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Improper Therapy por Akira-san

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Notas del capitulo:

Un pequeño avance

Capítulo 4: Vaivén

El terno era la prenda más pretenciosa e incómoda que un hombre podría usar. Una corbata delgada, estilizada de color gris con pequeñas líneas plateadas resaltaban en la opacidad del siempre clásico negro.

Todos se preparaban para darle la bienvenida a la nueva pareja en un salón especialmente acondicionado para la ceremonia que su padre había preparado. Tohma conversaba con el típico invitado que era más cercano a los padres que al mismo conyugue. De alguna forma presentía que el padre de Eiri no quería ver lo que se notaba si prestabas un poco de atención.

La falta de amor entre ambos era evidente, la novia como hija mayor de la familia Furugawa comprendía que se casaría por conveniencia, ya sea con este o con cualquier otra familia que se ofreciera a hacer algún trato para fortalecer la empresa financiera de su padre.

No oponía mayor resistencia, tampoco se interesaba mucho en fingir felicidad donde no la había. Simplemente era su destino.

-¿Qué le pasa a Eiri?- el inicio del matrimonio ya estaba retrasado unos trece minutos por lo que los invitados no hicieron esperar el particular murmullo malicioso que a pesar de los esfuerzos de la familia  jamas lograron oir por completo.

-Tohma, ¿Por qué no le vas a ver?-sugirió discretamente el monje Ueusugi, padre de Eiri sin quitar su expresión serena-

-De acuerdo.- fue directo a una la habitación del prometido,  amplia a un costado del pequeño lago que pasaba por allí. Intentó entrar pero la voz agitada de Eiri le detuvo antes de golpear la puerta, semi abierta como estaba pudo observar lo que ocurría dentro.

-No puedo, de verdad no puedo casarme Yuki, ¿Por qué no les decimos lo nuestro?- su voz buscaba algún apoyo, el victo bueno que le diera esa tranquilidad que había perdido con los caprichos de su padre- Maestro…-murmuro exigiendo una respuesta, estaba desesperado.

-Sabes que no haré eso Eiri, tengo un prestigio en la escuela, en el mundo empresarial también y esto no está bien visto y lo sabes. Por eso siempre hemos sido discretos, recuérdalo. Puedo entender el amor hacia cualquiera sin importar su sexo pero no todos Eiri, no todos.

-¿Esto fue… todo?-la decepción en su rostro fue lo que más le impacto a Tohma, esos ojos apenados serían el recuerdo que movería al rubio tiempo después a luchar a Eiri por la segunda persona que más amo en su vida.

-Me temo que sí Eiri-finalizó sin dirigirle la mirada, ya todo estaba resuelto para el hombre de mayor edad. Se adelantó a salir de la habitación evitando tener un último encuentro visual con su amante.

Abrió la puerta y su vista recayó directamente en el hombre de sombrero- es todo tuyo-

~*~

Shuichi se pasó esa noche pensando si lo que le había pasado era del todo cierto. Trataba de creer era solo la parte más cruda de una seguidilla de sueños que lo tenían trastornado y que por esa razón (y no otra) asistía al psicólogo con un conocido de la familia. Veía los moretones y se repetía mentalmente que su capacidad para imaginar llagas y lesiones era del otro mundo.

Acostado en un futón de una habitación contigua miraba la ventana del frente. Las plantas siempre le resultaron atrayentes, su apacible vitalidad y lo suave que se mecían con el viento nocturno. ¿Por qué no podía limitar su existencia a mecerse como una de esas plantas?, ¿Por qué no podía florecer luego de cada percance y error en que se había visto envuelto?-

-No tengo razón para seguir.-murmuró y las palabras lo transportaron al cuarto con sillones blancos y el escritorio de vidrio. Vio parado allí al rubio con un traje ceñido a su esbelto cuerpo, una camisa a cuadrille pequeño color verde y unos pantalones en la misma gama tan oscuros como sus zapatos.-

-Si me cuentas más podría ayudarte Shuichi-mencionó sin mirarle directamente a los ojos. Su libreta se llevaba toda la atención, ¿Por qué no le miraba a él?, le desconcertaba un poco.-

No fue así como se lo dijo, recordó de pronto. Fue más áspero que eso pero luego le ofreció algo caliente y lo brusco de sus palabras desaparecieron.

-Eiri, ¿falta mucho para verle?- el pétalo de una flor se despegó para planear con ese vientecito nocturno tan habitual de esa localidad.

Se comunicó con K antes de la experiencia más asquerosa de su vida. Él le prometió llevarlo lo antes posible con el profesional, tenía también el mensaje del mismo Eiri pero, nada le resultaba lo suficientemente rápido. No tan rápido como para interrumpir las frases peyorativas que el mismo se repetía destrozando su persona racional y emocional.

Le faltaba apoyo, estaba del todo solo meditaba jugueteando con un moretón que le dolía más que el resto, se lo presionaba para sentir físicamente lo que le hería el recuerdo, una y otra vez anestesiando de algún modo su corazón.

-¿Puedo?-preguntó Hiro tras la puerta-le traje algo para comer y ropa limpia, sé que debe tener hambre…- tartamudeaba como nunca, no por falta de seguridad, sino que le era difícil encontrar la frase propicia para esa situación- ¿puedo?-repitió abriendo sin más para acercarse al chico recostado. Se agacho un poco para dejar sus ojos al mismo nivel que los del incipiente cantante- tiene unos ojos preciosos ¿sabe?, me acuerdan al cielo estrellado… tome.-sonrió con calidez, Shuichi le sintió cercano, más de lo que podía llegar a sentir al señor Kuba o en ocasiones al mismo K. Creyó en ese momento que Hiro podría ser su amigo.

~*~

La transmisión del primer capítulo cumplió con lo que el grupo de accionistas del canal y el mismo Daishi habría esperado. Repuntaron el horario prime y hasta se atrevería a afirmar que el programa logró captar más audiencia femenina y adolecente al usar exponentes ampliamente conocidos en la población nipona.

Observaba una y otra vez la grabación del primer capítulo, su cara no paraba de sonreír. Le encantaba ese chico de cabellera rosada, le ocasionaba esa sensación morbosa y calenturienta entre sus piernas al verle gemir con tristeza.

Pensó en el padre del chico y en lo fácil que fue hacerle creer que si ofrecia al chico todo el embrollo que ocasiono desaparecería.

-Ese chico tiene algo-le insinuó Daishi al padre de Shuichi en el restaurante donde el afectado le cito para pagar desesperadamente sus vicios.-

-¿A qué te refieres?, ¿Qué quieres que haga?-pregunto extrañado con la afirmación del magnate. Hace poco estuvo intentando apelar a sus sentimientos mostrándole una foto de su hijo, el único familiar que le quedaba. Un muchachito joven, con una femineidad casi enfermiza y un aire de bondad que traspasaba el papel fotográfico.

-¿Qué tan de acuerdo estas con que tu hijo cargue con todo?, tú no tienes ni una mierda que ofrecerme, ese niñato es hasta ahora lo único que me ha llamado la atención de tus mil ofertas absurdas que no me dejan ninguna ganancia.

-pero… - se conmociono al oír tal idea, no se encontraba el mejor padre del mundo, o mejor dicho, estaba totalmente consiente que era un pésimo padre y tutor pero la idea de regalarle un chico a ese hombre de tan sucia reputación le parecía inconcebible.- él no tiene la culpa, yo… yo… ¡le juro que le pagare cada céntimo por la droga que no supe administrar!, le aseguro que me hare cargo de lo que perdí por mi adicción a los juegos y esta vida de mierda que me ha destrozado, pero a Shuichi no, yo no podría ser tan malnacido.-

-Te he dado todo el tiempo que me he permitido para que me pagues lo que me debes y es mucho, para serte franco, es tanto el dinero que me debes que ni siquiera si te amarrara y arrendara tu puto trasero por hora conseguiría obtener de vuelta la inversión que hice en ti. Pero si lo tengo a él, tal vez ganaría más si hago algo inteligente.

- Shuichi no Daishi por favor…-suplicó a sabiendas que ya nada podía hacer. Cuando a ese hombre se le pasaba algo por la cabeza, no existía forma que se le quitara. Tenía entendido todo lo que pasaría a  partir de ese instante: pidiese, patalease, gritara, Daishi se llevaría a su hijo o lo persuadiría para que hiciera lo que él quería. Una de sus más grandes habilidades era tener un discurso coercitivo muy potente, inventaría algo, modificaría la realidad y ocuparía todas sus armas para tenerle. Ya nada podía hacer-

<< Perdóname Shu >>

-Prefiero que odies a esa escoria que a mi Shuichi, después de todo tu padre no tiene como contarte todo lo que paso-le contó al televisor el que exhibía la cara jadeante del peli rosa- como quiero tu cariño.

~*~

Se vistió con ayuda de Hiro, quien desde el acercamiento de la última noche se transformó en una especie de mayordomo a tiempo parcial, o como el prefería decirlo, por hobbie.

Kuba se lo permitió en una reunión privada en su propia oficina. Le sugirió que no fuese tan cercano como desearía porque esto podría provocar altercados con Ryuichi, quien como el mismo sabía, tenía un serio problema de bipolaridad. No descuidaría sus labores a cambio de forzar una amistad sin restricciones, o casi sin restricciones. Hiro entendía el punto de su jefe, por lo que acepto sin poner muchos peros.

-Tus heridas han mejorado, con el maquillaje casi no se nota los mordiscos y los rasguños que tienes en el cuello-le dijo con un tono alentador.- te sabes maquillar bastante bien, con el paso del tiempo ya no necesitaras maquillistas para las grabaciones o cuando quieras salir-palmoteó su espalda sin pensarlo. Al paso de un minuto noto que no era un cumplido muy bueno.

<< No quiero verme tan patético >>.

~*~

La empresa tenía una extraña sensación a aire caliente que le sofocaba. Respiraba con dificultad al sentir como el calor se deslizaba a través de su garganta para dar paso a otra inhalada. La extraña reacción de Eiri le tenía desconcertado, ver la forma en que se molestó por el pasatiempos de su paciente no era algo del todo común.

Recordó cuando era un chico joven y se dejaba llevar por sus emociones con mayor frecuencia. En esos tiempos dejarse llevar por sus sentimientos le había jugado una mala pasada, entonces ¿Qué era lo que pretendía encariñándose más de la cuenta?

Meditó luego si lo que sentía Eiri era cariño o mero apego profesional.

Su oficina guardaba aun una foto que salía junto a su maestro de catedra, sonriente y con una mirada que ya hace tanto no veía que en varias ocasiones se cuestionaba si esos ojos se habrían ido junto a Yuki aquel día del matrimonio.

Opto por no compadecerse de Eiri, eso sería lo peor para alguien que acababa de ser pateado de la manera más baja que existía. Entendía que su yerno le entregó algo más grande que solo un manojo de sentimientos y risas joviales; en su relación existía la admiración por un ser idealizado, alguien que aparentó quien sabe cuánto tiempo la perfección para finalmente dejarse a ver en la cruenta trasparencia.

Tomo el marco que se encontraba en una repisa llena de fotografías familiares, una que otra con su esposa, su suegro y sus propios padres, pocas en comparación a las que tenía con la persona que le dedicaría todo los cuidados a pesar de no llegar a obtener nada a cambio.

-Tus ojos fueron la mayor prueba- el acto de rememorar el pasado era una actividad frecuente en el ejecutivo discográfico. Pero, ¿Qué le llevo a recordarle nuevamente el maestro de Eiri?, el chico. Ese chico le estaba trayendo de vuelta la humanidad a Eiri y eso le preocupaba.

-No quiero termines en lo mismo

~*~

Hana lucia de un traje ceñido color cereza, los tacones verde oscuro y un pinche que le afirmaba a duras penas lo largo de su cabello. Los clientes de la consulta no paraban de mirarla, unos decían que parecía un fruto de esos exóticos que se encontraban en el caribe de vez en cuando, otros por su lado, especulaban que la buena forma de vestirse tenía un propósito bien definido: llamar la atención del huraño jefe.

-Good morning Young woman- entro estridente el hombre que más que manager parecía guardaespaldas del joven Shuichi. Se acercó al mesón para entre una y otra frase coqueta, indagar en cuanto rato atenderían al chico. Este se sentó no muy lejos de K expectante de la respuesta. Se frotaba ansioso las muñecas, tanto rato que en algunos sectores termino por removerse el maquillaje por completo.

La gente sentada en los asientos paralelos lo miraban con extrañeza. Una que otra adolecente fanática de Ryuichi los había visto en el nuevo programa para adultos además de los típicos hombres que frecuentan por morbo los sitios donde exhiben pornografía homosexual.

-¿Qué rayos hace Shuichi acá?-le pregunto una chica de cabello castaño a su compañera de colegio, quien amablemente le había acompañado a su control con el psicólogo para “recrear la vista” como decía ella-

-¿Tú crees que Ryuichi no sea tan amoroso?-respondió confundida la otra.

-No digas estupideces, Ryuichi es una persona muy gentil, en los conciertos siempre le da un obsequio a alguna fanática y en los meet and greet siempre ha sido muy cálido. Yo creo que si es que Shuichi está acá es porque esta frustrado por su carrera musical… sabes que ha sacado solo dos sencillos y hace un tiempo ya.-

-Me imagino que debe ser difícil estar bajo la sombra de una pareja como Ryuichi, alguien tan sobresaliente… ¿Qué habrá visto en este niño?

-No sé, me da rabia, ni siquiera es tan lindo como se ve en la tele-se quejó la de cabello castaño- es tan poca cosa.

La asistente de Eiri pasó al lado de las chicas mirándolas de reojo, sin querer termino por escuchar lo que ellas murmuraban maliciosamente sin ninguna base de lo que decían. Camino hasta la oficina de su jefe y toco la puerta  con el ritmo característico que la hacía reconocible en cualquier lugar, a veces, pensaba que asi le pondría alegría a los lugares serios como ese.

-Eiri,  Shindou Shuichi ha llegado.-no recibió respuesta del otro lado, su jefe siempre había sido igual. Sintió  una silla moverse, se estaba parando por lo que el mensaje había llegado correctamente.

Trato de acercarse a Hana para cotillar un rato antes de que el profesional saliera a llamar al próximo paciente pero la secretaria considero poco serio hablar de “temas opcionales” dentro del área de trabajo.

-Pasa-invito con una voz seca. Solo le miro con su cara de pocos amigos y entro esperando que el joven le siguiera el paso hasta lo hermético de su oficina. Shuichi se paró apenado, sabía que las preguntas que le haría lo llevarían a contarle lo que paso hace tan solo unas noches. Le preguntaría porque del maquillaje, los ojos rojos y la impureza.

Todo le transmitía esa sensación desagradable de frialdad. ¿Sería capaz de contarle más allá de lo que el mismo Eiri le preguntaría?

-¿Cómo estas Shuichi?, ¿Cómo has estado desde la última vez que nos vimos?- le aburría las preguntas de rutina, el tener que repetir insistentemente una y otra vez esas mismas dos oraciones cada vez que se encontraba con un nuevo cliente le aburría a tal punto que muchas veces no conectaba con la respuesta de manera inmediata. A pesar de eso, esta vez era distinta. Necesitaba saber cómo estaba desde que ocurrieron las grabaciones en el canal, desde que tuvo que verse envuelto en una situación humillante…

<< Calma >>

-Mi padre me vendió sabe, estoy forzado a hacer todo lo que me pida el señor Daishi hasta que la deuda se salde. Esta semana me he dado cuenta que seré una prostituta para Ryuichi…-decir esas palabras lo liberaron del nudo que le estaba oprimiendo desde que comenzó su tormento. Reconocer su condición lo calmaban hasta el punto de parar, por un momento siquiera el llanto que estaba próximo a llegar.

-Shuichi, ¿comprendes lo grabe de esas palabras?, ¿sabes que no se te puede tener contra tu voluntad en ningún lugar y por ningún motivo?- los protocolos le estaban enloqueciendo. Las distancias y las formalidades ante esa situación lo descomponían desde dentro.

<< Recuerda que eres humano Eiri >>

La voz de su maestro remeció su mente. Ese permiso poco ético le era tan atractivo que estaba a punto de mandar todo a la mierda. Ese chico le interesaba, estaba tan consiente de eso que se cuestionaba si era correcto atenderle como psicólogo o acercarse como una persona cualquiera. Pero, tal vez sus energéticas ganas por saber  eran mera curiosidad, tal vez si avanzaban en el tratamiento el menor dejaría de tener ese atractivo que ahora le confundían.

-Si no fuera una prostituta, ¿usted cree que perdería la virginidad con alguien quien no conozco?-las lágrimas brotaron sin más,  sencillamente ya no podían ser contenidas. Se había prometido en no verse patético frente al rubio para así no ocasionar lastima. Pensaba en ser capaz de aguantarlo todo menos la lastima de quien supuestamente le ayudaría a salir adelante.

Eiri sin siquiera darse cuenta ya estaba abrazando al peli rosa. Sus lágrimas le ocasionaban algo especial, un efecto amargo ya conocido pero aún no identificado por completo. Le abrazo y sintió con mayor fuerza ese olor que se dejaba ver en el aire de manera sutil. Un olor masculino, parecido a un perfume que uso hace unos seis o siete años atrás.  Se reconoció en él, pudo sentirse en ese intercambio de calor, al de antes, el ingenuo y falto de afecto, al que se entregó sin importar los prejuicios.

<< No seas tan estricto contigo mismo >>

Para su sorpresa Shuichi acepto el abrazo como si eso fuera lo que estaba esperando al momento de comenzar a llorar. Eiri tomo la  cabeza del chico con una de sus manos y la acerco a su regazo con delicadeza. Sabía que lo primero que se necesitaba en esos momentos era un abrazo aunque pocas veces se entregaban.

-Perdone.-también sentía el olor de su acompañante, este en cambio llevaba un perfume que denotaba ser tan caro como lo rico que olía. Agarro su camisa y la apretó con uno de sus puños, quería sentir todo el contacto físico que se pudiera, requería sentirse apoyado, sentir alguien con quien contenerse.

-¿Qué te llevo a hacer esto?-no le soltó ni por un minuto.  Abrazarlo significaba algo mucho más grande que un mero contacto físico, era la conexión con un momento de su vida en que necesito el apoyo de una persona estable y lo consiguió en alguien que lo decepcionaría a tal grado de provocarle una desconfianza exagerada en absolutamente todo el mundo. Pensó en que hubiera pasado si en ese momento no hubiera conocido a Yuki, ¿sería mejor o peor persona?

<< Quién sabe >>

-El contrato- balbuceo con su boca cerca de la tela- ¿sabías que estamos prácticamente casados?

Se separaron un poco para verse de frente. La confusión de cómo actuar produjo un incómodo silencio que nadie quería sentir. Eiri iba en serio, le haría caso al consejo más estúpido de su ex pareja para probar una vez en su vida, que conllevaba dejarse llevar por los instintos.

Sentía algo por Shuichi se repetía, le atraía seguramente pero no estaba claro hasta qué punto. Podía que mucho más que la última chica con la que se acostó la semana pasada.

Las relaciones esporádicas le caracterizaban luego de superar su relación con su ex maestro. Tenía claro que de alguna forma utilizar la palabra “superar” no era del todo cierta si es que el efecto que le causo esa ruptura era tener relaciones poco estables, limitadas al mero placer, sin embargo, prefería creer que le había superado para no darle vueltas al tema.

 -Tienes que tratar que la situación no te enloquezca antes de que se pueda hacer algo al respecto- al momento de trabajar lo apático pocas veces salir a relucir. Conversaba con la mayor cercanía que podía para que la gente se sintiera tranquila y creyera al menos, sentirse mejor de lo que entro.

Le dio el consejo que Tohma le sugirió cuando entro el día de su matrimonio a “la habitación del novio”. En aquel momento empapo el bestón del esposo de su hermana como nunca antes hizo ni nunca después. Eso le hizo parar de llorar, esas palabras le ayudaron a no desplomarse.

<< Por un hijo de puta >>

-Gracias- Shuichi no necesitaba formalidades, no requería de exámenes a su persona para saber cuan deprimido estaba o conocer si es que tenía alguna psicopatía. Él necesitaba oídos y un regazo para darse el ánimo día a día. No comprendía que conllevaba una terapia, aunque le reconfortaba lo que ocurría en ese instante.

Este sería un tratamiento alternativo, impropio para la situación que vivía Shuichi. Eiri sentía el palpitar de su piel con la cercanía, el perfume venia de nuevo al asecho. Ya no era el que usó hace unos años, ahora se sentía delicado y un tanto cítrico.

Le podía ver con mayor claridad, desligado de su imagen pasada notó que la piel del peli rosa tenía una palidez digna de geisha, aparentaba ser tersa. Tenía ganas de tocarla.

Shuichi comenzó a frotarse la muñeca con una de sus manos producto del nervio, la sudoración ya había atenuado un poco el maquillaje de la mañana y con sus dedos termino por hacer notorio la piel amoratada que comenzó a relucir hace un rato fuera de la consulta. El tono iba más allá del morado en algunos sectores, pasando a un tono negro profundo.

Eiri no se demoró de salir de su sopor para mirar lo que las luces fueron tan sagaces en develar.

<< Ese infeliz >>

Continuara…

Notas finales:

Nos vemos!


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