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Cambio de Corazón por Yami Red eyes

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Notas del capitulo:

 

 

Hola, hola11

 

Pues que decir, voy a crear otro fic starshipping muy prontito, cortito pero bonito.

Será a base de la peli, así que ....mmm bueno no creo que haya tantos spoilers para quien no la ha visto.

Espero no haya quedado mal este cap :3

 

 

 

 

"Amar no es renunciar a la propia libertad, es darle un sentido"

 

Capítulo 5.- Biotopia

 

 

Kaiba abrió la puerta del vehículo de la parte del piloto.

Con un fuerte jalón sacó violentamente al pelinegro propinándole una fuerte golpiza a su quijada y haciéndolo rebotar sobre la cera.

Encolerizado dio un vistazo a su asistente quién estaba agitado del miedo, acorralado en la esquina del copiloto.

Lo examinó con la vista: los botones de su camisa habían volado por la cabina del auto exponiendo así su bien formado pecho, los labios maltratados, dos chupetones en el cuello; el pantalón estaba bajado y los calzoncillos desacomodados así como su revoltosa cabellera rubia. Claramente las manos de ese pelinegro habían llegado muy lejos.

—¡Maldito Deblin!!A él NO!

El pelinegro se levantó sonriendo cínicamente limpiándose la sangre con su brazo; penetró la mirada en las azulinas orbes furiosas del magnate al momento que lo señalaba con el dedo índice en un gesto ahora serio.

—¡Tú dijiste que no tenías ningún interés en él!

Yugi, Atem, los guarda espaldas (además de algunos curiosos), salieron del establecimiento presenciando la disputa.

Kaiba arrugó el entrecejo, después miró a su alrededor dándose cuenta de que había llamado torpemente la atención de todos. Era algo que le molestaba pues no le gustaba estar en boca de nadie, sobre todo de las revistas de chismes a no ser debido a algún logro empresarial. Ese momento no le ayudaba a su imagen.

Sin embargo, por más extraño que pareciera, se dio cuenta que su cuerpo se había movido a voluntad con el deseo ferviente de proteger a ese estúpido rubio; no tenían sentido sus acciones.

—Estas bromeando. Lo que haga o deje de hacer Wheeler me tiene sin cuidado pero…!¿En mi auto?! ¡¿Sabes lo caro que cuesta darle mantenimiento a la piel de importación?!!!!

Joseph bajó la vista, las palabras de su jefe lo habían herido mucho.

—Además. —Continuó el ricachón—Te di la orden de NO molestarlo.

Ducke se irguió.

—No estamos en Kaiba Corp. ¡Ubícate!, aquí no puedes echarme ni darme órdenes.

Kaiba miró al triste rubio. Se sintió devastado con la simple imagen de profundo dolor en el rostro del chico, no deseaba que se sintiera así. Volvió a mirar al pelinegro tratando de ignorar un poco sus confusiones

—Claro, pero, sin embargo, puedo despedirte de todas maneras. —hizo una pausa dejándole ver una sonrisa triunfante al estilo Kaiba. —¡No quiero volver a verte!

La miradas se centraron en la expresión del extranjero, el silencio solo duró unos cuantos segundos para esperar su reacción. Ducke miró al rubio y después a Yugi terminando nuevamente en la mirada del magnate.

—Muy bien. —Respondió de inmediato y sin alterarse.—Aunque no puedes evitar verme todo el tiempo. Tu interés es por ese pequeño panda que está con el egipcio ¿No es así? El mío es ávido por aquel ángel rubio escondido en tu auto. Así es que cada quien a sus asuntos Kaiba.

Lo había expresado abiertamente provocando cuchicheos por parte de los espectadores, Yugi fue uno de los protestantes aunque no se atrevió a interponerse.

Las palabras de Ducke habían descolocado al castaño, miró hacia todas partes tratando de contraatacar sus razones pero no tenía ninguna excusa, se supone que eso era verdad.

Deblin sonrió anchamente.

—Tarde o temprano caerá en mis manos. El es MIO y no lo puedes evitar. —lo dijo con una malicia diabólica en su tono solo para que el magnate se enterara, sin embargo, nunca imaginó que esas palabras desencadenara una reacción de rabia en todo el sistema del magnate al nivel más alto.

Kaiba no lo pensó dos veces, se lanzó hacia el descubierto extranjero propinándole un fuerte golpe justo en el rostro, tumbándolo, continuando su agresión en el piso con todas sus fuerza pues su mente estaba invadida por la ira.

Deblin apenas se defendió, impactó ahora su puño contra la mejilla del más alto y la pelea continuó delante de todos los gritos arbitrarios de los presentes además del bullicio de los traceúntes animando al conocido magnate.

Ellos no se detuvieron, continuaron cada vez más intenso, podían matarse uno al otro si continuaba el tiempo. Pelearon arduamente hasta que el rubio llamó a su jefe preocupado por sus leves heridas y  fue así que lo desconcentró al pedir que parasen.

Solo de esa forma fue que Kaiba salió de su estado de  berserker*. Bajó la guardia y serenó su mente  provocando descuidadamente que el pelinegro tuviera acceso a darle golpes directos, duros y lacerantes hasta que lo tumbó.

De inmediato los agentes de KC se lanzaron contra el pelinegro, todos contra él solo.

Deblin trató de taparse la cabeza y el rostro apaciguando los golpes, pero todo su cuerpo no tuvo mucha suerte, solo le quedaba resistir.

 Joey fue a ver el estado de su jefe, no parecía nada grave. Kaiba lo apartó y se puso nuevamente de pie.

—¡Es suficiente! —dio la orden. Inmediatamente sus agentes se apartaron.

El pelinegro apenas podía sostenerse, su boca y nariz estaban ensangrentadas, además de varias heridas abiertas. Escupió al piso tirando un diente.

—¡Maldito Kaiba, esto no se quedará así!

—¡Mejor ya lárgate parásito! ¡No quiero verte cerca nunca más o te irá peor!

El extranjero se llenó de furia, apretó los puños y su mandíbula. Miró al rubio, por el momento tendría que desistir sus deseos, esa experiencia solo era un pequeño obstáculo antes de poder poseerlo.

—No Kaiba, será mejor que no me subestimes. —Dijo como advertencia. Dio media vuelta y regresó a paso firme (por así decirlo) a su auto cargando las miradas juzgantes de todos los presentes.

—Maldito Kaiba.—se dijo ya estando en el interior—Será mejor que te cuides, presumido. A ti te hace falta que alguien de tu tamaño te enseñe a respetar lo ajeno. Ya verás, mal nacido.

Arrancó para perderse de la vista de todos.

El “público” comenzó a susurrar y hablar sobre lo sucedido, sobre todo porque se trataba de una figura pública. Ya imaginaban los titulares en el diario del siguiente día.

Joey se acomodó sus ropas mientras que Yugi le preguntaba sobre su estado.

No lo podía evitar. Estaba nervioso, asustado, triste pero para su alivio en una pieza.

—Estoy bien, Yugi. No me pasó nada.

—¿Quién era ese tipo?

—Una pesadilla y una larga historia, amigo.

El magnate los interrumpió.

—Regresa al auto Wheeler, hay cosas importantes de que hablar.

—¡Pero…!

—Solo súbete. Es acerca de tu seguridad y Deblin.

Era un tema de suma importancia para el rubio, así es que no tuvo otra más que obedecer, aunque de mala gana.

—Lamento mucho que hayas tenido que presenciar este desastre mi querido Yugi. —Seto tomó su mano y volvió a besarla como antes de ser interrumpidos—Te debo esa maravillosa cena. Por favor, déjame llevarte a tu hogar.

Atem los separó con un manotazo a su rival.

—Entonces yo llevaré a tu asistente a la suya. —sugirió a manera de ironía, se había dado cuenta que Kaiba tenía una clase de sentimiento oprimido por su asistente que no dejaba salir.

—No te metas en esto Aknamkanon. No estoy hablando contigo, regrésate a tu país.

—Entonces deja en paz a Yugi.

Seto no tenía el humor como para comenzar otra disputa, bufó con una exhalación y regresó a su auto. Ya habría otra oportunidad para poner a ese egipcio en su lugar.

Así fue que todos regresaron a sus asuntos. Yugi se había quedado preocupado por su amigo puesto que sabía que Joey aún estaba algo aturdido mientras que Atem trataba de confortarlo con palabras optimistas.

 

En todo el camino ni el CEO ni su asistente se dirigieron la palabra.

 

Departamentos Syncro No 27.

 

Una gota de sudor recorrió la mejilla del mecánico Yusei en cuanto estuvo frente a frente del hermano de su amado diseñador. En un instante había quedado paralizado.

Haou se sentó en el elegante sofá mediano haciendo que el más alto imitara su gesto sentándose en el más grande.

Yusei trataba de tranquilizarse.

—Llegaste 10 minutos tarde. —pronunció de repente el magnate provocando que el mecánico mirara inmediatamente el reloj.

—Bueno si, un poco…

—¿Con quién estabas? —soltó tajante, agresivo pero extrañamente calmado.

La pregunta solo lo puso más nervioso, pensó que exageraba, ¿Qué eran 10 minutos de retardo? Había ido ¿no?

—No estaba con nadie, me demoré un poco, eso es todo.

Haou ladeo la cabeza, sus gestos eran —como siempre—, inexpresivos.

 —Uh… Yusei, es la última vez que llegas tarde.

Los ojos azules se abrieron con la orden, ¿Con que derecho mandaba sobre su vida?

—Haou, tú no puedes….

Las orbes doradas se posaron sobre las de él haciéndolo callar. A la mente del mecánico le llegaron taldos familiares con esa escena solo que no podía recordar donde lo había visto, quizás en alguna película.

El magnate parecía aburrido, recargó sus brazos sobre el respaldo del sofá y miró al techo. No sabía si ese chico lo divertiría del todo, sobre todo por su falta de interés con las pieles morenas. Al menos sus ojos azules lo hacían ver atractivo y la forma de su rostro.

A su mente lo invadió el recuerdo de su único y gran amor de toda su vida. Un chico bello, incondicional, entregado, perfecto pero que lamentablemente él había echado a perder tontamente. Un chico especial, único en el mundo. De cierta forma lo relacionaba con la forma de ser de su hermano, aunque tuviese un carácter oscuro en su interior. No lo podía negar, esa maldad en ese chico realmente lo hacían más fascinante ante sus ojos. Aquel chico había sido una de las causas por las cuales le gustaban los chicos de piel clara. Jamás olvidaría aquellos ojos naranja eléctrico del viejo continente.

Por otro lado, él tenía el sentimiento de que su hermano seguía vivo, conexión de gemelos se podría decir. Yusei era el novio de su hermano, por tal motivo no estaba seguro de querer herir al chico que hacía que los ojos marrones brillaran en su máxima plenitud.

 —Haou.—la voz de Yusei interrumpió sus pensamientos. Aunque no le tomó atención directamente, simplemente lo escuchaba. —¿Por qué está la fotografía de Jaden aquí?

Le había costado trabajo plantearle el cuestionamiento.

Haou no respondió de inmediato, se tomó todo el tiempo que quisiera antes de replicar para tensar un poco el ambiente.

—¿Estas seguro que es Jaden y no una fotografía mía?

Quería hacerlo dudar, sin embargo Yusei arrugó el entrecejo, colocó el cuadro delicadamente en su lugar para ir hasta él, tomar su cabeza con ambas manos y obligarlo a mirarlo a los ojos.

—¡Reconocería a mi Jaden aunque estuviera en medio de miles de sus copias en un cuarto cerrado! ¡Jamás, jamás vuelvas a burlarte de mí inteligencia!

Por primera vez Haou abrió algo los ojos; nunca nadie lo había enfrentado de esa forma. Volvió a perder expresión en su rostro en cuanto su orgullo saltó para protegerlo, sin embargo su corazón comenzaba a emocionarse ya que — ahora sí—, ese chico había atrapado por completo su atención. Quizás no eran muy diferentes.

Las miradas se enfrentaron, estaban peligrosamente cerca, casi acariciándose con las respiraciones. Yusei no pudo sostener más la firmeza de su mirada por más tiempo; aquellos ojos dorados tan penetrantes lo desarmaron, Haou logró intimidarlo, sobre todo cuando le habló.

—No eres nadie como para hablarme así. Pero debo reconocer que tienes agallas. —El mecánico tragó saliva

Con un movimiento rápido Haou jaló al más alto hasta estrellarlo con el sillón inmovilizándolo fuertemente con una mano aplicando una llave de lucha.

La cara de asombro de Yusei fue épica, aquel chico parecía tan frágil y débil pues siempre iban sus guardaespaldas con él a todas partes— además de no parecer tener un cuerpo fornido—, sin embargo poseía una fuerza descomunal. Quizás practicaba alguna clase de arte marcial.

El apretón lo hizo gritar un poco de dolor, no lo veía al rostro pero sabía que estaba burlándose de él.

—¡Ah! ¡Eso duele!

El oji-dorado acercó su rostro al oído del mecánico.

—Pero si todavía no te hago nada Yusei. Vamos, no seas exagerado. —lamió delicadamente el contorno de su oído, eso provocó que el oji azul se estremeciera pero inmediatamente el castaño le dio una fuerte mordida y succionó algo de sangre. Yusei soltó un fuerte alarido de dolor.

Algo andaba mal, las sensaciones no eran las mismas que con su amado castaño; estas eran más bien agresivas, dominantes, lascivas.

—¡Agh, No, para!

Con la mano libre el castaño se abrió paso hasta el pantalón del mecánico, bajó la cremallera y comenzó a masturbarlo mientras hundía su cara entre el cuello de Yusei; mordiendo y dejando marcas dolorosas sobre la piel,hasta los hombros.

—¡AHH!

No sentía placer, ni siquiera pudo lograr despertar su miembro o imaginarse que era Jaden quien le hacia todo eso. No, eso era distinto, retorcido, infame; solo deseaba salir corriendo de las garras de aquel salvaje.

Para Haou todo era un simple juego.

—¡No Haou, para ya…!!

Cuantas veces había escuchado aquellas palabras de desesperación, de súplica. Siempre. Todos sus “amantes” eran iguales; simplemente no apreciaban la belleza del dolor.

Yusei trató de quitárselo de encima, mas el agarre tortuoso del magnate lo hacían solo retorcerse. Pronto su miembro estaba tan friccionado por la mano del castaño que le ardía al contacto.

—¿Qué pasa Yusei? ¡Piensas que es mi hermano quien te hace todo esto?

—¡Jaden no, Jaden no sería así!

—Exacto, no soy como él. —Haou volvió a morder y lastimar sobre las heridas, esto provocaba que sus dientes perforaran más profundo su musculo. Pasó de su miembro a meter sus dedos en la entrada.

—Vaya, eres virgen aquí.

—¡Ah!¡Déjame por favor!

Haou no replicó, obligó a Yusei a lamer sus dedos para introducirlos en la pequeña entrada; dos dedos primero, al ensancharse llegó el tercero, hasta un cuarto con forme pasaban los minutos. Si los dedos que simulaban un vaivén vertiginoso hacían que ardiera su orificio, peor fue su sufrimiento cuando, de una estocada, el pene del magnate lo perforó.

—¡Ahhh!!!!

 

Isla de Man

 

Jaden miraba el atardecer y el paisaje pasar desde la ventana de un taxi. Estaba profundamente concentrado en algún pensamiento que no prestaba atención en lo que su nuevo amigo le explicaba sobre la historia de las calles que transitaban.

Jesse lo miró fijamente, lo contemplaba simplemente, su figura no era lo que llamaba más su atención, más bien era el magnífico brillo que emanaban sus orbes castañas lo que lo habían vuelto loco. Este chico realmente lo tenía hechizado desde la primera impresión.

Sin embargo, los pensamientos del castaño los llenaba de una sola persona: Yusei.

Estaba vacilante, muchas preguntas invadían sus sentidos, la retrospectiva lo torturaba y ninguna respuesta convincente.

¿Por qué las cosas habían ocurrido así?¿Cuándo Yusei comenzó a enfermarse de celos? ¿Qué motivos lo orillaron? ¿Qué pasaría si al regresar siguieran las cosas iguales entre ellos?

Lo amaba pero...

En ese momento lo llenaba un sentimiento amargo, algo que lo carcomía hasta los huesos, como si le estuvieran arrebatando algo importante en su vida. Escuchaba la voz de su novio llamándolo en su cabeza mezclado con una sensación de estarlo lastimando cruelmente.

 

Yusei…

 

Jesse interrumpió sus pensamientos al llamarlo.

—Mira este mercado tiene muy buenos aperitivos. Vamos a probar, Jaden.

El aludido ni siquiera se había dado cuenta de que el transporte se había detenido. Salió de su ensimismación para prestarle.

—Pensé que iríamos directo a la embajada. —no quiso sonar descortés por lo que controló el tono ansioso de su voz.

—Es tarde y la embajada todavía queda muy lejos. Tranquilo. No te impacientes, Jaden. La embajada no se moverá a otro lado. Trata de disfrutar del momento. — lo tomó de la mano provocando que el castaño se que sonrojara. —Ven, te van a gustar estos platillos exóticos de la isla.

Jesse parecía muy animado, bastante feliz y con un aura despampanante que reflejaba en su enorme sonrisa además de sus ojos enérgicos.

Jaden sonrió y lo se dejó guiar.

Llegaron a un establecimiento donde el ambiente parecía bastante animado. Música en vivo, convivencia sana, entretenimiento gratis y por supuesto, la típica comida acostumbrada del lugar.

Realmente los ojos cafés no sabían a donde fijar su vista, todo era muy vistoso y extravagante para sus acostumbrados ojos tradicionalistas al etilo japonés. Había olvidado que fuera de Japón había un mundo lleno de sorpresas inimaginables y únicas de las que se estaba perdiendo. Cada país con sus costumbres raras por sobre su estilo de vida: nuevos paisajes, diferentes léxicos, gente nueva, diversidad, he incluso diferentes formas de amar. Cada rincón del mundo era una.

Aunque su hermano vivía en Alemania nunca tuvo la curiosidad como para querer salir de sus zonas habituales para explorar un poco. Quizás había sido, en parte, debido al miedo de darle una mala impresión a su pareja que lo malinterpretaría todavía más. Haber llegado ahí le regalaría una  nueva experiencia que no volvería a tener en toda su vida, debía aprovechar.

—Verás que te va a encantar este lugar. —le entregó el Menú. —Pide lo que quieras.

Jaden contempló la carta por un tiempo. No sabía que decidir, o mejor icho, que se le estaba permitido.

—¿Ocurre algo Jaden? ¿No sabes que ordenar?

El diseñador sabía lo que se le antojaba pero la persona que siempre decidía que pedirle, que tomar, que ropa comprar o que ver, siembre había sido Yusei. Ahora no estaba seguro.

 —Amm…Lo que quieras

—¿Eh? Bueno yo te sugiero la opción A. Es una delicia, pero todo está bueno de verdad. Ordena con confianza lo que a ti te guste.

El silencio del diseñador reflejaba su clara indecisión.

—Esa está bien. —sonrió tontamente y se rascó la nuca. No era lo que llamaba su atención pero si su amigo lo decía, tendría que pedirlo.

Jesse se dio cuenta de su encierro en sí mismo. No podía ser así ese castaño ya que sus ojos reflejaban ese brillo cenit de libertad. Algo debió haberle pasado para apaciguarlo, para tenerlo cautivo en su propio cuerpo.

—¿Y de tomar? —el oji esmeralda preguntó seriamente.

—Amm… lo que quieras Jesse. —volvió a hacer el mismo gesto, nervioso, temeroso, sumiso.

Jesse se acercó a su rostro y lo tomó firmemente de una de sus manos haciéndolo tragar saliva.

—Jaden, eres una persona increíble, capaz de lograr muchas cosas hasta puntos inimaginables. Eso lo veo reflejado en tus ojos pero…Veo que tu espíritu esta prisionero de alguna forma. —tomó ambas manos—Nunca, nunca dejes que algo o alguien más ponga las reglas en tus decisiones. Se el protagonista de tu propia vida. Respira, siente, actúa pero siempre siendo tú el capitán de tu barco pues nadie más vivirá TÚ vida más que tú.

Las miradas se encontraron, esmeralda firme y marrón pasmado, así estuvieron por cortos segundos.

Jesse suavizó el contacto visual regalándole la más tierna y sincera sonrisa que tenía para calmar la desconcertada del diseñador.

—La libertad no es una condición, Jaden, es un derecho. —tocó sus mejillas suavemente con las yemas de sus dedos pulgares sin soltarle las manos. —Por favor: Vive.

Jaden quedó cautivado, algo en su interior había dado un vuelco de 360 grados, aquel chico tenía razón. Sobre todo cuando los recuerdos invadieron su mente:

 

Primera vez después de novios en un restaurante:

 

“Pide lo que quieras Jaden” —Yusei entregó el menú a su pareja que estaba sentada a un lado de él.

“!Todo se ve tan delicioso! ¡Tempura para mi!” —dijo emocionado.

“¿Tempura?” —cuestionó Yusei algo asqueado—“Podría engordarte Jaden”

El diseñador rio por el comentario, lo había tomado con mucho humor.

“Es mi platillo favorito. Nunca me ha quedado mal, hombre.”

“¿En serio?, si lo sigues comiendo me faltara brazo para poder abrazarte o rodearte por la cintura. Pero si tú quieres, no me importa amarte gordo”

“Uhh…bueno, entonces pediré ramen.”

“Mmm que tal arroz blanco con curry, sabe delicioso y le hará bien a tu hermosa figura”

Era la primera vez que comían como una pareja, le daría gusto a su novio por solo esta vez.

“Sí, esta bien, que sea arroz”

“Dos órdenes de arroz blanco con curry, por favor” —ordenó al final Yusei.

 

Unos cuantos meses saliendo. Restaurante:

 

“Pide lo que quieras Jaden” —Yusei entregó el menú a su pareja.

“Curry con arroz”

“Mmm, ¿Qué tal si pruebas el Miso? Y de bebida un té”

“No me gusta el té.”

“Vamos, pruébalo mi amor, te gustará”

“Si tú lo dices”

 

Año y medio después de haber sido pareja. Restaurante:

 

“Para mi traiga un Okinawa soba y para MI novio tráigale una orden de Tsukemono, deje una jarra de té”Esta vez, ni siquiera le entregó el menú.

 

Hubieron muchos recuerdos similares para todo lo que a él le gustaba, nunca se había dado cuenta que realmente ya no había sido el dueño de su vida. Pronto Yusei Fudo había controlado hasta los tiempos en los que debía respirar.

Vive…

Una sola palabra, cargada de tanta verdad.

—Bien, pues a mi se me antoja esta hamburguesa con papas al horno y queso. Siento como si hubiesen pasado años desde que no pruebo una.

Su acompañante volvió a sonreírle.

—Muy bien, pues yo quiero una orden de mariscos a la brava con refresco de cola.

—También quiero una soda.

Ordenaron al mesero y comenzaron a hablar amenamente sobre sus vidas, aunque Jaden aun con algo de cautela pues no podía ser él mismo del todo tan rápido.

 

Calles de Japón. 12:00 pm

 

Ducke se había tratado las heridas de su maltratado cuerpo apaleado y adolorido. Empero no podía ocultar los moretones o heridas de su cara. Estaba totalmente furioso; solo pensaba en vengarse del Magnate de KC.

Joey sería suyo, eso era un hecho irrefutable y lo lograría a como diera lugar. Buscó entre la guantera de su auto encontrando un viejo papel arrugado y algo quemado pero que contenía un número peligroso. Marcó motivado por la ira.

 

Departamentos Syncro No 27.

 

El celular del empresario sonaba la melodía “Biotopia” de ASP, casi le quita la inspiración pues estaba desflorando al mecánico que ya se había cansado de llorar, ahora solo gemía entre la mezcla del dolor y placer.

Ya Haou lo había sometido del todo; amarró sus brazos tras de su espalda y lo despojó de toda prenda; claro, él conservaba la suya, dejaba al descubierto solo lo indispensable para su placer.

Las marcas que había dejado en el cuerpo de Yusei no se veían iguales a las ya conocidas y fascinantes de sus víctimas de piel clara; pero debía admitirlo: esa era una exótica, nueva y magnífica vista.

Sacó su teléfono de su bolcillo de su pantalón negro, entonces alzó una ceja cuándo reconoció de quién se trataba.

 

Vaya, conque decidiste regresar, perra. —Pensó antes de contestar.

 

—Duke Deblin, que sorpresa.

 

Continuara…

Notas finales:

 

 

Me encanta esa canción de Biotopia, también les gustará :D

 

Berserker* Guerreros vikingos que entraban en combate bajo cierto trance de perfil psicótico, casi insensibles al dolor, fuertes como osos o toros, y llegaban a morder sus escudos y no había fuego ni acero que los detuviera.Se lanzaban al combate con furia ciega, incluso sin armadura ni protección alguna.

Su sola presencia atemorizaba a sus enemigos e incluso a sus compañeros de batalla, pues en estado de trance no estaban en condiciones de distinguir aliados de enemigos.

Pero al salir del trance no recordaban lo que habían hecho.

Algo así como el trance de Yuya cuando se le ponen los ojos rojos brillantes y cabello "super sayayin" xD.


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