Milo lo aparto sin pedir ni permiso.

-Camus- susurro -¿Qué te ha ocurrido?

-Pasante- llamó Kanon-¿Por qué le cantó a este paciente?

-Bueno- iba a decir “porque Ikki me lo dijo” pero en realidad no había sido eso, él recordaba esa canción y se le ocurrió en ese momento – Conocía esa canción

- Kardia, soy Deuteros- soltó de repente Kanon y Milo abrió de sobremanera los ojos.

Recordó a un hombre con una máscara ocultando su rostro y a otro idéntico a ese. Ambos vivieron con él en un tiempo muy lejano, se sintió mareado, eran otra vez esos recuerdos que parecían efímeros.

-¿Degel?- pronuncio algo confundido -¿Qué te ha ocurrido? ¿Aspros? ¿Deutheros?- dijo mirando a los gemelos

-No lo sé Manzanita

-¿Nos recuerdas?- pregunto Saga y Milo trastabillo. Se mareo de nuevo y negó

-Kardia- pronuncio Camus a quien le había comenzado a sangrar la nariz

-Es inútil- dijo Kanon- recién le vuelven los recuerdos, dudo mucho que dé con quienes somos   

Camus espero pacientemente a que Kanon limpiara sus heridas y limpiara su rostro

-Mi rey- pronunció -¿Qué le ha ocurrido?

-Verónica, estuvo a mi servicio, desconozco lo que le ha pasado

-¿Qué te dijo para que te hiciera tanto daño?- esta vez fue Milo quien hablo

-¿Me recuerdas Manzanita? 

-No- admitió el rubio y a Camus se le resbalaron unas lágrimas –No llores, por alguna razón que en este instante desconozco o no recuerdo, no soporto escuchar tu llanto o tu dolor, cada vez que hablan de ti como el paciente misterioso me parte el alma oírlo. Dime, Camus ¿Quién eres?

-Soy, fui, Degel, rey de las tierras Artemisinas y heredero a la corona del rey Kresst, caído en batalla; y  consorte del rey de las tierras Solarium, Kardia el rey sol.

-¿Muchos nombres no lo crees?- Camus asintió. Los gemelos permanecieron en silencio total mientras los dos hablaban -¿Y quién eres ahora?

-Me llaman Camus. No tengo ni padre ni madre o algo similar, solo sé que termine aquí por una de mis supuestas crisis

-Bueno. Yo soy Milo Scorpio. Pasante de medicina y desde hoy tu eres mi paciente especial ¿Si?

Degel sintió al romperse dentro de sí, ya lo había tenido así de cerca y lo había perdido día a día. Él moría.

-Doctores- se dirigió a los mayores -¿Qué procede?

-¿Lo has olvidado todo de verdad?

-Si doctor Kanon

-Bien, llévalo a su celda y que se quede ahí, no permitan que nadie más entre aparte de nosotros ¿Bien?

-Si

-Si

-Retírate por favor, pasante. En un momento llevaremos al paciente.

-Sí, Doctores

Ambos hermanos se quedaron solos. Saga fue quien rompió el silencio

-Ha vuelto

-Y no es el único

-¿De qué hablas, Kanon?

-En este momento Mu fue a hacer frente a una energía similar a la de Camus al norte de la ciudad

-¿Al bosque?

-Sí

-¿Crees que este de vuelta?

-No lo dudo

-Eso significa- pronuncio Camus- que mis tropas deben de estar listas ¿Verdad? Y se les debe dirigir de nuevo a la guerra ¿No es así?

-Me lamento al decir que sí- contesto Saga, buscando más vendas para cubrir las marcas en el cuello de Degel (Camus)

-No es su culpa. Si en aquella época hubiéramos contenido su ataque esto no sería así

-Ustedes, el rey sol y usted, hicieron todo lo posible.

-Lamento que no haya sido más, auch- se quejó cuando Saga comenzó, con agua oxigenada, a limpiar las heridas que nunca cerraban, aquellas en que se revelaba su dolor

-En cuanto a esa energía que Atla

-Mu- corrigió Kanon

-Mu fue a enfrentar ¿Podría ser alguien de mi estirpe?

-¿por qué piensa es?

-No hay quien iguale mi fuerza o igualara y que fuera similar… ¿Podría ser mi hermano o  mi padre?

Ambos gemelos se miraron

-No me mientan, por favor

-Puede ser- le respondió Saga

-Sí es de esa manera- Camus tuvo un nudo en la garganta –ninguno de ustedes podrá hacerle frente, solo yo

-¿Usted majestad?

-Yo Deutheros, enfrentare a mi hermano y lo acabare, de nuevo liderare las fuerzas velicas de mi reino y terminare con estos cientos de años de dolor

**

Shura sometió por segunda vez a Verónica la cual reía como loco ¿Loca? Puede ser. De nuevo impacto su brazo contra su mentón y él sangro.

-En nombre de quien vienes

-Del señor con ojos color menta- respondió sínicamente

-Estás loco

-Loca, por favor – corrigió para comenzar a caminar de manera mareada

-¿Por qué le hiciste eso  a Degel?

Ella tomo una rosa de las que había en ese lugar al cual Shura o El Cid la había llevado. Había escuchado, antes, de él, decían que era infalible al momento de ejercer sus funciones como Pretor en las guardias reales, él y Aioros habían sido infalibles en la guerra, aun recordaba sus carros dorados atravesar a toda velocidad el castillo Artemisino y el castillo Solarium respectivamente en  prosa de capturar un enemigo.

El Cid nunca perdió una batalla y Sísifo jamás se rindió pero, bueno, las cosas se terminan. Cuando estuvieron juntos, dirigiendo legiones diferentes pero en mismo objetivo destruyeron una tercera parte de las legiones de su señor y casi ganaron pero… bueno el corazón de alguien dejo de funcionar  

-Bueno, digamos que tenía cuentas pendientes con él- contestó –Y no pensé que se pusiera tan mal, además ¿Quién iba a detenerme?

-Yo, yo te detendré- un nuevo golpe de parte de Shura se dejó venir.

Verónica espero el golpe y cerró los ojos; y una flecha paro el golpe de Shura.

 -Sin muerte, Shura, El Cid- se escuchó una voz firme y estoica

-¿Quién detiene mi ataque?

-Aioros- dijo y Shura miro como si fuera un ciego que puede mirar los colores

-¿Sísifo?

-Si

Shura no había vuelto a ver a Aioros desde, bueno no lo había visto en esa vida, lo recordaba tan estoico como en ese momento y sus ojos aunque de gema brillaban como brazas de fuego, como a la corona que sirvió, portaba como el guerrero que era, su armadura de oro y en sus manos se fijaba el arco más preciso que nunca conoció; recordaba a su hermano pequeño, el hijo del fuego, aquel que hacia arder la cárcel del cositos, Regulus primero y ahora Aioria tan majestuosos ambos como el sol mismo.

-Ah pero si esto parece reunión- interrumpió Verónica con la rosa de unos momentos atrás en sus labios –Claro, todos vengan y mirad a Verónica en decadencia

-No dudo de tu vergüenza, pero es más aberrante lo que hiciste- le contesto Sísifo

-¿Qué haces aquí?-

-Vengo en tu busca, Shura. El rey Sol te necesitara ahora más que nunca

-Pero él pareció recordar

-Sus recuerdos se fragmentan, debes protegerlo-

-Creí que eso lo hacia tu hermanito

-No podrá solo. Si el rey sol depende del corazón y carece del suyo…

-Vaya que si carece del suyo- confirmo Verónica quien fue silenciado por una bofetada de parte de Aioros

-Que violento- dijo Shura abriendo desmesuradamente sus ojos

-Me harte de su bocaza. Volviendo a ello él no soportara cuando todo su poder vuelva

-¿Qué pasara entonces?

-Las legiones estarán en pie y habrá que luchar

-Y ganar

-Sí, ganar

 

Notas finales:

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