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Colors Spell por AleChun

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Notas del capitulo:

Hola :DD, aqui les traigo un nuevo capitulo, disculpen la demora, tuve ciertos problemas personales que me impidieron actualizar pero ya estan resueltos. Como siempre, agradezco los bonitos reviews que me dejan. ¡Muchas gracias!

Ojala que les guste el capitulo, disculpen los errores ortograficos y de redaccion.

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El aroma del hospital inundo sus fosas nasales; el desinfectante, el alcohol, los medicamentos, parecía ser que todo se combinaba para formar una especie de fragancia desagradable capaz de marear a cualquiera, por lo menos a Kuroko que no soportaba aquel ambiente, no obstante, con el pasar del tiempo había tenido que acostumbrarse a aquel olor,  Kagami llevaba internado semanas en el hospital por lo que casi todo ese entorno se había vuelto familiar frente  a sus ojos. Las enfermeras, los doctores, los llantos, los gritos, la desesperación de las personas, no, no era fácil. A veces se sentía ahogado y dolido, como si los sonidos e imagines le atormentasen hasta en los sueños. Como si todo se viese envuelto en millones de círculos.

 

Soltó un suspiro, parecía una pesadilla eterna, no, de hecho lo era. Sobre todo al saber con  certeza que Kagami no despertaría con facilidad, que continuaría ahí, recostado sobre una cama como un objeto, que no le vería hablar ni reír, y que no le abrazaría como antes, con ese calor tan abrigador. Observo el rostro de Taiga con el corazón partido, y aun así, Tetsuya estaba dispuesto a esperarle o incluso a morir en esa silla del hospital junto a Kagami.

 

De pronto, un sonido proveniente de la puerta le alerto, se levantó de su lugar y giro con la idea de que fuese una de las enfermeras con la tarea de verificar la regularidad en la salud de Kagami, sin embargo, la sorpresa inundo su rostro al observar a Himuro de pie en el umbral, llevaba consigo un portafolio negro con la insignia de la empresa de Akashi.

 

Kuroko se mantuvo en silencio. Algo no andaba bien. En primera, porque Tatsuya siempre visitaba a Kagami los días viernes y llamaba antes de ingresar al hospital y en segunda porque ese portafolio no debía contener algo bueno, por lo menos no para ellos. Apretó los puños y se acercó hacia la cama donde Taiga reposaba. Kuroko no lo permitiría, no dejaría que Himuro hiciese algo.

 

Tatsuya sonrió. Coloco el portafolio sobre la mesa blanca de la habitación y observo su reloj. Los minutos eran preciosos. Siempre lo habían sido. Ahora más que nunca, y Himuro lo había  comprendido.

 

—Himuro kun…

 

—No voy hacer nada—pronuncio, moviéndose a un lado de la habitación, llenando todo el ambiente de un tipo de presión. Hasta ahora, toda la vida de Kagami había girado en torno a las particularidades, a los pequeños detalles y a lo desastroso que había sido un pequeño error. Siempre, siempre se había manifestado así.

 

Era momento de cambiar aquello. Kagami lo necesitaba.

 

—Es imposible creer eso.

 

— ¿Cuánto tiempo ha sido, Kuroko? ¿Un mes?—pregunto, alejándose completamente del tema, deteniendo sus pasos frente a Kagami, preocupando a Tetsuya.  Definitivamente Taiga no lo merecía, no merecía tanto error y dolor y angustia, todos estaban de acuerdo con eso, hasta el mismo Kuroko. La pregunta retumbo por toda la habitación. —Taiga ha estado en este agujero durante un mes. Sin éxito de recuperación, sin nada que lo ayude a despertar, sin la esperanza de que volvamos a tenerlo de pie.

 

Silencio.

 

El tema lastimaba, por supuesto, hería y hacia pedazos la existencia de Kuroko porque de todas las cosas que había dicho, no había ni una sola que fuese mentira, pero es lo que había, no había posibilidad de que hiciesen algo más, con Akashi encima de ellos era imposible, el emperador tenia ojos en casi todo el País, solo era necesario un error para que les encontrase.

 

—Himuro kun, yo…

 

—He estado pensando en ello, y solo he obtenido una respuesta. —volteo y observo el rostro de Kuroko, miro con detalle esos ojos celestes que tenían tan cautivado a Taiga. Kuroko no era una mala persona, ni tampoco el causante de todo lo que acaecía a Kagami, afirmar aquello era cruel, no obstante, justo ahora estaba presentándose como un obstáculo y Himuro debía quitarlo, a cualquier precio, no importaba si lo hería en el proceso—¿No te gustaría que Kagami mejorase?

 

La respuesta era obvia.

 

—Claro que sí pero---

 

—Entonces— Himuro interrumpió, preparado para soltar un sinfín de razones valida que harían que Kuroko se apartase, estaba dispuesto hacerlo— desaparece por un buen tiempo.

 

Kuroko abrió los ojos sorprendido. 

 

—Lo único que haces es dificultar la recuperación de Taiga, no podemos llevarlo a un buen hospital debido al temor de que te encuentren en el proceso. Taiga no se merece esto. — Desvió la mirada para fijar su atención sobre el cuerpo de Kagami— Puedo hacerlo, tengo el dinero suficiente para curarlo. — detuvo sus palabras unos instantes. Tatsuya sabía lo mucho que estaba hiriendo a Kuroko en esos momentos, lo sabía, pero no podía dar vuelta atrás—Así que, deberías apartarte de el por un tiempo.

 

Tetsuya apretó los puños. No. No podía. No era tan fácil. No podía dejar a Kagami así como así. — Entiendo tu preocupación, Himuro kun. Yo también quiero que Kagami kun se recupere, pero no puedo dejarlo solo, sé que encontrare una manera de que---

 

—No estará solo, vendré a visitarlo constantemente. — pronuncio con frialdad, rompiendo cualquier excusa al instante, miro a Kuroko con expresión seria, necesitaba que él se apartase sin más palabras de por medio. Kuroko le devolvió la mirada con dolor y angustia, con esos ojos que hicieron flaquear a Himuro por unos instantes, sin embargo, las cosas ya estaban dichas. Suspiro. — Por favor entiéndelo. Si realmente amas a Taiga, hazlo.

 

 

-w-

 

 

Furihata observo con sorpresa lo lujosa que podía ser una simple cafetería, no entendía el motivo tras todo el detalle que aquel lugar guardaba en cada uno de sus aspectos; las servilletas, las mesas, los utensilios. No tenía sentido. Y no era porque Furihata se menospreciase a sí mismo, en absoluto, lo que lo mantenía con la boca abierta y las manos sudorosas era el hecho de que aquello era demasiado. No había necesidad de tanto lujo para pasar un buen momento. Por otro lado, las personas a su alrededor parecían tener cierto nivel social distinto a lo normal, personas con dinero por supuesto, la mayoría lucia orgullosos de ello.

 

Muy orgullosos.

 

Kouki suspiro pesadamente, nada de eso era de su agrado, prefería levantarse y salir de ahí para no volver, sin embargo, sus pies le mantenía en el mismo lugar, los modales le obligaban a soportar toda esa escena, después de todo, Akashi le había invitado a tomar un café para que ambos pudiesen discutir sobre la custodia de Maasaki. Era un tema que no podía ser dejado atrás, Furihata consideraba necesario arreglarlo cuanto antes y Akashi había aceptado sin algún tipo de contratiempo. Por eso estaba ahí, esperando la llegada de Seijuuro.

 

Dirigió la mirada sobre el reloj de la pared y exhalo profundamente al notar la hora, había llegado mucho antes de la hora acordada, no había podido evitarlo, la ansiedad de saber algo de su hijo le carcomía las entrañas, casi podía sentirlo a su lado. Sonrió ilusionado, no dudaba de que pronto todas sus fantasías se hiciesen realidad, de cierta forma ya no existía obstáculo alguno en su vida, Seijuuro le había prometido entregarle a su hijo y Furihata creía plenamente en aquella promesa, además de que Akashi estaba comportándose de manera amable con él, Furihata sabia el motivo d aquellas atenciones, claro que lo comprendía y por supuesto,  agradecía los sentimientos de Akashi, pero no podía aceptarlos, no podía afirmar amar a Seijuuro porque realmente no lo hacía, le tenía cierta estima por todas las cosas que había hecho pero nada más. Solo eso.

 

O eso es lo que Furihata creía en ese momento.

 

De pronto, todos sus pensamientos fueron interrumpidos al observar la figura de Akashi del otro lado de la cafetería, lucia calmado, amable y elegante. Su cabello y rostro resaltaban sobre todo el mar de personas y su porte se tornaba especial frente a los ojos de Kouki, de hecho,  era difícil no distinguirle. Imposible. Las mejillas de Furihata se tornaron rojas al ser consciente de sus propios pensamientos. Se sentía avergonzado, terriblemente abochornado.

 

Akashi llego hasta la mesa y con una pequeña sonrisa se sentó frente a él, le saludo con su típica voz lineal y le miro con esos ojos rojos e intimidantes. El sonrojo de Furihata empeoro, miro hacia otro lado y carraspeo. No. No había explicación para su estúpida reacción. No era un adolescente, todo lo contrario, Kouki era un hombre maduro. No un chiquillo.

 

No.

 

—Luces muy bien hoy, Kouki.

 

Oh por dios. Las orejas de Furihata ardieron al instante. No, Akashi no debía decirle todas esas cosas, no debía pero aun así parecía dispuesto a hacerlo las veces que se le antojase. Kouki maldijo en voz baja. Volvió la vista hacia el frente y exhalo pesadamente. —Gracias Akashi san, usted t-también.

 

— ¿También?

 

—L-Luce —balbuceo con los puños apretados—agradable.

 

Seijuuro soltó una risita moderada. Su aspecto volvió a resaltar frente a los ojos de Furihata. Se sentía tan estúpido.

 

Kouki tosió al instante. No podía seguir soportando aquello, se derretiría ahí mismo. Tenía que cambiar de tema, hablar de lo importante. — ¿Y bueno? —Pronuncio con cuidado—Sobre mí bebe…

 

Akashi guardo silencio unos minutos, observo los bellos ojos de Kouki y suspiro, era momento de aclarar ciertos puntos. Estiro una de sus manos sobre la mesa y toco una de las manos de Furihata. —Nuestro bebe—afirmo.

 

Kouki pestañeo confundido—Akashi san…

 

—He sido su padre durante seis años. — acaricio con ternura cada uno de los nudillos de Furihata, con toda la intención de hacer que entendiese que también quería a Maasaki como a su hijo, lo quería mucho. Todos esos años había intentado negarlo, había intentado justificarse con un odio inexistente, había estado diciéndose a sí mismo que todo lo hacía por venganza. Pero no.  Nunca había existido tal cosa. Jamás lo hubo. No. —También es mi bebe.

 

Silencio.

 

Furihata sonrió. Sonrió como lo había estado haciendo últimamente, con ese brillo que encantaba y hacia retumbar el corazón de Seijuuro. —Gracias Akashi san— pronuncio, relajando todo su cuerpo. Estirando los dedos de sus manos, entrelazando sus dedos con los de Akashi. No debía hacer aquello, Furihata lo sabía, no obstante, ya lo estaba haciendo. ¿Estaba equivocándose? Tal vez.

 

¿Y todo su sufrimiento?

 

Estaba en el pasado. 

 

— Akashi san, yo…

 

Seijuuro le miro con amor—Espera— aun no terminaba, aun no. Con la mano que aun tenia libre coloco una fotografía sobre la mesa. Furihata la observo y sus ojos se cristalizaron al observar aquello. Era Maasaki, su hijo, plasmado en una fotografía, con una sonrisa bonita y encantadora. Ya no lucia como un bebe, era un pequeño niño con las mejillas rosadas y los ojos brillosos. Era realmente su hijo, no podía creer que estuviese viéndolo en ese instante.

 

Soltó el agarre que mantenía con Akashi y cogió con ambas manos aquel retrato, le parecía hermoso. Las lágrimas descendieron por sus mejillas, se sentía tan feliz. Levanto la vista y miro a Akashi, no sabía que decirle, realmente no. Tenía tantos sentimientos sobre su corazón. No había manera de que Kouki pudiese exteriorizarlos en ese momento. Era imposible. Lo único podía hacer era agradecer en silencio.

 

—Podrás verlo pronto—aseguro Seijuuro.

 

El corazón de Furihata salto al escuchar aquello. Pronto estaría con él. Ya pronto. —Eso me hace muy feliz— susurro en un hilillo de voz—Solo espero no decepcionarlo. No quiero que él se sienta triste por tener a un padre como yo. Usted sabe, no soy tan genial, ni espectacular como Akashi san. Yo…— las lágrimas continuaron cayendo—soy un ex presidiario.

 

Akashi apretó los puños con fuerza.  El hecho de ser el culpable de aquellas palabras le atormentaba. Bajo la vista y entrecerró los ojos— Eres mucho mejor que yo, Kouki. Una persona capaz de lograr todo lo que se ha propuesto, una persona sincera y de buen corazón. Alguien sin resentimiento. Eres excepcional.

 

—No lo creo, Akashi san.

 

—Lo eres.

 

—No.

 

—Siempre lo has sido. Y continuaras siéndolo, solo que aún no lo has visto, pero yo si, por eso lo afirmo, lo aseguro y lo acredito.

 

Furihata volvió a tomar una de las manos de Akashi y la acaricio. Solo estaban ahí, ellos dos, solo ellos en ese preciso y único momento.

 

 

 

-w-

 

 

 

¿Cuánto tiempo había pasado ya? Kouki no lograba recordarlo, los días simplemente habían pasado sin que se percátese de ello, sin ser plenamente consciente de su alrededor. Se había estado dedicando a su trabajo con más ahínco y concentración, con el único propósito de esperar pacientemente el día en que por fin pudiese ver a Maasaki. Solo eso, la espera era más llevadera de esa manera. Por supuesto, en aquel intervalo de tiempo había estado manteniendo contacto con Akashi, con el propósito  de poder  compartir información sobre el pequeño, como sus gustos y miedos para que de esa forma Maasaki se sintiese cómodo.

 

Las cosas estaban marchando bien.

 

Furihata se sentía capaz de ver a Maasaki.

 

Salió por la puerta principal del local donde trabajaba y sonrió, se sentía tranquilo. Enormemente en paz, no podía pedir más, la dicha inundaba cada uno de sus poros. Ya faltaba muy poco. Por otro lado, también se sentía por feliz por Akashi, por saber que él ahora ya no le culpaba por la muerte de Kuroko, todo lo contrario. Se habían vuelto cercanos, habían compartido ciertos momentos de su vida en el silencio de las noches, en esos instantes en los cuales Akashi le acompañaba hasta su hogar, habían llegado a un punto en el cual ambos podían sentirse cómodos el uno con el otro, a Furihata le encantaba aprender cosas nuevas y  Seijuuro amaba enseñárselas, Furihata había aprendido tanto de él.

 

Kouki también había escuchado un montón de cosas de los labios de Akashi, de esas manos, de esos ojos, de esa sonrisa encantadora.

 

Había escuchado todo de él.

 

Sobre su infancia, la pérdida de su madre, su adolescencia, su juventud, todo.  Seijuuro siempre había estado solo. Siempre. Furihata respiro profundo, nunca lo habría imaginado de esa forma. Jamás. Pero ahí estaba, alguien como Seijuuro.

 

No, definitivamente no era adecuado, no podía darse una idea de todas esas cosas; estar encerrado en un mismo circulo, en un mismo ir y venir de mentiras, en un mismo dolor. Sin embargo,  había sucedido, el alma de Akashi lo decía, lo pronunciaba, lo dibujaba en esos ojos.

 

En esos atrayentes ojos.

 

 Kouki no estaba seguro de sus propios pensamientos y sentimientos, lo único que podía concluir en esos momentos era que no deseaba que Seijuuro continuase de esa manera.  Akashi Seijuuro es un ser humano, como el, como todos. Está ahí. Solo. Muy solo. Y no estaba bien, en absoluto.

 

 Camino en silencio.

 

Quería cambiar aquello.

 

Necesita hacerlo.

 

Anhelaba estar junto a él.

 

Lo anhelaba…

 

—Akashi... —susurro en la oscuridad de la noche.

 

Llego hasta la avenida principal de la zona y permaneció en silencio sentado sobre los asientos del paradero. Se mantuvo así durante unos largos minutos hasta que el frio de la noche le hizo despertar de su propia ensoñación, exhalo el aire cálido sobre la noche y froto sus manos una contra otra. El frio le congelaba hasta los huesos, llevo una de sus manos al bolsillo donde reposaba su celular y lo desbloqueo con el fin de observar la hora.

 

Abrió los ojos sorprendido al observar la pantalla de su celular.

 

Ya eran  más de las ocho.

 

Volvió a bloquear su celular y suspiro. Aquello le parecía sumamente extraño, Akashi siempre le recogía a las siete y media, no había excepción alguna. Se había vuelto una rutina para ambos, algo inquebrantable, propio, suyo, solo de ellos.  Es por eso que la preocupación comenzó a inundar sus sentidos. ¿Y si le había pasado algo? ¿Y si había tenido un accidente automovilístico?

 

No.

 

Se levantó instantáneamente. Tenía que verlo, asegurarse de que todo andaba bien, no podía respirar tranquilamente hasta verle sano y salvo. No. Akashi debía estar bien. Se dio la vuelta dispuesto a ir a la empresa de Seijuuro, dispuesto a pasar por lo que tuviese pasar para ver a Akashi, no obstante, alguien le bloqueo el camino.

 

Furihata pestañeo confundido, alzo la vista y choco con la mirada de Himuro.

 

Tatsuya le observo con seriedad, con aquella expresión que denotaba profesionalismo.

 

— ¿Himuro san?

 

Tatsuya bajo la cabeza en señal de saludo y volvió a su lugar. —Buenas noches.

 

Kouki levanto una mano en respuesta—Buenas…

 

— ¿Esperas a Akashi?

 

La pregunto desconcertó aún más a Kouki. ¿Cómo es que Himuro sabía sobre sus encuentros?  Movió la cabeza, no, no era momento de pensar en aquello. Asintió y apretó los labios.

 

—No vendrá.

 

— ¿Sucedió algo? —pregunto preocupado, imaginando lo peor, haciendo un millón de posibilidades en su mente. Llevo una de sus manos a su cabeza y respiro hondo. No, no podía estar pasando, no quería imaginar más cosas desastrosas. Porque Akashi era… era muy especial, demasiado. Su corazón no lo resistiría. La idea de no verle comenzaba a asustarle.

 

Sin embargo.

 

Himuro negó con la cabeza. —Solo son asuntos de la empresa, como presidente debe atender ciertos problemas fuera de la jurisdicción de los demás empleados.

 

Furihata sonrió aliviado al escuchar aquello, totalmente tranquilo, Akashi estaba bien, nada malo había pasado. Solo estaba trabajando. Solo eso. Todos sus malos pensamientos podían ser desechados.

 

—No podrá venir hoy y es por ello que me ha mandado un mensaje para ti—Himuro levanto un sobre y lo mostro a Furihata— también me ha pedido que solicite tus datos personales, son necesarios para algunos trámites respecto al niño.

 

— ¿Maasaki?

 

—Exacto, ya que se ha decidido que ambos lo recojan de la clínica, necesito tu número de---

 

Las palabras quedaron en el aire.

 

— ¿Clínica? —Pregunto Furihata, su corazón latió fuerte en esos instantes— ¿De que estas hablando?

 

Entonces Himuro lo supo, Akashi no le había dicho todo a Furihata Kouki.

 

Aquello acarrearía un gran problema.

 

Demonios.

 

 

-w-

 

 

Furihata corrió lo más rápido que pudo, con todas las energías que sus piernas pudiesen brindarle. Tenía que encontrar a Akashi, no importaba que. Tenía que verlo en ese maldito instante, no podía esperar ni un minuto más, era imposible, debía encontrarlo y hablar, y aclarar todo antes de que él se volviese loco y se lanzase al suelo a llorar. Porque no podía estar pasando, no. Kouki no quería creer las palabras de Himuro. No podían ser ciertas.

 

“Maasaki Akashi ha estado enfermo desde su nacimiento. Su salud se ha visto comprometida desde el primer instante en que ha abierto los ojos”

 

Apretó los labios. No. Maasaki no podía haber pasado por todo aquello. Solo era un bebe. ¿Por qué estaban diciéndole eso ahora? ¿Por qué?  Choco con un par de personas en el camino, sin embargo, no se detuvo, no le importo.

 

 Su alrededor había dejado de tener importancia en esos momentos, era imposible que pudiese actuar con normalidad, no cuando todo se mostraba así frente a su existencia.

 

“Lastimosamente jamás hubiese sobrevivido si permanecía un minuto más en prisión. Necesitaba salir y ser tratado por los mejores médicos. La única manera de lograr aquello era quitándotelo. Solo así fue posible que pudiésemos enviarlo a observación. Akashi ha estado cuidando del bebe desde entonces”

 

Grito. Soltó un grito desesperado, no quería aceptar toda esa declaracion. Había estado viviendo en una mentira todo ese tiempo. Las palabras le atormentaban, le dolían, lo mareaban y lo lastimaban. Había sido inservible, había fallado como padre desde el primer momento, jamás hubiese sido capaz de ayudar a su propio hijo, todo lo contrario, Maasaki podía haber muerto en prisión, en ese lugar donde nadie le hubiese recordado, en ese lugar donde todos eran tratados como basura. Su bebe no merecía eso.

 

“Sin embargo, ahora se encuentra bien, su estado de salud es constante y todos sus chequeos se muestran positivos. Akashi ha esperado este momento para que puedas verlo, él se ha esforzado para que Maasaki continúe con todos nosotros”

 

El cielo trono en ese instante.  Las gotas de lluvia comenzaron a descender velozmente, llenando el hueco en el pecho de Furihata, mojando todo su rostro y ropa hasta dejarlo hecho un desastre. Tosio levemente. Sus pensamientos giraban y se albergaban en sus recuerdos, en lo poco que había hecho por los demás, se sentía mal y deshecho, es por ello que ahora no pararía, no lo haría, no más. Ya no se limitaría a permanecer de pie como un inútil mientras sus seres queridos eran lastimados por su causa.

 

Después de unos largos minutos, llego hasta el enorme rascacielos de la corporación Akashi, trago hondo y camino en dirección a la enorme puerta del umbral. Ya estaba a pocos pasos de encarar la verdad. Faltaba poco, muy poco. Sin embargo, el personal de seguridad le observo con ojos desaprobatorios, Kouki se veía sucio y asqueroso, no podían permitir que alguien como el diese un paso más. Los hombres se posaron frente a él y le negaron la entrada. Furihata apretó los labios molesto.

 

No sabía cómo explicar que conocía a Akashi.

 

Solo quería verlo y nada más.

 

Pero parecía ser que nadie entendía, todo el mundo le bloqueaba el paso. No querían escuchar razones a pesar de que Furihata tenía un montón, Kouki lo repitió constantemente, solo tenían que llevarle con el presidente y nada más. Solo eso.

 

No obstante, antes de que comenzase a reclamar, una voz molesta  retumbo por  toda el área de recepción.

 

Los empleados temblaron en ese mismo instante.

 

— ¡Apártense!

 

Los hombres se movieron con rapidez. El camino volvió a estar libre.

 

Silencio.

 

Akashi le observo con sorpresa, sin entender el motivo del porque Kouki estaba en tales condiciones, se suponía que Himuro le escoltaría hasta su hogar y luego volvería, pero parecía ser que nada había salido como lo había esperado.

 

Furihata apretó los puños, bajo la vista y respiro profundo.

 

—Kouki…

 

—Por favor Akashi —interrumpió Furihata antes de que el emperador dijese algo más. —necesito hablar contigo, sé que estas ocupado pero es urgente.

 

Seijuuro clavo la mirada en el rostro de Kouki, no entendía absolutamente nada, Furihata lucia desesperado, demasiado. Akashi odiaba verlo así, el dolor de Furihata era casi como el suyo—Por supuesto, Kouki. De hecho planeaba alcanzarte en tu camino a casa.

 

Furihata asintió, se dio la vuelta y camino hacia el exterior. Quería salir de ahí. Akashi comprendió aquello y sin siquiera pedirlo, las secretarias le entregaron un paraguas. La lluvia continuo azotando la ciudad.  Seijuuro abrió el paraguas y dio unos cuantos pasos hasta alcanzar a Furihata y cubrirle de la lluvia.

 

Los minutos pasaron en un intervalo agonizante.

 

Furihata se detuvo estrepitosamente. Volteo en dirección a Seijuuro y le miro con los ojos vidriosos. — ¿Por qué Akashi?

 

Dolor.

 

Angustia

 

Y preguntas, solo preguntas.

 

— ¿Por qué? —susurro acercándose al cuerpo de Seijuuro— ¿Por qué no me dijiste lo de Maasaki? —el rostro de Furihata estaba lleno de las gotas provenientes de la lluvia— ¿Por qué?

 

Silencio.

 

Akashi le vio con dolor.

 

Furihata ya sabía todo.

 

— ¿Sabes cómo me siento ahora? —las lágrimas de Kouki resbalaron por sus mejillas—Como un completo idiota, como un imbécil incapaz de ayudar, solo estuve ahí.  ¡Solo fui yo durante seis años!—grito con desesperación— ¡Solo yo y mi propia miseria! ¡No pude hacer nada por el! — Se lamentó— No pude—sollozo bajando el rostro.  La culpa inundaba  cada resquicio de su ser. No podía más. No. Sentía que se rompía a cada instante.

 

Akashi  cogió una de las manos de Furihata—Kouki—hablo con el dolor incrustado en su pecho— No voy a permitir que sigas diciendo esto—el paraguas cayó sobre el suelo—Escúchame Kouki. No puedes culparte por esto. No lo hagas, todo esto sucedió por mi causa, porque te mande a prisión, porque estuviste ahí. Mi poco razonamiento y egoísmo ocasionaron tu sufrimiento. No  es tu culpa, Kouki. No lo es. —Seijuuro se acercó al cuerpo de Furihata y lo abrazo—No mereces esto, Kouki. Lo siento. —Llevo ambas manos al rostro de Furihata y lo sostuvo—Lo siento.

 

Furihata movió la cabeza de un lado a otro. No quería que Akashi tuviese la idea de que él lo culpaba por todo lo sucedido. No. Solo quería que Seijuuro estuviese con él en ese instante, a su lado. Si, se había alterado con sus propias palabras, pero no podía más, Akashi era la única persona con la que se sentía bien, en paz, en total tranquilidad, con mucha calidez. Porque era él. Solo Akashi podía lograr eso en él.

 

Sin embargo, Seijuuro tenía  la idea de que todo esto estaba sucediendo por su propia crueldad. Ya no quería ver sufrir a Furihata. No podía seguir viéndolo así, era difícil para él, lo amaba lo suficiente como para dejarlo con tal de verle con una sonrisa, con esos ojos llenos de luz, no como ahora, no así, no destrozado.

 

—Se acabó Kouki, está bien. Voy a desaparecer de tu vida. — pronuncio con total de seguridad, convencido de que eso ayudaría a Furihata, que le otorgaría paz y calma— Todo va a estar bien.

 

No obstante.

 

Furihata apretó los labios. La desesperación inundo su corazón. No quería eso. No quería perder a Seijuuro. No ahora. No en ese instante, no cuando sus sentimientos le habían atrapado por completo. — ¿Qué? —Se soltó del agarre—Eso no...—su voz se oprimio— No lo hagas.

 

La lluvia continúo cayendo sobre ellos.

 

—Pero…

 

Kouki se acercó a los labios de Akashi y le susurro con cercania—Te amo. —pego sus labios con los de Seijuuro y se mantuvo así durante unos instantes, disfrutando el contacto por unos instantes, cerrando los ojos, volando en su propias emociones— Te amo, Akashi—se separó y le miro con amor, con ese amor fresco y puro. —Te amo.

 

Seijuuro le miro sorprendido y volvió a abrazarle—Kouki— sonrió ilusionado, enamorado, feliz. Parecía que todo el dolor se había esfumado en miles de partículas, como si todo fuese un sueño, como si no estuviese ahí. Pero no, el cuerpo de Furihata estaba a su lado, inundándole de calidez—Yo también te amo. No sabes cuánto. —afirmo, una lagrima descendió por su mejilla—Solo han existido dos personas en este mundo capaces de amarme— susurro— Tu y mi madre.

 

 

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Notas finales:

Y aqui termina, espero les haya gustado el capitulo. ¡Muchas gracias por leer!


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