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Humanity in motion por Thirteen Wilder

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Notas del capitulo:

Muchas gracias por los reviews!!!

Espero que disfruten la lectura

Cuando llego a ver la colección de Afrodita, esta estaba a punto de acabar, pero fingió el haber estado ahí todo el tiempo, porque seguramente su amigo no se hubiera podido percatar de su ausencia por lo ocupado que estaba en la logística del evento, estuvo pensativo durante el desfile de los últimos modelos, quizá no había sido muy prudente el darle su dirección a un anciano como ese, pero su rostro no le permitió decirle que no, y ese era un horrible defecto que el griego tenía desde siempre: el jamás podía decir que no a alguien, mucho menos si estaba una estatua metida en el asunto.

-¿Qué te pareció la colección? ¿Te dejó sin palabras?- a Dita le encantaba fanfarronear de sus colecciones, eran muy exitosas así que eso lo animaba a hacer más.

-Mucho…me gusto el…vestido azul-

-¿Azul?...¡¡Antares toda la colección la hice de colores cálidos!!- se puso la mano en el pecho- No me digas que… ¡No viste la colección!-

-Si la vi…-rápido busco a algún modelo con su ropa puesta- Ese vestido- lo señaló

-¿Ese? ¿En verdad? Podría usarlo para ti- le lanzo una mirada seductora.

- No creo que entres en ese vestido tan ajustado…-

-Estas diciéndome gordo

-Si- se empezó a reír- Pero no es algo que unas idas al gimnasio no arreglen.

-Me lo dice el que le habla a las estatuas.

-Hablando de eso, tengo que contarte algo que pasó-

En el camino de regreso al hotel le contó lo ocurrido en la tienda del anciano, la esperanza que el pobre hombre había puesto en él lo estaba presionando demasiado, y lo más probable era que cuando terminara la estatua, le llamaría para mostrársela y regresarla a su jardín.

-Pero jamás has hecho una y eres un asco para elegir ropa, necesitarás de mi sabio consejo

-Seria de mucha ayuda...-suspiro y estiró los brazos- Solo espero que esto no salga contraproducente.

Su estadía se prolongó 3 días más, durante sus escapadas Milo no supo cómo llegar de nuevo a aquella tienda de artesanías, ni siquiera podía encontrar el café en el que había estado, y todo por caminar sin rumbo y no mirar el nombre de las calles. Al terminar los desfiles regresaron a casa, el escorpión no sabía que esperar o qué hacer con la estatua, cuando entró a su casa la enorme caja estaba ahí, con ayuda de un diablito la llevó, para su sorpresa esta no era pesada, ya ni por el material con el cual estaba hecha.

-Bien, creo que te dejare aquí- la puso en un lugar donde le daba la mejor luz natural- no tienes grietas ni nada- caminaba alrededor de ella y daba un diagnostico como si de un paciente se tratara- Haré lo mejor que pueda contigo.

Los trabajos continuaron para él, le dedicaba muy poco tiempo a su nueva adquisición pero no porque lo quisiera, los pedidos llegaron como un aguacero, pero cada que podía veía que hacer con ella, le daba los buenos días y las buenas noches, era una costumbre para él. Cuando por fin tuvo más tiempo, buscó en las revistas que Afrodita le prestó el vestido que le había gustado, el mármol que la estatua tenía en su cuerpo era más que suficiente para poder darle forma. El peinado no era algo difícil de hacerle, no parecía tener mucho cabello. Se había decidido totalmente a darle la forma de una señorita, le parecía más fácil hacer las facciones de una mujer que las de un hombre y dada la cantidad de material no podría hacer a un hombre robusto.

-¿Te gustaría tener el cabello largo?- le mostraba algunos peinados- Creo que te vendría muy bien un peinado así, no puedo hacer tanto por ti con la poca cantidad de material que tienes- puso su mano sobre lo que sería el cabello y sintió como si este se pudiera mover fácilmente, retiró la mano rápidamente y la sacudió- Demasiado café negro…- se excusó.

Pasando los días las cosas se pusieron muy raras para él, juraba que oía a la estatua reírse cuando él hacia uno que otro comentario gracioso, cuando pulió sus ojos parecía como si estos en realidad pudieran verlo, de vez en cuando eso le causaba un horror de aquellos que no te dejan ni dormir, se acostumbró a esas cosas y cuando escuchaba a la estatua reírse, el trata de conversar, buscando alguna manera de que le respondiera, pero era totalmente en vano.

Arregló su cabello dándole largos y lacios mechones, tuvo un extremo cuidado en los detalles del rostro, delineo con cuidado sus labios y sus pómulos, su cara lucia redondeada al principio pero lo cambio al darle un mentón poco prominente pero le daba una apariencia más realista, estuvo trabajando aproximadamente 4 días en el rostro, teniendo en cuenta que estuvo con más trabajo todavía. Miraba de reojo aquella estatua que por fin tenía un rostro, para ser la primera vez que hacia uno se sentía bastante orgulloso de sí mismo. A pesar de que había arruinado un poco el trabajo al hacer las cejas, el material se había cortado en dos al terminar la última parte, dándole el aspecto de una ceja de pingüino de penacho amarillo. El cuerpo tendría que ser algo delgado si quería que se viera proporcional con sus brazos, arregló sus manos y sus dedos, los definió lo mejor que podía. Sus piernas no eran tan largas, aún quedaba un enorme bloque por quitar para hacer su vestimenta, así que esas las haría hasta el final.

-El vestido de Dita sería algo difícil para mí- abrió su laptop y busco diferentes tipos de vestimenta- podría hacerte algún tipo de túnica de griego…aunque ese era el plan inicial- estuvo dándole un vistazo a toda la información que aparecía de las estatuas, leyó cada historia que pudo hasta toparse de nuevo con la leyenda de Pigmalión y Galatea- Seria increíble que algo así sucediera- había pensado que las risas solo eran producto de su imaginación, ignoró la leyenda y continuo la búsqueda de un vestido o una túnica que fuera fácil para él.

Tras días y días de trabajo, logro terminar la escultura, no estaba nada mal, se quedó sentado un rato viendo el resultado final y le quito el polvo con un trapo húmedo, de nuevo ayudándose con el diablito, la cambio de lugar con más facilidad puesto que la había colocado sobre una base con 4 ruedas y la empujo a  la ventana como lo hacía cada día, con la cara dándole de frente al satélite natural que apenas se mostraba entre las nubes señalando que la noche estaba próxima  y él estaba muy cansado.

-Creo que no quedaste nada mal- con su pulgar rozaba su mentón para buscar algún tipo de aspereza- El anciano se sentirá muy feliz cuando vea como quedaste.

Estiró sus brazos hacia delante y luego se dispuso a limpiar el área de trabajo, desde esa última llamada de atención de Dita tuvo más cuidado en respecto a la limpieza del lugar. Encendió el radio y había algo de música, comenzó a cantar y a bailar con la escoba hasta que se topó con la estatua, no le pareció una mala idea invitarle a bailar una pieza. Tomo la mano que tenía levemente alzada y con esa la guio, le tomo con cuidado la cintura y se puso a dar muchas vueltas con ella, podía hacerlo puesto que la había colocado en una base con ruedas.

- No baila tan mal para ser la primera vez- sonrió y siguió dando vueltas hasta que la canción había terminado- Fue un placer bailar con usted-le dio un beso en la mano y la dejó en su lugar, acomodó su ropa y caminó hasta la puerta a punto de apagar el foco.

-E...El placer fue mío- se escuchó una respuesta aún más clara, Milo se detuvo en seco  y se giró esperando lo peor.

-Pero que caraj…- abrió los ojos como platos al ver que su “obra maestra” se estaba acercando a él paso a paso.

-No te vayas- despego su mano del pecho y una fina capa de aquel mármol se caía en pedazos, como si siempre hubiera sido así- No me dejes aquí

-No puede ser….- tallo sus ojos varias veces y cada que se acercaba la estatua él retrocedía un paso-¡Quédate en donde estas!- la estatua se detuvo- ¡No te muevas de ahí!- se salió de la habitación  y cerró con todas las llaves que le había puesto a su taller.

Corrió hasta la sala y tomó el teléfono, sus manos le temblaban y miraba hacia la ventana del taller, para su suerte aquella “cosa” no estaba mirándolo, de alguna manera logro llamarle a Aioria, pero no contestó, después tecleó el número de Dita.

-Milo son las 2 a.m.…- a esa hora todo el mundo duerme, o al menos alguien que debe permanecer bello como él.

-¡Tienes que ayudarme! Una de las estatuas se movió...c…c... ¡cobro vida!- estaba totalmente espantado.

-Solo tienes sueño…y mucho trabajo, duérmete- le colgó y volvió a quedarse dormido.

-Mierda, mierda, mierda…- llamarle a la policía era la peor idea de todas, fue a su habitación y escribió lo ocurrido por si acaso algo le pasaba, esa noche no pudo pegar ni un ojo.

El medio día había llegado, era hora de afrontar sus miedos y abrir esa puerta de una buena vez, claro, llevaba un mazo por si acaso llegara a necesitarlo, no era por miedo, solo era mera seguridad. Dio una vista rápida por una de las ventanas y la escultura no estaba, empuño con mayor fuerza su arma y entro con cuidado, maldiciendo el rechinido de la puerta, que Aioria anteriormente le dijo que arreglara.

-¿Dónde estás?- miro a todos lados, metiéndose un poco más al estudio.

Se acercó a donde estaba la base con ruedas y pudo distinguir unas pisadas, estas soltaban un polvo blanquecino que era nada más y nada menos que mármol, el polvo iba en aumento conforme las pisadas iban avanzando, trago saliva porque el rastro empezó a acabarse, dándole a entender que la figura se había pulverizado tras una cortina donde él ponía sus trabajos ya terminados, la aparto y no había nada más que los ya mencionados, cabe decir que estuvo a punto de tirarle una oreja a una figura de un caballo que le costó más de un mes en restaurar.

-Bien…creo que no hay nada- pero apenas dijo eso, pudo escuchar una respiración profunda, giró sobre sus talones y detrás de aquellas 4 estatuas estaba una figura tirada en el suelo, volvió a armarse de valor, con pasos cuidadosos se aproximó, viendo lo que parecía ser  la figura de una mujer.

Cubierta de polvo y con las mismas facciones que la estatua, se veía débil y cansada, estaba durmiendo con una profundidad que daba lastima el tener que sacarla de ese sueño. Dejó el arma a un lado, se agachó y la miró con detenimiento, no estaba herida, reviso su temperatura y el tomo entre sus brazos, era muy liviana. Caminó hasta su cuarto y la acomodo en su cama, la miro pensando en qué hacer con ella ahora.

-La policía hará preguntas, y no sé cómo responderlas, Dita no va a creerme nada…-tomó de nueva cuenta su diario y escribió lo que había visto, lo hacía por si acaso era víctima de un homicidio.

Al pasar las horas se dio cuenta que la chica se empezó a despertar, coloco una silla en la puerta y se sentó ahí.

-¿Dónde estoy?- se trató de sentar, abría sus ojos con una pesadez que Milo no había visto antes

-Estas en mi casa- trato de aparentar firmeza

-Milo...-se sentó lentamente y lo miro tallándose los ojos.

-¿Cómo sabes mi nombre?- cruzó los brazos.

-Tengo semanas viviendo contigo, es lo más normal que lo sepa-

-Tu…Eras esa estatua…

-No me digas...-su sarcasmo se dejó notar.

Saber si eso se trataba de un sueño o su peor pesadilla lo hacía quedarse de pie y mirarla durante mucho tiempo.

-Al parecer no te agrado del todo estando así- se sentó con mucho cuidado mientras lo observaba

-No todos los días una de mis estatuas empieza a perseguirme y a hablarme-

-Una vez me pediste que te respondiera, cuando arreglaste aquella estatua de un santo, me preguntaste si estaba bien, traté de responderte pero no me escuchaste-

-¡¿Cómo iba a saberlo?! Que desconsiderado de mí parte- se quedó en silencio mientras la ex estatua lo observaba con una mirada aburrida- Espera un segundo…- frunció el ceño- Tu voz

-¿Qué tiene mi voz?- arqueó una ceja.

-Es demasiado grave…para ser de una mujer-

-Sera acaso porque no soy una…-

-¡Yo te había diseñado para ser una mujer!-

-¡Una mujer al menos tiene senos, tonto animal!- había enrojecido un poco su piel por el enojo, al ser muy pálido fue fácil darse cuenta de ese cambio radical- Además la ropa que tallaste es de varón-

-Eres demasiado agresivo conmigo- cruzó los brazos

-Lo dice el que iba a golpearme con un mazo- se había cansado de mirarlo y vio hacia otro lado- Estuve toda la noche en un frio taller, con hambre y sed. ¿Esperabas que fuera amable contigo?

-Al menos no tan arrogante…

Las cosas se habían tornado muy extrañas y parecía tener poco sentido ya, la tienda del hombre había desaparecido, más bien le fue imposible volver a llegar a ella una vez que salió. Preguntaba por esta y nade pudo darle razón alguna de cierta descripción. Ahora la estatua que había adquirido convenientemente gratis, resultaba un objeto que se había convertido en un hombre, él cual no parecía ser para nada amigable.

Notas finales:

Si, fue algo corto, pero ahora las cosas van a ir cambiando poco a poco en la historia.

Espero que les haya gustado y sus reviews son bienvenidos


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