Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

¡Excitarse...un juego de niños! por Fullbuster

[Reviews - 59]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Ren POV


 


Me dolía todo el cuerpo y me costaba respirar con normalidad. Sé que en esta forma de inocente cachorro nadie me tenía en cuenta y poco podía hacer, ni siquiera entendía por qué aquellos científicos me habían convertido en esto, medio perro medio humano. Decían que un día controlaría mi transformación, que un día podría convertirme a voluntad en lo que quisiera cuando quisiera… pero ese día a mí me parecía muy lejano. Tenía veintiún años, tres más que Aoba y seguía sin poder controlarla bien, sólo cuando estaba a solas con él me inundaba la paz y tranquilidad necesaria para volver a mi forma humana.


Cuando vi cómo atacaban a Aoba decidí actuar, si hubiera sido un humano… si tan sólo hubiera podido volver a mi forma  real lo habría protegido pero como perro… me sentía inútil y frustrado, no podía hacer nada excepto dejarme proteger y cuando Koujaku me dio la patada, sentí la voz cargada de preocupación de Aoba, yo no quería que él estuviera mal por mi culpa.


Aquella patada me dolió pero me dolía más saber que era un inútil en esta forma, saber que no podía ayudar a nadie. ¿De qué me servía este maldito experimento? Lo odiaba, yo sólo quería volver a mi forma original. Quizá si hubiera conseguido mantenerme como humano… habría sido capaz de decirle a Aoba todo lo que sentía por él, pero se lo oculté, no le dije nada porque sabía que yo sólo era un perro… ¿Cómo podría ese chico enamorarse de alguien como yo? Nadie lo haría. Esos científicos me lo habían arrebatado todo en la vida y ya no me quedaba nada por lo que luchar a excepción de tratar de proteger a ese chico de inusual cabello.


Unas manos me tocaron y sentía que me cogían. Eran cálidas y muy suaves. Me abrazaron con suavidad y cuando conseguí ver quién era, me encontré con aquella máscara de gas. Sé que Clear era como un bicho raro… ¿Pero quién no lo era aquí? Hasta Aoba y yo lo éramos, lo importante para mí es que me caía bien nuestro compañero de cuarto, puede que fuera más enclenque que Noiz o Koujaku pero tenía mejor corazón casi seguro, era un buen chico, a veces algo raro, a veces algo inocente.


Le había visto tropezar millones de veces con la alfombra del cuarto y caer al suelo, aquello me hacía gracia porque no era mal chico, era despistado, algo torpe y muy inocente, por mucho que fuera desnudo por nuestra habitación siempre. No sé muy bien qué ocurrió tras aquello, porque cuando conseguí espabilarme un poco veía como Aoba besaba a Clear.


Hubiera mentido si dijera que no me dolió, algo en mí se rompió y es que yo siempre había protegido a ese chico, le amaba aunque jamás podría confesárselo, él era un chico estupendo y yo… yo sólo era esta cosa, medio perro… medio humano. Me resigné y aparté los ojos de ellos hasta que vi a Noiz al otro lado de la sala apretando con su mano la puerta de unas de las taquillas metálicas y me sorprendí.


- ¿Por qué no os buscáis un hotel? O mejor aún… largaros a vuestro cuarto a seguir con esas guarradas – dijo Noiz notablemente enfadado y es que para mí… un perro… era muy fácil sentir su estado de ánimo, notaba celos.


Aoba se enfadó, podía ver su cara de frustración pero no dijo nada. Ambos, tanto Clear como Aoba se levantaron, me cogieron en brazos y nos fuimos a la habitación. Esa noche no tuve fuerzas para convertirme en humano, dormí en mi forma de perro y traté de no quejarme, no quería preocupar a Aoba, pero todo el cuerpo me dolía. Lloré en silencio y me acurruqué todo lo que pude metiéndome bajo las mantas de la cama huyendo del contacto de Aoba. A él le gustaba dormir abrazado a mí, pero yo hoy no podía soportar el dolor de que me tocasen.


Por la mañana me llevó a clase metido dentro de la mochila, el dolor seguía allí pero no me quejé, no iba a preocuparle por nada. Tocaba clase de informática, yo era un genio en ordenadores, los científicos me obligaban a estudiar de todo, quizá por eso Aoba siempre decía que yo era muy inteligente, pero era porque me habían obligado a saber de todo, no por nada más. Me asomé por la abertura de la mochila viendo a Noiz a mi lado tecleando en su portátil y él me miró sorprendiéndose de verme allí. Temí que me descubriera ante el profesor, pero no dijo nada, intentó disimular.


Cuando acabó la clase, vi cómo Aoba se acercaba corriendo hacia Noiz empujando la mochila sin querer con su pie y tirándome al suelo sin darse cuenta, pero no dije nada aunque Noiz me miró preocupado, pero tampoco hizo nada. Yo miré desde el suelo lo que tenían que hablar y es que Aoba había tratado de hablar con Noiz durante toda la clase sin éxito.


- ¿Por qué me ignoras? – preguntó Aoba enfadado.


- No te estoy ignorando, estoy ocupado – dijo Noiz volviendo su vista de mí a su ordenador pasando de Aoba.


- ¿Qué te pasa conmigo?


- ¿Qué me tiene que pasar contigo, Aoba?


- No lo sé, pareces enfadado y yo no te he hecho nada, eres tú el que me besaste sin mi permiso.


- Por supuesto… tú nunca besas a nadie, pero no sé cómo lo haces para que todos te besen a ti.


- Yo no hice nada – le dijo Aoba – tuve un problema en la piscina y Clear trató de salvarme.


- ¿Y tienes que besarle por eso?


- Tú me besaste porque te ayudé. ¿No es lo mismo? ¿No es como tú funcionas, Noiz? – le preguntó Aoba enfadado.


Noiz frunció el ceño y con su boca hizo un gesto despectivo y frustrado antes de cerrar la pantalla de su ordenador y levantarse para irse.


- Cuida de tu perro – dijo de golpe – no parece estar bien.


Aquello me extrañó. ¿Se había dado cuenta Noiz del dolor que sentía? Aoba se sonrojó un poco y sorprendido se giró a mirarme como si no se hubiera dado cuenta hasta que Noiz se lo dijo. Se acercó a mí agachándose a mi lado y me abrazó intentando no hacerme daño llorando, perdiendo sus lágrimas en mi pelaje mientras yo miraba cómo Noiz ablandaba un poco su desafiante mirada como si se enterneciera en parte por ver a Aoba tan afligido, pero se marchó, seguía enfadado con él y yo seguía pensando que tenía celos.


Aoba me dejó al final en la habitación para que descansase mientras él acababa sus clases y yo desde la cama sólo podía mirar la ropa encima de la silla. Cuando me transformaba en humano siempre aparecía desnudo. ¿Un perro vestido habría sido muy raro? Tampoco me vendría la ropa de perro al ser un humano así que Aoba siempre me cedía algo de su ropa para vestirme, pero hoy no podía convertirme en humano, lo intenté un par de veces pero no hubo forma.


Me moría de sed, quería un refresco o algo y al final… tras mucho esfuerzo conseguí transformarme vistiéndome con la ropa de la silla para salir a por un refresco. Todos deberían estar en clase y no me cruzaría con nadie, eso creía. Me apoyé en la máquina expendedora para no caerme por el dolor cuando escuché el ruido de la botella caer. Fui a cogerla… pero mi vista se nubló mientras sentía cómo caía, por suerte, alguien me había cogido, sentía un brazo alrededor de mi cintura sosteniéndome.


- Ey, chico, ¿estás bien? – me preguntó y miré para ver que era Noiz, aquello me sorprendió.


- Sí – le dije – lo siento… sólo quería un refresco.


- Estás herido – me dijo - ¿Nos hemos visto antes? Tus ojos me resultan familiares – comentó y me asusté de que pudiera relacionarlos conmigo cuando era un perro.


- No, creo que no – le mentí.


- Soy Noiz – se presentó y yo aproveché para soltarme de él cogiendo la lata para marcharme - ¿No me vas a decir tu nombre?


- No te lo has ganado – le dije intentando sonreír y él sonrió como si fuera un desafío.


- Eres misterioso… me gusta. Adivinaré tu nombre, chico – me dijo y sonreí marchándome de allí.


Nada más volver a mi habitación, me tomé el refresco y volví a convertirme en perro dejándome caer en la cama. Tenía sueño y sólo quería descansar mis heridas. Aoba llegó tarde aquella tarde. Dormí tanto que al caer la noche, me desperté totalmente despejado, mis heridas aún dolían pero no tenía ni pizca de sueño. Miré a mi alrededor y vi a Aoba durmiendo a mi lado, no me había abrazado, supongo que para no hacerme daño al tocar mis heridas.


Bajé de la cama de un pequeño salto e intenté transformarme de nuevo en humano pero no pude, después de todo seguía sin ser capaz de controlar mi poder. Observé a Aoba dormir, su rostro reflejaba tranquilidad y me alegré porque significaba que no estaba teniendo otra de sus pesadillas. Mis ojos se centraron en sus carnosos labios tentándome a probarlos y realmente deseaba hacerlo pero no podía... si Aoba llegase a despertarse y me viese besándole, seguramente se alejaría asustado o asqueado y no podría soportarlo, no aguantaría que él me rechazase.


En ese momento sentí envidia de los chicos que habían probado sus labios, eran chicos afortunados aunque no hubiese estado bien la forma en que lo hicieron, mucho menos ese tal Koujaku. ¡Mierda! Pensar en ese chico no me venía bien, me hacía recordar lo inútil que era en este maldito cuerpo de animal. Agaché mi cabeza desanimado por todo lo que había pasado aquella mañana pero un suspiro por parte de Aoba, hizo que volviera a centrar mi mirada en él.


De nuevo, mi vista estaba enfocada en sus labios ahora entreabiertos. Me preguntaba qué se sentiría besar a alguien, cómo sería degustar los labios de Aoba, juntar nuestras lenguas y explorar aquella húmeda cavidad. Antes de que me diera cuenta, estaba de pie apoyado sobre mis patas traseras, las delanteras descansaban en la cama al lado de Aoba y mi hocico estaba muy cerca de su rostro. Me aparté rápidamente por lo que había estado a punto de hacer y decidí que no podía seguir más tiempo ahí encerrado, necesitaba aire fresco por lo que me las apañé para salir del dormitorio común y explorar el campus.


Llevaba un rato caminando, metido en mis pensamientos cuando escuché una voz familiar, cerca de donde me hallaba, que me puso en alerta. Giré mi cabeza para localizar de dónde procedía y mis ojos se toparon con la imagen de Koujaku manteniendo relaciones sexuales con otro chico de pelo largo y castaño. Retrocedí intentando pasar desapercibido pero una rama crujió cuando la pisé con una de mis patas llamando la atención de aquellos dos.


- ¿Quién anda ahí? - preguntó el chico de pelo castaño molesto.


- Si te gusta lo que ves, puedes unirte a nosotros – añadió Koujaku con lujuria. Entonces sus ojos se tropezaron conmigo y su expresión pasó a una de enfado – Maldito chucho, ¿tú otra vez? ¿Acaso has vuelto para que termine de enseñarte modales?


Le vi sacar su miembro de su acompañante, quien se quejó por quedarse a medias, y caminó hacia mí completamente desnudo y con su pene erecto. Di media vuelta para irme de allí, no quería meterme a mí o a Aoba en problemas, no sabía si trataría de hacerle algo a él también por mi interrupción, ya que para los demás yo era su mascota y seguramente le harían responsable de mis actos. No llegué muy lejos porque una mano se cernió sobre mi nuca, agarrándome de mi pelaje y alzándome unos metros del suelo.


Me revolví tratando de librarme de su agarre aguantando el dolor que me provocaba mis movimientos pero él hizo más presión con su mano, estirando más mi piel y solté un alarido del dolor. Me elevó un poco más hasta que nuestros ojos estuvieron a la misma altura y pude ver cómo sonreía de forma siniestra. Tenía un mal presentimiento así que le gruñí en señal de advertencia pero él me soltó un puñetazo en el estómago que me dejó sin aire. En cuanto me recuperé, volví a gruñirle plantándole cara.


- Parece que los golpes no surten efecto en ti, quizás deba usar otro método para que aprendas a ser un buen perro – me comentó con aquella sonrisa que me inquietaba tanto. Sus palabras me pusieron nervioso, me temía lo peor -  No me va hacerlo con animales pero contigo haré una excepción, chucho.


Me tensé de inmediato al comprender lo que pretendía hacerme y me revolví de nuevo tratando de escapar pero Koujaku me inmovilizó con ambas manos colocándome en el suelo dándole la espalda. Con una mano sujetó mi cola para que no la metiera entre mis patas y le impidiera llevar a cabo su plan. Comencé a aullar desesperado con la esperanza de que alguien me escuchase y acudiese en mi ayuda, cuando sentí la punta de su miembro rozar mi entrada.


Cerré mis ojos esperando lo peor pero, en lugar de aquello, oí un fuerte golpe y sentí que mi agresor caía fuertemente a un lado alejando su miembro de mí y soltándome al instante. Quise huir de allí sin comprobar qué había pasado pero mi cuerpo no me obedecía, estaba petrificado por el miedo.


- ¿Es que has perdido la puta cabeza? - escuché que le gritaban y no supe por qué pero me relajé un poco al reconocer la voz - ¿Acaso no tienes suficiente con tus perros falderos que tienes que violar a uno de verdad? Estás enfermo, joder.


- No te metas en esto, Noiz, a no ser que quieras acabar como ese chucho de mierda – le contestó Koujaku.


- Que me deje golpear en las peleas no quiere decir que no pueda con vosotros, así que deberíais largaros de aquí antes de que os deje inútil vuestras diminutas pollas – les amenazó.


Koujaku soltó un chasquido de disgusto antes de decirle a Noiz que no merecía la pena, que tenía asuntos más placenteros que atender que estar perdiendo el tiempo con un chucho y un friki de los piercings. Le vi marcharse junto al otro chico dejándonos a Noiz y a mí solos.


- ¿Estás bien? - me preguntó Noiz caminando hacia a mí.


Me acababa de salvar y sabía que no me iba a hacer daño pero aún así, no pude evitar temblar cuando vi su mano acercarse a mí.


- Tranquilo, no voy a hacerte nada – trató de calmarme – Toma, bebe un poco, te ayudará a que se te pase el susto – me dijo acercando a mi hocico su mano llena con un líquido transparente.


Olisqueé su mano comprobando que se trataba de agua y la lamí lentamente bebiéndomela por completo.


- Tengo más si quieres – me comentó enseñándome la botella con la que había llenado su mano.


Aparté su mano con mi nariz indicándole que no quería más y Noiz captó el mensaje enseguida. Me cogió con delicadeza entre sus brazos y comprobó mi estado, solté un aullido cuando tocó mi abdomen donde Koujaku me había golpeado de nuevo.


- Lo siento – se disculpó - ¿Te ha golpeado ahí? - me preguntó aún sabiendo que no podía responderle – Te prometo que le haré pagar por lo que te ha hecho.


Me sorprendí, nunca me imaginé que aquel chico pudiera preocuparse tanto por alguien o, en este caso, un animal. En los anteriores encuentros, me había parecido un chico frío, algo borde y que hacía lo que quería, aunque esta mañana había sido el único que se había dado cuenta de cómo me encontraba. Era un tanto extraño pero aún así me sentía a gusto con él.


Caminó hasta un banco llevándome en brazos y se sentó en él dejándome acurrucado en sus piernas. Me sentía protegido, no sabía el motivo pero Noiz conseguía que mi miedo poco a poco se esfumase. Comenzó a acariciar mis orejas con suavidad y yo cerré mis ojos disfrutando de ellas a la vez que me relajaba sintiendo el calor que emanaba su cuerpo.


- Eres el perro de Aoba pero no llevas un collar con tu nombre... así no sé cómo llamarte – le escuché decir –  Parece que has tenido un día duro, esta mañana no parecías estar bien y ahora has estado en peligro por culpa de ese engreído de Koujaku... No sé por qué tu dueño te ha dejado merodear a estas horas solo.


Creo que me estaba quedando dormido con sus caricias porque cada vez escuchaba su voz más lejana pero fui sacado de aquel estado con brusquedad cuando otros brazos me alejaron de Noiz de repente.


- Deja en paz a mi perro – le gritó Aoba enfadado antes de alejarse a paso rápido pero vi a Noiz levantarse molesto.


- ¿Y a ti qué mosca te ha picado ahora? - le gritó malhumorado para que Aoba le escuchase porque ya estábamos bastante lejos de su posición.


Me sentí mal por Noiz, él me había ayudado y recibía ese trato por parte de Aoba... pero me sentí peor cuando Aoba dijo ''mi perro'', era la primera vez que me trataba como a su mascota y no como a su igual, su amigo... ni siquiera había sido capaz de decir mi nombre y aquello me entristeció.


 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).