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Llueve por girlutena

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Notas del capitulo:

 


Lo sé lo sé... seguro que ls amantes del SasuNaru me querrán matar por no actualizar mi otra historia... pero aun no tengo idea de como seguirla... así que por el momento les actualizo ésta.

Sasuke podía sentir como el cuerpo de Obito soltaba una horrible tensión, le veía nervioso y asustado; en el fondo podía escuchar la voz emocionada de Deidara comentar sobre la última exhibición que tuvieron, sonrió suavemente al ver la pequeña y apenas perceptible sonrisa que Sasori le dedicaba al rubio doncel, se podía notar como sus ojos tenían aquel brillo especial; al igual que la mirada de su hermano.


Agachó suavemente su mirada para observar como Menma se encontraba calmado en sus brazos, chupando la última sonaja que le había comprado su rubio padre. Soltó un ligero y caso imperceptible suspiro, sabía que era un doncel tonto al desear que Naruto le mirara con ese brillo especial.


-¿Sasuke? –El menor cerró y abrió sus ojos, intentando espabilar. Sonrió despacio y algo abochornado  al ver que tenía las miradas de todos sobre él. –Desde hace tiempo quería hablar contigo. Hay una feria en el norte de Tokio, se expondrán algunas obras y sería muy bueno que algunas de las tuyas se presenten.


-¡Eso es bueno hermanito! –El menor tan solo se quedó observando como el rubio movía tan rápido sus labios; frunció ligeramente su ceño al sentir como Menma se removía nervioso en sus brazos por el grito que había dado Itachi.


-¿Mis obras? Pero yo no… -Sasuke intentó tranquilizar a Menma, pero sonrió ligeramente cuando Obito lo tomó en sus brazos, con tanta delicadeza.


-La feria no será hasta dentro de siete días.


-¿¡Siete días!? ¿cómo quieres que pinte algo?


-Eres talentoso.


-Eres un aprovechado Sasori-sensei.


-Eres mi mejor estudiante.


Después de la corta plática Sasuke se alejó hasta el comedor, donde Obito arrullaba con suaves palabras a un tranquilo y casi adormilado Menma, sonrió despacio, sin poder evitar emocionarse al saber que dentro de pocos meses su adorado hijo tendría con quien jugar.


-¿Obito? –El moreno observó los ojos calculadores del menor de los Uchiha, y no pudo evitar sentirse algo nervioso, Sasuke podía ver los hombros ligeramente tensionados del mayor, pero no dijo nada, tan solo se quedó de pie y observar como su hermano conversaba amenamente con los invitados.


-Mi nii-san y Deidara-san son muy buenos amigos ¿No? –Pero Sasuke frunció su ceño al ver como la bruna mirada de su cuñado caía discretamente entre Deidara e Itachi. –Pero sabes, nunca había visto a mi hermano más feliz. Y eso se debe a ti, Tobi-chan.


-Tú también te ves feliz, Sasu. –El menor apretó ligeramente sus dedos contra la tela de su pantalón, sintiendo como un nudo empezaba a crecer en su pecho.


-Yo... no puedo negar que me hace feliz volver a pintar, pero


-¿Es Namikase?


-Ha estado viniendo muy seguido. –Sasuke se sentó en una de las sillas altas, mientras la voz de su hermano se escuchaba de fondo. –Soy un tonto Obito.


-No es tu culpa. –El menor se dejó abrazar por el doncel, y cerró fuertemente sus ojos dejando que pequeñas lágrimas resbalasen por sus mejillas.


-Él está intentando ser mejor, pero tengo miedo volver a confiar en él.


-Te entiendo. –El mayor le sonrió suavemente al Uchiha, acarició sus níveas mejillas mientras limpiaba todo rastro de  sus lágrimas. -Es difícil volver a confiar en la misma personas, pero Sasuke, tú tienes la oportunidad de cambiar eso; además tienes a Menma, quien te necesita para poder salir adelante.


-Sí. –Aquella corta palabra salió casi en un suspiro, el menor acarició los cabellos azabaches de su hijo, y sonrió al ver como alzaba sus cortos bracitos. –Creo que Menma ya lo perdonó.


-Deja que las cosas vayan con calma, ve con paciencia lo que Namikase hace para poder ganar tu confianza. –Sasuke dejó que Obito acariciar sus cabellos, observó cómo sus ojos brillaban, y como su pecho iba llenándose de un confortable calor. –Pero no te quites la oportunidad de volver a vivir.


 


Sasuke podía observar como pequeñas gotas de lluvia caían constantemente, el viento soplaba suave, removiendo los pequeños pétalos de las flores; la noche ya había llegado y los invitados ya se había marchado.


Volteó ligeramente su cabeza para observar a Menma durmiendo en su cama, una ligera sonrisa empezó a notarse en su rostro y con pasos calmados fue acercándose al pequeño infante, besó con ternura sus cabellos y una sutil risa se escuchó al ver como el menor fruncía su respingada naricita.


Su celular empezó a vibrar y la pantalla empezó a mostrar una imagen, soltó un ligero y temeroso suspiro al observar el nombre del varón brillar en la pantalla.


-¿Puedo pasar mañana a visitar a Menma? –Un horrible retorcijón se alojó en su estómago, miedo y ansias de querer volver a verlo, deseos de tener esos brazos alrededor de su cuerpo.


-Claro. ¿A qué hora vienes? –Tuvo que releer aquel corto mensaje y tras dar el tercer suspiro, cerró con fuerza sus ojos y puso enviar.


-A las cinco estoy llegando. ¿Te parece bien si nos encontramos en el parque cerca de tu casa? –El corazón de Sasuke no pudo evitar saltar lleno de emoción, pero su cerebro rápidamente había cortado toda esperanza.


-Claro. –Nunca había sido tan cortante, pero no podía evitar serlo con aquel hombre, calmó pacientemente a su corazón y después de saber que el rubio no iba a contestarle, apagó las luces y se acostó a lado de su hijo, aferrándose con fuerza a la única tabla que podía mantenerlo en la superficie.


 


Las fuertes luces del local se encontraban perfectamente distribuidas, el sonido de la música clásica sonaba al compás de las voces de los anfitriones; los varones, vestidos con caros trajes, se encargaban de exhibir a sus esposos, dejando que las mujeres y donceles de la alta clase mostraban sus hermosos trajes, y las caras joyas.


Muchos reían, mientras que otros se habían dispersado para intercambiar ideas y opiniones sobre las últimas inversiones; la pista de baile se encontraba siendo ocupada por un pequeño grupo de jóvenes.


Y alejado de todo el bullicio se encontraba Minato, quien observaba como la tensión que su hijo había mantenido en sus hombros toda aquella semana, iba poco a poco desapareciendo, frunció ligeramente su ceño, observando como una pequeña iba mostrándose en su rostro.


Soltó un leve gruñido al recordar como su hijo había engañado al hijo menor de su mejor amigo; Sasuke era un joven de una buena familia, muy bien educado y un joven servicial; sabía que cuando el doncel llegaba a molestarse era capaz de todo, pero Naruto no se había dado la oportunidad de conocerlo más a fondo.


Apretó con fuerza sus manos, sin importarle que sus nudillos se tornasen a blanco. Observó a lo lejos como Hinata aparecía con un corto vestido rojo, sus largos y azabaches cabellos yacían recogidos, y su fino rostro se encontraba sumamente pintado. Frunció con fuerza su ceño y sin darse cuenta sus labios también se fruncieron.


La joven Hyuga se acercaba a Naruto, pero el rubio tan solo observaba embelesado la pantalla de su celular. El fuerte sonido de la música no dejaban que los tacos de la mujer resonasen, pero Minato vio como los dedos de aquella mujer se posaron sobre el hombro de su hijo, y no pudo evitar mostrar una ligera sonrisa al ver como Naruto espabilaba.


-¿Qué haces aquí?


-Supe que ibas a estar aquí, así que le pedí a mi padre que me trajera. –Naruto sintió la necesidad  de quitarse la corbata, frunció su ceño al sentir como los largos y fríos dedos de la morena recorría sin temor su brazo, y con brusquedad se separó de ella.


-No entiendo lo que quieres, Hinata.


-Te quiero a ti, Naruto. Y lo sabes.


-No, no lo sé. –Le dio la espalda a la mujer y pudo observar como los invitados empezaban a bailar, el suave sonido de la música rebotaba contra sus tímpanos, pero él no podía borrar la imagen de Sasuke. –Yo estoy enamorado, Hinata. Enamorado de mi esposo.


-Ese doncel está enfermo, además después de que le dijera esas cosas, dudo mucho que desee crear problemas.


No sabía si la mujer estaba mintiendo no, pero aquellas palabras sonaron tan suaves, que casi se pierden junto al coro, frunció con fuerza su ceño, y sintió como la bilis empezaba a removerse en su estómago.


-Nunca más, y escúchame bien. –Naruto caminó con pasos firmes hasta dejar a Hinata contra la pared, supo que la mujer estaba temblando, talvez sus ojos se habían teñido de carmín, pero tan solo quería que entendiese. –Nunca más te acerques a mi familia. –Intuía que esas palabras ya las había dicho, pero esta vez, podía sentir el miedo palpable en la mujer, sintió las frías manos de Hinata sobre las suyas, y lentamente fue levantándolas hasta rodear, con un poco de fuerza contenida, aquel largo y blanquecino cuerpo. –O yo mismo me encargaré de acabar con la tuya.


Sintió como alguien apoyaba una mano sobre su hombro, pero sus ojos estaban fijos en las perlas de la mujer, y tuvo que contenerse a romper aquel delicado cuello.


–Tranquilo hijo, en este lugar hay muchos testigos. –La voz de Minato salió tan fría y amarga, tanto que Hinata supo que no podía contra los dos Namikase, un doloroso gemido salió de su garganta al sentir como los dedos del varón se aferraban con más fuerza a su tráquea.


Sus ojos perlados observaron cómo miedo el rostro apacible de Minato, pidiendo ayuda, pero el mayor tan solo la miraba con indiferencia.


Minato empezaba a tener una sensación de indiferencia para con la mujer, observaba como los dedos de su hijo iban poco a poco clavándose en esa piel lechosa, y él sabía que debía parar a su hijo, pero no podía.


-Estoy seguro que a tu padre no le gustará saber que has destruido un matrimonio. –Su voz fuerte y clara llegó hasta los sentidos de la mujer, quien tan solo pedía un poco de aire. –Te quiero ver lejos Hyuga. –Esperó con paciencia a que la fémina asintiera levemente; apretó ligeramente el hombro de su hijo, obligándole a pisar la realidad.


Naruto soltó poco a poco a la mujer y vio como se desplomaba en el reluciente suelo, sintió como su padre empezaba a caminar hasta la salida, y él, con el mismo porte orgulloso, caminó detrás de su padre, sin importarle dejar a la mujer, sin importarle que muchos invitados le preguntaran. Él solo caminó con la cabeza en alto y el ceño fruncido.


Observó como su padre se detenía para cruzar unas palabras, y vio como movía ligeramente su cabeza con dirección a la mujer, pero él no volteó, se quedó esperando a su padre.


Minato no estaba dispuesto a dejar toda su herencia a la joven Hyuga. Soltó un suspiro al ver como Hiashi Hyuga se acercaba con pasos veloz hasta su hija, y la tomaba con fuerza del brazo; observó como Naruto estaba muy cerca de él, sin inmutarse de la escena que se estaba causando.


Soltó un aliviado suspiro al sentir el aire acondicionado de la cabina del auto, apoyó su cabeza en el respaldar y cerró lentamente sus ojos, intentando calmarse.


-¿Piensas llamar a Sasuke? –Pudo sentir como Naruto espabilaba, y guardaba con rapidez el celular.


-No, bueno…  -Naruto aspiró profundamente, llenando sus pulmones de aire limpio, e imitó la postura de su padre. –Me voy a reunir con Sasuke y Menma en el pequeño parque, y luego… no sé.


-¿Por qué no los llevas a comer? –Minato seguía con los ojos cerrados, intentando olvidar el mal sabor de aquella fiesta. –Fugaku me comentó un día que a Sasuke le encantan los tomates.


-Sí, le encantan. –Ante el suave susurro del menor, Minato no pudo evitar abrir sus azulejos y observar algo aturdido, como las gemas de su hijo brillaban.


 


El cuerpo de Obito se encontraba cubierto hasta la cabeza con las mantas, podía escuchar los calmados pasos de Itachi caminar hacía el baño, y un ligero suspiro salió de sus labios al tener un poco más de tiempo antes de que el mayor se metiera a la cama.


Acarició con ternura su abultado vientre, y con una ligera sonrisa alzó un poco su playera, recorriendo con las yemas de sus dedos, aquella tersa piel, que ya empezaba a estirarse.


Su cuerpo no pudo evitar tensarse al sentir los fuertes brazos de su esposo rodear su cuerpo, Itachi apoyó su quijada sobre su hombro, mientras que sus dedos se colaban silenciosos hasta tocar aquel pequeño nido.


-Mi bebé. –El suave susurro recorrió todo su cuerpo, y no pudo evitar cerrar sus ojos, pero un ligero gemido salió de sus labios; sintió como el varón se separaba de su cuerpo, pero quería decirle que lo aferrase con fuerza. -¿Obito?


No se había dado cuenta de nada, no había sentido nada. Itachi lo había aferrado con fuerza, después de sentarlo sobre sus muslos, ocultó su rostro en el hombro del varón, sintiéndose feliz al sentir las suaves caricias sobre su espalda.


-¿Qué es lo que te perturba, mi amor? –Mi amor, aquellas palabras sonaban tan bonitas, si Itachi se las decía.


-Tú… Deidara-san… -Itachi frunció su ceño sin entender nada, y Obito tan solo cerró con fuerza sus ojos, maldiciendo a las estúpidas hormonas. –Ustedes se llevan muy bien.


El mayor sonrió ligeramente entendiendo a su esposo, lo aferró con muchas más fuerza y ocultó su rostro en los cabellos del doncel.


-Pues tienes razón. –El menor sintió como aquel nudo empezaba a hacer mucho más grueso, casi impidiéndole respirar. –Cuando me presentaste a Deidara sentí que debía ganarme su confianza para poder llegar a ti, supongo que algunas cosas que me contó hizo que me acercara a él.


El menor había agachado su mirada, mientras que sus dedos se aferraban a su vientre, sin haberse dado cuenta que había fruncido su ceño, Deidara era su mejor amigo, y sí, cuando ellos se conocieron, supo que algo podía pasar entre ellos.


-Pero sabes, Deidara es demasiado explosivo, tanto así que no entiendo como Sasori lo aguanta. –Itachi había apoyado su quijada sobre los cabellos del menor, recordando aquel momento en que se conocieron.


-¿Alguna vez… alguna vez te imaginaste estar con Deidara-sempai?


-Deidara es bonito, y no entiendo como pude abrirme ante él; tiene esa chispa que te da confianza. –Itachi sabía que con esas palabras apuñalaba más y más al menor, pero su voz sonaba tan suave y pausada que a Obito se le hacía más difícil estar cerca. –Y tal vez siento amor, pero…


Obito frunció con fuerza su ceño, Deidara era su amigo y él confiaba en su amigo, pero sabía que hasta los mejores amigos se podían separar, él no quería pensar en ello, ya había sufrido con Kakashi y perder a su esposo por Deidara, no iba a poder sobrellevarlo.


-Obito, ese amor no se compara con este amor tan grande que profeso por ti. –El doncel sintió como las suaves manos del varón acunaban su rostro, cerró lentamente sus ojos sintiendo como los expertos labios del mayor se aferraban a los suyos. –Así que ya deja de martirizarte con aquello, que Deidara te adora, y va a adorar a este pequeñín, ya hasta tiene regalos y ni hablar de los nombres.


El menor no pudo evitar mostrar una sonrisa al escuchar la voz de su esposo; Itachi seguía renegando del rubio doncel; mientras que su pecho había dejado de doler, y él no podía estar más que feliz, cerró lentamente sus ojos borrando los malos tiempos que pasaron. Pero soltó un leve gemido al sentir los labios del mayor acariciando el largo de su cuello.


-Hueles bien. –Su espalda chocó contra el colchón y soltó un gemido al sentir las frías manos del varón acariciar la desnuda piel de su vientre. –Te amo Obito. Te amo tanto.


Unas pequeñas lágrimas se resbalaron por sus mejillas, pero Itachi se encargó de limpiarlas con calma y amor. Sus manos se aferraron a la playera del mayor y ante la sonrisa prepotente del Uchiha le quitó la prenda.


El doncel no sabía cuándo había sido el momento en que Itachi le había desvestido, dejándole tan solo con su ropa interior, sus níveas mejillas se encontraban teñidas de un fuerte carmín, y un gemido salió de sus labios al sentir como los dientes de su esposo se aferraban con un poco de fuerza en uno de sus pezones.


Levantó sus caderas, intentando que reprimir sus ganas de gritar; la lengua del mayor acarició la aureola y con una ligera sonrisa, fue quitándose su pantalón, queriendo reír al ver como el doncel se quedaba observando su miembro aprisionado en aquella prenda.


Los dedos del doncel recorrieron el elástico, deseando bajar la prenda y degustar un poco de aquella palpitante carne, pero las manos del varón se posaron sobre las más pequeñas y con una mirara lo volvió a llevar hasta la cama.


-Esta vez no. –El menor iba a reclamar, pero fue callado por un demandante beso. –Deseo complacerte.


Los labios de Itachi se encargaron de besar y lamer el cuerpo del doncel, sus oídos escuchaban los placenteros gemidos, mientras que sus dedos jugaban con el elástico.


-Itachi-baka. –El mayor rió bajito al oír aquel insulto rodeado de éxtasis, lentamente alejó sus labios del doncel y levantó su cuerpo, observando embelesado como Obito se removía ante las caricias, su cuerpo brillaba por una fina capa de sudor, mientras que su miembro iba siendo liberado poco a poco, tortuosamente para el menor.


Pasó su lengua por aquel glande, sintiéndolo palpitar; sus dedos recorrieron todo el tronco y acariciaron la piel de sus muslos, Obito se removía y sus manos se aferraban con fuerza a las sábanas, soltó un grito y su cuerpo respingó, cuando sintió como uno de los dedos del mayor iba introduciéndose en su cavidad.


No supo cuánto tiempo había pasado, pero sus caderas ya empezaban a moverse, intentando que aquellos dedos se introdujesen hasta el fondo, pero soltó un gruñido al sentir como los dígitos iban abandonando su interior, pero de pronto se sintió lleno.


El cuerpo de su esposo se movía con fuerza, pero cuidando de que no lastimara su vientre; abrió lentamente sus ojos y su corazón latió con más fuerza al ver como las gemas del varón le miraban con amor, deseo y lujuria; lentamente alzó sus dedos y acarició la mejilla de su esposo, recibiendo un demandante beso.


-No… hagas eso. –La voz de Itachi sonaba ronca, y Obito se dio cuenta de que el mayor se contenía.


-Más… fuerte. –Sus palabras entrecortadas por los gemidos, sorprendieron al mayor, pero él solo le dedicó una pequeña sonrisa. –No nos vas a dañar, baka.


Itachi besó con lujuria los labios del doncel, mordió la esquina de su labio inferior y le escuchó soltar un jadeo, lentamente bajo su rostro y atrapó uno de sus pezones hinchados, lo acarició con su lengua, y un gruñido salió de sus labios al sentir como las piernas del doncel se aferraban a su cintura.


Las penetraciones se hicieron más fuertes, las estocadas llegaban hasta el punto exacto del doncel,, haciéndoles perder la cordura, Obito cerró con fuerza sus ojos, sintiendo como la electricidad recorría el largo de su columna vertebral, soltando su esencia entre los dos vientres.


Itachi gruñó contra la piel del doncel; las estocadas se volvieron más fuertes y más constantes, Obito había perdido la cordura, y solo deseaba sentirse lleno por su esposo; Itachi le quitó uno de sus mechones de su frente y con una pasión, besó sus hinchados labios; sintiendo como las paredes de carne empezaban a aprisionarlo aún más, soltó su esencia.


Itachi cayó de lleno contra la cama, y no pudo evitar que una sonrisa floreciera en su rostro, abrazó el cuerpo del menor y sintió como apoyaba su cabeza contra su pecho, una de sus manos bajó hasta palpar las nalgas y recorrió con sus dedos aquella zona.


-¡Pervertido! –Obito le soltó un fuerte golpe en su pecho, y con las mejillas fuertemente sonrojadas alejó aquella mano de su espalda baja.


-Estoy locamente enamorado de ti. –Obito ya no sabía si podía sonrojarse más de lo que ya estaba, pero cerró lentamente sus ojos, lleno y complacido de tener al hombre de sus sueños. 

Notas finales:

Un poco de todo

¿Qué tal? ¿les gustó?


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