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No me gustan los domingos. por Nielya

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Notas del capitulo:

Hola mis queridos lectores! ¿Aun hay alguien que me recuerde? Bueno, decidí regresar con la segunda parte de este oneshot, que ya tenía en mente desde hace mucho… espero que les agrade… este… gracias por pasar a leerme de nuevo!

 

Estábamos Nate y yo en mi habitación, había puesto seguro para que mi madre o padre no entraran sin avisar, comíamos una hamburguesa, bueno, en realidad era yo el único que comía, Nate apenas había probado la suya.

—Mello…  ¿Qué se supone que estamos celebrando?—Dijo Nate desde la cama, yo estaba en el suelo, deje a un lado la hamburguesa y me limpie la boca con una servilleta. — Por eso me sacaste de casa, pero no me has dicho.
— Mi madre por fin a decidido separarse de mi padre— sonreí  ante esas palabras
—Felicidades— Nate comenzó a torcer un mechón de su cabello— Mello, si las cosas no terminan bien, no te deprimas
— ¿Y por qué no han de terminar bien? —fruncí el ceño levemente.
— ¿Cuánto tiempo han estado juntos?
— Veinte años…— Ambos nos miramos fijamente por unos instantes— ¿Quieres darme mala suerte? —Dije notablemente irritado
—No, creo que ella terminara volviendo con él. —El  silencio se apodero de nosotros, nuestros ojos, fueron el medio por el cual nos comunicábamos, hasta que decidí romperlo.
—Nate es hora de irte—Solté la hamburguesa sin  preocuparme que terminaría en el suelo para después levantare y caminar  a donde Nate. La mirada seria que él poso sobre mí, provoco que me molestara aun más de lo que ya estaba.
—Sabes que es cierto…— escupí un gruñido y lo tome con fuerza del brazo, él dio un leve quejido.
—Es suficiente—Jale a Nate  obligándolo a levantarse, pronto comenzó a forcejear.  Lo arrastre hasta la puerta, quité el seguro y la abrí, de alguna manera, Nate termino frente a mí, sus delgadas manos se aferraban al marco para evitar que lo sacara.
— Mello—respiro profundamente para recuperar el aliento—Solo quiero que estés consciente de lo que puede suceder…—Mordí con fuerza mi labio, sabía que Nate tenía razón, en el pasado hubieron incontables ocasiones en las que mi madre decía que terminaría con mi padre… pero él sabía que con unas lindas palabras podía lavarle el cerebro y así volver a ese fastidioso circulo vicioso.  
— ¡Deja de analizar a mi familia como si fueran unos ratones de laboratorio! ¡Tú no sabes nada de ellos! — Empuje con toda la fuerza posible a Nate, él cayó bruscamente a suelo y debido a eso, temí que se hubiera hecho daño. Comencé a preocuparme al ver que no se movía— ¿Nate?
—Deberías controlar tus impulsos… —Dijo en un susurro apenas audible—O terminaras igual a tu padre. — Al instante sentí como mis mejillas comenzaron a calentarse  por la rabia que se apoderaba rápidamente de mi ¿Qué terminaría como ese bastardo? ¿¡Cómo se atrevía a compararme con ese tipejo!?
— ¿¡A ti te gusta cabrearme!?—mire atentamente sus movimientos al ponerse en pie, pude escuchar una pequeña risa.
—A ti te gusta enfadarte…— Camine rápidamente a donde Nate y lo tome por el cuello de su camisa. Lo mire de la peor forma posible, quería intimidarlo, destrozarlo sin necesidad de golpearlo. Nate debía  saber quién mandaba. Sin embargo el rotor de Nate no mostro ninguna emoción.
—Mello, es mejor que pienses las cosas, si tú, te atreves a golpearme, tenlo por seguro, que nuestra relación terminará. — Fruncí los labios para evitar soltar alguna palabra de la cual me arrepentiría, no quería que lo mío con Nate acabara como lo de mis padres, por lo que decidí soltarlo.
— ¡Ya lárgate! — Fue lo que atine decir,  Nate no dudo en bajar las escaleras. Por un momento sentí la necesidad de disculparme, pero cuando mi cuerpo reacciono, la puerta principal había sido cerrada.
— ¿Mihael? ¿Qué le pasa a tu amigo? ¿Por qué salió tan enojado? — Escuche a mi madre desde el primer escalón de la mesa, debo de admitir que me sorprendí por su repentina preocupación, nunca en mis 15 años de vida le había interesado mis relaciones interpersonales.
—Nada del otro mundo mamá, cosas de chicos… — emprendí camino a mi habitación, sin embargo me detuve al escuchar los suaves pasos de mamá.
—Si…—Parecía dudar —Si necesitas algo, no olvides que, aquí estoy yo. — Me acerque al barandal del pasillo, mire a mi madre. Conocía esa etapa suya, se sentía culpable por dejarme sin padre y ella me daría cualquier cosa para expiar su culpa.
—Gracias mamá. —Sonreí levemente, ella asintió y finalmente entre a mi cuarto. Apague la luz y sin más, me deje caer sobre la cama.

 

El frio que hacía era lo suficientemente fuerte como para no dejare dormir. Me removí entre las cobijas y comencé a frotar mi pie contra el otro, sabía que el invierno pronto llegaría, pero parecía que había decidido adelantarse solo para joder a las personas que duermen solas.
Mire de forma fugaz el reloj digital que se encontraba en mi buro, tres en punto de la madrugada. Torcí levemente la boca, pronto me percate de un fuerte olor a comida rápida —Las hamburguesas—Susurre levemente y me levante de tal manera que de inmediato sentí un mareo.  Me quede unos segundo sentado sobre el borde de la cama y de pronto, unos gritos bastantes familiares llamaron mi atención.

— ¡Tú no puedes correrme de esta casa! ¡Es mía! — La voz gruesa de mi padre indicaba que estaba a poco de perder la “paciencia”
— ¡Si tanto quieres la casa, puedes quedártela! ¡Yo me voy! — escuche el rechinido de la silla, al parecer mi adre se había levantado de su lugar, al igual que yo, me dirigí a la puerta de mi habitación.
— ¡No puedes dejarme aquí! ¡Eres mi esposa! — De inmediato el silencio de las escaleras se vio perturbado por los pasos acelerados de mis padres.
— ¡Ya suéltame! — Estaban forcejeando. Los años que llevo de vida, me han servido para darme cuenta de que las cosas se podrían horriblemente insoportables,  de cuando debía intervenir en una discusión de mis padres y esa, era una de aquellos momentos.


Abrí rápidamente la puerta  y corrí por el corto pasillo que conectaba a las escaleras

— ¿¡No estás escuchando que la  sueltes!? —grite para llamar la atención de mi padre, cosa que conseguí, pues dejo a mi madre, ella cayo de sentón en uno de los escalones— ¡A ver marica, atrévete a meterte con un hombre y probemos que tan machito eres! — aplaudí un par de veces, él soltó un gran gruñido, para después comenzar subir las escaleras con rapidez.
— ¡Te lo buscaste maldito mocoso! — en cuanto estuvo frente a mí, lo mire directamente a los ojos de forma retadora.
— ¿Y qué? ¿Te vas a quedar ahí parado? —solté un risa burlona. Pronto recibí un fuerte golpe en el rostro, a lo lejos escuche el grito de mi madre gritar mi nombre. Caí al suelo bruscamente. Mi padre, me tomo de los cabellos y arraso más adentro del pasillo, le respondí con una patada en la espinilla. En cuanto me soltó, me puse en pie y le di un puño en el estómago. Sin embargo no pareció hacerle algún daño. Pronto me tomo del cuello y arrinconó en una de las paredes.  Con mis manos intentaba soltarme pero el apretaba con más fuerza.
— ¿¡Tantas palabras se redujeron a esto!? — Soltó una risa burlona, me costaba respirar, la vista se me nublaba.
— ¡Déjalo por favor! — el grito suplicante de mi madre hizo que me soltara, comencé a jalar aire de manera desesperada.  Él empujo a mi madre para que le abriera paso.  Una vez que estuvo por bajar, Corrí en dirección suya para empujarlo por las escaleras.
No supe como paso, pero fui yo, el que cayó.

 

 

Las suaves caricias de mi madre lograron despertare, estaba  sentada a un lado. Mi cuerpo comenzó a doler cuando tuve completamente consiente. Nos encontrábamos en mi habitación.

— ¿Qué hora es? — dije en un susurro, me costaba hablar.
—No importa la hora cariño…— Mire la ventana, estaba a punto de amanecer.
—Tengo examen…
—Mihael, no puedes ir…
—tengo que o suspenderé el curso. — Me levante como pude, mi madre intento acostarme de nuevo pero no se lo permití. Salí de mi habitación para darme una ducha.
En cuanto estuve en el baño, abrí la llave de la regadera. Comencé a desvestirme, me mire al espejo, y los recuerdos de la nuche se amontonaron en mi mente. Los moretones  eran más que visibles. Torcí la boca, poco después me metí a la ducha. El agua estaba helada.
Ir en esas condiciones a la escuela no era la mejor de las ideas, el examen era solo un pretexto para ir ya que, a decir verdad, no quería estar en casa. Necesitaba el consuelo de alguien, quería que alguien me abrazara y digiera que todo iba estar bien. Necesitaba de Nate.

El trayecto a la escuela hubiera sido completamente normal de no ser por el dolor que amenazaba a mi cuerpo con cada movimiento que hacía. En cuanto llegue a la institución, las miradas de algunos estudiantes no se hicieron esperar, suspire con pesadez. Como me  cagaba la gente metiche, todos ellos ya estaban en mi lista negra.
Entre los pasillos donde se encontraban los casilleros pude observar una silueta conocida, Nate al parecer acaba de llegar, sonreí levemente por la coincidencia, sin embargo mi sonrisa se borro al recordar que anoche habíamos discutido. ¿Cómo carajos debía disculparme? Nunca he sido de ese tipo, generalmente es Matt quien pedía disculpa, a pesar que él, no había hecho algo.

Chasquee la lengua y cerré con brusquedad el casillero, recibí unas cuantas miradas. Camine con cierta timidez hasta estar frente a Nate. Él me escaneo rápidamente, pude ver un ligero cambio de expresión en su rostro
— ¿Qué hiciste? — Abrí como plato los ojos al escuchar esas palabras ¿Qué había hecho? ¿¡Como si el estúpido carácter de mi padre fuera culpa mía!?
—Vete a la mierda… — di media vuelta y comencé a caminar
—Mello espera. —Lo ignore— ¡Mello! — Salí al patio de la escuela camine un poco para estar solo, arroje la mochila al pasto, recargue mi espalda en la corteza de un árbol y e deje caer. Deje escapar unas lágrimas antes de escuchar unos pasos aproximarse. — Mello… lo siento, eso no era lo que quería decir.
—Ajá— Volví los ojos molesto
—Lárgate Nate…. —él se incoo para quedar a mi altura.
— ¿Qué fue lo que paso?
—Nada, déjame solo. —Hubo un silencio sepulcral, Nate solo se dedicaba mirarme. — ¿Qué tanto miras estúpida bola de algodón? —Pronto sentí el suave contacto de sus manos en mis mejillas. Lo miré detenidamente.
—Lo siento…—Susurro antes de juntar sus labios con los míos. En un principio no le correspondí, pero o paso mucho para que lo hiciera.
Sin dejar de besarnos, me puse de rodillas para poder tomarlo de su cintura y acercarlo a mí, sin embargo el tropezó, cayendo de manera graciosa al pasto. No pude evitar reír, el se sonrojo y frunció el ceño.
Deje de reír, el ver a Nate sonrojado e provoco un sentimiento bastante peculiar. Me coloque sobre él, sus ojos no se apartaban de los míos. Una vez más lo besé, esta vez, el contacto de sus labios provocaron un escalofrío en mi cuerpo, comenzó a tener un ritmo mucho más rápido. Él coloco sus brazos en mi cuello, deslicé mis labios a su cuello, un pequeño gemido escapó de Nate, estremeciéndome en el acto.
Comencé a desabotonar la camisa de este… repentinamente, un golpe de agua fría hizo que nos separamos inmediatamente.

— ¡Esa clase de comportamiento es inaceptable en esta institución! — Una de las prefectas, había sido la culpable de interrumpir tan perfecto momento. La mire con todo el odio que no pude expresar a mi padre, ella pareció incomodarse. —No me mires así jovencito, los dos se me van a la dirección.

En realidad, el castigo fue más leve de lo que esperaba, solo dos horas en detención. Algo bastante flojo, para nuestros actos de promiscuidad.
Las clases pasaron con total normalidad, y bueno, debo confesar que dejar solo a Nate en el castigo, no fue buena idea, pero sinceramente, necesitaba regresar a casa. Tenía que asegurarme que todo fuera bien.

 

 

 

Al llegar a casa y escuchar los llantos de i adre hicieron que me alarmara en sobremanera. Ella estaba sentada en una de las sillas de comedor, curio su rostro con ambas manos, mire rápidamente el pequeño arreglo floral que había en la mesa. Una nota sobresalía. La tome si cuidado y la leí.
Finalmente mi padre se había marchado. Pero… el ver a mi madre tan destrozada, me partió el alma.

—Mamá…— tome tímidamente su hombro, ella levanto el rostro
—Mihael… —su voz quebrada por el llanto movió cada fibra de mi— Tu padre, se ha… ido. — Ella lloro aun más, me sorprendí bastante porque no creí que eso fuera posible.
—Mamá… ¿Quieres que busque a mi papá? — Ella de inmediato volteo a verme y asintió rápidamente. Cerré los puños con fuerza y Salí corriendo.

El frio viento golpeaba mi rostro, buscaba con desesperación por todo los lugares que pasaba, el parque, la parada de autobús, la tienda de auto servicio más cercana, e  incluso fui a una casa de sus amigos, pero en ningún lugar se encontraba mi padre.
Me detuve secamente cerca de un poste de luz para recuperar el aliento, mis piernas estaban cansadas. No podían más, fue entonces cuando vi a mi padre, estaba del otro lado de la calle.
Cruce sin pensar y detuve el paso de este.
—Papá…— guarde silencio, no quería decirle, no quería. Pero el recuerdo de mi madre llorando me obligaba a decirle— Mamá quiere que regreses… —Mordí mi labio al ver su sonrisa, el salió corriendo, seguramente a casa.

 

 

Camine de regreso a casa, pero al estar frente a ella no pude si quiera entrar. Me fui de ahí para dirigirme a la de Nate. Una vez estando ahí toque el timbre con desesperación. Nate abrió con cierta molestia.

—Tenías razón… —
—Mello… — él coloco su mano en mi hombro, poco después, recibí un fuerte abrazo de su parte. Yo le correspondí y sin querer… las lágrimas se escaparon.

 

 

Notas finales:

Sé que no tuvo un final feliz… pero quizá no sea la última vez que escriba algo para ese fic.
Por cierto.. Retomare invernadero (por si acaso alguien esperaba actualización) ya tengo escrita una parte… y disculpen por haberlo dejado.
Gracias por todo, nos veremos luego.


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