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la corona del bastardo por Febo Apolus

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Notas del capitulo:

Volvi. Lamento haber tardado y en realidad, leyndo la historia, una y otra vez no vi en donde podía agregar algo. Una disculpa, ojala me perdonen por lo que les hice esperar. Disfruten, por favor. Haganme saber si les gustaría que continuara. 

Ordenó, le trajeran copas del mejor vino, lo llevaran a la sala donde se había hallado su trono, le dieran al rey de hielo la mejor habitación donde dormiría vigilado por Mu.

-Bien- comenzó- No quiero que me den la corona que me pertenece  ni que me ofrezcan reverencias con las legiones; quiero explicaciones ¿quién fui?

Shion miro a Dhocko y este a su vez le devolvió la mirada

-El rey sol

-Recuerdo que mi nombre era Kardia ¿Me equivoco Shion?- el aludido lo miro

-Así es su majestad, sin embargo en su gobierno se halló la tan amada paz, nadie supero sus hazañas y dado que fue el rey más brillante. Se le apodo el rey Phoebus que en termino latinicos es el rey sol.

-Quisiera saber ¿Cómo culmino la guerra entre las tierras mellizas?

-Usted la culmino

-Lo sé,  pero ¿Cómo?

-Cuando contrajo matrimonio con el rey de Hielo, Degel

-Si mal no recuerdo, explíquenme ¿Por qué se odiaban a muerte estos lugares?

Aquella respuesta, aunque se hallaban en las leyendas muy pocas eran los que realmente la sabían

-Mi señor, no pretendo ofenderle, sin embargo, me hallo en momento de no poder revelarla

-¿por qué?

-Realmente, el rey de Hielo debe estar aquí

-Sí es así contéstame otras cosas, lo exijo como tu rey

**

-Señor- llamó Sigfried a Shura

-¿Qué pasa?

-El alba se acerca, ¿Atacaremos en este momento?- el pelinegro negó, puso el yelmo en su lugar

-No podemos abrir las puertas de la frontera de Oriente, sí las de Occidente fueron abiertas.

-¿Cómo?- preguntó el chico desconcertado ¿Entonces por qué se habían preparado sus legiones? Estaban alineadas a modo de cuña, la quinta y la novena estaban en primeros ataques mientras que la caballería (o el equipo aéreo si se toma en cuenta que estaban ocupando grifos) se encontraba en la parte trasera de la formación.

-Lo que haremos será impedir que se abran esas puertas. Los ejércitos de Radamanthys se están moviendo hacia aquí

-Pero... señor ¿Por qué las puertas no pueden ser abiertas?

-Porque es un efecto espejo. Así como septentrión representa a la tierra y Merdión al aire. Occidente es fuego y Oriente Agua, las cuatro puertas forman un equilibrio casi absoluto. Occidente contiene el desborde de Oriente y Oriente a su vez retiene las llamaradas de Occidente. Sí las abrimos sería… como dejar un hueco en una máquina de presión… Nosotros, en este momento retenemos ambas puertas

**

-¿Y cómo conseguimos ese estado de equilibrio si nuestro destino era siempre ser negativo y positivo?- la mirada de Milo, afirmo Shion, era la misma que Grapel tuvo alguna vez y que el propio Kardia habían tenido. Una determinada, sin miedo y sí lo hubiera tenido jamás lo demostró en sus ojos, siempre hubo picardía, confianza y pasión, como un corazón de fuego.

-Ustedes, con el suficiente poder para dominar lo que estas dos tierras tenían, escogieron cuatro guardianes quienes respectivamente contendrían en sí mismos la capacidad de mantener el equilibrio de estas tierras

-¿Y quiénes fueron esos cuatro?

**

- A Septentrión lo protegerían la dualidad que podía ser sujetada a la tierra, que representarían a la firmeza pero al mismo tiempo la voracidad e inestabilidad que ella tiene, al elemento tierra lo protegerían los gemelos.

-¿Los gemelos Aspros y Deutheros?- pregunto el muchacho recordando las leyendas que hablaban de dos niños, nacidos de una madre y un padre de las tierras de la fiel Hera y el poderoso Hefestos. Dos seres bellos como pocos pero terribles como terremotos, aquellos que sirvieron en las filas de los reyes duales. Aquellos a quienes en principio se les temió y en segundo plano se les admiro, los gemelos, aquella dualidad casi perfecta.

Aspros y Deutheros, aquellos niños que huyeron, siendo muy jóvenes de los brazos de sus padres pues ellos, todos, todo el mundo tenía una creencia. No podían existir gemelos, aquellos que nacieron como duales fueron los seres más poderosos y bélicos solo los dioses fueron capaces de tener tales aberraciones y ahora esas tierras se debatían en guerra.

Por ello su condena la condena de la sombra. El primero y el segundo.

-Y por lo tanto, por su fuerza, debieron escoger un ser negativo a ellos más con la fuerza para retenerles…

**

-Un ser capaz de doblegar a los vientos y pertenecer al mismo tiempo a un corazón de fuego. Ese ser fue escogido de la estirpe de la guerra… Regulus, su amigo, su majestad

-¿Mi amigo?- cuestiono Milo y a su memoria vino un niño pequeño con los ojos verdes y la cara llena de mugre

-Así es, mi rey- a las puertas de la estancia apareció un hombre imponente con los ojos pintados en llamas, en medio de jades preciosas –Yo Aioria, hoy día protejo a Meridión.

-¿Aioria?

-Sí, Milo. Desde que te encontramos… te encontraron, fui encomendado y con gusto para cuidar de que no te pasara nada

Milo quiso cuestionar muchas cosas entonces, sin embargo aún no sabía del lugar al que debía regir y antes de él mismo, sabía, siempre lo supo, estaban los demás. Así fue, siempre. Aunque viéndolo de esa manera el mortal Milo podría saber ¿Por qué sus padres le abandonaron? ¿Dónde estaba su madre? ¿Por qué lo abandonaron en un orfanato?

-¿Y los otros dos?- preguntó al final

-Ellos- continuo Dhocko –son los que protegen las puertas en donde alguna vez Apolo y Artemisa en persona edificaron sus reinos

-En Oriente, bajo la susurrante sombra de los hielos se impone el ser con más determinación de todos, firme y de mirada gélida. Un ser inflexible pero justo. Valiente sin embargo siempre prudente… aquel único capaz de sellar al fuego sin matarlo.

**

-Yo, El Cid-Shura, protejo las puertas de oriente. Y las protegeré una y otra vez si es necesario–dijo de forma estoica

Aquel ser nacido en las gélidas tierras de Artemisa pero de padres provenientes de las tierras Atenienses, con la fidelidad, capacidad y mentalidad que esto conllevaba pero siempre fieles a quienes les dieron cobijo, el palacio real. Nació para ser el guardián de aquella tierra y así sería.

Cuando conoció al niño de hielo, como le decían por las pálidas mejillas 

-Y lo hace espléndidamente, señor- concordó Sigfried.

-Más el último lugar, allá donde se dice vio por primera vez la luz el dios sol. Es custodiado por aquel que posee en los ojos la guerra misma y el corazón tan fuerte como para que no le estalle de pasión. El que sirvió en las filas del rey sol. Sísifo…

**

-Tu reino, al que un día juraste amar- recalco el  moreno

-Pero cayo, en manos de mi hermano

-¿Qué buscas, Hyoga? ¿Qué es lo que deseas?- en ese momento Aioros apunto con la lanza a las piernas del caballo, que Hyoga montaba y comprobó, gracias a la punta flameante y el sendero que esta formo que el príncipe no se hallaba solo  venía con unos cuantos que respectivamente  tendrían lugar como el refuerzo de Minos, una caballería poco confiable pero dispuesta a la muerte y fungir como distracción

-La muerte de aquel reino que se forjo con la sangre de mi pueblo

-¿De qué hablas?

-Mi hermano, fue feliz y a mí se me arrebato el derecho a la corona, solo como el hijo segundo

-¿Tienes una idea de lo que sufrió tu hermano cuando tuvo que sostener, él solo las puertas de Oriente y Meridion? ¿Tú hubieras podido con todo eso? ¿Sostener la guerra y así mismo no matar a tu pueblo? Por aquellos años Hyoga, sé muy bien, que tu padre cayo en enfermedad y no había quien más que tu hermano pues el rey Kresst era hijo único,  poseyera la suficiente edad para tomar las riendas del reino y aun así tu hermano lo hizo con ¿16 años tal vez menos? Y tú principito te la pasabas de lo lindo en las planicies nevadas de oriente.

 Por aquellos años, sabía Aioros, Deguel tomo el mando del reino más se había negado en rotundo a contraer matrimonio con alguien de la estirpe de Poseidón, la única dama que, junto con él, así como laguna vez lo fue su madre, supusiera el pilar que pudiera retener a las puertas de Meridión. Aunque pocos, realmente pocos, entre ellos él, sabían la verdadera razón de la negativa al matrimonio con Serafina, y esa razón iba a reinar al reino contrincante, Kardia.  Y fue así, como el rey Deguel tomo como pilar él solo las dos fronteras

-Yo hubiera…- replegó el príncipe

-¿Tú hubieras? ¿Y cuándo? sí estabas sumido en tus rosas de amor con el niño del reino de Afrodita. Tu hermano, al que mancillas con tus palabras y le das la espalda se hizo cargo del periodo de paz en el que pudiste contraer nupcias y aun con todo el dolor de las campañas de guerra no se dejó doblegar 

-Yo guie las primeras campañas en contra de Hades- Aquel niño, de ojos de hielo, supo Aioros, nada tenía que reclamar, traición y dolor, eso se vivía en todas las guerras y sí bien se culpaba a los que las inician no te vas y alias con quien las ha hecho tan brutales.

-Y fue Degel quien sello la victoria

-¿Cuál victoria si el señor Hades ha vuelto?

-Sé muy bien que ha vuelto, más en mis manos está en averiguar cómo y como no retornara porque él había muerto

-Solo los dioses retornan de la muerte, Sísifo

Y a Aioros fue como un balde de agua fría, “sólo los dioses retornan de la muerte” sí eso era una idea, aquello significaba ¡No!

-Muere Sísifo- y con un ademan mando al ataque a su cohorte

Sísifo retuvo el ataque de la espada del niño, esperaba que sus tropas resistieran bien los ataques de aquellos esqueletos, los más bajos esbirros de Hades, más, durante el alba, donde Artemisa conseguía más poder, ellos así mismo elevaban su nivel y serían una dura prueba para sus hombres.

Mientras tanto la falange comenzaba a ceder y los hombres caían

-Replieguense, y aguanten- gritaba Jabu, el centurión de la primera cohorte que hacia frente del todo contra las tropas de Minos, quien, como loco, gritaba el nombre del guerrero que osaba enfrentarlo.

Sin duda eso sestaba siendo un matadero, la caballería había avanzado pero nada podía hacer con las vestías mitad águila mitad caballo (la fuerza de base de Minos) que desgarraban los cuerpos tanto de los soldados, atravesando con ello las armaduras de brillante plata, y a los caballos aunque potentes caían ante ellos.

Así lo observo Minos que indico el avance del primer contingente de la infantería dejando así  a la caballería atrás y mientras los hombres caían algo sonó con fuerza…

**

Y él lo vio, el hueco que esperaba y sabía podría tomar. Desobedeció las órdenes del general sin embargo ¿Qué es máximo que podía hacerle? ¿Matarlo? No lo creía, lo dudaba es más. Cuando supiera que sus tropas estaban siendo hechas puré y él las había salvado, después de discutir con él, se lo agradecería.

Estúpido Minos, confiado de su victoria no fue testigo de su gravísimo error.

**

Era una voz, potente y melódica como lo serían pocas. Era la de aquel que llego ciego al mundo, sin embargo no necesitaba de ojos para contemplarlo

-Avanzad al hueco e ir con todo en contra de la falange de Minos, la mitad en eso y la otra contra la fuerza base- y era de esperarse que ordenara eso no por nada él montaba a los leones nemeicos así sus tropas, de manera tan sencilla, no podrían las bestias de Minos

**

-¿listos?-preguntó Shura a sus legiones, escuchaba el retumbar de los tambores de las legiones del Whybernt  estaban de frente a ellos.

**

-Mi señor- la mujer era de cabellos negros y piel pálida, se erguía con especial orgullo –sabes que mi servicio ha sido fiel, nunca he dudado de cómo y cuándo arrebatar algo y darlo a tus pies

-¿Qué necesitas Pandora?

La recordaba, como no, aquella niña que creció con él,  la única ser de existencia genuina, todos los demás, todos, los que a sus pies se postraban como perros habían sido nacidos de su mano o cuando menos por sus manos habían pasado por su poder para estar en ese momento presentes

¿Cómo olvidar eso? ¿Cómo no tenerlo presente sí él era el hijo de dios que dios no amaba? Nació solo, repudiado y despreciado por todos y para todos; el hijo de la venganza, el bastardo nacido únicamente para la muerte cuando el amor se había vuelto odio.

-Quisiera, si me permitieras, traer a Ikki

-¿Quién es Ikki?- pregunto algo molesto

-Es el hermano del niño al que se le ha negado la muerte pero también la vida-

¿El niño al que se le negaba la vida pero también la muerte? ¿Es acaso que hablaba de Shun? Aquella vida pura que le permitía existir, porque, él era oscuridad, todo lo que el universo se comía pero con un poco de luz, sobrevivía. Aquel niño, en el ataúd de cristal al que se le había confinado le proporcionaba toda esa luz que nunca había tenido. Sin embargo, el hermano era otra cosa    Ikki, aquel que sirvió en las fuerzas de batalla en los campos de Ares y por alguna razón termino en la casa de Afrodita

-¿Por qué?

-Ha olvidado usted que durante, es decir, antes de esta guerra, él se me fue prometido en matrimonio

Hades elevo las cejas y trato de recordar, cierto era que cuando se ordenó el avance de sus tropas le juro a Pandora, la entonces niña, que por matrimonio, sí es que en una de las campañas ella participaba, le daría al guerrero que quisiera en matrimonio ¿Quién iba a decir que se fijaría en uno de los comandantes de las tierras enemigas? ¿Por qué no escogio a Minos, a Aiakos o alguno de ellos?

Porque ninguno resplandecía como llamas y así mismo ninguno de ellos le había salvado la vida. Sin embargo según sabía, aquel joven de fuego  tampoco termino bien después de la caída de los reinos mellizos. Alguien también se había apiadado de él y le regreso la vida pero ¿Quién garantizaba su estabilidad?

-¿Sabes por lo menos en donde esta?

-Si- contestó Pandora

-¿Estarás consiente de que no será lo miso verdad?

-Hades. Desde mi tierna infancia he seguido a quien he considerado mi hermano. Más, a pesar de lo mucho que te quiero, nunca he sabido que es lo que daña tu alma. Y aun con ese secreto te he aceptado y te pido que permitas dejar que yo tome mis decisiones.

Hades, por increíble que parezca, sonrió, apenas milimétricamente visible

-Aprovecha el aprecio y los privilegios que yo te proveo, niña Pandora, Ve, anda por tu Ikki

La joven salió sin realizar reverencia siquiera y fue al mundo donde según Hades, ella pertenecía. Aun lo recordaba, cuando apenas tuvo uso de razón y se halló en un lugar desconocido, unos brazos blancos y fuertes le tomaron y, si bien no la acurrucaron, esos brazos le cuidaron como una pequeña, lo que era, no le negaron la vista como lo hizo aquella familia mortal por ser diferente a ellos, él no, ese ser, amo su diferencia.   

No era lo mejor de la piedad, pero ante ella, ante ella siempre fue accesible y permisivo, no mostraba su fortaleza sino su amor, el lado que se quebraba pero el mismo lado que exigía revancha, según él, por todo el veneno de su alma.

La vio irse, con torpeza y sin reverencia, a cualquiera que hubiese osado hacer eso lo habría degollado pero a ella nunca podría hacerle eso.

-¿Demasiadas preguntas, no Hades? – ingresaron dos varones, iguales como reflejos más lo que nunca habían compartido, aparte del lecho, eran los cabellos, milimétricamente iguales sin embargo en sus tinturas se diferenciaban los mechones de oro y los de plata y así con las miradas

-Thanatos, Hipos. ¿Qué hacen aquí?- preguntó molesto

-Escuchando- contesto Hipnos, el de cabellos de oro –lo que la impertinente Pandora pedía

-Cuidado con ella- repelo –por mucho que mis…que ellos… hagan de ustedes mis nanas no les permitiré que sobrepasen mi autoridad

-Nada de niñeras, Hades. Hipnos y yo vigilamos que de tus labios se sellen tus orígenes. Yo, que soy la muerte y mi hermano que es el sueño, a tus pies ponemos lo que deseas pero antes los otros reinos tú mostraras modales y no insolencia.  Si los quieres los tendrás, pero habrás de luchar, ya que bueno, los demás “Dioses” intervendrán

-Apolo y Artemisa- secundo Hipnos –Yacen sellados…ninguno de ellos ha de volver.  

 

Notas finales:

Por favor, disculpen que haga esto, de decir sí y después no.


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