Zoro.
La mañana era soleada, quizás demasiado, había un sol ardiente en el cielo, Luffy, Usopp y Chopper se encontraban tumbados en el pasto del Sunny go quejándose del clima tan cálido, yo estaba en una de las escazas sombras que podías encontrar en el barco con una botella de sake en mano esperando que fuera suficiente para bajar refrescarme un poco.
El cocinero andaba como siempre tras las faldas de Nami y Robin, comenzaba a ser bastante molesto tener que tolerar su comportamiento con las mujeres, sabía que era un mujeriego antes de llegar a enamorarme de él, pero seguir viéndolo coquetearle a alguien más hacia que la sangre bullera dentro de mí.
Le di un largo sorbo al sake que aún estaba en la botella, sin dar mucha atención a lo que hacía termine casi media botella de un sorbo, el maldito calor me estaba asando, el cocinero corría de un lado al otro tratando de que Robin y Nami estuvieran lo más cómodas, les llevaba limonadas, les llevaba sombrillas y cualquier otra estupidez que se le ocurriera, era molesto.
Di un nuevo sorbo y la botella desapareció, mierda aún hacía calor.
-Oi, cocinero, el sake se terminó, dame otra botella.- El calor me ponía de mal humor que empeoraba aún más si Sanji le prestaba más atención a las chicas que a mí. Era frustrante.
-Estúpido marimo, hace unos 10 minutos te di una botella llena ¿Ya te la terminaste?- Comencé a preguntarme como no se asaba llevando camisa y saco, debía hacer demasiado calor en el ambiente para que cualquiera deseara arrojar la ropa a un lado y dar un salto al mar con tal de refrescarse.
-Se terminó.- Voltee la botella para mostrar mi punto, la botella estaba vacía. Y yo aún estaba tremendamente acalorado.
-Ven conmigo a la cocina te daré una botella nueva.- Inmediatamente se dio vuelta dirigiéndose a la cocina, mierda, no me quería mover hacia demasiado calor, pero bueno, el sake valía el esfuerzo.
Entre a la cocina, el cocinero estaba buscando la botella en un estante de los muchos que hay en la cocina, me preguntaba como recordaba donde dejaba todas las cosas que ocupaba.
Finalmente encontró una, la puso delante de la barra de la cocina y me miro de una manera extraña… ¿Por qué mierdas no me daba la botella?
-Bebiste la otra demasiado rápido, ¿Por qué?- ¡Oh no! Se acerca un interrogatorio
-Porque hace calor y me estoy asando ¿se necesita otro motivo?- intente arrebatarle la botella de las manos, pero fue más rápido que yo y falle de manera épica.
-¿Por qué estás tan enojado?- su ceja se enarco de manera graciosa, tuve que reprimir una carcajada.
-Porque se me da la gana estarlo, dame la jodida botella.- Estaba por sostener la botella en mis manos cuando escuchamos un golpe fuerte al agua a unos metros del barco, inmediatamente salimos de la cocina a ver qué pasaba, Usopp miraba hacia el este y señalaba un tanto alarmado.
-¡La marina! ¡Un barco de la marina nos está atacando!- Su voz como siempre estaba plagada de miedo y se encontraba gritando las palabras, Luffy sonrió tenuemente, se estaba aburriendo y era una buena manera para entretenernos, sin duda a mí también me venía de maravilla un poco de distracción.
-Bueno, habrá que hacerse algo ¿no es así capitán?- Me encontraba un tanto ansioso de sacarme de la mente al cocinero dando vueltas entre las chicas, estaba molesto, quizás demasiado para algo que es tan normal en él, pero no iba a pensar en eso ahora.
-Shishishishi, claro, no podemos dejar que nos quiten la hora de lo comida.- De nuevo el capitán pensando en comida, era un mal hábito de él.
La marina comenzó con el discurso de siempre, que estábamos rodeados, que eran de la marina y que nos iban a arrestar, había escuchado demasiadas veces ese discurso sin que pudieran llegar a cumplir la parte final, observe a Sanji de reojo, estaba fumando uno de sus cigarrillos de siempre, golpeando la punta de su zapato como hacia siempre antes de una batalla, se veía bastante bien noté que miraba algo… y sí, estaba mirando a Nami… Ahora realmente estaba molesto.
El barco de la marina estaba junto al nuestro, Luffy salió disparado en busca de distracción y no dude en seguirlo, los marines se abalanzaron contra nosotros en un abrir y cerrar de ojos, eran fuertes hasta cierta medida, en esos momentos estaba demasiado enojado como para prestar atención, corte el mástil principal antes de darme cuenta.
Sanji se acercó a mí en cuanto el mástil cayó.
-Vaya alguien realmente está enojado el día de hoy, tranquilo Zoro-kun.- El jodido tono de burla me hizo enfurecer.
-¿¡De quien crees que es la jodida culpa!?- Cuando termine la frase unos marines nos rodearon, logre ver la cara de sorpresa de Sanji, tanto abrió la boca que el cigarrillo cayó por un lado de sus labios al piso, mierda.
Los marines no fueron mucho trabajo, regresamos al barco y continuamos con “tranquilidad”, estaba aún bastante molesto así que subí a entrenar un poco, debía despejar la neblina de mi pensamiento.
Pasaron las horas sin que tuviera percepción de ello, ya era de noche, la cena se había servido y yo había ignorado la llamada, una hora después, cuando la cena hubiese terminado Sanji fue a mi búsqueda.
-No bajaste a la cena, Nami estaba preocupada, nunca te pierdes una comida.- Le dio una calada al cigarrillo, fumaba demasiado. Fue lo único que cruzo mi pensamiento.
Seguí haciendo flexiones sin importar que él estuviera ahí, tampoco respondí a la información reciente sobre la preocupación de Nami.
-Bueno, quizás quieras saber cómo fue la escena que monto Nami.- Su tono delataba que quería una confirmación mía, pero no tenía ánimos de contestar.
-Tomare tu indiferencia como un sí, estaba sirviendo la cena para mis hermosas damiselas.- En cuanto escuche esas palabras aumente el ritmo de las flexiones, me sentí como un niño pequeño enojándome por tremenda tontera.- Y después le serví a todos los demás.- Sanji había notado el cambio de ritmo.- Después de que terminaron de cenar Nami comenzó a preguntar dónde estabas y porque no habías bajado a cenar, entonces dijo “Sanji-kun… ¿De casualidad no es tu culpa que Zoro este de mal humor el día de hoy?” Inmediatamente vi a mi deslumbrante damisela y le dije que yo tenía nada que ver, entonces se puso un poco violenta y dijo “Por supuesto que es tú culpa, ahora sube a verlo y resuelve este problema” No entiendo porque es mi culpa… ¿Zoro maldición me estás haciendo caso?.
-Te estoy escuchando.- Fue lo único que dije, me dispuse a limpiar mis katanas, pues me había aburrido de hacer flexiones.
-¿Por qué demonios estas tan enojado? – La voz de Sanji comenzaba a sentirse con culpa, maldición parecía que me había vuelto una adolescente celosa.
Sentí las venas de mi frente alzarse en clara señal de molestia, este estúpido cocinero no sabía cuándo debía de guardarse su mierda y dejarme de joder.
-¿Por qué? ¿Me preguntas el jodido porque? Porque te la pasas hablando una mierda de Nami y Robin, porque me siento jodidamente enfermo cuando te la pasas coqueteando con la primer mujer que se te coloque enfrente, porque me jode tu mierda! – Respiraba de manera agitada y tenía ganas de romper lo primero que se me colocara enfrente, los ojos de Sanji parecían quererse salir de su lugar, en unos segundos comenzó a ponerse completamente rojo.
-¿Desataste toda este caos por eso?- Lucia completamente sexy con las mejillas sonrojadas e intentando disimularlo cubriendo con una mano su rostro, me acerque lentamente a él hasta tenerlo completamente a mi lado, se sentía bien su tacto, era el mejor lugar en donde estar.
Lo rodee tiernamente con los brazos e intento soltarse de cualquier manera, pero no estaba de humor para dejarlo ir, recargue pesadamente mi cabeza en su pecho, escuchando su respiración agitada y a un cabalgante corazón que amenazaba con romper su caja torácica debido al frenético palpitar. Sonreí sinceramente, se sentía bien tenerlo de esa manera por mí.
-Haría peores cosas por mantenerte conmigo y solo para mi.- Lo mire dulcemente y me adueñe de sus labios, el sonrojo de sus mejillas aún era visible, era completamente tierno.
-¡Idiota!- dijo por fin cuando corte el beso por falta de aire.- Estar bien con las señoritas es parte de mi forma de ser… pero yo solo te amo a ti, estas muy por encima de todas ellas.- Su cara era comparable con un jitomate… solo que con una peluca rubia, di una carcajada y me apodere de nuevo de sus labios.
-Maldición no sabes cuan feliz soy de que seas solo mío.