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Colors Spell por AleChun

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Notas del capitulo:

Hola :DD Si, lo se, ha pasado tres semanas :c lo siento, a pesar de que en el anterior capitulo mencione que escribiria mil palabras por dia, no pude cumplir debido a que en esa misma semana los parciales de mi universidad atacaron :'D Mori en batalla xDD Soy malisima con los estudios y con el ingles :c Sufri mucho en todo este tiempo xD Bueno dejando eso de lado, aqui les traigo el capitulo, espero que les guste. Es cortito y bueno esta un poco confuso, creo :c Pero aun asi lo hice con mucho amor *inserte corazon rosado aqui* 

 

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“Siempre he pensado que de alguna manera  él es especial, incomprensible, irremediablemente único. Y si aún nadie creyese en mis palabras, puedo demostrar todo lo contrario con los pedazos de vida que ha marcado, porque yo, sobre todas las personas,  se lo especial que es. ”

 

Particularmente a Kuroko jamás le había importunado el ruido de las personas, los pasos, los gritos, las conversaciones terriblemente forzadas, los llantos, los abrazos; a decir verdad, todas esas acciones jamás fueron, ni significaron algún problema para él.

 

Sin embargo; como estuvo sucediendo los últimos años. Poco a poco su concepción sobre algunas cosas cambió, mutaron, se  transformaron a otro tipo de opinión personal.

 

En conclusión, justo ahora; el ruido y todas sus formas comenzaban a alterarlo. Le irritaba escuchar el sonido de las personas en el hospital.

 

Llorando, lamentándose, sufriendo por la realidad y crudeza de la sala de emergencias.

 

No era agradable.

 

Levanto la vista y observo la enorme puerta de cristal frente suyo. Cada vez que la observaba, recordaba con toda claridad cómo es que los médicos se habían llevado a Kagami en una camilla hacia el interior. Simplemente se lo habían llevado sin decirle nada. Su corazón estaba a punto de romperse y aun así no obtuvo respuestas de parte de nadie del personal, los doctores se negaban a hablar con él y las enfermeras eran peor que tumbas selladas. No emitían ni una sola silaba. Todo se tornaba desesperante. Todo quería derrumbarse.

 

 Era demasiado. 

 

Pero, nuevamente; Tetsuya se recordó a si mismo que no era momento de ser pesimista, ni de llenarse de mera negatividad. Lo importante era; Kagami, su bienestar tenía un orden prioritario sobre cualquier situación.

 

Sobre cualquier cosa, porque definitivamente Taiga tenía que estar bien, él no podía poseer ningún mal. No era justo.  No después de tanto sufrimiento. Siempre era lo mismo, la frase siempre se repetía como un disco rayado,  “Kagami kun no se merece todo esto”

 

Sus pensamientos seguían enfocados dentro del mismo centro. Solo Kagami dominaba su pensar y sentir, solo eso. No quería verlo sufrir, ya no más.

 

Las puertas de la sala de operaciones se abrieron y poco a poco los doctores y enfermeras comenzaron a salir, Kuroko se levantó instantáneamente, esperando que por fin le fuese cedido el estado de salud de Kagami. Y efectivamente,  aquello sucedió cuando una de las enfermeras se acercó hacia él y le pregunto si era familiar del paciente, a lo que Tetsuya asintió. La enfermera aparentemente amable, lo guio hacia uno de los consultorios del piso aledaño al de emergencias y le hizo aguardar en la sala de espera.

 

Unos cuantos minutos pasaron de manera lenta hasta que por fin el doctor que recibió a Kagami en emergencias salió de su consultorio y le hizo pasar.

 

Una vez que Kuroko se sentó en frente del doctor, este le miro con seriedad y cogió uno de los archivadores que estaban colocados de manera ordenada sobre el escritorio. En el fondo Kuroko deseo no escuchar nada de lo que aquel hombre fuese a decirle, tenía miedo, terror, pánico de tan solo pensar en lo peor.

 

No era lo ideal. Lo lastimaba. Lo hería como nunca.

 

Pero a pesar de todo, se mantuvo en el mismo lugar. Firme y a la espera de las palabras del doctor.

 

El medico levanto la vista y suspiro. —Voy a ser sincero con usted, el señor Kagami Taiga no está bien. Su padecimiento no es algo superficial.

 

— ¿A  qué se refiere al decir que “no está bien”? —Kuroko le interrumpió. El terror se hacía más potente y la incertidumbre no ayudaba a contener la ansiedad que nacía desde el fondo de su alma. Apretó sus manos y clavo la mirada en el doctor. — Sea claro por favor. — pidió dolido y con un nudo en la garganta deseando escuchar de una vez por todas una respuesta adecuada.

 

—Es un tumor cerebral. —Soltó sin más—Ha estado presionando sobre cierta área cerebral; lo que ha conllevado  a que los síntomas se intensifiquen, ha crecido demasiado por lo que es necesario intervenirlo lo antes posible.

 

Silencio.

 

El doctor bajo la mirada y movió la cabeza hacia un lado.— No es la primera vez que casos como estos se presentan en hombres tan jóvenes, lo recomendable es comenzar el tratamiento cuanto antes y por supuesto; usted como guardián del paciente debe mantener la calma.

 

Pero la verdad era que no podía mantenerla, que estaba muy asustado, que no quería perderlo, que quería escuchar cosas positivas y no más noticias desagradables. Ahora tenía la certeza de que todo se había roto. Que ya no había más. Que era imposible para ambos ser felices. Que el pequeño tiempo que estuvieron juntos fue un privilegio especial antes de su cruda verdad. Todo, absolutamente todo se había vuelto contra ellos, y Tetsuya tuvo el presentimiento que a partir de ese momento todo seria de esa manera. Muy cruel; lagrimas, pesar, heridas y sufrimiento.

 

—Doctor—pero, aunque todo siguiese siendo cruel; no lo abandonaría. Su corazón ni su propia esencia lo permitirían, seguiría ahí, en medio de la tormenta. —Si el tratamiento debe iniciarse—pronuncio con lentitud y seguridad—que se haga ahora. —No lo dejaría jamás. Esta vez se quedaría a su lado. En las buenas y en las malas.

 

El medico asintió.

 

Silencio nuevamente.

 

No hubo más, después de que Kuroko pronunciara esas últimas palabras, se levantó de su lugar, hizo una reverencia y salió del consultorio con destino hacia el sector de hospitalización. Camino lentamente por los pasillos del hospital y escucho el retumbar de su corazón. Debía mantener la calma, por supuesto que debía hacerlo. Pero ahora estaba completamente solo, con unos papeles en las manos y la mirada perdida en medio del pasillo del hospital. Todo. Cada fragmento y objeto del hospital le recordaban lo que ahora tenía que enfrentar. Tenía que ser fuerte. Tenía que serlo.

 

Sin embargo.

 

Sus ojos se cristalizaron y su corazón latió aún más desesperado. Las personas seguían caminando pero el ya no podía hacerlo, necesitaba detenerse un momento y ser racional, dolorosamente racional. Aunque la razón fuese aún más asfixiante.

 

¿Por qué a ellos?

 

Solo quería tener un poco de felicidad en su vida. Solo una mísera cantidad era suficiente para mantenerse vivo y seguir respirando; pero el destino no se la cedería tan fácilmente.

 

 Una lágrima descendió por una de sus mejillas y el rastro del líquido salado se quedó impregnado en su piel.

 

No quería perderlo.

 

 

-w-

 

 

Kise abrió los ojos y miro hacia el techo de su habitación. Eran prácticamente las dos de la madrugada y aun no podía conciliar el sueño, había intentado cerrar los ojos y pensar en otras cosas, todo era aceptable con tal de reemplazar sus preocupaciones actuales. Sin embargo; por más que lo intentase, todo terminaba derivándole hacia su mortificación. A lo que sabía.

 

Es Aomine.

 

Lo es.

 

Nadie puede cambiar eso.

 

Kise apretó los labios y cerró los ojos con fuerza. Se odiaba a sí mismo, se detestaba por todo, por estar pensando en algo que no debería. Definitivamente no quería interferir en la relación de Aomine con Sakurai; porque, ellos se amaban, se querían, se apreciaban mutuamente.

 

Eran una pareja muy estable.

 

¿Cómo podía si quiera pensar en el hecho de que Aomine era a quien había anhelado? No, no podía seguir haciéndolo. Pero aun así, sus pensamientos seguían atormentándolo, rodeándolo, haciéndolo sentir en paz al conocer la verdad y torturándolo a la vez. Volvió abrir los ojos y soltó un soplido.

 

Estaba molesto consigo mismo.

 

Terriblemente molesto y dolido. Herido, lastimado, lleno de odio y ansiedad.

 

 “Lo bueno es que Aominecchi no me recuerda”  pensó, denotando ese hecho. Siendo consciente de que Daiki no poseía algún resquicio de memoria sobre el pasado.

 

Y eso, de cierta forma era bueno; pero la bilateralidad de la situación volvía a  atacar.

 

Porque.

 

Lo cierto era que a Kise le dolía enormemente  que Aomine no recordase absolutamente nada.

 

Le dolía no ocupar un pequeño espacio dentro de su vida, de su memoria, de su crecimiento como ser humano.  Estaba profundamente dolido por eso y sentía que no debía estarlo. No poseía el derecho a estarlo, su sentir solo era eso; algo suyo y propio, solo de él. Solo algo que sentía él.

 

Pero las sensaciones no se iban.

 

Seguían ahí egoístamente.

 

Quería desaparecerlas, cuanto antes mejor.

 

Pero era horriblemente difícil.

 

No sentía nada por Aomine, no podía sentirlo; no por este Aomine actual. Su obsesivo amor era más bien referido hacia aquel niño que alguna vez le rescato, y que en el fondo, muy en el fondo, anhelaba volver a sentir cerca. Pero, Ryouta ahora entendía  que todo ese cariño y deseo, debía haberse quedado como un bonito recuerdo. Derivarlo hacia el futuro había sido un terrible error, error que trajo como consecuencias, actos egoístas y situaciones dolorosas. Kagami jamás había sido su salvador y sin embargo; prácticamente lo había ahogado con su necesidad de poseerlo. Estaba mal, muy mal.

 

Pero, justamente por iniciativa de toda esa confusión fue que lo quiso tanto, lo adoro y lo amo sinceramente, no fue simplemente un reemplazo del pasado.  Por supuesto que todo había partido de ahí pero lo demás fue un pleno desarrollo natural. Su enamoramiento surgió y próspero debido a los buenos actos de Taiga, como amigo y como persona; todo ello lo había cautivado como un pequeño animalito dentro de una red llena de confusión. Pero ahora, ya tenía todo muy claro; Kagami es y siempre seria de Kuroko. Al igual que Aomine es y siempre seria de Sakurai.

 

Todo estaba lleno de luz frente a sus ojos. Lleno de claridad y certeza.

 

Esta vez no dejaría que su corazón se hiciera ilusiones, no dejaría que su mente lo engañase, no cometería el mismo error que había cometido con Kagami, no daría rienda suelta a sus tontas ilusiones. No caería en el amor por los recuerdos del pasado. No. Ya no más.

 

Eso era algo que se había determinado e impuesto como una doctrina mental, pero aun así; le resultaba tedioso y doloroso.

 

Las horas pasaron y Kise continuo dando vueltas sobre su cama, debatiéndose a sí mismo como dejar de pensar en cosas que no debía, cuando volvió a ver el reloj ya faltaba poco para que amaneciera.

 

Suspiro molesto, no había conseguido dormir ni siquiera una hora; lo más seguro era que producto de todo el desvelo, luciría durante todo el día un rostro cansado y desanimado, y eso, no era bueno para su trabajo. Aparto las sabanas de su cuerpo y se levantó de la cama, estaba cansado de todo. De pronto el sonido de su celular lo saco de sus pensamientos, miro hacia un lado y trato de ubicar el aparato. Cuando lo encontró, no miro la pantalla y simplemente presiono el botón verde.

 

— ¿Kise? —escucho del otro lado de la línea. Su corazón se alteró estrepitosamente  y sus nervios se crisparon con tan solo oír la voz de Aomine. Hasta hace poco había estado intentando sacarse de la cabeza a Daiki y sin embargo ahora, el volvió con fuerza imperiosa. Lo desarmaba. Destruía cualquier intento desesperado de alejarse completamente. De poner distancia.

 

Cada vez, cada momento, cada segundo, cada instante.

 

El simplemente retornaba como si no quisiera irse.

 

—Aominecchi— susurro confundido— ¿Por qué estas llamando a esta hora?  Es muy temprano— argumento tratando de mantener la calma, estaba demasiado sorprendido como para actuar normalmente.

 

—Oh si, lo siento si te desperté— Aomine contesto despreocupadamente, demostrando todo lo contrario por su tono de voz— En realidad, solo quería avisarte que el día de hoy no podre acompañarte. — Pronuncio— Ryo está enfermo y quiero quedarme a cuidarlo, no puedo dejarlo solo.

 

Silencio.

 

Ahora todo tenía un propio freno. Su corazón se calmó, sus nervios volvieron a la normalidad y los pocos sentimientos nacientes, murieron en una tormenta de dolor.

 

—Entiendo Aominecchi, no te preocupes, cuida muy bien a Sakuraicchi.

 

—Claro, no es necesario que me lo digas. Ryo es lo más importante para mí.

 

Lo más importante y lo más preciado. 

 

—Y así debe ser Aominecchi, más te vale que lo cuides bien.  — Kise suspiro. Levanto la cabeza y se dio una palmada en la frente. Sakurai era lo más importante para Aomine, así debía ser, tenía que ser así. —Ustedes dos son perfectos. — murmuro bajito.

 

— ¿Qué?

 

 —No, nada—Kise soltó una risita y entrecerró los ojos— bueno Aominecchi ya que tengo tu excusa, dedícate exclusivamente a Sakuraicchi. Tal vez debas tomarte lo que queda de la semana para que Sakuraicchi se recupere adecuadamente— sugirió amablemente. Lo entendía, comprendía la situación y a pesar de que dolía, prefería ver a Daiki y a Ryo en total comodidad.  “Esto es lo mejor” se repitió una y otra vez. Kise se sentía en paz, se sentía bien de esa manera, su propia mente y corazón estaban estables, por fin lo estaba logrando. Ninguna ilusión se instalaba en su alma y eso, eso era lo mejor. Quería que fuese así.

 

Sin embargo.

 

—No, bastara con hoy.

 

— ¿Eh? Pero Aominecchi, debes pensar un poco más en Sakuraicchi, hablare con la agencia, no tienes por qué preocuparte.

 

Él no tenía que decir nada. Daiki no tenía por qué hacerlo, Kise se sentía bien ahora, todo seguía su propio camino, nada alteraba su corazón.

 

—No Kise. No quiero dejarte solo.

 

Y esa sola respuesta volvió a alterar todo.

 

Kise se mantuvo quieto durante unos instantes.  Colgó el teléfono sin responder  y se dejó caer sobre la cama.

 

¿Por qué?

 

Aomine no debía hacer eso.

 

¿Por qué lo hacía? No quería que lo hiciese, se sentía tan tonto de esa manera, completamente tonto y egoísta.  Como un idiota sin remedio. Su corazón no quería entender, los recuerdos querían volver, todo su ser pedía a gritos llenarse de nostalgia de nuevo.

 

Estaba completamente loco por sentir todas esas sensaciones raras.

 

 

-w-

 

 

— ¿Kise? — Aomine miro su teléfono y bufo molesto. El desgraciado de Kise le había cortado sin siquiera haberse despedido.  No entendía que rayos pasaba con él, lo cierto era que Daiki había notado últimamente un extraño comportamiento  de parte de Kise, pero no sabía la razón de tal actuar.

 

Y por supuesto, como el guardián que era, ansiaba saber el motivo del malestar de Kise.  Tener alguna idea al menos, sin embargo; lo más probable era que Kise no quisiese decirle nada, lo que lo llevaba a hacer suposiciones respecto a todas las situaciones. La opciones de problemas tontos era lo primero, ya que Ryouta tendía exagerar algunas cosas. “Tal vez le han roto el corazón” pensó al instante, sin embargo; la idea de posibles candidatos a llevarse el corazón de Kise era bastante nula.

 

Aunque, existía una persona. Y ese era el famoso sempai. Daiki lo sabía, las intenciones de Yukio iban más allá del aspecto laboral, claro que, él era  libre de enamorar a Kise si lo deseaba.

 

Enamorarlo.

 

La sola idea, de alguna forma no le agradaba.  Kise y el sempai juntos.

 

No. El tipo era muy serio.

 

Kise necesitaba otro tipo de persona. 

 

Algo diferente…

 

—Daiki san — la voz de Sakurai lo saco de sus pensamientos— ¿Sucede algo malo?

 

Aomine miro a Sakurai y negó con la cabeza.  Se sentía raro el mismo al haberse perdido en ese tipo de pensamientos.

 

Ryo estaba recostado sobre el sillón de la casa, había querido descansar ahí un momento mientras que Aomine se comunicaba con Kise. —No, no es nada Ryo. Ya hable con Kise, necesitaba informarle sobre mi falta del día de hoy. Ya está todo arreglado,  no necesitas preocuparte.

 

—Pero Daiki san,  no era necesario que faltes al trabajo. Yo podía cuidarme solo— sonrió y respiro profundamente— No quiero afectar tus planes.

 

—No puedo dejarte solo Ryo. — Aomine se acercó hacia Sakurai y coloco una mano sobre su frente— Tienes un poco de fiebre.

 

Sakurai asintió y levanto una de sus manos, rozo sus dedos con la piel de Aomine y cerró los ojos— Si, no te preocupes. Gracias Daiki san. Gracias por estar junto a mí.

 

—Yo debería ser quien te agradezca— entrelazo sus dedos con los de Sakurai— Me mantendré siempre a tu lado.

 

— ¿Siempre? — Sakurai se sentó sobre su lugar y se acercó hacia Aomine — ¿No te iras? 

 

Aomine no entendía porque Ryo estaba haciendo esa clase de preguntas, él siempre había sido claro respecto a sus sentimientos.

 

—Jamás— pronuncio, sintiendo que de alguna manera Sakurai deseaba escuchar eso.

 

Ryo sonrió y lo abrazo. Por supuesto, Aomine jamás se iría, no lo haría. Estarían siempre juntos, siempre. No importa que, porque ambos se necesitaban mutuamente. — ¿Aunque yo no sea lo que tu esperas? — pregunto de pronto, rompiendo totalmente la atmosfera.

 

Había algo, algo se había roto.

 

Silencio.

 

Aomine abrió los ojos sorprendido y se alejó de él. — ¿De que estas hablando, Ryo?

 

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Notas finales:

Bueno, ahi termina el cap. Yo se que es probable que haya mucha confusion, prometo que en el siguiente cap habra aclaraciones y bueno, saldran las demas parejas. Como siempre pido disculpas por todos los errores que encuentren. Muchisimas  gracias por leer. Y tambien muchisimas gracias por los reviews que dejaron en el anterior capitulo, me animan mucho.


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