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La tienda de antigüedades de Die por Kiharu

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Notas del capitulo:

[ByouxJin]

Resumen: Jin no sabe que escribir en la placa cuando van al santuario ya que cree tener una vida bastante feli

3.- Siempre junta las manos cuando  vayas al templo

 Byou era un hombre tradicional, esa era una de las cosas que Jin amaba. El verlo vestir yukatas para los festivales le causaba satisfacción, dado que Byou lucía condenadamente bien; incluso le gustaban las visitas a los templos, la comida según la época del año que el otro siempre pedía. Hasta le gustaba la manera en que tenían decorada la casa. Por otro lado, estaba esa obsesión por ir a la tienda de Die, donde se encontraba infinidad de objetos absurdos. Una vez adquirió un daruma para la graduación de Yuu y Takanori. Jin no quería ni pensar en las caras de ellos al obtenerlo como regalo. En fin, las tradiciones no siempre eran tan malas. Byou, a fin de cuentas, era un buen hombre: esa era la mejor forma de catalogarlo.

 

—Jin, cada que vayas al templo, junta las manos. A  los dioses les encanta.

 

—¿Y cómo es que lo sabes?

 

—Eso es un secreto.

 

Byou le recordaba aquello cada que iban subiendo las escaleras al templo. Esta vez, iban con encomienda. Era verano, así que iban preparando sus encargos para la temporada de calor. Lo dejarían inscrito en el ema de madera. Jin aún no pensaba en qué escribir de manera concreta, se sentía con los mismos deseos clichés de siempre. “Quiero tener salud, dinero y estabilidad” o un “seguir esforzándome en el trabajo”. No creía tener más qué pedir. Tenía una buena casa y la compartía con Byou; como no pagaban renta, las cosas era más fáciles. Ambos tenían un trabajo y pagaban a una mujer de mediana edad por hacer de comer (Byou le especificaba que debía preparar). También tenían intimidad con frecuencia, su relación era estrecha y ya se habían acostumbrado el uno al otro, cosa lógica después de 7 años de relación. Jin también tenía padres y se hallaban saludables. Tenía dos energéticos sobrinos (no tanto como los de Byou), y comía fruta casi todos los días. Tomaba baños al atardecer y dormía junto a su amante. No tenía por dónde quejarse. Y más que pedir, iba al templo a agradecer. Si hace 10 años no se hubiera topado con Kojima, su vida no sería así de magnífica.

 

 Sujetó con fuerza la mano de Byou, que dejó de hablar de quién-sabe-qué-cosa y lo miró. A Jin le gustaban las yukatas de verano, porque podía sentirse fresco incluso cuando se sentía abochornado. Como no dijo nada, Byou siguió avanzando.

 

*

 

Una vez frente al muro lleno de placas, Jin se replanteó todas esas cosas buenas de su vida. Y al final, como no se le ocurrió algo que quisiera, escribió “seguir siempre a su lado”. Observó el mensaje, escueto y sin una caligrafía precisa. Pero ya era tarde para cambiarlo, así que lo colgó. Cuando miró a su derecha, Byou estaba hablando con un hombre de unos cuarenta años. Jin iba a ir hacia él, hasta que miró la placa que había a su lado. Sonrió de oreja a oreja al ver lo que tenía escrito. Ese Byou podía ser un tipo muy amable. La placa leía:

 

“¡Por favor, denme un verano más con el amor de mi vida!”


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