Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Instant Crush por MariSponge

[Reviews - 10]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Holi~ :D

Lamento haber tardado, pero la cochina inspiración no venía a mi~ e.e9

Además, de que estoy en mi segunda semana de haber empezado clases~ :D -se da un tiro-

Disfrútenlo~ n.n

Las cosas por aquí, eran muy diferentes de casa. Por todos lados, las personas hablaban y vestían de forma extraña. No llevaba ni dos días aquí, y ya comenzaba a extrañar a Lovino y a Giovanni, aunque no hubiera pasado tanto tiempo con él, sigue siendo muy pequeño. Por un momento, con las lágrimas acumulándose en mis ojos, tomé mi celular, y comencé a buscar el número de mi hermano. Y antes de que pudiera presionar el botón de llamar, sus palabras resonaron en mi cabeza como abejas furiosas. Tenía razón, debo mantenerme firme con mi decisión. Ya no puedo ir corriendo a su lado. Pero aun así, se siente muy solitario estar aquí; solo conozco a Tino y a Alfred. Y eso solo de nombre y vista.

Un pesado suspiro escapó de mis labios, mientras caminaba por la calle, buscando algún lugar donde pudiera comer algo. Mi estómago volvió a gruñir, exigiendo comida, pero todo restaurante por el que pasaba, me daba mala espina. De repente, un enorme Doberman comenzó a correr hacia mí. Miré a todos lados, buscando la forma de alejarme de ahí. Sin embargo, antes de poder comenzar a correr, el perro llegó a mí, tirándome al suelo. -¡No me hagas daño! ¡Por favor! ¡Auxilio! –comencé a gritar, tratando de quitarme de encima al perro, cuando de repente, escuché un gran grito, a mi parecer, llamando al can.  

-¡Aster! –inmediatamente, el perro paró, sentándose a mi lado, como si estuviera disecado. Apoyado en mis codos, observé atónito a ese can que segundos antes, parecía como si me quisiera comer. –Lamento si Aster te asustó –escuché que alguien me hablaba, con un acento demasiado marcado, claramente extranjero, y a lo lejos, otro par de pasos, seguidos de leves jadeos. Al alzar la mirada, me encontré con un chico rubio, extendiéndome su mano, en señal de ayudarme a levantarme, aunque la forma en la que me miraba, dejaba en claro que pensaba que yo era un bicho raro. Ladee un poco la cabeza, para poder notar a la otra persona, la cual, por el sonido de su respiración, parecía como si hubiera corrido por el desierto. Aquel chico de cabello negro, trató de hablar, pero se quedó con las palabras en la boca, a causa de la falta de aliento. Con el dorso de mi mano, limpié las lágrimas que habían logrado salir, y tomé la mano ajena para poder ponerme de pie. Con algo de pena, comencé a sacudir mis ropas, mientras aquel extraño colocaba la correa al collar del perro. -¿Seguro que estás bien? –preguntó no muy convencido, mirándome realmente confundido.

-¡Estoy bien! ¡En verdad! –respondí un poco alegre, sonriendo. –Mi nombre es Feliciano Vargas, me gustan la pizza, la pasta y soy muy simpático –comenté, extendiéndole la mano. –Pensé que eras alguien temible, pero solo lo pareces, creo que eres agradable –agregué algo despreocupado. Y es que era verdad. Al momento en que vi su rostro, pensé que en cualquier momento me iba a golpear o algo, su semblante era muy serio. Y al parecer, no medí mis palabras, pues pude ver como su rostro se descomponía en una expresión entre enfado y sorpresa.

-Ludwig-san… ¿no pasó nada grave? –habló el otro chico, asomándose al lado de aquel chico rubio. Al verme, el desconocido me sonrió, para luego hacer una ligera reverencia. –Mis disculpas, debería presentarme. Mi nombre es Honda Kiku, encantado de conocerlo –le di unas palmadas en la espalda, algo alegre, para terminar por decirle mi nombre también a él. Aunque ese chico pelinegro era realmente extraño. Luego de hablar un rato, terminé por descubrir que también estudiaban en la misma universidad que yo, así que posiblemente nos encontraríamos en el campus algún día. Sin embargo, fue el gruñido de mi estómago, lo que delató mi situación. Con una leve sonrisa, Kiku me mostró el camino a un restaurante italiano, el cual, por su propia experiencia, era uno de los mejores de la zona. Y no estaba nada mal, pero prefería cien veces la pasta que preparábamos en casa.

 

 

 

Escuché atentamente lo que Alfred tenía que decirme, bebiendo de vez en cuando un sorbo de mi bebida. Y por segunda vez, casi muero ahogado por culpa de sus palabras, y claro, un trago de soda. -¿L-lo besaste en los labios? –logré articular después de casi matar de un susto a una mesera, y bañar con refresco a mi gemelo. Lo único que alcancé a ver, fue como asentía levemente mientras se limpiaba la cara. –Dude… ¿acaso estás loco?

-¡Fue un accidente! ¡Yo quería besar su frente! ¡Como mamá lo hacía! -comenzaba a notarse más su nerviosismo, además de que el resto de comensales volteaban a vernos con curiosidad.

-Estás de broma, ¿verdad? –pregunté, alzando una ceja. Él solo me miró con desesperación y confusión, esperando a que siguiera hablando. Lo único que pude hacer, fue soltar un suspiro, recargando mi cabeza en la palma de mi mano, mirándole un tanto contrariado.

-¡¿Qué?! –preguntó algo exasperado ante mi silencio. -¡Dime algo, Mattie! –volvió a llevarse la hamburguesa a la boca, dándole una enorme mordida.

-¿Y no pudiste haberlo calmado de otra forma? –pregunté un poco calmado, sonriéndole para que no se sintiera presionado. Lo único que hizo, fue mirarme como cachorrito, encogiéndose en su lugar. –Bien, para empezar… eres un idiota -abrió los ojos completamente sorprendido ante lo que le acababa de decir.

-¡Hey! –traté de no reírme ante su reacción. Luego de tratar de ahogar una carcajada, traté de calmarme, haciéndole una seña con la mano para que continuara. –N-no sé, sentí algo extraño… como si tuviera alguna clase de animal en el estómago y estuviera haciendo fiestas cada vez que Feliciano me miraba, o me rozaba con sus manos –entre más hablaba, más tartamudeaba, y el sonrojo subía de tono en su rostro, incluso parecía como si estuviera enfermo y ardiendo en fiebre. Cuando terminó de describirme todas y cada una de las sensaciones que experimentó en el poco tiempo que compartió con aquel chico, del cual solo sabía que tenía unos hermosos ojos y un semblante adorable e inocente, lo incité a respirar hondo y a beber un poco de soda, ya que lucía como si hubiera terminado una carrera hace pocos minutos. -¿Qué hago, Mattie?

-Bueno, para serte sincero… no tengo ni la menor idea –respondí con calma, casi indiferente, mirando por la ventana, tratando de asimilar todos y cada uno de los “síntomas” de mi hermano. De su parte, solo pude escuchar un pequeño berrinche por la respuesta que había proporcionado. -¿Pues qué quieres que te diga? Está claro que te has enamorado de ese chico –voltee a verlo, de la forma más dulce que pude. Necesitaba calmarlo, y hacerle entender que no podía actuar solo por impulso, como era su costumbre. –No sabes nada de él, más que lo que te contó esta mañana, y eso no es nada… ¡Cállate y déjame hablar! –respondí al ver como abría la boca, con la clara intención de replicarme sobre lo que le decía. –No puedes llegar y decirle “me gustas, sal conmigo y se mi novio”, en especial si lo acabas de conocer. ¿Sabes lo estúpido y extraño que suena eso? Y ni el motivo del “destino” es válido, esas solo son tonterías para los ilusos. Debes mantener la cabeza fría… ni siquiera sabes si él corresponde tus “sentimientos”. ¿Qué acaso solo planeas exponer tu corazón como si nada? Deberías valorar más tus sentimientos. Podría no corresponderte, y nunca has sufrido un rechazo, no creo ni que seas capaz de soportarlo, y créeme, no tengo ganas de estarte consolando si algo así llegara a pasar.

¿A quién quiero engañar? Claro que lo dejaría quedarse en mi cuarto por meses, si así lo necesitara, cocinándole un montón de comida que él ama, solo para poder reconfortarlo y ayudarlo a superarlo. Pero ya era momento de dejar de consentirlo. Debía prevenirlo de la rudeza del mundo, y su actitud despreocupada e infantil… ese iba a ser su mayor problema en la vida. Sí, es fuerte, demasiado. Pero es demasiado noble de corazón, el más simple golpe emocional, lo rompería por completo. ¿Qué si tengo miedo de que lo lastimen? No. Tengo terror de que lo hieran, pero no puedo estarlo protegiendo todo el tiempo. Lo único que puedo hacer, es apoyarlo y ayudarlo cuando lo necesite.

Su mirada se cruzó con la mía, y aquellos ojos tan parecidos a los míos, estaban llenos de pánico, pero también de ilusión. Deslicé mi mano por la mesa, hasta encontrar la ajena, tomándola entre mis dedos. Sus ojos viajaron de nuestras manos, a mis ojos, y cuando nuestra vista se cruzó, solo pude regalarle una sonrisa, esperando que comprendiera que, pasara lo que pasara, siempre lo apoyaría. 

Notas finales:

No se... el final lo sentí muy cursi~ xD

Como sea, denle amor, y ya saben... dejen sus comentarios y todo eso~ n.n


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).