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The city of the dead por Demonio_Nocturno

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Notas del capitulo:

Hola criaturitas del demonio de la lujuria, como estan??
aqui les traigo un nuevo capitulo y esta vez lo subi temprano (son las 6 a.m) porque no e dormido toda la noche asi que decidi actualizar ahora, bueno ya no los entretengo mas y pasen a leer.

a una cosa mas, el capitulo es por demas corto y no tiene gran cosa, sere sinsera no me llegaba la iinspiracion y pense en no actualizar pero logre escribir al menos algo masomenos digno y aqui esta

Las lágrimas no paraban de recorrer sus mejilla aun a pesar de que estaba más inconsciente que consiente, seguía sintiendo como su cuerpo dolía, como aquel despiadado hombre lo mancillaba sin piedad y como su sangre brotaba no solo de su ya desgarrada entrada, sino también de sus brazos y piernas a consecuencia de que estos habían sido lastimados con una navaja que ahora yacía olvidada en el suelo. Su vista empezó a nublarse pero su cuerpo aun no cedía a la cálida y acogedora inconciencia que él tanto anhelaba, que tanto pedía pero que le era negada al sentir una nueva estocada en su adolorido cuerpo.

−Eres mucho mejor que la prostituta de tu madre –hablo el peli blanco mientras seguía con el vaivén.

Orfeo solo se limitaba a llorar, ya no gritaba, ya no pedía o suplicaba, simplemente lloraba y una que otra vez algún quejido de dolor se escapaba de sus maltrechos labios. Ya había aprendido que el pedir que se detuviera, solo aria que lo lastimara más y él solo quería que dejara de doler, que ya la inconciencia se lo llevara para dejar de sentir tanto dolor y no solo físico sino también moral y mentalmente.

Los minutos se le hacían horas y por más que trato de hacer que su mente fuera a otro lado, no podía y lo peor era que empezó a sentirse culpable; culpable de traicionar a aquel de quien se había enamorado, a quien quería entregarse por primera vez y aunque este no supiera, es mas no sospechara lo que sentía por él, aun así se sentía culpable. Al cabo de un rato más sintió que su cuerpo por fin decidía, ya no sabía cuántas veces habían ultrajado y lastimado su cuerpo, lo único que le importaba era que por fin la anhelada inconciencia había llegado para hacerlo olvidar, al menor por un rato, el infierno en el que vivía y muy probablemente viviría porque no estaba seguro de que él y los demás pudieran escapar e incluso pensó que lo mejor que les podía pasar ahora, era que los mataran.

Con ese último pensamiento en la mente fue que perdió la conciencia y por fin descanso de tanto dolor sufrido.

 

En la sala norte de los laboratorios, el primer grupo era llevado para empezar con las pruebas a las cuales quizá no salieran vivos o si corrían con la mala suerte de sobrevivir, terminarían como la mujer que reía como maniática o incluso peor.

−Llévenlos a las camillas –hablo el uniformado que iba al frente.

Los demás acataron la orden y sin mucho esfuerzo llevaron al grupo a una sala completamente blanca, aunque todo ahí era de ese lastimoso color; una vez que los metieron, los obligaron a bañarse y cambiarse de ropas por una pijama sanitario la cual consistía en un pantalón y una camisa de color blanco, los dejaron descalzos y una vez que todos estaban bañados y cambiados, los llevaron a otra habitación donde había barias camillas las cuales estaban separadas unas de otras, por una cortina corrediza y algunas de estas estaba corridas impidiendo ver quién o más bien qué, se encontraba en la camilla.

Los chicos no pudieron pronunciar palabra alguna ya que unas personas con trajes blancos, como los que utilizaban en laboratorios donde desarrollaban medicamentos, los obligaron a acostarse en las camillas y los sujetaron a estas, con gruesas correas y seguidamente los dejaron no sin antes inyectarle algo que al recorrer sus sistema sanguíneo, les provoco un inmenso dolor en el cuerpo, como si miles de agujas los pincharan pero esa no era la peor parte, sino que también sentían que las fuerzas les abandonaba pero sin llegar a la inconciencia. Esta era la peor parte ya que si trataban de hacerles algo, no podrían defenderse y eso aterro a uno que otro mientras que a los demás los molestaba pero no lograron hacer nada ya que al cabo de unos minutos volvieron aquellos hombres y empezaron a meterles agujas y a sacarles sangre al  igual que los examinaban de pies a cabeza haciendo un diagnóstico de cómo se encontraba cada chico y así saber que podían hacer con cada uno además de que tenían que tener bien esos datos para ver como evolucionaba cada uno.

Cuando terminaron de examinarlos los dejaron solos por más de una hora pero eso más que tranquilizarlos, los puso nerviosos ya que esperaban la hora en la que los llevarían a algún pabellón para empezar con su tortura.

−Me siento muy cansado como para resistirme a lo que sea que nos aran –hablo, más bien musito Mu, con temor y resignación.

−Yo tampoco sé si salgamos vivos, al menos me hubiera gustado despedirme de mi hermano –agrego Eo con lágrimas en los ojos.

−No hables así –reprendió Dohko molesto−. Vamos a salir de aquí.

−Eso no lo creo posible –interrumpió Hyoga con pesar.

−Dohko tiene razón, saldremos de aquí.

−Shaka sé que eres optimista pero solo míranos, no creo que podamos salir de esta.

−Pero Mu…

El rubio iba a habar pero fue interrumpido por Shura quien parecía ser el menos afectado por la situación.

− ¿Dónde quedo aquel chico obstinado? –pregunto refiriéndose a Mu−. La última vez que habías visto que la situación no estaba a tu favor, continuaste insistiendo –dijo refiriéndose a la vez que insistió en hablarle, cuando estaban cuidando del autobús en aquella vieja y abandonada bodega.

Mu sonrió con nuevos ánimos, Shura le había abierto los ojos y se dio cuenta que ese no era él, que no estaba comportándose como solía asarlo y que solo daba a entender que toda su persistencia no era nada.

−Y tu Eo, ¿Qué crees que diría Sorrento si te escuchara hablar así? –pregunto con voz por demás seria−. Muy probablemente él esta haya afuera, buscándote y tú solo estas aquí lamentándote –reprendió pero no se le escuchaba molesto, solo hablaba con esa seriedad característica de él.

El menor se sintió mal por haber dicho aquellas palabras cuando bien sabía que su hermano no lo dejaría de buscar, que aun a pesar de no tener víveres ni un refugio, lo estaría buscando hasta el cansancio y no solo él sino también el resto del grupo.

−Ahora que todos están de buen ánimo –interrumpió Hyoga−, podemos ponernos a pensar en que hacer ya que ninguno tiene fuerzas como para romper las correas y aunque no estuviéramos drogados, tampoco podríamos hacerlo.

−Que observador eres –hablo Dohko con ironía.

−No debemos discutir –intervino Shaka con la voz agitada ya que el efecto de lo que le inyectaron, lo hacía sentirse muy débil y el simple hecho de hablar lo agitaba mucho−. Mejor pensemos en que aremos –volvió a tomar aire−. Estas cosas me están asfixiando –dijo con referencia a las correas.

−Shaka… −hablo Eo−. Creo que te está afectando más de la cuenta…

− ¿Eres alérgico a algo? –pregunto Shura ya que veía que se le dificultaba respirar.

−Si… −respondió jadeante sintiendo que el aire le faltaba y no podía llenar sus pulmones de este esencial elemento.

−Demonio –mascullo el peli negro y cuando iba a volver a hablar, los mismo tipos vestidos de blanco entraron−. Ustedes de ahí –llamo con la voz ronca−, mi amigo es alérgico a algo que contenía lo que nos inyectaron –informo señalando a Shaka con la cabeza.

Los hombres se le acercaron y lo revisaron notando que efectivamente algo le pasaba así que sin más demora lo soltaron y se lo llevaron a otra sala pero para ese entonces el rubio había quedado inconsciente debido a la falta de aire. Por su parte los demás chicos se quedaron estupefactos al no saber qué pasaría con su amigo y aunque querían ser positivos, los malos pensamientos llegaban a su mente preocupándolos de más.

− ¿Creen que….?

−Calla Mu, no te atrevas a decirlo –interrumpió Dohko con desesperación.

Mu guardo silencio ya que se sintió mal por pensar que su amigo podría morir y el castaño se había dado cuenta de su pensamiento, por eso lo había callado.

−Esperemos a que lo traigan de vuelta –continuo un poco más calmado.

Tienes que sobrevivir o Ikki ni ninguno de nosotros te lo perdonaremos, Shaka. Pensó el castaño llevando su mirada asía donde se habían llevado al de ojos azules.

 

El segundo grupo también fue llevado a una habitación para bañarse y cambiarse de ropas y el mismo procedimiento se hizo con ellos aunque estos estaban más despiertos que los otros.

− ¿Por qué detuvieron a Orfeo? –pregunto Aioria con un semblante preocupado.

−No lo sé pero espero este bien –respondió Thanatos tratando de soltarse de las coreas.

−Debemos salir de aquí para buscarlo antes de que nos vuelvan a meter más droga de la que podamos soportar –dijo Poseidón buscando con la mirada algo que le pudiera servir, pero nada estaba a su alcance.

− ¿Qué tienes Afrodita? –pregunto Pandora viendo como este no paraba de temblar.

−Tengo un mal presentimiento y esta sensación no me gusta.

−No empiecen con cosas negativas –gruño Julián−. Mejor pensemos como salir de esta, yo no quiero terminar en una plancha.

−Vele el lado bueno –interrumpió el peli plata.

− ¿Y cuál es ese?

−No lo sé pero debe tener algo bueno.

−Mejor cállate.

Los dos siguieron hablando pero fueron interrumpidos por una voz familiar.

− ¿Están cómodos? –pregunto Radamantis.

− ¿Dónde está Orfeo? –pregunto Afrodita con desesperación.

−Él debe estar muy bien –respondió pero hiso un ademan de estar pensándolo−. O bueno no tanto ya que dicen que el señor Cronos no tiene piedad a la hora de tener sexo con sus amantes –agrego viendo como el color se les iba a los que habían sido sus compañeros.

La voz se les había ido y no hicieron otra cosa más que mirarlo sorprendido y seguidamente con odio, por haberlos llevado a ese maldito lugar donde serían utilizados como conejillos de indias y su amigo había sido violado por el causante de convertir el mundo en un infierno.

−Eres un maldito Radamantis –grito el peli celeste tratando de zafarse de las correas.

−Veo que sigues siendo igual de persistente –dijo mientras se le acercaba−. Aunque eso no te durara mucho ya que planeo hacer que seas el primero a quien sometan a las pruebas y a quien le den las dosis más altas –aclaro mientras agarraba su mentón obligándolo a verlo a los ojos.

−Aunque me amenaces, no me intimidaras.

− ¿Te sientes muy valiente porque Minos está aquí? –pregunto con burla pero Afrodita solo se limitó a mirarlo sin cambiar su expresión−. Déjame decirte que ahora mismo él está siendo tratado.

El chico no entendía pero una idea le llego a la mente y se asustó.

−No sé cómo le hiciste para que saliera de su trance pero créeme esta vez no lograras traerlo de vuelta –continuo disfrutando de la expresión de temor del más bajo−. Esta vez romperemos su mente hasta que sea imposible volver a hacerlo razonar –sonrió con superioridad− ¿Tienes miedo Afrodita? ¿Ya no te sientes tan valiente ahora que sabes que Minos ya no estará contigo?

El chico no respondió, solo dejo que sus lágrimas resbalaran por sus mejilla y eso hacía que el rubio sonriera ampliamente.

−Minos no se dará por vencido –interrumpió Pandora en voz alta para que los mayores le hicieran caso.

− ¿Por qué lo dices? El hora ya debe estar sucumbiendo a su locura y en un par de horas ustedes mismo lo comprobaran.

−Él no es tan fácil de manipular, ni Hades logro hacerlo así que tu menos que nadie podrá –respondió sin inmutarse por la mirada de Radamantis−. Volverá a ser el mismo ya que tiene a Afrodita esperando por él.

−No me hagas reír, Minos está perdido ya.

−No es verdad –hablo Aioria quien hasta ese momento había guardado silencio−. Minos sabe que si se deja vencer, Dita se molestara con él y volverá a llorar, por eso regresara.

−Que cursis.

−Aunque no quieras creer nuestras palabras, sabes que no nos equivocamos –agrego Julián.

−Ya saben lo que dicen, hierva mala nunca muere y por eso confió en que Minos saldrá adelante aunque le hagan mil cosas –dijo Thanatos con una sonrisa.

−Es muy persistente y créeme cuando te digo que esa persistencia y terquedad podrá contra ti y contra el maldito de Cronos –exclamo Poseidón con seriedad.

Todos los que ahí se encontraban se le quedaron viendo con determinación pero no lograron intimidarlo.

−Espero sigan así de optimistas cuando empiece su tortura –dijo para darse media vuelta dispuesto a salir pero la voz del peli celeste lo detuvo.

−No importa cuántas veces arrastres a Minos hacia la locura, yo voy a ir por él y lo traeré de vuelta –hablo con determinación y aunque Radamantis no pudo verlo, una sonrisa se dibujó en su rostro.

−Eso está por verse –dijo para seguidamente salir del lugar.

 

−No debo sucumbir, no debo sucumbir –repetía una y otra vez el peli gris mientras se retorcía en la camilla donde lo tenían sujeto con correas para evitar que hiciera daño a los que ahí se encontraban.

−Denle una segunda dosis –ordeno el que parecía ser el medico principal−. Relájate, pronto pasara –dijo mirando al menor quien seguía resistiéndose−, solo déjate llevar y veras que el dolor se pasara.

−No –grito mientras apretaba los puños haciendo sangrar sus manos.

Minos estaba enloqueciendo de dolor, sudaba frio, se retorcía y gritaba pero no se dejaría vencer, él había prometido ayudar a sus amigos y aunque no se lo dijo directamente, le había jurado a Afrodita protegerlo, por eso no podía sucumbir ya que sabía que esta vez no podría volver, la oscuridad se lo tragaría y ni su “Rosa”, como se refería Afrodita sin que este supiera, podría salvarlo. El adolescente seguía retorciéndose adolorido y esto aumento cuando sintió que una nueva aguja se abría paso en su piel para inyectarle nuevamente esa maldita cosa que lo estaba matando lentamente.

No puedo fallarle a Dita, él me está esperando. Se decía mentalmente y a su mente vinieron las imágenes del peli celeste llorando al verlo convertido en lo que tanto se esmeraba en ocultar. No volveré a hacer llorar a mi Rosa.

En eso recordó por qué le decía así; ese apodo se lo había puesto ya que las rosas eran iguales a él, eran hermosas pero tenían espinas que las protegían y Afrodita era exactamente igual. El apodo de florecita solo se lo decía para molestarlo pero cuando pensaba en él, lo llamaba por ese seudónimo.

−Ya está haciendo efecto –dijo el médico viendo como Minos dejaba de luchar poco a poco.

No quiero sucumbir, no lo quiere. No quiero volver a hacerte llorar ni a hacerte daño.

−Informen al joven Radamantis que ya hemos acabado y que todo está en orden.

No me odies mi rosa, no me odies por no poder resistirme a caer en esta oscuridad.

Ese fue su ultimo pensamiento antes de cerrar los ojos cansadamente pero antes de caer en la inconciencia, le vino a la mente la imagen de Afrodita sonriéndole con amor para seguidamente besarlo.

No me odies mi rosa…

Notas finales:

Ya se que ustedes son de los que les gusta el lemor hard y todo eso, a mi tambien, pero no pude escribr detalladamente la violacion de orfeo por dos sensillas razones, la primera es que no tenia inspiracion y tampoco soy buena con eso y la segunda es que me parte el alma hacerlo, asi que disculpe.

bueno nos vemos el siguiente domingo y espero tenerles algo mejor que esto.

dejen sus reviews para saber que les paresio, saben que respondo a cada uno de ellos ya que me hace muy feliz saber que opinan.


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