—Muchas gracias, Joe, pero lo hablaré yo con él.
—Okay, I'm so-sorry—su voz se quebró—Yo no quise decir lo que dije, ni quería que ese chico te dejara, but… te quiero. Solo quería volver a estar contigo.
—Lo sé, yo… necesito tiempo para arreglarlo con Oliver y no quisiera que viniese y malinterpretase el estar hablando contigo, por favor, vete.
Él asintió.
—It's okay,¿m-me perdonas?—las lágrimas recorrían sus mejillas.
—No sé, Joe. Déjame por un tiempo, busca a otra persona. Entiende que... ya no me gustas de esa forma—musitó.
Él volvió a asentir con la cabeza y tuvo la intención de acercarse para abrazarlo, pero Diego le puso la mano en el hombro.
—Tiempo y distancia, por favor—dijo antes de girarse y cerrar la puerta.
Joe se limpió las lágrimas de las mejillas, maldita sea, esta vez lo había perdido del todo. Salió del edificio para dirigirse al hotel, andaba despacio, no tenía prisa por llegar y el fresco de la noche era agradable en esos momentos. Cuando llegó observó bien en la recepción y distinguió la figura de Jack. Tragó saliva y decidió pasar de largo. No quería hablar con nadie estando en aquellas condiciones, pero Jack lo vio y lo llamó.
—Hey, al menos salúdame—dijo. Joe se mordió el labio.
—Sorry, hola—respondió sin girarse.
—¿Te pasa algo?
—Well… Solo estoy un poco cansado.
—¿Y puedo saber por qué?
Él se quedó en silencio unos segundos.
—Diego…
—¿Te hizo algo?—el pelirrojo negó con la cabeza.
—Tú… ¿has hablado con el chico rubio sobre lo que pasó de…?
—¿Diego y tú? Sí, me lo contó.
—But…¡Él lo vio desde otro punto de vista! I'm sorry, Jackie. Vine aquí para recuperar a Diego y… me dolió que él saliese ya con otro chico. I'm sorry, I'm sorry—repetía casi entre lágrimas.
Jack lo agarró del brazo.
—Ni se te ocurra llorar aquí, ¿sí?
Tiró de él hacia un pasillo menos transitado de aquel hotel.
—Nosotros somos amigos, ¿isn't it? (¿no es así?)
—Claro, pero… no es conmigo con quien deberías disculparte.
—Sí debo. Todo eso era mentira. Te dije que venía por y para conocerte, but… Me inventé esa historia, estaba tan… apurado por volver a tenerlo que…
—Ya, te he entendido—lo cortó—. Espero que hayas aprendido la lección, si de verdad quieres a Diego… tenías que simplemente haberlo dejado ir. Yo… lo hice con Oliver, así que ahora es tu turno.
—Espera, what? (¿qué?)
—Esto… lo siento—miró su reloj de pulsera—me tengo que ir, vine para darle unos papeles a mi madre y ya debe estar a punto de salir, nos vemos otro día—se despidió con la mano.
—Adiós, Jackie—dijo en un susurro al ver como su amigo lo dejaba ahí plantado.
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A la mañana siguiente, Oliver estaba escogiendo que ropa ponerse para ir a patinar, se decantó por unos pantalones vaqueros no muy apretados, una camiseta y un abrigo de color gris. Se detuvo frente al espejo para arreglarse el pelo cuando se dio cuenta de una leve marca que tenía en el cuello. Maldijo a Diego por lo bajó y decidió ponerse una bufanda. Justo en ese momento, tocaron el timbre, —debía de ser Jack—, se dijo y fue a abrir.
—Oli—musitó y en ese momento quiso cerrar la puerta de golpe, estampársela en la cara y echarlo, pero él lo detuvo colocando el pie entre la puerta y el marco.
—No quiero volver a verte, joder—soltó.
—Sólo escúchame—pidió en un tono de voz bajo.
—No quiero...—Diego empujó la puerta para que la dejara abierta del completo, dejando a Oliver al borde de la histeria.
—Oliver, créeme, todo fue una historia que Joe se inventó. Yo nunca me acosté con él, y menos estando contigo—musitó—. Créeme, por favor.
—¿Y tú crees que es tan fácil?
—¿De verdad que no confías en mí? Mierda, Oliver, yo confío en ti. Cree en mí—su voz se suavizó—al menos… ésta vez…
Estaba tan ensimismado en las palabras de Diego que no se dio cuenta de que justo en ese momento estaban a un par de centímetros de distancia. Oliver apartó la cara.
—Diego, ¿puedes apartarte?
—¿De verdad quieres que lo haga?—preguntó disminuyendo aún más la distancia. Justo en el momento en que sus labios iban a chocar se escuchó una voz de detrás de Diego.
—Perdón, ¿llegamos en mal momento?—era Luz.
Oliver dio un brinco hacia detrás por el susto y empujó a Diego.
—Vete—dijo dándose la vuelta.
—Oli, por favor.
—Te he dicho que no me llames así—susurró a la vez que las lágrimas comenzaban a salir de sus ojos. Entró en el baño con el fin de que no lo vieran llorar.
Diego soltó un gran suspiro y miró a los recién llegados.
—Yo… siento esto—hizo una pausa—. Lo que dijo Joe… era todo mentira.
—¿Te gusta hacer esto? ¿Ir de persona en persona? ¿Se volvió costumbre?—habló la chica, pero Diego la interrumpió.
—No voy de persona en persona. Esto es solo un malentendido. Yo quiero a Oliver de verdad.
—Mejor déjalo. No le hagas más daño, por favor—contestó ella.
De repente la puerta del baño se abrió, dejando ver al rubio con los ojos algo hinchados.
—Está bien. Tengo que hablar contigo, Diego.
Éste lo miró esperanzado. Jack, Jorge y Luz entraron en la casa mientras ellos se quedaban un momento fuera.
—¿Qué es lo que querías…?—habló el moreno pero fue interrumpido por el roce de los labios de Oliver contra los suyos. Fue un beso corto, ya que se separó un par de segundos después.
—Joder—maldijo—ni yo sé lo que hago, ¿sabes? Cuando creo estar bien, llegaste tú para hacerme sentir todo esto y luego...—tragó saliva—mierda. El amor es una mierda.
—Oliver… Perdóname...—dijo mirándolo a los ojos. Oliver mantuvo la mirada unos minutos, su mente decía que era falso, pero sus sentimientos veían la verdad en ella.
—Pensaba que podía pero… ¿podríamos hablar en otro momento? No me siento cómodo sabiendo que ahí dentro están mis amigos y tampoco quiero que los vecinos nos escuchen hablar.
Diego se encogió de hombros. Tenía esperanza. Oliver lo había besado. Quizás iba a perdonarlo. Quizás el amor no era tan… mierda.