Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

The city of the dead por Demonio_Nocturno

[Reviews - 87]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hola como estan me disculpo por la tardanza pero los recompensare con un capitulo extra largo vale. Abajo aclarare algo asi que lean las notas finales

Camus se encontraba caminando de un lado a otro con notable ansiedad, cosa muy rara en él, quien siempre era calmado e incluso parecía que nada lo podía perturbar. Pero ahí lo tenían, completamente ansioso e incluso se le veía nervioso.

− ¿Para qué me buscabas? –pregunto Afrodita llegando al lado de su alterado amigo.

El peli celeste se sorprendió de verlo en ese estado y pensó que algo malo le ocurría.

−Necesito que me digas si es cierto lo que Radamantis anda diciendo.

− ¿Y que se supone que ese tipo anda diciendo?

−Que tu andas con Milo.

− ¿Eh?

−Sí. Lo que escuchas –dijo algo alterado−. Sus palabras exactas fueron “Si se supone que Afrodita se está encamando con Milo, ¿Por qué anda de resbaloso con Minos?” –recitó seriamente.

−Ese maldito me va a escuchar –dijo con rabia el chico de ojos celestes que en ese momento se ensombrecieron por la ira.

− ¿Es verdad? –interrogo su amigo con un temblor en la voz.

− ¿Cómo puedes creerle a ese? –reclamo exaltado−. Disculpa –se calmó−, no quería gritarte, pero es que me hierve la sangre de saber que ese tipo está hablando de esa forma de mi ¿Y te lo dijo directamente?

−No. Yo lo escuche por casualidad –respondió ya más calmado−. Se lo estaba diciendo a Hades.

−Deja que lo vea y le romperé la cara –suspiro tratando de calmarse−. Y a todo esto ¿Por qué te urgía que te contestara? –pregunto viéndolo directamente a los ojos.

Las dos miradas, celeste y azul, se cruzaron y era más que evidente que el dueño de los ojos azules se había puesto nervioso.

−Por nada en particular, solo quería saber que pasaba entre tú y Milo pero si dices que son puras calumnias. Entonces no hay problema.

− ¿Y porque habría problema? Además nunca dije que no hubiera nada entre nosotros.

−Pero empezaste a maldecir cuando te pregunte.

−Corrección. Empecé a maldecir cuando me dijiste lo que ese idiota de Radamantis anda diciendo de mí.

Esas palabras calaron en lo más hondo de su ser y su mirada delato que de alguna forma o por alguna razón, se sentía herido y triste.

− ¿Entonces si hay algo? –pregunto con la voz rota.

Afrodita no podía creer lo que su mente dedujo sobre la actitud de su amigo.

−No hay nada –respondió calmadamente−. El beso que me dio solo fue por una apuesta, pero solo somos amigos.

− ¿Enserio? –dijo con la mirada iluminada, lo cual lo delato más.

−Camus ¿Te gusta Milo? –pregunto sin ningún tacto.

El otro chico se quedó pasmado por la pregunta de su amigo. No sabía que responder pero supuso que tendría que decirle aunque dedujo que más que una pregunta había sido una afirmación.

−Bueno, solo un poco –respondió con un sonrojo en las mejillas.

El peli celeste solo sonrió ampliamente.

−No te preocupes que no diré nada, solo te aconsejo que es un poco extrovertido pero si lo llegas a conocer bien te darás cuenta que solo es una fachada para ocultar su dolor.

− ¿Su dolor?

−Sí. Pero no te daré detalles, debes acércate a él y descubrirlos por ti mismo –dijo dándole ánimos para que se llenara de valor y se atreviera a hablar más íntimamente con el peli azul.

−Gracias Dita.

Le regalo una sonrisa que muy pocas veces se le había visto y eso regocijo al otro adolescente por poder presumir que era uno de los que la había recibido.

−No agradezca, somos amigos y te apoyare en lo que sea –lo abrazo y después de separarse lo dejo para que pudiera buscar a Milo.

 

Afuera del autobús una discusión se está tornando muy acalorada y eso debido a las habladurías de Radamantis, quien se mostraba indiferente antes las ofensas recibidas de parte, no solo de Milo sino también de aquel que era su compañero. Minos.

−Eres un maldito –rugió Milo con rabia−. Quiero que ahora mismo vallas con Dita y le pidas disculpas por lo que has estado diciendo de él.

−No tengo porque hacerlo. Solo he dicho la verdad −respondió con arrogancia−. Si te pesa que mis palabras sean ciertas, entonces has que tu perra deje de actuar como si estuviera en celo.

−No hables así de él –ordeno Minos calmado pero con autoridad.

−Es increíble que tú lo estés defendiendo, dado que no hace más de dos meses eras quien hablabas pestes de él –se burló mofándose de poderle callar la boca al peli plata.

−Puede que este –señalo al de mirada dorada−, haya hablado así de él y que no te pueda reclamar nada. Pero yo si lo puedo hacer y quieras o no iras a pedirle una disculpa.

− ¿Tu y cuantos más bicho?

−Yo solo puedo abastecerme no te preocupes.

−Atrévete, claro si las piernas te dejan de temblar lo suficiente para poder dar un paso sin caerte.

−No te preocupes por mí –dijo con una sonrisa retadora−. Mejor preocúpate por ti.

Los dos chicos siguieron diciéndose mil cosas más y cada vez, lo que empezó por pedir una explicación, se acercaba a ser una pelea a golpes.

− ¿Por qué lo hiciste Radamantis? –pregunto de repente Minos mirándolo directamente a los ojos.

−Porque se me dio la gana decir las verdades de esa prostituta.

− ¿No será porque aun sigues ardido por el rechazo de Kanon? –soltó de improvisto.

Tanto Milo como los otros chicos que anteriormente habían estado durmiendo dentro del autobús, se quedaron pasmados. El motivo era que aun con lo poco que conocían a los integrantes del grupo, sabían a la perfección que Radamantis y Kanon no se llevaban para nada bien e incluso se podía decir que de odiaban.

−Anda responde Rada ¿Acaso te comió la lengua el ratón? –insistió el peli plata.

−Ni creas que con eso me aras callar, solo me tomaste desprevenido. Y no tiene nada que ver una cosa con la otra.

−Claro que sí, ¿No recuerdas como insistías en molestarlo solo porque te lo querías follar?

Nuevamente hubo un silencio y los espectadores sentían que la cabeza les daba vueltas por la información dada sin ser pedida.

− ¿No es lo mismo que tú quieres hacer con Afrodita? –regreso la pregunta sintiéndose cada vez más expuesto.

Radamantis sabía que aunque intentara sacar las verdades de Minos a la luz, este no se inmutaría, al contrario, se burlaría de lo patético que eran sus intentos por vencerlo en una disputa tan acalorada como la que estaban teniendo. Sabía que el único que podría llegar a mantener una disputa se ese aspecto, era el peli celeste por quien había empezado todo el lio; ni Hades había podido ganarle en restregar las verdades y no sentirse intimidado por las que se decía de uno mismo.

−No negare que me calienta. Y mucho –confeso sin pudor alguno−. Pero al menos sé que sabe que existo. En cambio tu caso es diferente.

−Explícate –ordeno ya irritado de la forma tan calmada pero algo burlona de la forma de hablar que tenía el otro.

− ¿Realmente quieres que me explique? Pensé que serias más listo como para al menos darte cuenta de que sin importar lo que hagas. Kanon ni siquiera toma tu triste existencia como algo indispensable, al contrario –tomo un poco de aire dándole más suspenso a la situación−. Él te odia por todas las veces que intentaste atentar contra su hermano solo por celos.

Un gruñido fue lo recibió por respuesta y eso daba a entender que aun a pesar de todo lo insoportable e incluso amenazante que podía llegar a ser el rubio. Minos era peor y Radamantis tan solo iba cayendo poco a poco en sus artimañas.

−Si lo que quieres es que Kanon te hagan caso, es mejor que desistas o se hartara y el mismo te entregara a esas asquerosas cosas, eso no lo dudes –siguió sin importarle las consecuencias que podían llegar a traerle en un futuro no muy lejano−. Realmente me das pena Rada. Suplicando por migajas de atención de alguien que con solo verte se le amarga el día.

−Ya te dije que lo mismo pasa contigo –gruño−. Afrodita siempre anda de mal humor cuando te le acercas y bien lo sabes ya que te lo ha escupido en la cara. Te odia y muy probablemente puede que seas la persona que más ha llegado a odiar en toda su vida.

−No te confundas, lo de nosotros no es odio. Es una muy peculiar forma de tratarnos.

Los dos se miraban y a cada segundo que pasaba el ambiente alrededor de los dos, se tornaba más asfixiante.

−Dime Minos ¿Planeas hacer con él, lo que le hiciste a la chica de la secundaria?

Esa pregunta tomo desprevenido al peli plata y se notó en como trago saliva pesadamente. Los que, hasta ese punto, más de 15 personas los rodeaban se sorprendieron  y se interrogaron mentalmente a lo que se refería aquel rubio insoportable.

− ¿Ahora a quien le comieron la lengua? –continuo−. Anda Minos, cuéntales a todos sobre tu secreto. Sobre cómo le destrozaste la vida a una chica solo por querer saber cuánto era capaz de soportar la mente humana, el aislamiento y el miedo.

La respiración de Minos se aceleró de golpe y presentía que no era algo bueno. Eso solo le pasaba cuando la presión era mucha y si dejaba que el lado psicópata de su mente tomara control, no saldría nada bueno.

−Y no es todo lo que has hecho ¿O me equivoco?

−No deberías hablar sobre lo que no te incumbe –intervino Kanon, quien acababa de llegar y al ver al de mirada dorada sin saber cómo defenderse, decidió ayudarlo.

− ¿Y por qué no me incumbe según tú? Todos tienen derecho a saber con qué clase de desequilibrado mental están conviviendo.

−Como dije, eso no te incumbe así que deja de hablar del tema o te are callar –amenazo abiertamente y sin inmutarse por la mirada hostil que le regalaba el otro.

−Hazlo Kanon. Anda te estoy esperando o de lo contrario seguiré hablando –reto con una sonrisa de superioridad.

El peli azul no dijo nada más y cuando el otro se disponía a seguir hablando le dio un puñetazo en la mejilla haciéndolo retroceder tambaleándose un poco amenazando con caer, pero logro mantenerse en pie.

− ¿Con eso tienes para ver que no estoy jugando? –pregunto sin demostrar interés en la respuesta.

−No me ha llegado el mensaje aun –contesto limpiándose la sangre que tenía en la comisura de su labio.

Kanon estaba dispuesto a volver a golpear al chico pero la voz, del que hasta ese momento había guardado silencio, se escuchó interrumpiéndolo.

−No es necesario eso –dijo calmadamente−. Te agradezco el que me ayudaras pero esto lo resolveremos nosotros dos.

−Como quieras –respondió el peli azul yéndose a donde estaban sus amigos, quienes también veían la riña.

−Hasta que decides hablar, pensé que te habías acobardado.

−Solo estaba pensando en lo que dijiste y me llego una duda, ¿A qué te referías conque no era lo único que había hecho?

− ¿Así que aparte de tener instintos psicópatas también te falla la memoria?

−Digamos que requiero de tus recuerdos dado que los míos están un poco difuminados.

−Entonces te recordare lo que hiciste en el extranjero. Ya que no solo cuando estudiabas aquí destruiste la vida de alguien.

− ¿Y cómo estas tan seguro?

−Porque yo estudiaba en la misma secundaria que tú y el chico a quien mandaste al hospital era un compañero mío –respondió sin darle mucha importancia.

−Entonces habla, que el sueño me está venciendo y todos aquí tenemos interés de  aquello que tanto alardeas, que hice.

−Tú lo has pedido y realmente espero que se den cuenta de que eres una amenaza.

La sonrisa muy bien ensayada de Minos, lo irrito y sin pensárselo dos veces empezó a hablar.

♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦

Minos estaba especialmente irritado debido a que su actual pareja no había aceptado ir a su casa a pasar un rato agradable, dándole como excusa que llevaban poco tiempo y que no estaba seguro de eso.

−Son puras estupideces –dijo para sí mismo mientras caminaba por los pasillos del plantel dispuesto a irse a casa sin importarle que las clases aun no terminaban.

−Oyes Minos ¿Ya tan temprano te vas?

−No estoy de humor para tus sermones Valentine –respondió tajante y sin molestarse en ocultar su molestia.

−Y yo que venía a decirte algo que acabo de ver –dijo con insinuación.

−No me interesa –volvió a retomar su marcha.

− ¿Aun siendo tu noviecito el autor principal de lo que vi? –pregunto con un tono de  voz melosa.

− ¿Qué viste?

− ¿Ahora si estas interesado?

−No hagas que la poca paciencia que tengo se esfume y contesta de una buena vez –ordeno en voz alta.

−Velo por ti mismo –respondió señalando el lugar donde había visto a Alberich, la pareja de Minos.

El peli plata fue al lugar indicado siendo seguido por un curioso Valentine, quien se moría por ver cuál sería la reacción del otro al ver como el que se suponía era su pareja, lo engañaba en sus narices.

Al llegar al lugar, Minos sintió que la cólera y la rabia se apoderaba de su cuerpo y de su mente. Frente a ellos estaba Alberich besuqueándose con un tipo del mismo grupo que Minos y Valentine.

Dado que Alberich no era del miso grupo que estos dos, no podía estarlo vigilando detenidamente pero eso no quería decir que no lo tenía vigilado aunque por el enojo no lo busco antes.

−Te dije que esa zorrita no era muy tímida como todos piensan. Es mas no dudo que ya se las dio a más de la mitad del colegio –dijo el otro chico avivando más la ira de su amigo.

−Esto no se quedara así –hablo en voz baja pero con un tono que le pondría a cualquiera la piel de gallina, incluso al que tenía al lado, le había provocado escalofríos.

− ¿Qué pretendes hacer? –pregunto con un ligero temblor en la voz.

−Le are ver que de mi nadie se burla y sale con vida para contarlo –respondió dando media vuelta dejando a su amigo atrás haciéndose mil ideas en la cabeza del significado de esas frías palabras.

Minos fue a su casa como tenía planeado pero no hizo lo que iba a hacer sino que busco cosas que le sirvieran para hacer pagar al de ojos verdes por haberle visto la cara de idiota al decirle que por timidez no había accedido a acostarse con él y a sus espaldas se besuqueaba con cualquiera que se le cruzara.

−Conque por timidez  ¿Eh? –dijo para sí mismo−. Yo te voy a enseñar a respetarme.

En una caja metió un par de cosas que le parecieron muy interesantes y su lado psicópata, que era el que lo estaba controlando, empezó a maquinar y a planear que utilidad les daría. Después de tener todo lo que creyó útil, bajo al sótano y aprovechando que vivía solo, debido a que sus padres vivían donde antes lo hacían y solo lo iban a visitar los fines de mes, movió todo y fue bajando por partes, una de las camas que se encontraba en una habitación desocupada; al terminar de armarla puso cerca de esta una pequeña mesa y ahí fue acomodando lo que tenía en la caja.

−Te advertí que si me traicionabas, te pesaría Alberich.

Un par de horas después, al ya haber acabado su tarea de acondicionar el lugar donde llevaría acabo su venganza, subió a su habitación y se ducho; al terminar de arreglarse tomo su celular y vio que ya eran las 2 de la tarde, la hora en que terminaban las clase, así que decidió llamar a su víctima.

-¿Minos? ¿Qué paso porque te fuiste? ¿Fue por lo que hablamos en la mañana?- interrogo el chico al otro lado de la línea.

-No me sentía bien y en parte fue por eso, pero lo pensé mejor y me di cuenta que fui un completo idiota por enojarme- respondió con fingida culpa-. Quiero disculparme así que espérame afuera del colegio que te tengo una sorpresa.

-¿Una sorpresa?-pregunto entusiasmado.

-Sí. Una sorpresa-respondió con una tétrica sonrisa dibujada en su rostro.

-Entonces te espero, no tardes o me iré.

-Está bien, nos vemos en unos minutos.

Después de despedirse corto la llamada y salió de su casa con rumbo a recoger a la pobre alma que por no fijarse con quien se metía, sufriría de una forma tan cruel que no podría olvidarlo.

Pasados unos minutos llego al lugar y ahí estaba el protagonista de su actual estado de ánimo.

−Disculpa si te hice esperar mucho –dijo una vez que llego a su lado.

−No te preocupes, te perdono todo con tal de ver mi sorpresa –respondió con una enorme sonrisa.

−Bueno entonces vamos a mi casa que ahí aguarda tu sorpresa mí querido Alberich.

− ¿A tu casa? –pregunto con desconfianza y eso fue notado por el de mirada ámbar.

−No desconfíes así de mí –dijo con dolido tono−. Te dije que quería pedirte disculpas así que no pienso obligarte a nada, solo quiero que veas algo que estuve preparando exclusivamente para ti.

El otro chico lo pensó un momento y al final acepto sin saber que estaba firmando su sentencia.

Los dos caminaron tomados de la mano y todo aquel que pasara a su lado pensaba que hacían una muy bonita pareja e incluso los envidiaban. Pero lo que no sabían era que tras esa muy bien actuada fachada, se escondía una mente psicópata y sedienta de venganza al saberse engañado por quien tenía al lado y que no tenía ni idea de lo que le esperaba.

Al llegar a la casa de dos pisos, con una fachada muy bonita, entraron y Minos se aseguró de cerrar la puerta con llave para que su acompañante no pudiera escapar.

− ¿Y dónde está mi sorpresa? –pregunto interesadamente.

−Está en el sótano –respondió tomándolo de la mano para guiarlo a la puerta que daba acceso a dicho lugar.

− ¿El sótano? ¿Y por qué ahí?

−Es para que nadie nos moleste.

Al abrir la puerta, dejo que Alberich pasara primero y debido a que estaba todo oscuro, no pudo ver en lo que realmente consistía su tan esperada sorpresa.

−No puedo ver nada.

−Es para que no puedas ver que te prepare antes de tiempo− dijo mientras cerraba la puerta echándole llave y Alberich lo noto.

− ¿Por qué sierras con llave? –pregunto poniéndose nervioso.

−Ya te dije que es para que nadie nos interrumpa.

−Minos quiero irme –hablo y su voz sonaba temblorosa.

− ¿No querías ver tu sorpresa?

−Ya no quiero –respondió temeroso de lo que sea que su pareja le había preparado.

−Lo lamento pero ahora te quedaras –dijo prendiendo la luz.

El chico de mirada verde se aterro al tener frente a él un escenario digno de alguna película sadomasoquista. Sin esperar ni un segundo más, corrió escalera arriba pero Minos le bloqueo la salida a mitad de camino.

− ¿No te gusta mi sorpresa? Y yo que me esmere en arreglar todo –dijo con un notable tono fingido de dolor.

−Déjame ir Minos, te lo suplico –rogo con las lágrimas nublando su vista.

− ¿Para qué te vayas a revolcar con tu amante? –soltó de golpe tomándolo bruscamente de los brazos.

− ¿De qué hablas? ¿Cuál amante? –pregunto aterrado y ya con las lágrimas recorriendo sus mejillas.

−Te vi Alberich. Justo antes de irme vi cómo te estabas besuqueando con otro tipo –gruño dejando de lado su máscara de novio amable y cariñoso, revelando lo que realmente era. Un ser vengativo y lleno de odio combinado con un desequilibrio mental.

El más bajo tembló al ver como el rostro de quien era su novio, se volvió sombrío y eso combinado con su tono de voz, le helo la sangre hasta que sintió desfallecerse.

−Minos te ruego que me dejes ir, no diré nada y te juro que no volveré a hacer eso.

−No te dejare ir hasta que te de un castigo o volverás a hacerlo. Como dicen árbol que nace torcido, nunca enderezará –recito con una mueca que quería hacerse pasar por una sonrisa.

−Déjame ir maldito loco –grito empujándolo pero no logro que este retrocediera ni un centímetro.

Minos solo sonrió y le dio un puñetazo haciendo que perdiera el equilibrio y término cayendo por las escaleras lastimándose en el proceso. El peli plata pensó que había quedado inconsciente pero para fortuna de él y mala suerte de él otro, no fue así; simplemente quedo aturdido y al intentar levantarse, el dolor lo hiso caer de nueva cuenta al suelo. El dolor que había sentido era causado a que se había lastimado el tobillo.

−Recuerda que todo esto te lo buscaste tu solo amor mío –dijo con una burla.

Fue bajando poco a poco siendo seguido por la mirada aterrada de quien intentaba alejarse lo más que podía, pero debido a la torcedura no logro hacer mucho y de un momento a otro ya se encontraba siendo arrastrado hasta el fondo del sótano y fue aventado bruscamente a una cama matrimonial que había en el lugar y que momentos antes había visto.

− ¿Qué pretendes hacerme? –pregunto con un hilo de voz.

−Te daré lo que te mereces mi amor –respondió con voz melosa mientras le ataba las manos a la cabecera de la cama para que no se fuera.

−Me van a buscar y cuando me encuentren te denunciare –grito histérico entre gimoteos provocados por el llanto.

−Eso si te encuentran y en dado caso que así lo hagan no podrás pronunciar palabra alguna porque primero te corto la garganta –dijo con una tétrica expresión que hasta al más valiente podría poner a temblar.

−Eres un maldito loco Minos –rugió con el poco valor que aún le quedaba.

−Eso lo sé y tú también lo sabias y aun así, solo por estar con uno de los chicos más codiciados del instituto, accediste a emparejarte conmigo –expuso−. Así que no me vengas con que me proveché de ti al no decirte los malditos trastornos psicóticos que tengo.

−Pero nunca pensé que serias capas de tanto –sollozo tratando de soltar sus manos pero solo lograba lastimarse.

−Ya me arte de escuchar tus patéticos intentos por ganar tiempo –dijo tomando unas tijeras−. Es mejor empezar la diversión.

Se acercó al chico de nueva cuenta y con ayuda de las tijeras, corto las ropas dejándolo completamente desnudo ante él. Alberich sintió un escalofrió al ver como el que durante un par de meses había sido su novio, tomo el alambre delgado que estaba enrollado y junto a este tomo un cuchillo de cocina bien afilado de tamaño mediano.

−Nos vamos a divertir un rato antes de empezar con la verdadera diversión.

Se acercó y con el alambre amarro uno de sus pies a la cama impidiendo su movimiento, al ver que estaba bien sujeto, hizo lo mismo con el otro y después paso a las manos, quitando el trapo con lo que lo había amarrado momentos antes y remplazándolo con el delgado alambre. El de mirada verde sintió que la circulación se le cortaba y cada que intentaba hacer un movimiento, el alambre se le encajaba en la piel lastimándolo; al instante desistió de sus intentos para evitar hacer que empezara a sangrar, pero Minos no pensaba lo mismo y tomo el cuchillo balanceándolo y jugando con el ante la atenta mirada llena de miedo del que estaba en la cama.

− ¿Qué planeas hacer? –pregunto sintiendo un nudo en la garganta.

−Solo veremos de  color es tu sangre –respondió y el otro no entendió a qué se refería así que decidió explicarle o algo parecido−. Debido a que eres un maldito traidor y una prostituta barata, quiero saber si tu sangre es roja o es negra como tu alma –expuso con normalidad.

−Estas enfermo –susurro y eso le costó caro.

Minos al ser llamado de esa forma se molestó y tomo el trapo con el que lo había atado, para amordazarlo ya que no quería que sus gritos se escucharan hasta la calle y visitas indeseables llegaran. Seguidamente tomo el afilado objeto y sin titubear lo encajo en la piel del aterrado chico; la herida solo era superficial pero eso no evito que un hilo de sangre saliera de esta.

−Veo que muy a pesar de todo, sigues teniendo la sangre roja –dijo con aburrimiento y decepción−. Qué pena. Pensé que sería algo más interesante.

Volvió a utilizar el cuchillo pero esta vez la herida era un poco más profunda y la sangre no tardó en aparecer junto a un grito de dolor. El peli plata no estaba conforme con eso y siguió haciendo cortes hasta que su víctima se quedó sin voz de tanto gritar aun a pesar de tener una mordaza.

−Esto no me sacia así que seguiremos jugando hasta que logre excitarme –hablo−. Y eso está muy lejos aún –informo haciendo que el otro lo volteara a ver con la mirada cansada.

Dejo el cuchillo ensangrentado en la mesa donde había estado antes y con la mirada recorrió su instrumental el cual consistía en una vela blanca, un fuete como el que tienen los que practican equitación, alcohol, otro cuchillo un poco más grande además de clavos de gran tamaño y un martillo. Pasó su mano por los utensilios y se decidió por tomar el fuete; al tenerlo en las manos, sin miramiento alguno, golpeo las piernas del chico que estaba amordazado y que debido a esto no se escuchaba tan fuerte sus gritos.

−Me detendré hasta que me supliques que lo haga –dijo volviendo a lacerar la piel del otro haciendo que se retorciera del dolor.

El chico trato de suplicarle pero la mordaza le impedía poder hablar, además que combinado con eso, el dolor y los sollozos no le permitían articular palabra alguna.

−Veo que no quieres que me detenga –sonrió−. Bueno entonces sigamos.

El ruido que provocaba el aire al cortarse, cuando el cuero del fuete chocaba con la piel y los sollozos y gritos ahogados por la mordaza, era el único sonido que se escuchaba en ese sótano. Ya cansado de lacerar la piel de quien se suponía, era su amante, voto el objeto a alguna parte del lugar y rápidamente fue por la vela para encenderla y una vez que dejo que la cera se aculara, la dejo caer sobre uno de los pezones de Alberich, haciendo que de nueva cuenta soltara un alarido de dolor.

− ¿Sabes que en las guerras torturaban a las personas de formas crueles e inhumanas aun a pesar de que estas no tenían culpa alguna? –pregunto mientras le obligaba a abrir el ojo derecho y le dejo caer la cera sin miramientos y sin compasión, llevándose como recompensa un grito que de no ser por la mordaza, se hubiera escuchado por toda la manzana−. Los azotaban e incluso les cortaban miembros –medito−. Bueno creo que cada época y cada guerra tenía sus propios métodos de tortura, pero hay una que siempre me fascinó y era cuando a las mujeres que cometían adulterio las sometían a torturas como meterles objetos dentro de su esfinge y entre más se resistieran, más las torturaban –explico con malicia−. Así que pensé en poner en practica esos métodos ya que tú me has engañado y eso se le llama adulterio ¿No crees? A una cosa más. Normalmente esas mujeres no salían vivas –informo haciendo que el de mirada verde, que ahora solo podía ver con un solo ojo, se asustara más de lo que estaba.

La cera cayo por tercera vez pero ahora la dejo caer sobre el miembro de Alberich; su tortura continuo hasta que vio que varias partes sensibles del tembloroso cuerpo, estaban enrojecidas y por último y sin previo aviso, aun con la vela encendida, abrió las piernas del chico y metió la vela en su entrada apagándola dentro de su cuerpo y de paso dejando que la cera acumulada se vertiera ahí. Los lloriqueos no se hicieron esperar y la sangre broto de entre las piernas del ya casi inconsciente chico debido a la brutalidad con la que había sido penetrado por la vela que aún seguía en su lugar.

−Aun no puedes dormir –dijo Minos tomando la botella de alcohol y sin piedad alguna le hecho todo el contenido haciendo que sus heridas ardieran hasta que, aun a su pesar, volvió a abrir los ojos−. Recuerda que aún no termino –tomo el encendedor que había ocupado para prender la vela momentos atrás y lo encendió−. Además de torturarlas de esa forma –continuo relatando las torturas de aquellas desdichas que habían sido infieles−, en la época de la santa inquisición, muchos de los seguidores al ver que sus mujeres se veía con alguien o que siquiera voltearan a ver a otro hombre. Las culpaban de herejía y de practicar la brujería ¿Y sabes cuál era el castigo para las brujas? –pregunto con rostro sombrío y una sonrisa que dejo ver sus intenciones−. Recuerda que a los hombres, en esa época, no se les cuestionaba así que cuando declaraban que sus mujeres eran brujas. Los del pueblo las linchaban y en la plaza del lugar las ataban a postes para después poner leña seca y prenderle fuego ya que se dice que el fuego purifica y yo te voy a purificar por ramera –dijo dejando caer el encendedor sobre el chico y el fuego se extendió por todo su pecho y piernas.

Ya que era alcohol y no gasolina lo que le había vertido, no lo quemo al instante pero eso no quitaba que la carne empezará a enrojecerse y en cuestión de segundos las ámpulas empezaran a aparecer. Ya para ese grado el peli plata tomo una cubeta de agua helada y se ha hecho apagando así el fuego y dejando al pobre de Alberich lleno de ámpulas y tiritando por el frio.

−Sabes, ya no me atraes tanto como antes así que no perderé mi tiempo tomando tú ya muy asqueroso y desagradable cuerpo así que solo jugare contigo para ver cuánto eres capaz de soportar –dijo tomando los clavos y el martillo−. Creo que esto es el fin de nuestra relación y también de tu vida Alberich.

Tomo uno de los clavos y desato las ensangrentadas manos para poner una enzima de la otra y sin importarle el dolor del otro, con ayuda del martillo clavó el clavo atravesando ambas manos en el proceso. Repitió el proceso con los pies y al ver que su víctima se quedaba sin fuerzas decidió acabar con eso y agarro el cuchillo más grande para seguidamente clavarlo en su abdomen haciendo que Alberich cerrara los ojos pesadamente y la sangre salpico su rostro al momento de sacar el objeto afilado.

−Es una pena, realmente me hubiera gusta hacerte retorcer de placer pero que se le va a hacer. Eres como todos, solo piensas en ti y no piensas en las consecuencias de tus actos, pero ya no volverás a causarle más daño a nadie más –dijo limpiándose la sangre.

Sabía que el chico seguía vivo por su respiración débil y entre cortada. Tampoco planeaba matarlo pero tenía que asegurarse de que no hablara y con el mismo martillo con que había clavado los clavo, golpeo su cabeza fuertemente hasta que logro hacerla sangrar. Había investigado como y donde golpear para que no muriera pero que quizá sufriera de amnesia o incluso que quedara en coma. Limpio el lugar rápidamente y cerró la puerta con llave; no había rastro alguno que delatara lo que había hecho.

Después de eso envolvió el cuerpo del que una vez dijo amar y gracias a que estaba oscuro y que donde vivía era un barrio muy tranquilo y casi desolado, logro escabullirse hasta que llego al hospital más cercano y entro haciendo todo huso de su don para la actuación.

− ¡Alguien que me ayude! –grito histérico llamando la atención de los que estaban en la entrada del hospital−. Necesito que alguien me ayude.

Un doctor y una enfermera se le acercaron y al ver que traía a alguien envuelto en una sábana manchada de sangre se asustaron además de que el aspecto del peli plata tampoco era muy favorable.

− ¿Qué ha pasado? –pregunto el doctor mientras la enfermera pedía que les llevaran una camilla.

−No lo sé… yo… no sé qué le paso… deben ayudarlo –pidió con lágrimas en los ojos y con voz rota.

Los enfermeros ayudaron al chico a poner a su pareja en a camilla y al no tener el valor de descubrirlo, decidieron llevarlo a una habitación para examinarlo. Minos fue llevado a otra continua para revisar que no tuviera alguna herida ya que estaba cubierto de sangre por cargar al otro chico y claro por haber sido el autor de sus heridas.

− ¿Ya estas más calmado? –pregunto el mismo doctor que lo había recibido.

− ¿Cómo está el? –pregunto ignorando la pregunta que le habían hecho.

−Aún siguen examinándolo, pero seré sincero –dijo con un hilo de voz−. Está en estado muy lamentable. No sé si sobrevivirá.

Minos agacho la cabeza y dejo caer una cuantas lágrimas de supuesta tristeza.

−Fue mi culpa –dijo en un susurro cargado de culpa.

− ¿Tu culpa? ¿Por qué?

−Si no lo hubiera dejado ir en ese estado, él estaría conmigo ahora –respondió levantando la mirada−. Soy el único culpable de que este en ese estado –grito desgarrándose la garganta.

Su dolor no era del todo fingido ya que su cordura estaba llegando de nueva cuenta y la culpa lo estaba matando. El doctor no sabía qué hacer para que el chico se calamara y se sintió mal por él; cuando Minos se calmó trato de hacer que le contara algo más para poder notificar a los oficiales que ya estaban de camino.

− ¿Quieres decirme que eres de él y que paso?

−Soy su novio. O era, ya no se –respondió con pesar agarrándose la cabeza con las dos manos−. Debido a una tonta discusión salió de mi casa muy molesto y por mi estúpido orgullo no lo busque.

El doctor iba a preguntar otra cosa pero la puerta se abrió repentinamente y dejo ver a los padres de Alberich, que habían sido llamados en cuanto Minos les dijo como localizarlos.

−Minos –dijo la mujer destrozada y corrió a abrazar al nombrado dejando que su llanto aumentara.

El padre de quien era su pareja también lloraba y eso calo en el alma del menor pero sabía bien que no podía decir que él había sido el causante del atentado contra Alberich así que con culpa siguió actuando.

−Mi pequeño… mi pequeño… −decía una y otra vez la señora sin dejar de abrazar al peli plata.

−Señores tenemos que llevarnos al chico para hacerle algunas preguntas –dijo un policía que había sido llamado para investigar que había pasado.

−No pueden hacer eso, él no ha tenido nada que ver –defendió el padre de Alberich molesto.

−Es para ir recopilando información así que no interfieran.

Los señores iban a volver a protestar pero Minos los interrumpió.

−No se preocupen por mí, estaré bien pero cuiden de él –dijo en un sollozo.

No espero a que le dijeran algo más y siguió al oficial. Lo llevaron hasta la comisaria en una patrulla y una vez ahí empezó el interrogatorio.

− ¿Cuándo fue la última vez que lo viste?

−Después de la escuela lo invite a mi casa para disculparme por haberme enojado por una tontería.

− ¿Y qué tontería es esa?

−Yo quería tener relaciones pero él no quiso y simplemente me moleste pero después recapacité y lo invite a ver películas en mi casa.

− ¿Estaban solos o había alguien más?

−Vivo solo ya que mis padres no están en el país y solo vienen a verme los fines de mes.

− ¿Y cuánto tiempo estuvo contigo?

−No lo sé, pero no fue mucho ya que volvimos a discutir y él se fue solo. Yo no lo seguí porque estaba molesto –sollozo−, fue mi culpa –volvió a repetir.

− ¿Cómo fue que lo encontraste y dónde?

−Recibí una llamada de su celular pero no era su voz y alguien del otro lado me dijo que me tenía una sorpresa que fuera al parque que estaba a cuatro cuadras de mi casa y que ahí lo recibiría.

− ¿Y ahí lo encontraste?

−Al principio no sabía que hacer o adonde ir, pero después me llego un mensaje que me decía que justo a un par de pasos a la derecha de donde estaba, encontraría un bulto cubierto con una sábana. Rápidamente fui al lugar imaginándome lo peor y ahí estaba el.

− ¿Lo llegaste a ver?

−Claro que sí, tenía que comprobar que era pero al descubrirlo lo vi. No podía creerlo.

− ¿Me presta tu celular?

Minos asintió y se lo entrego. El oficial comprobó que efectivamente había recibido una llamada y también un mensaje del celular del otro chico que aun permanecía desaparecido.

−Hemos llamado a tus padres pero por lo visto no podrán venir sino hasta mañana así que los padres del joven Alberich se harán cargo de lo demás. Ya puedes irte y créeme que lo siento –dijo con sinceridad.

El peli plata se levantó del lugar y tomo su celular para después ser escoltado hasta la salida y ahí ya lo estaban esperando. Debido a que la culpa lo mataba decidió pedir que lo dejaran solo en casa y aun con protestas los señores aceptaron. Ya en soledad se bañó y cambio para después tirar esas ropas y los trozos del celular de Alberich a la basura.

 

Tiempo después dijeron que Alberich estaba en coma y que era indefinido hasta cuando despertaría o cabía que nunca lo hiciera. Por su parte Minos fue a un psicólogo y con la ayuda de las consultas, las cuales solo ayudaron a controlar ese lado psicópata de su mente, logro salir adelante pero su mente bloqueo todo recuerdo de Alberich, quizá por la culpa aunque los demás decían que era por el trauma y nadie lo culpaba.

♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦♦

 

Todos estaban mudos ante lo que acababan de escuchar e incluso el mismo Minos estaba asombrado pero lo que más lo confundió fue no poder recordar nada de lo que Radamantis le había contado. No podía recordar a ese tal Alberich ni lo que le hizo pero sabía que todo era verdad; algo dentro de él le decía que todo había sido verdad y que él había casi matado a un  chico solo por una tontería.

− ¿Qué ha pasado con Alberich? –pregunto Julián siendo el primero en salir de su trance.

−Hasta unos meses antes de que esto empezara, supe que un seguía en coma y ya lo iban a desconectar.

− ¿Y cómo sabes lo que paso si ni la policía pudo saberlo? –pregunto esta vez Hilda con un temblor en la voz.

−Porque el desquiciado de Minos me lo contó una vez que se había pasado de copas y dijo que iría a entregarse.

− ¿Y porque no lo dejaste? –interrogo Milo algo molesto.

−Simplemente porque me dio pena, además ese tipo se lo merecía. Siempre que había andado con alguien, terminaba engañándolo –respondió con simpleza.

Todos volvieron a callar y como si alguien les dijera que voltearon a ver el lugar donde había estado Minos, pero descubrieron que este ya no estaba ahí ya que muy ágilmente y aprovechando que nadie le prestaba atención, entro al bus y saco su maleta para después volver a bajar y empezar a correr lo más rápido que sus piernas le permitían.

El adolescente no estaba huyendo porque tuviera miedo de que sus compañeros lo mataran a golpes, al contrario ansiaba que lo hicieran; pero el motivo que le impulsaba a irse fue que no quería volver a hacerle daño a nadie más. Se conocía demasiado bien como para saber que cuando empezaran a acorralarlo se sentiría tan estresado que su lado psicópata saldría a la luz y terminaría lastimando e incluso matando a alguien ya que estando en ese estado podía sacar fuerzas de quien sabe dónde con tal de salirse con la suya.

No podía recordar nada de lo que le había sido relatado y eso era lo que más le preocupaba porque quería decir que si hizo más de esas atrocidades, su mente las podía suprimir y él ni por enterado de que las hizo.

−Soy un maldito –dijo para sí mismo ya estando fuera del rango de vista de cualquiera de su grupo−. No quiero volver a caer.

Siguió corriendo perdiéndose a lo lejos y ninguno de sus compañeros logro encontrarlo aun a pesar de haber pasado horas buscándolo.

 

−No hay señales de él por ninguna parte –dijo Lune en un suspiro.

Los que no habían estado presentes en la discusión, fueron puestos al tanto de lo que les había sido revelado y aun con todo el odio y repudio que sintieron, decidieron buscarlo para pedirles explicaciones y muy a su pesar, porque aún no querían creer lo que Radamantis había dicho. Pero al ver que este simplemente había huido, le daba la razón al rubio quien se mofaba de haber sido quien revelara el crimen de Minos.

−No podemos arriesgarnos a ir a buscarlo más lejos, además de que ya está oscureciendo y eso no nos beneficia –dijo Hypnos en un suspiro.

− ¿Entonces lo dejaremos atrás? –pregunto Pandora en un hilo de voz y con los ojos hinchados ya que había empezado a llorar después de que Radamantis terminara de relatar lo que sabía.

Pandora, Shun y Aioria también habían escuchado el relato del rubio y se habían horrorizado por lo dicho, mientras que Eo había sido apartado por Sorrento antes de que empezará por eso ellos fueron unos de los poco que no sabían el motivo de la huida del peli plata sino hasta mucho después, cuando los demás se animaron a contarles.

−No tenemos de otra, además dudo que lo encontremos –respondió Ikki quien estaba recargado en el bus cruzado de brazos tratando de calmar su mente y pensar con la cabeza fría para poder ayudar a los otros a tomar una decisión.

− ¿Dónde está Afrodita? –pregunto Orfeo preocupado y todos los ahí presentes cayeron en la cuenta que el otro peli celeste no estaba con ellos.

−Iré a buscarlo –dijo Dohko y se alejó para empezar a buscar al adolescente.

El castaño camino por los alrededores preocupado ya que el sol se estaba ocultando y algo podía pasarle a su amigo pero suspiro con alivio al verlo sentado un par de metros más delante de él. Se le acercó sigilosamente y noto que el cuerpo del más bajo se convulsionaba además de que leves sollozos se escapaban de sus labios; esto hizo dudar al otro sobre si hablarle o dejarlo tranquilo pero no tuvo tiempo a pensar ya que Shaka se había acercado y llamo al destrozado chico haciendo que volteara a verlos con los ojos rojos por el llanto.

−Dita… −llamo en un susurro al ver como su amigo temblaba y no era por el frio.

−Shaka, no puedo creerlo. Él se fue –dijo en un susurro pero los otros dos chicos lograron escucharlo−. Y ahora lo dejaremos y aran como si nunca lo hubieran conocido. No les importara si está bien o si ya está muerto –continuo con el mismo tono de voz pero esta estaba rota por el llanto.

El rubio no pudo más y se le acercó para abrazarlo. Él sabía que con el paso del tiempo, el de mirada celeste había empezado a sentir algo por el ahora desaparecido chico y no se pudo imaginar cuanto le dolía todo lo que estaba pasando. No solo por lo que había hecho Minos, sino también por lo de su huida.

− ¡Ya no lo veré más, Shaka! –grito sin en un sollozo sin poder aguantar más el dolor que sentía en esos momentos y que sentía que lo ahogaba a cada segundo.

−Cálmate Dita –dijo Dohko acercándose a los dos chicos−. Sabes que hierva mala nunca muere y Minos es la hierba más mala que he conocido, así que no dudes que está bien y que lo volveremos a ver –sonrió tratando de animarlo.

− ¡No es verdad! –gruño mirándolo directamente a los ojos−. ¡Él se fue y no volverá con nosotros!... No volverá conmigo… −. Lo último lo había dicho en un susurro casi inaudible.

−Eso le pasa por no saber cuándo callar –se escuchó la burlona voz de superioridad de Radamantis y los tres chicos voltearon a verlo−. Yo me pude guardar esto más tiempo pero el insistió en que hablara.

Afrodita estaba más que eufórico en ese momento y luego el causante de todo estaba parado frente a él, burlándose descaradamente. Fue mucho para la poca paciencia que tenía en esos momentos y sin pensárselo más, se soltó del abrazo de Shaka y le salto encima golpeándolo y rasguñándolo, mientras el otro trataba de quitárselo de encima pero no podía, tal parecía que en esos momentos el siempre alegre Afrodita, era otra persona. Alguien sombrío y lleno de ira que era capaz de matar ahí mismo al causante de su dolor y eso iba a hacer.

−Tu hiciste que se fuera –grito lleno de odio−. Tú me lo has quitado y eso no te lo perdonare –le rasguño la mejilla izquierda abriéndole la piel y haciendo que la sangre saliera, pero eso era poco para él.

En esos momentos lo único que podía calmar un poco su ira y su dolor, era deshacerse del culpable de lo que había pasado.

Los gritos se escucharon hasta donde estaban los demás reunidos y fueron para ver que estaba pasando llevándose la sorpresa de ver a un desquiciado Afrodita siendo controlado por la ira, encima de Radamantis quien hacia esfuerzos enormes por defenderse y de paso regresarle algún golpe, que aunque fueron muy escasos, logro hacerlo. Los gemelos mayores separaron a los adolescente, siendo Thanatos quien agarraba fuertemente al peli celeste para que no se le fuera a escapar y su hermano Hypnos agarro a Radamantis para que no tratara de lastimar al otro chico.

−Suéltame –rugió molesto−. Me las va a pagar por andar metiéndose donde no debía y por hacer que se fuera todo por miedo –siguió pataleando e incluso trato de morder a quien le impedía matar a su objetivo.

− ¿Miedo? –pregunto con burla el rubio− ¿Miedo a que? ¿A él? Sí que estas demente creo que entre locos se llevan bien.

−Cállate Radamantis –ordeno Hypnos molesto.

−Miedo de que pudiera buscar la forma de deshacerse de ti. De averiguar algo sobre ti y sobre tu novia Esmeralda –gruño cual perro rabioso−Por eso quisiste desacerté de él. Porque sabias que te estaba pisando los talones y que te estaba vigilando cosa que no te gusto.

−Creo que de tanto estar cerca de Minos, también te volviste loco –dijo burlón con una sonrisa.

−Dejen de pelear –intervino Hilda con voz seria, algo que nunca habían visto en ella−. No deberían estar peleando, si Minos decidió irse no fue por cobarde, de seguro tiene sus motivos y a pesar de no conocerlo mucho, lo conocí lo suficiente como para saber que en estos momentos está bien y está buscando la forma de redimirse y así poder estar con nosotros.

Todos guardaron silencio, incluso Afrodita quien hacía unos segundos había estado gritando como poseído y ahora estaba solo llorando.

Durante el resto del día trataron de hacer que los dos chicos no se toparan para que no se mataran en un arranque de ira y también trataban de hacer que el peli celeste se calmara y dejara de intentar ir a buscar al culpable de su llanto. Esa noche ya encaminados para llegar al refugio, todos sintieron un nudo en la garganta y un peso enorme en el pecho por haber permitido que su compañero se fuera por su cuenta, sin provisiones ni medicamentos, pero no tenían de otra, tenían que irse y solo les quedaba rezar porque el peli plata estuviera a salvo y porque más adelante se volvieran a encontrar y quien deseaba eso más que nadie era Afrodita quien se durmió solo cuando, en un descuido, la mayor de todos y la única que sabía que dosis darle, lo había sedado con un calmante; solo así lograron hacer que durmiera un poco.

Notas finales:

Si tienen duda de porque me enfoco mas en la pareja de Afrodita y Minos o mas bien de Minos, es simple. Esque me gusta muchio los tipods que tienen transtornos mentales o algun pasado oscuro y me paresio que minos encajaba bien en eso pero ya hablare mas de otros y esto me lleba a preguntarles
¿Que personaje quieren saber sobre su pasado o saber mas de su vida?

Espero respondan y tambien espero leer sus mensajes saben que contesto todos sin importar que sean anonimos


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).