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Llueve por girlutena

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Notas del capitulo:

Ok...

Antes que nada lamento mucho no haber podido actualizar antes, pero las clases me han estado succionando el cerebro T_T

Lamento si no contesto ningún review, pero estoy corta de tiempo, eso no quiere decir que no los haya leído!!!! me he leído toditos!!!

Luego...espero que este capitulo sea de su agrado y que ninguna (las fans del KakaObi) no me quieran matar T_T

 

 

Naruto volteó lentamente su mirada añil al oír la suave voz de su esposo nombrar el nombre de otro hombre, frunció fuertemente su ceño al ver como aquel desconocido tenía fuertemente aferrado a Sasuke y este no hacía nada más que soltar una suave y contagiosa risa.


Se sintió molesto cuando el calor en su pecho empezó a aumentar, se sintió celoso al saber que él era el único quien todavía no se atrevía en abrazarlo, apretó sus puños a la vez que hacía una mueca de disgusto con sus labios.


-Él es Shimura Kenshin. –La voz de Sasori se escuchó a lo lejos y él tan solo frunció aún más su ceño y apretó sus manos hasta volverlas puños al ver como aquel bastardo se dignaba a darle unos besos en la frente de SU esposo. –Fue un antiguo compañero de Sasuke.


Sin darse cuenta se acercó con pasos lentos, pero amenazantes hasta aquellos dos y con toda su aura molesta colocó su mano sobre el hombre del moreno y sin que el doncel se lo esperara lo jaló hasta su cuerpo, alejando a aquel extraño en el proceso.


-Oh, Naruto. –Sus ojos azules observaron molestos a aquel hombre de ojos color miel y soltó un leve gruñido cuando aquel mocoso le mostró una sonrisa pedante, claro, sin que Sasuke se hubiese fijado en ello. –Él es Kenshin, Shimura Kenshin.


Sasuke observó como aquel para de varones se dirigían una penetrante mirada y tan solo pudo sentirse nervioso, mordió ligeramente su labio inferior al ver que el mayor aún no lo soltaba de su agarre, vio como Menma se había aferrado al cuerpo de Sasori y como este le afirmaba suavemente, incitándole a calmarse.


-Kenshin, él es Naruto, Namikase Naruto, mi esposo y él es Menma, mi hijo. –Naruto sonrió arrogante al escuchar el "Mi esposo" salir de los labios del menor, sintiendo como su corazón latía con fuerza y lleno de emoción.


Los ojos pardos de aquel varón se fijaron en el pequeño bebé que yacía aferrado al cuello de Sasori, intentando alcanzar una escultura abstracta, llena de colores y formas.


-¿Tu hijo? –Kenshin se acercó lentamente hacia el pequeño, intentando acariciarle sus sedosos cabellos azabaches y Naruto sonrió al ver como Menma soltaba un leve gemido, mientras que se removía inquieto entre los brazos del pelirrojo, al ver como las manos de aquel hombre se acercaban a él


-Supongo que aún no te va muy bien con los niños. –Kenshin soltó una suave risa ante el pequeño comentario del doncel y Naruto no supo si sentirse molesto o celoso al ver como su pequeño y joven esposo empezaba a llevarse bien con otros varones.


Kenshin se había acercado íntimamente al doncel y Sasuke podía sentirse tan cómodo y feliz al saber que su mejor amigo seguía siendo aquel joven que conoció hace años. Observó con una enorme sonrisa en su rostro, sintiéndose emocionado al encontrarse rodeado de todas las grandes y hermosas esculturas, soltó un ligero suspiro al recordar aquellos momentos en las que sus obras se exponían y se vendían con gran facilidad.


-¿Has visto la exhibición de Deidara-sempai? –Sintió como la mano de Kenshin se cerraba suavemente alrededor de su brazo, obligándole a pisar tierra nuevamente.


-Aún no. –Naruto tan solo seguía a aquel par desde una distancia prudente, observando como Menma yacía tranquilo entre los brazos de Sasuke, tanto que había empezado a estirarse en los brazos de su papi, intentando tomar uno de los castaños cabellos del varón.


Naruto frunció ligeramente su ceño, mientras ocultaba sus manos en los bolsillos de su saco, observó la delgada figura de Sasuke, sus cortos cabellos azabaches, que caían en puntas y dejando un ligero tono azulado, no pudo evitar fijarse en como aquella ancha ropa ocultaba las sutiles curvas de aquel lechoso cuerpo.


-Supongo que es la primera vez que sientes celos. –La suave voz de Sasori le hizo regresar a la realidad y no le gustó para nada, ver como aquel estúpido varón se tomaba mucha libertad con su esposo. –Kenshin y Sasuke siempre han sido unidos, cuando Sasuke dejó la carrera, Kenshin intentó persuadirlo, pero al parecer todo ya estaba predicho.


¿Qué quieres decir? –Naruto había fruncido aún más fuerte su ceño, apretó levemente sus puños al ver como las mejillas su joven esposo se encontraban levemente sonrojadas, mientras que mostraba una pequeña, pero hermosa sonrisa y se sintió ofuscado al darse cuenta que él era el único que no sabía nada del doncel.


-Ya debes saber que la enfermedad de Sasuke es congénita, pero al principio nadie sabía nada, todo empezó poco después que Sasuke encontró en el arte una forma de liberarse, al principio fueron pequeños dolores de cabeza, leves mareos, todo empezó a empeorar cuando las náuseas fueron en aumento.


Al parecer él ya lo sabía, o al menos sabía que algo malo le pasaba a su cuerpo, eso pasó justo en el momento en que su familia perdiera grandes acciones de su empresa, el dinero no alcanzaba para la medicina y poco a poco Sasuke fue dejando lo que amaba, para volver a encerrarse en su mundo.


Naruto recordó el día en que fue a la casa de los Uchiha y la primera impresión que tuvo de aquel doncel, lo primero que escuchó salir de sus labios le había enfurecido, mordió ligeramente su labio inferior y agachó su azulina mirada para observar como el reluciente mármol reflejaba las sombras de las obras.


-Aún tengo algunas de sus obras. –Rápidamente alzó su mirada para observar como Sasori mantenía una pequeña sonrisa, llena de nostalgia, mientras sus hermosas y brillantes observaba a lo lejos como Sasuke sonreía feliz a lo que Kenshin le hablaba.


-Quiero verlas.


 


El lugar parecía desierto y descuidado, sus ojos añiles recorrieron todo el largo y oscuro pasillo y no pudo evitar compararlo con una película de terror, una de esas donde el espíritu de algún asesino en serie aparecía por detrás del actor principal con un hacha sobre su cabeza.


-Disculpa el lugar, puede parecer descuidado, pero lo bueno es que es demasiado barato. –Naruto alzó ligeramente una de sus cejas, pensando en que la familia Akasuna No era una de las principales empresas de turismo, Sasori no necesitaba de un lugar barato. –Aquí es.


Cuando el mayor abrió la pesada puerta de acero, Naruto entrecerró lentamente sus ojos, topándose con los suaves rayos de aquel extraño atardecer. Los colores rojizos entraban con suaves destellos cayendo sobre el suelo de madera y sobre algunos cuadros sin terminar.


El lugar era inmenso, increíblemente espacioso y lleno de luz, las grandes mamparas dejaban al descubierto toda la inmensidad de la ciudad, junto con los colores del cielo que resplandecían dentro de la estancia, cuando dio unos pasos hacia el interior, tuvo que obligarse a fruncir ligeramente su nariz cuando el fuerte olor a óleo llegó a su olfato.


Caminó lentamente por el lugar, observando los lienzos en blanco y algunos ocultos entre sábanas blancas, las obras de Deidara, su hermoso arte explosivo, como lo había llamado Sasori.


Siguió lentamente al pelirrojo por un pequeño pasillo, encontrándose con una puerta de fierro, tan gruesa que el varón necesitaba de una llave especial para abrirla; el lugar se encontraba en penumbras, la suave luz traspasaba la cortina de seda negra, dejando ver como los pequeños corpúsculos volaban lentamente de un lado a otro.


El olor a polvo y a óleo se podía notar a distancia, pero Naruto pudo observar como Sasori se encontraba tan cómo en aquel lugar. Cuando la luz se prendió, hermosos cuadros se vieron apoyados en sobre las paredes, algunos espacios vacíos de estas habían sido ocupados por sus diseños hechos a mano, Sasori caminó unos pasos más, hasta llegar a una esquina, donde algunos cuadros yacían ocultos entre las sábanas.


-Este lugar es nuestro espacio privado. –El rubio se había quedado cerca del umbral, decidiéndose por ingresar a aquel espacio tan personal. –Son nuestras obras que no queremos que nadie vea, ni que nadie compre.


Naruto asintió levemente observando las paredes pintadas de hermosos colores y sin darse cuenta mostró una pequeña sonrisa al imaginar a su Sasuke pintando de esta misma manera su casa, su hogar.


-Aquí está. –Llevó su mirada hacia el pelirrojo para verlo sacar un par de cuadros que yacían envueltos en unas sábanas blancas y sin pensarlo más, ingresó al lugar con pasos decisivos.


 


*-*-*-*-*-*-*-*-*


 


La noche ya estaba llegando, junto con ella, el viento helado se encontraba calando sus huesos, mientras que sus pasos cada vez empezaban a hacerse más lentos y pesados, sus manos escondidas en los bolsillos de su saco y la bufanda que cubría la mitad de su rostro, yacía colgada de su cuello, mientras que su bruna mirada se veía perdida en el suelo.


Alzó suavemente su mirada hacia el cielo gris, observando como pequeños copos de nieve caían con suavidad sobre su cuerpo, un pequeño temblor empezó a ocupar parte de su cuerpo y empezó a sentir como la bilis volvía a subir por su esófago.


Cerró fuertemente sus ojos y sin pensarlo más se acercó hacía algún bar abierto, tan solo necesitaba olvidar su pena, su frustración y todo lo que el mejor amigo de Obito le había obligado a recordar.


El aroma a cigarrillos se juntaban con el perfume barato de las mujeres que trabajaban por noche, las voces de los hombres borrachos cada vez empezaban a hacerse más y más fuertes, mientras que su cabeza empezaba a dar y dar más vueltas a aquel recuerdo de hace unos años, escondió su rostro entre las palmas de sus manos.


El recuerdo donde él y Obito eran grandes amigos, donde el doncel le seguía a todos lados con una hermosa sonrisa en su rostro y sus grandes y vivaces ojos negros, tan cautivadores, que tan solo él no pudo darse cuenta de ello.


Lo alejó de él cuando se hizo novio de Rin, pero Obito nunca se olvidó de él, su corazón se estrujó al darse cuenta que fue él, el único culpable de alejarlo, recordaba como el tiempo pasaba y ya no se juntaba con el menor, como poco a poco dejó de frecuentar su amistad, hasta que al final se olvidó de él.


No hasta que su novia le obligó a abrir los ojos, unos días antes de que la fémina se fuera de viaje.


Pero todo ya había sido demasiado tarde, él había cometido la mayor imprudencia de toda su vida, no le creyó cuando Deidara se lo recordó, pero después de eso, poco a poco las imágenes fueron llegando, tan rápido como las apuñaladas que sentía en su pecho, las cuales no le dejaban respirar con normalidad.


Las imágenes de la primera y fuerte discusión que tuvo con Rin, como fue a esconderse tras una botella de wiski barato y podía recordar la voz preocupada de Obito a través del auricular de su celular, como el menor le pedía, entre gritos y lágrimas, que le dijera su ubicación.


Unas pequeñas y amargas lágrimas resbalaron de sus cuencas opacas y se odió al recordar como el cuerpo de su mejor amigo, brillaba bajo la suave luz ámbar de una pequeña lamparilla, de cómo tomó con demasiada brusquedad su cuerpo en una sucia cama de un motel barato y como luego le dijo con palabras parcas y toscas de como toda aquella situación había sido un error.


Había empezado a recordar tan rápido, recordó también que había sido un cobarde para no ver como el menor lloraba, pero recordaba tan claro los suaves sollozos que oyó detrás de la puerta de aquella habitación, recordaba también aquellas sábanas manchas con puntos rojos.


Dejó lentamente el vaso con el wiski barato a la mitad y fijó su mirada en el estante de las bebidas alcohólicas, escuchaba a lo lejos las conversaciones banales de los hombres con aquellas mujeres y como el sonido de la vieja rocola sonaba cada vez más apagada, sintió como la bilis de su estómago empezaba a subir por su tráquea y como todo empezaba a darle vueltas.


Y después de todo, después que le llegara aquella carta por parte del coronel del cuartel, del cual Rin había permanecido en Irak, diciéndole que había fallecido. Después de aquella noche en la que permaneció debajo del cielo oscuro, recordando las palabras de la fémina.


Las palabras donde le decía que su corazón tan solo había permanecido con una persona.


Y así, como si nada, él tan solo se había aparecido como si nada hubiese pasado al frente de aquel hermoso doncel, pidiendo algo que pensó que se lo habían arrebatado, cuando en realidad él lo había perdido.


 


*-*-*-*-*-*-*-*-*


 


La noche había llegado y el pequeño reloj analógico brillaba ante la oscura oficina, el lugar tan solo era iluminado por las luces de los altos faroles que caían sobre el suelo reluciente de mármol; se podía ver una brillante luz proveniente del escritorio de gerencia.


El rostro de Itachi se encontraba siendo alumbrado por la pantalla de su ordenador, pero sus hermosos ojos se habían fijado en la pantalla, giró levemente su mirada para ver como el reloj marcaba las doce de la media noche, soltó un ligero suspiro y apagó su ordenador. No sin antes acariciar el rostro de su esposo, quien se reflejaba en el protector de pantallas.


Las luces del edificio se encontraban apagadas y tan solo se podía oír el suave sonido del aire susurrar en los pasillos. Caminó despacio por los largos y vacíos pasillos, mientras iba quitándose la corbata y con una pequeña y cansada sonrisa se despidió del hombre de seguridad.


-Buenas noches, Uchiha-san.


-Hasta mañana, Ryusaki-san.


Cerró levemente sus ojos cuando el helado viento golpeó con fuerza su rostro, removiendo los largos mechones de sus cabellos, pero aquello no le impidió caminar hasta una pequeña pastelería y comprar un pastel de chocolate con nata.


Sonrió suavemente cuando observó la pequeña cajita de color blanca, con un lazo azul, la palpó suavemente al recordar cómo los ojos de Obito brillaban y sus mejillas se teñían de un suave carmín, cada vez que veía uno de esos pasteles, soltó un ligero suspiro sin entender muy bien como al menor le encantaba tanto el dulce.


Su corazón bombardeó con fuerza al detener su auto fuera de su casa y ver como las luces de la sala yacían apagadas, excepto por la pequeña luz ámbar que se reflejaba en su habitación.


Dejó su maletín y su saco en el mueble de tres plazas, observando el plato de su almuerzo aún en la mesa, mordió ligeramente su labio inferior al escuchar como el segundero se movía con una lentitud estresante, y apretó con un como más de fuerza la pequeña cajita blanca y caminó despacio hasta su habitación.


Su corazón se aprisionó cuando encontró al menor en posición fetal, envuelto entre las cobijas y dando la espalda al lugar donde él dormía, se acercó  un poco más, con pasos vacilantes, pero silenciosos, notando como sus hermosas y tersas mejillas yacían levemente mojadas, mordió con fuerza su labio, sintiéndose enfermo al saber que él era el único culpable de aquellas lágrimas.


Sintió como su cuerpo empezaba a temblar levemente, él lo sabía, él sabía que aún amaba a su esposo y que por nada estaba dispuesto a perderlo. Acarició uno de los mechones que caía sobre la frente perlada y sin darse cuenta las yemas de sus dedos pasaron con delicadeza aquella mejilla tan suave y tersa, temiendo romperlo o despertarlo.


Pero Obito ya había abierto sus hermosas cuencas azabaches y tan solo le miraban fijamente e Itachi no supo que sentir cuando las mejillas del menor empezaron a tornarse de un suave rosa y los carnosos labios de su esposo empezó a abrirse tan suavemente.


-Tu... tu comida está abajo. –La voz de Obito había sonado tan suave y pausada, tanto que Itachi tuvo que armarse de valor para hablar y romper aquel extraño ambiente.


-¿Me acompañas? Sé que es un poco tarde, pero traje pastel de nata. –Sabía que era jugar sucio, sabía que el menor no se iba a negar, pero necesitaba de su compañía, necesitaba sentirlo cerca.


 


Alzó levemente su mirada oscura y sonrió suavemente al ver como el menor degustaba tan concentrado aquella dulce tarta y sin poder evitarlo recordó el día en que lo conoció, con sus mejillas suavemente sonrojadas y comiendo tan concentrado una de esas tartas.


Recordó como los ojos del doncel le miraron detenidamente, mientras que él se había quedado de pie, en mitad del pasillo, observándolo embelesado.


 


Observó sus hermosos ojos, su piel brillando con suavidad ante la suave luz ámbar de la lámpara que colgaba del techo y mordió ligeramente su labio inferior, sintiéndose nervioso.


-¿Qué vas a hacer mañana? –El mayor no supo si reír o temer al ver cómo le había tomado desprevenido, tragó la saliva que se había acumulado en su boca y apretó sus manos debajo de la mesa. –Sé  que he estado muy ocupado con el trabajo y que he descuidado nuestra relación. –No supo que sentir cuando vio como el menor agachaba su mirada y él sabía que no podía pedirle demasiado. –Está bien si tienes planes... yo...


-Yo... yo pensaba en ir a dejar algunas cosas al albergue. –Su corazón saltó con fuerza entre su pecho y su sonrisa empezó a ensancharse y no pudo evitar ponerse de pie y abrazar al menor. –Itachi.


-Dime. –El menor apoyó su cabeza en el pecho de su esposo, sintiéndose embriagado por su fuerte aroma varonil, apoyó suavemente sus manos en la ancha y fuerte espalda, sintiendo los brazos de su esposo alrededor de su cuerpo.


-Ya es un poco tarde. –Obito sintió como el pecho del mayor subió y bajó al soltar una pequeña risilla y se sintió como un bobo enamorado al sentir los labios de su esposo sobre sus cabellos.


La mano de Itachi se había aferrado fuertemente a la del menor, mientras caminaban despacio hasta su dormitorio.


El doncel había agachado levemente su mirada cuando Itachi había soltado su mano al ingresar a la habitación, pero no pudo evitar mostrar una tímida sonrisa cuando vio cómo su esposo salía del baño con su pijama puesta y volvía a tomarle de la mano, llevándolo hasta la cama.


Y Obito se sintió fuertemente complacido cuando el mayor pasó sus brazos alrededor de su cuerpo acercándolo a su pecho, mientras que él apoyó su cabeza sobre el pecho del moreno, sintiendo y escuchando los fuertes y rápidos latidos de su corazón.


-Mañana... ¿puedo acompañarte? –Itachi sintió como el menor iba volteándose lentamente, sin romper su agarre y podía jurar que su esposo sentía como sus latidos galopaban dentro de su caja torácica.


-Pero ¿Tu trabajo? –Lentamente y sin querer evitarlo, pasó las yemas de sus dedos por las mejillas suavemente sonrosadas, sintió como el labio del doncel temblaba levemente ante su delicado contacto y sin evitarlo acercó sus labios hacia los de su esposo.


Los palpó suaves y temerosos, con miedo a que el menor se alejara de él, pero Obito no se alejó, sintió como sus pequeñas manos se aferraron con fuerza a su camisa de dormir, mientras que le daba permiso de profundizar aquel tímido beso.


-Quiero estar contigo. –El corazón de Obito saltó con fuerza al escuchar la suave voz del varón y su cuerpo se estremeció cuando Itachi apoyó suavemente su cabeza sobre su pecho y como pasó sus brazos alrededor de su cintura. –Permíteme enamorarte nuevamente.


Él tan solo atinó a sonreír temeroso, pensando que aquello tan solo era un sueño, del que no estaba ansioso de despertar, jugó con sus delgados dedos con los largos, sedosos y desordenados cabellos del mayor, sintiéndose emocionado de que Itachi diera aquel paso que él temía dar.


*-*-*-*-*-*-*-*-*


 


Cuando Naruto y Sasori regresaron a la galería observaron cómo Kenshin se encontraba abrazando fuertemente a Sasuke y si no hubiese sido por que Deidara se encontraba al costados de ellos, con un mirada llena de preocupación, Naruto hubiese ido y arrebatado a Sasuke de ese hombre.


-¡Sasori-danna! –Naruto pudo ver como Sasuke se separaba lentamente de aquel hombre para volver a tomar a su hijo en brazos.


Vio como Kenshin escondía sus manos en los bolsillos de su pantalón y le dedicaba una seria mirada, se acercó lentamente hasta su pequeña familia, sintiéndose complacido al ver como Sasuke terminaba por acercársele.


-¿Ya podemos irnos? –Asintió levemente, mientras tomaba a Menma en sus brazos, le dirigió una rápida mirada al doncel mayor, pero éste tan solo negó levemente, dejándose abrazar por el pelirrojo.


Todo el camino había sido tan silencioso, Menma yacía sentado en su sillita, quien había caído rendido después de ver tantos colores, Naruto fijó levemente su mirada en el cuerpo del doncel, quien había permanecido con su mirada fija en el oscuro cielo.


-¿Por qué te fuiste? –Tuvo que concentrarse en aquella corta y suave pregunta, detuvo el auto al toparse con el semáforo en rojo y giró levemente su mirada, pero Sasuke seguía observando el exterior.


-Sasori me quiso mostrar algo. –No pudo evitar sentirse incómodo ante el silencio de Sasuke, soltó un ligero suspiro cuando el sonido de un claxon sonó detrás de su auto y empezó a avanzar lentamente.


Miró de soslayo como Sasuke seguía sin moverse y pensó que habían regresado al inicio de todo, donde aún existía una gran brecha entre los dos, mordió ligeramente su labio y cerró sus ojos tan solo unos segundos.  -¿Pasó algo que me quieras contar?


Naruto no vio cuando Sasuke mordió ligeramente su labio inferior, pero si vio cuando apretó sus manos entre la tela de su pantalón, pero el menor no volvió a decir nada más y Naruto apretó con fuerza el volante, sintiéndose molesto por saber que no podía ganarse la confianza del menor.


 


Sasuke volvió a encerrarse en la habitación y él tan solo caminó lentamente hasta caer cansado en el mueble, observó el techo tan pulcro y marmoleado, sintiéndose molesto y triste. Cerró lentamente sus ojos, recordando la hermosa sonrisa que mostró en todo el día y como de un momento para otro, cambió.


Decidido a cambiar la mirada del doncel, caminó lentamente hacía la puerta donde Sasuke descansaba con su hijo y la tocó tan suave, que los sonidos que salieron parecían tan imaginarios, no pasó no cinco segundos, cuando la puerta se abrió lentamente.


Sus ojos se fijaron en el cuerpo menudo del menor y sintió como el calor en su pecho empezaba a crecer.


El menor tenía sus cabellos levemente revueltos, con sus mejillas levemente teñidas de un suave carmín y con sus labios de un tono rosa, el menor vestía un pijama de seda azul, que obligaban que la penetrante y bruna mirada del doncel, destellara ante su vista, tuvo que obligarse a respirar cuando los ojos de Sasuke se fijaron en sus ojos y mientras su corazón empezaba a galopar con fuerza, sentía como sus mejillas empezaban a teñirse de un suave rosa.


-Yo... ¿quieres comer algo?


Sasuke se había sentado a la mesa, observando los extraños platos de comida que el varón había pedido. Alzó levemente su mirada y pudo darse cuenta de los extraños movimientos que Naruto hacía, intentando no rozar sus dedos con sus manos.


-Creo que pedí mucha comida. –El doncel se sintió extraño al escuchar la voz del varón y como el mayor se reía de sí mismo. –Yo... si no deseas comer...


-No... yo no sé por dónde empezar.


Naruto sonrió despacio al ver como el menor empezaba a robar un poco del pescado con salsa de tomate y se obligó a respirar correctamente al ver como el menor pasaba la punta de su lengua por sus labios.


-¿Qué pasó hoy cuando no estuve? –El menor agachó levemente su mirada y observó la comida en el plato a medio comer, mordió ligeramente su labio inferior, dándose valor a hablar.


-Llegó alguien preguntando por ti.


-¿Quién?


-Una mujer. –Sasuke había alzado su rostro, fijando sus hermosas orbes oscuras en sus zafiros, quiso rehuir a aquella penetrante mirada, pero se le hizo tan anhelada, su cuerpo tembló levemente al oír la suave, pero dura voz del menor. -Hyuga Hinata.

Notas finales:

Si si lo sé u.u 

espero sus tomatazos T_T

Nos leemos en el siguiente capitulo!!! 

Besos!!


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