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Cambio de Corazón por Yami Red eyes

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Notas del capitulo:

 

Hola, hola.

 

Una disculpa por la enorme tardanza. Este capítulo ya lo tenía escrito, pero hubo factores que no me convencían para publicar.

Uno de ellos fue ese che hacker que solo vino a joder, no estaba todavía segura de que la página estuviera funcionando sin problemas, por lo que dejé pasar días.

Otro fue que no tuve tiempo de revisarlo, se quedó un poco como borrador.

Y el último fue que siento que este capítulo es bastante fuerte y raro, aunque de por sí todo lo demás tiene ese toque, creo que este sí tiene algo de dureza en la escena de Johan y Haou. Bueno, se recomienda discreción, o bien saltarse los recuerdos.

 

 

 

“Aférrate al camino que has elegido”

Feliz año

 

Capítulo 27- Finito

 

 

Admitía que estaba muy feliz de verlo, sus temblores y frustraciones por fin habían dado una tregua al vago e incierto camino a la seguridad.

Seto se levantó, le estiro la mano para que la tomara y lo ayudase a levantar, el rubio la desvió con un fuerte manotazo en vez de aceptarla, no quería que notara su rostro sonrojado y su corazón palpitante estrepitosamente a través de su pulso, pero sobre todo su inseguridad.

—Puedo levantarme solo, gracias —masculló aun con los nervios de punta poniéndose de pie y alejándose un poco.

—Al menos deberías de ser agradecido, vine hasta aquí solo en tu ayuda y te portas como un perro. Veo que sigues igual de inútil que siempre, ni cuidarte tú solo puedes, Wheeler.

—Pues tú tampoco haces las cosas tan bien como piensas, míster perfecto. Dejándome solo, sabiendo del maniático de Duke asechándome. !Qué gran estrategia!— ironizó rodando los ojos y haciendo ademanes con las manos.

—Era lo mejor para ti. —se acercó un poco — Lo hice para salvarte, a donde iba era mucho más peligroso.

— ¡¿Más peligroso?! Sí, claro! Tú no sabes todo por lo que tuve que pasar, lo que soportamos, lo que me ha hecho, no sabes que yo he sido…que yo…—el nudo en la garganta no lo dejó seguir, la experiencia a manos del magnate había sido dura, algo que no podría limpiarse ni con el mejor de los remedios.

Kaiba lo abrazó nuevamente brindándole ese calor y fuerza que tanto necesitaba. El asistente no se opuso, aunque no estaba acostumbrado a esas extrañas atenciones de su jefe.

—Sé lo que ha pasado, lo que te hizo ese tipo, me vengaré de ese mal nacido, pero también me hizo ver que no fui muy observador anteriormente para darme cuenta de ti. — la mirada curiosa y abatida del blondo buscaron los celestes del más alto.

—¿Qué?

—Estoy diciendo que ahora estoy consciente de tu existencia, Joseph Wheeler y no pienso retroceder.

El asistente no captaba muy bien el mensaje ya que el CEO no era de palabras cursis, tenía el presentimiento de que le había dicho algo vergonzoso e importante.

—Kaiba, tú…

—Tsk, ¿Por qué te cuesta tanto entenderlo? Estoy consiente de ti, quiero que tú estés consciente de mi existencia también.

El corazón del asistente superaba su aceleración, sus ojos brillaron conmovidos, era una parte de Seto Kaiba que seguramente no volvería a ver jamás. Una declaración bastante peculiar que más allá de parecer fría y superficial ambos entendían muy bien el significado de las palabras dichas en ellas, era un “Te amo y no te dejaré” gigantesco en toda la extensión de cada enunciado.

—Kaiba…

—Esta vez no dejaré que ni un solo cabello de ti se me pierda de vista, ¿entendiste?— Seto lo tomó por la cintura pegándolo a su cuerpo, la fuerte atracción entre los dos era un imán que los unió lentamente en un dulce ósculo, miles de luces de estrellas hicieron que ambos tocaran un pedazo de cielo, aquella sensación de libertad y pasión era un nuevo sentimiento de bienaventuranza que jamás habían sentido, simplemente se dejaban llevar por sus instintos profundos.

 A Joey al principio le costó trabajo creerlo, pero varios minutos después participó en el apasionado beso con la misma urgencia que la de su jefe; correspondió gustoso llenándose del increíble sabor afrodisiaco del castaño en sus labios, olvidando todo lo malo para concentrarse en lo que realmente lo hacía vibrar.

Por primera vez estaban completos.

 

¿Habré muerto o realmente estoy con Kaiba? —Joey todavía tenía sus dudas sobre su maravillosa realidad.

 

Se separaron después de unos momentos. Kaiba lo miró con deseo y triunfo, logró así que Joey se apenara por aquella mirada que desnudaba su alma. Fue entonces que recargó su rubia cabellera y manos temblorosas sobre el pecho del ricachón para ocultar su evidente y adorable rubor de sus mejillas, no quería que lo notara tan vulnerable.

—Yo siempre estuve consciente de ti, gato feo.

Kaiba bufó, levantó dulcemente el mentón del más bajo evitando que escondiera su rostro para grabarse en su mente aquel provocador sonrojo y ojos vidriosos del asistente; realmente era adorable.

—Eso es normal, Seto Kaiba nunca pasa desapercibido.

—Fu, presumido.

Mientras que en el campo de batalla podía oírse todavía la riña en los alrededores, jefe y asistente quedaron inmóviles devorándose a besos en medio del desastre de derrame de sangre de su enemigo bajo sus pies, y frente a un adolorido Valon que había desaparecido de su realidad (a quien estaban atendido sus heridas), solo para permanecer juntos deteniendo internamente el tiempo en su mundo, explorándose no solo en sus cavidades si no en cada caricia protegida por las prendas, deseosos de arrancar y sentirse más íntimamente.

Valon miró la escena con interés, recordaba lo que su jefe le había dicho; entregaría al rubio a la persona correcta y estaba seguro que se refería a Seto Kaiba.

Ahora entendía las intenciones de su jefe, si él no podía tenerlo y su enemigo, Duke Deblin, estaba— de alguna manera—, en total ventaja, entonces se uniría al enemigo de Deblin con la intención de dejarlo en sus manos.

Lo pensó, Haou seguramente odiaba a Deblin y la mejor manera de burlarse de él era entregarlo a quién menos pensaba, a su enemigo, a Seto Kaiba.

 

—“El enemigo de mi enemigo es mi amigo” — ironizó Rebecca desde su sala de control, satirizando su tono de voz con la escena de Seto y Joseph en pantalla. —Vaya, mi querido Haou, con que a esto te referías. Preferías regalarlo a Kaiba mil veces antes de dejarlo en manos de Duke. De verdad piensas en todo, mi amado. Burlarte de ese idiota hasta provocarle la muerte, fue brillante. Sabías cómo iba a reaccionar Kaiba y tú solo pusiste las piezas en el lugar indicado para dejar al enemigo ahorcarse con sus tiradas, fu, fu, fu, me gusta. Así eres tú, por eso eres lo mejor para mí, eres el indicado para ser mi esposo. —suspiró profundamente. —Solo no me gusta verte con ese parásito de Johan.

Otra pantalla llamó su atención.

—Bueno, pensaré en eso después. Yo también jugaré un poco…

 

 

Calles de Alemania

 

 

Yuma ya había logrado huir de las miradas vigilantes y seguridad distraída de la subasta. Todo debido a la gracia y agallas de Yuya Sakaki quién siempre lo había seguido como su sombra.

Aun no entendía por qué Yuya se había fijado en él, pero por más que lo deseara no podía ver al aprendiz de mecánica como su pareja. Era como su hermanito menor, como parte de su familia; ante sus ojos no podría verlo más que como un gran amigo, aunque también le quería de forma más sana.

Ahora ya estaba en las calles desconocidas de Alemania, en la oscuridad y peligrosidad de las afueras de ese país opresor y vil para él; vulnerable, agotado, estresado hasta los pelos, pero por fin libre. Había corrido tanto, con todas sus fuerzas, escapando de aquel infierno como pocos lo habían logrado, pero sintiéndose vacío. En su mente no podía quitarse de la cabeza las últimas palabras del sonriente chico de mirada grana.

 

Yuma, pase lo que pase, tú debes de salir de aquí. —susurró para que solo el pelinegro pudiera escucharlo.

¿Por qué? ¿Por qué haces siempre esto, Yuya?

No lo sé, será porque tú siempre fuiste importante para mí.le sonrió gentilmente.

 

 

Y la sonrisa ancha y enérgica del chico de espectáculos torturó su mente. Aquellos ojos carmesí le devolvían la vitalidad a su vida, aquella aura tan alegre lo volvió a llenar de pensamientos positivos.

Sus días en el taller mecánico, sus travesuras juntos, sus juegos, los celos que tenía siempre que llegaba Reginland; y Yuya siempre sonriente, siempre velando por él, siempre coqueteándole y tratando de llamar—aunque sea por pocos minutos—, algo de su atención.

—Yuya…—Yuma era muy sentimental, no pudo controlar la caída de sus amargas lágrimas. Yuya le había regalado muchas cosas bellas, y entre ellas su libertad.

—No, no puedo abandonarte. —regresó sobre sus pasos al terror de aquella casa de perversiones. No quería sentirse como una basura sabiendo que su amigo la estaría pasando mal.

 

 

Subasta de Satisfacción

 

 

Yugi estaba aportando una gran riña y ganancias por parte de los clientes con su sola belleza. Nadie se percataba de la furia que contenían sus puños apretados y cara dura ante la audiencia lasciva; solo sabían que era un “objeto” precioso que tenían que adquirir, ya que venía de las mismísimas manos del magnate más temido del mundo.

Pero el egipcio estaba confiado.

Atem simplemente superaba las ofertas cada vez, eso se debía a la cantidad ridícula de dinero que poseía en conjunto con KC, sabía que nadie podría superarlo, nadie; absolutamente no habría obstáculo alguno para adquirir a Yugi; su devoción hacia él era perfecta y absoluta. El objetivo de su vida era casarse con él y hacerlo inmensamente feliz, por eso nada ni nadie lo detendría, tenía muy bien presente el sentido de su vida y para lo que deseaba tenerla; todo era en torno a Yugi Muto, el vendedor que sin saberlo le había salvado la vida.

 

Yugi…

 

“Quiero estar contigo para siempre, Yugi. Así perdiese todo lo que poseo, todo lo que soy, yo lo daría todo por siempre estar a tu lado”.—Atem sostenía ese pensamiento en su cabeza mientras apretaba las pequeñas y suaves manos del vendedor entre las suyas.

A..Atem…el rostro sonrosado de Yugi había emocionado aún más al empresario egipcio; sobre todo de la mirada apenada que poseía el vendedor al verlo como todo un enamorado.

Estaban en el parque, ya habían disfrutado de un placentero día de salidas divertidas a las atracciones vistosas de la ciudad de Domino, las luces tenues los iluminaban y las estrellas brillaban con intensidad, nada se veía con más luz que el rostro iluminado de Yugi y sus grandes ojos de sol. 

Yugi, hay muchas cosas importantes que deben ser dichas hoy, y quiero que escuches mis sentimientos atentamente Atem acercó su rostro al del vendedor, estaba claro que deseaba besarlo, o quizás susurrarle las palabras sobre sus rosados labios.

Los ojos de Yugi tomaron más fuerza, la intensidad de sus orbes también sonrojaron al egipcio.

Sí, te escucho—susurró Yugi ansioso, su interior gritaba como chica fanática emocionada con sus sospechas.

Los corazones palpitaban al mismo tiempo, el sonido se volvía uno en conjunto a una melodía de blues suave en el ambiente, había romance en el aire; era tiempo, el destino había preparado nuevamente ese perfecto momento, mágico, único, bajo aquella lustrosa noche donde los querubines revoloteaban por todos lados esperando el anhelado desenlace de esa fastuosa declaración.

Ambos se contemplaron, se deseaban, se querían, Atem pondría todo su empeño en eso.

Yugi, yo…

¡Yugi!— la interrupción fue fatal, Kaiba había jalado al vendedor y lo abrazó deliberadamente estrujándolo contra su pecho.

—¡¿Ka-Kaiba?!la burbuja mágica del vendedor había reventado.

Qué bueno que te encontré. No es bueno que hables con extraños—miró al colérico Atem—En especial extranjeros mugrosos que acostumbran a ser atendidos por esclavos de sus países calientes.

¡¿No te mordiste la lengua, Kaiba?! —enfrentó nuevamente al magnate.

Solo protejo a Yugi de los pervertidos que quieren aprovecharse de su inocencia.

—¡Es por eso que Yugi se aleja de ti!—gritó el egipcio iracundo.

—¡¿Qué insinúas, adorador de Dioses animales?!sacaba chispas que chocaba con las del extranjero al fulminarse con las miradas.

Yugi soltó una fuerte exhalación, otra vez peleaban. —Cálmense por favor…trató nuevamente de apaciguar las aguas tras una risilla nerviosa.

 

 

Las riñas con Seto Kaiba por el vendedor nunca lo dejaron concretar su declaración por él desde que su rival lo conoció. Es por eso que tenía que decírselo a Yugi a como diera lugar, sin ninguna interrupción; y ninguna subasta de ningún magnate enfermo de poder y psicópata lo detendría, lucharía por él hasta el final.

Ofreció una gran suma de dinero seguro de que nadie podría alcanzar esas expectativas.

—El cliente A ha sumado una importante suma. ¿Alguien sumará más? ¿Nadie? —aquella cuenta era exagerada, nadie más podría alcanzarla de sus bolsillos, por un momento las ofertas se detuvieron.

 

Yugi…—lo veía cada vez más cerca.

 

De pronto alguien se había atrevido a dar más.

—¡¿Qué?! ¡No puede ser! —casi se levanta de su asiento.

—El cliente O ha superado la oferta para el joven Yugi ¿Alguien más?

Atem tragó saliva, ¿cómo alguien podría disponer de tal cantidad? Volvió a batirse en la suma. Los expectantes murmuraban impresionados, ese chico era tan deseable que había sobrepasado los estándares históricos de Satisfacción, pero no era para tanto.

—Fu, fu, vamos a ver que tanto deseas a mi querido Yugi, Atem Aknamkanon, quiero saborear tu desesperación. —Rebecca había hecho una importante aportación.

La disputa había comenzado, mientras Atem superaba la cantidad, aquel cliente parecía no rendirse.

—Va con todo. —Noah soltó divertido.

—¿Qué hace? ¡¿Por qué quiere tanto a Yugi?!

Dio más fortuna y al instante aquel misterioso lo superaba.

—¡Maldito! —Atem apretó los dientes ofreciendo una cantidad más alta, las cosas comenzaron a tensarse.

Así continuó por unos minutos, hasta que la pantalla de Atem comenzó a tener interferencias; unos códigos se pudieron apreciar y la silueta negra de una persona sentada se reveló.

—¡¿Pero qué?!

—Saludos, Atem de Egipto. Soy Oráculo. —se escuchó una voz sintética.

—¡Oráculo! —Noah se tensó.

—¡¿Qué quieres?!

—Solo quiero advertirte. Es mejor que no trates de adquirirlo, yo soy el más interesado en él, así es que no tienes oportunidad contra mí. Te sugiero que te rindas.

—¡Jamás! ¡Yugi no es un objeto!

—¿Entonces para qué lo compras?

—Quiero salvarlo de aquí.

—No es que esté en contra de tu moralidad o forma de hacer las cosas, pero si continúas, solo demuestras que estas hecho de la misma basura que cualquiera de los aquí presentes.

—¿Qué?, ¿a qué te refieres?

—Si sigues el sistema corrupto, solo te convierte en uno de estos pervertidos. Los objetos se compran con dinero.

—¡No! ¡Yo solo quiero llevarme a Yugi de aquí!

—Y yo solo quiero llenarlo de mis perversiones, sabes cuales son mis intenciones.

—¡Enfermo!

—Si no desistes entonces juguemos.

—¡Jamás lo abandonaré!

—Muy bien, veamos si superas esto. —el exceso en las pantallas soltó un sonido agudo e incrédulo entre la audiencia. Nadie podría nunca disponer de tanto dinero.

Atem sudó frío, ni toda su fortuna podría compararse, estaría en quiebra si trataba de sobrepasarla.

—Vamos, el tiempo se te acababa, aknamkanon.

Si en los próximos 10 minutos nadie ofertaba más, Yugi habría sido comprado por el extraño.

Atem cerró los ojos y apretó los puños.

—¡Yugi! —no tenía otra opción, dispondría además un poco de la fortuna de Kaiba Corp en conjunto con toda la suya.

—¡Woooow!—las exclamaciones comenzaron a exaltar la euforia de los testigos; ahora el duelo se estaba calentando.

 

No creo que le guste nada de esto a Seto. —pensó Noah temiendo por su vida, sobre todo al saber del temperamento de su primo.

 

—Oh, muy bien. —Oráculo entendió la jugada. Según sus cálculos esa fuente de dinero tendría que venir de Kaiba Corporation. —Entonces también va a jugar Kaiba.

—¡¿Qué?! ¿Cómo puedes?

—Soy Oráculo, ¿recuerdas?, nada se me escapa. Pero me pregunto si tendrás el coraje para acabar con Kaiba Corp también.

—¡¿Qué?!

 Oráculo volvió a sobrepasar la cantidad.

—¡Ese sujeto es un verdadero fastidio!—masculló Noah con la misma frustración que el egipcio.

Yugi comenzó a ponerse nervioso. ¿Qué clase de depravados estaban tan interesados en él? Su único pensamiento era Atem en ese instante, era quién lo mantenía en pie.

—¡¿Cómo puedes tener tanto dinero?! —gruñó Atem.

—Soy un trabajador independiente, Atem. Puedo recurrir a cualquier fuente de dinero sin problemas.

—¿Pero cómo?

—Cualquier cantidad que esté dispuesta en los bancos, es de mi fácil acceso. 

—¡No puede ser!

—Fu, fu, fu…

 

Akaba Leo estaba muy excitado con los resultados de la subasta, casi podía saltar de felicidad de saborear tan gloriosa adquisición y seguramente su jefe rebosaría de alegría también. Ya se imaginaba su ascenso, su nuevo poder, un nuevo negocio compitiendo con Haou, !no!, tendría al mismo Haou comiendo de sus manos, ¡eso es!, aunque le daba algo de duda los rumores despiadados que se contaban de él, estaba seguro que eran exagerados. Con esa cantidad podría comprarlo, imaginaba al castaño atrapado entre cadenas bajo el efecto de alguna droga afrodisiaca totalmente a su merced y las ganancias de su cuerpo enriqueciéndolo. Se relamió los labios con tal botín.

—Yugi Muto, eres una joya, me harás muy poderoso.

 

La subasta continuó, Atem había gastado ya una gran cantidad de la fortuna de KC; le temblaban las manos puesto que, si acababa con los fondos de su empresa rival, estaba seguro que Kaiba lo mataría, además que no podía ser tan egoísta, inclusive Noah lo exhortaba a detenerse, pero…

—Yugi—entristeció, de pronto cada momento de felicidad se le hacía cada vez más lejano. Oráculo le estaba dando una paliza, y él solo podía observar. —¡No, no puede ser, no puede acabar así!—su desesperación estaba al límite. Volvió a recurrir de los fondos de KC para no perder la jugada, sin embargo ya comenzaba a faltarle la respiración. —Perdóname Kaiba.

Rebecca se regocijó con su desdicha, Yugi caería en sus manos definitivamente; volvió a sobrepasarlo.

La presión tensaba el aire, el botón de compra estaba justo debajo del dedo egipcio, si continuaba llevaría a la quiebra a Kaiba.

—¡Detente, Atem! ¡Si continúas, Kaiba Corp morirá! ¡Seto no merece que lo traiciones de esta manera, él depositó su entera confianza en ti y créeme que es algo que nunca volvería a hacer! —el peli-verde sostenía la mano del egipcio para que dejase de apretar las sumas.

—Pero si no lo hago, Yugi…

—Lo sé, ¡pero debe haber otra forma!

—No hay solución. —Rebecca lo llenaba de negatividad. —Ríndete.

—¡Jamás!—hizo a un lado al pariente del castaño de ojos azules y ajustó otra nueva suma al precio de Yugi.

 

 La pérdida de efectivo rápidamente se había reflejado en los bancos y activos de KC.

Seto, quién tenía saboreando el cuello de su asistente recostado en una vieja mesa, pronto recibió la molesta interrupción de su celular por urgencia de su hermano Mokuba.

Tuvo que parar por la insistencia.

—¿Que sucede, Moki? —dijo tratando de regular su respiración e inspiración.

—Seto, los fondos de KC están siendo afectados por una infiltración autorizada. Se están yendo al suelo.

—Tsk, le di algo de libertades a Aknamkanon. No te preocupes, Mokuba, no debe ser tan grave.

—¡No, Seto! Si continúa con la absorción, podríamos perder Kaiba Corp, ¡es excesivo!

—¡¿Qué?! —desvió un poco su atención, Joey arqueó una ceja. —¿De cuánto hablamos?

—La pérdida podría destruir incluso la mansión.

—Ese idiota, retírale de inmediato los fondos, ¿cómo es posible que no haya sido capaz de salvar a Yugi ni con mi ayuda?

—¡¿A Yugi?! —Joey se levantó exaltado—¡¿Qué sucede con Yugi?!

—Tú no te preocupes, Joey. De alguna manera lo salvaremos.

—¡Está en esa subasta de Satisfacción! ¿verdad?

—¿Cómo lo sabes?

Rápidamente se acomodó sus provocativas prendas y corrió hacia Valon que ya había salido del edificio para dejarlos solos.

—¡Cachorro!

Corrió con todas sus fuerzas haciendo caso omiso a todo el derrame de sangre a su alrededor.

Valon estaba a punto de irse.

—¡Valon!

El aludido se viró viendo al rubio acercarse con desesperación.

—Joey…— sintió felicidad, había malinterpretado la escena. Se puso con los brazos abiertos pensando que aquel rubio le daría una oportunidad a su desdichado corazón.

 

¡Qué felicidad! ¡El me ha elegido a mi! —su sonrisa tonta se anchó mirando al rubio correr lentamente como escena shojo a sus brazos.

 

—¡Yo también te am…!—pero Joey se estrelló con él de lo rápido que iba haciéndolo caer al piso sobre su trasero.

—Lo siento, Valon… —habló agitado—¡ Por favor, necesito que hagas una llamada por mí!

El castaño parpadeo varias veces.

 

 

………………

 

 

En la subasta Atem no pudo seguirle el paso a Oráculo ya que su pantalla parpadeaba “Fondos insuficientes”.

—¡Oh, no! —Los fondos de KC habían sido retirados, aunque diera miles de veces en el botón de “comprar” la ayuda simplemente no llegaría. —¡Maldito Kaiba!

La risotada de Oráculo aturdió el rostro acongojado del egipcio, este por su parte no podía estar más estresado, algunas lágrimas se le escaparon por la impotencia, pegó fuertemente sobre la pantalla touch.

—¡Maldición!

—Te lo dije desde un principio. —ofreció todavía una suma más inalcanzable. —Yo lo sé todo y sabía que perderías.

—¡NO, NO! —pegó más fuerte sobre la pantalla. —Por favor, no a Yugi, te daré todo de mí, pero déjalo libre, Oráculo.

Ella lo había conseguido, ver al empresario de manera tan quebradiza la deleitaba. Yugi sería suyo, aunque solo lo usara como adorno para sí, ya que iba por el pez grande.

—Lo siento Atem, Yugi Muto es mío.

La subasta estaba a punto de cerrar, Atem solo podía mirar con horror como alejaban a su Yugi de él, mientras imploraba al hacker por piedad. Sin embargo, Rebecca había aprendido mucho del castaño de ojos dorados y no demostraría ni una pisca de humanidad.

Comenzó a festejar su triunfo, eso se podía apreciar por sus estrepitosas risotadas, pero entonces algo inesperado ocurrió en ese momento; un nuevo aporte la había hecho callar, inclusive Atem se había paralizado.

—¡¿Qué?! —había sobrepasado su oferta fácilmente. Oráculo buscó desesperadamente la fuente y al encontrarla quedó totalmente atónita.

—¡NO PUEDE SER! —El comprador venía de las Industrias Yubel.—¡¿Haou?!

El temor ahora se apoderó de cada uno de los presentes, inclusive para Akaba Leo, quién pensó que su jefe estaría informado de su desobediencia y había decidido tomar cartas en el asunto personalmente, eso lo delataban las pantallas que habían revelado al cliente ante todos.

El castigo para cualquiera sería atroz si intentaran enfrentarlo. Rápidamente los clientes más temerosos abandonaron el sitio, algunos creían que los matones del ricachón llegarían a la subasta por algún motivo, quizás esa belleza había sido mandada por error.

De inmediato las ofertas cesaron y nadie más objetó.

—Yugi Muto ha sido comprado por la casa HD. —la voz de la anfitriona sonaba nerviosa—E..eso es todo por esta noche, esperamos haya tenido una buena adquisición. —la luces principales murieron.

Atem y Rebecca miraban sus pantallas en shock, sobre todo esta última.

—¡¿Cómo… Haou?!

 

………………………..

 

—Jeee, es raro comprar a una persona—Yuri se acomodaba en el asiento del magnate desde la mansión. —Supongo que no le importará haberse saboteado a sí mismo, aunque no creo que haya perdido nada.

Yuri estaba enamorado de Joey, lo había respetado y querido tanto, que ayudarlo era devolverle un favor, ya que Joey le había hecho entender el valor de su propia existencia

—Ahora Yugi Muto regresará a la mansión, uum, solo espero que mi reflejo y mis copias hayan podido salir también.

Joey lo había llamado para rogarle alguna forma de llegar a Satisfacción e impedir la venta de Yugi, a lo que Yuri solo sonrió espetando que dejara todo en sus manos y dejara de preocuparse.

Sabía que Haou lo reprimiría por eso, quizás una sesión dolorosa de sexo salvaje le esperaba; la aceptaría, pero ya estaba harto de solo ser una basura, así que, si podía hacer algo por Joey o alguien, entonces habría valido la pena vivir.

 

 

-Subasta-

 

 

La incredulidad de Akaba Leo no lo dejó pensar por varios minutos; después de despabilarse se resignó a aceptar otro nuevo castigo de esa familia alemana. El último había sido enjuiciado por Walter, y ahora por primera vez Haou le pondría los azotes. Sus castillos en el aire se habían desmoronado.

—Ese… es el precio de la desobediencia. —bajó la mirada temerosa, después se irguió firme y se encaminó para repartir la mercancía.

Por su parte, Atem miraba una buena oportunidad, esta vez tendría el chance de negociar con el magnate nuevamente; aunque perdiera la mitad de las acciones de Fharaon’s Corp como la primera oferta, estaba decidido a salvar a su Yugi. Salió sin perder sus ánimos, seguido de Noah e ignorando a Oráculo rotundamente. Al menos Yugi regresaría con Yuki y era mejor a caer en las garras de cualquier otro pervertido, por el momento.

Pero Rebecca era la más ofendida, por un instante se llenó de rabia debido a la mala pasada y humillación; había quedado como una gran tonta, mas lo pensó mejor y se tranquilizó; en seguida soltó una elegante risilla.

—Haou, definitivamente eres el hombre para mí. Muy buena tirada, pero sé que al último el rey siempre sucumbe ante su reina.—se acarició el vientre.

 

…………

 

El cliente R acomodó a Yuto y Yugo en la parte trasera de su camioneta, ellos estaban inconscientes por lo que no había sido difícil acomodarlos, solo faltaba Yuya quién estaba ya vestido en su habitación de la subasta.

Estaba sentado en la cama, su rostro reflejaba la total decepción sobre la humanidad; aunque agradecía a su suerte por haber logrado salvar a su querido Yuma.

El comprador era un chico joven, bastante alto, de cabellos grises en dos colores y tez clara. Vestía como todo ricachón en conjunto de con sus lentes de armazón vino, pareciendo todo un hijo de papi.

—¿Estas listo? —se recargó sobre el cuadro de la entrada.

Yuya ni siquiera lo miró.

El comprador se acercó hasta sentarse a su lado, tomó su mentón para que lo mirase. Yuya solo se dejó hacer, su dura expresión rebelde le dejaba claro que no sería nada fácil domarlo.

Ambos se contemplaron desafiantes por varios minutos.

—Mi nombre es Akaba Reiji. No temas, te cuidaré bien. —Yuya apartó el contacto con su piel.

—Asqueroso como los demás. Jamás creí tener repudio de mi especie.

Reiji trató de acariciar aquel rostro pero de inmediato Yuya se apartó con violencia deteniendo el gesto.

—¡No me toques!

—Dices cosas muy duras para tener unos labios tan fogosos, Yuya Sakaki.

—¡¿Qué clase de enfermo eres?! ¡¿Cómo puede existir gente como ustedes?! ¡No soy mercancía!

Reiji cerró los ojos soltando algo de aire, se levantó para fijar su vista en él.

—Perdón. Siento por todo lo que has pasado, es normal que pienses así, sobre todo al haber sobrevivido a la mansión Dornberger. Pero te equivocas, no toda tu especie es una porquería. —tornó sus pasos hacia la entrada. —Lleva tu perfecta figura a mi auto y entonces te darás cuenta de lo que digo.

Yuya alzó la vista, no podía hacer nada en ese momento, encontraría la manera de escapar en una oportunidad. Se levantó irritante pues no tuvo de otra más que seguirlo. Al subir al auto miró a sus homólogos, al menos lo más terrible había terminado y nadie permaneció en Main Satisfaction.

—Yuto, Yugo…

Su destino funesto comenzaría a manos de ese engreído. Yuya no dejaba de pensar por los demás, se prometió sacarlos de ese infierno a como diera lugar así le costara su propia vida.

En ese momento Yuma— escondido entre las sombras—, había visto todo lo acontecido; grabo las placas en su mente para ayudarle a escapar más adelante. Ahora sería él quién lo llenara de libertad.

Los miró partir, de inmediato corrió hacia alguna avenida pero no pudo ir muy lejos, un hombre lo había jalado a un oscuro rincón tapándole la boca con gran fuerza.

Todo el color del cuerpo de Yuma palideció entre su agitación y gritos ahogados, no podía zafarse del experto agarre.

—Shh, sí que eres escurridizo, Yuma. —Kaito lo había encontrado arrastrándolo de nuevo a las sombras para no ser detectados. En cuanto Yuma lo reconoció, sus lágrimas cayeron al piso.

—¡Kaito! —saltó a sus brazos muy gustoso de encontrarlo con vida.

No perdieron ningún instante para poder saludarse con un apasionado beso, sus lenguas se acariciaron habiéndose extrañado todo ese tiempo y las vibraciones en ambos se hacían inmensas. Sobre todo para Yuma, que estaba exaltado ya que había visto a su amado morir brutalmente ante sus ojos y ahora vivo.

—Kaito, yo…tú….!¿qué pasó?!... ¡¿Cómo.. es que escapaste del sueño eterno?!... ¡Kaito! …¡En verdad eres tú?! ¡Kaito!

Tantas preguntas que se presentaban pausadamente mientras lo llenaba de miles de besos por cada palabra pronunciada sin dejar al chico hablar.

—Yuma…Yuma…estoy bien. —algo pálido ya que su herida aún no estaba sanada—Ya todo acabó, pero primero debemos salir de aquí a salvo.

—¡No! ¡Pero Yuya, debemos ir a rescatarlo!

 —Shh, no hagas ruido, podrían encontrarnos.

La advertencia había llegado muy tarde, unos ojos pérfidos los asechaban desde otro lado de las sombras.

Vector crispaba cada que Kaito tocaba a su presa, no permitiría que ese impertinente oportuno llegara a arrebatarle su premio. Tenía bien puestos los ojos en Yuma, por lo que ese rubio solo estaba en el lugar oportuno a su muerte.

—Te mataré—susurró para no ser descubierto y apuntó con precisión — Esta vez no me detendré.

El gatillo estaba a punto de accionarse, fue cuando Yuma cerró los ojos por el estruendo del disparo como un cañón retumbándole en los oídos; miró como en cámara lenta, aquel cuerpo caía sin vida sobre la acera.  

Kaito y Yuma miraron anonadados el cadáver.

—¡Vector! ¡¿Cómo?!

Desde las sombras un chico de baja estatura se dejaba ver ante las luces de la calle. Rompió su paleta de uva con sus dientes al momento que guardaba su arma, había asesinado por la espalda.

—¡Sora! —Kaito sudó frío; se suponía que el amante a los dulces era el ciervo más fiel a Yuki.

—Ya hacía tiempo que este parásito de Vector me colmaba la paciencia. —Sora se rascó la nuca despreocupadamente.

—¿Por qué lo hiciste?

—Nada personal, Kaito, ni siquiera lo hice por ti. Yuki había dado la orden de regresar a todos los cautos a la mansión y estas escorias solo se aprovecharon. Odio que se quieran pasar los mandatos de mi querido amo.

—Pero entonces yo soy tu enemigo. ¡No permitiré que Yuma regrese a la mansión con ese demente! —cubrió al moreno con su cuerpo.

Sora se rascó la nuca tranquilamente, después abrió otra paleta y se la llevó a la boca.

—Bueno, aquí yo no he visto nada. —sonrió cómplice y se viró con ambas manos puestas tras su nuca como señal de dejarlos ir.

—Sora…—resopló aliviado. Kaito y Sora habían sido compañeros de destrucción desde hace  bastante tiempo. Casi a cualquier misión habían sido mandados juntos, por lo que el peli-azul no tenía el corazón para acabar con su apreciado camarada, y después de haberse cubierto las espaldas uno al otro, era imposible, sobre todo por las incontables veces que Kaito le había salvado la vida.

—Gracias amigo.

 

Por el momento el peor temor había terminado.

                                                                                                               

 

 

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Mansión Dornberger

 

 

Por la mañana.

 

El ruido de sus botas rebotaba como eco sobre aquellas lujosas paredes de los pasillos de la imponente mansión Dornberger.

Caminaba taciturno y perezoso reviviendo infinidad de recuerdos que le traían en mente aquellos decorados victorianos por cada rincón de su antiguo hogar.

Johan se detuvo especialmente a un costado de la oficina de su amado castaño, volviendo a pasar la cinta de los acontecimientos que le traía ese lugar una y otra vez como una insistente tortura:

 

 

—¿Qué? ¿Ya te cansaste, pedazo de basura? Si a penas papi te dará el castigo. —decía Duke Deblin aplastando con el pie la cabeza de un hombre en el suelo, este se encontraba sudoroso, maltratado y aterrorizado en la oficina del empresario.

Haou Yuki contemplaba la escena tranquilamente desde su escritorio, tenía recargada su cabeza sobre su mano mientras su codo reposaba en el brazo de su cómoda silla; como era costumbre en él, manifestaba no importarle aquel agonizante ser vivo.

A un lado de él, de pie, en posición disciplinada, se encontraba Johan Anderson, quién también contemplaba el sufrimiento del desdichado; no mostraba reacción alguna, pero por dentro sí que estaba turbado, odiaba tener que presenciar aquellas torturas.

—Mi-mi familia, por favor, po-por favor amo Yuki. No- no le haga daño. —imploraba el pobre hombre; nada en el mundo lo tenía más preocupado que la seguridad de su propia familia, mas había cometido una grave falta y sabía que las represalias no solo caerían en su contra, sino que arrastraría con todos sus seres queridos.

Duke ejerció más presión en someterlo como respuesta a sus súplicas.

—Robaste 500 euros del “monedero” inocente de la subasta de Satisfacción. ¿Cómo pensaste que nadie se daría cuenta, pedazo de mierda? ¿Olvidaste el lugar en donde te pudres? Mordiste la mano, perro. —Deblin disfrutaba de cada acción.

—¡Pe-perdón!...por favor, ¡perdóneme, señor!

Las injurias de Duke fueron cada vez más violentas; todo el cuerpo de aquel sujeto se percibía hinchado de tantas agresiones y sangre, si alguien no hacía algo pronto moriría a golpes en manos de ese animal, lenta y dolorosamente.

Haou se levantó sin expresión en su rostro, fue en ese momento —cuando la víctima estaba a punto de desmayarse—, que detuvo al pelinegro con un gesto de su mano;  se acercó al hombre inclinándose levemente permitiéndole ver su flemático rostro.

—¿Amas a tu familia?

—S-sí señor, mucho, ruego por su seguridad, por favor señor, sé que no debí, lo siento, de verdad me arrepiento mucho, pero lo necesitaba, hubiera perdido a mi madre. ¡Por piedad! ¡Tenga compasión de mí! ¡Perdóneme, señor! 

Haou parecía percibir aquel dolor, aquella desesperación y agonía; lo contempló por largos minutos comprobando su sinceridad, la necesidad y el arrepentimiento sincero de aquel hombre moroso.

Fue así que le acarició el rostro gentilmente examinándolo con sus dorados orbes. Ese sujeto ya había sufrido mucho y al parecer presentía un perdón de los labios de su amado jefe, por lo que se relajó brevemente con la pausa calmada del magnate. Seguramente lo habría conmovido.

Después de unos minutos sosteniéndole la mirada comprensiva, Haou habló nuevamente sin alterar su semblante o su tono de voz.

Exhaló.

—Siempre es igual, la gente tonta es lo suficientemente estúpida como para no notar sus errores, nunca piensa en las consecuencias. —lo dijo con toda la serenidad del mundo, después tomó fuertemente la cabeza del sujeto arrodillado frente a él, obligándolo a enfrentar el interior aterrador de sus dorados ojos que habían cambiado drásticamente.—Has sellado tu destino. ¿Cuál crees que sea el precio?

El hombre solo temblaba, su voz se había ahogado por el aura siniestra del castaño, no dijo nada.

—Eso pensé—se había cansado de esperar la respuesta.

—¡No, espere! ¡piedad! ¡pied…—la palabra no la completó, Yuki le dio un fuete giro a su cabeza que le arrancó la vida. Todo había terminado entonces, una vida menos en la tierra, sin atrición.

Duke chasqueó los dientes, no estaba sorprendido, solo se había disgustado por haberle detenido la diversión, en cambio Johan endureció sus gestos; ya era demasiado.

El castaño se irguió con cara de póker.

—Bueno, ¿y qué familia tenía?

—Esposa y dos hijas, de 19 y 21 años. —Deblin se encogió de hombros solo por simple ironía.

—Mm, ya veo. —regresó taciturno a su asiento—Metan a las hijas a Satisfacción y a la viuda…desaparézcanla.

El pelinegro soltó una carcajada, afirmó de buen humor antes de retirarse, por otro lado, Johan se acercó al castaño haciendo llamar su atención al tomarlo del hombro.

—¿No crees que ya has ido demasiado lejos?

—Es normal que la basura pague sus fallas. Todos deben responsabilizarse de las consecuencias de sus actos.

—Pero quizás ese hombre tenía deudas desesperadas, necesidades fuertes, quién sabe. No fue mucho dinero y todos merecemos una segunda oportunidad.

—Johan—se acercó a él solo para cazar sus labios y exigirle un deseoso beso demandante antes de intentar contradecirle—Eres tan inocente. La vida nunca da segundas oportunidades. Tus pasos deben ser cautelosos en todo momento y presidiar las jugadas de los movimientos sobre este enorme tablero llamado vida.

—¡Era una vida, un ser humano! Todos nos equivocamos.

—Una de las cosas que debes aprender es que las personas no cambian.

—¿Qué? ¡Pueden hacerlo!

—Uno, dos, tres días bien, después regresan a ser los mismos. Johan, la humanidad está corrompida, la vida solo se trata de la supervivencia del más fuerte. Si das oportunidad a tus enemigos, espérate una apuñalada por la espalda. Por eso es que las leyes del albedrío no dan segundas oportunidades. O matas o te matan. Así de simple. Si lo dejaba vivir lo volvería a hacer, las personas mienten.

Johan no estaba del todo convencido, él todavía tenía pequeños fragmentos de esperanza en la humanidad y en la vida feliz. Su Haou había cambiado drásticamente después de haber tomado el poder, ejecutando el pecado más grande que puede hacer un ser humano: tener poder y abusar de el.

—Sí, pero…¿su familia?

—El precio de los actos.

 

 

Continuó su camino después de dejar ese recuerdo atrás, recordaba tanto dolor y turbulencias que cada recuerdo amargo superaba con creces el anterior, y todo ahí le recordaba el por qué, Yuki era temido por todo el mundo:

 

 

Haou Estaba a punto de clavar su katana contra el frágil cuerpo de una adolescente, nuevamente sin darle relevancia a una vida;  blandió su arma para terminar perforándole el corazón, mas no pudo seguir.

—¡No, Haou!

Johan nuevamente lo había detenido; eran pocas las veces que su amado hacía el trabajo sucio. Todo ese tiempo había sido él el verdugo de los desafortunados “traidores” del rey, ya que no quería que su querido castaño volviera a sumergirse en esa oscuridad que cada vez lo tentaba al vacío. Johan prefería mancharse las manos él mismo antes de ver las de Yuki enrojecidas por la inmundicia.

—¿Por qué la defiendes? —no tuvo otra más que detener su acto. Johan abrazó el cuerpo inconsciente de la chica.

—Ella no ha hecho nada. Fue su madre la que intentó escapar de Satisfaction. Ella sólo la esperaba aquí sin saber que ocurría.

—No tiene sentido dejar que los errores sigan un curso. Esta chica es el error de su madre.

—Pero la madre fue secuestrada, parecía muy joven y solo intentaba darle algo mejor a su hija…

— Eso pasa por confiar en la humanidad. Si vas por ahí pensando que todos ayudan a sus prójimos, estás viviendo una estúpida fantasía. La realidad siempre te golpeará en la cara, y la madre lo supo muy bien desde el principio. Esperar un milagro es la forma más estúpida en la que viven “los segundos”.

—Haou, por favor, no seas cruel, recuerda que tú y yo también fuimos víctimas.

—Solo fue el camino a la claridad, Johan.

—No, te estás volviendo como él, como Walter.

Haou enfureció, odiaba que lo compararan o que citaran siquiera el nombre de aquel tipo en su presencia.

Sus ojos centellaron, hizo un movimiento rápido y certero, entonces cortó la garganta de la chica en pocos segundos, sin siquiera dejar ver sus movimientos frente a Johan.

Pronto la sangre inocente salió a chorros empapando la pálida piel del petrificado Anderson.

—No soy como él, Johan, no vuelvas a decirlo.—sus ojos lo penetraban, algo corrompido se reflejaba en ellos, algo donde Johan no podía acceder.

El sicario solo contrajo la mirada viéndolo partir, estaba claro que la esencia humana de su amado estaba desapareciendo poco a poco y aquel cuerpo sin vida de la chica en sus brazos lo comprobaba

 

“Haou”…

 

                                                                          

 

Repentinamente se sintió mareado, escupió algo de sangre sobre el mármol reteniendo su propio peso al recargarse en la pared. Johan respiró precipitadamente tratando de apaciguar el dolor de su pecho ya que aún no estaba en condiciones de caminar, así que se dejó caer de espaldas contra la pared hacia el suelo, teniendo la vista justo en frente del salón de torturas.

Otro aterrador recuerdo llenó sus memorias:  

 

 

 

Una familia entera había estado a punto de frustrar los deseos del magnate alemán; querían hacer una denuncia con pruebas irrefutables al mundo, gracias al trabajo de infiltración del padre de familia en Main Satisfaction y habiendo gastando toda la fortuna de la familia para salvar a su joven hijo en garras de la trata. Mas no pudieron, de alguna manera el magnate se había enterado de sus planes y ahora la familia estaba a sus pies en el salón de torturas de la mansión Dornberger.

Haou siempre se enteraba de todo.

 

—¡Piedad!

Las vidas de los padres y un hermano estaban en la palma de su mano.

—Por favor, Haou, deja que se vayan. No creo que vuelvan a meterse contigo; solo regresa al  chico y te aseguro que ellos no dirán nada. —Johan trataba de persuadirlo como siempre.

—Mmh. Debo de reconocerlo, me han sorprendido de lo lejos que llegaron. Tienen mi admiración.

Caminó frente a ellos, aquellos quienes estaban atados de manos tras su espalda y los pies bien sujetos, de rodillas y dos de ellos amordazados.

—Pero el juego se terminó, al parecer no vieron la posición de la reina y es momento del jaque.

—¡Haou, déjalos ir! —insistió el asistente.

—¿Qué no es suficiente el título que les estoy dando, Johan? Ellos son de los “primeros”; se esforzaron, su objetivo estaba claro e hicieron todo para triunfar.

—Entonces…

—Entonces aquí viene una gran parte de las paradojas irónicas y estúpidas de la vida. Cuando te mueves mucho solo logras perturbar las aguas y el esfuerzo es siempre en vano. En este caso debieron atacar mis debilidades en vez de tratar de jugar a mi nivel. Si no eres favorito de la vida, lo que desees será siempre frustrado, con esto quiero decir que me subestimaron, pero lograron sorprenderme y es por eso daré una recompensa.

Johan estaba nervioso, cualquier cosa que viniera de su mente insana debía ser atroz.

—Pondré a su hijo en la subasta de satisfacción y a ustedes daré una muerte digna.

Toda la familia se aterró, los ojos diabólicos de Haou parecían comerles el alma. El magnate desenvainó su katana y se acercó patidifuso a los cautivos.

—¡Haou! —Johan trató de nuevo. Abrazó a su castaño con todos sus sentimientos a flote impidiendo que continuara avanzando, incluso derramó lágrimas pavorosas sobre sus hombros demostrando su desesperación. Tenía miedo de perderlo ahora, Yubel estaba actuando de una manera diferente y peligrosa en él.

Haou y Johan se quedaron inmóviles, cerca, uno con el otro, así por varios largos minutos.

—Johan.

—No quiero, no quiero perderte, por favor, ¡detente! —su voz sonaba suplicante.

—Johan. Mientras estés a mi lado no me perderás nunca, eres en parte lo que me hace actuar.

El sicario abrió grandes los ojos, la confesión lo había herido en el alma, parecía que él tenía algo que ver con lo que se había convertido su amante. Comenzó a visualizar una posibilidad terrible, Haou pensaba en el poder que poseía como una excusa de disciplina, dicha que se sentía fuerte de ejecutar solo con el “apoyo” de su mano derecha, de Johan, aunque solo estuviera mirando, siempre junto a él, siempre fiel como un perro, acompañándolo sin excusas, dispuesto a informarle, a ejecutar, a eliminar vidas inocentes sin importarle mancharse de sangre, todo por él.

¿Acaso Johan era aquella motivación?

—Haou…

Darle fin a esas vidas era inevitable.

 

 

 

Johan pronto volvió a ponerse de pie y seguir su camino, su estado era bastante delicado, pero insistió su andar forzando a cada célula de su sistema a permanecer activa.

Con toda las dificultades y terquedad del mundo, por fin había llegado a su destino, la habitación del magnate.

Nuevamente un recuerdo martilló sus neuronas:

 

 

 

Johan contemplaba el rostro apacible del castaño que descansaba junto a él en la amplia cama. Habían hecho el amor salvajemente y gustosos, se encontraban exhaustos, mas Johan no había podido dejar su mente quieta ante todo lo que estaba pasándole a su amado.

Haou era tan hermoso a sus ojos, en ese estado de reposo nadie podía negar que se trataba de un bello ángel que no lastimaba ni a una mosca, totalmente lo contrario al encontrarlo despierto ya que era mismo diablo.

Y aun así lo adoraba, lo amaba con locura, nunca podría sentir aquel inmenso sentimiento por nadie en todo el mundo de nuevo, jamás, era un hecho ya que ellos se completaban perfectamente, se correspondían y se respetaban, estaban tan bien juntos que cualquiera sentiría envidia, eran únicos, pero…

 

“Haou, no puedo quedarme quieto viendo como destruyes tu cordura. Te amo pero no puedo seguirte en tu viaje a la oscuridad eterna. Debo hacer algo por ti y así me cueste perder tu amor, quiero que regreses a ser el chico tranquilo y amable que conocí.”

 

 

 

Lentamente giró el picaporte, el aura percibida dentro ya no era tan tirana como acostumbraba.

Jaden estaba recostado sobre la cama amplia entre cobijas blancas, exponía el suero de su brazo derecho y dormía tranquilamente con el paño blanco sobre su frente, tapándole un poco los ojos. La fiebre de su cuerpo había bajado considerablemente, aunque todavía podía percibirse algo de agitación entre su respiración. A aun lado de él, con el cuerpo cansado y la preocupación percibirle en toda su anatomía, Haou había caído vencido por el cansancio.

Se veía recostado sobre la mesita de noche a un lado de su hermano a quién quiso vigilarle el sueño sin éxito, fiel a cualquier deseo de este.

El corazón de Johan enterneció con el cuadro, sonrió dulcemente afirmando su feliz sospecha, por todo lo que había peleado y ahora cosechaba, no se había equivocado en lo absoluto, el único que pudo salvar al magnate de la demencia siempre había sido Jaden.

—Sabía que podías curarlo. —susurró para sus adentros y satisfecho se volvió dispuesto a retirarse.

—No deberías salir de la cama, Johan. De puro milagro no estas muerto.—la voz de Haou lo había hecho volver.

—Se necesita más que un simple corte para detener mi fuerza y a Yubel. ¿Cómo se encuentra Jaden? —sabía que es lo primero que el castaño de ojos dorados deseaba que le preguntase. Sin embargo, la postura de su amado ya no era la misma, por primera vez en mucho tiempo Haou bajó la mirada totalmente abatida, ese pequeño gesto volvió a clavar una estaca en el corazón del sicario.

—Sabes que ahora que Yubel circula por su cuerpo necesitará de más dosis para complementarla o morirá.

Johan abrazó el silencio.

—Debo ser una escoria, ¿cómo…cómo pude hacerle esto a mi hermano?—las palabras no salían fluidas como acostumbraba, Jaden simplemente era su mayor debilidad—Yo no quería que esto le pasara…Debí haberte hecho caso, debí parar…—tomó la mano de su hermano mayor con delicadeza—Jaden no estaría así ahora.

Todo el rostro del peli-turquesa se llenó de una profunda amargura, nunca en su infame vida había contemplado la posibilidad de mirarlo tan débil. Los ojos naranjas se aguaron afligidos.

—Haou, Jaden se pondrá bien, tenemos mucha de la sustancia. Sé que el tratamiento será difícil pero siempre estaremos juntos, apoyándolo en lo que necesite. Nosotros sabemos los estados de ese “demonio” Yubel. Sé que saldrá a delante porque es tu hermano, es fuerte, no te preocupes.

El magnate no despegó los ojos de su amado hermano acompañado de un largo silencio lánguido. Caviló alguna escena enajenada en su mente que claramente lo hacía sufrir.

—Johan…perdóname.

Johan lo miró en intriga.

— Voy a casarme con Jesse.

 

 

Continuará…

 

 

 

                                                                                                                    

Notas finales:

 

Y llegando hasta aquí, la pregunta que me intriga sería ¿Quieres ver a Haou feliz o sufrir?

El final feo o bonito pende de un hilo. Haou es un ser humano con defectos y virtudes, mas el pecado siempre traerá las concecuencias pero eso puedo cambiarlo.

Nos leemos, gracias por sus comentarios, no los he podido responder pero ya habrá tiempo ;)

Feliz año!!


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