—Hasta mañana— Dijo en voz baja Haru antes de desaparecer entre los arbustos.
Al cruzar los arbustos un pequeño color rosado se posó en sus mejillas avergonzándolo. ¡¿COMO ERA POSIBLE QUE HUBIERA CAÍDO ANTE UN DEMONIO?!... Solo era cuestión de regresar el tiempo mucho antes de que se encontraran.
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A diferencia de Rin, Haruka vestía un pantalón holgado blanco que se ajustaba en sus tobillos y cadera, en la parte de arriba un top negro oculto bajo una tela de color azul cielo con franjas blancas que era sostenido por su hombro izquierdo con un broche de oro adornado con el símbolo del arcángel Gabriel, el representante del elemento del agua.
Su día había empezado con normalidad como cualquier otro, a diferencia de que esta vez no tenía mucho trabajo que hacer, así que decidió gastar su tiempo libre nadando. Como buen amante del agua agregando que esta era su elemento, siempre había buscado un lugar donde relajarse, lo cual no era muy difícil en su locación, ya que en el cielo se podía encontrar gran cantidad de lagunas y cascadas, pero la mayoría estaban ocupados por las almas que habitaban en el paraíso temporalmente haciendo imposible que se relajara en soledad. Decidido a encontrar un lugar, descendió del cielo guiado por el agua de una de las cascadas divinas que caían desde lo alto juntándose con dos más formando el río que pasaba debajo del puente del purgatorio, en aquel entonces las plantas no cubrían la entrada del túnel dejándolo a simple vista, Haruka se adentró en el encontrándose con aquel hermoso lugar, se le hizo un poco extraño que a pesar de que la entrada no estaba oculta nadie se hubiera percatado de aquel sitio.
Día a día intentaba encontrar otros lugares donde pudiera descansar en paz y así lo hizo, localizo una que otra laguna pero ninguna con tal encanto como la que se encontraba en el purgatorio, no fue hasta una semana después de haberse topado con aquel claro que descubrió que este conectaba con otro lugar a través de la cascada dando paso a otra laguna junto a una pequeña casa de madera rodeada por árboles de cerezo que aunque aún no estaban en flor era un lugar precioso.
Todos los días durante varios años después de terminar los cuerpos que le habían encargado se dirigía a aquel lugar en soledad, pero Haru no creía que alguien encontrara aquel sitio, hasta que un día, todo cambio. Cuando salió de su escondite sintió como una mirada se clavaban en él, extrañado levanto la vista abriendo los ojos y se encontró con el cuerpo de otro ser.
—“Un demonio”—pensó al verlo, ya que nunca en su vida lo había visto. Y su presentimiento se confirmó al ver el tatuaje en su brazo.
En su mente se activó una alarma que repetía una y otra vez la palabra “Enemigo” pero él en ningún momento sintió miedo y se quedó quieto observándolo fijamente devolviéndole la mirada.
Sus ojos eran de un hermoso color carmesí, cautivadores y de gran belleza, sin embargo Haruka notó que les faltaba algo…Piedad.
Le sostuvo la mirada por largo rato tratando de adivinar sus intenciones, pero no parecía estar interesado en hacer algo más así que no le dio más importancia y le dio la espalda a aquella criatura del mal para tomar sus cosas y retirarse.
Al volver al cielo estuvo pensando en su encuentro, si nadie había visto su lugar secreto cuando este no estaba oculto ¿Cómo era posible que ahora que las plantas habían hecho su trabajo alguien lo encontrara? Sería una lástima tener que abandonarlo ya que era uno de sus lugares favoritos, pero ¿porque tendría que dejarlo? Él lo encontró primero así que no se iría, después de todo tarde o temprano el demonio se cansaría y dejaría el lugar o al menos eso quería pensar.
Al día siguiente Haruka esperaba no encontrarse con aquel demonio de ojos rojizos, pero cuando regreso vio a Rin recostado contra una roca, por lo cual no pudo ir a su lugar secreto atrás de la cascada, después de todo no se iba a arriesgar a que le quitaran su espacio, así que se quedó en el claro principal en compañía de aquel ser. Había varias soluciones a su problema, pudo haber ido en otro horario, o llegar más temprano para huir a su escondite, pero no lo hizo. Día tras día lo había visto aparecer y relajarse en aquel lugar dedicándole una que otra mirada de reojo, sus ojos lo habían cautivaron y sin notarlo al día siguiente había ajustado su horario para encontrárselo. Sintió un poco de decepción al llegar y no verlo, era un buen momento para escapar y cruzar la cascada hacia el claro secreto, pero decidió esperar pacientemente por él, para su suerte poco después Rin llego al lugar.
Nanase quería hablar con él pero sabía que si lo hacía algo en su interior crecería más y más con cada palabra hasta que no pudiera controlarlo, así que se convenció a si mismo de que si no interactuaba con él al poco tiempo lo superaría, sin embargo él seguía saltándose sus trabajos o intentando acabar antes para así coincidir en el mismo horario.
Esa era su nueva rutina, escapar un poco de sus responsabilidades para compartir un espacio con aquel demonio de cabello escarlata sin ningún tipo de interacción. Hasta aquel día dónde lo tomo por sorpresa iniciando un intento de conversación, al principio Haru intento ser un poco cortante pero al ver que el pelirrojo no se daba por vencido, decidió que no perdía nada en intentar entablar una conversación.
—Soy Matsuoka Rin, líder del 22vo escuadrón de Amón— Cuando escucho su nombre trato de grabarlo en lo más profundo de él -“También tiene nombre femenino”- y eso lo hizo pensar que tenían algo en común.
Haruka se había perdido un momento en sus pensamientos quedando en silencio hasta que se dio cuenta de que no se había presentado.
—Nanase, Haruka—respondió finalmente— …Haru.
—Haru…— Rin repitió suavemente y Haruka no pudo creer lo bien que se escuchaba su nombre con aquella voz que poseía el pelirrojo.
El resto del tiempo no hablaron nada más, los días siguientes fueron igual de silenciosos a excepción de que Haru sin darse cuenta en su cuaderno de bocetos empezó a retratar a aquel atractivo rostro en varias posiciones, de perfil, cuerpo entero, del torso hacia arriba y plasmando diferentes expresiones en su rostro, todos eran llamativos y hermosos, pero el que más lo había hipnotizado era uno que dejaba ver en los labios de aquel demonio una linda sonrisa haciéndolo lucir más guapo de lo que era, y Haruka se preguntó ¿Cómo se vería esa sonrisa en persona? Y ¿Qué se sentiría ser el causante de aquella hermosa expresión? Y cada vez que tomaba conciencia de sus pensamientos mostraba una pequeña sonrisa cerrando su cuaderno para seguir con su trabajo.
Lo que él no sabía es que no faltaría mucho tiempo para ver esa expresión en su rostro.
Un día sus labios lo traicionaron pronunciando las palabras que siempre sonaban en su mente al ver al pelirrojo llegar, y al parecer a Rin también le sorprendió que fuera el primero en hablar, sin embargo no lo menciono y devolvió el saludo.
Ambos sentían que había algo extraño en el ambiente empujándolos a continuar con aquella interacción, y todo lo que no habían hablado entre ellos en ese lapso del tiempo que llevaban frecuentándose, fue contado en esa tarde, Haru escucho por primera vez aquella hermosa risa que lo hipnotizo, aprendió sobre su modo de vida satisfaciendo su necesidad de saber algo más sobre aquel demonio de ojos rojizos y se alegró en saber que el pelirrojo también tenía curiosidad sobre él y su trabajo, cosas que a Haruka no le molesto explicar.
La tarde transcurrió amenamente entre pláticas absurdas y alguno que otro dato curioso sobre ellos, como que los ángeles disfrutaban de comer pan y peces entre los cuales se encontraba la caballa que era la comida favorita de Haru, mientras que los demonios se alimentaban de carne y algunas que otras veces de almas humanas.
Haruka ya había iniciado la conversación y hasta había hablado más de lo normal, así que ¿Porque no arriesgarse a pronunciar algo más? Y con voz algo débil abrió sus labios susurrando un pequeño “Hasta mañana” alejándose de aquel lugar sin esperar la contestación, si es que la hubo.
Y ahora se encontraba allí, delante de los arbustos con un sonrojo en sus mejillas que nunca imagino tener, avergonzado de aquello salió del lugar regresando lo antes posible a su lugar de trabajo.
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—¡HARU! ¿DONDE ESTAS? — Gritaba un castaño que caminaba de un lado al otro nervioso— ¿Qué voy a hacer? ¿Y si le pasó algo? ¿Y si se perdió? ¡Sabía que debía vigilado mejor! esas repentinas salidas no eran comunes. — Seguía caminando mientras se regañaba a sí mismo.
—Tranquilo Makoto aquí estoy— Dijo Haruka cruzando la puerta de la habitación.
—¡Haru!—Exclamo acercándose rápidamente a él mientras lo interrogaba.— ¡¿Dónde estabas?!
—Solo fui a nadar—
—¡Haru! No puedes irte así como así—Dijo tomándolo por los hombros. — ¡Tenemos mucho trabajo que hacer y tú te escapas! Sé que amas el agua pero por favor haz tus deberes—Reprendía el castaño a su amigo, Haruka simplemente se liberó del agarre de su amigo y siguió su camino ignorando el pequeño sermón que este le daba para dirigirse a su mesa de trabajo donde descansaba un cuerpo.
Si, él era Makoto Tachibana, un ángel de gran tamaño, fuerte, con pelo corto de color castaño, ojos verdes y amables, y una gran sonrisa que sin importar que, siempre mostraba haciendo que Haruka se preguntara ya varias veces si acaso no le dolían las mejillas por sonreír así todo el tiempo.
Makoto era su compañero de trabajo y su mejor amigo, habían estado juntos desde que tenía memoria y habían sido designados a la misma labor “La creación de cuerpos”.
La fabricación de estos era sencilla, el molde era hecho a base de nubes y se escogían los colores que tuvieran a su alrededor, negro como la noche, verde como el pasto, rojo como las rosas, azul como el cielo, naranjas y amarillos eran tomados de las hojas secas del otoño y mucho colores más, tenían a su disposición una gama enorme de colores y texturas para elegir y algunas veces le era permitido a la alma que reencarnaría participar en la fabricación de su moldes dando su opinión.
El procedimiento que seguían todos los ángeles era el mismo, lo único que cambiaba era la forma en que les daban vida, y esta era a base del elemento que dominaban. El elemento del más alto era la tierra. De allí que él estuviera a cargo de las personas que nacerían bajo los signos zodiacales como Tauro, Virgo y Capricornio. A diferencia de Haru que dominaba el agua y se encargaba de los signos Cáncer, Escorpión y Piscis. Y algunas veces
—¡Hey Haru! ¿Me estas escuchando?—Pregunto Makoto viendo que su amigo divagaba en otras cosas y no parecía prestarle atención.
—Sí, sí, te escucho— comento mientras tomaba sus utensilios para continua su trabajo.
Makoto suspiro pesadamente era obvio que su amigo no le estaba prestando ni un poco de atención, pero al menos se pondría a trabajar.
Nanase estaba dispuesto a continuar con su trabajo cuando la puerta se abrió de golpe dejando ver a un pequeño ángel de cabellera rubia.
—¡HARU-CHAN!—Grito abrazándolo fuertemente—¡¿Dónde estabas?! Todos estábamos muy preocupados.—Sollozaba aplicando más fuerza a su abrazo.
Y este es Nagisa Hazuki, un ángel más joven que los anteriores, de rubia cabellera, ojos rosados y con demasiada energía de sobra para gusto de todos. Hazuki era como el viento, corría y volaba libremente por donde quisiera sin que nada o nadie pueda detenerlo, cada vez que entraba a una habitación era como una ráfaga que descontrolaba todo a su paso, además de que contaba con una gran velocidad, como era de esperar de un ángel del aire y mensajero de Dios.
—¡Nagisa-kun lo estas asfixiando!—Grito otro ángel con lentes rojos y cabellera azul mientras atravesaba el umbral de la puerta.
Este último era Rei Ryugazaki él era un ángel de edad aproximada a la del rubio, sin embargo era más alto y demasiada seriedad. Él era el encargado de cuidar la biblioteca sagrada que contenía la historia del pueblo angelical y registrar todos los acontecimientos que sucedieran actualizando aquella información.
— ¡Oh! Lo siento Haru-chan —Se disculpó el pequeño y lo soltó, permitiendo al moreno poder respirar de nueva cuenta.
—Entonces Haru-chan ¿Dónde estabas?— pregunto una vez le dio su espacio al ojiazul
—Fui a nadar — Respondió de nueva cuenta. Y era verdad después de todo no les estaba mintiendo solo omitía la parte que tenía que ver con Rin.
—¡Yo también quiero ir a nadar! —
—No— Cortó rápidamente, no es que no quisiera nadar con el rubio, solo que él utilizaba aquel lugar para relajarse cosa que ya le resultaba difícil con la presencia de su contraparte y si llevaba al rubio todo se volvería un caos.
—Mooo~ Haru-chan es cruel—exclamó el pequeño mientras agitaba sus puños. —¿Es que acaso Haru-chan ya no nos quiere?—Pregunto con cara triste y ojos llorosos
—Nagisa no creo que esa sea la razón—Agregó el castaño con una sonrisa.
—Pero entonces ¿Por qué no quiere llevarme con él?—Refuto el pequeño mientras hacia un pequeño puchero inflando sus mejillas.
—Nagisa, ya sabes cómo es Haru de especial con el agua—Defendió Makoto de Nagisa, quien cruzaba los brazos aun con sus mejillas infladas hasta que un pensamiento rápido cruzo su cabeza.
—¿Es eso?...¿O es que Haru—chan encontró algo que no quiere que sepamos?—Inquirió el rubio cambiando rápidamente su expresión dándole codazos a su amigo pelinegro.
"Mierda" pensó Haru “¿Es que acaso era demasiado obvio? Sabía que Nagisa era perspicaz pero no tanto”.
—¡Nagisa! ¡No molestes a Haruka-san!—Reclamo el peli azul sacando de apuros a su compañero sin darse cuenta.
—¡Pero Rei-chan!— Grito. Y la discusión se tornó alrededor de los más jóvenes. Haruka aprovecho el descuido de los demás alejándose de ellos para retomar la actividad que abandono al ser interrumpido. Sin duda eso estuvo cerca
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Al día siguiente el ángel llego primero notando junto al rio a una pequeña ave lastimada que había caído intentando alzar el vuelo, se acercó hincándose, lo recogió con una de sus manos, y con la otra hizo un movimiento haciendo que un poco de agua saliera del lago envolviendo el ala lastimada.
Rin llego un poco después notando como Haruka estaba en el suelo y se acercó poniéndose de cuclillas a su lado.
—Interesante—Comento Rin impresionado observando atentamente lo que hacía Haru
—No es la gran cosa —Dijo este restándole importancia observando como el ave una vez recuperada se escapó de sus manos emprendiendo el vuelo.
—Tal vez tu no lo veas como la gran cosa, porque es un don que se te ha dado y estás acostumbrado a el – Replico poniéndose de pie- Sabes, yo solo puedo destruir todo a mi alcance—Dijo mirando fijamente la bola de fuego que había invocado en su manor—Por eso me sorprendió tu poder. Yo todo lo que hago es destruir, ver aldeas completas arder bajo tus pies, jóvenes, niños y adultos tratando de controlar el fuego, corriendo desesperadamente presas del pánico mientras sus gritos resuenan en tus oídos hasta morir quemados y después ….Nada, lo único que queda es el silencio sepulcral en el ambiente y el olor a carne quemada impregnada en tu nariz.—
Mientras lo relataba en las orbes rojizas se podían ver las siluetas de las llamas consumiendo todo a su alrededor, casas, arboles… seres. La imagen creada por la descripción de Rin causo una revoltura en el estómago de Haruka haciéndolo sentir mal, pero todo el fuego se fue apagando al igual que el relato.
—Por eso creo que no debes menospreciar tu talento—Y en sus ojos se distinguió atisbo de tristeza, haciendo que el corazón del ángel se oprimiera.
Haruka siempre escucho que los demonios no tenían sentimiento de culpa ni tenían bondad, siempre le dijeron que ellos eran movidos por el rencor, la avaricia, la ira …Los pecados en sí, pero ahora se encontraba frente a uno que parecía que en cualquier momento lloraría.
—Sabes, para ser un demonio dices cosas amables.-
—No seas idiota.— Se sonrojo— No es que te esté halagando ni nada por el estilo. —Dijo girando la cabeza hacia otro lado indignado.
Sin duda alguna este demonio era algo que no entendía.