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Colors Spell por AleChun

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Notas del capitulo:

¡Hola! Aqui les traigo otro capitulo de este fic, como siempre quiero empezar agradeciendo a todas las bellas personitas que me dejan review, me animan muchisimo. 

Este capitulo no es tan wow pero espero que les agrade. Me disculpo por todos los errores que vayan a encontrar, la verdad es que estoy un poco cansada y no he revisado este capitulo, pero aun asi queria actualizar asi que aqui esta. 

PD: ¿Alguien mas sufre por last game? Yo si :'u 

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Kuroko camino lentamente, arrastrando sus pasos en dirección al pequeño baño del departamento que solía compartir con Kagami. De ese espacio que había representado uno de los puntos más altos de su felicidad, de ese lugar que Taiga le había prometido volver su hogar; un hogar que ambos compartirían hasta el final de sus vidas. Pero que ahora solo era un espacio vacío, sin algún resquicio o rasgo de lo que Kuroko habría deseado que fuera.

 

Todo lo contrario, se había vuelto tan abstracto, vacío, lúgubre y dañino que provocaba que Tetsuya tuviese ganas de desaparecer, tal y como había sucedido con sus sueños y fantasías. No había nada más que pudiese importarle.

 

Sus pies chocaron contra los retazos de vidrio regados por el suelo. Bajo la vista con desdén y miro en silencio todo el desastre que se había encargado de armar durante los últimos días. Los desperdicios de comida se encontraban terriblemente pegados contra el piso y los restos de lo que en el pasado fue el set de vajilla se encontraban dispersos en el centro de la alfombra. Era hasta cierto punto, espantoso, no porque a Kuroko le importase la integridad y la limpieza del departamento, sino porque a su mente venían los recuerdos de los momentos vividos con Kagami y Kuroko podría afirmar que a Taiga no le hubiese agradado presenciar todo eso.

 

De hecho, Tetsuya podía imaginarlo corriendo por los pasillos en busca de un recogedor, una escoba y un trapeador, y por supuesto acompañado de un buen desinfectante.

 

El escabroso sonido del televisor sin señal se asomó por sus oídos. Kuroko giro en dirección al pasillo y pensó que si Kagami estuviese ahí, correría a apagar el artefacto. Respiro profundo. Si Kagami estuviera ahí, se repitió con anhelo, con el dolor surcando cada una de las moléculas de su cuerpo; si Kagami estuviera con él, seguramente vendría a darle un abrazo; concluyo con cierto calorcito en la boca de su estómago. Porque Kuroko lo sabía, Taiga siempre estaba pendiente a él y solo el notaria lo terriblemente deprimido que se encontraba. Kagami siempre era lo suficientemente atento, cuando se trataba de Kuroko, para notar su tristeza.

 

Y con mucho amor, Taiga extendería sus brazos y lo acogería en su calor, le daría unos cuantos besos y seguramente le llevaría al dormitorio para que pudiese dormir.

 

Si.

 

Él actuaria así.

 

Pero.

 

Las lágrimas resbalaron por sus mejillas. Él no estaba, y no habría nadie que lo obligase a sonreír, ni que lo regañase por el desastre que había hecho. Solo estaba el, completamente solo. Terriblemente roto con un montón de culpa, dolor y toda esa mierda horrible de vida sobre sus hombros. La luz del pasillo parpadeo. Tal vez, se dijo a sí mismo, tal vez hubiese sido mejor que yo hubiese muerto realmente. Cayó de rodillas y se arrastró hasta la alfombra, tal vez, solo un tal vez recorría su mente, Tetsuya no era bueno pensando, no de esa manera, pero ahora solo podía darle vueltos al mismo asunto una y otra vez.

 

Apretó los labios con fuerza, si tan solo no se hubiese acercado a Akashi,  cogió la porcelana destruida entre sus manos y la apretó. No podía evitar sentirse culpable, recordar el hecho de que Kagami había sido arrastrado por culpa suya lo lastimaba y a la vez lo llenaba de rabia contra sí mismo. Kuroko sabía que no servía de nada llenarse de pensamientos terriblemente deplorables, pero eran tan ciertos que no dejarse absorber por ellos se sentía tan hipócrita.

 

Y era por eso. Por toda la mierda que había traído a la vida de Kagami, que había optado por darle la razón a Tatsuya.  Él tenía toda la razón, los doctores también, las opiniones de personas ajenas a su dolor tenían razón. Siempre, siempre tenían razón y en cambio, Tetsuya no sabía nada. Porque de no ser por su sola existencia, Kagami estaría completamente bien. Soltó los trazos de la vajilla y la sangre chorreo por sus brazos. Las gotas cayeron una a una sobre la alfombra. Todo era su maldita culpa, su culpa, su culpa.

 

Y no podía hacer nada por resolverlo.

 

Golpeo los puños contra el suelo.

 

Lo sentía.

 

Lo sentía tanto.

 

No sabía que más hacer. No había nada más en su vida que lo motivase a seguir de pie. Nada.

 

De pronto, el sonido del teléfono se instaló en la habitación, resonando una y otra vez. Kuroko detuvo sus movimientos y alzo la vista, parpadeo confundido e intento divisar la pequeña mesita de noche a través de la opacidad de sus ojos. El sonido se prolongó durante unos largos minutos, Kuroko respiro agitadamente, se arrastró sobre el piso e intento alcanzar el teléfono pero el sonido se detuvo y un breve pi sonó durante un segundo.

 

“¿Kuroko? Soy Tatsuya, ha pasado tiempo desde que te vi por última vez en el hospital.”

 

Tetsuya abrió los ojos sorprendido.

 

Era Himuro.

 

Trago saliva con ansiedad y suspiro, Himuro siempre le llamaba cuando tenía noticias sobre Kagami. Necesitaba hablar con él, lo necesitaba. No podía permanecer ahí sin saber nada de Taiga.

 

“Cuando escuches este mensaje seguramente ya habrá pasado un tiempo, pero aun así debo decírtelo” la voz se cortó unos instantes. Aquel tono que había usado Himuro, hizo que la desesperación inundara cada uno de los sentidos de Kuroko, algo no andaba bien, podía preverlo, mordió sus labios y con toda la fuerza que su cuerpo pudo reunir se levantó del suelo y camino hacia el teléfono. Algo estaba pasando con Kagami y Kuroko tenía que saberlo con prontitud. Su corazón latió con fuerza. Se acercó a la mesita de noche, sin embargo, antes de que pudiese contestar, Himuro volvió a hablar.

 

“Taiga sufrió un paro respiratorio”

 

 

-w-

 

 

¿Cuál era el verdadero significado de la felicidad?

 

Furihata no podía responder  aquello con minuciosidad, ni mucho menos con exactitud y certeza, porque obviamente no tenía una respuesta indicada a ello, pero, tal vez, solo tal vez podía contestar a aquello si tuviese a Seijuuro junto a su lado. Porque Seijuuro significaba calidez, amor, comprensión; un conjunto de cosas inexplicables y vagas y hermosas y maravillosas que hacían que Furihata sonriese a ratos o que mirase el vacío con tranquilidad y calma,  o, que como siempre pasaba, desease que Akashi estuviese a su lado, junto a él, tan cerca que su cuerpo y mente estuviesen en un estado de plenitud absoluta.

 

Furihata no podía entenderse, definitivamente no podía, pero tampoco quería esforzarse por hacerlo porque desde que amanecía hasta que anochecía lo único que su cabeza y corazón le recordaban era que amaba a Seijuuro.

 

Y eso hacía que se sintiese ansioso, emocionado y nervioso; tanto que su propio interior le traicionaba con frecuencia haciendo que desease ver a Akashi cuanto antes. A todas horas, a cada minuto, con cada segundo, con todo, todo su ser. Furihata soltó un suspiro.

 

Era excesivo.

 

Pero nada podía hacer.

 

Siempre pasaba, inevitablemente, tal y como sucedía en ese instante, alzo la vista y observo las agujas del reloj clavado en la pared, Kouki estaba a punto de terminar su turno y en lo único que había podido pensar en todo el día había sido en Seijuuro. Furihata se encontraba mortificado producto de ello.

 

No porque odiase sus nuevos sentimientos sino porque no estaba bien, apretó los puños, tenía miedo, mucho miedo de convertirse en una carga para Seijuuro, sobre todo porque el siempre hacia todo para complacerlo y eso hacía a Furihata temblar de emoción, lo hacía ver estrellas y galaxias en cuestión de segundos; Akashi era perfecto, muy perfecto y Kouki no lo era.

 

Ambos eran totalmente incompatibles.

 

Furihata apretó los labios, no quería perder a Seijuuro producto de esa incompatibilidad. Seijuuro lo era todo para él. Lo era, no sabía cómo había llegado a esa conclusión, ni cuando, pero lo era, Akashi era su vida, su energía, lo único preciado que tenía en esos momentos de su vida, la persona con la cual quería compartir cada centímetro de su alma. Entonces, ¿Cómo?  ¿Cómo podía hacerlo feliz? ¿Cómo debía amarlo? Furihata entrecerró los ojos y detuvo su andar, esas eran las preguntabas que solían torturar su mente, porque el también quería amar a Seijuuro con todas sus fuerzas, complacerlo y quererlo. Furihata no sabía cómo hacerlo; como lograr que el sonriese más, que el cerrara las ojos y fuese completamente feliz.

 

Resoplo.

 

No sabía cómo hacerlo. Volvió a caminar, se dirigió hacia el cuarto de servicios y recogió la pequeña mochila que siempre llevaba consigo, su turno ya había acabado, por lo tanto era libre por lo que quedaba del día. No obstante, el pensamiento seguía ahí, en su mente, Seijuuro se merecía muchas cosas. Y Kouki quería saber cómo hacerlo feliz.

 

Camino con la mente atiborrada de pensamientos, recorrió los pasillos del restaurante, paso por la  cocina y la oficina del gerente y una vez que se encontró en el lobby se detuvo estrepitosamente, cualquier pensamiento abandono su inconsciente al ver aquella imagen, abrió los ojos sorprendido y pestañeo durante unos cuantos segundos, no podía creer lo que sus ojos veían, era sorpresivo y  totalmente cautivador.

 

Akashi estaba ahí, sentado en una de las mesas y con un enorme ramo de rosas. Con las luces sobre su cabeza, con su cabello totalmente brillante, y su piel, y sus ojos. Furihata trago saliva y balbuceo nervioso. La imagen solo hacía que el cuerpo de Kouki se estremeciese.

 

Definitivamente no podía estar pasándole eso a él.

 

Dio un paso hacia atrás, no sabía cómo reaccionar, o que decir, o que hacer. Era tan mágico, y a la vez hermoso y tan atrayente. La vergüenza comenzó a inundar cada uno de sus poros. Estaba encantado y  a la vez abochornado. Miro hacia todos lados, para asegurarse de que no hubiese nadie a su alrededor, o que por lo menos no estuviesen viendo desde el segundo piso pero para su mala suerte, algunos de los empleados ya se encontraban en el lugar. Kouki suspiro, estaba completamente perdido. Akashi siempre lograba sorprenderle. Volvió la vista hacia el frente y observo a su novio. Él le sonreía, le miraba, le entregaba completamente toda su atención, le analizaba con ese par de ojos rojos y le llamaba silenciosamente; con un porte elegante, con un corazón dispuesto y una sonrisa galante.

 

Las mejillas de Furihata se colorearon.

 

No era justo.

 

Para nada era justo.

 

Seijuuro siempre lograba enamorarlo cada vez más. Miro por última vez a su alrededor y sonrió; a pesar de las habladurías que probablemente surgiesen producto de aquella escena, Kouki estaba seguro de querer ir hacia Seijuuro, completamente convencido, ya no quería pensar en los demás, sino en él, por más  egoísta que sonase, deseaba ser  feliz al lado de alguien tan maravilloso.

 

Así que sin esperar un minuto más, camino hacia Seijuuro y le abrazo con todas sus fuerzas, como si no le hubiese visto durante muchísimo tiempo. Akashi, inicialmente sorprendido por el inesperado actuar de Kouki, sonrió complacido por el cariño que Furihata no dudaba en demostrarle y  le correspondió con la misma intensidad, llevo una de sus manos al rostro de Furihata y le acaricio con delicadeza, deslizando cada uno de sus dedos por la piel de su Kouki, acariciando sus mejillas, sus labios, su quijada. Furihata cerró los ojos ante el contacto. El toque de Akashi ardía.

 

Seijuuro beso con cuidado el lóbulo de la oreja de Kouki y descendió lentamente  acercando sus labios hacia los de Furihata, respirando bien cerca, una vez que se encontró junto a los labios de su novio, le susurro un te quiero lleno de amor y  lo beso, acariciando cada centímetro de piel con cuidado, adorando todo ese calor. Furihata abrió la boca ante la presión que los labios de Akashi ejercían sobre él, pego su lengua contra la de Akashi y comenzó a chuparla y a lamerla,  lento, suave y con deseo. Se sentía caliente, tan pero tan caliente.

 

-Ejehm-de pronto, el gerente, que también había estado presenciando todo, se colocó a una distancia prudente de la pareja y carraspeo tratando de llamar la atención de ambos.

 

El primero en notar aquello fue Furihata, quien no dudo en apartarse lentamente de los labios de Seijuuro, Kouki trago saliva y llevo una de sus manos a sus labios, era consciente de que se había salido completamente de sus sentidos, había actuado totalmente llevado por la emoción de ver a Akashi, no había sido el lugar más adecuado para dar rienda suelta a sus sentimientos, sin embargo, movió sus dedos nerviosos; no estaba tan arrepentido.

 

Akashi le cogió de la mano. Furihata alzo la vista para verle y él le dedico una mirada serena, indicándole con ese pequeño gesto que todo estaría perfectamente bien, y probablemente lo estaría a partir de ahora.

 

—Señor Akashi—el gerente comenzó a hablar dando un paso hacia adelante—No sabía que nos visitaría esta noche. —Explico—Es un honor tenerlo con nosotros.

 

Seijuuro apretó el agarre que mantenía con Furihata y sonrió. —Que palabras tan hilarantes—movió la cabeza hacia un lado e inspecciono con minuciosidad cada uno de los objetos presentes en aquel reducido espacio—Pero—volvió la vista hacia el frente—para su tranquilidad, mi visita no tiene nada que ver con trabajo—pronuncio —No por ahora.

 

El gerente bajo la vista y observo el agarre que Seijuuro mantenía con uno de sus empleados. Levanto la vista y asintió. —Entiendo.

 

—Es lo mínimo que podía esperar—levanto el agarre que mantenía con Furihata—Kouki es mi prometido.

 

Silencio.

 

Cada uno de los empleados quedaron petrificados ante aquella declaración. Por supuesto, no era la primera vez que veían a Akashi, de hecho, Seijuuro solía esperar en el estacionamiento del lugar, pero jamás habían imaginado que la relación de Akashi y Furihata fuese seria, sus suposiciones iban en otra dirección, creían que Akashi solo jugaba y usaba a Kouki en pos de su satisfacción.

 

El compromiso era algo sumamente diferente.

 

—Hemos estado saliendo formalmente desde hace mucho tiempo—Akashi continuo hablando frente a la mirada atónita de todos, incluso la de Furihata—Y vamos a casarnos pronto— bajo el agarre—Por lo tanto, está de más decir que debe tener más cuidado y un mejor trato con Kouki. —su tono de voz cambio a uno más severo—No me gustaría enterarme de que él estuviese sintiéndose incómodo.

 

—Señor Akashi…

 

—De hecho— Seijuuro interrumpió—Creo que este sitio pasara a nombre de Kouki—respiro profundamente —porque obviamente, todo lo que es mío, también es de mi Kouki. —giro y observo el rostro pasmado de Furihata— ¿O tal vez quieres la sucursal central, amor?

 

Furihata negó rápidamente.

 

Tendría que hablar con Akashi más tarde y muy seriamente.

 

 

-w-

 

 

Cuando Kuroko ingreso a la habitación de Kagami, lo primero que noto fue la fila de doctores a un lado de la cama; todos se encontraban serios y pálidos, hablaban  en voz baja, leían una y otra la misma carpeta clínica y por sobre todo, sus rostros no mostraban ninguna esperanza o algo alentador. Las manos de Tetsuya temblaron, ver y presenciar todo ese  cuadro frente a sus ojos hacia que su corazón latiese más rápido de lo normal. Desvió la mirada. No quería seguir escuchando sobre diagnósticos y probabilidades. Dirigió la vista hacia la cama.

 

Kagami estaba ahí, tal y como lo había dejado la última vez que le había visto, Taiga continuaba inconsciente. Los ojos de Kuroko se cristalizaron, la única diferencia que tal vez era capaz de notar, era la cantidad de máquinas que habían a su costado y la mascarilla que le cubría la mitad del rostro. Tetsuya arrugo los labios, parecía ser que el tiempo, contrario a lo que él creía, lo único que hacía era empeorar la condición de Kagami.

 

¿Por qué? ¿Por qué no mejoraba? Se preguntó, conteniendo un nudo en el estómago, conteniendo las inmensas ganas de llorar y dar rienda suelta a toda su frustración. Dio un respiro profundo, Kuroko se lo había propuesto, no se derrumbaría, por lo menos no frente a Kagami, no tenía ningún derecho a mostrarse así, apretó los puños y camino lentamente  hacia la cama, el aire del ventilador choco contra su rostro provocando que algunos de sus mechones se moviesen. 

 

Una vez frente a Kagami, se sentó sobre el sillón situado a un lado de la cama y le cogió la mano, entrelazo sus dedos con los de él y sonrió, Kagami aún estaba caliente, aun respiraba, aún vivía y eso era suficiente para no caer en un enorme pozo oscuro sin salida. Kuroko tenía la esperanza de verle sonreír, podía llorar y derrumbarse una cantidad innumerable de veces, pero su fe no caería. No.

 

Llevo la mano de Kagami a sus labios y la rozo con el aire cálido que se desprendía de sus labios, soplo un par de veces y la acaricio con cariño, con amor infinito, beso cada uno de sus dedos y sonrió.—Vas a estar bien, Kagami kun—susurro—Vas a estar bien—repitió. A pesar de que muchos lo creyesen estúpido, Kuroko tenía la firme idea de que Taiga podía escucharlo, que oía cada una de sus palabras, que se sumergía en las silabas y que las entendía, y que posiblemente le respondía en silencio con un “si, pronto estaré contigo”.

 

Kuroko soltó una risita. Sí, porque Kagami estaría bien. Muy bien. Un paro respiratorio no lo detendría. Asintió en silencio, dando un último beso a la piel de Taiga. No sería de otra manera.

 

La puerta de la habitación se abrió, el sonido del frio metal rechinando contra las baldosas del suelo llamo la  atención de Tetsuya.

 

Era Himuro, quien le observaba desde el marco de la puerta.

 

Silencio.

 

Tatsuya le dirigió una completa mirada de desaprobación, sin embargo, Kuroko le devolvió la mirada sin dudar. Esta vez, Himuro no le apartaría de Kagami, no permitiría aquello tan fácilmente. Himuro sonrió y entrecerró los ojos, todo el espectáculo frente a sus ojos tenia, a su parecer, cierto tinte patético. Resoplo. Pero eso por supuesto, no duraría ni un momento más. Kuroko no volvería ni siquiera a mostrarse frente a suyo.

 

Eso era seguro.

 

Camino hacia la fila de doctores y se colocó frente a ellos. Esta vez tenía todo elaborado perfectamente. Dio un último vistazo al cuerpo de Taiga. Todo era por su bien. —Señores—llamo la atención de todos. —Ya que nos encontramos presentes todas las personas allegadas a Taiga—miro a Kuroko—desearía que comiencen a explicarnos cómo fue que su tratamiento se convirtió en un terrible fracaso. —finalizo relajando los hombros.

 

Los médicos asintieron.

 

Kuroko observo aquello con impaciencia y sorpresa. No entendía. Kagami estaba ahí, con ellos, aún estaba respirando. Se aferró  a la mano de Taiga con temor. Quería protegerlo, deseaba hacerlo con todas sus fuerzas.

 

Porque algo no estaba bien.

 

No lo estaba.

 

Himuro se cruzó de brazos y levanto la cabeza. Era un buen momento.

 

—Hemos decidido declarar al señor Kagami con muerte cerebral.

 

Kuroko abrió los ojos sorprendido. Soltó el agarre de Kagami y se puso de pie al instante. — ¿Qué están diciendo?—miro a cada uno de los médicos, tratando de entender las palabras que habían pronunciado, tratando de entender esa mentira. —No—negó—Ustedes no pueden hacer eso.

 

—Debido a que el señor Kagami no ha mostrado ninguna mejoría y ha presentado un terrible shock respiratorio en la mañana—las palabras dañaban una y otra vez el corazón de Kuroko—Creemos que lo más adecuado es que se le desconecte para que pueda descansar en paz.

 

El cuerpo de Kuroko tembló al oír eso. Se acercó a los médicos con enojo. — ¡No! ¡No pueden hacer esto!—grito con desesperación— ¡No lo permitiré!

 

—Tenemos el permiso de su curador.

 

Silencio.

 

Tetsuya negó con la cabeza, no podía creerlo, dio unos cuantos pasos hacia atrás y observo a Himuro. No podía entenderlo, se suponía que él también quería lo mejor para Kagami y entonces, ¿Por qué? ¿Por qué? Se preguntó repetidas veces al borde del colapso.

 

—No soy partidario del sufrimiento—pronuncio Himuro, con lentitud, con total serenidad. Kuroko se preguntó si realmente quería a Kagami. —Y menos si es de mi hermano.

 

—Himuro kun—Kuroko balbuceo—Tu…—apretó los labios. —Tu no…

 

—Ya  he  firmado el acta medica—interrumpió totalmente exaltado. Kuroko no lo detendría. Sin nada más que decir y con todo claro,  camino  en dirección hacia la puerta, no sin antes detener sus pasos justo a un lado de Kuroko—Se acabó…—pronuncio, volvió a retomar su camino y salió de la habitación.

 

Kuroko se mantuvo de pie unos cuantos segundos en el mismo lugar. La sorpresa y la decepción eran terriblemente poderosas, lo estaban derrotando, poco a poco, lentamente. Miro nuevamente en dirección a Kagami.

 

Las lágrimas comenzaron a caer de sus ojos.

 

Lo amaba tanto.

 

Volvió la vista hacia el frente y salió corriendo detrás de Himuro. Apresuro sus pasos por los enormes pasillos del hospital, tenía que encontrar a Tatsuya, no dejaría que todo acabase así. Se dirigió hacia las escaleras y busco con la mirada a Himuro, una vez que lo diviso en la segunda planta, corrió hacia el con todas sus fuerzas.

 

Los segundos pasaron. Cuando coloco un pie sobre el piso, se adentró por los pasillos y cogió de la manga a Tatsuya. Respiro agitadamente y entrecerró los ojos. Lo tenía por fin.

 

Himuro alzo una ceja.

 

—Por favor—Kuroko pidió—Por favor no lo hagas. Sé que puedes detenerlo. Sé que puedes parar esto. Así que…—cayo de rodillas al suelo—Por favor detente. —Bajo la cabeza y suplico nuevamente—Por favor.

 

Himuro le miro en silencio durante unos segundos.

 

Había ganado. Lo había hecho.

 

—Así que lo entendiste—susurro—bien, lo único que quiero es que te rindas completamente con Taiga, sé que ya lo habías aceptado pero quiero asegurarme. Me iré con Taiga a Estados Unidos, recibirá un nuevo tratamiento y estoy seguro que mejorara, sin embargo—se mantuvo en silencio durante un instante—no quiero que lo busques nunca más—soltó sin compasión—El no regresara de Estados Unidos—confirmo—Nunca—pronuncio— Te lo juro.

 

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Notas finales:

Espero que les haya gustado este capitulo. 

¡Muchas gracias por leer!


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