Pasaron seis años desde aquel día que con suerte, Taemin encontró a Minho. Taemin, ahora de 16 años, en preparatoria, sigue pasando tiempo con su ranita. Ambos pasan todos los días juntos, incluso por las tardes, Taemin tenía un amigo, y Minho una nueva familia. Podían entender todo acerca del otro, Minho a través de las acciones y sonrisas de Taemin, mientras que Taemin lo hacía a través de las expresiones de Minho en sus ojos; y por muy raro que pareciera, los dos crecieron unidos, más unidos que cualquier miembro de la familia alguna logró. Eventualmente, Minho dejó de irse por las mañanas, y se quedó con Taemin. Taemin le compró un acuario y todos los insectos que Minho alguna vez quiso. Él había nacido para cuidar a esa pequeña rana, como la rana había nacido para querer a Taemin, un gran trato de hecho, mejor que cualquier otro.
Con el paso del tiempo, Taemin se percató del comportamiento de Minho. Se dio cuenta que Minho dormía sobre su vientre más seguido, especialmente cuando el chico dormía sin camisa. La forma en que la rana podía estar demasiado cerca de su cara al momento de despertar, centímetro a centímetro cada vez más cerca con el paso de los meses; o incluso el no comer ninguno de sus insectos hasta que Taemin estuviera en casa. Siempre pensó que este comportamiento no era más que cariñosa lealtad de su mascota hacia su dueño y viceversa. No fue hasta que Taemin trajo a su primer novio a casa, cuando se dio cuenta que algo malo pasaba con su ranita.
-Onew-hyung, él es mi rana mascota, Minho.
-Aw, es tierno.
-No sabía que le gustaban las ranas, Onew-hyung.
-Oh, por supuesto que sí…- Dijo, girándose lentamente hacia Taemin. –Pero me gustan más los tiernos pequeños Taeminnies.- Susurró, jalando a Taemin en un apretado abrazo.
Taemin regresó el abrazo, cerrando sus ojos para sentir el calor de Onew; ambos perdidos en su propio mundo. No escucharon el traqueteo de la tapa del acuario siendo abierta, ni los desesperados, incluso enojados, croares viniendo de la rana detrás de ellos.
No fue hasta que Minho se encontraba sobre el hombro de Onew encontrado su camino hacia abajo por esa camisa, que ambos se dieron cuenta de lo que pasaba. Onew chilló como una niña pequeña mientras sentía la viscosa rana contra su piel. Brincó arriba y abajo, corriendo por toda la habitación de Taemin, gritando, hasta que chocó contra la puerta, desmayándose.
Minho salió de la camisa de Onew, con una sonrisa en sus labios; subió su mirada para ver a Taemin. La sonrisa de Minho rápidamente desapareció al ver que los ojos de Taemin se llenaron de lágrimas. Minho retrocedió mientras veía a Taemin llorar. Hubo silencio hasta que Taemin le dio la espalda a su mascota para atender a Onew, levantado a su hyung y colocándolo en la cama. Minho observó a Taemin con ojos de desesperación, esperando que Taemin le mirara y le alzara contra su pecho como siempre hacía. Pero esta vez Taemin ni se dignó a verle. Triste, Minho brincó a la cornisa, dando una última mirada atrás y adelante, de Taemin al mundo exterior que solía conocer. Sus ojos se fijaron en los pantanos a la distancia.
Pudo ver como la ventana era abierta, atrás de él estaba Taemin. Con un brinco se giró para enfrentarle, pero no había más que lágrimas en los ojos de Taemin. Minho trató de rogar con su mirada una vez más, enganchando sus ojos con los de Tae, pero en cuanto lo hizo, Taemin quitó su mirada. Minho se giró, rendido, saltó afuera de la venta, hacia los pantanos, hacia su antiguo hogar. Taemin se giró justo a tiempo para ver como Minho saltaba y se iba.
-No puedo creer que me ponga sentimental por una rana.- Susurró para sí mismo.
Minho no quería irse, pero tampoco podía quedarse, no sabiendo que había decepcionado a Taemin de la manera en que lo hizo. Taemin le había cuidado, le había amado, le regaló un hogar, ¿así que por qué le hizo esto, a su propio dueño? Nadie piensa que las ranas tienen sentimientos, pero estos eran los de Minho. Sentía dolor por haberle causado daños a Taemin. Quería a Taemin, que estuviera a su lado, que le amara, que…que…
Quería a Taemin…Amaba a Taemin…
¿CÓMO UNA RANA PUEDE QUERER A UN HUMANO?
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Pasaron semanas desde que vio por última vez a Onew-hyung, o a Minho. Aunque se supone que debería estar estudiando, Taemin mantenía constantemente a su antigua mascota en mente. No podía olvidarse de los ojos de Minho, como si quiera y tratara de decirle algo. No podía concentrarse; todo lo que Minho hizo, hasta el incidente con Onew debió haber significado algo, pero ¿qué? Minho era sólo una rana, ¿cierto? Sólo una mascota que Taemin tuvo la sensibilidad de querer, ¿cierto? Entonces ¿por qué podía entender también las emociones de la rana? ¿Por qué una rana podía ser más leal que cualquier perro? Taemin estaba tan confundido. Se encontraba en modo automático durante todas sus clases, incluso para regresar a casa; sin darse cuenta, terminó en el pantano donde había conocido a Minho hacía mucho años atrás.
Taemin buscó a Minho, pero fue en vano. Su corazón se contrajo ante la idea de no volverle a ver de nuevo. Se sentó en la banca que había, dejando sus lágrimas caer en silencio.
-¿Por qué…por qué te extraño tanto? ¿Por qué me parecías tan humano?- Contrajo sus piernas contra su pecho, abrazándolas. Se quedó ahí por algún tiempo hasta que sus lágrimas se secaron. Asintiendo, le dio una última mirada al pantano.
-Donde sea que estés, Minho ah, espero que estés feliz y recuerdes: te amo.- Taemin se giró y caminó lentamente de regreso a casa, sin darse cuenta que aquella pequeña y verde rana, con ojos bien abiertos, se escondía entre el césped del pantano, observándole, escuchándole, y aferrándose a cada palabra que le escuchó decir.