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Eternamente irritante por Blue FireWorks

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Notas del capitulo:

¡Hola! ¡He vuelto! 

Ya no es navidad, pero bueno. Aquí os dejo este capítulo ;D

¡Wow! ¡Casi llegamos a los 50 comentarios! ¡Muchas gracias a todas las personitas que se han molestado en dejar review! ♥ 

Este capítulo va dedicado a Misaki Heartfilia ,  Cry Baby ,  Saya x369 ,  allyUsUklover, nezumielraton ,  Nick Gardner ,  Yukiko YukiTsuki , valezka , a todos los comentarios anónimos que he recibido, a todos los lectores y a ladylay , mi mejor amiga. Gracias a todos por todo ♥ 

DISFRUTEN DE LA LECTURA♥ 

PD: Contiene lime (^_^)

—Él es el único que me llama así...—musitó apretando con más fuerza la mano de Diego.

 

—Vale, vale. Lo pillo, tortolitos—dijo riendo.

 

Ambos bajaron la mirada avergonzados.

 

—Sé que podéis hacerlo—continuó ella—Os apoyaré, ¿de acuerdo?

 

—Gracias, Kelly. Supongo que al fin de al cabo no te encontramos en la basura...—dijo fingiendo seriedad.

 

—¡Oye!—se quejó ella.

 

—Era broma—rio el rubio.

 

Salieron de la cocina llevando algunos platos y vasos para colocarlos en la mesa. Su madre les esperaba con una sonrisa. Oliver decidió que era mejor comer primero y luego decírselo. Y eso hicieron.

 

Después de haber terminado, los dos chicos llevaron los platos a la cocina mientras que Blanca y Kelly se quedaron en la mesa esperándolos. Los dejaron en la encimera.

 

—Luego los meteré en el lava-vajillas—musitó Oliver. Se giró para irse pero Diego lo agarró del brazo.

 

—Oli—lo llamó—Solo hazlo si eres capaz.

 

El rubio asintió nervioso. Volvieron a sentarse en la mesa junto a las dos mujeres.

 

—Oliver, Kelly me ha dicho que tenías algo que decirme, ¿qué ocurre, cariño?

 

A él le dio una fuerte punzada en el corazón, tuvo que apoyarse en la mesa para no caerse. No podía. Bajó la cabeza y comenzó a temblar.

 

—¿Estás bien, cariño?—preguntó la mujer preocupada. Oliver tragó saliva.

 

—Es que...—tomó aire— Yo no tengo novia.

 

Aquello fue lo único que pudo decir. Respiraba irregularmente.

 

—¿Eso? Pero yo ya lo sabía, Olivercito. ¿Qué te pasa?

 

—Yo...—estaba a punto de colapsar por completo cuando Diego lo interrumpió.

 

—Creo que lo mejor será que se lo digas otro día, Oli—buscó una excusa—Estás enfermándote.

 

—¿Podrías llevarlo a la habitación, Diego?

 

Oliver continuaba temblando, con la mirada clavada en el suelo.

 

—Claro—dijo levantándose y tomando el brazo de Oliver para que se pusiera en pie. Lo guió hasta la habitación y cerró la puerta tras él.

 

Se sentaron en la cama.

 

—Lo… siento—susurró.

 

—No te preocupes, es díficil—dijo—al menos lo has intentado.

 

Oliver suspiró avergonzado.

 

—Pero no lo hice.

 

—No me importa, ya lo harás en otra ocasión—se acercó a él y pasó su brazo por los hombros del rubio—¿Sabes que por cosas así me gustas más?

 

La sonrisa de Diego a cinco centímetros de su cara lo tranquilizó. Giró su cabeza y lo miró a los ojos durante unos segundos. Luego la distancia que los separaba fue disminuyendo y finalmente desapareció. Ni siquiera cerraron los ojos en aquella especie de beso, ya que fue muy corto.

 

—Tengo que salir, tu madre va a sospechar si me quedo contigo—susurró Diego con una sonrisa sin haber apartado su brazo del chico, él asintió—Métete en la cama, que parezca que te he ayudado o algo—dijo enseñándole la lengua, luego salió.

 

—¿Cómo está?—preguntó la madre algo asustada aún.

 

—Ahora un poco mejor, estaba muy nervioso y creo que será mejor que descanse.

 

—Sí, tienes razón—contestó la más joven. Se despidieron del rubio entrando en la habitación mientras que Diego esperaba fuera.

 

—Tenemos que irnos para descansar, mañana será un día largo—dijo la mujer.

 

La chica asintió.

 

—Encantada de conocerte, Diego—sonrió Blanca despidiéndose del moreno.

 

—Igualmente—contestó él.

 

—Espero que nos podamos ver pronto—exclamó la rubia de ojos verdes con una sonrisa y se acercó para abrazarlo—Cuida bien de Oli—susurró antes de separarse como si nada.

 

Diego rió y asintió. Fue el último en salir y dejó la puerta abierta, solo un par de centímetros, las acompañó hasta la tercera planta, por el ascensor. Cuando este hubo bajado volvió a llamar y subió de nuevo al apartamento del rubio. Se dirigió directamente a la habitación de este.

 

—Oli…

 

—De verdad que lo siento—musitó.

 

—No te preocupes. Se lo dirás cuando este listo—contestó sentándose a los pies de la cama del rubio.

 

—Pero… tenía que haberlo hecho…—su voz estaba aflingida.

 

—No pasa nada. Tranquilo—susurró—Lo has intentado, eso es lo que cuenta, podrás hacerlo en otra ocasión.

 

Oliver suspiró.

 

—Creo que me iré ya—dijo el moreno mirando el reloj que llevaba en su muñeca. Iba a levantarse cuando escuchó la voz de Oliver.

 

—Quédate—pidió.

 

—¿Qué?—lo había escuchado perfectamente, pero quería oírlo otra vez.

 

—Que te quedes conmigo.

 

—Si insistes—sonrió burlonamente.

 

—No he insistido, si no quieres lárgate.

 

—No te vas a librar de mí tan fácilmente—advirtió el moreno quitándose los zapatos y después la camiseta.

 

—Oye, que no te he dicho que te sientas como en casa—musitó el rubio cruzándose de brazos.

 

—No hace falta que me lo digas—dijo guiñándole un ojo.

 

El rubio se sonrojó y se tapó con las mantas. Realmente estaba avergonzado. Diego soltó una carcajada y se tumbó prácticamente encima del rubio.

 

—¿Así que ahora estás avergonzadito?—preguntó arrogantemente.

 

—N-no—mintió. Diego le quitó las mantas, se sentó a horcajadas sobre él y colocó una mano en la nuca del rubio.

 

—¿De verdad?—Oliver tragó saliva, y desvió la mirada.

 

El moreno lo atrajo hacia su boca y volvió a besarlo de una forma mucho más apasionada que la del simple beso de antes. El rubio al principio no podía pensar con claridad, tener a Diego encima no ayudaba de mucho, así que se dejó llevar por el moreno. Las mantas comenzaron a descender y seguidamente sintió las manos de Diego en su espalda. Notó un mordisco en su labio inferior y abrió la boca para quejarse, pero no pudo. Lo único que pudo hacer fue sentir la lengua del moreno rozar la suya. Entreabrió los ojos nervioso, era tan raro y a la vez tan excitante. Volvió a cerrar los ojos y se concentró en el revoltijo de sensaciones que tenía dentro.

 

Se sentía tan agradable que no quería separarse, pero tuvieron que hacerlo para respirar. Oliver se quedó estático, ni siquiera abrió los ojos y cuando lo hizo su mirada se encontró con la de Diego.

 

—Esto es vergonzoso—susurró Oliver.

 

—No pienses tanto, Oli—contestó volviendo a acercarse para juntar sus labios nuevamente. El rubio cerró los ojos ante el contacto, sintió las manos de Diego meterse dentro de su camiseta y acariciarlo con suavidad y lentitud. Sintió mordiscos en sus labios y jadeó. Colocó sus manos en la nuca del moreno y lo atrajo todavía más hacia él.

 

Se separaron para respirar. No supo cómo, ni cuando pero cuando Oliver quiso darse cuenta no tenía camiseta puesta y la boca de Diego estaba prácticamente violando la suya. Comenzaba a sentirse excitado, no quería admitirlo pero así era. Joder, solo con un par de besos.

 

Oliver volvió a la realidad, tomó una gran bocanada de aire y trato de normalizar su respiración. Pero no, ahí estaba Diego jodiéndole. Bueno, no tanto. Sentía sus labios en su cuello y tenía que hacer el esfuerzo de no soltar suspiros y esos soniditos que Diego esperaba que hiciera. Mierda. El moreno comenzó a dar pequeños mordiscos en su cuello. Oliver ya no podía pensar con claridad.

 

—Di-Diego...—susurró inconscientemente. Joder, joder, joder. Él soltó una risita y cuando iba a quejarse sintió un dolor punzante en su clavícula—¡Aah!—exclamó empujándolo.

 

Diego sonrió y le enseñó la lengua con gesto burlón.

 

—¡Idiota!

 

—¿De verdad que no te estaba gustando? Tu cuerpo no dice lo mismo—dijo bajando la mano a donde Oliver no quería que lo hiciera.

 

—¡Ah! ¡No toques!—se quejó apartando la mano de Diego. Él solo soltó una risita.

 

—Pareces un semáforo—rió.

 

—¡Cállate!—esclamó. Mierda, ¿por qué Diego estaba tan fresco cuando él se sentía tan… caliente? Se palpó la marca que el moreno había dejado en su cuerpo—¡Mira lo que me has hecho!—exclamó.

 

Él solo rió traviesamente.

 

—Seguro que tú no eres capaz de hacerme uno—dijo arrogantemente, mientras continuaba sentado en el abdomen del chico.

 

—No sabes de lo que soy capaz—contestó.

 

—Eres el pasivo, por eso no podrás hacerlo.

 

—¡Que no! ¡No soy el pasivo, joder!

 

—Estás como un tomate.

 

—¿Y qué?

 

—Que no podrás hacerlo.

 

Oliver gruñó. Si odiaba algo, era que le dijeran que no podía hacer algo. Empujó a Diego, lo obligó a sentarse frente a él, se levantó y acortó la distancia, haciendo que quedasen muy cerca, con sus torsos casi pegados.

 

—¿Oli?

 

El rubio no contestó, simplemente se pegó a él totalmente, abrazando su espalda. Estaba muy avergonzado. La piel de Diego era suave y sentirla de esa forma solo hacía que se ''calentara'' aun más.

 

Levantó levemente la cara de la curvatura del cuello de Diego y le dio un beso en los labios. No había sido como el de aquella mañana, aquel no era precisamente un ''beso'', era más duradero, más apasionado y más… todo.

 

Cuando aquel beso finalizó, Oliver condujo sus labios al cuello de Diego, primero solo los puso encima, pero luego comenzó a imitar al chico, dejándose llevar por sus instintos.

 

—Oli...—musitó.

 

Él lo ignoró y continuó bajando los besos a los hombros, volvió a su cuello. Diego jadeó. Era jodidamente excitante tenerlo así. Oliver dio un pequeño mordisco, luego colocó sus labios sobre él y succionó un pedazo de piel en la curvatura del cuello del chico.

 

—O-Oliver—jadeó. Él se separó avergonzado, pero orgulloso por haberle pagado con la misma moneda. Bajó la mirada, pero Diego tomó su mentón y le dio un beso en los labios, no era tan apasionado como los anteriores, pero ese sí podía considerarse un beso.

 

—Creo que será mejor que nos detengamos ya—susurró el moreno contra sus labios—. Es suficiente por hoy.

 

Se separaron lentamente. Diego lo miró atentamente.

 

—¡Mierda! ¡Esto ha sido demasiado vergonzoso! ¡Muchísimo!—exclamó tratando de levantarse de la cama. Diego sonrió y se apartó para sentarse en ''su lado''. Oliver se dirigió al armario, tomó una camisa muy holgada y luego fue al baño, tuvo que lavarse la cara y cambiarse toda la ropa para volver a la ''normalidad''. Volvió a la cama y observó al chico sentado encima con solo los bóxer puestos. Se ruborizó y miró en otra dirección. Arregló la cama y se tumbó dándole la espalda al moreno.

 

Cerró los ojos. Le iba a ser imposible dormir. ¿Desde cuando hacía tanto calor? Mierda. Sintió la mano de Diego rodearle la cintura y darle un beso en la nuca. Se giró para verlo sin haberlo pensado.

 

—Feliz navidad, Oli—susurró.

 

—Feliz navidad—contestó antes de sentir una presión sobre sus labios. Luego se separaron y cerraron los ojos para descansar. Demasiadas emociones para solo un día.

 

 

Notas finales:

YES

Misaki, no te preocupes, el uke tsundere volverá jajajaj

¡Espero que os haya gustado! Trataré de hacer el del día de los inocentes y año nuevo pronto, no garantizo nada porque es posible que deba ayudar a mi familia con la cena de año nuevo. 

¡Haré lo que pueda! Pasen unas muy felices fiestas, gente hermozha ♥ 

¡Gracias por leer! 


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