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Cambio de Corazón por Yami Red eyes

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Notas del capitulo:

 

hola, hola!!!

Ok, les cuento:

 

Estoy en un trabajo muy muy muuuuuy aburrido. A veces me desespero porque en cierto modo me siento inútil. Quiero cambiarme de trabajo pero ahora me es imposible debido a unas dificultades económicas que pasa mi familia.

 

Es triste, me deprime...y solo puedo decir que si te pagan por no hacer nada no es tan genial como suena a menos que seas trabajador de gobierno donde cobres 44mil a la quincena por irte a hacer pendejo.

T_T Mientras yo, me siento muuy mal... Ojala todo cambie porque siento que moriré de aburrimiento.

Bueno, solo quería desahogarme un poco.

2016, espero que este año seas mejor y me traigas mucho yaoi starshipping y un ascenso porfaaaaa!!!!

               

 

"La vida te va enseñando, quien sí, quién no, y quién nunca."

 

Capitulo 4.-OFF

 

Joey caminaba tranquilamente por los pasillos de la corporación Kaiba con sus pensamientos metidos en los informes y cuentas del banco de su jefe, además de realizar operaciones matemáticas mentales. Estaba tan sumergido en su trabajo que no se fijó de la gente a su alrededor; y descuidadamente chocó con una persona directamente.

Aquel pelinegro, con quien había tropezado, lo tomó por la cintura para que no cayera al piso violentamente y lo pegó a su cuerpo al momento que absorbía embriagantemente el aroma del rubio sin importarle que los importantes informes cayeran por todas partes o que alguien los mirara.

Joey tardó un poco en reaccionar mientras se desvanecían todas las operaciones mentales que había elaborado en su cabeza. En el momento en que menos pensó, Ducke Deblin estaba acercando sus labios con los suyos a punto de besarlo. Para su alivio no fue demasiado tarde que se despabiló y alcanzó a golpear la quijada del pelinegro con todas sus fuerzas para que lo soltara y pudiera alejarse de él.

—¡¿Qué piensas que estás haciendo, insolente?!

Deblin sintió todo el rostro adolorido, pero eso no le impidió que sus ojos esmeraldas acariciaran con la vista el cuerpo de aquel bello chico.

—¡No vuelvas a acercarte a mí de esa manera! —masculló el rubio.

—Oh…Este angelito realmente carga la espada pesada, eso me atrae más. —habló en sorna sobándose elegantemente la quijada.

—¡¿Que pretendes?!

Deblin lo sujetó fuertemente de una muñeca y lo volvió a acercar hacia él, pero esta vez sin juntar sus cuerpos; únicamente para poder obligarlo a verlo a los ojos.

—Siento que estoy enamorado de ti, Joey; y eso es algo, mi estimado ángel rubio, muy malo para ti. —acercó sus labios al oído del asistente­—No descansaré hasta tenerte en mi cama a cualquier costo,  Joseph Wheeler.

El rostro de Joey se volvió morado y sus ojos se abrieron de par en par. Aquellas palabras se sintieron tan amenazantes que no pudo evitar pensar en los peores métodos de tortura.

Deblin se separó de él con una enorme sonrisa de lado y le guiñó un ojo confiadamente.

Quizás el pelinegro no era el mejor amante del mundo, ni hablar de fidelidad. Pero cuando se proponía algo, en verdad era hasta saciarse. En ese momento lo único que deseaba más, con todas sus fuerzas —aún sobre los deseos de la persona que lo había contratado—, era tener su palpitante miembro dentro de las entrañas de esa hermosa criatura de Dios y poderse burlar del omnipotente con el acto una vez más. Todavía no saldaba cuentas del todo con Kamisama (pese a todos sus amoríos injuriosos  y abandonos de pareja) ya que gracias a su “descuido divino”, él había vivido cosas atroces y viles, es por eso que estaba furioso con su Dios. Que mejor forma de vengarse que con un hermoso ángel del cielo.

Deblin se marchó airoso a paso tranquilo, mientras Joey solo quedó estático con algo de sudor en su frente y tragó saliva. Parece ser que su vida no volvería  a ser tan pacífica como antes.

Por otro lado, mejor especificado, en la oficina del CEO Kaiba, el magnate veía su monitor donde  había visto todo lo ocurrido y sinceramente el disgusto que brotaba de sus poros no pudo pasarlos por alto.

Wheeler llegó hasta su oficina, Kaiba se había levantado para cerrarle la puerta con el pestillo y acorralar a su asistente con ambos brazos contra ella.

Joey lo miró algo asustado, su corazón dio brincos apresurados en combinación con el miedo y su secreto amor por el magnate, pero trató de no perder la postura pese a su descontrol.

Ambos se quedaron viendo a los ojos fijamente. Joey sostenía los archivos sobre su pecho a modo de escudo con los nervios a tope, mientras que Kaiba ponía cara seria, pero nadie dijo nada. Así pasaron varios minutos mirándose, gritándose internamente reproches que no tenían lugar en esos momentos; celándose con el motivo de un intruso azabache de coleta y confundidos por lo que realmente sentían.  ¿Qué sentían? O mejor dicho ¿Qué sentía Seto Kaiba?

En la realidad, solo se observaban azul contra dorado melado inmóviles en el espacio de trabajo. Todo fue hasta que el dueño de Kaiba Corp perdió el contacto con las orbes  meladas y regresó a su escritorio sin justificaciones de sus acciones.

Joey trató de tranquilizarse, después se dirigió hasta el escritorio para dejar los papeles. Ni siquiera recordaba lo que le estaba entregando. Kaiba solo lo miraba penetrantemente sin decirle nada aun, parecía molesto.

—¿Necesitas algo? —susurró el rebelde rubio como pregunta estándar.

Kaiba no respondió nada al instante, ni siquiera él sabía bien por qué estaba molesto, solo sabía que no le había gustado que Deblin lo tomara de esa forma.

—¿Nada? Entonces me retiro. —dio media vuelta pero la voz de su jefe lo detuvo.

—Wheeler. No quiero verte coqueteando cerca de Duke Deblin de nuevo. ¿Entendiste? Es una orden.

Quizás si lo hubiera pedido amablemente Joey no se hubiera exaltado, se volvió a virar pegando las manos sobre el escritorio.

—¡¿Coqueteando?! !¿Estás demente?! !Y si así fuera, tú no eres mi padre, ni mi novio como para darme esa clase de órdenes, Kaiba! ¡¿Qué te da derecho?!

Kaiba se cruzo de brazos y se acomodó en su asiento echándose un poco para atrás.

—Soy tu jefe, y mientras estés bajo las instalaciones de Kaiba Corp, está prohibido que tengas otro tipo de relaciones con los empleados que no sea estrictamente de trabajo, eso incluye clientes u otro tipo de personas que pise mi empresa.

—¡¿Qué?! ¡¿Y esa norma cuando se patentó?!

—A partir de hoy.

—¡Mira que conveniente!

Era una regla tonta y estricta. Anteriormente podían tener relaciones más personales siempre y cuando el trabajo fuese lo primero. Kaiba lo consentía, pero solo de manera especial a algunos cuantos trabajadores como Jaden Yuki, por ejemplo, cuyo novio venía a verlo cuando se le daba la gana, interrumpiéndolo a veces y demorándolo mucho; Kaiba lo dejaba pasar simplemente porque estimaba a Jaden y no quería que se fuera de la empresa. Pero con Joey  era diferente, se sentía con derechos imaginarios sobre el rubio; sobre todo ahora que portaba el dragón negro de ojos rojos como dije y que ese idiota de Deblin estaba rodeándolo como lobo hambriento.

Joey ya no supo cómo contra atacar; en ese lugar él no tenía ninguna clase de autoridad más que obedecer al director en jefe.

Bajó la vista, apretó los puños y salió en silencio cerrando tras de sí la puerta suavemente.

Realmente el rubio no estaba muy molesto, solo que siempre contestaba pues no quería que nadie pasara por encima de él; no le gustaba perder y menos contra Seto quién siempre le había insultado y repetido que era un inútil aunque hiciera las cosas bien. Era debido a su fuerte orgullo y autoestima que siempre se esforzaba por callarlo y los errores en él los había reducido al mínimo desde la primera vez que llegó a Kaiba Corp (gracias a su amigo Yugi que lo ayudó a entrar) hasta hacerse del puesto de su asistente. Pero meterse en su vida personal como si fuera su dueño……bueno, por una parte le alegraba que lo notara a él, aunque sea por celos, pero por otra, no era correcto. Aunque viendo el lado positivo, ahora tenía un poderoso permiso para golpear a ese vago de Deblin.

Sonrió tristemente, Kaiba le había ordenado con desesperación que se alejara del pelinegro y eso era quizás porque su adorado castaño estaba enamorado del extranjero y no deseaba competencia. Suficiente tenía con aguantar los mimos que le daba a su amigo Yugi y ahora otro más.

Caminó lentamente bastante desanimado y se perdió al alcance de las cámaras del corredor hasta perderse en su oficina.

Sin embargo, Kaiba no estaba tranquilo. Miró la ciudad desde el majestuoso ventanal de su oficina pensando en que quizás no había sido tan buena idea traer al extranjero Ducke Deblin a sus dominios. Tenía buena reputación con los resultados de sus anteriores trabajos, pero no se podía confiar en él del todo.

Trataría de relajarse, iría a ver a su querido Yugi para inspirarse de nuevo. Se puso su gabardina y cogió las llaves de su auto, solo avisó a su hermano Mokuba que saldría unos minutos, aunque su hermano ya sabía que serían horas.

Al salir de Kaiba Corp, pudo escuchar desde la recepción una discusión acalorada y las voces las reconoció muy bien, así es que sacó su celular, se lo colocó en el oído simulando que atendía una llamada telefónica, y puso atención a la pelea.

—Solo es una inocente petición angelito rubio.—profundizó Deblin, se suponía que ya debía estar trabajando con ponerle trabas a Atem y seguía en la empresa.—No pasa de que te enamores también de mi y nos casemos.

Ducke se ponía frente al rubio impidiéndole el paso, y aunque Joey lo intentara esquivar, aquel pelinegro era muy terco.

—¡Ya vete!

—Vamos—se atrevió a tomarlo nuevamente por la cintura y pegarlo a su cuerpo. Joey tenía papeles en las manos, muchos de ellos con cheques, por lo que le fue más prioritario no dejarlos caer, aun así trató de alejarlo con sus brazos y codos.

—¡Ya te lo dije, déjame en paz Deblin! ¡No quiero nada contigo, eres un total desconocido!

—Sí que lo quieres, lo sé. Eres mi chico. —trató de besarlo a la fuerza pero Joey solo protestaba y desviaba su rostro. La recepcionista y algunos clientes observaban sin decir nada.

—¡Quítame tus garras de encima! —pero el pelinegro apretó el agarre con más fuerza estaba a punto de besarlo.

—MI angel rubio…

—¡DEBLIN! —escuchó la voz autoritaria de Kaiba y rápidamente el aludido se quedó firmes mientras Joey se ponía estático y colorado de que su amado jefe los encontrara de esa manera.

Kaiba se acercó con una rabia visible.

—¡Deberías estar haciendo tu trabajo! ¡¿Para qué te pago, holgazán?!

El pelinegro tosió dos veces desviando la mirada disimuladamente y se encaminó sin decir nada siendo visto por todos. El ambiente se volvió pesado por unos minutos.

—¡Deblin!— volvió a llamar Kaiba firmemente y con claro tono de desprecio. El aludido se detuvo sin voltearlo a ver, ambos a contra espalda. Un breve silencio puso a todos en tensión.— La próxima vez que te vea molestando a mi asistente…Te arrastraré fuera de mi empresa y te aseguro que no seré responsable de lo que te pase.

Ducke sonrió de lado y enfrentó la mirada encolerizada de Seto quién también lo miró fulminante  al virarse.

La expresión sínica en los ojos esmeralda claramente reflejaba indiferencia, entonces aquella  sonrisa se ensanchó aún más cuando miró con deseo al rubio tras del magnate; Deblin había encontrado algo más prioritario que su buena paga de Kaiba Corp.

—Fu.— bufó como reto y salió con aires de grandeza.

Todo quedó estático en la recepción, la tensión podía cortarse con un cuchillo de mantequilla. Todos regresaron a sus actividades disimulando inútilmente que algo había pasado pero la presencia de su jefe furioso los hacía temblar.

Incluyendo a Joey. Quiso seguir su camino sin querer llamar la atención de su jefe— casi de puntitas y nervioso—, pero Kaiba lo llamó.

—¿A dónde vas Wheeler?

Joey solo se paralizó y se viró sobre sus talones con los pelos de punta y rascándose la nuca.

—¡Ehhh…solo iba a….

—A mi oficina.

 

Tragó saliva.

 

 

 

Taller mecánico Fudo.

 

Yusei había llegado a su trabajo pasadas las ocho de la tarde. Notó que el lugar se encontraba cerrado por lo que hizo una mueca de disgusto pensando que sus trabajadores se habían tomado el día. Sin embargo, al entrar, la luz de la recepción estaba encendida.

Yuya estaba acostado en el sillón de espera, Yuma y Crow lo estaban cuidando pues el chico había caído en un shock traumático de la nada cuando cayó al piso y gritaba cosas incoherentes a los cuatro vientos.

Realmente les había sido difícil el volverlo a calmar, Crow tuvo   que darle un fuerte golpe en la mejilla y solo así consiguió que perdiera la conciencia para poder cargarlo y colocarlo hasta ahí.

Para su alivio, Yuya se encontraba bien. Ya un doctor lo había visitado encontrando sus signos vitales en total orden y ahora solo estaba descansando con una fiebre no muy alta.

—¿Qué pasó aquí? —cuestionó el dueño del lugar.

—Ni siquiera nosotros lo sabemos, Yusei. Comenzó a tener una especie de ataque epiléptico o algo parecido. Eso fue en cuanto se cruzó con la mirada de tu “noviecito”.

—¡¿Jaden estuvo aquí?! —se sobreexcitó.

—Me refiero a Haou, idiota.

—Ah. Entonces Haou realmente salió a buscarme antes que yo. —los ojos azules se iluminaron. Después de todo sí lo tomaba en consideración.

Crow se puso serio frente a frente con su amigo y jefe.

—Yusei. —hizo una pausa crítica— Las cosas que decía Yuya, todas, eran a cerca de Haou.

—¡¿Qué dices?!

—Al parecer Haou y él ya se conocían mucho antes, pero…no sé cómo explicarlo; Yuya estaba aterrado, histérico, gritaba que no se le acercara, que lo dejara libre, que ya no lo hiriera; varias cosas mórbidas.—miró al chico de cabello verde y rojo. —Realmente hasta a mí me alteró. Esto me da un muy mal presentimiento Yusei. Ese chico es peligroso, su sola presencia me hizo dudar de mí, es mejor que te alejes.

Yusei endureció sus gestos. Era verdad que la presencia  de ese chico helaba la sangre, pero también era lo interesante de él. Era un muchacho misterioso, difícil, eso le daba un extra de atracción, y sobre todo, parecido físicamente a su novio. No podía perderlo.

—Entonces, él vino. Que alivio. Pensé que yo no le importaba —afirmó como si la advertencia del peli-naranja no importara.

—¡¿Me estás escuchando, Yusei?¡—Crow se alteró. —¡No sabemos de lo que es capaz, y si no tomamos medidas de precaución ahora, podríamos lamentarlo más adelante!

—Lo sé. No te preocupes, Crow. Iré a verlo.

—¡Es lo primero que te digo y lo primero que haces! ¡Aléjate de él!

—Crow. —habló alto y firme. —Te agradezco, pero no te metas en  mis asuntos. Tú sólo cuida a Yuya. No me tardaré.

Comenzó a caminar ignorando las quejas de su amigo. Después Yuma lo detuvo.

—Te dejó esto. —Entregó la pequeña caja.—Y Shark vino a decirte que Kaiba quiere verte.

—¿Kaiba?

—Quiere darte una pensión por la pérdida de Jaden. —explicó Crow de mala gana.

—¡No quiero nada de él! ¡El tiene la culpa de todo lo que me pasó, fue su culpa que Jaden tuviera ese accidente, de que Jaden coqueteara con otros hombres; todo fue por culpa de Kaiba y su maldita empresa! ¡Que se vaya al carajo!

—¿Su culpa, Yusei? ¿Estas seguro? —Crow ya no lo veía a los ojos, fijo su vista hacia otro punto y relajó su cuerpo cansado de que no lo tomara en serio. Pero más que nada era un sarcasmo señalando que él realmente había tenido la culpa.

Yusei entendió la indirecta. No pelearía con sus amigos, solo se desgastaría inútilmente, después de todo él tenía la razón. Se viró hacia la salida.

—Yu-Yusei…—Yuya había despertado brevemente, todavía tenía fiebre.—Haou no…no es ni la sombra de lo que era Jaden. Si vas con él…yo te garantizo que….sufrirás.

—¿Por qué dices eso, Yuya? —Yuma fue el que más se preocupó, sobre todo por el estado de su amigo.

El chico de espectáculos no respondió. Su vista se fijó en la silueta de su jefe con la esperanza de que recapacitara y cambiara de opinión.

Pero Yusei ni siquiera se viró  nuevamente al detenerse, bajó la vista y siguió su camino sin dudar. Si acaso tendría que aprender por las malas, lo haría, pero no dejaría ir a SU “Jaden” de nuevo.

Los presentes lo miraron con preocupación. Yusei era una buena persona, caritativa, comprensible, muy inteligente, entregada y protectora.  No querían que un gran ser humano se perdiera; pero mientras Jaden siguiera siendo el punto donde el eje de su mundo giraba, su cerebro estaría en modo OFF.

 

…………………..

 

Dentro de la cajita había una llave y una dirección con una hora. Marcaba las 10:00.

Miró su reloj, eran a penas las 6:30 p.m, faltaban unas horas. Así fue que decidió ir a perder el tiempo al canal de aguas cristalinas de la ciudad.

Contempló las chispas de luz de la ciudad que se reflejaban en el agua, eso le dio la pauta de llevar sus recuerdos hacia un pasado algo lejano con su amado Jaden:

 

El viento jugueteaba con los cabellos castaños del diseñador de Kaiba Corp. Mientras Jaden contemplaba aquellas chispas en el agua, Yusei inconscientemente se hallaba hipnotizado con cada detalle del cuerpo del chico.

Para él era perfecto:  grandes ojos brillantes y vigorosos color marrón, cabello delicado castaño, magnífica piel suave y juvenil clara; labios delgados y rosados relamiéndose un poco por el frío, la forma de sus manos y todas aquellas alegres expresiones que llenaban de luz cada instante de su vida. Era imposible no enamorarse de tan perfecta obra de Kami-sama. Un chico así, único en toda la especie humana cuyo propósito era darle un valioso significado a la palabra vivir.

Vivir. Eso era algo de lo que Yusei no entendía bien, vivir para él había sido todo un arduo trabajo de sobrevivencia que con el pasos de los años se convirtió en monotonía. Hasta ese punto crucial donde ya no lograba darle un sentido a su existencia y no lograba distinguir entre la vida y la muerte.

No valía la pena nada, hasta que él apareció.

El día que lo conoció había cambiado algo dentro del errante y frío corazón del mecánico.

Jaden sonrió y el corazón de Yusei casi podía saltar de su pecho palpitando precipitadamente rompiéndole las costillas. Su boca se secó de los nervios, de la emoción, de la gloria al encontrarse con esa tan especial persona en el mundo.

“Yusei…”—Jaden pronunció al mecánico tranquilamente sin voltearlo a ver.

“¿Sí?”— Yusei lo miró con ojos de enamorado totalmente entusiasmado. Tenía que confesarle lo mucho que lo quería.

“Yusei…”—Volvió a pronunciar esta vez mirándolo de frente; esperando que sea él quien diera el primer paso

“Dime…”

“Hemos estado aquí casi una hora sin decirnos nada. Creo que ya nos estamos congelando.”

Yusei quedó helado, y no por el clima, había pasado todo ese tiempo prácticamente sin hacer nada pero él había sentido como si hubiesen sido tan solo unos minutos,

 “!AHH! ¡Lo siento, lo siento!” —De inmediato Yusei se despojó de su chaqueta y se la puso sobre los hombros al chico. Era capaz de quitarse hasta la playera también solo por el bienestar del castaño.

 “No  tienes que hacer esto viejo. Solo…deberíamos movernos de aquí”

“No hay problema. Yo quiero hacerlo por ti” —respondió sonriéndole tiernamente, algo sonrojado y sin sentir el frío a su alrededor.

Jaden lo miró con un sonrojo.

“Está bien, si tú lo dices”

Habían estado saliendo desde hace un par de meses desde que Yugi los presentó en una fiesta donde coincidieron. Desde ese día ambos habían estado bastante unidos como grandes camaradas, hasta que ese sentimiento de amistad lo llevaron hacia otro nivel, sobre todo Yusei. Era el momento de revelarlo.

“Jaden...” —el aludido puso atención.

Yusei tragó saliva, las manos le sudaban, su quijada temblaba y su estómago se revolvió. Enmudeció en cuanto los ojos marrones penetraron sus azulinas y tímidas orbes.

“¿Qué pasa Yusei?”

“J..Jaden…yo…”

El tiempo volvió a congelarse, su corazón le provocaría un paro cardiaco si continuaba así, ya la comida la sentía hasta la garganta.

Entonces dejó de respirar.

“¿Yusei?”

Antes de perder la conciencia gritó precipitadamente a los cuatro vientos sin importarle que  todos lo escucharan.

“!JADEN CASATE CONMIGO!” —expulsó todo el aire que había sostenido, con tanta fuerza que los gritos de Tarzan apenas serían un susurro.

Ambos quedaron viéndose sorprendidos. Jaden aturdido por lo que había dicho y Yusei avergonzado por comportarse como un idiota.

Después de un breve silencio y el sonido del viento paseando una bola de ramas a un lado de ellos, la risotada del Yuki estalló con mucha energía.

Yusei estaba muy apenado, quizás se estaba burlando de sus sentimientos, pero —aunque no había sido la clase de declaración como lo había planeado—, venía desde lo más profundo y sincero de su alma. Su rostro no podía estar más rojo.

“Jajaja, Yusei. Que tal si primero somos una pareja” —Guiñó un ojo e hizo un gesto divertido con dos dedos señalándolo hasta su frente. —“Ya después pensaremos en tener “bebés” jajaja”

Era un sueño, un sueño para el mecánico hecho realidad. Entrelazaron sus dedos con ambas manos, se sonrieron y poco a poco acercaron sus rostros. Jaden cerró sus ojos y levantó sus labios para recibir el primero de muchos bellos besos, pero el cuerpo de Yusei estaba torpe, dio un inocente paso hacia atrás y perdió el equilibrio, por suerte había logrado soltar al castaño a tiempo pues cayó como bulto al rio.

Jaden se quedó con los ojos parpadeando, entonces fue hasta él preocupado.

“!Yusei! ¡¿Qué te pasó, viejo?!”

“E-ehh.”—Yusei no sabía dónde meter la cara del embarazoso momento. Sin duda era un completo imbécil.

Jaden volvió a reírse con fuerza, sus ojos lucieron conmovidos y también brincó al río pese a la baja temperatura.

“!Jaden!”

Jaden nadó un poco hasta él.

“Vaya, es una manera bastante peculiar de declararse pero…..me gusta” —,tomó el rostro del mecánico con ambas manos y se impulsó lenta y delicadamente hacia los labios paralizados.

“También te amo, Yusei.”

Así, al fin, lo besó apasionadamente dejando anonadado al mecánico.

Fue como una mezcla de colores chispeantes, vivos, danzando alrededor de ellos, o como una luz radiándolos celestialmente y haciéndolos flotar, una sensación de júbilo airoso que las palabras no podían describir. Sin duda el convenio de amor que los unía ahora tenía una cláusula de “para siempre”.

 

Los pensamientos del oji-azul regresaron a la realidad. No se había dado cuenta de todo el tiempo que había transcurrido al sumergirse tan profundamente en los días felices. Sus ojos no pudieron evitar derramar amargas lágrimas pues en verdad extrañaba descomunalmente todo de él.

¿Por qué? ¿Por qué la vida se había encaprichado de esa manera con él si no le hacía daño a nadie? ¿Por qué el karma no castigaba en verdad a las personas malas y pareciera sentir placer haciendo sufrir a las buenas? ¿Por qué?

Habían muchos momentos inolvidables que le estaban llegando a la cabeza en esos momentos torturándolo conforme pasaban los minutos. Recuerdos que lo lastimaban por el simple hecho de ser tan perfectos y lejanos, anchados a la idea de que nunca jamás volvería a vivirlos.

 

¡Solo una oportunidad! !JADEN! —gritó en su cabeza.

 

Y esta vez haría las cosas bien, esta vez procuraría encerrar a Jaden en el departamento para que nada le pasara, esta vez lo obligaría a dejar KC y lo llenaría solo de amor y felicidad.

Pero solo necesitaba una oportunidad más.

 

 

TIENDA DE VIDEOJUEGOS MUTO

 

Atem había decidido pasar todo el día con Yugi en su humilde negocio familiar. Inclusive él mismo hizo algunas ventas y atendió a los clientes del local sin ningún inconveniente.

Yugi no podía estar más radiante y sobre todo el abuelo, pues Atem había traído regalos para ambos —no tan costosos como los de Kaiba puesto que no quería “comprar” su amor así—pero bastante exóticos y únicos.

Afuera del local la seguridad que acompañaba a todos lados al egipcio rodeaba el perímetro.

Todo con discreción pero atentos a cualquier anomalía.

Ducke Deblin no pudo acercarse mucho, aunque sinceramente no tenía mucho interés después de haberse marcado un objetivo personal.

Estaba aparcado en un carro color vino fumándose un cigarrillo tranquilamente dejando que el manto de la noche cubriera su entorno.

Había llegado demasiado tarde. Seguramente si Kaiba se enteraba que su rival se encontraba junto a su presa se pondría aún más rabioso que hace unas horas. Yugi Muto parecía un chico sencillo pero cautivante. Era de ese tipo de jovencitos fáciles, adorables y excitantes para todo enfermo sexual que le gustaran los cuerpos de infante a un precio caro.

Exhaló el humo de su cigarro, había una persona a quien se lo podía vender bastante bien pero le daba terror volver a tener contacto con él.

—Umm Yugi Muto, creo que pondré a Kaiba ocupado contigo. Así dejará de estorbar en mi camino.

 

 

Dentro de la tienda.

 

Atem contemplaba la silueta del vendedor. Este estaba atendiendo al último cliente del día antes de cerrar, pero por más que quiso disimular, Yugi simplemente estaba muy nervioso y sonrojado.

—Yugi. Me gustaría ir a cenar contigo. ¿Crees que podamos después de cerrar?

—¡En serio! ¡Encantado! —se trató de serenar, no quería parecer muy ansioso—cof, cof…es decir….Me parece buena idea.

Atemu estaba enternecido. Por más que ese muchacho quisiera hacerse el sofisticado, simplemente no podía. Yugi era un chico simple y feliz, no le quedaba ese porte de presunción. Ya había conocido a demasiadas personas con aquel defecto tan desagradable.

Salieron tranquilamente al centro de la ciudad. Ducke los siguió discretamente.

 

……..

 

Aunque Yugi quería ir hacia un restaurante casual de comida rápida, Atem tenía otros planes. Aprovechando su estancia en Japón y el poco tiempo que tenía antes de regresar a Egipto, dirigió su elegante y costoso auto hacia uno de los mejores restaurantes de la ciudad.

Yugi estaba embelesado, siempre lo ponían así ese tipo de lugares ostentosos. Se sentaron en una mesa y ordenaron. Yugi no quería parecer abusivo, pidió algo ligero, sin embargo Atem lo convenció para que pidiese algo que realmente le atrajera.

Quedaron en espera mientras les servían una copa del mejor licor de la casa.

—¿Te agrada el lugar, Yugi?

—Sí, es muy vistoso. —tomó del licor pero era bastante fuerte para él e hizo una mueca, solo le dio un corto sorbo y disimuló su inexperiencia.

Atem no perdía cada detalle de su amado tricolor, estaba completamente perdido por él.

Siempre había estado metido en su trabajo en todo sentido; en los viajes de negocios, en los cierres de tratos, en la producción y competencia de su empresa para llevarla hasta la cumbre del mundo empresarial. Había trabajado tan arduamente que se había olvidado realmente el verdadero significado de la vida: VIVIR. Y un día, al despertar, miró hacia un costado de su cama y fue entonces que sintió un profundo vacío. Su vida continuó por mucho tiempo de esa manera, haciendo todo por inercia y monoteísmo hasta que un bello día conoció a un mesero en una pomposa reunión.

Era el ser más inocente y perfecto del mundo. Su presencia le recordó a una bella pluma de ave blanca mecida por el viento moviéndose con él. En pocas palabras: LIBERTAD. Fue entonces que tomó una nueva perspectiva del mundo y dio un nuevo significado a su vida. Esta vez, caminaría sin cadenas en los pies y busca sus historias felices.

—Te traje aquí porque quiero decirte algo muy importante que me llega desde lo profundo de mi ser y quería que este momento fuera especial…

Era ese el momento que ambos habían estado esperando, sabían perfectamente lo que el otro sentía para cada uno y sencillamente solo les faltaba dar el paso para atar sus destinos eternamente. No más demora, o más inconvenientes, solo ellos.

—Yugi, yo…

—¡Yugi! —una voz habló alto haciendo voltear a ambos chicos y rompiendo tan perfecto momento..

—¡¿Kaiba?! —casi dan un salto desde su asiento.

Kaiba caminó pavonándose hasta ellos y miró al egipcio con desprecio, pero su vista se centró en el más bajo.

—Vaya Yugi, que casualidad encontrarte aquí, es uno de mis lugares favoritos, pide lo que desees y lo haré realidad. —Kaiba tomó una de sus pequeñas manos y la besó suavemente. —Vayamos a una mesa con menos “piojos”, te aseguro que te atenderé bien.

—¡¿Qué estas haciendo aquí, Kaiba?! —Atem fue el primero en alterarse y se puso de pie..

—Contigo no quiero hablar.

Yugi estaba en shock, estaba seguro que volverían a pelear.

—¡No puede ser una casualidad! ¡Ya basta Kaiba! ¡Déjalo en paz! —apretó los nudillos.

Kaiba lo enfrentó.

—No te metas Aknamkanon. Tú eres el que deberías de dejarlo, solo estas asfixiándolo con tus juegos. Sé que nada bueno saldrá de ti. No dejaré que Yugi cometa el mayor error de su vida que es estar con una basura como tú de novio.

—¿Error? —ambos tricolor se pusieron a la defensiva. Entonces todos comenzaron a hablar y discutir al mismo tiempo.

—¡Ya te lo había dicho Kaiba! ¡No quiero nada contigo!

—¡No sabes lo que dices!

—¡Yugi ha sido muy claro, Kaiba! ¡Desaparece!

—¡Tú eres quién debería irse!

La discusión comenzaba a acalorarse, los guardaespaldas de Atem corrieron en su ayuda así tuvieran que golpear al CEO más rico de Japón, mientras los agentes de KC también se hicieron presente.

Desde afuera del establecimiento solo se podría apreciar las espaldas y caras arrugadas de los agentes y los magnates. Seguro se pelearían en serio esta vez.

Joey estaba sentado en la parte del copiloto del elegante automóvil de KC, suspiraba. No podía creer que Kaiba lo sometiera a ser su muñequita de trapo con el chantaje de su carrera. Había llegado muy lejos y con mucho esfuerzo como para que de un parpadeo se derrumbaran todas sus ambiciones, porque Joey también tenía ambiciones.

Hizo un breve viaje hasta esa mañana:

 

Oficina del CEO, KAIBA CORP.

 

Kaiba miraba con el ceño fruncido a su asistente, este también le regresaba la mirada de la misma forma aunque temblando.

—Creí haberte ordenado que no coquetearas más con él.

—Kaiba, ¿De verdad me crees capaz de hacer semejante descaro? ¡Debes estar enfermo!

—¡Entonces ¡¿Por qué lo haces?!

—¡Yo no lo hago, él se me acerca. Incluso cuando le dije que tú lo querías a dos kilómetros de mí, él se lazó contra mí!

Kaiba no entendía ese maldito sentimiento de ira. Era tan desesperante para él no saber los orígenes de ese mal que lo agobiaba cada que su asistente estaba cerca del pelinegro y eso lo tenía a la defensiva. Porque era el poderoso Seto Kaiba, y no podía haber lagunas ante su perfección.

—Está bien. Te daré nuevas órdenes. Te mantendrás a mi lado hasta que yo lo decida.

—¿!Qué?!

—Me seguirás como mi sombra y te mantendrás al marguen de mis peticiones. Claro que te subiré el sueldo muy bien y tendrás mayores privilegios, pero de mi lado no te vas.

—¡Pero que estás diciendo Kaiba! ¡¿Me estas contratando como tu esclavo?!

Kaiba se acercó al alterado rubio y tomó el dragón oji-rojo de su cuello.

—De todos modos ya te había dicho que me perteneces por el único motivo de haber robado esta reliquia.

—¡Yo no robé nada!

—Mis abogados podrían pensar lo contrario.

—¡Kaiba, ya fue suficiente! ¡No puedes obligarme!

—Renuncia Wheeler. Hazlo y haré de tu vida un infierno. Después de todo, que puede esperar la sociedad de un inútil bueno para nada que teme hacer su trabajo.

 

Kaiba había acorralado todas las respuestas ingeniosas que se le hubiesen ocurrido, no había tenido de otra más que aceptar. Era por eso que se encontraba en ese momento aparcado como el coche sobre la acera.

—Uff, vaya ascenso.

Deblin miró al rubio desde que habían llegado. Él había sido quién dio aviso al magnate pero nunca imaginó que trajera a su ángel rubio.

—Vaya, vaya…es el destino. —Le brillaron sus orbes. Entonces se acercó al auto y sin perder ni un segundo abrió la puerta del piloto que Kaiba había dejado sin cerrarla. Eso exaltó al oji-miel.

—¡Duke!

—Pero miren que tenemos por aquí. Un cachorrito perdido. Ya veo que esperas a tu dueño. —miró hacia el barullo del lugar y las siluetas de los magnates gritándose alrededor de los guarda espalda que ya habían comenzado con los golpes y Yugi debajo de la mesa.

—¡El no es mi dueño! —vociferó.

—Ya lo sé. — Ducke se acercó descaradamente hacia él. —Me refería a mí.

En ese momento lo besó a la fuerza. Joey trataba de quitárselo de encima pero esa posición le dificultaba moverse y más por el cinturón de seguridad que de cierta forma lo inmovilizaba.

Duke empezó a acariciar su cuerpo metiendo sus heladas manos por debajo de la ropa del asistente y tocando todas las partes íntimas al momento que lo obligaba a sostener el beso que ya incluso le había mordido los labios y la lengua. Comenzaron a forcejear, esto provocó que el auto se moviera balanceadose de un lado hacia otro consiguiendo que los cristales se empañaran.

Fue entonces que algo hizo voltear a Kaiba justamente hacia ahí, como si fuera su instinto, una alerta roja interna que hizo que pudiera darse cuenta de lo que estaba pasando.

Había sido como un volcán haciendo erupción, su cuerpo se puso caliente y en su mente no se encontraba nada más que hacer pedazos a ese metiche de Deblin. Entonces sin pensarlo corrió hacia ellos dejando atrás el conflicto y a su rival.

—¡!!!!Deblin!!!!!!!

 

………………..

 

Departamentos Syncro

 

Yusei abrió la puerta de aquel departamento con el número 27. Era bastante amplio, con un primer piso y decoraciones modernas, el lujo era su mayor característica junto con los muebles. Entro admirando del lugar hasta la pequeña sala.

Había una fotografía de Jaden en un cuadro de mesa, de inmediato la sostuvo entre sus manos y abrió grandes los ojos. ¿Por qué estaba ahí?

—Vaya, llegaste.

Yusei alzó la vista hacia el umbral.

—Haou.

 

 

Continuara…

Notas finales:

 

Muchas gracias por leer....!!!!!!

 

:)

 

-Yami red eyes-


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