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ABC... por Ryoshin Di Juri

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Notas del capitulo:

¡¡¡¡POR FAVOR LEE ESTO!!!!


ESTE CAPITULO contiene un contenido fuera de lo habitual.


Si buscas algo lindo y rosado no es el shot. Este está hecho para sacar a la luz una de las facetas más oscuras de mi forma de escribir y puede no ser lindo para todos los lectores.


Lees bajo tu propia responsabilidad.


Si quieres hacer comentarios, ahórrate los desagradables y solo has los que sean pertinentes y que no sean ofensivos.

Eras maldad pura, y lo sabias perfectamente.


Todo el mundo pensaba que la cruel y despiadada era Gazlen, con sus miradas aterradoras y sus manías agresivas que solo tu padre podía calmar.


Pero no.


El verdadero engendro del mal eras tú.


Tú hermana lo sabía.


Tú padre lo sabía más que nadie, por eso se encerraba en la idea de que estabas loco. Estúpidamente se aferraba a la idea de tu locura para no ver que su único hijo varón, su primogénito, era un ser perverso lleno de la más cruda de las maldades. Aunque aún te sigues preguntando por que lo hace.


Después de todo, la maldad no es locura, es la simple ausencia de respeto por la vida ajena.


Y tú eras malvado, no loco.


Abecés te encontrabas pensando cómo es que aún no te habían encerrado en un manicomio si tanto pregonaban tu locura. O bueno porque aun estabas libre después de tener en tu record personal más de 10 personas al tu haber de experimentación ya que, aunque tu padre no lo note, eras un científico como él; porque si eras malvado, pero también eras curioso.


Cuanto dolor puede soportar alguien antes de llorar, de suplicar, de desmallarse. Cuanto necesitabas hacer para romper a una persona.


Tus primeros experimentos fueron con el sujeto de prueba más próximo, Gazlen.


Obviamente esa personal tan única de tu hermana era el resultado de factores externos a ella misma, o como bien lo sabes tú insana curiosidad.


Aun recuerdas esos preciosos juguetes que tu padre traía a ti para que experimentaras con tus habilidades como tal vez un futuro ingeniero, pero tu curioso e innatamente destructivo usaste para recrear tus primeros acercamiento con artefactos de tortura.


Objetos contundentes para golpear, punzo cortantes para cortar y ásperos para lacerar. Gazlen aguanto muy bien la violencia hasta que la niñera de turno descubrió tus pequeños experimentos y como una vil rata soplona le dijo a tu padre.


Eso fue el fin con tu primer sujeto de prueba.


Pero no fue el último sujeto.


Cinco niñeras pasaron por tus manos.


Cuatro compañeros a lo largo de tu historia académica desaparecieron sin dejar rastro, aun que tu sabias perfectamente en donde y como estaban. Con ellos descubriste que los niños eran aburridos y las mujeres poco prácticas, cedían demasiado fácilmente.


Después al cumplir los 8, con la sapiencia de tu falta de experimentación con varones adultos te hiciste de un último sujeto de prueba.


Era un maestro joven, que a pesar de sus patéticos intentos no podía esconder sus sórdidos deseos de tomar algún cuerpecillo infantil y saciar sus bajos instintos. Atraerlo a tus redes fue sencillo, te aprovechaste de tu carne joven para seducirlo y acorralarlo.


Con el no solo probaste que los hombres eran más resistentes, también probaste el sabor de la satisfacción del deseo carnal. Él fue tu primera vez, y la segunda, la tercera, la cuarta y ya que estamos lo que te duro.


Por eso cuando ya habías probado los límites de lo humano te obsesionaste con lo paranormal.


Que caso tenia seguir experimentando con seres humanos si ya sabias los resultados. Te sedujo la idea de medir los parámetros de dolor en criaturas que podían ser impensables; ¿los fantasmas sentirían dolor, que pasaba con un vampiro al privarle de sangre, como sería arrancar bello por bello a un hombre lobo, pie grande podía tener los mismos parámetros que un humano ya que su físico se parecía tanto?


Tus investigaciones en lo paranormal fueron un reto que te proporcionaba una sonrisa de oreja a oreja, y mantenía tu maldad alejada de los seres humanos.


Y paso, todo mejoro. La gema de la corona se presentó ante ti en el salón de la eskuela.


Lo que creías nunca podrías conseguir para experimentar, llego a ti con un estúpido disfraz patético de humano.


Y como un nuevo reto traído a ti por la suerte, te obsesionaste con el cómo en sus inicios lo paranormal.


Para estudiar su comportamiento, porque toda presa debe ser estudiada antes de ser cazada, te hiciste pasar como su enemigo.


El trato diario, la observación lograron una de las perturbaciones más grandes de tu vida.


Te enamoraste de él, de tu presa, de ese que sería la joya de la corona para experimentar. Eras malvado, y aun así tenías un corazón capas de amar.


Y con lo malvado que eras el amor se deformaba en la obsesión malsana que nos lleva a este momento.


-Hola Zim- le sonríes con beatitud.


-Sucio humano Dib- fue toda su contestación.


-¿Qué es lo que haremos el día de hoy?- él te entrega unos guantes que te colocas –¿qué es lo que me enseñaras hoy sobre la raza irken?-


-Hoy aprenderás por tu cuenta Dib apestoso- te mostro una bandeja de esterilizado metal lleno de maravillosos juguetes –Zim tiene cosas que hacer, has acabado rápidamente con los juguetes que Zim te da y necesitamos más-


-Está bien, ¿cuánto tardaras?-


-No más de dos semanas terrícolas-


Dos semanas, mmm eso ameritaba una justa despedida.


Lo tomaste por la parte de atrás de la ropa para estrellarlo contra las paredes de su base subterránea. Con prisas y sin delicadezas lo desvestiste y te hiciste de su cuerpo.


Porque no necesitaban dulzura y delicadeza. Eras malvado y tomabas lo que querías.


Así como lo tomaste como con tus otros sujetos a la menor posibilidad, y al tenerlo entre tus manos no pudiste hacer ningún experimento, solo pudiste tomar su cuerpo; ha pero la vida no era malvada y asombrosamente en tu joya de la corona no era una dulce palomilla. Era tan malvado como tú, tan roto y desquiciado que en tu insano amor lograste atarlo a ti y que él te diera lo que tanto anhelabas, él te entrego la posibilidad de seguir experimentando, te dio más sujetos de prueba con los cuales jugar.


-No tarde más de dos semanas Zim, tráeme más juguetes para experimentar-


Una sonrisa hecha con dientes de zíper, el último respiro de ese juguete en la sala de alado y el saber que tendrás que conformarte con simples humanos hasta que Zim vuelva.


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