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¡Excitarse...un juego de niños! por Fullbuster

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Noiz POV


 


Me había sorprendido que Aoba hubiera venido tan decidido y hubiera aceptado meterse en mi cama. ¿No había hablado con Ren de lo sucedido? Lo que estaba claro es que yo no pensaba desaprovechar esta oportunidad de estar con Aoba y menos después del gran fraude que había sido Ren. Yo creí que era un chico normal y corriente, era guapo y muy inteligente pero… era un maldito perro y no se atrevió a contarme la verdad, tan sólo era un mentiroso.


Aproveché cuando Aoba se marchó a la ducha para ir a preparar la cena, lo que no esperé es que la puerta de mi habitación se abriera dejándome ver a esos dos gemelos. Hacía meses que no les había visto y no entendía qué podían estar haciendo aquí precisamente ahora.


- ¿Qué hacéis aquí? – pregunté.


- Ya sabes a lo que hemos venido – me informó Virus sonriendo.


- ¿Podemos hablar esto más tarde? Ahora mismo estoy ocupado.


- Creo que es un buen momento.


Les miré desafiante como era yo y tras mirarme ambos con detenimiento y ver la ropa de Aoba en el sofá me lanzaron su camiseta y sonrieron marchándose hacia la puerta.


- Tienes una hora, ni un minuto más ni uno menos.


Se marcharon de allí y menos mal, porque Aoba salía en ese mismo momento. Me preguntó con quién hablaba y le mentí comentando que era un compañero de clase. Cenamos juntos pero luego se marchó con rapidez y eso me causó cierto desconcierto, así que le seguí, quería saber qué estaba ocurriendo y es que hoy todo era muy extraño.


Conseguí alcanzarle cuando llegó hacia la piscina y le escuché hablar con alguien, por la voz parecía Ren. Estaban discutiendo y no quise interrumpir, me quedé al margen escuchando y observando desde el pasillo cuando vi la bofetada que Aoba le dio a Ren culpándole de no haberle dicho que se acostó conmigo. Aquello me dolió más a mí que a ellos. Ren ni siquiera se movió, dejó la cabeza agachada y vi cómo una lágrima caía al suelo mientras escuchaba todo lo que Aoba le recriminaba.


Ni siquiera recayó en saber cómo estaba Ren, se marchó de allí dejándole solo y supe en aquel momento que Ren lo estaba pasando mal con todo esto, primero yo le había decepcionado, ahora Aoba… verle tal y como estaba ahora de hundido me rompía en mil pedazos y me acerqué hacia él cuando aparecieron ambos gemelos.


Virus cogió a Ren del brazo dispuesto a llevárselo y salí con rapidez para tratar de impedirlo y aunque les llamé, Ren ni siquiera se inmutó antes mi voz, permaneció llorando en silencio, lanzando lágrimas al suelo y aguantándose el llanto.


- Soltadle – les pedí.


- Noiz… él es nuestro experimento, uno fallido al parecer. Nos lo llevamos ahora mismo, ya no es útil.


- ¿Qué? ¿Cómo que no es útil? ¿Qué quieres decir con eso?


- Como un perro sin dueño que va a una perrera – me especificó.


- Vais… a sacrificarlo.


- Eso suena un poco brusco, lo que haremos es recoger los datos que nos interesen de él y luego sólo será un proyecto que no salió bien, volveremos a empezar.


- No podéis tratarle así, es un ser humano.


- Es mitad perro – me dijo sonriendo – llévatelo, Trip.


- Ren – le grité pero él no se inmutó. Al pasar por mi lado le retuve el brazo – no vayas con ellos, Ren, sabes lo que te harán.


- Qué más da – me dijo llorando – ya da igual todo, no le importo a nadie.


Clear entró en aquel momento tirándose al pecho de Ren cogiéndose con fuerza sin entender el motivo por el que se lo llevaban, no entendía nada pero él no quería que Ren se marchase.


- ¿Dónde lo lleváis? – preguntó preocupado.


- Déjalo, Clear – escuché a Ren – iré a un sitio mejor. Gracias por haber sido mi amigo.


Los gemelos se llevaron a Ren y no supe qué hacer o qué decir para arreglar todo esto y menos el corazón destrozado de aquel chico. Clear se marchó siguiendo a Ren tratando de convencerle de que se quedase con él pero yo sabía que los gemelos no lo permitirían, sólo era un experimento. Virus se quedó conmigo.


- ¿Qué experimento estabais haciéndole? – pregunté entristecido y enfadado a la vez.


- Era un arma para la guerra – me explicó - ¿Quién sospecharía de un inocente perrito? Pero cuando se transformase en un humano sería el arma perfecta, podría matar a cualquiera y nadie se enteraría que sería el perro. Claro que para eso Aoba era fundamental… su voz debía controlarle y ese chico… Ren… tenía que haber salido más… como decirlo, algo más agresivo y en lugar de eso mira lo que hemos conseguido, un chico romántico que se enamora del primer tipo al que ve y que sufre por amor. Quizá al siguiente experimento debamos quitarle los libros, aprendió demasiado de ellos.


- Es un chico inteligente.


- Pero no es el arma que buscamos.


- Tiene otras cualidades – le defendí.


- No para nosotros. Es un desperdicio. Hay que eliminarlo.


- Ese chico tendrá familia, devolvédselo – les pedí.


- ¿Familia? Era el hijo de una prostituta – se rió.


- Querrás decir de alguna pobre chica a la que esclavizaste.


- Qué más da una cosa que otra.


- Es tu hijo – me di cuenta de golpe – o de tu hermano.


- Es de mi padre, ya te lo he dicho… su madre sólo era una chica con la que experimentamos. Aprovechamos a su hijo, no teníamos nada que perder.


- Eres despreciable. ¿Cómo puedes hacer algo así? Es tu hermano o medio hermano.


- No es nada mío… - me dijo marchándose de allí entre risas.


Me asusté al verle irse en dirección hacia el lugar por el que Aoba se había marchado tras discutir con Ren. Temía que también quisieran llevárselo pero no iba a permitírselo, no dejaría que me arrebatasen a otro de los chicos que quería, porque sí, al saber lo que planeaban hacerle a Ren, me había dado cuenta que le amaba. Ya no me importaba que me hubiese ocultado aquel secreto, me daba igual que no fuera completamente humano. Amaba su forma de ser y su inteligencia y, para qué negarlo, su cuerpo humano era endemoniadamente atractivo y sexy. Amaba a esos dos chicos y no iba a perder a ninguno de los dos.


- ¿Adónde crees que vas? - detuve a Virus cogiéndole del brazo y él me miró molesto.


- A ti no tengo por qué darte explicaciones – me contestó soltándose enfadado y se dio la vuelta para seguir su camino – No tengo más tiempo que perder contigo, tengo una agenda muy apretada y los experimentos fallidos no se eliminan solos.


Virus se rió a carcajadas tras decir eso y a mí me entraron ganas de partirle la cara por la forma en la que hablaba de Ren. Tenía ya el brazo levantado casi por completo cuando la voz de ese despreciable ser me detuvo.


- No te preocupes, aún no vamos a quitarte a tu juguete – me comentó adivinando mi preocupación por Aoba - Parece que él sí está siendo un éxito, queremos seguir viendo sus avances así que le dejaremos en paz... por ahora.


El tono con el que dijo esas últimas palabras y la sonrisa cínica que esbozó me sacaron de mis casillas. Mi paciencia había llegado al límite, ese miserable iba a conocer lo que era el dolor. Me reí internamente porque era irónico que pensase eso cuando yo desconocía lo que era. Fui a lanzarme contra él pero de nuevo su voz me detuvo.


- Si no quieres que nos lo llevemos antes de tiempo y nos divirtamos con tu preciado juguete, será mejor que te quedes dónde estás – me dijo intuyendo mis intenciones.


No hice nada para detenerle cuando lo vi marcharse riéndose satisfecho por haberme derrotado, sabía que no quería que le hicieran daño a Aoba también, él era uno de mis puntos débiles y lo había usado contra mí. Pero esto no iba a quedar así, hallaría la forma de darles su merecido a esos dos malditos aunque antes debía ayudar a Ren y para ello debía avisar a Aoba. Puede que se hubiesen peleado pero eso no significaba que ya no le importase su amigo.


Salí corriendo en su busca, no teníamos tiempo que perder, cuanto antes le pusiese al corriente de lo ocurrido, antes podríamos salvar a Ren. Le vi a lo lejos, estaba a punto de entrar en la residencia así que le llamé y él se giró asustado por el grito que pegué.


- ¿Qué pasa? ¿Estás bien? - me preguntó preocupado supongo que al ver mi cara de angustia.


- Es Ren.


En el momento en que pronuncié su nombre, el angelical rostro de Aoba dejó de serlo en cuanto su ceño se frunció, su mirada se afiló con intensidad y apretó sus labios con tanta fuerza que sólo se distinguía una línea fina.


- Ni pronuncies su nombre, no quiero saber nada de él – escupió enfurecido. Después se dio media vuelta y empezó a caminar alejándose.


- Se lo han llevado.


Aoba se detuvo al instante de escuchar mis palabras. Aunque no podía verle la cara, me imaginaba que su rostro ya no mostraba ni una señal de enfado, ahora debía reflejar preocupación.


- ¿Cómo que se lo han llevado? ¿Quién... por qué? ¿Cómo lo sabes? ¿Estabas allí? ¿Por qué no lo has impedido? - soltaba una pregunta tras otra histérico.


- Cálmate, vamos, respira – intenté tranquilizarle – Déjame explicarme.


Él asintió con la cabeza e intentó tranquilizarse. Cuando vi que estaba algo más calmado, me dispuse a contarle lo ocurrido.


- Han llegado unos gemelos...


- ¿Unos gemelos? - me interrumpió mientras sus ojos se abrían de terror y comenzaba a temblar. Le sujeté de los hombros tratando de transmitirle calma pero creo que no funcionaba.


- Han llegado a por Ren, han dicho que... era un experimento fallido que ya no les era útil, traté de detenerles pero Ren se ha ido por propia voluntad. Decía que ya daba igual todo, que no le importaba a nadie... Hay que ir a hacerle entrar en razón y ayudarle a escapar de esos dos, creo que quieren matarle – terminé gritando porque Aoba parecía no reaccionar.


Tenía la cabeza agachada y los hombros hundidos, me incliné para ver mejor su rostro y tenía los ojos desorbitados y llenos de lágrimas, pero lo que más me preocupó fue que había comenzado a respirar de forma irregular como si le faltara el aire.


- Ey, ey, mírame, mírame - le grité y le alcé la barbilla para que nuestras miradas coincidiesen – No le va a pasar nada, te lo prom...


- Lo sabías – dijo en un hilo de voz.


- ¿Qué?


- Sabías el secreto de Ren, ¿no es así? - su mirada y su tono de voz eran duras, yo balbuceé sorprendido – Lo averiguaste y por eso le rechazaste – me afirmó gritando enfurecido - ¿Qué? ¿El que se pueda transformar en un animal es demasiado para ti? ¿Te da asco? ¿Ahora pretendes fingir que te importa? No tienes ningún derecho a querer ir a ayudarle, por tu culpa él...


No pudo seguir hablando porque se le entrecortó la voz y rompió a llorar de nuevo pero esta vez con más intensidad.


- Yo... también es mi culpa – cayó al suelo de rodillas con el rostro inundado en lágrimas – le he dicho tantas cosas horribles... sabía que algo le pasaba y me ha dado igual destrozarle con mis palabras, le he alejado de mí sin importarme nada... incluso le he pegado. No merezco que me considere su amigo, no tengo derecho a preocuparme por él... Soy lo peor.


- Aoba – le llamé lo más suave que pude agachándome para quedar a su altura – Si te sientes mal por lo que le has hecho, ve a rescatarle para que puedas tener la oportunidad de pedirle perdón y recompensarle por el daño causado. Tienes razón al decir que es mi culpa por eso, ¿me acompañarás a decirle que he sido un completo idiota, que estaba equivocado y que me da igual lo que sea o lo que pueda hacer?


Necesitaba que Aoba reaccionase y quisiera ayudar a Ren. Por suerte, parecía que mis palabras surtieron efecto y le calmaron. Le vi asentir lentamente, entonces le sonreí y le ayudé a levantarse.


- Debemos darnos prisa, no sé adónde han podido llevárselo y tendremos que revisar todo la zona.


- Se lo habrán llevado a los laboratorios – me dijo muy seguro – El lugar está algo lejos pero no creo que nos lleven mucha ventaja, aún podemos alcanzarles. Debemos ir por...


Le vi agachar la mirada pensativo como si estuviese tratando de recordar el camino pero, de repente, alzó su cabeza y me observó lleno de confusión.


- ¿Qué ocurre?


- No lo recuerdo – murmuró.


- ¿Qué?


- Está borroso, no recuerdo qué camino tomamos Ren y yo cuando escapamos de allí... Es extraño. ¿Por qué no puedo recordarlo? ¿Cómo vamos a salvarle ahora? - me preguntó desesperado y no supe qué contestarle.


Un grito a lo lejos llamó nuestra atención y enfocamos nuestra vista en la dirección de donde procedía. Vi a Clear acercarse corriendo casi sin aliento hasta nosotros mientras gritaba nuestros nombres. A los pocos segundos llegó hasta nuestra posición y se inclinó hacia adelante apoyándose en sus rodillas tratando de llenar sus pulmones de oxígeno.


- Os he estado buscando – nos dijo cuando pudo hablar – Necesito vuestra ayuda. He visto el lugar al que esos extraños sujetos se han llevado a Ren pero no puedo pasar por la puerta, necesita una clave de seguridad. Eres bueno con los ordenadores, ¿verdad? - se dirigió a mí.


- Sí, se me dan bien.


- Pues vamos.


Dicho esto, volvió a su carrera alocada y tras unos segundos de asombro, me puse en marcha y le seguí con Aoba tras de mí. Corrimos todo lo que rápido que nuestras piernas nos permitieron, aunque al final tuve que cargar con Aoba. Parecía que no estaba acostumbrado a este tipo de ejercicio y acabó agotado a los pocos minutos.


Tras mucho correr, llegamos a una zona apartada de la universidad. Entramos en un edificio que parecía de administración y Clear nos guió hasta una puerta que llevaba al sótano. Estábamos bajando tantas escaleras que parecía que íbamos directos al infierno pero por fin llegamos hasta una gran puerta con una cerradura especial a un lado. Había una pantalla, en ella se veían los números del uno al nueve y al lado una ranura correspondiente a un lector de tarjetas con una pequeña luz roja encima.


- No sé qué habrá tras esa puerta para que haya este tipo de seguridad, ni lo que pretenden hacerle a Ren ahí dentro pero les he visto meterlo aquí. Tenemos que atravesar esto para poder llegar hasta él y sacarlo de aquí – dijo Clear frente a la cerradura.


- Aparta - le ordené.


Saqué de mi bolsillo mi teléfono móvil y unos cables que estaban enganchados con una tarjeta a un extremo. Después, enchufé los cables a mi móvil y, por último, metí la tarjeta en la ranura.


- Hackearé su código para reprogramar esta tarjeta y así tener autorización mientras mi programa descifra el número de seguridad que necesitamos introducir para tener acceso– les expliqué mientras tecleaba rápidamente en la pantalla de mi teléfono.


- ¿Siempre llevas esas cosas en el bolsillo? - me preguntó el bicho raro de Clear.


- Soy un hacker, siempre voy preparado – le contesté algo borde.


A los pocos segundos, la luz roja se volvió verde y después metí en la pantalla de la cerradura los mismos números que aparecieron en mi móvil. Se escuchó un ''clic'' y supe que la puerta estaba abierta. Aoba fue el primero en alcanzar el tirador y abrir la puerta, la atravesó rápidamente dejándonos a Clear y a mí atrás. Le seguimos raudo, no sabíamos si habría guardias dentro o qué otros peligros podrían haber.


La puerta daba paso a una enorme estancia llena de aparatos de todo tipo que hubiesen dejado boquiabiertos a cualquiera pero yo sólo pude concentrarme en el rostro de ese chico de pelo azulado que me había robado el corazón. Aoba estaba parado en medio de aquel lugar totalmente petrificado con una cara de terror y temblando con violencia.


- Es imposible... - le escuché que balbuceaba – Había escapado... ¿por qué estoy de vuelta?


 


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