Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

¡Excitarse...un juego de niños! por Fullbuster

[Reviews - 59]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Ren POV


Después de clases, Aoba y yo estuvimos gran parte de la tarde en nuestra habitación. Aoba necesitaba ayuda con sus estudios y yo, como siempre, le expliqué todo lo que no había entendido durante las clases. Al terminar, los dos nos tumbamos en la cama a descansar después de la ardua sesión de estudio.


- No sé si regresar mañana a la piscina – me dijo Aoba pensativo – me apetece mucho volver a meterme en ella y aprender a nadar pero...


- ¿Te preocupa encontrarte con Koujaku de nuevo? - le pregunté apenado.


- Un poco – admitió avergonzado – Ya lo escuchaste, forma parte del equipo de natación, así que seguramente entrenará cada mañana. No quiero que vuelva a herirte – me dijo con aquellos ojos llenos de consternación mientras me acariciaba la mejilla.


Debía admitir que había pensado que él tendría miedo de volver a cruzarse con Koujaku por lo que le hizo junto a su amigo pelirrojo, pero Aoba no había pensado en él sino en mí, estaba preocupado de que pudiera hacerme algo y aquello me hizo feliz. Sentía que aún era importante para Aoba y que no me estaba olvidando o sustituyendo por alguno de los chicos que había conocido.


- Estaré bien siempre que estés a mi lado – le dije sonriendo para tranquilizarle – A mí lo único que me importa es tu bienestar, no quiero que él ni sus amigos se atrevan a tocarte de nuevo pero... - apoyé mi frente contra la suya acariciando su mejilla también – soy un inútil en mi otra apariencia, no pude protegerte... lo siento – me disculpé arrepentido.


- Hiciste todo lo que pudiste para ayudarme, no tienes la culpa de nada – me susurró tan cerca de mi rostro que nuestros labios casi podían rozarse – estaba aterrado cuando te vi allí tirado en el suelo y no te movías. No sabía si respirabas o no, me temía lo peor.


Quise decirle algo que le animase pero no podía pensar en otra cosa que no fuesen sus labios tan cerca de los míos. Ya los había probado una vez y me habían encantado. Ahora me volvían a tentar para que los capturase y los degustara de nuevo pero esta vez durante más tiempo y mayor profundidad.


Hice acopio de todas las fuerzas que tenía para alejarme, no quería hacerle sentir la misma incomodidad por la que había pasado cuando le besé, estaba seguro que no le había agradado besar a alguien como yo, alguien tan desagradable... pero Aoba era demasiado bueno, seguramente no había sido capaz de hacerme sentir mal y decirme que lo había detestado, así que prefirió omitir el tema aunque pude sentir sus nervios en aquel momento.


- A-Además – tartamudeó nervioso y no sabía el motivo – no creo que vaya a aprender a nadar yo solo. Quizás deba pedirle ayuda a alguien... - y de repente se puso colorado – Creo... que le pediré ayuda a Noiz.


- Es... una buena idea – le comenté fingiendo una sonrisa.


Sentí una punzada en el pecho, parecía que me habían aplastado el corazón, me había dolido que Aoba hubiese pensado primero en Noiz para pedirle que le enseñase a nadar y no en mí. Noiz no me parecía una mala persona, después todo me había salvado de Koujaku y me sentía a gusto con él, me hacía sentir protegido pero tuve celos de él. También era consciente de que era incapaz de controlar a mi antojo mis transformaciones y que no podría ayudar a Aoba en mi forma humana pero aún así me dolió ver que no había pensado en mí como primera opción. Para Aoba era un inútil, ni siquiera le servía para algo tan simple como aquello. Me sentía triste y decepcionado pero traté de disimularlo, no quería preocupar a Aoba y causarle más problemas.


- Si él accede, también podría ayudarnos en caso de que Koujaku intentara hacernos algo de nuevo – comentó animado – Me gustaría ir mañana a la piscina, ¿debería ir a buscarlo y pedírselo? - me preguntó indeciso.


- Cuanto antes lo hagas, antes podrás ir, ¿no crees? - le respondí tratando de sonreír.


- Tienes razón. Vamos – me cogió de la mano para sacarme de la cama.


Me transformé en perro y salimos de nuestra habitación. Recorrimos diferentes partes de aquella universidad tratando de encontrarle pero no le veíamos por ninguna sitio. Al final, Aoba le tuvo que preguntar a varias personas que paseaban por ahí si le conocían y sabía dónde podría estar, hasta que una le dijo que le había visto dirigirse hacia el aula de informática. Debería haberme dado cuenta antes que era muy probable que estuviese allí, parecía que se le daba bien la informática y que realmente le gustaba, así que ese lugar debía ser como un santuario para él.


En cuanto llegamos, Aoba abrió la puerta y allí le vimos delante de su ordenador tecleando sin parar. Aoba se acercó hasta él y se sentó a su lado dejándome entre sus piernas, debía estar agotado tras tanto tiempo andando sin parar. Me entristecí al pensar que había aguantado sin tomar un descanso con tal de encontrar cuando antes a Noiz, debía ser realmente importante para Aoba que fuese precisamente él quien le enseñase a nadar.


- ¿Has venido a por más? - le preguntó Noiz mirando a Aoba con una sonrisa traviesa y no supe a qué se refería pero después me hice una ligera idea de lo que podía ser cuando vi el rostro de Aoba teñirse de un intenso rojo.


- No – le contestó alzando la voz avergonzado – Quería pedirte un favor.


- No hago favores – le comentó volviendo a centrarse en su ordenador – Si me pides algo, yo querré otra cosa a cambio y... ya te haces una idea de lo que querré de ti, ¿verdad? - le dijo mirándole con deseo.


- Lo sé – le respondió apartando la mirada ruborizado - pero es importante para mí, así que... te daré lo que me pidas.


- En ese caso, soy todo oídos.


La sonrisa de Noiz se ensanchó aún más y volví a sentir celos de él al imaginarme lo que Aoba acabaría haciendo con él. Agaché mi cabeza apenado, no me apetecía seguir escuchándolos pero no podía irme de allí de repente, se suponía que yo era la mascota de Aoba y debía estar siempre con mi dueño.


- Quiero que me ayudes a aprender a nadar – le pidió Aoba.


- ¿Sólo eso? Supongo que puedo sacar un poco de tiempo – comentó pensativo - ¿Y tu amiguito nos acompañará? - le preguntó a Aoba mientras me acariciaba la cabeza.


Alcé mi mirada y le vi dedicarme una pequeña sonrisa y, a pesar de mis celos, sentí que mi corazón latió de forma abrupta y me ruboricé. Menos mal que con mi pelaje no podía notarlo.


- Claro, sus heridas están mejorando así que vendrá con nosotros – le respondió Aoba lleno de felicidad, supongo que por el hecho de que Noiz hubiese aceptado.


- Está bien, mañana a las ocho de la mañana empezaremos las lecciones de natación. Ahora tengo que seguir con mis cosas – le informó señalando su portátil – Pero ya me cobraré el pago en otro momento.


Aoba me cogió en brazos y le dio las gracias antes de salir de allí. Volvimos a nuestro dormitorio y al entrar nos encontramos con Clear que estaba preparando la cena vestido solamente con un delantal y su máscara de gas.


- ¿De dónde vienes? Pareces muy animado – le preguntó Clear curioso.


- Sí, lo estoy. Voy a aprender a nadar – le contestó Aoba radiante de felicidad – Noiz ha accedido a ser mi profesor particular.


Vi cómo Clear dejaba de remover el contenido de la olla y pude sentir la tristeza que le invadió.


- ¿Por qué no me lo has pedido a mí? - le cuestionó afligido – Yo podría haberte enseñado, si querías.


- Yo no... - balbuceó Aoba – Lo siento, no se me ocurrió...


- Te gusta más Noiz que yo... Es eso, ¿verdad? - dijo muy convencido - Él no es un bicho raro como yo, no pasarías vergüenza con él a tu lado, pero conmigo... te pondría en ridículo por culpa de mis extraños gustos.


- No es eso, yo no... - trató de explicarse pero Clear le interrumpió.


- La cena está casi lista – comentó girándose dando el tema por zanjado.


Pasamos la cena en un incómodo silencio. A pesar de que Aoba intentó hablar con Clear, él se dedicó a comer sin siquiera mirarle. Podía comprender cómo se sentía Clear en aquellos momentos, yo también me había sentido igual cuando a Aoba se le ocurrió la idea. Inútil y desplazado.


Al finalizar la cena Aoba me cogió en brazos y me llevó hacia el cuarto. Le vi cambiarse de ropa y sé que por la cara que tenía, estaba dolido por lo que había pasado ahí fuera con Clear. Clear era un buen chico y sé que quizá no era el más conveniente para ayudar a Aoba frente a Koujaku, pero no había estado bien no habérselo pedido. Entendía cómo se sentía. Me acurruqué en el colchón y traté de dormir pero no había forma.


Aoba también tardó en dormirse pero cuando lo hizo me decidí a saltar al suelo y salir de aquí a dar una vuelta. Andando sin rumbo fijo llegué hasta la piscina. Miré a una de las tumbonas viendo a Noiz allí durmiendo con su portátil encima del pecho y sonreí al verle. Me acerqué hasta él. ¿Cómo sería besarle? ¿Cómo sería besar con esos piercings? ¿Se sentiría algo especial? ¿Algo diferente? Decidí alejarme un poco de él para no molestarle y me senté en una de las tumbonas que había mirando por los cristales el cielo estrellado. Estaba tan tranquilo que casi sin darme cuenta me transformé en humano y me miré, volvía a estar desnudo y resoplé cansado. Odiaba esos experimentos que nos hicieron, odiaba ser mitad perro, mitad humano y no poder controlar bien las transformaciones.


- ¿Por qué andas desnudo por el recinto universitario? – escuché que preguntaban a mi espalda y me sorprendí tanto que me levanté cogiendo un cojín de la tumbona tapando mi intimidad.


- Se me ha olvidado la ropa – le dije sonriendo a Noiz.


- No te he oído llegar – me dijo.


- Estabas profundamente dormido – le sonreí.


Me tensé un poco cuando Noiz se acercó hacia mí cogiendo con sus grandes manos mi nuca y mirándome fijamente, cogiendo con su mano libre mi muñeca y apretando hasta que solté el cojín dejándome completamente desnudo frente a él. Miró mi intimidad que poco a poco se endurecía al sentir a Noiz.


- Eres muy raro – me dijo – no me dices tu nombre, no me dices qué estudias aquí, apareces cuando te necesito y ahora… justo cuando duermo apareces desnudo frente a mí.


- No podía dormir y acabé aquí – le dije pero sus ojos se quedaron fijos en mis brazos y los cogió de golpe soltándome a mí.


- ¿Qué te ha ocurrido? – me preguntó viendo unos leves pinchazos en mis brazos y yo me sorprendí, no los había visto.


- No lo sé – le dije mirándolos.


Me recordaban a mi época cuando los científicos me inyectaban aquellas sustancias para intentar controlar mi transformación, pero todo aquello había quedado ya muy atrás. ¿Por qué tenía estas marcas aún? Aparté mis brazos de él por miedo a que descubriera algo que yo no quería desvelar.


- Voy a irme a mi habitación.


Me marché de allí y volví a transformarme en perro en cuanto Noiz desapareció de mi vista. Volví a la habitación y me dormí junto con Aoba. Por la mañana no había forma de despertarme, Aoba tenía una gran energía y estaba nervioso por ir a la piscina con Noiz.


Llegamos a la piscina y me senté en el borde mirando cómo Aoba se sentaba remojando sus pies. Era tan atractivo cuando iba en bañador. Sé que le había visto desnudo más veces, al menos para cuando se cambiaba y él me había visto a mí desnudo, cada vez que me transformaba, pero aún así me sonrojaba cada vez que le veía sin la camiseta. Aoba no era el típico chico fuerte, no como Noiz pero tenía su atractivo.


Noiz no tardó en salir tampoco, vestido con su bañador y unas gafas de bucear en la cabeza. Le miré ensimismado, él sí tenía un físico de escándalo y por un momento pensé en mí. Yo no debía de ser para nada atractivo y menos… seductor. ¿Cómo podía ser seductor cuando era un perro? Aunque me vieran como humano, seguirían pensando en mí como un perro, era un monstruo. Quizá por eso no quería decirle mi nombre a Noiz, para que no descubriera que yo era el perro.


Cuando hablaba con Noiz en mi forma humana me sentía como una persona normal, alguien importante quizá, me sentía humano. No me veía como a un perro, ni le daba asco tocarme, sólo era un chico más en la universidad. ¿Era odioso mentirle para que siguiera viéndome así? ¿Estaba mal engañarle? ¿Era egoísta lo que estaba haciendo? Mi único problema es que estaba confuso, amaba a Aoba, siempre lo había hecho y lo protegería incluso con mi vida si fuera necesario, pero últimamente había empezado a sentir algo por Noiz, por ese informático terco de fuerte carácter con el que me gustaba hacerme el misterioso, con el que me sentía humano.


Le vi entrar en el agua ayudando a Aoba a entrar. Estuvo enseñándole a nadar y yo miraba cómo lo hacían desde fuera. Observaba los fuertes brazos de Noiz en torno a la cintura de Aoba, cómo le tocaba y lo sujetaba para que no se hundiese mientras le pedía que moviera los brazos.


Aoba  se puso en pie dentro del agua y le vi sonreír agradeciéndole a Noiz por la ayuda hasta que vi cómo le besaba. Aquello hizo que levantase la cabeza y pusiera las orejas en punta. Estaba celoso porque él si podía besarle, yo jamás podría besar a ninguno de ellos, mis besos daban asco, había visto la cara de Aoba la vez que simplemente rocé mis labios con los suyos para callarle, había pensado en mí como un asqueroso perro que se había atrevido a besarle.


Me levanté de allí marchándome hacia el vestuario y me encerré en una cabina transformándome en humano. Lloré allí encerrado, no quería que Aoba me viera tal y como estaba. Sé que estaba desnudo, ni siquiera ya me importaba la ropa. ¿Qué más daba? Pronto volvería a ser un perro. ¿Qué era yo realmente? ¿Había nacido humano o perro? Ni eso recordaba. Habían hecho tantos experimentos conmigo que no recordaba las cosas importantes de mi vida.


La puerta se abrió de golpe y entró Noiz sorprendiéndome. Cerró la puerta tras él y movió mis piernas haciéndose hueco cogiendo con su mano derecha mi barbilla obligándome a mirarle.


- He escuchado el lloriqueo de alguien. ¿Qué te ocurre? – me preguntó – Es muy curioso, siempre que te busco no te encuentro, pero cuando no te busco, apareces. Eres muy misterioso, chico – me dijo.


- Yo… lo siento, tengo que irme – le dije intentando levantarme pero Noiz no me dejó y volvió a sentarme en la tapa del retrete.


- ¿Por qué vas desnudo de nuevo? ¿Es que alguien te ha robado la ropa?


- No – le dije.


- ¿Eres un pervertido al que le gusta ir desnudo?


- No – le volví a decir ofendido – no he encontrado mi ropa.


Noiz sonrió y se quitó la camiseta que llevaba poniéndome encima para taparme un poco mi desnudez.


- Así al menos no parecerás tan pervertido.


- Ya te he dicho que no soy un pervertido, ni siquiera he besado nunca – le dije y él abrió los ojos justo cuando yo me tapaba la boca por el lapsus y me sonrojaba – vale, olvida eso, no he dicho nada.


- Has dicho que no te han besado nunca y no lo entiendo. Eres inteligente y atractivo. ¿Quién no querría besarte?


- Créeme, no quieren.


- Déjame arreglarlo entonces.


No me dio tiempo a reaccionar cuando sentí sus labios sobre los míos pero no sólo eso, su lengua paseaba por ellos hasta que con fuerza se abrió paso en busca de la mía. Estaba nervioso y traté de calmarme porque no podía permitirme transformarme de nuevo por los nervios, tenía que relajarme. Mi corazón latía desbocado y estaba sudando, aún así… sentía el piercing de la lengua de Noiz hacerme cosquillas en la mía. Estaba explorando toda mi boca y aproveché para coger sus labios encontrándome con más piercings aún. Era una sensación extraña pero me gustaba la boca de Noiz, me gustaban sus besos y, cuando su fuerte brazo pasó por mi cintura atrayéndome más hacia él, quise desmayarme allí mismo.


Mi miembro desnudo rozó con el suyo dentro del bañador húmedo y gemí dentro de su boca sintiendo cómo él sonreía y metía su mano libre entre nuestros cuerpos rozando la punta de mi miembro.


- Tampoco te han tocado por lo que veo – dijo moviendo sus dedos llenos de mi líquido preseminal.


- No – le susurré.


- Noiz – escuché a Aoba llamarle y buscarle por el vestuario.


- Tengo que acabar de dar una clase de natación, pero espérame aquí si quieres que te enseñe más cosas, chico.


Volvió a besarme hundiendo su lengua en mi boca jugando una última vez con mi lengua antes de salir del baño para volver a irse con Aoba. Yo aproveché en quitarme la camiseta y me fui al cuarto de nuevo antes de que volviera Aoba. Tenía que esconder la camiseta, no quería que nadie la encontrase. Supongo que éste sería mi pequeño secreto porque no volvería a estar con Noiz, yo era un perro… tenía que olvidarme de Aoba y de Noiz.


 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).