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El Harem del príncipe Ryoota por himurita

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Notas del capitulo:

¡Hola!

Siento mucho la demora, el tiempo es escaso y... tengo sueño (?)

 

Bueno, muchas gracias a las personas que leen esta cosa rara y también muchas gracias a las personas lindas que dejan su opinión~

Mika

Kishaa

Tsukiniro

y un anónimo que espero si envía más reviews ponga su nombre~

 

PD: Disculpen si hay errores de dedo u ortográficos, jaja

Capítulo II

Aomine Daiki. Príncipe del Reino de Tōō

 

El Reino de Tōō, también era grande, pero no tan próspero como podría esperarse, pues era una nación de guerreros, y como tal, todos sus recursos eran enfocados a ese fin, algo de lo que al final no resultó nada bueno, pues ahora el reino estaba en la quiebra, sus riquezas se habían agotado y se mantenían a flote solo por los trabajos que obtenían de otros reinos, como escoltar a una figura importante a algún lugar, o proteger a alguien, incluso atrapar bandidos o alguna cosa similar, pero esos trabajos no surgían siempre, y de algo tenían que vivir, por lo que la oferta de alianza de reino de Teiko llegó como caída del cielo, aquello ya lo habían propuesto antes ellos tiempo atrás, pero Teiko no parecía interesado en alianza alguna, era un reino demasiado fuerte y además rico, como para que necesitasen de ellos, y era por eso que les resultó extraño, sobre todo al segundo príncipe que no se creía que aquello fuese solo por buena voluntad.

Aomine Daiki era el segundo príncipe del reino de Tōō, un chico de  dieciocho años, 1.92 metros de estatura, piel morena, complexión fuerte y presencia imponente, poseedor de todo el porte de un digno y fuerte guerrero, sus ojos de un azul oscuro sumamente profundo y en cierto modo intimidantes, su cabello poseía también aquel color, mientras que su cuerpo se muestra sumamente marcado por todo el ejercicio al que es sometido, sus músculos son notables y bien definidos, además de duros como la roca, el ejemplo perfecto de lo que los griegos definirían como belleza masculina, con esa espalda ancha y piernas fuertes que guardaban una agilidad y rapidez impresionantes.

-Tsk, ¿por qué he de casarme con ese niño?-protestó Aomine a su padre, quien le había comunicado todos los planes que ya había acordado con el rey Nijimura, pero simplemente al príncipe le resultaba imposible aceptar aquello, él no quería casarse, jamás había pasado algo así por su cabeza, él era un alma libre y, como tal, le gustaba hacer lo que se le viniese en gana, y odiaría atarse a un niño consentido que se creería con derechos sobre él solo por ser el príncipe heredero de Teiko, y eso sí que no lo iba a permitir.

-Daiki, conoces la situación del reino, esa es la única razón por la que tienes que hacerlo-habló algo exasperado el rey, Shoichi Imayoshi, ya cansado de explicarle a su necio hijo hasta que estaban en la ruina y solo Teiko podría salvarlos, a cambio de un simple matrimonio y la ayuda de su ejército- sólo es una boda, ¿te matará fingir que eres un buen esposo? ¿sufrirás mucho por alejarte de mí acaso? O… ¡ah ya sé! ¿sufres porque tendrás que acostarte con un  chico que seguro será jodidamente lindo? ¡pobre de ti!- se burló el rey, logrando que el moreno pusiera cara de enfado, aunque realmente no parecía tan enfadado por ese último y pequeño detalle.

-Cállate, eso no es de tu incumbencia viejo, sólo has lo que tengas que hacer y no me molestes más-se quejó antes de abandonar el salón entre enojado, confundido y resignado, de todas maneras no podía hacer nada para cambiar la decisión que ya estaba tomada, y en el fondo sabía que era la única manera de salvar su reino, que aunque no admitiría en voz alta, le preocupaba realmente.

El rey sonrió satisfecho con la respuesta de su hijo, pues ya se imaginaba que iba a ser difícil de convencer, pero luego de unas… dos horas de discusión habían llegado a la conclusión que acabamos de ver, y todo parecía solucionado.

Daiki maldijo su suerte, de haber sido él el primer hijo, y por tanto heredero, todo sería absolutamente más fácil, podría tener más consortes a parte del chico con el que estaban obligándolo a casarse, y de esa manera si no le gustaba podía simplemente ignorarle y seguir con su vida, pero no, era el menor y no tenía derecho a ello, su hermano era quien ya ocupaba ese privilegio.

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No pasó mucho antes de que el encuentro se diera, los del reino de Tōō debían ir a Teiko a pedir la mano del príncipe Ryoota, ambos príncipes se conocerían, y Aomine debería quedarse desde ese mismo instante en su nuevo hogar, pues una vez hecho el compromiso pasarían a lo que llamaban una etapa de prueba, misma en la que los jóvenes comprometidos convivían y se cortejaban como si de novios se trataran, con la única finalidad de conocerse mejor antes de la boda, misma que se había anunciado, se llevaría a cabo el mismo día en que el príncipe de Teiko cumpliera los diecisiete años.

Y así fue como  todo sucedió, los reyes de ambos reinos se saludaron y pasaron al gran salón en donde se servía un banquete, aunque cabe mencionar que a Nijimura casi le da un infarto cuando vio a su futuro yerno, no era exactamente lo que él esperaba y estaba seguro de que a Ryoota también le daría un infarto al conocerlo, solo esperaba que no armara un escándalo y se retractara del compromiso.

-Es un honor estar en Teiko, gracias por el recibimiento-agradeció el rey Imayoshi mientras degustaba de una copa de caro vino servida en una elegante copa de cristal.

-El honor es nuestro-aseguró el rey Nijimura- no queda mucho tiempo antes de la ceremonia y agradecemos que se hayan tomado la molestia de venir tan pronto.

-No es ninguna molestia, entendemos las necesidades de cada reino, incluso hemos traído ya parte de nuestras tropas para ponerlas a su disposición…

-¿Dónde está?- interrumpió Daiki la conversación de los mayores, sin importarle que estuviese siendo irrespetuoso,  pero sentía una extraña ansiedad que no lo dejaba estar tranquilo, quería conocer ya a quien se supone que sería su esposo y no veía al susodicho por ninguna parte, además de que los mayores sólo estaban adulándose mutuamente, logrando que la situación le resultase de lo más odiosa.

-Daiki no seas grosero, el príncipe debe estar ocupado- Imayoshi miró mal a su maleducado hijo ¿acaso no podía fingir que tenía modales aunque fuera por un rato?

-Oh no, Ryoota no tardará- el rey de Teiko se tensó un poco y miró hacia la puerta del salón con preocupación, hacia horas que Ryoota debía haberse aparecido ahí,  y aun así no había ni rastro de él- de hecho, creo que iré a buscarle…

-No hace falta- una voz más les interrumpió, una suave pero firme, de un tono ni demasiado agudo ni demasiado grave, todos de inmediato volvieron la cabeza hacia la entrada, encontrándose con una figura que poco a poco se acercaba a ellos.

Todos se pusieron de pie en ese instante, y tanto Daiki como Ryoota se quedaron totalmente asombrados, desconcertados y sin habla. Por un lado, Kise, tal y como lo había previsto su padre, sintió que le daría un infarto al mirar al moreno, ¿ese era su prometido? ¡Aquello tenía que ser una broma! Él estaba esperando que se tratara de un chico lindo y pequeño, alguien a quien pudiera cuidar y consentir, ya que le estaba obligando a casarse y dejar su hogar, pero… Aomine Daiki era todo lo contrario a lo que pudo haberse imaginado ¡si hasta era mucho más alto que él! Tan…. Grande… tan musculoso…. Tan sexy pero tan aterrador al mismo tiempo.

El rubio se detuvo en seco, manteniendo una distancia prudente de ese enorme moreno, aferrando de manera inconsciente la capa de tela que le cubría prácticamente hasta el rostro, luego, dirigió una mirada a su padre solo para comprobar si este tenía algo que decir al respecto, pero no, su progenitor solo asintió con la cabeza, confirmándole que, en efecto, aquel era Aomine Daiki.

Por otro lado, Daiki miraba aquella figura envuelta en telas sin comprender el porqué de aquella apariencia ¿es que ni siquiera les mostraría el rostro? ¿se burlaba de ellos acaso? ¿o le saldría con algo como “es tradición de Teiko no dejar que nadie me miren”? ¿qué es lo que pasaba con ese niño? Él claramente esperaba a un pequeño príncipe con complejo de “soy lo mejor del mundo” y  una apariencia y vestimenta como tal, fina y ostentosa, que lo hiciera lucir por demás atractivo, pero no… ahora si llegaba a verle la mano al susodicho, eso ya era demasiado.

-Siento la demora- Ryoota se inclinó de manera respetuosa ante los reyes ahí presentes, luego de haberse recuperado un poco de shock que le causó la visión de su prometido, pero no tomó asiento, ni mucho menos se quitó un solo trozo de tela de todos los que traía encima, desconcertando, incluso, a su propio padre, quien no acababa de entender qué era lo que su hijo pretendía con eso ¿asustar a su prometido a caso?

-Ryoota….-intentó decir el rey de Teiko, pero el rubio le interrumpió sin darle tiempo a nada más.

-Padre, perdón pero ¿puedo hablar con el príncipe Aomine a solas?-pidió en un tono sumamente amable-creo que él y yo tenemos cosas que tratar-esta vez su voz sonó un tanto sugerente, sorprendiendo aún más a los mayores y haciendo que Daiki sonriera levemente, intrigado por lo que el otro pudiera querer de él cuando recién se habían presentado.

Los mayores no tuvieron más remedio que dar su aprobación, y Ryoota no aguardó para tomar mano de su prometido y huir con él escalera arriba hasta su habitación, pues no confiaba en que no los espiarían en cualquier otro lugar.

-Vaya, eres bastante rápido, no imaginaba que me invitarías a tu habitación nada más conocerme- dijo divertido Aomine, con toda la intención de molestar al contrario.

-Eso quisiera usted-protestó Ryoota lo más sereno que pudo, pero en realidad se había ruborizado un poco por la insinuación y de pronto sentía unas enormes ganas de gritarle un par de cosas a ese moreno engreído-pero el propósito de esta improvisada reunión es uno mucho más importante-se volvió solo para asegurar la puerta y luego cruzó la habitación hasta llegar a la amplia cama y poder sentarse en ella, al igual que invitó al moreno a sentarse, por pura cortesía.

Daiki lo siguió y se sentó a un lado, justo en donde se le había indicado, dispuesto a escuchar lo que el otro creía que era de tanta importancia como para encerrarlo en una habitación en cuanto llegó.

-Sé que usted no quiere casarse conmigo, pero que lo hace porque es necesario-comenzó a decir el rubio, intentando encontrar la mejor manera de explicar toda la situación que los había llevado a su actual situación, y a partir de ahí, poder llegar a un buen trato que los beneficiase a ambos-por lo que, estando ambos en el mismo caso…- pero antes de que pudiera continuar, la mano ajena le interrumpió al realizar un gesto de que parara de hablar por un momento.

-Espera un segundo, ¿estas intentando proponerme alguna clase de traro cuando ni siquiera te has dignado a mostrarme el rostro?-dijo notablemente cabreado con la situación, aquel principito se estaba  tomando demasiado enserio eso de hacer lo que se le daba la gana solo por ser el heredero del reino de teiko-¿Qué no sabes que eso es una falta de respeto niño?

Los ojos de Ryoota se abrieron ampliamente al ver como el moreno se abalanzaba sobre él, teniendo a penas tiempo de meter las manos para impedir que el mencionado le arrebatara la capa que le cubría, empezando así un forcejeo entre ambos.

 

-¡¿Qué demonios estás haciendo? ¡Déjame!-protestó el más joven, prácticamente arrastrándose sobre la cama, intentando huir del fuerte moreno, que por alguna extraña razón desconocida lo sujetaba firmemente contra el colchón, teniéndolo boca abajo.

 

-Quítatelo y te dejaré- el de cabellos azules intentaba quitarle la capa por todos los medios, pero el otro se aferraba a ella como lo haría un náufrago a un bote salvavidas, como si el simple hecho de dejarle ver su cara o cualquier otro trozo de piel fuese lo más horrible del mundo.

 

-¡Ni de broma!-logró lanzarle un golpe al contrario, mismo que aunque fue detenido con facilidad, le permitió escapar del agarre que el otro mantenía sobre él y escabullirse hasta un rincón del cuarto, respirando agitadamente por el esfuerzo recién realizado,  mientras sus dorados ojos miraban acusadoramente al culpable.

Daiki le regresaba la mirada pero llena de incredulidad y confusión, comenzaba a creer que ese chico estaba loco, era muy raro en verdad, pero al mismo tiempo  le resultaba algo… divertido, verlo resistírsele de aquella manera solo para que no le quitara la capa de encima, no quería imaginarse cómo se pondría si intentase hacerle cualquier otra cosa.

 

-Escucha…-murmuró el rubio una vez que se recuperó del impacto de lo sucedido y su respiración volvió a estabilizarse- ninguno de los dos quiere este matrimonio, pero sabemos también  que es necesario, así que, si tú y yo fijamos ahora los términos del contrato todo irá mucho mejor-propuso mostrándose serio y totalmente convencido de lo que había dicho, aunque el moreno parecía seguir dudando de él, quizá por el hecho ya mencionado de que no quería mostrarle ni el rostro, pero Ryoota tenía sus motivos para ello, entre los cuales estaban los siguientes

1.-No tenía intención alguna de cumplir con ninguna de sus obligaciones maritales en la cama

2.-Odiaría que el otro quisiera algo con él solo pro su apariencia

3.-Era una manera de revelarse y no aceptar del todo lo que se le estaba imponiendo

4.-No quería que nadie pudiera saber cómo se sentía realmente con aquello, que nadie notara si estaba triste, enojado, frustrado, indignado, asustado… y todas las demás emociones que se pueden tener cuando simplemente te obligan a casarte por el bien del reino y aún así habiendo una posibilidad de guerra, renunciando de paso a encontrar a quien hubiese podido ser su verdadero amor.

5.-Y por último, simplemente no se le daba la gana mostrar la cara, ni ninguna otra parte de su cuerpo.

Cinco poderosas razones para hacer lo que hacía, pero claro, el no pensaba explicarle absolutamente nada a su futuro esposo, bueno, en realidad si, pero lo que le diría a este sería completamente diferente.

 

-Entonces niño ¿cuáles son esos grandiosos términos de los que hablas?-Daiki se resignó a la necedad del otro por permanecer oculto y simplemente se sentó en la cama a aguardar por el maravilloso trato que este le propondría, después de todo tenía razón en eso de que él no quería para nada ese matrimonio, y quizá la propuesta que tendría podría hacerle más llevadero el asunto.

-Primero, supongo que mereces una explicación de mi aspecto-suspiró audiblemente y se giró, dándole la espalda al mayor y mirando hacia la gran ventana que había en la habitación, la cual daba justo a un enorme y hermoso jardín de rosas, en el cual predominaban las de color amarillo por simple capricho del rey que aseguraba que esas rosas se parecían a su hijo y a la hermosa madre de este-me mantengo oculto porque no quiero asustar a nadie….-hizo una pausa dramática, dejando por demás desconcertado a su prometido- no quiero asustarte con este aspecto tan….-su voz se entrecortó aún más dramáticamente como si no pudiera continuar hablando al respecto sin terminar por romper en llanto.

-¿Qué estás diciendo? Tu…

-Es por eso que te estoy proponiendo esto-le interrumpió el rubio antes de que el otro siguiera sacando conclusiones o le obligara a decir realmente una mentira, porque técnicamente él no había dicho mentiras aún, es decir, hizo drama con eso de su aspecto y demás pero jamás le dijo algo como “estoy lleno de cicatrices” o “tengo horribles quemaduras por todo el cuerpo” no, él solo le había dicho que no quería asustarlo, la interpretación que el príncipe de Too le diera a ello no era cosa suya- no quiero esclavizarte a estar con alguien que no quieres, de manera que seguiremos adelante con el matrimonio, pero será solo de nombre y guardaremos las apariencias claro, pero no tendremos ninguna obligación marital

-Espera, espera, espera ¿nada de sexo?- el moreno frunció el ceño nada conforme con aquello, ¡se moriría de abstinencia! Y su condenado padre le había dicho que podría acostarse con un chico lindo ¡maldito mentiroso!- no puedo aceptarlo, mi cuerpo enloquecerá y moriré joven con tanta abstinencia-declaro sin vergüenza alguna, pensando en los muchos inconvenientes que habría con algo como eso.

-¿Qué eres un conejo?- se burló Ryoota ligeramente sonrojado bajo la seguridad de la tela que el cubría, apenas girándose un poco para poder ver al contrario-puedes tener los amantes que te plazca, yo no te he negado nada de eso, como ya lo mencioné lo nuestro será un acuerdo ante los demás, fuera de ello tú puedes hacer lo que quieras, tan sólo teniendo la decencia de no traer a nadie al palacio y hacerlo discretamente, ¿estás de acuerdo?-aguardó nervioso por una respuesta, era una propuesta loca y que seguramente nadie en su situación haría, pero él siempre había sido así, osado y cabezota, metiéndose de lío en lío.

-¿Es en serio?-el mayor arqueó una ceja confundido por semejante propuesta, le estaba dando permiso de tener todos los amantes que se le antojara ¿era es una actitud normal en un príncipe heredero? Bueno, al parecer vivía acomplejado por su apariencia, pero de ser así, ¿no era el momento de que provechara que finalmente tendría un esposo sexy como él? En fin, él no era quien para juzgarlo, y si le ofrecía un camino como aquel, no dudaría en tomarlo, era una oportunidad de oro.

-Hablo totalmente en serio-reafirmó Ryoota girando ahora por completo para mirarlo de frente, y aquel fue el momento en que a Daiki le pareció ver un destello dorado, uno intenso y hermoso pero que no estaba seguro que no fuese cosa de su imaginación, además… ¿ese era el color de los ojos ajenos?

-De acuerdo, tienes un trato niño-aceptó finalmente el mayor, acercándose hasta el contrario, quien por puro instinto retrocedió ante el avance del moreno, quien tenía claras intenciones de verle mejor, de comprobar si aquel destello dorado en verdad había sido de los irises ajenos, de saciar su curiosidad, de…

-¡Detente!-exclamó Ryoota alarmado, colocando ambas manos en el pecho del contrario para evitar que se acercase más-la parte del trato que tú debes cumplir es nunca intentar quitarme esto-señaló la tela que le cubría.- ¿lo harás?

-¿ah? Eso no lo habías mencionado-aplicó un poco de fuerza para vencer la resistencia que el rubio ponía, cosa que no le resultó demasiado difícil, y de un momento a otro lo tenía acorralado contra la ventana.

Era extraño, pese a todo lo que rubio le había dicho, a Daiki parecía no importarle, es más, si antes no le interesaba realmente conocer o acercarse a su prometido, ahora estaba verdaderamente intrigado y curioso, además de que estaba ese extraño impulso que lo obligaba a querer acercarse también, ¿Qué se asustaría con su apariencia? Eso eran puras patrañas a Aomine Daiki no le asustaba nada.

-Solo di que lo harás…-la voz del menor tembló ligeramente al sentir casi el cuerpo ajeno pegado al suyo y su espalda contra la ventana, cortándole cualquier intento de escape.

Pero justo en ese momento ambos reyes aparecieron en la puerta, abriendo la misma de improviso y encontrando a ambos jóvenes en aquello comprometedora posición. Como era de esperarse las caras de ambos reflejaron sorpresa, aunque la del rey Nijimura estaba mezclada con algo parecido “si tocas a mi lindo  Ryoota antes de la boda te castro”.

-Ejem…-el rey Imayoshi carraspeó al ver toda la situación, pues el rey Nijimura empezaba a tener un aura asesina alrededor y Daiki parecía no enterarse al estar sumamente concentrado en el chico frente a él que aún seguía usando esa estorbosa capa, como si fuese lo más interesante del mundo y no pudiese apartar la mirada, y el príncipe de Teiko había entrado en una especie de shock que juraría tenía mezcla de confusión y desesperación, pero estando cubierto no podía saberlo.

Cuando ambos chicos repararon en la presencia de sus padres se separaron de inmediato, uno más avergonzado que el otro, claro.

-Nada de “eso” antes de la boda ¿entendieron?-sentenció el sobreprotector padre del rubio, señalando acusadoramente con el dedo a Daiki, como si fuese este un pervertidor de lindos e inocentes rubios

-¡Papá!- se quejó Ryoota totalmente rojo, agradeciendo que no pudieran verlo-solo estábamos dialogando para conocernos- el moreno apoyó lo dicho por el otro y tras convencer, o al menos intentar convencer a los mayores, todos regresaron al salón y discutieron sobre los términos de la boda cosa aburrida para los menores en realidad, pero debían estar presentes.

 

-Lo haré…-susurró Daiki al oído de su prometido antes de retirarse junto con su padre, el moreno parecía haber adquirido un extraño gusto por molestar al rubio, y este último no salía de su asombro de que  a pesar que le hubiera insinuado que era horrible debajo de la capa, el otro siguiera intentando acercarse tanto

¿Qué iba a suceder cuando estuvieran casados?

No quería pensarlo por ahora…

Notas finales:

No me dio tiempo de avanzar hasta donde quería, asi que eso será en el próximo capítulo

PD: Si lo de imayoshi se leshizo raro, pueden ignorarlo~ no tenía mucnas opciones para padres! lo siento!

 

Muchas gracias por leer

Bye~


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