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La tienda de antigüedades de Die por Kiharu

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Notas del capitulo:

[AoixRuki]

Resumen: Yuu y Takanori pasan una tarde lluviosa besándose frente a un daruma.

Yuu y Takanori llevaban ocho meses y dos días saliendo, según la cuenta de Yuu. Habían compartido besos furtivos, algunos un poco apasionados. Por lo menos podían jactarse de haber sentido la lengua del contrario dentro de su boca (que, para la edad y mentalidad de ambos, era todo un logro). Ambos carecían de experiencia y era eso mismo lo que los llevaba a emocionarse cada que se besaban o se tomaban de las manos.


Como recién se habían graduado, estaban de vacaciones. Habían planeado algunas salidas bastante cliché de parejas, también intentaban juntarse por las tardes más a menudo. Ahora que Byou les había regalado el daruma, se lo intercambiaban por semanas; una semana tocaba con Yuu y otra con Takanori. Habían quedado en casa de este último, donde se encontraba el daruma. Yuu siempre se ponía nervioso cuando iba a casa de su novio no sabía la razón exacta; su madre era excesivamente amable y su hermana siempre lo miraba mucho. Su padre, por otro lado, sólo se sentaba a ver televisión en la sala, por lo que no le causaba gran conflicto. La familia Matsumoto no sabía de su relación, pero como tenían tiempo conociéndose lo veían normal que pasaran tanto tiempo junto.


Estaba lloviendo desde la mañana, así que Yuu tuvo que ir con un saco y paraguas. Cuando llegó a su casa y Matsumoto le abrió, se le evaporaron los nervios y se dejó llevar. Al principio, estuvieron jugando con la consola de la hermana de Takanori, así que todo iba bien. Yuu se acercaba un poco más de lo normal, pero nadie lo notaba. Una hora después, cuando se habían puesto a comer helado, los padres y la hermana de Takanori anunciaron que se iban a dar un paseo. Y pasó un rato, y Takanori tomó la mano de Yuu. Y Yuu lo miró, como si buscara algún permiso, pero nunca lo hubo, porque la boca de Takanori fue a dar a la suya y entonces dejaron de comer, de jugar, de respirar.


—Vamos a mi habitación, Yuu.


El aludido asintió sin pensar y se levantó, siguiendo al más bajo por las escaleras. Una vez en la habitación, Takanori sacó un cd y lo puso en el reproductor. La música de jazz sonaba ligera y lejana. Shiroyama estaba consciente de que si llegaban los padres no debían ser atrapados de alguna manera comprometedora, así que la música no podía estar a tan alto volumen. Se abalanzó hasta Takanori y le dio un beso suave, casto… como los de siempre. Entonces, comenzó a mover los labios, intentando controlarse. Inconscientemente caminó hasta la cama del otro, donde acabaron por caer. Yuu pudo meter su lengua, pasando entre los dientes de Matsumoto y siendo rechazado para dejar entrar al otro en su cavidad. No estaban peleando por dominar, no estaban ni siquiera siendo cariñosos. Estaban dándose un beso burdo, lleno de saliva, como nunca antes se habían besado. Cuando la primera canción se terminó, se separaron y miraron el techo durante la segunda canción.


—Debe ser lindo dormir en este cuarto —señaló Yuu.


—Hace frío. A veces hay un gato que no se calla. Creo que tu  habitación sería mejor…


—Pero en mi habitación no estás tú, Takanori.


Ambos, en silencio, miraron al daruma, que los vigilaba con serenidad desde el escritorio de Takanori. Entonces comenzó otra canción y Takanori subió al regazo de Yuu, para volver a besarse. Ambos sabían que estaban excitados, que no era un buen beso y que en realidad ni siquiera estaban pensándoselo. Pero Takanori se frotaba de manera constante y se sentía bien. Se sentían bien. Yuu pensaba que no quería soltarlo nunca, porque estaba tan anestesiado que no podía pensar en que la vida fuera un problema. Cuando se separaron, porque la canción había terminado de nuevo, Yuu jadeó y Takanori bajó hasta su pecho, regresando al cuello y susurrando “se va a notar, tu mamá te preguntará…” y entonces, volvieron a mirar al daruma, uno al lado del otro. A ambos se les antojaba fumar, tomarse una cerveza o acostarse. Tenían la cabeza caliente, pero estaban deteniéndose por algo que ninguno de los dos sabía qué era.


Cuando Takanori despidió a Yuu más tarde ese día, seguía lloviendo. Regresó a su habitación, con esa ligereza de haber realizado un acto satisfactorio. Había sido la primera vez que se besaban y se tocaban un poco más, así que estaba feliz. En la lejanía, escuchó cómo sus padres regresaron a casa. Se acostó en la cama y observó el daruma; no sabía por qué se los habían regalado, tampoco entendía muy bien el significado antiguo que tenía, pero estaba bien observarlo de vez en cuando, porque lo hacía despejar su mente por un rato. Sonrió, pensando que era mejor estar acompañado para contemplarlo. 


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