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Carry on! por Kiu-chan_001

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Notas del capitulo:

Buenas noches dias :3 quise subir sto antes de irme a dormir pero supongo que se me hiso tarde. Creo que por ahora eso es todo asi que gracias por leer y espero que disfruten <3

-Chaos!

Domingo por la tarde, Calles de Seúl.

El mayor siguió conduciendo pero antes de llegar al edificio el más alto recordó que había olvidado algo importante.

La calle estaba cerrada.

El mayor había olvidado que habían cerrado la calle que quedaba enfrente del edificio  había que caminar dos cuadras para poder entrar, lo malo es que no hacía muy buen tiempo afuera, parecía que iba a llover.

-Sun Hee, tendremos que caminar un par de cuadras y más vale apurarnos porque parece que lloverá,  espero que no te moleste.

-Claro que no, vamos hay que apurarnos.

Creyeron que la lluvia tardaría más en llegar, también creyeron que no pasaría nada por caminar un par de cuadras. Pero no fue así.

En cuanto bajaron del auto una lluvia torrencial se desato sobre ellos, lo peor de todo es que el menor ni siquiera podía correr, en su estado era altamente peligroso que lo hiciera, además de que corría el riesgo de tropezar o resbalarse con el piso mojado, y ninguno de los dos contaba con un paraguas o una chaqueta para resguardarse de la lluvia.

Así que, tuvieron que caminar a paso acelerado, bajo la torrencial lluvia. Al final Young Mi terminó cargando al menor sobre su espalda para entrar lo más rápido posible al edificio.

Cuando entraron al apartamento el castaño se hallaba tintineando de frío, estaba totalmente empapado, al igual  que el mayor. Este último entró a toda prisa al departamento.

-Quítate la ropa.

-¡¿Qué?!-el menor temblaba demasiado.

-¡Apúrate! Si pasas mucho tiempo con la ropa mojada pescarás un resfriado, sería demasiado peligroso que te enfermaras en tu estado- Rápidamente el pelinegro entró y salió del baño con un montón de toallas para secarse.

El menor se quitó toda la ropa bajo la atenta mirada del más alto, quien lo cubrió con una toalla enorme, pasó una más pequeña por su cabeza y lo ayudó frotándola por sus cabellos para secarlos.

-Tú también tienes que secarte antes de que te resfríes- le advirtió el menor preocupado.

-Por ahora es más importante que tú estés seco.

El castaño no hiso caso y tomó una de las toallas y la pasó por los cabellos azabaches del mayor. Era gracioso ver como tenía que pararse de puntitas y a la vez estirarse lo más posible para simplemente frotar la toalla sobre su cabeza.

-Quítate la ropa- le ordeno el más enano. El azabache rio divertido y luego hiso caso a la orden, quitándose la camiseta.

El menor pudo ver de nuevo su abdomen marcado, su sexy abdomen marcado.

Le entregó una toalla y éste la paso por sus hombros para cubrirse.

-Será mejor que tomes un baño caliente para asegurarnos, iré a preparar todo- Sun Hee no se negó porque sabía que sería peligroso para él si se resfriaba.

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Después de que terminara de tomar el baño, el mayor tocó la puerta para entregarle unas prendas secas.

-Aquí tienes, es lo más ajustado que encontré, aunque creo que aun así te quedará grande.

El menor salió del baño con una camisa blanca de manga larga que le quedaba enorme y unos pequeños shorts negros de licra que le quedaban a la medida.

-¿De dónde sacaste esto?- preguntó el castaño haciendo referencia a la licra ajustada.

-Fue un regalo de broma de Sehung, nunca los usé así que no tienes de que preocuparte.

-Oh, ya veo.

-Es mi turno de tomar un baño, puedes tomar lo que quieras de la nevera y si tienes sed ahí hay juego…pero, por favor, no lo tires- el menor hiso un puchero de molestia, al azabache le encantaba burlarse de él.

Cuando Young Mi terminó de ducharse se dirigió a la sala, donde se encontraba el menor.

Este último estaba recostado en el sillón, en una inusual pose, con las descubiertas y blanquitas piernas separadas y con las manos cubriendo su rostro, muy provocativo a ojos del más alto.

-¿Qué estás haciendo?

-Estoy descansando- dijo en un hilo de voz.

-No me refiero a eso, me refiero a la forma en que lo haces-el mayor lo observó atento- Sabes, solo llevamos un día de conocernos, si quisiera podría violarte ahora mismo.

-No- dijo seguro- no lo harías.

-¿Y porque crees eso?

-Porque estoy embarazado.

-Solo por eso?, no me subestimes- contratacó el mayor. Por supuesto que no lo haría, pero vaya que se moría de ganas de tocar la tersa y blanquecina piel del menor.

En un movimiento inesperado el más alto se subió sobré él, en cuatro patas, acorralándolo en el amplio sofá. Sun Hee aún tenía las manos sujetas al rostro, por lo que no podía ver de frente al azabache que tenía encima, Trato de zafarse un poco pero el mayor no se lo permitió, molesto  descubrió su rostro para toparse con aquellos ojos oscuros que un segundo lo hipnotizaron completamente.

Sin dejarlo de ver a los ojos, el más alto comenzó a adentrar sus manos bajo la camisa, el menor se estremeció al sentir el suave rose en su cintura. Young Mi se inclinó peligrosamente para acercar sus rostros, el menor cerró los ojos, pronto fue cegado por las lujuriosas manos que el alto pasaba por debajo de su camisa, acariciando cada rincón de su torso. Pasó una y otra vez por los rosados pezones del menor, sacándole pequeños suspiros. Bajó sus manos hasta llegar a sus piernas llenitas, eran tan perfectas, tenía la piel de un ángel, tan suave, tan blandita. Las tomo con ambas manos y comenzó a acariciar sus muslos, a lo cual el menor no pudo evitar reaccionar, los suspiros se habían vuelto más fuertes, casi como gemidos. El mayor no paraba de acariciarlo, quería sentir su piel entre sus manos, comenzó a subir por ellas hasta llegar al punto preferido del mayor. Su trasero. Empezaba a manosearlo por encima de la licra, amasando su redondo y esponjado trasero. Al menor le encantaba que lo hiciera, y podía notarlo porque sus gemidos se habían vuelto más audibles.  Lo apretujaba y lo manoseaba, sintiendo la suave carne entre sus dedos, era delicioso, levanto ambas piernas y las puso sobre sus hombros para tener más acceso al esponjoso trasero, el menor no paraba de gemir, siendo como si le estuviera dando permiso al mayor para que continuara. El pelinegro prosiguió acariciando su cintura, pero ahora tenía otra misión, su boca estaba hambrienta, hambrienta de saborear su piel, poder chuparla y dejar marcas rojas sobre ella, y eso fue lo que hiso, comenzó dejando pequeños besos en su cuello, tocando el punto débil del pequeño castaño, era tan dulce como la había imaginado,  los besos se habían vuelto más intensos, dejando marcas alrededor de su clavícula, por debajo del suéter. A ese punto el más bajo había perdido su cordura, prácticamente era la primera vez que el recordaba que lo tocaban de aquella manera, pero aun así no podía evitar reaccionar a las caricias del mayor, se sentían tan cálidas que le inundaban el cuerpo entero, sentía como el más alto le apretujaba el trasero mientras lamia su cuello. Su cuello, ese punto lo hacía perder la razón, ambos se estaban calentando demasiado. El menor se aferraba a su camisa, gimiendo bajito para que los vecinos no escucharan.

Desgraciadamente, el momento fue interrumpido por unos toquidos en la puerta.

El mayor volvió en sí, pero a el castaño aun le costaba recuperarse, su respiración seguía agitada, trato de ignorarlos pero era demasiado tarde, el momento se había acabado, aun así sabía que tenía que detenerse, si continuaba haciendo eso, podría que llegara a un ponto donde ya no pudiera controlarse y terminaría dañando al pequeño peli-castaño que se supone que estaba bajo su cuidado.

Espero un minuto para que el menor ya no estuviera tan agitado, luego se separó para abrir la puerta a quien quiera que sea que estuviera tocando con tanta insistencia.

Se acercó y  la abrió, dejando ver a un sonriente y alto, castaño.

-¿Qué quieres?- dijo con indiferencia.

-Young Mi eres muy malo- El alto castaño fingió un puchero- No me digas que olvidaste que veríamos el partido hoy- sin pedir permiso se adentró a la casa para ir directo a la sala.

-Ah…es cierto, lo olvidé.

-Que malo, siempre olvidas ese tipo de co…- el alto no termino su frase, se quedó perplejo al visualizar a su pequeño amigo sentado en uno de los sillones- N-NICK ¡¿Qué estás haciendo aquí?!¡¿Por qué no estas vestido?! …Young Mi, p-puedo explicarlo- dijo hecho un manojo de nervios- veras todo paso hace tres meses…

-Sehung, ya me lo explicó todo.

-Oh… ¿Enserio?- el menor asintió- Y por qué ese repentino cambio de parecer.

-No fue ningún maldito cambio de parecer- el más bajo estaba realmente enojado-…me descubrió idiota.

-L-lo siento Nick- el más alto rio nervioso- ¡Oye! Pero aun vamos a ver el partido ¿No?- se dirigió al azabache que ahora estaba en la cocina.

-¿Van a ver el partido de futbol?- dijo el menor mucho más relajado.

-Sí, ¿Te vas a quedar verdad?

-Claro, hace mucho que no veo uno.

Ambos fueron hasta donde se hallaba el pelinegro preparando algunas botanas para comer entre todos. El más alto le llegó por detrás y lo abrazo por la cintura. El pelinegro ni se inmutó, aparentemente que el castaño hiciera eso era de lo más normal para los dos.

-YounYoun, ¿vas a preparar bocadillos, verdad?- el alto recargó su barbilla en el hombro de azabache- ¿Podrías preparar de esos mini sándwiches que siempre haces? ¡Oh! Y la salsa que hace tu madre, también corta la verdura en tiras, así es más rico- el pelinegro no dijo nada- Youngie~-dijo en tono meloso-Youngie~ ¿Lo harás?

-Quítate de encima de mí, si así te vas a callar.

-¡Gracias!- le dio un fuerte abrazo y luego lo soltó.

-Sun Hee- hablo el azabache, el aludido, quien solo había estado viendo la escena en silencio, volteó- Hay pastel en la nevera puedes coger si quieres.

El menor solo asintió, no se sentía muy feliz después de ver a ambos chicos actuar tan cariñosos, más bien a Sehung actuando tan cariñoso, tal vez después de todo ese era el tipo de relación amistosa que ambos llevaban, el más bajo trato de entenderlo, pero aun así no pudo evitar sentirse algo molesto.

-Lo preparó tu madre cierto, ¡oh! me muero por probarlo- el más alto sacó de la nevera un pequeño pastel de chocolate, tomo dos cucharas y le dio una al menor, ambos se sentaron en la otra habitación a comer pastel, mientras el mayor preparaba todo.

-¿Cómo sabes que lo preparó su madre?- pregunto el más bajo percatándose de la buena relación que ambos llevaban.

-Por lo general su madre prepara un postre para el cada semana- el alto tomó un bocado de pastel- pero Young Mi solo lo prueba, así que, después me lo como yo para evitar desperdiciar la comida.

Cuando estaba todo listo lo llevaron a la sala, prendieron el televisor y sintonizaron el canal de futbol.

-No sabía que te gustaba el Futbol-Se dirigió al menor el pelinegro.

-Solo me gusta verlo.

-¡Y vaya que le gusta verlo!

-¿Por qué lo dices?-el azabache preguntó.

-Porque cada vez que lo vemos grita como si los jugadores pudieran escucharlo-el menor rio un poco y luego le pellizco un brazo-Auu….es la verdad, gritas como si no hubiera un mañana.

-Claro que no.

-Claro que si.

-¿Qué quieres apostar? Si mi equipo gana tendrás que comprarme un litro de helado y serás mi esclavo por el resto de la semana.

-Está bien, pero si y gano, tendrás que…usar braguitas POR UN MES- al oír eso el pelinegro se puso atento, la conversación se estaba volviendo interesante.

-Hey! eso no es justo, entonces tú serás mi esclavo por tres semanas.

-Trato hecho- los castaños estrecharon sus manos cerrando el pacto. El pelinegro no podía creerlo pero por una vez apoyaba las tonterías de Sehung.

Cuando el partido comenzó, ambos comenzaron a gritar con enjundia, apoyando cada quien a su equipo, pero a la vez, insultándolos con cosas como “¿Qué estas ciego?” “¡Mira por dónde vas imbécil!” o “¡Mueve tu trasero idiota!”. El departamento se llenó con los gritos de los castaños. Gritaban, celebraban, maldecían, todo con movimientos y gestos exagerados típicos de los hombres. En todo ese tiempo el azabache se limitaba a observarlos y soltar una que otra carcajada cuando uno de los dos hacía una tontería.

Al final el equipo de Sun Hee ganó, y no dudo ni un momento en restregárselo en la cara del mayor, recordándole que sería su esclavo durante tres semanas.

-Sí, si ya entendí- dijo el mayor con fastidio- Porque mejor no vemos una película

-Una película sobre qué.

-No lo sé, sobre lo que sea, Young Mi tienes varias películas, pon la que sea.

Y así lo hiso, el azabache tomó la primera película que había y la puso en el reproductor de DVD. Grave error. Era tan aburrida que a media película Sun Hee ya se había quedado dormido, los mayores tampoco tardaron mucho en caer dormidos. Cuando apenas acababa de terminar la película, Young Mi se despertó y apagó el televisor.

-Sehung, despierta- dijo medio adormilado- ya es tarde, vete a casa si no quieres que te eche a patadas-el menor de los dos le lanzo un cojín despertando al mayor de su sueño.

-Mm?...Ya voy- Se estiro un poco y luego frotó sus ojos para desperezarse.- Nick, levántate, tengo que dejarte en tu casa- el menor no se movió ni un centímetro, se notaba que sólo quería dormir.

-Debe estar cansado de tanto gritar.

Al mayor no le importó eso y comenzó a menearlo para que despertara.

-Niiick, niiick, tenemos que irnos…-el menor solo se quitó del agarre del más alto y se acurruco abrazado de un cojín para seguir durmiendo- Vamos Nick no te cargaré todo el camino.

-¿No tienes tu auto?

-No, lo dejé en el taller esta mañana, me vine hasta acá en autobús.

El pelinegro lo pensó un poco pero era lo más razonable.

-¿Por qué no dejas que pase aquí la noche?

-¿Aquí? No lo se, como se si no le haces lo que le hiciste a ese pobre chico que te tiraste en “una noche de pasión, sobre la arena y los suaves sonidos de las olas”- dijo tratando de fingir la voz del pelinegro.

-Cierra la boca, entonces has lo que quieras.

-Okey, okey, pero cuida bien de él, no quiero quedarme sin sobrino.

-Si, si ya vete.

El pelinegro lo despidió en la puerta y luego regresó a la sala donde se encontraba el menor acurrucado contra el cojín. El mayor se lo quitó de entre los brazos, con cuidado de no despertarlo, el castaño solo se movió un poco y siguió durmiendo, al ver esto Young Mi lo tomó en sus brazos y lo cargó hasta la habitación donde lo depositó suavemente sobre la cama, movió las cobijas y luego lo cubrió con ellas. Una vez hecho eso, el pelinegro no pudo evitar depositar un suave beso en su frente, otro en su nariz, y un último en su mejilla. Después salió de la habitación si hacer ruido.

Notas finales:

-Bye bye!


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