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¡Excitarse...un juego de niños! por Fullbuster

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Ren POV


 


Clear vino esa tarde muy emocionado y aunque yo estaba en mi forma de perro, él me pidió y casi me suplicó que le acompañase fuera del internado. Era jueves lo que parecía ser sinónimo de diversión para los universitarios y nos dejaban salir a disfrutar de las fiestas que se hacían fuera. Nunca le habían invitado a una ni había salido del internado, no se atrevía a salir solo así que me pidió de mil maneras posibles que le acompañase, quería saber lo que era una fiesta universitaria. Yo nunca había visto una pero había leído en la biblioteca del laboratorio sobre ellas. Siempre tenían novelas de todas las clases y daban mucha información, no tenía nada que hacer allí excepto leer, así que a eso me dediqué tantos años de mi vida.


Aoba siempre decía que yo era muy listo, en realidad no lo era… era simplemente un gran aburrimiento en aquella habitación encerrado que me llevó a leer para mantenerme ocupado y distraído. Acepté ir con él moviendo la cola enérgicamente y dando algún ladrido.


Desde que me había separado un poco de Aoba me sentía más tranquilo y calmado aunque también triste, echaba de menos a mi amigo, a mi mejor amigo, al chico del que me había enamorado o al menos uno de ellos. Seguía pensando todas las noches en Aoba y en Noiz, seguramente estarían juntos y trataba de pensar en ello, de alegrarme por ellos.


Clear estuvo hablando un rato con Aoba esa tarde y luego me metió en su mochila para llevarme fuera del internado. Salimos de la habitación y me mantuve en silencio aunque seguía entristecido por estar haciendo algo así a Aoba, él no se lo merecía pero no podía seguir viendo juntos a esos dos.


Salimos del internado y una vez fuera me transformé de nuevo en humano. Clear llevaba en su bolsa algo de ropa para mí y me vestí con rapidez siguiéndole hacia uno de los bares del pueblo. Cuando llegamos, todos los estudiantes estaban por allí medio borrachos haciendo locuras, algunos hasta se iban desvistiendo por el camino, otros aprovechaban para buscar chicas y enrollarse con ellas, era una locura pero yo seguí a Clear.


En una zona algo más apartada había un billar, ese juego me gustaba, nunca había jugado en una mesa de verdad pero leí del juego en los libros y había practicado en el suelo utilizando el palo de una escoba. Sé que no era lo mismo pero… quería probar la mesa y Clear lo notó en mis ojos en cuanto me miró.


- Vamos, te enseñaré a jugar – me dijo.


- ¿En serio? ¿Podemos jugar? – le pregunté ilusionado.


- Claro que sí.


Clear iba a ir a pedir un par de cervezas pero preferí hacerlo yo, pocas veces podía aguantar tanto tiempo en mi forma humana. Era extraño la mejora que había dado desde que escapé del laboratorio pero también me preocupaban las marcas que aparecían todas las mañanas en mis brazos. Ahora me ponía manga larga sólo para cubrirlas, no entendía qué eran esas marcas, pero cada vez se me daba mejor la transformación. Pedí las cervezas, era la primera vez que conseguía hablar con una desconocida y encima… trató de ligar conmigo, algo que me sorprendió pero a la vez me halagó, jamás me había ocurrido algo así. La chica me invitó a la cerveza y no me perdió ojo de encima hasta que llegué a la mesa de billar con Clear.


Empezamos a jugar y era bastante complicado, no se parecía mucho a mi billar improvisado en el suelo con unos palos de escoba, pero quería jugar… quería aprender, yo siempre había tenido una mente curiosa. No conseguía meter las bolas pero Clear tuvo que marcharse cuando unos compañeros le llamaron. Le dije que no se preocupase, que llegaría al internado en cuanto acabase la partida, sabía la dirección. Él me sonrió y yo seguí tomando mi cerveza y practicando. Acabé jugando con unos chicos y empecé a cogerle el tranquillo, ya empezaba a ganar y disfrutaba con este juego. Me sorprendió cuando una cerveza golpeó la mesa a mi lado y me giré para encontrarme con Noiz algo bebido.


- Largo – les dijo a los demás y todos al verle dejaron los palos y se marcharon.


- ¿Vienes a pelear conmigo de nuevo? – le pregunté encarándole.


- No, vengo a jugar contigo.


- Estás borracho – le remarqué.


- Si, pero en parte es tu culpa, Aoba no quiere saber nada de mí y todo porque tú te enfadaste con él al parecer. ¿Erais amigos?


- Sí, lo éramos. De todas formas es idiota, ya le dije que tenía el camino libre contigo, no sé por qué sigue insistiendo en esto.


- Porque no quiere hacerte daño, quiere recuperar tu amistad y es capaz de mandarme a mí al infierno por ti. Lo que no me explico… ¿Cómo podéis ser tan malditamente seductores? Me estáis volviendo loco. Me confundís.


- Te lo resolveré muy rápido, ve con Aoba. Le amas y él te ama.


- Tú también me amas, puedo sentirlo y siénteme tú a mí – dijo cogiendo mi mano para llevarla hasta su pecho y sentir cómo latía – se mueve por vosotros, por ti.


- Deja de decir esas cosas, Noiz.


- Dame una oportunidad.


- No. Vuelve con Aoba.


Noiz se colocó tras de mí y acarició mis manos entre las suyas. Yo aún agarraba con fuerza el palo del billar pero no pude evitar cerrar los ojos cuando sentí sus suaves caricias por mi cuerpo, recorriendo mis brazos, mi pecho, mi cuello…


- Hagamos un trato – me susurró al oído – si tu ganas volveré con Aoba y me olvidaré de ti para siempre, pero si gano yo… tu cuerpo será mío toda la noche. ¿Aceptas o te acobardas ya? – me preguntó mordisqueando mi oreja.


- Acepto – le dije porque yo no era ningún cobarde y le iba a ganar. Además… estaba borracho, debería ser fácil.


Empecé yo con el juego y empecé a meter una tras otra hasta que al pasar una vez Noiz tras de mí, sentí su cálido aliento en mi nuca haciendo que me distrajera y esa bola no entrase, dándole de esa forma el turno a él. Cuando comenzó, todas las bolas empezaron una tras otra a entrar en los huecos. No podía creerme que fuera tan bueno y traté de despistarle aunque no lo conseguí, él sólo sonreía. Ni siquiera cuando toqué su trasero se inmutó. Sonrió, levantó el palo un segundo y cogió mi mano llevándola dentro de su pantalón y ropa interior obligándome a coger su miembro.


- Distráeme mejor de esta forma… si es que puedes – me dijo picarón – también puedes ir preparándome para lo que te espera.


Toqué su miembro sólo con la intención de tratar de despistarle y desconcentrarle pero pese a sus gemidos, la bola entró en el hueco y me maldije a mi mismo por ese trato. De todas formas yo siempre cumplía mis promesas y tampoco podía negar que me había excitado.


- ¿Tienes un piercing en tu miembro? – le pregunté sorprendido.


- Un par – me dijo sonriendo – ya te dije que no siento dolor y además… podrás contarme cuánto los vas a disfrutar cuando te la meta.


Noiz se giró hacia mí soltando el palo encima de la mesa y me cogió por la cintura hasta sentarme encima de la mesa mientras me besaba con pasión colando su lengua en mi boca y subiendo con desesperación mi camiseta con sus grandes manos.


- Noiz – le llamé – aquí no, por favor.


- Está bien – me dijo – vamos a mi habitación, estaremos más cómodos y será más íntimo todo.


-        Vale – le dije siguiéndole.


Caminamos todo lo rápido que pudimos de vuelta hacia el internado, aunque yo estaba siendo prácticamente arrastrado por Noiz. Parecía que estaba deseando llegar cuanto antes, aunque él mismo ralentizaba nuestro paso porque se paraba de vez en cuando para robarme besos demasiado ansiosos y voraces. La verdad es que me alegraba que lo hiciese, no sólo porque disfrutaba de sus besos sino porque retrasaba el momento en el que tendría que cruzar la puerta de su dormitorio para cumplir mi parte del trato al haber perdido.


Necesitaba aquellos pequeños momentos para tranquilizarme y mentalizarme de lo que estaba a punto de ocurrir entre Noiz y yo, ya que había una parte de mí que estaba aterrorizada. Yo no tenía experiencia en el sexo, jamás me había acostado con alguien y ésta iba a ser mi primera vez. Había leído algunos libros sobre sexo por curiosidad y para informarme sobre el tema, así que había aprendido lo básico pero jamás lo había puesto en práctica y no sabía si lo iba a hacer bien o no, aunque había otro aspecto que me ponía todavía más nervioso y era el tema del dolor.


No podía evitar asustarme por el dolor que se suponía que iba a sentir cuando Noiz metiera su miembro en mí, al menos es lo que había leído, que las primeras veces dolía mucho. Supongo que era lógico tener miedo al dolor después de todo el sufrimiento físico y psicológico que había padecido durante mi estadía con Aoba en aquellos laboratorios, toda mi vida había sido dolor y no quería tener que volver a sentirlo.


Para empeorar mi estado, había otra parte de mí que se sentía culpable por estar haciéndole algo como esto a Aoba, sentía que lo estaba traicionando aunque él hubiese elegido ser un cabezota y alejar a Noiz de su lado. Sé que no eran nada pero sabía lo que Aoba sentía por él, sabía que quería a Noiz aunque lo negase.


Mis pensamientos sobre Aoba fueron interrumpidos por la boca de Noiz quien devoraba mis labios desesperado. Sentir su húmeda y cálida lengua colarse en mi boca y enredarse con la mía hizo que mi culpabilidad se esfumara y me olvidara de ella. No podía negar lo mucho que me gustaba ese chico ni cuánto estaba deseando cumplir con mi palabra, porque pese a todas aquellas dudas, no me iba a acobardar e iba a seguir adelante con aquella excitante locura.


- Por fin estamos aquí, ahora no podrás poner ninguna excusa para librarte de mí, quiero mi premio - me dijo Noiz con una sonrisa juguetona al llegar a su habitación en la residencia.


- No tenía intención de retractarme del trato, ya te he dicho que yo cumplo con mi palabra – le contesté en el mismo tono que él había usado.


- De acuerdo, una vez crucemos esta puerta no habrá vuelta atrás, ¿entendido? - me susurró en el oído y yo asentí con la cabeza.


Noiz metió su llave en la puerta y la abrió, entró tirando de mi brazo hacia el interior y una vez dentro, cerró la puerta y se lanzó hacia a mí para devorar mi boca. Intenté corresponderle lo mejor que podía y seguirle el ritmo. A diferencia de mí, se notaba que Noiz tenía mucha más experiencia y dominaba el arte de besar con gran maestría, lo cual hizo preguntarme si también sería igual de bueno en la cama.


Sus manos comenzaron a viajar por mi cuerpo acariciando mi vientre y mi torso mientras me guiaba hacia la cama entre golpes, no parábamos de chocarnos con los muebles y paredes. Antes de llegar a su cuarto, colocó un brazo en mi trasero y me impulsó para que enrollase mis piernas alrededor de su cintura y cruzamos la puerta en aquella posición sin dejar de besarnos con pasión. Al llegar al borde de la cama, me tumbó sobre el colchón y se separó de mí para quitarse la ropa.


No podía apartar mis ojos de Noiz, la forma con la que se estaba deshaciendo de sus prendas era demasiado sensual, él era todo un espectáculo erótico con todos aquellos piercings por todo su cuerpo. Estaba muy excitado, deseaba tocarle y sentirle sobre mí pero cuando rozó el borde de su ropa interior y se la quitó, me quedé paralizado del miedo. A mi mente acudió todo lo que había leído sobre el sexo y lo mucho que dolía las primeras veces y me puse muy nervioso. Si supuestamente dolía tanto con un pene de tamaño medio, ¿cuán doloroso iba a ser para mí con aquel enorme miembro y encima con dos piercings en la punta?


Creo que Noiz se dio cuenta de lo que me ocurría porque borró su sonrisa de prepotencia y se acercó hasta la cama subiéndose sobre mí con una expresión seria.


- Recuerdo que me dijiste que nadie te había tocado y sé perfectamente que el hecho de que yo sea incapaz de sentir dolor no quiere decir que los demás no lo sientan, así que trataré de prepararte lo mejor que pueda para que te duela lo mínimo posible – quiso tranquilizarme y lo consiguió, al menos en gran parte.


Aún sentía lo que creía que eran nervios normales por perder mi virginidad pero todo el miedo por el dolor se esfumó con sólo oírle decir aquello.


- Gracias – apenas pude murmurar.


- De nada – me contestó – Ahora sigamos, ya te había advertido que una vez estuviésemos aquí no había vuelta atrás – me recordó volviendo a sonreír de forma traviesa.


Noiz se apresuró a quitarme la ropa que llevaba hasta dejarme en la misma condición que él estaba. No perdió el tiempo y se abalanzó sobre mi cuello para lamerlo a la vez que sus manos recorrían mi cuerpo desnudo.


- No sabes cuánto deseaba hacer esto desde la primera vez que te vi así. Me has estado tentando muchas veces con este irresistible cuerpo que tienes, me dan ganas de poseerlo una y otra vez – me dijo antes de comenzar a bajar y recorrer mi torso con su lengua.


- Pues ya puedes cumplir tu deseo – le respondí como pude porque mi respiración empezaba a descompasarse.


Intensos jadeos salieron de mi garganta cuando el piercing que Noiz tenía en su traviesa lengua  alcanzó uno de mis pezones y se dedicó a jugar con él. Era una sensación extraña pero muy placentera y no pude evitar pensar en el inmenso placer que debería sentir si Noiz hiciera lo mismo en mi miembro. Pareció que Noiz me leyó la mente porque comenzó a viajar cada vez más abajo, dirección a mi entrepierna. Noté cómo mi miembro se excitó aún más y se endurecía tanto que comenzaba a doler.


- Mira quién está deseando ser atendido – me dijo con burla al ver que mi pene se agrandaba más – será mejor que no le haga esperar.


Dicho esto, Noiz engulló mi virilidad y pude sentir cómo su piercing paseaba por toda la punta, concentrándose en la parte donde comenzaba a salir mi líquido preseminal. Quise gritar de placer pero temía que pudieran escucharme los estudiantes que no hubiesen salido de fiesta, no quería que supiesen lo que estaba pasando aquí dentro, así que me tapé la boca con mi mano para ahogar el ronco gemido que solté.


Siguió lamiendo y succionando toda mi longitud de arriba a abajo y traté de enfocar mi vista en los movimientos que hacía Noiz, era imagen muy provocativa. Noté que estaba llegando al orgasmo y sentí la urgencia y necesidad de más. No fui consciente de que mi cadera se movía sola para profundizar el contacto y aumentar el ritmo hasta que Noiz me sujetó deteniéndome y se separó de mí.


- Lo siento, aunque me encantaría probarte entero, no puedo dejar que te corras – me comentó sonriendo – si lo haces ahora, no podremos disfrutar de la mejor parte. Sólo sentirías dolor y yo quiero hacerte gozar.


Subió hasta llegar a mis labios y los capturó en un demandante beso. Tras quedarnos sin aire, se separó de mí y sacó de un cajón de la mesita un bote que supuse debía ser lubricante. Me colocó en una mejor posición y me abrió las piernas para ponerse en medio, le vi embadurnarse los dedos con el lubricante y se inclinó sobre mí para besarme mientras introducía uno de ellos en mi entrada.


Estuvo moviéndolo dentro de mí hasta que metió el segundo dedo y repitió el proceso hasta tener tres dedos en mi interior. Cuando creyó que mi entrada estaba ensanchada y preparada para meter algo de más grosor, sacó sus dedos y se untó gran cantidad de lubricante en su pene. Al terminar, sujetó su miembro con su mano para dirigirlo hacia mi orificio pero antes de que llegara le detuve.


- Ya te había advertido que no había vuelta atrás – me dijo claramente molesto por haberle interrumpido en un momento tan delicado.


- No es eso – le aclaré antes de que se enfadase – es sólo que deberías ponerte un condón.


Noiz bufó pero no se negó a mi petición. Sabía los riesgos que conllevaba el sexo sin protección e intuía que Noiz había estado con más personas pero no podía estar seguro si se había protegido con ellos, por lo que no quería arriesgarme a averiguarlo de una forma nada agradable. Esperaba que el preservativo no se rompiera con los piercings.


Cuando terminó de prepararse de nuevo, me fue penetrando poco a poco. No podía decir que no sintiese nada de dolor, pero con todo lo que había hecho Noiz para dilatarme, ese dolor era ínfimo y mucho menor de lo que me temía. Terminó de introducir todo su miembro en mí y comenzó a moverse de manera lenta y pausada para que me acostumbrase a aquella invasión. Tras unos cuantos envites, el dolor fue sustituido por un inmenso placer y acabé enrollando mis piernas alrededor de la cintura de Noiz mientras me deslizaba un poco para poder besar sus pectorales.


Aumentó la velocidad de las penetraciones cuando atrapé uno de los piercings que tenía en su pezón y tiré de él con mis dientes. Supuse que eso había sido placentero para él y pensé en lo extraño que era que él pudiera sentir tanto placer pero nada de dolor, al principio había llegado a la conclusión de que algo pasaba con sus nervios y no podía sentir nada, pero ahora creía que debía ser algo en su cerebro.


No pude seguir con mis razonamientos porque mi mente se apagó cuando Noiz alcanzó un punto muy sensible en mi interior, le pedí entre gemidos y jadeos que golpeara en el mismo sitio y él me obedeció con aquella arrogante sonrisa antes de apoderarse de mi boca. Tras varios profundos y rápidos movimientos más, Noiz alcanzó el clímax corriéndose en mí y varios segundos después le acompañé con un fuerte grito manchando nuestros abdómenes con mi semen. Se dejó caer sobre mí aún tembloroso por el orgasmo y me volvió a besar pero esta vez con dulzura y aquello me sorprendió.


- ¿Te ha dolido mucho? - me preguntó y pude notar su preocupación. Sentí calor en mi pecho y le sonreí mientras negaba con la cabeza – Me alegro, así podremos repetirlo en más ocasiones.


Ambos sonreímos y Noiz salió de mí, se levantó para quitarse el preservativo y lo tiró a una papelera que había. Después, volvió a la cama y se tumbó a mi lado, nos tapó con la sábana y me estrechó entre sus brazos mientras cerraba los ojos cansado. Observé su tranquilo rostro mientras lo acariciaba hasta que mis párpados no pudieron más y acabé durmiéndome.


Un tremendo grito me despertó de repente, miré a mi alrededor preocupado y vi que Noiz estaba de pie fuera de la cama con una expresión de desconcierto. Quise preguntarle qué le pasaba pero en lugar de eso, de mi garganta salió un ladrido. Me quedé paralizado... Noiz había descubierto la verdad sobre mí.


 


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