Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Tsuki no tenshi: Ladrón de media noche por Eiri_Shuichi

[Reviews - 6]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

En algún lugar de mi cabeza estaba segura de haber subido este capítulo hace al menos dos semanas, y que sorpresa me llevé hoy al descubrir que no era así...

Perdido

(IIX)

 

—Eres demasiado cínico al negarlo lo que claramente hiciste

—¡Yo no maté a Ohkawa!

Las palabras del hombre que ocultaba su rostro sonaba llena de dolor al tratar de defenderse y el rubio se sentía tentado a dudar, pero debía permanecer firme, tenía que mantener la presión. Prestó toda su atención a la figura de Tsuki sin llegar a detectar algún arma aunque no se sentía seguro porque el menor descuido podía terminar con su vida.

Observó la amplia y oscura estancia donde se encontraba, con un ambiente relativamente húmedo, sumidos en un silencio abismal, como si hubiese acabado en un universo aparte con el ladrón que iba y venía de un lado a otro obviamente lleno de frustración.

—Terminarás tras las rejas y entonces toda esta farsa va a terminar

—Eres demasiado necio Eiri Uesugi, tanto o más que tu padre... pero a diferencia de él, tú no crees en mí, ni ahora que estamos hablando ni aquella vez en que casi caes

—No tengo la costumbre de creer en niñerías— respondió con desprecio mientras llevaba su mano al saco fingiendo naturalidad y descubriendo, sin gran sorpresa, que su pistola no estaba en la funda que generalmente llevaba consigo, pero sin perder la compostura cogió una cajetilla de cigarros para no levantar sospechas —lo que sea que creas hacer, obviamente no puedes manejarlo

—Soy tan real como tú o como cualquier otra persona

—Eres un mito que se le subió a la cabeza a algún loco o débil mental que creyó poder hacer un par de hazañas que le diera sentido a su triste vida

—Que palabras tan duras... pero no sé si sea capaz de comprobar su teoría— dijo Tsuki aún con ese aire de pena que no dejaba de emanar ni siquiera cuando se giró para acercarse al rubio que a esas alturas ya había encendido el cigarro y le daba una profunda calada —necesito que me tome en serio y si para ello debo demostrar que soy real, voy a hacerlo

La máscara de zorro se colocó a escasos centímetros de Eiri que controlaba sus gestos hasta que sintió el tacto frío de un cañón, convenciéndose de que sus minutos estaban contados pero, contrario a la certeza que lo invadía, el ladrón le cogió la mano para poner en ella el mango del arma y así, con la misma seguridad con que había llegado, retrocedió quedando indefenso contra el policía.

—No se puede matar a un mito, pero podrás descubrir que yo soy tan mortal como cualquiera y tal vez así puedas creerme cuando te digo que la muerte de aquella mujer no fue mi culpa

Eiri no tenía miedo a disparar, nunca lo había tenido.

Siempre había tenido una inhumana facilidad por herir a las personas que rayaba en la de un sociópata, pero no era una sed homicida sino la indiferencia hacia los demás y sin embargo la imagen de un hombre incitándolo a hacerle daño, aún consciente de que podía ser su sentencia de muerte era irreal y lo obligaba a confrontar sus propias teorías.

Un loco cualquiera hubiese estado convencido de sobrevivir a un impacto de bala y a la justicia, pero Tsuki no parecía tener esa idea sino una opuesta. Existía entonces la posibilidad de que dijese la verdad sobre el homicidio, pero incluso entonces había demasiado que perder.

—Podrías solo huir...

—El problema es que no puedo

Levantó el arma y apuntó con ella a una de las piernas del ladrón, respirando hondamente para convencerse de que era lo correcto, de que lo arrestaría y entonces, de a poco, todas las piezas se irían uniendo hasta tener sentido, hasta hacer que aquel individuo con actitud suicida confesara todo lo que supiera y entonces, quizá, hasta habría cierta paz para todo aquel asunto, para su propia familia, pero percibió, tras los pequeños agujeros que debían corresponder a la mira de Tsuki que este no lo observaba a él sino a algo o alguien atrás.

—Baja el arma— pronunció una voz sin rostro cargada de toda la seguridad que no denotaba la del ladrón —estás equivocado si crees que Tsuki está solo

—Vete, este asunto no te incumbe

—¿Y dejarte aquí para que esperes a que un policía te dispare?

—¡Te ordeno que te vayas!

—No pienso obedecerte esta vez

Se contuvo para no observar el rostro del interlocutor que yacía aún oculto a sus espaldas pues le resultaba evidente que a diferencia de su compañero no estaba desarmado ni estaba dispuesto a poner a prueba su amabilidad. Después todo quedó en blanco.

Despertó en una habitación blanca, pulcra y minimalista que solo podía ser la de un hospital. Sintió el frío del aire acondicionado traspasando las ligerísimas sábanas y descubrió con desagrado que sus ropas habían sido reemplazadas por una bata que no parecía tener ninguna verdadera utilidad; su único consuelo fue corroborar que estaba solo y que ninguna parte de su cuerpo dolía, aunque su orgullo si estaba bastante maltratado.

—¿Hermano?

Viró el rostro encontrando a su hermano en el marco de la puerta inseguro sobre entrar o no, con un par de gasas en las mejillas y la postura menos agraciada de la que solía mostrar.

—¿Cómo te sientes?

—¿Cuánto tiempo llevo aquí?

—Poco más de un día

—¿Qué pasó?

—No estoy seguro; íbamos caminando hacia tu auto y entonces alguien nos atacó y nos dejó inconscientes

—¿Señales de robo?

—Ninguna

—¿Y cómo terminamos aquí?

—Había otras personas en el estacionamiento y nos encontraron

—Eso es sospechoso

—Lo sé, pero nos trajeron al hospital cuando nos encontraron tirados en el piso, así que no estoy seguro qué pudo haber pasado, además, uno de ellos nos reconoció, es el primo de Tohma

—Tatsuha, necesito que me digas si viste o escuchaste algo, si en algún momento despertaste o cualquier otra cosa

—Lo intenté pero nada, solo sé que de pronto me sentí demasiado cansado. Ya nuestro padre y el detective Winchester tomaron mi declaración

—Ellos no tienen injerencia en ese tipo de casos

—No deberían, pero convencieron a Tohma con el argumento de que podría haber sido obra de Tsuki

—No está solo Tatsuha, existe y hay al menos una persona que lo ayuda

—Lo mismo ha estado diciendo Winchester, está seguro que es alguna clase de organización delictiva y nuestro padre... bueno, él sigue teniendo las mismas viejas ideas

—Lo vi, pude haberle disparado y por dudar es que ahora estamos sin nada...

—¿Cómo pudiste verlo?

—¡Nos secuestraron y luego nos dejaron donde pudieran encontrarnos! — gritó sacando toda la frustración que le producía sentirse como un idiota que había desperdiciado la única oportunidad real de resolver el caso que de pronto resultaba peor de lo que había imaginado —esos malditos nos han estado siguiendo todo el tiempo

—No es posible, eso habría llevado tiempo y entre la hora que salimos del bar y que nos encontraron no transcurrieron ni veinte minutos, desde entonces hemos estado internados en este hospital

—¿Y crees que todo es una alucinación mía?

—No sé lo que crees haber visto, posiblemente aún inconsciente escuchaste algo y tu mente hizo todo lo demás

—Vi a Tsuki, sé que tiene un cómplice y voy a demostrarlo

—Por ahora descansa, lo último que necesitas es empeorar más tu salud

—¿Qué quieres decir con "empeorar más"?

—Nos hicieron análisis y tus resultados fueron terribles; tienes anemia, bebes demasiado alcohol para que tu cuerpo pueda procesarlo sin alimento y el tabaco tampoco te ayudó. Van a pasar unos cuantos días antes de que te den el alta.

—Lo único que hacía falta...

A los pocos minutos su hermano se había marchado dejándolo solo en la molesta quietud del cuarto de hospital donde, a diferencia de su departamento, se sentía rodeado del turbulento ir y venir de la gente en los pasillos y en las habitaciones contiguas. Temía que en cualquier momento su padre y su cuñado apareciesen para exigir explicaciones, con tan mala suerte que la sola idea le produjo migraña, algo demasiado común para él a esas alturas.

—¿Puedo pasar? — llamó una voz masculina desde la puerta y al tratar de enfocar distinguió una silueta menuda y dio por sentado que era un enfermero, pues el dolor era tan intenso que la luz lo cegaba casi completamente —si prefiere lo dejaré solo

—Cierre las cortinas, la luz me está matando— las pisadas, si bien no eran fuertes, sonaban como un eco ensordecedor en su cabeza y su único consuelo fue cuando todo oscureció y pudo atreverse a abrir los ojos encontrando frente a la ventana al joven castaño con uniforme escolar que lo observaba con sus grandes ojos que hubiera jurado eran violeta —¿quién eres?

—Mi nombre es Shuichi Shindou; mis amigos y yo lo encontramos en el estacionamiento la otra noche y los trajimos aquí

—Pareces demasiado joven para estar en un bar, no puedes tener veintiún años

—Dieciocho, estuvimos tocando esa noche y fue difícil convencer al dueño, al final nos dio una oportunidad con la condición de terminar temprano y no bebimos nada más que agua embotellada— respondió amablemente con una sonrisa en su rostro —se ve bien

—Tienes una extraña idea de lo que significa estar bien

—Es mejor que encontrarlo inconsciente en el piso, o que esté a punto de atropellarme oliendo a alcohol

—Yo nunca he estado a punto de atropellar a nadie

—Fue hace apenas unos días

—Debes estarme confundiendo

—¿Qué?, estoy seguro de que eras tú— repuso entonces el más joven alzando el nivel de su voz disgustado por la actitud del rubio —ni siquiera tenía que tomarme la molestia de venir aquí

—Entonces vete mocoso, nadie te pidió una visita

—No puedo creer que estuve preocupado por alguien tan horrible como tú, con ningún tacto y... ¡un tonto!

El adolescente salió casi corriente del cuarto sin que en ningún momento Eiri le dirigiera la mirada, demasiado sumido en sus propios pensamientos incluso para notar cuando la enfermera entraba y colocaba una bandeja de comida frente a él que no correspondía en absoluto a la dieta tradicional de los hospitales, principalmente la pequeña rebanada de pastel de frutas que destacaba colorida con los trozos de fresa, kiwi y durazno.

—¿Qué es esto?

—Trajeron comida para usted y el doctor dijo que no había problema; tiene suerte de que alguien esté al pendiente de sus necesidades

Eiri no se sentía afortunado en absoluto.

La noche llegó y como era costumbre le asaltó el insomnio que tuvo que disimular, indispuesto como estaba a permitir que le sedaran, molesto con la idea de repetir la experiencia. No dejaba de recapitular su encuentro con Tsuki llenándose de frustración, y entonces el rostro de aquel joven aparecía robándole la poca concentración de la que era capaz en aquellos momentos de debilidad. Concilió el sueño casi al alba sin darse cuenta y sin gozar de aquella tranquilidad por mucho tiempo, pues una enfermera apareció cerca de las ocho obligándolo a despertar para el desayuno que por suerte se veía y sabía bien.

Permaneció despierto aburriéndose más que en toda su vida junta, deseando que el doctor, quien quiera que fuese, apareciera y decidiera tener la suficiente cordura para darle de alta, aunque sospechaba que aquello tomaría al menos un par de días más.

—Hola hermano

No se sorprendió cuando al medio día apareció Tatsuha  para visitarlo y ponerlo al día; su padre estaba demasiado absorto en el trabajo, el detective Winchester estaba dedicado totalmente a analizar el expediente del caso y Mika había sido persuadida por su esposo durante varias horas para no salir corriendo rumbo al hospital para verle, temiendo todos que un encuentro entre ellos solo pudiera empeorar las cosas.

—¿Todavía no saben cuándo podré salir?

—Me temo que no, el doctor quiere que estés en observación un par de días antes de hacerte los análisis de sangre; la anemia era muy grave según nos explicaron

—Llevo más de un día sin beber alcohol y con la comida que dejaste no creo tardar mucho en normalizarme

—¿Qué comida?

—La que trajiste para que no estuviera con lo del hospital

—No he traído comida y nadie más ha venido

—Tatsuha, me están dando cosas que no son comunes en una clínica, comida de verdad, incluso pastel de frutas

—No sé de dónde pudo haber salido, se supone que ahora estés con una dieta estricta o al menos eso fue lo que la enfermera me dijo ayer

Justo en aquel instante la enfermera entró con la merienda y se congeló a unos pasos de los hermanos cuando sintió que la observaban detenidamente.

—Disculpe, ¿podría decirme quién trajo esto para mi hermano? — cuestionó el pelinegro tratando de ser gentil y ganando en velocidad al mayor que en esos momentos estaba a punto de interrogarla como a cualquier criminal

—Fue el joven bajito que vino ayer y también hace un rato, llevaba un uniforme de preparatoria

—¿Conoces a alguien de preparatoria?

—No exactamente...

Notas finales:

Iron de WT


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).