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Golpes de la realidad por Samantha0507

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Notas del capitulo:

Este pequeño capitulo va escrito con todo mi amor para mi persona especial, ella sabe cuanto la adoro y aunque cree que soy un poco psicopata sin el mi vida seria muy triste... AZUL!! <3 

 

Hermanita la continuacion de su regalo, espero le alegre el dia o la deprim, no se depende

 

Naho!!!!!!! gracias por betearme!!! creo que no publicare nada sin su okey primero !!!

 

 

bueno espero les agrade 

Por más que miraba en los estantes, sabía que para nada le alcanzaba, sentía como la presión en su pecho aumentaba, lo mejor sería optar por el trozo de pan, miro a su hijo que lo observaba quietecito esperando que su padre le comprara algo, para comer.

 

-Bebé, ¿crees que con un trozo de pan podrás aguantar?- la verdadera pregunta era ¿hasta cuando debía pedirle a su bebé que aguantara?, se le oprimió el corazón, de verdad era un monstruo.

 

Ryou no pudo quitar su vista de un pan dulce que estaba en los estantes, se movía de un lado a otro, hasta que su pequeño estomago dio un rugido muy fuerte, no quería hacer notar a su padre sus ansias por comer algo.

 

-No creo que eso sea sano para un niño…- una profunda voz lo hizo estremecer, podían pasar años, siglos, pero jamás podría olvidar a quien pertenecía ese particular tono de voz, por un segundo el moreno creyó que sus ojos y oídos lo engañaban.

 

-Kise…-murmuro sorprendido al ver al modelo parado frente a él.

 

-Hola, Aominecchi, ha pasado mucho tiempo.- una pequeña sonrisa creció en la cara del rubio, el pecho del moreno se llenó de un extraño, una sensación de paz, armonía, de solo verle. El silencio se hizo tan presente en la tienda, así como una extraña calidez en la atmosfera.

 

Aomine miró el cuerpo frente a sus ojos, ese cuerpo que llevaba años recordando. Kise se veía maduro, sus facciones seguían igual de bellas, delicadas, pero con un toque de adultez tan particular como cada parte del rubio, aun parecía brillar e iluminar todo a su paso, como antes.

 

-Papi… ¿quén es?- cuestiono el pequeño, mirando con curiosidad al rubio más alto. Daiki miro al más pequeño, con una suave sonrisa.

 

-Él, mi amor, es un muy buen amigo.- cargo al niño hasta llegar a la altura del rubio mayor, soñaba en ver que tan parecidos eran realmente, su Ryou con Kise. Su corazón se aceleró, eran idénticos en cada aspecto, si el mismo no lo supiera, juraría que ese rubio era el padre del menor.

 

-Hola pequeño ¿Cómo te llamas?-pregunto el de ojos dorados al más pequeño, sonriéndole con la misma suavidad que el de cabellos azulados.

 

-Dyouta Aomine- respondió el pequeño con simpleza. Un nudo en la garganta le cortó la respiración al modelo, miro al moreno en una muda, pero no menos obvia pregunta y pudo notar como un pequeño sonrojo se hacía presente en su rostro de su antiguo compañero, solo pudo sonreír tiernamente, para luego dirigir nuevamente su atención al pequeño.

 

-Pero mira que coincidencia, yo también me llamo Ryouta, quiero invitarte unos dulces muy ricos ¿me acompañas a elegirlos?-cuestiono Kise sin borrar aquella sonrisa de su rostro.

 

-no pedo comed duces pod ahoda, pedo ya poda papa compiamelos.-respondió el niño con inocencia, intentando negarse al ofrecimiento del otro rubio.

 

-Tranquilo, este es un regalo de bienvenida y dado que nos llamamos igual, ¿qué tal si vemos si nos gustan los mismos dulces?, necesito sacarme esa duda.- el moreno solo estaba absorto por la actitud del rubio y del como su hijo se daba con el mayor, era como si se conocieran desde siempre.

 

-Papi ¿pedo aceptad degalo?- le pregunto a su padre, sacándole de sus pensamientos.

 

-Claro amor…- sabía que sentir vergüenza era decir poco, era obvio que el rubio había notado sus intenciones, después de todo el modelo era observador, no habían detalles que se le pasaran y quiera o no estaba actuando como un ladrón cualquiera, Kise se acercó al cuerpo del moreno a tal punto que podía sentir el calor que irradiaba el rubio.

 

-No dejaré que tengas que robar Aominecchi, te ayudaré en lo que necesites…- fue un susurro, pero la voz de Kise era firme, decidida. Daiki se quedó paralizado ante el susurro en su mejilla, ante la sensación cálida del aliento del rubio cerca de su piel.

 

Cada poro del cuerpo del moreno recordó ese aliento, esos labios, cálidos, suaves y tersos como la seda, la imagen del rubio sobre su cuerpo desnudo le llego de lleno, sus manos ardían al recordar al contacto contra esas caderas, solo recordar la primera vez que se habían acostado, no, al recordar la primera vez que había hecho el amor… nunca se lo confesó al rubio, pero él se había entregado esa noche, ambos eran vírgenes, ambos habían dejado de serlo en ese cuarto, se sintió un poco confundido ante tanto recuerdo.

 

Un suave jaloncito en su pierna lo devolvió a la realidad, a esa realidad tan lejana a sus años en la cercanía del hombre que tanto amo, a esa realidad donde la idea de tocar a Kise con sus sucias manos y ser correspondido con la misma pasión que en sus años de escuela no era más que una fantasía infantil.

 

-Papi… ya tamos distos.-dijo Ryou mirando al moreno más alto.

 

-Sí, amor, voy…-murmuro acercándose hacia donde estaba el modelo, ya pagando todo.

 

El rubio había elegido todos los dulces y cosas de la tienda, todo eso costaría una fortuna, el moreno nuevamente se avergonzó, miro sus zapatos tratando de buscar la fuerza, tratando de buscar esa entereza que le faltaba para romper ese poco orgullo que le quedaba y ser capaz de aceptar que si no fuera por el rubio, él no le podría ni comprar una pieza de pan a su hijo, hasta que sintió una mano en su hombro.

 

-No bajes la cabeza, Aominecchi…- el rubio estaba muy serio.- que tú hijo nunca te vea con la cabeza gacha, no eres menos hombre por aceptar ayuda de un amigo, eres un gran padre…- le sonrió sincero, solo Kise era capaz de mover su mundo, de verdad que solo la presencia del rubio hacía estragos en él.

 

-Gracias… Kise… yo no sé cuándo pueda pagarte…-murmuro Daiki, haciendo una mueca en su rostro.

 

-Ni yo espero que lo hagas, Aominecchi.- beso al pequeño en la frente, para tomar solo una lata de refresco que ya había pagado.- quizá podamos volver a jugar un partido pronto, Aominecchi… hasta luego.- salieron de la tienda y un suave beso en la mejilla del moreno cerro el encuentro con broche de oro, el rubio lo había hecho rápido, sin darle tiempo de reaccionar.

 

Aomine se quedó congelado ante el contacto, había sido suave y delicado, casi no había tocado su piel, pero sentía como su rostro comenzaba arder a cada segundo y que hasta las orejas le hervían.

 

-Papi… hambe…- Aomine reacciono entregándole una pequeña cajita de leche al pequeño y partió un pan dulce de la bolsa, para que las pequeñas manitos de su hijo lo sostuvieran. Las lágrimas se le atoraron en la garganta, al ver el gesto de alegría al probar alimento, la verdad es que de no ser por el rubio el no habría podido darle de comer nada a su hijo, realmente le debía mucho al estúpido modelo.

 

Caminaron lentamente, estaban bastante alejados de la casa de los padres de Aomine, cuando un par de gotas golpearon al moreno, el cielo estaba tormentoso, las nubes podían notarse amenazantes, en cualquier minuto una tormenta caería sobre la ciudad y él no tenía ni un paraguas, nuevamente un nudo se le armo en el estómago, otra vez estaba a merced de los acontecimientos de la vida con su hijo, no sabía qué hacer.

 

-Papi…teno sueñito- Aomine levantó a su pequeño en brazos, mientras este acomodaba su cabeza en el pequeño hueco en el cuello del mayor, este aun llevaba su chaqueta, le subió la capucha justo antes que las pequeñas gotas que estaban cayendo se transformara en una tormenta, miró el camino sintiendo un extraño mareo y como la vista se le tornaba un tanto borrosa.

 

-Con un demonio…- se restregó lo ojos buscando enfocar.- ¿qué me pasa?- cuestiono confundido ante esa extraña sensación de malestar. El moreno afirmó el poco equipaje que llevaba, las bolsas con la comida y apretó el cuerpo de su pequeño esperando la chaqueta cubriera cada parte de su cuerpecito y que este no se mojara nada.

 

 Solo atinó a correr, debía buscar algún techo que los cubriera hasta que la tormenta amainara.

 

Llegó a una parada del autobús, su pecho subía y bajaba, sentía que en cualquier minuto se desmayaría, la cabeza había empezado a dolerle y cada musculo de su cuerpo de la misma forma, necesitaba descansar y comer algo.

 

-Papi ¿gellamos?- pregunto el más pequeño, somnoliento.

 

-No, amor…- jadeaba, se estaba sintiendo realmente mal.- está lloviendo, solo nos protegemos de la lluvia.- el moreno sentía que las piernas le temblaban, no podría estar de pie mucho tiempo, pero no podía dejar al niño en el suelo, que ya se encontraba todo húmedo por la lluvia, necesitaba controlar el frío que estaba sintiendo y cuidar a su pequeño.

 

El pequeño entre sueño se quejó.- Papi…fio…- Aomine lo entendía, la verdad es que la lluvia estaba helada y más su cuerpo todo húmedo, se sentó en el suelo y despertó a su hijo, busco en la maleta algo más que ponerle al niño, luego de quitarle su chaqueta mojada y cambiarse él a una camisa seca acunó nuevamente al niño contra su cuerpo, para darle nuevamente calor, se dejó caer en el suelo apoyando su espalda contra los pilares de la parada, el agua de lluvia le mojaba la espalda, agradecía que esa parada no fuera solo el techo, ya que los resguardaba un poco más.

 

-Papi…¿no tene hambe?-le pregunto Ryou con inocente preocupación al otro.

 

-no, mi amor, papi aún no tiene hambre, trata de dormir.- no quería comer la comida de su hijo, debía resistir un poco más, miro su reloj notando que ya eran cerca de las 11 de la noche, solo necesitaba que se hiciera de día para poder contactarse con alguno de sus amigos y pedirles ayuda, quizá Momoi o Tetsu, tal vez a Akashi o Midorima, a Murasakibara siempre le habían gustado los niños, aunque antes de irse él les había dicho muchas cosas, seguro lo odiaban, incluso tal vez ni le escucharan, apretó los ojos cuando una extraña sensación de asco le subió por la garganta.

 

Las manos comenzaron a temblarle, se le nublaba más y más la vista, sintió como el corazón le latía a mil por hora, busco calmar su respiración tratando de relajar el malestar que su cuerpo estaba sintiendo, pero no parecía funcionar, debía comer algo o se desmayaría.

 

Abrió la bolsa con comida y saco el trozo de pan dulce que había partido para su hijo, comió pausadamente esperando engañar sus estomago lo más posible y disminuir un poco la náusea que estaba sintiendo, cuando una fuerte arcada lo hizo estremecer, mientras una nueva nausea le subía por la garganta, probablemente se le había bajado el azúcar por la falta de alimento y por eso estaba tan fatigado.

 

-Soy una escoria y te arrastro conmigo, Ryouta… lo siento.- una lágrima bajo por su mejilla, beso la frente de su hijo y lo apretó contra su pecho, la tormenta no parecía querer amainar.

 

-Papi...contemé de ese angel ota vez –susurro el más pequeño con voz cansada.

 

-Te sabes el cuento de memoria Ryou, además estabas durmiendo…-le respondió el hombre de cabellos azulados, haciendo una mueca.

 

-El beso de papi peto- el niño lo miro notando las lágrimas en los ojos de su padre.- ¿Oto-san…ta llodando?-pregunto el  pequeño rubio, mirándole con preocupación.

 

-No, amor, solo me duele un poco la cabeza… ya acomódate para que te cuente del ángel- el niño hundió nuevamente su cabeza en el cuello de su padre.- hace muchos tú padre estaba jugando básquet en la escuela cuando por un descuido soltó el balón, golpeando en la cabeza a un bello ángel de cabellos rubios como el sol…-comenzó a contar, siendo interrumpido por su hijo.

 

-dubio como yo papi…poque yo soy tu sol.-dijo el pequeño con una sonrisa en su rosto.

 

-Sí, Ryou, tan rubio como mi pequeño sol.- le toco la nariz a su pequeño, quien dejo salir una suave risita.- el ángel se había perdido en su camino, y se molestó por el golpe, pero me siguió, era muy talentoso y por donde pasaba iluminaba el camino de todos, aunque aún era joven, aprendía rápido y se esforzaba por alcanzar a todas aquellos con quienes se encontró en su nuevo camino, un ángel que jugaba baloncesto…- Aomine sintió su respiración acelerándose, al igual que su corazón parecía latir a mil por hora, se sentía mareado y se le cerraban los ojos por el sueño.

 

-dime papi… ¿none ta tu angel?-el pequeño Ryouta cerraba sus ojitos, la lluvia golpeaba la pequeña techumbre de la parada, el moreno sentía como el viento hacía que el agua golpeara su cuerpo al caer, acomodo a su hijo nuevamente buscando alejarlo del agua que caía caudalosa.

 

-mi ángel, se fue…-un nudo en su garganta parecía no querer dejarlo ni respirar, acaricio el cabello rubio de su hijo pensando en Kise nuevamente y en cómo su historia con él modelo se había convertido en la historia favorita de su pequeño, no tenía dinero para comprarle cuentos al niño y tampoco contaba con la imaginación suficiente para inventarlas, ese día se le había ocurrido hablarle de Ryouta Kise, del ángel que había sido el primer amor de su vida.

 

-Papi…yo quedo conoced a tu ángel… ¿podemos buscadlo?, me gustadia ved a un ángel…- se acomodó para caer rendido en los brazos de Morfeo.- te amo… papi.-murmuro, sacándole una muy pequeña sonrisa, que más bien pareció una mueca, al moreno.

 

-Yo también, Ryou…- la cabeza lo estaba matando y sentía que se desmayaría en cualquier minuto, jadeante como estaba se apretó a su hijo, si se dormía y les robaban la poca comida que tenía o el equipaje, quedarían completamente desvalidos.

 

Miró nuevamente la hora, ya era pasada medianoche, debía aguantar las horas que faltaban para el amanecer, una nueva nausea le subió por la garganta, abrió los ojos con pesadez, la cabeza le dolía más y más al paso de los minutos, solo quería cerrar sus ojos unos minutos, dejándose llevar por la inconciencia.

 

Unas fuertes luces lo despertaron, junto con dos siluetas acercándose lentamente, con las fuerzas que le quedaban acercó a su pequeño contra su pecho, si lo iban a asaltar lo único que debía proteger con su vida era a Ryou, cerró los ojos, el mareo estaba aumentando, no podía enfocar su vista, las siluetas se acercaron rápidamente, como si de un sueño se tratase solo sonrió antes de caer en inconciencia, mientras aquella voz lo llamaba.

 

-¡Aomi….!-

Notas finales:

Espero sus comentarios y bueno opiniones !!!

estoy sin pc por el fds semana, cualquier cosa estare en face !!!


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