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Entre dulce y salado por sue

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Notas del capitulo:

 

Miren quién regresó!!! :D (inner: Se hará justicia! ¬o¬) gomen gomen, confieso que sufrí un horrible bloqueo escribiendo éste capi, pero logré exprimirme la masa cerebral para medio formarlo xD con lo que señoras y señores… éste se trata nada más y nada menos que del penúltimo capitulo! (inner: O.O!) sip, ya no hay más carne para éste guiso je je (en serio, mi musa anda en otras historias n.nUu) Así que veamos en que para todo esto!!!…

 

 

 

 

Era de noche, las estrellas invadían con su esplendor el vasto cielo y Raoul y Katze, las contemplaban, acostados en todo el centro del lago congelado que se encontraba cerca de la posada, que en aquella oportunidad, les servía de escondite. Habían optado por tomar un pequeño paseo nocturno y la belleza del firmamento acabó por capturarlos.

 

Después de verificar la dureza del hielo, se aventuraron a caminar sobre el lago y hallar un lugar perfecto para admirar las estrellas.

 

A pesar de que estaban cubiertos de pies a cabeza, el frío les penetraba hasta los mismos huesos. Quizás a causa de ese paseo, el pelirrojo había acabado enfermando, pero eso era lo de menos. Aquella mágica noche, se grabó en sus almas para siempre...

 

- Dime ¿Conoces alguna constelación? – Preguntó Raoul a su acompañante – ¡Mira! Que hermosa… ¿Qué fase de la luna es esa? – Preguntó sin esperar respuesta a la otra incógnita, como si la nueva fuera de mayor relevancia.

 

El pelirrojo observó la luna que ofrecía una mitad con un brillo deslumbrante, y la otra, cubierta por una intensa oscuridad.

 

 Trató de hacer memoria, pero no estuvo seguro de si se trataba de su fase menguante o creciente.

 

Los hombres se tomaron de la mano, en comunión con el increíble milagro que se producía ante sus ojos. Por un momento se sintieron minúsculos, sus problemas se volvieron insignificantes en el amplio contexto del universo.

 

- Llevas el anillo que te di – Pudo percibir Katze, a pesar de que llevaban puestos los guantes.

 

- Pues claro, no volveré a quitármelo. Es la promesa de que vamos a casarnos algún día, cuando esto acabe – Cerró los ojos, entregado a la fantasía de la vida conyugal.

 

De hecho, nunca pensó seriamente en el matrimonio. Sabía que tarde o temprano se casaría – en pos de la perpetuación de la estirpe de los Am -, pero, no se imaginó que anhelaría aquel acontecimiento de entrelazar su vida con tal fervor…

 

- ¿Por qué esperar?

 

- ¿A qué te refieres? – Ante lo mencionado, abrió los ojos verdes de golpe.

 

- Casémonos ésta misma noche Raoul. Aquí, ahora.

 

- ¿Te has vuelto loco?

 

El rubio sonrió, divertido con su ocurrencia, pero se halló con que el otro parecía hablarle en serio.

 

- ¿Cómo podemos casarnos?

 

- Es sencillo, estamos tú y yo, que somos los que nos prometemos amor eterno.

 

- ¿Y los testigos?

 

- ¡La luna y las estrellas serán nuestros testigos! – Exclamó, al tiempo que extendía sus brazos.

 

- Eres increíble…

 

Sin importar que el hecho le pareciera absurdo o no, Katze le tomó de las manos y comenzó a decir sus “votos matrimoniales”.

 

- Yo, Katze, te tomo a ti Raoul como mi esposo, para amarte y respetarte; en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza… con tu padre de acuerdo o en contra.

 

- Oh vaya… - Con eso logró arrancar una tierna sonrisa y un sonrojo de su parte, más allá del producido por la baja temperatura – Sé serio Katze.

 

Se rió un poco y el encantador rubor que matizaba su piel lechosa, embelesó aún más a su prometido.

 

- Querido, estoy siendo serio…– Le apretó con fuerza las manos y le preguntó con absoluta resolución: - Raoul ¿Me aceptas como tu esposo? ¿Para amarme y respetarme…? - Le miró directo a los orbes verdes, aquellos que le maravillaban mucho más que las estrellas del firmamento – ¿Hasta que la muerte nos separe?

 

El rubio le miró y halló la respuesta enseguida.

 

- Si. Acepto…

 

.

 

.

 

.

 

En el momento en que abrió los ojos, Katze empezó a recuperar paulatinamente los recuerdos; aunque, no recordaba cómo había llegado hasta aquella habitación en la que estaba muy bien abrigado, y vestido por cierto.

 

Se retiró la compresa de la frente y como pudo se sentó en la cama. Un terrible dolor de cabeza lo atacó sin previo aviso, seguramente consecuencia de la tremenda agitación a la que se había sometido hacía poco.

 

¿Hacía poco? ¿Podía asegurarlo? ¿Cuánto tiempo había transcurrido desde entonces?

 

No estaba seguro. Pero lo que si podía asegurar era que se sentía fatal

 

- Que bueno que ya despertó – La mujer mayor que entraba a la habitación con un plato de sopa caliente, se alegró de verlo con mejor semblante.

 

- ¿Qué fue lo que ocurrió?

 

- Eso debería preguntarlo yo – Sonrió para luego mencionar: - Nos sorprendimos bastante cuando salió disparado a la calle sin ninguna prenda de ropa encima y en plena ventisca. Sólo los niños suelen hacer eso, pero para refrescarse y lo hacen durante la temporada de calor, luego de que comienza a llover. Norberto se preocupó y lo siguió… dice que lo encontró desmayado sobre la nieve. Si no va por usted, quién sabe lo que le hubiese ocurrido… - No quería imaginar lo peor, siendo que por la zona transitaban animales salvajes – Tenía tanta fiebre que pensé que se nos iba.

 

- Con que eso pasó… - La verdad no recordaba más que la angustia y después, un destello cegador.

 

En ese momento, indudablemente se había desmayado.

 

- Dígame ¿Cuánto tiempo he dormido?

 

- Unos días.

 

- ¿Cuántos?

 

- Dos aproximadamente.

 

Saberlo lo preocupó. Dos días significaban que Raoul estaba más fuera de su alcance.

 

El pelirrojo se levantó de la cama intempestivamente.

 

- Tengo que irme.

 

- ¿Qué? No puede irse. Usted acaba de salir de una fiebre terrible. Lo mejor que puede hacer es descansar.

 

- Escuche, no tengo tiempo – Dijo, sin ocultar su molestia – Debo apresurarme a…

 

- ¿A buscar al señor Max? – Adujo – No sé lo que haya ocurrido entre ustedes, pero tiene que enfriarse la cabeza primero. Aún lo veo alterado señor Harry… si es que esos son sus nombres.

 

Katze guardó silencio. El énfasis que también puso al decir “señor Max”, le indicaba que aquel chisme de sus identidades falsas, se había acabado ¿Y cómo no, si había salido a la intemperie sin camuflarse? Sus despeinados cabellos rojos lo delataban desde días atrás.

 

No le dio gran detalle a la casera, únicamente le relató la parte en que se hallaban huyendo porque el padre del otro se oponía a que estuvieran juntos.

 

- Entiendo su dolor, pero no debería salir y exponerse de esa manera en su estado…

 

- No puedo quedarme por más tiempo. Entiéndame, debo encontrarle, debo hallarle y preguntarle porqué me dejó… Por qué, después de todo lo que hemos pasado juntos – Una inmensa y desconocida rabia surgió desde lo más recóndito de su ser.

 

- Comprendo, pero debe comer – Con su suave voz logró que el pelirrojo volviera a la cama – En cuanto se sienta mejor, podrá marcharse. El señor Norberto se ha ofrecido a llevarlo a dónde necesite.

 

Al ver que ya no insistía, la mujer salió y lo dejó tranquilo para que descansara.

 

Pero eso fue lo menos que hizo Katze.

 

Se encontraba en ese cuarto helado, sólo que Raoul no estaba a su lado para darle su calor…

 

De nuevo, esa sensación amarga lo invadió y más aún cuando dio con la nota que había detonado los terribles hechos.

 

La tomó y se torturó en su lectura, una lectura que tenía algo de niño, cuando no se entiende en su totalidad la sintaxis o el contenido de las palabras.  

 

“No es fácil decirlo en palabras y sé que no me hubieses escuchado. Se acabó. Es mejor de ésta forma.

 

Por favor, no me busques. Raoul”

 

No estaba seguro de cuantas veces había leído aquella nota, pero no dejaba de hacerlo y junto con ello, se mortificaba haciendo miles de suposiciones malsanas.

 

Pensaba, que Raoul aunque lo quería mucho, se había hastiado de la vida insufrible que llevaban como fugitivos y había vuelto a casa, añorando sus lujos y comodidades; también que luego de pensarlo más detenidamente, se había asustado – y ésta era la opción menos viable conociendo como conocía el carácter del Am –, retornando a casa para buscar el perdón de su progenitor; y podría ser que luego de compartir con otros hombres, se hubiera dado cuenta de que el cariño que le tenía, ya no era el mismo…

 

Esa última era la que más temía, pues significaba que Raoul, había dejado de amarlo…

 

Y era la de mayor factibilidad, dada la manera en que había firmado la misiva.

 

“Raoul”

 

Por supuesto, no era tan formal como de haberle agregado el apellido, pero seguía siendo una manera en la que el rubio se había distanciado, dejándole en claro que algo se acababa.

 

Por lo menos si hubiera colocado “Tú Raoul” o “Siempre tuyo”, le hubiese dado esperanza; aunque claro, el ojiverde era un hombre bastante metódico y era posible que el modo en que había escrito aquello, no reflejaba en un ciento por ciento lo que sentía en su corazón.

 

Quizás se iba a ir sin dejarle mensaje alguno y cuando lo hubo pensado, no se percató de que peor sería el daño causado ante la manera fría en que escribió aquella bendita nota.

 

Sin que pudiera evitarlo, un indescriptible odio hacia Raoul se formó en su interior. Lo odiaba por haber tenido el atrevimiento de dejarlo cuando él, lo había dado todo por su persona. Por marcharse y creer que un trozo de papel sería suficiente para calmar su cólera.

 

Lo cierto era que tenía que existir una razón, un motivo específico y claro del porqué de su imprevisto acto. Quería preguntárselo, pero primero, tenía que encontrarlo.

 

- Voy a encontrarlo y cuando lo haga, voy a matarlo – Mencionaba con suma rabia en uno de esos instantes de reflexión venenosa – Lo tomaré del cuello y lo apretaré hasta asfixiarlo… Luego, me suicidaré, si, eso haré… o cuando me lo encuentre, me cortaré las venas enfrente suyo, para que vea lo que soy capaz de hacer por él… Se arrepentirá de haberse marchado – Lo haré sufrir.

 

Estaba cegado. Amargado por algo que era incapaz de cambiar. Pero aquel plan maquinado por una mente angustiada, lo abandonó al centrarse en el verdadero culpable de sus desgracias. Sintiéndose inmediatamente estúpido por haber dudado del amor del rubio...

 

Si Raoul no estaba a su lado, esa era culpa de William Am.

 

De nadie más.

 

A él, era al que debía dirigirle todo su odio.

 

- Por lo visto, no tengo otra opción más que luchar… y ésta vez, acabaré contigo maldito William…  

 

***

 

Ante los incidentes ocurridos tras de cámaras, el auge del programa aumentó en cuanto al rating y todo por la expectativa del público por ver la interacción de Riki y Kirie durante el show. Semejante a cuando se cuela el rumor de que un dúo televisivo, muy amigable en cámaras, realmente se detestan en la vida real; a partir de ese momento, el modo en que los televidentes verán el programa, cambiará para siempre; en busca de aquellos "detalles" que dejarán a los presentadores en evidencia, corroborando la veracidad de los chismes.

 

Cómo era de esperarse, muchos eran los chismes que se crearon en torno a los cocineros, tratando los especuladores de averiguar lo que realmente pasaba entre ellos. El más sensato de los rumores, era que se detestaban porque eran rivales que competían por ganar el mismo premio; también estaba el que aseveraba ese odio era fingido, una táctica para darle un poco de drama al programa; más aún, que Riki era el odioso que intentaba desprestigiar al otro y viceversa; los más románticos, por su parte  - sabiendo que del odio al amor hay solo un paso - afirmaban que realmente, ambos se amaban en secreto.

 

Pero tal vez la especulación que estaba ganando mayor auge, era la de que Kirie estaba interesado en el novio de Riki.

 

Y es que sin saberlo, aquella era, no la razón principal de su enemistad, pero si una que tenía bastante veracidad.

 

Esto, claramente ponía a Kirie en una situación difícil, puesto que en toda su carrera, hubo mostrado tendencias heterosexuales. El que insinuaran que tenía cierto interés en la pareja de Riki, no sólo lo delataba como homosexual – o bisexual – que había estado engañando por años a un público ortodoxo, sino que demostraba claras intenciones de robarle el novio al otro – lo que en ningún escenario es bien visto -. Lo más curioso era la propia visión de Kirie ante el asunto, a él, que siempre le hubo importado lo que dijese la prensa sobre su persona, y no comía cuento a la hora de atacar a aquellos que osaran manchar su reputación, se llenaba de una especie de éxtasis al imaginar la supuesta posibilidad de que en efecto, lograra hacerse con el corazón del empresario Iason Mink.

 

Tanto así, que estaba dispuesto a permitir que su carrera se viera minada por un escándalo semejante. Era tanto su deseo que estaba preparado a perderlo todo. Por eso iba a luchar, iba a enfrentarse a Riki para demostrarle no sólo a los demás que era el mejor cocinero de todos, sino a cierto rubio de ojos azules, que era el mejor postor. 

 

 

 

***

 

 

 

- Katze, si nos encontraran y me alejaran de ti ¿Qué harías?

 

- Te buscaría sin pensarlo.

 

- Y si no pudiéramos estar juntos…

 

- Hallaría la manera.

 

- Pero ¿Y si fuera imposible?

 

Ya comprendía; cuando el hombre de ojos verdes se ponía a meditar, hasta que no aclaraba sus ideas al cien por ciento, no podía quedarse tranquilo.

 

- Te buscaría hasta debajo de las piedras y mataría al que se interpusiera, si es necesario.

 

- ¿Y si se trata de mi padre, lo matarías?

 

- …

 

Katze dudó en responder. Por más que odiara a William y en el pasado, estuviera dispuesto a matarlo y cortarlo en pedazos, lo cierto era que la situación había tomado otro matiz. No sólo era el hombre que más odiaba en el mundo, se trataba también del padre de su amante y por más despiadado que fuera el tipo, Raoul le quería.

 

Yo mataría y moriría por ti, no lo olvides Raoul…

 

Las palabras dichas por Katze en esa oportunidad las recordaba, como si hubiesen sido grabadas en su cerebro.

 

- “Lo sé. Lo comprendo perfectamente Katze, por eso he vuelto, porque no puedo permitir que cometas otra tontería” – Recordó la cicatriz en el rostro del pelirrojo, aquella que en todo momento le recordaba hasta dónde era capaz de llegar el hombre por su causa – “Pase lo que pase, te protegeré Katze”.  

 

Cuando sus pies tocaron el terreno de su padre, la sensación de mala espina que experimentó en aquel momento, debió ser suficiente para alertarlo.

 

Sin embargo, su imperiosa necesidad de mantener alejado a William de Katze, lo llevaba a creer que era posible llegar a una clase de negociación con el hombre; después de todo, se trataba de su padre y por más malvado que pudiera parecer, ya le había demostrado que todo lo que hacía, era en pos de sus intereses y de su afecto.

 

Pero ¡Pobre Raoul! No tenía ni idea de las calamidades que le aguardaban a su vuelta a la mansión.

 

- Confieso que me preocupé cuándo te fuiste… a buscar ese sujeto ¿Qué pasó? ¿Te diste cuenta de que las cosas no eran tan maravillosas? – Preguntó mientras les servían el desayuno.

 

La recepción que le había hecho su padre tras arribar en el jet privado, fue un tanto pomposa. Inclusive le había servido del vino que guardaba recelosamente para ocasiones especiales.

 

- Podría decirse que así fue… - Vio la comida en abundancia y un horrible malestar lo sacudió – “Katze… ¿Habrás comido?”

 

- Pobre de ti. Es lo habitual. Esa clase de gente pérfida actúa de esa manera cuando obtiene lo que desea. Pero no te preocupes hijo mío, tu padre se encargará de que ese hombre pague por su osadía – Degustó el café.

 

- Por favor padre, déjale en paz. Él ya nada tiene que ver conmigo.

 

- Raoul ¿Cómo me pides algo así? – Depositó la taza de nueva cuenta, en su lugar en la mesa – Después de atreverse a ofenderme, después de lo que te ha hecho… ¿Cómo crees que quedará nuestra reputación si no nos damos a respetar? No fue mi intención, pero todo el país se enteró de nuestros problemas… nuestros enemigos deben estar disfrutando sus tertulias con nuestras desgracias.

 

- ¿Cuáles desgracias? – Prosiguió – Te lo pido padre. No hay necesidad de que lo busques, él se fue y no va a volver – Al darse cuenta de que el mayor iba a seguir insistiendo, agregó: - Te prometo que me quedaré aquí, contigo. Haré todo lo que me pidas, pero déjalo tranquilo.

 

Una ligera sonrisa se formó bajo su bigote.

 

- ¿Estás siendo considerado con aquel que te abandonó por salvarse el pellejo?

 

- … - No había querido dejar al pelirrojo como un cobarde, pero prefería que pensara que lo era y que se olvidara de él - Por favor… - Le miró directo a los ojos – Padre, por lo que más hayas amado en la vida.

 

La mirada colmada de tristeza que le entregó su hijo, le molestó en el acto tuvo deseos de tomarlo de los brazos y hamaquearlo con rudeza, hasta hacerlo reaccionar.

 

Pero debía evitar actuar tan tempestuosamente; tomó aquella molestia y la acumuló junto a las otras que Raoul le había generado desde su partida.

 

 William Am era semejante a una bomba. Era cuestión de tiempo para que llegara a su límite con respecto al comportamiento de su hijo, mientras tanto, podía desempeñar de forma vomitiva, el papel del padre abnegado.

 

- Bueno, dado que me lo has pedido con tanta insistencia, no queda más que decidir… - Pensando que su hijo, aún no era lo suficientemente sagaz como para enfrentar los peligrosos asuntos del corazón - Ya luego aprenderás a no dejarte engatusar ni confundir por los placeres del cuerpo; porque está bien que sacies tus deseos hijo, pero nunca debes entregarte por completo ni permitir que conozcan de ti cosas que puedan dañarte. Miente si es necesario. Aún eres joven, ten miles de amantes si quieres, pero no dejes que uno solo te nuble el juicio.

 

Raoul escuchaba a su padre en silencio, dándole a entender que estaba de acuerdo con sus palabras y que lo ocurrido con Katze había sido por falta de experiencia. 

 

- Cuán lamentable en verdad. Ese hombre te ha vuelto débil Raoul… “Débil” – Recalcó con su voz grave – Pero no te angusties, solucionaremos ese problemita más rápido que inmediatamente – Lo último, fue mencionado por el mayor más sutilmente.

 

William le miraba desde su puesto en la mesa, no abandonaba los ojos de “algo” que llevaba puesto desde su llegada a la mansión; más Raoul no se percató de su mirada.

 

- Padre ¿Recuerdas a Mimea?

 

- ¿Cuál Mimea? – Se hizo el desentendido.

 

- La chica que se hizo pasar por mi novia. Oí que anda desaparecida… ¿No tendrás nada que ver en eso, o si?

 

- ¿Yo? ¿Cómo podría? A lo mejor se fugó con alguien. No eres el único al que se le ocurren esas ideas dizque románticas, hijo.

 

- Puede ser.

 

Los días pasaron con tranquilidad.

 

Hasta que decidió salir a dar un paseo y la bomba, detonó...

 

- Señor Raoul – El hombre se sorprendió al verlo acercarse hasta los autos.

 

- Vamos, quiero que me lleves al bar de Cashim – Buscó de abrir la puerta.

 

- El señor William…

 

No pudo terminar la oración, pues el rubio enarcó tan profundo las cejas que obtuvo un aire en extremo amenazante.

 

- ¿Qué pasa? No me digas que al igual que un niño, tengo que pedir el permiso de mi padre para salir.

 

- Son órdenes señor, usted entienda…

 

- No entiendo nada. Ahora, me llevarás al bar de Cashim o yo mismo me subo al auto y me voy – Exclamó; al ver que el hombre no se movía de su sitio, ordenó – Dame las llaves.

 

- ¿Eh? No puedo hacer eso… - Ante su determinación, agregó - Suba, yo lo llevo.

 

Raoul sonrió internamente, victorioso.

 

Tenía que admitir que volver a imponer su autoridad, lo llenaba de un sentimiento bastante agradable.

 

Para Iason fue enorme su sorpresa al verle.

 

- No puedo creer todo lo que me has contado. Si no te conociera, diría que te has inventado toda esa historia.

 

- Es la verdad – Removía su vaso – Ahora mi padre no me quita el ojo de encima. Pero cree que no me percato de ello.

 

Y mientras lo decía, los rubios miraron al sujeto que lo había llevado hasta el bar y que de momento, estaba haciendo de su guardaespaldas.

 

- Cuanta nostalgia. Es como volver a mis años escolares – Suspiró para luego dedicarse a su bebida.

 

- Lo que no entiendo es porqué regresaste ¿No eras feliz estando con Katze?

 

- Claro que si. Era tan feliz que había momentos en que creía que tanta dicha, iba a asfixiarme o que todo se trataba de un sueño del que inevitablemente, iba a despertar. Pero también es cierto que vivíamos en constante peligro. Habían estado muy cerca de pillarnos, tuvimos que abandonar varios refugios únicamente con lo que llevábamos encima… y hasta a mí, me tocó defenderme de uno de esos agresores, cuando estaba solo… - No creía necesario relatarle que había asesinado al susodicho. No estaba preparado para confesarse a tal nivel - Aparte que creo que la desaparición de Mimea es nuestra culpa. Es demasiado sospechoso… A lo mejor, encuentro su paradero ahora que estoy aquí. No podía seguir escondiéndome y pensar qué tanta gente iba a involucrarse.

 

- Tienes razón. William se las ha arreglado para hacer de esto todo un show mediático. Entonces ¿Cuál es tu plan? ¿Sacrificarás tu amor por complacer una vez más a tu honorable padre?

 

- Quiero llegar hacerlo entender. Si logro resolver esto de una manera razonable, estoy seguro que será lo mejor para todos – Confesó - Cuando me fugué con Katze, no estaba pensando con claridad. En ningún momento me senté a pensar en los pros y contras de esa decisión; eso no es propio de mí, actuar de una manera intempestiva. No se trataba de una simple escapada de adolescentes por un fin de semana, con el propósito de hacer incordiar a nuestros padres… Esto es algo mucho mayor. Fue un error, lo admito. Pero yo sé, que soy capaz de solucionarlo.

 

- Te creo, eres un hombre metódico después de todo… ¿Y Katze? ¿No temes por él?

 

- Él puede defenderse solo, estoy seguro – Lo esperaba con todo su ser – Creo que puedo hacer más por él haciendo entender a mi padre.

 

- Y si no puedes llegar a un convenio con él ¿Qué harás? ¿Dejarás a Katze definitivamente?  

 

- Podría ser… Mi padre le hizo mucho daño a él y a su familia. No puedo evitar pensar que tiene que ver al causante de todo su sufrimiento a través de mi rostro… - Sus ojos verdes se perdieron en los trozos de hielo deshaciéndose en el licor - A veces pienso que lo mejor sería que no nos hubiéramos conocido… así, Katze podría haber tenido una vida apacible...

 

- Creo que eso es algo que el propio Katze tiene que decidir… Dime ¿Y si viene a buscarte Raoul?

 

- Le especifiqué que no lo hiciera… Aunque la verdad es que es bastante testarudo.

 

- Yo te buscaría. Y si no quisieras venirte conmigo, te llevaría a la fuerza.

 

- No sería raro viniendo de ti – Sonrió – Pero sinceramente, espero que no lo haga. Eso sólo empeoraría las cosas…

 

- Señor Raoul, lo mejor será que regresemos a la mansión.

 

Ante el llamado de su “guardaespaldas” de turno, el Am no pudo evitar mostrar mayor repulsión.

 

- ¿Te atreves a interrumpir nuestra conversación?

 

- ¿Eh? No, yo solo…

 

- Si estás muy apurado te puedes ir – Miró al otro rubio - Iason me lleva.

 

- Pero señor…

 

- Pero nada – Le cortó – Ahora lárgate o siéntate a beber – Para no sentirse mal por su trato al hombre, anunció: – Y por el dinero no te preocupes, que yo pago.

 

- Que generoso – Se burló el Mink – Pero no creo que sea conveniente que tu chofer se embriague.

 

- Tanta vigilancia me pone los pelos de punta. No sé cómo lo soporta mi padre – Volvió a entregarse a la bebida.

 

Sin embargo, el hombre que lo cuidaba no probó ni una sola gota de alcohol. Ahí donde estaba, sudaba a mares, alarmado ante el castigo que seguramente recibiría por haber llevado al rubio hasta el bar...

 

Un temblor se apoderó de su cuerpo; ya había perdido unos dientes ¿Qué más le arrebataría William por su ineptitud?

 

- ¿Adónde fuiste hijo mío?

 

Con aquella pregunta, lo recibió el mayor tras su llegada.

 

- Padre, pensé que estarías durmiendo… Fui a dar un paseo.

 

- ¿Ah si?

 

- Si. Me reuní con Iason, bebimos un par de copas. Quería charlar con él – No supo porqué, pero tuvo necesidad de decir estas últimas palabras: - Si quieres puedes llamarle y preguntarle para ratificar mi coartada. Aunque no veo los motivos, puesto que soy mayor de edad.

 

- Claro, no tiene nada de malo que salgas a beber con tus amistades. En ningún momento he insinuado lo contrario.

 

- Que bueno que lo entiendas padre. Ahora, si me disculpas, iré a descansar. Estoy agotado…

 

No daría unos cuantos pasos a su lado, cuando el mayor le agarró con ímpetu del brazo.

 

- Lo lamento, pero aún hay algo que debemos conversar… - Dijo con una sombra oscura en su mirada – Ven. Vamos a mi despacho ¿Quieres hijo mío?

 

William arrastró a Raoul hasta su oficina y tras cerrar la puerta con llave, el menor se percató de que algo estaba pasando.

 

- ¿Qué ocurre padre? ¿Me dirás ahora que no tengo permitido salir?

 

- No es eso; por supuesto que puedes salir con tus amigos… pero deberías informar primero.

 

- ¿Te refieres a pedir permiso? ¿A éstas alturas de mi vida necesito tu consentimiento para todo?

 

- No pongas palabras en mi boca Raoul. Solamente que es imprudente de tu parte salir sin la compañía adecuada.

 

- ¿Te refieres a los escoltas? Me llevé a uno de tus hombres y me “cuidó” bastante bien.

 

- Ese hombre no era el más indicado para cuidarte Raoul – Y se lo haría pagar caro; de eso estaba seguro – Les he informado a los guardias que de ahora en adelante, se comuniquen conmigo antes de permitir tu salida.

 

- No entiendo… ¿De qué hablas? ¿Incluso cuando vaya a trabajar?

 

- ¿Trabajar?

 

- En Jupiters’s company, por supuesto.

 

- Oh no… No vas a volver a esa compañía.

 

- ¿Cómo que no?

 

- Raoul, Raoul… Después de haberme desobedecido de la manera en que lo has hecho hasta ahora ¿Crees que seguiré siendo tan flexible contigo? De ahora en adelante, te enfocarás de manera exhaustiva en el manejo de los negocios de la familia, como debió ser desde un principio… Todo esto pasó por ser demasiado condescendiente con tus deseos; pero ya no más…

 

- Pero…

 

- ¿Pero? – No podía creerlo - Ese hombre te ha vuelto altanero e irrespetuoso.

 

- ¡Basta de esto! ¿Crees que no sé la verdad?

 

- ¿Cuál verdad?

 

- La que mis supuestos secuestros, no eran más que un plan maquiavélico tuyo para mantenerme bajo control…  

 

Fue como si de repente, una ira contenida se desbordase de William, exteriorizándola al  estampar a Raoul contra la biblioteca; ocasionando que algunos libros se movieran de su sitio.

 

- ¿Qué más te dijo ese infeliz?

 

- ¿No lo niegas?

 

El menor de los Am se percató de la presencia de una mirada que nunca había visto en los ojos de su padre; un ligero pero intenso brillo se reflejaba en ellos, semejante a los ojos de un cazador que ha divisado a una ansiada presa.

 

- Está bien... Lo amito. Traté por todos los medios de cumplir a cabalidad con el papel del “padre preocupado por su descarriado hijo”, pero tu insistencia a desobedecerme, me saca de mis casillas – Mencionó William en un tono cavernoso - ¿Crees qué no me he dado cuenta de cuales son tus intenciones? ¿De verdad Raoul, crees que no lo sé?

 

- ¿A qué… te refieres?

 

- No soy estúpido. Sé que todavía sientes algo por ese desgraciado… Sabes que detesto que me mientan Raoul, sobre todo si eres tú el que lo hace. Porque no sabes mentir. Esa es una imperfección que debes corregir.

 

Le tomó con violencia de la mano izquierda y la alzó, para que viera a qué se refería.

 

- ¿Cuan descuidado se puede ser? Ni siquiera te has quitado el anillo ¿Pensaste que no me daría cuenta? Es el que te dio él, lo recuerdo a la perfección – Aquella cena en donde se lo había visto, no dejaba de torturarlo cada noche.

 

- Puedo tenerlo como un recuerdo – Aludió.

 

- ¡No! ¡No puedes! Si has vuelto aquí y me has dicho que lo has dejado, no tienes porqué llevar nada que le pertenezca… - Suavizó su tono – No me obligues a cortarte ese dedo, hijo mío – Besó delicadamente su mano – Quítatelo y entrégamelo.

 

- …Me lo quitaré, pero no puedo dártelo padre.

 

- ¿Por qué no? Ya no tienes nada que ver con él – Jugueteaba con su mano - A no ser… que aún le quieras… - Le miró fijo, con sus afilados ojos verdes - Dime ¿Le quieres Raoul?

 

- ¿De qué serviría…?

 

- ¡¡Contéstame!! – Exclamó enfadado, buscando de sacarle la respuesta.

 

- Si; le amo – No pudo evitar confesarlo - Por eso he vuelto, porque soy capaz de sacrificarme por su seguridad.

 

William arrugó notoriamente el entrecejo.

 

- Insinúas… ¿Qué has venido, a mi lado… sólo por él?

 

- Así es…

 

PLASS!!

 

- ¡! – Los ojos de Raoul estaban abiertos de par en par.

 

Se llevó la mano a la zona que había empezado a arderle.

 

- ¿Se te ha volado la tapa de los sesos? ¡Eres un Am!  – Le tomó de los brazos y le agitó con violencia – Su vida es insignificante comparada a la tuya ¿Por qué crees que merece tu amor?... No te rebajes así… ¡Ese maldito no merece tu amor Raoul, entiéndelo de una vez por todas! – Reafirmó.

 

- ¿Entonces quién? Dime padre, contéstame ¿Quién se merece mi amor según tú? Porque te las has arreglado para separar a todo aquel que alguna vez mostró interés en mí – Pensó en los compañeros de oficina, en amigos y hasta en la pobre Mimea – Tú no quieres que tenga una vida, quieres que siga un patrón determinado, que me amolde a tu supuesta manera de ser, pero ¿Sabes una cosa? No puedo ser de ese modo, porque no soy una maquina. Tengo sentimientos y deseos… ¿Alguna vez pensaste en lo que yo sentía, padre?  

 

- Pues claro que lo he hecho. Tampoco he sugerido que espero que dependas de mí para siempre… sólo quiero que entiendas el tamaño de tu valor… que comprendas que quiero lo mejor para ti… conformarte con lo mediocre, hará de ti un hombre vulgar… y tú eres mucho más que eso. Eres un Am. Mi primogénito y heredero - Llevó su mano hasta la marca rojiza en la mejilla del otro y la acarició – Oh, mira lo que me has hecho hacerte – Dado que el menor buscaba de desviar el rostro, se lo impidió haciendo uso de ambas manos - ¿Crees que me agrada pegarte y gritarte? ¿En verdad me crees tan malvado así? Mi Raoul ¿Qué cosas perversas te ha metido ese hombre en la cabeza sobre tu padre?… Sólo me encargo de tu felicidad… - De nueva cuenta, sus dedos rozaban la piel de su mentón.

 

- Yo ya era feliz padre… Era feliz al lado de Katze – Por eso, se sacrificaba con gusto.

 

- Estás equivocado. Estás confundido. Eso es todo – Aseguró –  Te prohíbo que le dediques siquiera un pensamiento a ese infeliz – Mencionó con un tono lóbrego de voz.

 

- Puedes hacerlo, puedes exigirme que lo saque de mi vida y de mis pensamientos, pero no puedes sacarlo de mi corazón…

 

- Jo… Lo haré ¿Y sabes por qué? Porque soy William Am y, siempre consigo lo que quiero…

 

Contra todo pronóstico, William se acercó y en vez de arremeter con otro golpe o un abrazo, cogió con fuerza el mentón del otro y se hizo con sus labios…

 

- ¡! – Raoul no podía creerlo.

 

¡Su padre… lo estaba besando!

 

Lo apartó como pudo.

 

- Padre… ¿Por qué hiciste eso? – Preguntó, evidentemente alarmado.

 

- ¿Qué tiene de malo? ¿Qué acaso un padre no puede besar a su hijo? – Sonrió.

 

- … - Afiló la mirada.

 

- No me mires así. De esa manera, he borrado de tus labios el último beso que seguramente fue de él - El mayor volvió a retomar su seriedad – Escucha Raoul: De ahora en adelante, las cosas se harán a mí manera.

 

Cuando le hubo dejado solo, Raoul se dio cuenta, pudo comprender algo que iba mucho más allá de aquel beso; un asunto que involucraba años de protección excesiva y hasta cierto modo, obsesiva…

 

Se pasó las manos por los labios en un acto reflejo, como buscando de limpiar los restos de aquel pecaminoso acto.

 

¿Era posible que tanto tiempo dedicado a él, hubiera llevado a la psique de su padre a “creer” que era lo único que realmente importaba…? Porque su padre parecía verlo, no como un hijo, sino como una posesión.

 

Definitivamente, aquellos hilos debían cortarse. 

 

Pues no quería esperar a ver si su padre era capaz de hacerle algo más abominable que imponerle un simple beso. Luego de todo lo que el veterano Am había hecho, esa cuestión malsana llegaba a ser posible.

 

- “Katze, a mi lado corres un gran peligro, por eso, prefiero que te alejes de mí… espero que algún día logres perdonarme… que seas feliz al fin, es lo que más deseo” – Pedía, desde lo más profundo de su corazón.

 

Sin embargo, Raoul no se esperaba con lo que su padre le tenía planeado para que extendiera la estirpe de los Am.

 

- ¿Recuerdas a tu prima Aurora?

 

- Por supuesto.

 

- Pienso que es la más indicada.

 

- ¿? ¿Para qué?

 

- Para volverse tu esposa.

 

Las palabras mencionadas por su padre durante la cena, lo hicieron abrir por demás sus ojos verdes.

 

- ¿Cómo así? ¿Por qué habría de casarme con ella?

 

- ¿Cuál es el problema? No entiendo Raoul ¿No decías que era yo el culpable de que no pudieras tener una relación romántica? Te conseguí una esposa ¿Qué más quieres?

 

- ¿Te estás burlando de mí? – No tuvo reparo en levantarse de la mesa.

 

- Raoul, siéntate – Ordenó, sereno.

 

- No, no voy a sentarme – Desafió - La manera en la que me tratas… pareciera que realmente me odiaras.

 

- No digas estupideces Raoul ¿Cómo voy a odiarte? – Que lo creyera, le molestó – Si prácticamente vivo por ti.

 

- ¡Ese es el problema! Desde que murió mi madre sólo te enfocas en mí; ni siquiera te molestaste en conseguirte otra esposa.

 

- No quería darte una madrastra.

 

- ¡Esa no es la razón! ¡No temías que me tratasen mal, sino que yo pudiera quererlas más que a ti!

 

- ¡Ya basta! – Espetó luego de darle un fuerte golpe a la mesa y de subir su tono de voz - ¿Quieres que hable alto y claro? Pues, lo haré. Tal vez así entiendas de qué se trata todo esto: Harás lo que yo digo, si es que quieres que Katze continúe con vida.  

 

- ¿?

 

- ¡Así es hijo mío! Si quieres que ese hombre muera, sigue comportándote como lo estas haciendo – No tuvo reparó en mostrar una sonrisa – Puede que un día te lo sirva para cenar y ni cuenta te des.  

 

- Padre, dime la verdad… - Raoul bajó los humos - Si me caso con Aurora y hago lo que me pides ¿Dejarás a Katze en paz? – Preguntó, esperanzado – Prométemelo.

 

- Te prometo no tocarle ni uno sólo de sus rojos cabellos – Le encantaba tener a su hijo comiendo de la palma de su mano – Si obedeces, claro.

 

- Si es así… entonces lo haré… Me casaré con la prima Aurora.

 

- Excelente – Cambió su tono por uno más alegre – Ya me he anticipado un poco en las preparaciones. La fiesta de anuncio del compromiso será dentro de muy poco. Así, tendrás tiempo de intercambiar unas cuantas palabras con tu querida prima.  

 

Se dio cuenta de que con su promesa de no ir tras el pelirrojo, su hijo se hubo calmado.

 

Mientras retomaba su lugar en la mesa y volvía a enfocarse en su plato, William pudo respirar más tranquilo.

 

- “Hijo mío, espero que lo comprendas algún día… el porqué tu padre ha tenido que mentirte. Sé, que en cuanto se entere del compromiso, Katze va a aparecer y cuando lo haga, ¡Qué bonito recibimiento le daré!”

 

Saber que dentro de poco, Raoul volvería a ser de su entera pertenencia, era un goce que no tenía comparación.

 

***

 

Cada capítulo del Desafío suponía una gran expectativa por parte del público, puesto que eran evidentes cuales eran los favoritos a convertirse en el ilustre cocinero Z; no sólo por su popularidad sino por sus habilidades culinarias propiamente dichas.

 

Por un lado, estaba el estilo elocuente y perfeccionista de Kirie, que le sumaba puntos a la hora de la elaboración, pues siempre utilizaba la receta al pie de la letra. Mientras que la sagacidad e improvisación de Riki, lo llevaba a la sorpresa inminente y lo sacaba de los apuros de los eventos inesperados que están al acecho.

 

Todo aquello, sumado a la emoción por parte de sus adeptos, le daba al programa la chispa que hiciera que batiera con todos los records de audiencia. 

 

Aunque las transmisiones del show eran grabaciones hechas con antelación, últimamente, se había vuelto a las transmisiones en vivo. A la espera de la captura de cualquier incentivo por parte de los postulantes a Chef. 

 

Las rondas eliminatorias pronto alcanzaron a la pandilla culinaria de Riki; el primero en irse fue Rourke, luego le siguieron Sid, Norris y tras una ruda batalla, finalmente Celeste. Para Kirie fue un goce tremendo ir presenciando como paulatinamente los compañeros de Riki iban dejando el programa. Deseaba que el muchacho estuviera solo.

 

Pero, con lo que no contó, fue con “el poder de la amistad”. Y a pesar de que los jóvenes ya no pertenecían al Desafío, eso no les quitaba los ánimos y la esperanza de que Riki se hiciera con el título que ellos no habían podido ganar.   

 

Aquello hizo que su odio hacia Riki aumentara más y más… No había nadie en ese medio que lo apoyara tan genuinamente; tenía sus fanes, eso era cierto, pero ellas no lo conocían más allá de un par de posters en la pared y sus entrevistas dadas a importantes revistas de farándula…    

 

Lo que Riki tenía era mucho más valioso que toda la fama que él había moldeado a través de los años…

 

Y era tan grande su molestia, que no dudaba en llevarla hasta su vida intima. Manon, su pareja, quién estaba acostumbrado a sus malos humores salpicados por esporádicos estallidos de mansedumbre, ahora, tenía que soportar esa irritabilidad que lo estaba consumiendo. 

 

Pensaba, que llegaría el día en que e joven maduraría y entendería que él, era el hombre con el que debía pasar el resto de su vida. Entonces, se irían a vivir juntos y colmaría al pelicastaño de preciosos ojos de lujos y comodidades.

 

Esa, era la vida que quería. Era el sueño que tenía casi todas las noches desde que había visto a aquel ángel cocinando cuando apenas era un pequeño niño.

 

Sin embargo, el hermoso sueño de Manon – al igual que la mayoría de los sueños de la gente – no tardó en volverse, no lejano, sino, una triste pesadilla…

 

Guy reconoció a Kirie en aquel local. Estuvo a la expectativa dado que estaba al tanto de la rivalidad entre aquel chico y Riki; por lo que, si lograba hallar una manera de ayudar al pelinegro, podría estar en paz consigo mismo, pero ¿Cómo? Luego de pensarlo mejor, no tenía ni idea de qué podía obtener si espiaba al de ojos bicolores.

 

Aún así, decidió observarlo un tiempo más, por si acaso.

 

De pronto, a la cita acudió otro hombre y luego de intentar darle un beso en la mejilla – que el pelicastaño le despreció abiertamente -, estuvo atento a lo que ocurría.

 

- Es agradable salir de vez en cuando ¿No crees?

 

- No, no lo es. Es estresante. Alguien podría reconocerme.

 

- ¿De verdad es tan malo si nos ven juntos? – Pensando en lo acontecido con Riki – Kirie… ¿No quieres que te vean… conmigo?

 

- … - Evitaba el contacto visual.

 

El malestar que eclosionó dentro de Manon fue agudo, tanto que fue incapaz de probar bocado.

 

Ese terrible sentimiento se intensificó más cuando se enteró a través de las noticias, que se estaba vinculando a Kirie con Iason Mink, la pareja actual de su rival Riki.

 

Ahora entendía…

 

…Su tiempo con Kirie parecía estar caducando…

 

- Kirie… dime la verdad ¿Te interesa Iason Mink? – Preguntó, con extrema dificultad, temiendo su respuesta.

 

- ¿A qué viene eso?

 

- Todo el mundo lo comenta. Que no te da pena mostrarte abiertamente interesado por él. Incluso, en el hospital, fuiste hasta su habitación a visitarlo, muy a pesar de que el lugar estaba colmado de reporteros…

 

- Y si te dijera que si, me interesa ¿Qué harías?

 

La manera en que se lo mencionó… Manon miró fijamente al otro y en su temeridad, halló la codicia que era tan propia de él.

 

Manon se levantó de la mesa y salió del local.

 

Guy seguía manteniendo el perfil bajo. Por lo visto, todo quedaría allí…

 

Pero se equivocó.

 

Fue más fuerte el orgullo de Kirie y fue tras el hombre que instantes atrás había abandonado la mesa.

 

El pelikargo lo pensó por unos segundos ¿Sería adecuado seguir al par para conocer el desenlace de dicha historia?

 

Se levantó entonces y fue por su primicia.   

 

- ¿A dónde vas? – Preguntó Kirie tras alcanzarle.

 

- ¿Eso te interesa? – No dudó en mostrarse herido - Todo éste tiempo me he limitado a mirarte desde lejos porque así me lo pediste, inclusive permití que dijeras que eras soltero para complacer a tu grupo de fans…

 

- … - El de ojos bicolores trató de mostrarse recio - ¿Qué querías que hiciera? No podía decir que soy gay, eso hubiera arruinado por completo mi imagen – Se arregló el flequillo.

 

- Pero por lo visto tratándose de Iason Mink, no te importa quedar como una zorra… - Mencionó - Pues entonces quédate con tu imagen…

 

- ¿Qué quieres decir?

 

- Esto entre nosotros se acabó – Se giró, dispuesto a buscar su auto.

 

- No puedes estar hablando en serio – Al darse cuenta de que el hombre no estaba bromeando, Kiri se apresuró en seguirle – Pues anda. ¡Vete! No te necesito… ¡¡Yo soy el que no quiere nada contigo!! ¡¿Me oyes?!

 

Manon dio marcha y a toda velocidad, se fue del lugar. Kirie, totalmente iracundo, continuó exclamando.

 

- ¡¡Piérdete!! ¡¡No quiero volverte a ver más nunca en la vida!! – A pesar de sus palabras, unas lágrimas comenzaron a surcar por sus mejillas.

 

Las aludió a la rabia.

 

…Y los miles de espectadores que las vislumbraron a través de las redes sociales, la asociaron al más profundo de los pesares…

 

El ángel de la cocina tiene el corazón roto.

Escándalo producido ante las imágenes de un supuesto encuentro romántico entre Kirie y el joven acaudalado Manon.

 

Kirie supo que aquella separación era inevitable y decidió, como todo que lo que le sucedía en la vida, utilizarlo para su propio beneficio.

 

Sabía que la única manera de librarse del escarnio público era alegar miedo, un profundo temor a la pérdida del cariño de sus seguidores, lo que a según, él más atesoraba…

 

Por supuesto, aquella estratagema lanzada directamente a los corazones de los románticos, logró parte de su cometido. También perdió prestigio, pero no le interesaba.

 

Ahora, podía seguir en su intento de hacerse con el rubio de los ojos azules… 

 

El Mink, por su lado, disfrutaba a sus anchas de su romance, sin dedicarle el más mínimo pensamiento al Chef de ojos bicolores. En aquella oportunidad, hizo reserva en el hotel más lujoso de Tanagura, en donde disfrutó de la piscina junto a su querido, los juegos de salón disponibles y del famoso bufet.

 

Para entrada la noche, el hotel disponía de un espectáculo con música en vivo de parte de uno de los pianistas más reconocidos.

 

- ¿Te gusta la música Riki? - Preguntó al maravillarse con la escena del moreno con los ojos cerrados, al tiempo que esbozaba una cándida sonrisa.  

 

- ¿Cómo no? El ambiente es agradable...  

 

De pronto varios meseros llegaron levando en un carrito un enorme pastel de dos niveles.

 

- Para el festejado.

 

- Vaya... ¿Quieres que me coma todo eso?

 

- Te puedo ayudar.     

 

Riki estaba sumamente feliz. Como era su cumpleaños sus fanáticos le habían llenado el apartamento de obsequios, le habían dado un bono considerable en su trabajo y su amado, se dedicaba a consentirlo.

 

Cuando entraron a la habitación, Riki no pudo aguantarse un silbido.    

 

- Hasta un jacuzzi… Ciertamente has tirado la casa por la ventana al organizar todo esto.

 

- Sabes que el dinero es lo de menos.

 

- Lo sé… entonces… ¿Entramos al jacuzzi? – Formuló, emocionado ante la idea de meterse en el aparato.

 

Luego de encenderlo, el ojiazul regresó con el moreno y con ardientes besos fue retirándole cada una de sus prendas de ropa. Riki era motivado por sus caricias y su deseo de meterse cuanto ante en las aguas, donde sabía, no tardaría en retomarse el exquisito roce de pieles.

 

Iason se hubo detenido dejándole en ropa interior. Sin embargo, junto a una sonrisa, el joven terminó el trabajo y quedó como Dios lo trajo al mundo.

 

- Así es más divertido.

 

Aquel signo de coquetería por parte de su querido, instó al propio rubio a quitarse todo lo que llevaba encima. El espectáculo del Mink desnudo siempre hacía que al moreno se le pusiera la carne de gallina, sobretodo, por el magnífico sexo, aquella parte de su cuerpo que deseaba devorarse entera.

          

Ya luego se metieron en el jacuzzi y se dejaron llevar por la exquisita acción del hidromasaje. Iason se amarró el cabello en una coleta alta y Riki, se hubo excitado al instante; aproximándose hasta el otro para rodearle con sus brazos.  

 

- Esto es maravilloso – Con sus piernas, buscaba de incitar al ojiazul.

 

- Lo es – Iason llevó sus manos a la cintura del joven y lo atrajo para que sintiera su erección.

 

- Iason… 

 

Era increíble la forma en que sus cuerpos se atraían, como por acción de un efecto imantado y mucho más, la manera en que se acoplaban cuando estaban juntos; era sencillamente sublime.

 

En la cama de considerable tamaño, le esperaban pétalos de rosa, velas aromáticas en la mesita, junto a una botella de vino.

 

Riki quedó cautivado ante el gesto de su pareja y se lo agradeció entregándose como sólo él podía hacerlo. Su desempeño durante el sexo, le hacía entender a Iason que únicamente con él era capaz de sentirse así, tan libre que y sin ninguna atadura moral que le detuviera a amarle sin ningún tapujo.

 

Iason admiró a su querido descansando a su lado y consintió que no existía nada más dichoso en el mundo. Nada podía hacerlo más feliz.

 

A menos que…

 

 

   

 

 

 

Continuará…

 

 

Notas finales:

 

 

Chan chan chan!!! Pasó de todito aquí: Raoul se fue a su casa, Katze se llenó de ira, Kirie y el novio terminaron, Riki cumplió años… ah si, y el William besó al hijo x,D mi musa me trajo eso y por más que pensé y pensé (uno de lo motivos de mi repentino bloqueo n.nUu) no encontré motivos para obviar esa idea (inner: ES UNA DEMENCIA TOTAL!! AHORA RESULTA QUE EL TIPO NO SOLO QUIERE CASAR AL HIJO, SINO QUE DE PASO VIENE Y LO BESA???? X_X) William hace lo que le da la gana, no sé, me pareció erótico el beso y pensé en llevarlo más allá, pero no quería generar más trauma… lo sé, no tengo expiación  xD Por cierto, el capitulo tiene portada, así que el que quiera echarle un ojo, se encuentra disponible en mi pagina de Facebook “Ai no kusabi obsesion”, mas específicamente en la carpeta de imágenes de entre dulce y salado n_n todos muchas gracias por leer y si es de su agrado el comentar… hasta el siguiente capi que se trata del FINAL!!! Bye Bye!!

 

 


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