Precisamente aquel día era en el que un chico llamado Joe partía rumbo a la misma ciudad donde vivían estos dos chicos. Había sido un día ajetreado y cuando llegó ya eran las cuatro de la madrugada. Se dirigió al hotel donde iba a pasar aquellas vacaciones, pidió la llave en recepción y cuando volvió para darse la vuelta no daba crédito a quién veía.
—¿J-Jack?
—¿Eh? ¿Me conoces?—dijo sorprendido, sin haber reconocido al chico.
—Jack, I'm Joe.
—¿Qué? ¿En serio? ¿Entonces eres tú?
—Of course!—rió.
Ambos se quedaron callados. No sabían que decir, no era lo mismo hablar por un chat que hablar en persona.
—¿T-te quedas aquí?
—Yes.
—Yo… es decir, mi madre trabaja aquí, por eso estoy aquí—contestó
—Ah, I see. Creo que es hora de irme a mi habitación. Estoy muy cansado—le dijo.
—Claro, ¿necesitas ayuda con las maletas?
—No, gracias. It's all right.
Jack se quedó quieto y callado. Quería hablar tanto con él y no sabía como empezar. Se sorprendió cuando el chico pelirrojo se acercó y le dio un abrazo.
—It's very nice to meet you!—Jack sonrió.
—Yo también estoy encantado de conocerte.
—¿Puedes salir mañana? Me gustaría quedar contigo.
—Claro. Llámame.
—OK. Hasta mañana, Jackie—dijo con una sonrisa traviesa, dejando a Jack algo confundido. ¿Jackie? ¿Cómo que ''Jackie''?
Mientras tanto, en casa del rubio, Diego finalmente atrapó a Oliver y lo empujó hacia el sofá, haciendo que cayera sobre este y colocándose encima para que no se escapase.
—Aaag, ¡levántate! ¡Me haces daño, estúpido!—exclamó forzajeando.
—¡Tú también me hiciste daño! ¡Mira esto!—señaló su mejilla enrojecida. Oliver no pudo aguantar más la risa y soltó una leve carcajada al ver la reacción de Diego.
—Solo te di de tu propia medicina—se excusó el rubio.
—Sí, claro—dijo sobando su mejilla.
—¿Podrías levantarte? Esto es bastante incómodo—dijo refiriéndose a él, pues el chico estaba sentado en su cadera y él no podía levantarse.
—No pienso levantarme hasta que hagas lo que te he dicho—respondió acercándose a su cara.
—Ni lo sueñes—giró la cabeza.
—Oli...—siguió tratando mirarlo a los ojos, pero el no se lo permitía, movía la cabeza cada vez que se acercaba.
—No voy a hacerlo, joder, levántate de encima—forcejeó.
—Pues no me levanto—se cruzó de brazos cual niño pequeño.
—Que no voy a hacerlo.
—Por favor—pidió bajando la mirada a sus labios.
—Te dije que no, mierda, levántate.
Diego se acercó nuevamente y esta vez Oliver se quedó algo paralizado.
—Venga.
—No quiero hacerlo, me estoy empezando a enfadar. Suéltame, por favor—pidió avergonzado.
—Está bien…—se levantó y se sentó a su lado.
—Idiota.
Diego sonrió.
—Esto…—tragó saliva—¿Estás libre mañana?
—Creo que sí, ¿por?
—Quería llevarte a cenar—contestó mirándolo.
—Yo no soy una chica para que ''me lleves''…
—Lo sé, pero eres el...—Oliver lo interrumpió.
—No.
—¿Qué?
—No, sé lo que ibas a decir y no—advirtió él.
—¿Eh? Pero no me habías dejado terminar…—dijo fingiendo seriedad.
—¿Qué ibas a decir?
—Que eres el pasivo—se rió.
—¡No! ¡Ni hablar! Tú eres pasivo.
—Ja-ja—dijo sarcásticamente—¿Cómo estás tan seguro de eso?
—P-por que sí.
—¿Entonces quieres ser el activo?
—Eh… ¿D-de qué hablas…?—dijo nervioso.
—Que si tú quieres ser el activo de la relación—repitió.
—¿Qué relación?
—La nuestra—respondió.
—Pero nosotros...—él lo interrumpió.
—Ya sé que lo que somos, pero… tú mismo dijiste que somos más que...—Oliver no le dejó continuar.
—Yo no sé… —se ruborizó.
—No vales para ser ''activo'', eres demasiado adorable—contestó con una sonrisa.
—No soy adorable, gilipollas.
—Lo eres.
—No. Y tampoco seré ''pasivo''.
—Ya, claro—dijo con sarcasmo.
—Idiota.
—No me cambies de tema—dijo—¿Entonces vendrás o no?
—¿Me queda otro remedio?
—Obvio que no—se ríe—¿Eso era un sí?
—Sí.
Diego volvió a reír.
—¿Qué pasa ahora?
—Ves que estás loquito por mí.
—Ya, claro, tus ganas.
—No, las tuyas—dijo volviendo a acercarse a él—Creo que me iré ya, no creo que me dejes dormir en tu cama.
—No—se rió—Largo.
—Acompáñame a la puerta—le pidió agarrándole la mano.
—No sabía que te fueras a perder—se levantó y lo siguió, antes de que Diego abriera la puerta se dio la vuelta y agarró la cara del rubio con las dos manos, Oliver comenzó a ponerse nervioso—Hasta mañana—se giró nuevamente, soltándolo, colocó la mano en el pomo para abrir cuando el chico se lo interrumpió.
—Diego.
—¿Eh?—lo miró.
Oliver no contestó, simplemente puso sus labios encima de los de Diego.
—Entonces… hasta mañana—se sonrojó.
—Oli…—dijo sorprendido.
—¿Qué?—Diego agarró su mentón y juntó sus labios con los del rubio en un corto beso y casto—Gracias—sonrió y se giró para marcharse.
Cuando Oliver cerró la puerta no pudo sentirse más lleno. En el sentido en que, realmente le gustaba estar con aquel chico y pasar tiempo con él era divertido, pero... le había dicho que no quería que fuesen novios, porque aquello era demasiado extraño. ¿Qué le diría a su madre?
Si hubiera pensado sólo en sí mismo, hubiese respondido que sí. Indudablemente. Pero lamentablemente, él no era el único en su vida.